El enigma de Rosario Robles - Gatopardo
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El enigma de Rosario Robles

Esta es la crónica del acenso y caída de una de las mujeres más poderosas de México: Rosario Robles, acusada de desvío de recursos públicos por más de 5 mil millones de pesos.

Tiempo de lectura: 20 minutos

Rosario Robles cambió los vestidos de diseñador, los trajes sastre y las blusas bordadas por pantalones y camisolas color caqui. De su cuello ya no cuelgan los collares de perlas, ni las mascadas de seda que usaba a diario. Sus orejas y sus manos lucen libres de aretes de oro, pulseras de plata, anillos con piedras vistosas, el iWatch que usaba casualmente o el reloj Cartier de más de 80 mil pesos con el que alguna vez fue retratada. Calza unos tenis, y no las alpargatas Yves Saint Laurent de 695 dólares con las que se presentó a su primera audiencia en el Reclusorio Sur, el 9 de agosto del año pasado.

Han pasado más de cinco meses desde que el juez Felipe Delgadillo Padierna dictó prisión preventiva oficiosa en su contra, y ha perdido casi 10 kilos. En su celda —diminuta en comparación con los despachos de más de 60 metros cuadrados que ocupó en las secretarías de Desarrollo Social y Desarrollo Agrario Territorial y Urbano—, Robles repasa una y otra vez el expediente de su acusación.

Se le ha vinculado a proceso por uso indebido del servicio público y por el desvío de más de 5 mil millones de pesos durante su gestión como secretaria de Estado en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Es la principal señalada en el caso de “La Estafa Maestra”, pero ella insiste en que le busquen propiedades, cuentas bancarias, fortunas en paraísos fiscales, ranchos, mansiones en Las Lomas o departamentos en el extranjero. “No van a encontrar nada”, ha dicho desde el primer día en que le cayó encima todo el peso de la opinión pública.

La villana favorita del peñismo —el sexenio de la corrupción— fue encarcelada el 13 de agosto de 2019, después de una audiencia de más de 12 horas en un juzgado del Reclusorio Sur, de la que esperaba regresar a su casa de Coyoacán.

Después de su aprehensión, se le han acumulado las malas noticias: no sólo le congelaron las cuentas bancarias, le negaron la posibilidad de llevar su caso en libertad o bajo arresto domiciliario y le inventaron una licencia de conducir falsa para justificar el “riesgo inminente de fuga”; además, el 18 de septiembre, la Secretaría de la Función Pública la inhabilitó para ocupar cargos públicos por diez años; el 29 de noviembre, la Cámara de Diputados aprobó someterla a juicio político en este mes de febrero, y el 12 de diciembre, la magistrada que revisó las irregularidades cometidas por el juez Delgadillo Padierna decidió dejarla en prisión.

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