Tu niña herida

Tu niña herida

Para millones de personas heridas de pequeñas es imposible olvidar. Pero la poesía transforma, es capaz de devolvernos el aliento y la palabra perdida. La ganadora del Nobel de Literatura, Louise Glück, ha logrado traernos de vuelta al acertijo del amor y el maltrato de la niñez.

Tiempo de lectura: 4 minutos
Desde el principio de los tiempos,
en la niñez,
pensaba que ese dolor significaba que yo no era amada.
Significaba que yo sí amaba.
—Louise Glück

Los disparadores del dolor son siempre dardos inesperados en medio de un bosque. Nos duelen porque despiertan recuerdos de la niñez que hemos sido incapaces de sobrevivir; un dolor que llevamos encima como segunda piel, a menos que hayamos tenido la oportunidad, el privilegio y la determinación de trabajarlo con alguien que nos ayude a mirarlo y despojarlo de su poder a fin de desprendernos de la rabia contenida en esa piel. No todo el mundo puede siquiera mirar esas heridas causadas en la edad en que comenzamos a traducir la experiencia en sentimiento, memoria y consecuencia; es decir, en nuestra visión del mundo adulto y la construcción de una narrativa propia sobre el amor, el erotismo, el sexo, las relaciones interpersonales, la confianza, la honestidad. Nadie imagina el daño que genera tanta violencia hasta que puede hacer un mapa de las pérdidas, hasta que aprende a escucharla sin juicios de valor como intermediarios.

Hace unos días, una reportera de Oaxaca me preguntó si el periodismo tiene una deuda con la niñez; le respondí que sí, que la adultocracia siempre habla por ellas y ellos y rara vez les invita a expresarse con sus propias palabras para mostrar su mirada del mundo o una experiencia determinada.

Ese mismo día, una víctima a la que durante años cuidé y ayudé para escapar de una red de tratantes de niñas salió en redes sociales a intentar denostarme, pagada por sus explotadores a quienes denuncié. Una activista me pidió que me defendiera de ella; me he negado a hacerlo durante una década, desde que la chica se convirtió en adulta y eligió el camino al lado de los criminales. Porque entiendo que no todas se salvan, que yo no salvo a nadie, que para algunas víctimas siempre será más fácil desmarcarse de quien se pone en riesgo que atacar al asesino y al opresor; en nuestra cultura nadie quiere ser víctima y la violencia es una forma de poder con múltiples significados.

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