Las metas de México para reducir el cambio climático

Las metas de México para reducir el cambio climático

En la década pasada México fue un pionero de la legislación ambiental; ahora, con López Obrador, el gobierno federal redujo la ambición de las metas que presentó ante la COP, además de adoptar políticas energéticas que definitivamente socavan la misión de evitar las peores consecuencias del calentamiento global.

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Las discusiones sobre el calentamiento global suelen empezar por la responsabilidad histórica y actual de cada Estado; no sólo se trata del origen, su evolución y el presente, los efectos también se manifiestan de manera localizada y desigual, tanto entre países como dentro de cada uno. Por eso conviene situar la responsabilidad de México en el panorama internacional. De acuerdo con los datos del Global Carbon Project, que recogió Our world in data, México ocupó en 2017 el doceavo lugar en emisiones de dióxido de carbono (CO₂), el principal componente de los gases de efecto invernadero (GEI),[1] es decir, aportó 1.4% del total y está bastante lejos del 27% que emitió China o el 15% que le corresponde a Estados Unidos. Sin embargo, como mencioné, es importante advertir que el cambio climá­tico no está sucediendo por las emisiones de CO₂ de unos cuantos años, sino por la acumulación de GEI en la atmósfera. Al sumarlas a partir de 1751 y hasta 2017, los resultados de los grandes emisores cambian: Estados Unidos es responsable de 25%, seguido por la Unión Europea, con 22%, y México ocupa el noveno lugar, con 1.2% del total. El debate sobre la responsabilidad histórica no termina ahí: se puede considerar la población a lo largo del tiempo, la población en este momento, el excedente de las emisiones calculado a partir del presupuesto de carbono —medida que pretende evitar que el calentamiento global supere los 1.5 o 2 °C— y, más allá de la generación de emisiones, se pueden tomar en cuenta las huellas de carbono que deja el consumo.[2]

Recupero esta discusión acerca de la responsabilidad por el cambio climático porque si el origen del problema es desigual, la respuesta para mitigarlo y adaptarse también lo será. Así lo dice la doctora Danae Hernández, profesora en la Escuela para la Sustentabilidad de la Universidad Estatal de Arizona: “Los objetivos deben lograrse con base en dos principios: la neutralidad del carbono y llegar a ella de manera equitativa”. Ésa es una parte importante de los Acuerdos de París: el compromiso debe cumplirse “de modo que refleje la equidad y el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, [así como] las capacidades respectivas, a la luz de las di­ferentes circunstancias nacionales”. Esta responsabilidad se refuerza con el tipo de gobernanza que crearon los acuerdos. Según Israel Solorio, profesor del Centro de Estudios en Administración Pública de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el Protocolo de Kioto, el antecedente de dichos acuerdos, sólo vinculaba a los países industrializados e imponía una gobernanza “de arriba hacia abajo”; los Acuerdos de París, en cambio, lo hacen “de abajo hacia arriba”. Los Estados miembros llegan a las negociaciones con sus contribuciones nacionales no condicionadas (aquellas que un país se compromete a cumplir con independencia de apoyos externos) y a partir de ellas se conforma el objetivo global. Y los gobiernos nacionales no están solos durante las COP: los actores subnacionales y la sociedad civil tienen mayor margen de operación que antes, lo que ayuda a crear una gobernanza policéntrica, con redes de ciudades y delegados organizándose. “La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNCC) es menos vista como árbitro y más como directora de orquesta”, aclara Solorio. La participación anual de distintos actores sustenta esa perspectiva. Por ejemplo, en la COP21, celebrada hace siete años en París, la presencia de las ONG fue mayor que la de los Estados y sus representantes. “Pero aun-que sea policéntrica, es Estado-céntrica”, añade Solorio, “las metas se tienen que dar por Estado-nación” y eso “deja de lado a las comunidades que no tienen acceso a esos espacios, como los pueblos originarios”.

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Gráfica 1. Emisiones nacionales de GEI según el escenario de tendencias (BAU) y las metas de reducción INDC (Intended Nationally Determined Contributions) comprometidas de manera no condicionada, 2013–2030. USCUSS significa “Usos del suelo, cambios del uso del suelo y silvicultura”. Fuente: Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).¹

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