La mujer singular y la ciudad (2018) de Vivian Gornick

El lugar de enunciación del Flaneur, adoptado por Dickens, Benjamin o Baudelaire en el siglo XIX, o el de la auto ficción se ha visto como un espacio de observación y pensamiento reservado para el sexo masculino. Gornick, consciente de esta disparidad, se adueña en su literatura de ambos modelos y a modo de resistencia los dota de una nueva condición de posibilidad: la mujer, al igual que el hombre, es paseante de la calle, partícipe del espacio público y, juez y parte de la ciudad moderna y de sí misma. En su obra más reciente, La mujer singular y la ciudad (2018), Gornick ofrece en el recuento de sus caminatas por el Bronx una mirada íntima de la ciudad y la presenta como un escenario para el pensamiento y el devenir cotidiano de la subjetividad.

El cuerpo en el que nací (2018) de Guadalupe Nettel

Hacer sentido de la propia vida es un ejercicio narrativo que da como resultado una versión ficcionalizada de uno mismo, esto Guadalupe Nettel lo entiende bien. En El cuerpo en el que nací, obra que le mereció el Premio Herralde de Novela 2014 y ha sido traducida a casi 20 idiomas, Nettel reconstruye una versión inconclusa de sí misma al narrarle a su psicoanalista, la doctora Sazlavski, todo tipo de recuerdos de la infancia y de la relación que tienen su madre, su abuela y ella. Las narraciones se vuelven remesas de una identidad que, acompañada de los convulsos años setenta –tiempos de comunas hippies, libertad sexual, y emancipación de las mujeres– se comprende a través de su cuerpo y su innegable ficcionalización.

Bienvenida a casa (2019) de Lucía Berlin

La escritura de Lucía Berlin siempre parte de un lugar íntimo. Si bien sus cuentos, aclamados por la crítica y compilados en Manual para las mujeres de la limpieza (2015), son ejercicios ficcionales que nos transportan con una pluma directa y sin adornos a parajes cotidianos del sur de Estados Unidos –hospitales, lavanderías y, por supuesto, casas ajenas– en los que la autora trabajó a lo largo de su vida para sacar adelante a sus hijos, su autobiografía, Bienvenida a casa, es donde encontramos su escritura más personal. Este libro, una compilación póstuma de apuntes, fotografías y cartas hecha por su hijo, nos presenta a Berlin en la búsqueda, entre mudanzas y desplazamientos, de un lugar hospitalario en el que residir frente a la sordidez del mundo contemporáneo.

El año del pensamiento mágico (2005) de Joan Didion

El trasfondo principal de este mémoire —ganador del Premio Pulitzer y el National Book Award en 2006—es uno de los tabúes centrales de la cultura norteamericana: la muerte. Didion, pluma aclamada del periodismo narrativo norteamericano, une la escrupulosidad del periodismo y la intimidad de los ejercicios autobiográficos para hacer un recuento del año seguido a la muerte de su esposo –el también escritor– John Gregory Dunne a causa de un infarto fulminante. En consecuencia, El año del pensamiento mágico es un relato sincero y revelador sobre el duelo, la vejez, la vulnerabilidad y el desapego en una sociedad como la norteamericana, fundada en la negación y el ocultamiento de estos procesos.

Eramos sólo niños (2011) de Patti Smith

Dentro de la literatura norteamericana un libro intuyó el renacer nostálgico de un sentimiento, o de forma más específica, de un estilo de vida. Eramos solo niños de Patti Smith, madrina del punk y compositora de algunas de las canciones más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, es un libro que no solo recuenta la relación de la autora con el fotógrafo y artista visual Robert Mapplethorpe, sino que retrata los años de sugimiento de una generación de artistas durante los años de la contracultura norteamericana: tiempos de Warhol, Burroughs y The Velvet Underground. Un libro que si bien funciona como la mémoire de una generación –aquella nacida durante los años cuarenta y cincuenta– es una bildungsroman (novela de formación) de otra, la contemporánea.