La fuerza de Wagner Moura

La fuerza de Wagner Moura

Conversación con Wagner Moura, el actor brasileño que le dio una segunda vida a Pablo Escobar, el infame narcotraficante colombiano.

Tiempo de lectura: 17 minutos

Cuando en octubre de 2015 la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, visitó Colombia durante un día para reunirse con empresarios y políticos, incentivar el comercio entre los dos países y declarar su apoyo al proceso de paz con las FARC, Wagner Moura, el actor brasileño que interpreta a Pablo Escobar en la serie Narcos, se acercó a ella con una petición: firmar el papel que llevaba bajo el brazo para unirse a la propuesta 50 for freedom, una iniciativa que lucha para abolir el trabajo esclavo. “Lo conseguí, pero después la echaron”, dice Moura con un dejo de lamento, en referencia al proceso de impeachment que alejó a la mandataria de la Presidencia en abril.

Wagner Moura, embajador de la Organización Internacional del Trabajo, no votó por Rousseff. Incluso pidió públicamente firmas para la creación de un nuevo partido político, Rede Sustentabilidade, liderado por Marina Silva, exministra de Medio Ambiente en el gobierno de Lula da Silva. Pero a unos días de que, casi con seguridad, el Senado destituya definitivamente a la presidenta suspendida, el actor se reafirma en la misma postura que ha difundido a través de videos y artículos. En su opinión, Brasil afronta uno de los momentos más críticos de su historia, con una población polarizada y llena de desencanto ante la eterna promesa de que Brasil es el país del futuro y ese futuro nunca llega.

—Con Lula la élite estaba callada porque ganaba dinero, pero ahora han salido del clóset. No aguantaba compartir espacios públicos con la gente pobre —dice una tarde de mediados de agosto en la Ciudad de México, en una furgoneta que lo lleva a la enésima entrevista de promoción de la serie en la que es protagonista. Su tono, siempre amable, se encrespa cuando habla de la situación. Voltea a mirar a su acompañante y le dice: “Motherfuckers”.

El año anterior a su encuentro con Rousseff, se mudó a una zona exclusiva de Bogotá para preparar su interpretación de Pablo Emilia Escobar Gaviria, del que apenas sabía que había aterrorizado Colombia con sus asesinatos, secuestros, bombas y había regado de cocaína Estados Unidos. Ni siquiera hablaba español. Tuvo que aprender en cinco meses. Pero aceptó el trabajo por la fascinación que le producía un hombre que parecía sacado de la imaginación de un guionista: el paisa pobre que se convirtió en el mayor traficante de la historia, quiso ser presidente de Colombia y puso en jaque a un gobierno y a un país. Aceptó también porque el encargo venía de José Padilha, uno de los productores ejecutivos de Narcos, el director que lo había convertido en el actor brasileño más internacional con las dos películas de Tropa de Élite. En esa saga interpretaba a Nascimento, capitán del BOPE (Batalhão de Operações Policiais Especiais), el cuerpo de élite de la policía militar de Río de Janeiro que entra en las favelas a punta de fusil para desalojar a los traficantes. Un hombre que habla de paz en medio de una guerra urbana por el control del territorio. El éxito de taquilla vino acompañado de furibundas críticas, que tachaban la película de fascista, de ser una apología de la violencia. Pero para Moura hablar del narcotráfico es un ejercicio necesario. Es un convencido de que el arte sólo es arte si remueve conciencias, si funciona como un espejo de la sociedad. Para él la historia de Escobar es una historia sobre la memoria. Sus dos años de estancia en Bogotá reafirmaron esa creencia. Él había llegado a interpretar a un hombre que desató una guerra, otra guerra en Colombia, mientras en el país se hablaba de paz.

Wagner Moura, color

“Con Lula la élite estaba callada porque ganaba dinero, pero ahora han salido del clóset”.

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