El río de los remedios: feminicidios en Ecatepec - Gatopardo

La fosa de agua

¿De qué tamaño es la crisis de feminicidios en el Estado de México?

Tiempo de lectura: 12 minutos

*Este es un fragmento del libro La fosa de agua (2018), de Lydiette Carrión, editado por Penguin Random House.

PIECITOS, BRACITOS, HUESITOS

El 13 de octubre de 2014 un diputado local mexiquense de extracción perredista, Octavio Martínez Vargas, publicó en su muro de Facebook la fotografía del cuerpo descompuesto de una mujer que emerge bocabajo entre las aguas negras. La piel de su espalda y sus glúteos es tan negra o gris como el pantalón que le ha sido bajado, agrediendo su dignidad incluso ya muerta, violentada. Toda ella es del color de las aguas en las que flota. “Les pido una disculpa por la imagen, es uno de los cuerpos encontrados en el canal de Ecatepec. Ya no podemos callar”, escribió el diputado.

La fotografía tuvo el efecto esperado: hubo revuelo mediático. Martínez Vargas dio sendas entrevistas todo aquel día: el Río de los Remedios, reveló, había sido dragado de junio a septiembre, y tan sólo en el tramo que va desde la Curva del Diablo —frente al centro comercial Las Américas— hasta los límites con Tonanitla habían hallado los restos de 21 personas, 16 de los cuales pertenecían a mujeres. Todo esto lo supo, dijo el diputado, al participar en una reunión de padres de víctimas de desaparición y autoridades.

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Ecatepec, México. Marzo 13 / Fotografía de Manuel Velasquez vía Getty Images.

Las autoridades mexiquenses se defendieron y “echaron de cabeza” a Martínez Vargas: el diputado ni siquiera había asistido a la reunión de la que hablaba. Pero él no trastabilló. Admitió que, en efecto, no había asistido él directamente, pero sí un colaborador suyo: David Mancera Figueroa, defensor de derechos humanos en el Estado de México, quien un año atrás se había acercado a Irish para invitarla a una reunión y la ayudó a gestionar la exhumación de los restos, y quien había estado al tanto de las desapariciones de Yenifer y de las otras dos muchachas.

Los reporteros corrieron entonces a entrevistar a Mancera Figueroa, quien dio su propia versión. Él aclaró que las búsquedas se hicieron desde inicios de 2014 y no desde junio, y aseguró que no se encontraron los restos de 21 personas, sino de 43. Habló de cuerpos muy descompuestos y de otros destazados, descuartizados. Sin embargo, acusó, la procuraduría mexiquense no había realizado los exámenes de ADN para identificar a quiénes correspondían los restos.

De la reunión con los padres de familia se dio a conocer otro giro de tuerca. Entre las asistentes estaba la mamá de S. (la primera muchacha raptada, quien fue a un café internet y no regresó), cuyos restos supuestamente habían sido identificados en mayo de 2013 (por las mismas fechas en que fueron hallados los de Bianca), y reveló que el cuerpo que le habían entregado en aquel entonces no era el de su hija. Aparentemente, la procuraduría mexiquense había tomado análisis de ADN cuando el cuerpo de una mujer fue hallado en 2011 atado a una tapa de alcantarilla y después lo inhumó en una fosa común; en 2013 esa muestra fue cotejada con el ADN de los familiares y dio positivo, pero al momento de exhumar sacaron los restos equivocados: los de un hombre muy chaparrito y de edad avanzada. La madre recuperó los restos hasta mediados de 2017, casi tres años después del escándalo del Río de los Remedios y más de seis años después de la desaparición de su hija.

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