Siempre fieles: Nxivm, la secta que sedujo al poder en México

Siempre fieles: Nxivm, la secta que sedujo al poder en México

En el verano pasado, en Nueva York, decenas de periodistas cubrieron el juicio de Keith Raniere, el gurú del culto Nxivm que creó un imperio con ramificaciones en varios países, entre ellos México. Fue hallado culpable de crimen organizado, tráfico sexual, pornografía infantil, entre otras acusaciones. Grijalbo edita NXIVM, un trabajo periodístico que indaga en los mexicanos que aparecen en el caso. Éste es un adelanto del libro.

Tiempo de lectura: 21 minutos

En el 2001, personajes de los sectores empresarial y político de México llevaron a su país las enseñanzas de una secta comandada por alguien que, alrededor de 1998, se había inventado como Dios.

El sábado 8 y el domingo 9 de septiembre la empresa Executive Success Programs (ESP), con sede en Albany, Nueva York, organizó su primer curso intensivo en México, el cual fue impartido en el Planetario Alfa de San Pedro Garza García, ubicado en la ciudad de Monterrey. Pero como si estuviera impreso en escrituras profanas, la introducción de las enseñanzas del iluminado neoyorquino estuvo rodeada de horas aciagas en las que parecía que alguien había soltado a los demonios. La mañana del martes 11 de septiembre terroristas suicidas de la red yihadista Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales que despegaron de los aeropuertos de Boston, Washington y Newark, Nueva Jersey, y fueron impactados en las Torres Gemelas de Nueva York y la fachada oeste del Pentágono de Virginia, lo que dejó un saldo de más de 3 mil muertos y 6 mil heridos.

Aunque para demostrar el grado de enajenación que alcanzó la delegación mexicana, debemos adelantarnos 15 años al debut en el Planetario Alfa y situarnos en el cumpleaños 56 de Keith Raniere, específicamente en un evento bautizado como Vanguard Week (V-Week), en el que durante ocho días o más los asistentes rendían culto a quien negaba ser un líder de culto.

En aquella ocasión, al Centro de Retiros y Conferencias Familiares Silver Bay YMCA —en la ribera del Lago George— llegaron más de 50 mexicanos, a quienes poco importó el martirio que implicó trasladarse a esa parte en el norte del estado de Nueva York, en la frontera con Vermont. “Tuve que tomar un avión, luego un tren a Albany; luego un camión a una población cercana al lago; después un taxi. ¡Hice casi un día! Y pagué 2 mil dólares para compartir una cabaña con uno al que le apestaban los pies”, me contó ya más relajado y hasta divertido el coach Ramón, quien pidió guardar su verdadera identidad. A la tarifa para acceder a la V-Week, los mexicanos debieron sumar el pago del boleto de avión; en el caso de Ramón, a todo ello se añadió la disolución de su matrimonio, que llegó a su fin por haberse escapado al festival Raniere.

“La V-Week representa el prototipo y el modelo para una nueva era de humanidad civilizada” y para “nosotros una vida más plena y útil”, dijo una muy poco civilizada coordinadora del evento, Clare Bronfman, quien recibió a Ramón de mala manera (“¿Tú quién eres y qué haces aquí? Salte, por favor.”) cuando éste llegó al salón en donde se efectuaban las actividades dos días después de inaugurado el evento.

El viernes 26 de agosto de 2016, justo el día del cumpleaños de Raniere, se levantó el telón rojo del escenario y dejó ver a medio centenar de mexicanos que, todos de pie, parecían posar para una foto: desde una niña que rondaba los diez años, hasta hombres y mujeres cercanos al medio siglo de vida. Jerárquicamente acomodados, Emiliano y Cecilia Salinas Occelli son los únicos de playera verde y se ubican al centro. Los rodean los de playera naranja, luego los que visten la de amarillo, nivel en el que se hallan tanto Lourdes Salinas y Lilia Ruiz Salinas, esposa e hija del exgobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, como Marcela Gómez del Campo, hermana de la exsenadora panista Mariana Gómez del Campo. Finalmente, a las orillas quedan los alumnos principiantes, quienes portan camisetas blancas. Todos tienen una mano en la cintura, usan lentes oscuros, pantalón negro y sonríen forzadamente al festejado que, sentado en primera fila y vistiendo pantalón corto, espera ansioso para ver lo que le han preparado los mexicanos.

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