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“En corto” y “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras en México, han sido clave para la historia contemporánea de México.
Por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia y el activismo, estos son algunos personajes claves en el México actual.
En Gatopardo nos gusta contar historias. Siempre estamos buscando nuevas maneras de hacerlo. Este año presentamos dos proyectos que exploran formatos innovadores para seguir compartiendo las más relevantes de nuestra región. “En corto” es nuestra primera serie de perfiles en formato de mini documentales, los cuales puedes ver en nuestro canal de YouTube. El otro proyecto lleva por nombre “Obra maestra” y es una serie de perfiles en audio disponible en tu plataforma de podcast favorita.
Tanto “En corto” como “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras, consideramos fundamentales en el México contemporáneo. Aquí te contamos sobre ellas:
Marta Lamas
Se ha consolidado como una de las intelectuales feministas más destacadas de México durante 52 años de trayectoria. Su participación en este movimiento comenzó en 1971, y desde entonces desarrolló su activismo en distintos ámbitos: el artístico, como integrante de grupos musicales como La teta al aire, Las leonas y Las moscas muertas. En el aspecto intelectual, como escritora y académica en diversas publicaciones.
Lamas fue la primera hija, nacida el 11 de septiembre de 1947, de un joven matrimonio argentino que residía en la Ciudad de México. “Mi mamá era una feminista total. Adoraba a Simone de Beauvoir; era muy progresista socialmente, más bien de izquierda. Mi papá, no. Era un self-made man, banquero”, recuerda. “Tuve un hermano dos años menor que yo. Nos educaron de manera muy igualitaria. Ser mujer no era un tema”, añade.
Durante su infancia, Lamas notó las desigualdades de clase. Un hecho en particular dejó una huella profunda en ella: a mediados de los años sesenta, mientras estudiaba la preparatoria en el Colegio Ciudad de México, ubicado en Polanco, una colonia de clase media-alta, aprendió marxismo de un profesor que impartía la materia de Doctrinas Filosóficas. “Para mí fue como si te descorrieran una cortina y vieras el mundo de otra manera. Entendí muchas cosas. Ahí comenzó mi transformación”, comenta Lamas.
A la toma de conciencia sobre las diferencias de clase le siguieron otras revelaciones en 1971, cuando tenía 24 años. El 9 de mayo acudió al Monumento a la Madre a la protesta contra el mito de la madre, convocada por el grupo Mujeres en Acción Solidaria. Meses después, en noviembre, escuchó la conferencia de Susan Sontag en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Yo estaba sentadita mirando a Sontag [...], pasaron con una libreta en la que podías dejar tus datos si querías asistir a una reunión feminista, y los puse. Una semana después asistí a mi primera reunión feminista”, recuerda.
Desde entonces, no ha dejado de involucrarse en el movimiento feminista en México. “Me di cuenta de cómo algo tan personal como la sexualidad podía estar vinculado a lo político. En ese momento pensé: ‘Caray, me la he pasado luchando por los pobres, por los obreros, por los campesinos, pero ¿qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con las mujeres?’”.
Marta Lamas es licenciada en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia; maestra y doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Cinco años después de su introducción al feminismo, en 1976, fue una de las fundadoras de Fem, la primera revista feminista de México.
Más tarde, en 1990, fundó Debate Feminista, una publicación referencial en los estudios feministas. Dos años después, en 1992, cofundó el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones más importantes en la defensa de la justicia reproductiva en México, cuyo objetivo era informar sobre temas como el aborto, la salud reproductiva y sexual. Una de las primeras grandes victorias de este grupo ocurrió en 2007, cuando el gobierno de la Ciudad de México despenalizó el aborto hasta la semana doce de gestación. Desde entonces hasta agosto de 2023, doce estados del país modificaron sus legislaciones contra el aborto.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Su carrera política comenzó en 1976, cuando era un ingeniero civil de 42 años, hasta entonces conocido solo por ser hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, quien pasó a la historia por nacionalizar la industria petrolera en 1938.
Cárdenas Solórzano acompañó al entonces candidato presidencial José López Portillo en una gira por Michoacán. “En un trayecto en lancha, entre Pátzcuaro y Janitzio, me planteó la posibilidad de que fuera yo candidato a senador”, relata Cárdenas Solórzano en el segundo episodio de Obra maestra. “Esa fue la plática que al final me hizo candidato a senador”. Esa sería su segunda elección, pues un par de años antes había intentado postularse como gobernador de Michoacán, sin éxito.
Desde ese momento, Cárdenas Solórzano inició una trayectoria que lo convirtió en uno de los políticos mexicanos más reconocidos de finales del siglo XX, así como en uno de los pilares del sistema democrático electoral mexicano.
En 1980 ganó la gubernatura de Michoacán. Al final de su periodo, surgió la llamada corriente democrática, que buscó un proceso abierto para la elección de candidatos presidenciales del PRI. Al no lograrlo, Cuauhtémoc Cárdenas dejó el partido oficialista y encabezó el Frente Democrático Nacional, donde logró reunir a los actores partidistas de la izquierda nacional: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista, el Partido Socialdemócrata, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, entre otras organizaciones.
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En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a Carlos Salinas de Gortari por la presidencia de México. “Estaba yo en Pátzcuaro el día 2 de junio; se había hecho ahí el último mitin de campaña. Me avisaron que Javier Ovando no iba a llegar al mitin porque tenía algunas ocupaciones aquí, en la Ciudad de México”, recuerda Cuauhtémoc Cárdenas. Javier Ovando, un abogado que había dirigido su campaña para senador y gobernador, era en ese entonces el coordinador de campaña de Cárdenas. “Al día siguiente, en la mañana, nos amanecimos con la noticia de que habían asesinado a Javier Ovando”.
La violencia contra los opositores al régimen durante la jornada electoral y las irregularidades en los resultados motivaron sospechas de fraude, que fueron denunciadas por Cárdenas: “El PRI no había perdido nunca una elección, menos una elección presidencial. Había incluso una ‘cultura’ de aceptar que el PRI ganaba todas. Yo sí tenía certeza de que había un muy amplio apoyo de la gente”, explica.
Luego de las elecciones, fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se definió como socialdemócrata y se convirtió en la segunda fuerza política del país. “En el gobierno de Salinas hacer el PRD costó más de trescientos muertos y otros tantos con Zedillo”, reflexiona. “Esto abrió brecha para que tengamos un sistema electoral mejor que el que teníamos anteriormente”.
Cuauhtémoc Cárdenas volvió a contender en las siguientes elecciones presidenciales, en 1994, con el mismo resultado que la anterior. No obstante, tres años después, en 1997, se convirtió en el primer Jefe de Gobierno electo del entonces Distrito Federal. Renunció a este cargo en 1999 para contender por tercera vez en las elecciones presidenciales del 2000. Una vez más fue derrotado, esta vez por Vicente Fox, el candidato del Partido Acción Nacional.
Actualmente Cuauhtémoc Cárdenas está retirado de la vida política, pero su figura marcó la historia política nacional.
Paola Espinosa
Es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. Espinosa recuerda que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago; pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Carla Fernández
Existe la creencia errada de que la moda es algo superficial y efímero pero no siempre es así, no toda la moda es creada en masa a una velocidad vertiginosa. Es posible confeccionar prendas que duren muchos años y que los procesos para realizarlas se conviertan en un legado. Esto es lo que Carla Fernández ha buscado a lo largo de su carrera como diseñadora.
Carla Fernández comenzó a trabajar en la industria de la moda cuando se pensaba que era imposible que hubiera una moda local. Pero ella, en vez de ponerse a hacer camisetas o jeans, se dedicó a probar que los siglos detrás de las indumentarias locales son una rica fuente de inspiración. Fernández asegura que ser original es volver a nuestras raíces para transformar la materia en sustento.
“A Carla Fernández le interesaba el punto de vista del diseñador, cómo usar la base de diseño tradicional como un lenguaje vivo”, dice el periodista y escritor Guillermo Osorno durante el primer capítulo de “En corto”.
A lo largo de su carrera, Fernández se ha encargado de repensar la moda como un territorio de activismo político porque ella cree fervientemente que otro sistema es posible. Esta idea la ha plasmado en diferentes plataformas, como su famoso “Manifiesto de la moda en resistencia”, texto en que expone su visión de la moda sustentable y da a conocer el proceso de creación de sus piezas textiles. “Hacemos lo que nos dijeron que no hiciéramos. Nuestro proceder les parece suicida a las escuelas de negocios: nuestras prendas huelen a humo, se tejen y bordan junto al anafre. Hacemos poquito y vamos lento”, dice el documento.
Este ímpetu por repensar y estudiar a fondo la indumentaria tradicional de México viene de la propia historia de Carla dentro de la industria: “Como yo no puede estudiar moda, entonces siempre he querido hacer todas estas investigaciones, libros, exposiciones, para poder apoyar a todas esas personas que no han podido estudiar moda o, que si la están estudiando, pues que sepan qué nos ha funcionado a nosotras y qué no”, cuenta.
El trabajo de Carla Fernández destaca porque intenta mostrar a la moda de manera distinta a los prejuicios que se tienen de ella, busca alejarla de los mensajes vacíos y hace que la sustentabilidad y la ética estén presentes en cada una de sus piezas. “Los conceptos e ideas propuestos en los diseños y las creaciones de Carla son contemporáneos y provocadores, pero con toques cálidos y detallistas. Trabaja con patrones antiguos que se basan en el uso de cuadrados y rectángulos y crea con ellos diseños contemporáneos”, declaró Florence Müller, curadora de la Fundación Avenir de arte textil y moda del Denver Art Museum, en febrero de 2022, cuando se presentó la exposición Carla Fernández casa de moda, una muestra con algunos de sus diseños más icónicos.
“Es importante que nuestras prendas cuenten historias, las historias de los artesanos y artesanas con las que llevamos trabajando más de veinte años”, dice Carla Fernández sobre sus diseños. Esa es su apuesta: resistir a un sistema de moda voraz y sin alma.
Marcelina Bautista
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México existen más de 2.3 millones de personas trabajadoras del hogar; 88% son mujeres y 12% hombres. A pesar de su importante labor, hasta hace unos años su trabajo era infravalorado y en ocasiones eran consideradas una pertenencia de sus empleadores. Afortunadamente eso está cambiando, y buena parte de ello se debe al activismo de Marcelina Bautista.
Nació el 25 de abril de 1966 en Nochixtlán, Oaxaca. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía catorce años, para ayudar económicamente a su familia. El primer empleo que tuvo fue como trabajadora del hogar, en Naucalpan, Estado de México. Su sueldo era de doscientos pesos al mes.
“No se me permitía usar los mismos platos que usaba la familia. No podía visitar a mi familia, solamente salía una vez a la semana y pues el dinero no me alcanzaba, ganaba muy poco”, recuerda Bautista.
Con el tiempo, debido a estos abusos, Marcelina se convirtió en una activista por los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. En el 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, y con otras cinco personas se propuso conseguir un contrato de trabajo, una jornada laboral justa o indemnizaciones por despidos. Luego de muchos años de lucha, en 2015 también fundó el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadoras del Hogar, la primera organización sindical de este tipo en México.
En 2018 la Suprema Corte de Justicia por fin reconoció que era inconstitucional que las trabajadoras del hogar no tuvieran derechos laborales. “Ahora por ley ellas deben de tener contrato por escrito y seguridad social obligatoria”, puntualiza Marcelina Bautista, quien en 2021 fue incluida en la lista de las cien Mujeres de la BBC como una de las mujeres más inspiradoras e influyentes de todo el mundo.
Gabriela Ortiz
La obra de Gabriela Ortiz destaca porque en ella se encuentra lo popular y lo clásico; la mezcla de sonidos y la variedad de temas en sus composiciones. Nació en la Ciudad de México el 20 de diciembre de 1964. Desde sus primeros años se rodeó de un ambiente musical. Su primera influencia viene de sus padres, Rubén Ortiz Fernández y María Elena Torres Alcarás, que un año después del nacimiento de Gabriela formaron Los Folkloristas, un conjunto dedicado a la difusión del llamado canto nuevo latinoamericano.
“Estos artistas que conocían como los folcloristas como Mercedes Sosa o Atahualpa Yupanqui o Inti-Illimani o Daniel Viglietti, llegaron a mi casa, […] Víctor Jara vino en 1971 y se hospedó en mi casa, invitado por mi padre, y para mí fue un gran privilegio haberlo conocido”, dijo a la compositora a Guillermo Osorno en el tercer episodio de “En Corto”.
Gabriela estudió la preparatoria en el Colegio de Ciencias y Humanidades y la licenciatura en Composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Además, fue discípula de otro de los grandes compositores mexicanos, Mario Lavista, en el Taller de Composición del Conservatorio Nacional de Música. En 2019 ingresó a la Academia de Artes de México como miembro de número.
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La obra de Gabriela Ortiz es diversa pues no trataba de componer las cuestiones tan literales del folclor mexicano ni tampoco dentro de la vanguardia dictada por Europa. Su estilo puede conjuntar tanto a Dámaso Pérez Prado como a Ígor Stravinski. Su catálogo incluye piezas inspiradas por el futbol; o bien, puede escribir obras como “Luz de lava”, una sinfonía coral que realizó por encargo de la Universidad Nacional Autónoma de México para conmemorar el centenario de la institución.
Otro espacio donde también ha demostrado su talento es la ópera. En 2008 Gabriela estrenó “Únicamente la verdad”, una videópera que compuso en colaboración con su hermano Rubén Ortiz. Esta obra conocida como “La verdadera historia de Camelia la texana” reconstruye el mito de esta personaje a través de la información de revistas amarillistas como El alarma y el famoso corrido “Contrabando y traición” de Los Tigres del Norte.
Su destacada obra musical está logrando una de las metas que Gabriela se había plantado al inicio de su carrera: que la tradición musical occidental volteé hacia los músicos latinoamericanos, que se comience a valorar el trabajo de compositoras como ella.
Sergio Aguayo
Luego de las polémicas elecciones de 1988, donde el candidato oficialista Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas tras la famosa caída del sistema el día del conteo de votos, Sergio Aguayo junto a un grupo de trescientos observadores ciudadanos supervisaron las elecciones de San Luis Potosí en 1991. Esta acción fue un hito en el país para establecer una clara diferencia entre autoridades electorales y partidos políticos, logrando que las elecciones sean más transparentes.
Aguayo nació en un pequeño pueblo de Jalisco llamado La Rivera, en el municipio Ayotlán. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México; la maestría y el doctorado los realizó en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque en la actualidad dirige once proyectos de investigación en el Colegio de México, su actividad no se centra únicamente en la academia: Sergio es autor de varios libros como La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), La transición en México. Una historia documental 1910-2010 (2011) y De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las violencias del Estado (2015). También ha escrito asiduamente en distintos periódicos del país y cada tanto aparece en programas de radio y televisión como invitado para hablar de diversos temas.
Como muchos otros periodistas, Sergio Aguayo ha sufrido censura. En enero de 2016 publicó el artículo “Hay que esperar” en el diario Reforma, donde señalaba presuntos actos de corrupción cometidos por el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira. En esas fechas, el político priista había sido detenido en Madrid acusado del delito de organización criminal por autoridades estadounidenses; sin embargo, al poco tiempo fue liberado y demandó a Aguayo por daños a la moral. Tuvieron que pasar tres años para que el 31 de marzo de 2019 Sergio Aguayo fuera exonerado por “falta de pruebas”.
No fue la única vez que desafió al poder. Años antes ya lo había hecho y fue lo que llevó a Sergio Aguayo a convertirse en uno de los personajes claves para nuestra actual democracia. Todo comenzó cuando un profesor americano que daba clases en el Colegio de México lo invitó como observador electoral a Haití, como parte de una comitiva internacional presidida por Jimmy Carter. La experiencia lo motivó a plantear la iniciativa de los observadores electorales en México, al inicio de la década de los noventa.
“Me doy cuenta que sí, que el voto puede ser una parte muy importante de la transformación del país”, recuerda Sergio Aguayo.
Orlando Mondragón
“Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre”.
Con estos versos comienza Cuadernos de patología humana, el poemario de Orlando Mondragón que en 2021 obtuvo el Premio Loewe, uno de los galardones de poesía más importantes en nuestro idioma. Aún no rebasaba los treinta años cuando lo ganó.
Mondragón nació en Zirándaro, Guerrero, en 1993. Es hijo de un profesor de matemáticas y una maestra de primaria; dos figuras importantes en el pueblo, donde no hay más de tres mil habitantes. A los doce años se mudó a Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero. Fue en esa época cuando comenzó a leer poesía, la obra de Lope de Vega, Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz. “Luego descubrí una poesía sonada, menos rimada”, confiesa Orlando durante el documental. Esa segunda influencia correspondió a tres autores mexicanos: Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y Salvador Novo.
En 2010 Mondragón se mudó a la Ciudad de México para estudiar medicina. “Cuando era muy pequeño descubrí que yo era distinto porque me gustaban los demás varones. Y ese sentimiento de desprotección me llevó o me inclinó a querer proteger a los demás”, explica sobre su elección profesional.
Tras siete años en la capital del país, publicó su poemario debut Epicedio del padre, con el que obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura. De este libro, Guillermo Osorno comentó que “es brutal la forma en que Orlando va describiendo la muerte de su padre por el avance del Alzheimer. Lo que el poeta gay le tiene que decir al papá que lo negó”.
Cuatro años después publicó Cuadernos de patología humana. “Un diario médico preciso y ordenado en el cual el poeta recorre una a una las distintas salas donde lo esperan la enfermedad y la muerte”, apuntó sobre el poemario, Margo Glantz, una de las juezas del Premio Loewe en 2021.
Orlando está terminando la especialidad de Psiquiatría. Le falta un año para titularse. “Pienso que la literatura es la historia de las emociones y los pensamientos; y la Psiquiatría estudia las anomalías de esos pensamientos y esas emociones”, dice Mondragón.
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Por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia y el activismo, estos son algunos personajes claves en el México actual.
En Gatopardo nos gusta contar historias. Siempre estamos buscando nuevas maneras de hacerlo. Este año presentamos dos proyectos que exploran formatos innovadores para seguir compartiendo las más relevantes de nuestra región. “En corto” es nuestra primera serie de perfiles en formato de mini documentales, los cuales puedes ver en nuestro canal de YouTube. El otro proyecto lleva por nombre “Obra maestra” y es una serie de perfiles en audio disponible en tu plataforma de podcast favorita.
Tanto “En corto” como “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras, consideramos fundamentales en el México contemporáneo. Aquí te contamos sobre ellas:
Marta Lamas
Se ha consolidado como una de las intelectuales feministas más destacadas de México durante 52 años de trayectoria. Su participación en este movimiento comenzó en 1971, y desde entonces desarrolló su activismo en distintos ámbitos: el artístico, como integrante de grupos musicales como La teta al aire, Las leonas y Las moscas muertas. En el aspecto intelectual, como escritora y académica en diversas publicaciones.
Lamas fue la primera hija, nacida el 11 de septiembre de 1947, de un joven matrimonio argentino que residía en la Ciudad de México. “Mi mamá era una feminista total. Adoraba a Simone de Beauvoir; era muy progresista socialmente, más bien de izquierda. Mi papá, no. Era un self-made man, banquero”, recuerda. “Tuve un hermano dos años menor que yo. Nos educaron de manera muy igualitaria. Ser mujer no era un tema”, añade.
Durante su infancia, Lamas notó las desigualdades de clase. Un hecho en particular dejó una huella profunda en ella: a mediados de los años sesenta, mientras estudiaba la preparatoria en el Colegio Ciudad de México, ubicado en Polanco, una colonia de clase media-alta, aprendió marxismo de un profesor que impartía la materia de Doctrinas Filosóficas. “Para mí fue como si te descorrieran una cortina y vieras el mundo de otra manera. Entendí muchas cosas. Ahí comenzó mi transformación”, comenta Lamas.
A la toma de conciencia sobre las diferencias de clase le siguieron otras revelaciones en 1971, cuando tenía 24 años. El 9 de mayo acudió al Monumento a la Madre a la protesta contra el mito de la madre, convocada por el grupo Mujeres en Acción Solidaria. Meses después, en noviembre, escuchó la conferencia de Susan Sontag en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Yo estaba sentadita mirando a Sontag [...], pasaron con una libreta en la que podías dejar tus datos si querías asistir a una reunión feminista, y los puse. Una semana después asistí a mi primera reunión feminista”, recuerda.
Desde entonces, no ha dejado de involucrarse en el movimiento feminista en México. “Me di cuenta de cómo algo tan personal como la sexualidad podía estar vinculado a lo político. En ese momento pensé: ‘Caray, me la he pasado luchando por los pobres, por los obreros, por los campesinos, pero ¿qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con las mujeres?’”.
Marta Lamas es licenciada en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia; maestra y doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Cinco años después de su introducción al feminismo, en 1976, fue una de las fundadoras de Fem, la primera revista feminista de México.
Más tarde, en 1990, fundó Debate Feminista, una publicación referencial en los estudios feministas. Dos años después, en 1992, cofundó el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones más importantes en la defensa de la justicia reproductiva en México, cuyo objetivo era informar sobre temas como el aborto, la salud reproductiva y sexual. Una de las primeras grandes victorias de este grupo ocurrió en 2007, cuando el gobierno de la Ciudad de México despenalizó el aborto hasta la semana doce de gestación. Desde entonces hasta agosto de 2023, doce estados del país modificaron sus legislaciones contra el aborto.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Su carrera política comenzó en 1976, cuando era un ingeniero civil de 42 años, hasta entonces conocido solo por ser hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, quien pasó a la historia por nacionalizar la industria petrolera en 1938.
Cárdenas Solórzano acompañó al entonces candidato presidencial José López Portillo en una gira por Michoacán. “En un trayecto en lancha, entre Pátzcuaro y Janitzio, me planteó la posibilidad de que fuera yo candidato a senador”, relata Cárdenas Solórzano en el segundo episodio de Obra maestra. “Esa fue la plática que al final me hizo candidato a senador”. Esa sería su segunda elección, pues un par de años antes había intentado postularse como gobernador de Michoacán, sin éxito.
Desde ese momento, Cárdenas Solórzano inició una trayectoria que lo convirtió en uno de los políticos mexicanos más reconocidos de finales del siglo XX, así como en uno de los pilares del sistema democrático electoral mexicano.
En 1980 ganó la gubernatura de Michoacán. Al final de su periodo, surgió la llamada corriente democrática, que buscó un proceso abierto para la elección de candidatos presidenciales del PRI. Al no lograrlo, Cuauhtémoc Cárdenas dejó el partido oficialista y encabezó el Frente Democrático Nacional, donde logró reunir a los actores partidistas de la izquierda nacional: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista, el Partido Socialdemócrata, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, entre otras organizaciones.
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En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a Carlos Salinas de Gortari por la presidencia de México. “Estaba yo en Pátzcuaro el día 2 de junio; se había hecho ahí el último mitin de campaña. Me avisaron que Javier Ovando no iba a llegar al mitin porque tenía algunas ocupaciones aquí, en la Ciudad de México”, recuerda Cuauhtémoc Cárdenas. Javier Ovando, un abogado que había dirigido su campaña para senador y gobernador, era en ese entonces el coordinador de campaña de Cárdenas. “Al día siguiente, en la mañana, nos amanecimos con la noticia de que habían asesinado a Javier Ovando”.
La violencia contra los opositores al régimen durante la jornada electoral y las irregularidades en los resultados motivaron sospechas de fraude, que fueron denunciadas por Cárdenas: “El PRI no había perdido nunca una elección, menos una elección presidencial. Había incluso una ‘cultura’ de aceptar que el PRI ganaba todas. Yo sí tenía certeza de que había un muy amplio apoyo de la gente”, explica.
Luego de las elecciones, fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se definió como socialdemócrata y se convirtió en la segunda fuerza política del país. “En el gobierno de Salinas hacer el PRD costó más de trescientos muertos y otros tantos con Zedillo”, reflexiona. “Esto abrió brecha para que tengamos un sistema electoral mejor que el que teníamos anteriormente”.
Cuauhtémoc Cárdenas volvió a contender en las siguientes elecciones presidenciales, en 1994, con el mismo resultado que la anterior. No obstante, tres años después, en 1997, se convirtió en el primer Jefe de Gobierno electo del entonces Distrito Federal. Renunció a este cargo en 1999 para contender por tercera vez en las elecciones presidenciales del 2000. Una vez más fue derrotado, esta vez por Vicente Fox, el candidato del Partido Acción Nacional.
Actualmente Cuauhtémoc Cárdenas está retirado de la vida política, pero su figura marcó la historia política nacional.
Paola Espinosa
Es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. Espinosa recuerda que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago; pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Carla Fernández
Existe la creencia errada de que la moda es algo superficial y efímero pero no siempre es así, no toda la moda es creada en masa a una velocidad vertiginosa. Es posible confeccionar prendas que duren muchos años y que los procesos para realizarlas se conviertan en un legado. Esto es lo que Carla Fernández ha buscado a lo largo de su carrera como diseñadora.
Carla Fernández comenzó a trabajar en la industria de la moda cuando se pensaba que era imposible que hubiera una moda local. Pero ella, en vez de ponerse a hacer camisetas o jeans, se dedicó a probar que los siglos detrás de las indumentarias locales son una rica fuente de inspiración. Fernández asegura que ser original es volver a nuestras raíces para transformar la materia en sustento.
“A Carla Fernández le interesaba el punto de vista del diseñador, cómo usar la base de diseño tradicional como un lenguaje vivo”, dice el periodista y escritor Guillermo Osorno durante el primer capítulo de “En corto”.
A lo largo de su carrera, Fernández se ha encargado de repensar la moda como un territorio de activismo político porque ella cree fervientemente que otro sistema es posible. Esta idea la ha plasmado en diferentes plataformas, como su famoso “Manifiesto de la moda en resistencia”, texto en que expone su visión de la moda sustentable y da a conocer el proceso de creación de sus piezas textiles. “Hacemos lo que nos dijeron que no hiciéramos. Nuestro proceder les parece suicida a las escuelas de negocios: nuestras prendas huelen a humo, se tejen y bordan junto al anafre. Hacemos poquito y vamos lento”, dice el documento.
Este ímpetu por repensar y estudiar a fondo la indumentaria tradicional de México viene de la propia historia de Carla dentro de la industria: “Como yo no puede estudiar moda, entonces siempre he querido hacer todas estas investigaciones, libros, exposiciones, para poder apoyar a todas esas personas que no han podido estudiar moda o, que si la están estudiando, pues que sepan qué nos ha funcionado a nosotras y qué no”, cuenta.
El trabajo de Carla Fernández destaca porque intenta mostrar a la moda de manera distinta a los prejuicios que se tienen de ella, busca alejarla de los mensajes vacíos y hace que la sustentabilidad y la ética estén presentes en cada una de sus piezas. “Los conceptos e ideas propuestos en los diseños y las creaciones de Carla son contemporáneos y provocadores, pero con toques cálidos y detallistas. Trabaja con patrones antiguos que se basan en el uso de cuadrados y rectángulos y crea con ellos diseños contemporáneos”, declaró Florence Müller, curadora de la Fundación Avenir de arte textil y moda del Denver Art Museum, en febrero de 2022, cuando se presentó la exposición Carla Fernández casa de moda, una muestra con algunos de sus diseños más icónicos.
“Es importante que nuestras prendas cuenten historias, las historias de los artesanos y artesanas con las que llevamos trabajando más de veinte años”, dice Carla Fernández sobre sus diseños. Esa es su apuesta: resistir a un sistema de moda voraz y sin alma.
Marcelina Bautista
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México existen más de 2.3 millones de personas trabajadoras del hogar; 88% son mujeres y 12% hombres. A pesar de su importante labor, hasta hace unos años su trabajo era infravalorado y en ocasiones eran consideradas una pertenencia de sus empleadores. Afortunadamente eso está cambiando, y buena parte de ello se debe al activismo de Marcelina Bautista.
Nació el 25 de abril de 1966 en Nochixtlán, Oaxaca. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía catorce años, para ayudar económicamente a su familia. El primer empleo que tuvo fue como trabajadora del hogar, en Naucalpan, Estado de México. Su sueldo era de doscientos pesos al mes.
“No se me permitía usar los mismos platos que usaba la familia. No podía visitar a mi familia, solamente salía una vez a la semana y pues el dinero no me alcanzaba, ganaba muy poco”, recuerda Bautista.
Con el tiempo, debido a estos abusos, Marcelina se convirtió en una activista por los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. En el 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, y con otras cinco personas se propuso conseguir un contrato de trabajo, una jornada laboral justa o indemnizaciones por despidos. Luego de muchos años de lucha, en 2015 también fundó el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadoras del Hogar, la primera organización sindical de este tipo en México.
En 2018 la Suprema Corte de Justicia por fin reconoció que era inconstitucional que las trabajadoras del hogar no tuvieran derechos laborales. “Ahora por ley ellas deben de tener contrato por escrito y seguridad social obligatoria”, puntualiza Marcelina Bautista, quien en 2021 fue incluida en la lista de las cien Mujeres de la BBC como una de las mujeres más inspiradoras e influyentes de todo el mundo.
Gabriela Ortiz
La obra de Gabriela Ortiz destaca porque en ella se encuentra lo popular y lo clásico; la mezcla de sonidos y la variedad de temas en sus composiciones. Nació en la Ciudad de México el 20 de diciembre de 1964. Desde sus primeros años se rodeó de un ambiente musical. Su primera influencia viene de sus padres, Rubén Ortiz Fernández y María Elena Torres Alcarás, que un año después del nacimiento de Gabriela formaron Los Folkloristas, un conjunto dedicado a la difusión del llamado canto nuevo latinoamericano.
“Estos artistas que conocían como los folcloristas como Mercedes Sosa o Atahualpa Yupanqui o Inti-Illimani o Daniel Viglietti, llegaron a mi casa, […] Víctor Jara vino en 1971 y se hospedó en mi casa, invitado por mi padre, y para mí fue un gran privilegio haberlo conocido”, dijo a la compositora a Guillermo Osorno en el tercer episodio de “En Corto”.
Gabriela estudió la preparatoria en el Colegio de Ciencias y Humanidades y la licenciatura en Composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Además, fue discípula de otro de los grandes compositores mexicanos, Mario Lavista, en el Taller de Composición del Conservatorio Nacional de Música. En 2019 ingresó a la Academia de Artes de México como miembro de número.
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La obra de Gabriela Ortiz es diversa pues no trataba de componer las cuestiones tan literales del folclor mexicano ni tampoco dentro de la vanguardia dictada por Europa. Su estilo puede conjuntar tanto a Dámaso Pérez Prado como a Ígor Stravinski. Su catálogo incluye piezas inspiradas por el futbol; o bien, puede escribir obras como “Luz de lava”, una sinfonía coral que realizó por encargo de la Universidad Nacional Autónoma de México para conmemorar el centenario de la institución.
Otro espacio donde también ha demostrado su talento es la ópera. En 2008 Gabriela estrenó “Únicamente la verdad”, una videópera que compuso en colaboración con su hermano Rubén Ortiz. Esta obra conocida como “La verdadera historia de Camelia la texana” reconstruye el mito de esta personaje a través de la información de revistas amarillistas como El alarma y el famoso corrido “Contrabando y traición” de Los Tigres del Norte.
Su destacada obra musical está logrando una de las metas que Gabriela se había plantado al inicio de su carrera: que la tradición musical occidental volteé hacia los músicos latinoamericanos, que se comience a valorar el trabajo de compositoras como ella.
Sergio Aguayo
Luego de las polémicas elecciones de 1988, donde el candidato oficialista Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas tras la famosa caída del sistema el día del conteo de votos, Sergio Aguayo junto a un grupo de trescientos observadores ciudadanos supervisaron las elecciones de San Luis Potosí en 1991. Esta acción fue un hito en el país para establecer una clara diferencia entre autoridades electorales y partidos políticos, logrando que las elecciones sean más transparentes.
Aguayo nació en un pequeño pueblo de Jalisco llamado La Rivera, en el municipio Ayotlán. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México; la maestría y el doctorado los realizó en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque en la actualidad dirige once proyectos de investigación en el Colegio de México, su actividad no se centra únicamente en la academia: Sergio es autor de varios libros como La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), La transición en México. Una historia documental 1910-2010 (2011) y De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las violencias del Estado (2015). También ha escrito asiduamente en distintos periódicos del país y cada tanto aparece en programas de radio y televisión como invitado para hablar de diversos temas.
Como muchos otros periodistas, Sergio Aguayo ha sufrido censura. En enero de 2016 publicó el artículo “Hay que esperar” en el diario Reforma, donde señalaba presuntos actos de corrupción cometidos por el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira. En esas fechas, el político priista había sido detenido en Madrid acusado del delito de organización criminal por autoridades estadounidenses; sin embargo, al poco tiempo fue liberado y demandó a Aguayo por daños a la moral. Tuvieron que pasar tres años para que el 31 de marzo de 2019 Sergio Aguayo fuera exonerado por “falta de pruebas”.
No fue la única vez que desafió al poder. Años antes ya lo había hecho y fue lo que llevó a Sergio Aguayo a convertirse en uno de los personajes claves para nuestra actual democracia. Todo comenzó cuando un profesor americano que daba clases en el Colegio de México lo invitó como observador electoral a Haití, como parte de una comitiva internacional presidida por Jimmy Carter. La experiencia lo motivó a plantear la iniciativa de los observadores electorales en México, al inicio de la década de los noventa.
“Me doy cuenta que sí, que el voto puede ser una parte muy importante de la transformación del país”, recuerda Sergio Aguayo.
Orlando Mondragón
“Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre”.
Con estos versos comienza Cuadernos de patología humana, el poemario de Orlando Mondragón que en 2021 obtuvo el Premio Loewe, uno de los galardones de poesía más importantes en nuestro idioma. Aún no rebasaba los treinta años cuando lo ganó.
Mondragón nació en Zirándaro, Guerrero, en 1993. Es hijo de un profesor de matemáticas y una maestra de primaria; dos figuras importantes en el pueblo, donde no hay más de tres mil habitantes. A los doce años se mudó a Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero. Fue en esa época cuando comenzó a leer poesía, la obra de Lope de Vega, Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz. “Luego descubrí una poesía sonada, menos rimada”, confiesa Orlando durante el documental. Esa segunda influencia correspondió a tres autores mexicanos: Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y Salvador Novo.
En 2010 Mondragón se mudó a la Ciudad de México para estudiar medicina. “Cuando era muy pequeño descubrí que yo era distinto porque me gustaban los demás varones. Y ese sentimiento de desprotección me llevó o me inclinó a querer proteger a los demás”, explica sobre su elección profesional.
Tras siete años en la capital del país, publicó su poemario debut Epicedio del padre, con el que obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura. De este libro, Guillermo Osorno comentó que “es brutal la forma en que Orlando va describiendo la muerte de su padre por el avance del Alzheimer. Lo que el poeta gay le tiene que decir al papá que lo negó”.
Cuatro años después publicó Cuadernos de patología humana. “Un diario médico preciso y ordenado en el cual el poeta recorre una a una las distintas salas donde lo esperan la enfermedad y la muerte”, apuntó sobre el poemario, Margo Glantz, una de las juezas del Premio Loewe en 2021.
Orlando está terminando la especialidad de Psiquiatría. Le falta un año para titularse. “Pienso que la literatura es la historia de las emociones y los pensamientos; y la Psiquiatría estudia las anomalías de esos pensamientos y esas emociones”, dice Mondragón.
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“En corto” y “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras en México, han sido clave para la historia contemporánea de México.
Por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia y el activismo, estos son algunos personajes claves en el México actual.
En Gatopardo nos gusta contar historias. Siempre estamos buscando nuevas maneras de hacerlo. Este año presentamos dos proyectos que exploran formatos innovadores para seguir compartiendo las más relevantes de nuestra región. “En corto” es nuestra primera serie de perfiles en formato de mini documentales, los cuales puedes ver en nuestro canal de YouTube. El otro proyecto lleva por nombre “Obra maestra” y es una serie de perfiles en audio disponible en tu plataforma de podcast favorita.
Tanto “En corto” como “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras, consideramos fundamentales en el México contemporáneo. Aquí te contamos sobre ellas:
Marta Lamas
Se ha consolidado como una de las intelectuales feministas más destacadas de México durante 52 años de trayectoria. Su participación en este movimiento comenzó en 1971, y desde entonces desarrolló su activismo en distintos ámbitos: el artístico, como integrante de grupos musicales como La teta al aire, Las leonas y Las moscas muertas. En el aspecto intelectual, como escritora y académica en diversas publicaciones.
Lamas fue la primera hija, nacida el 11 de septiembre de 1947, de un joven matrimonio argentino que residía en la Ciudad de México. “Mi mamá era una feminista total. Adoraba a Simone de Beauvoir; era muy progresista socialmente, más bien de izquierda. Mi papá, no. Era un self-made man, banquero”, recuerda. “Tuve un hermano dos años menor que yo. Nos educaron de manera muy igualitaria. Ser mujer no era un tema”, añade.
Durante su infancia, Lamas notó las desigualdades de clase. Un hecho en particular dejó una huella profunda en ella: a mediados de los años sesenta, mientras estudiaba la preparatoria en el Colegio Ciudad de México, ubicado en Polanco, una colonia de clase media-alta, aprendió marxismo de un profesor que impartía la materia de Doctrinas Filosóficas. “Para mí fue como si te descorrieran una cortina y vieras el mundo de otra manera. Entendí muchas cosas. Ahí comenzó mi transformación”, comenta Lamas.
A la toma de conciencia sobre las diferencias de clase le siguieron otras revelaciones en 1971, cuando tenía 24 años. El 9 de mayo acudió al Monumento a la Madre a la protesta contra el mito de la madre, convocada por el grupo Mujeres en Acción Solidaria. Meses después, en noviembre, escuchó la conferencia de Susan Sontag en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Yo estaba sentadita mirando a Sontag [...], pasaron con una libreta en la que podías dejar tus datos si querías asistir a una reunión feminista, y los puse. Una semana después asistí a mi primera reunión feminista”, recuerda.
Desde entonces, no ha dejado de involucrarse en el movimiento feminista en México. “Me di cuenta de cómo algo tan personal como la sexualidad podía estar vinculado a lo político. En ese momento pensé: ‘Caray, me la he pasado luchando por los pobres, por los obreros, por los campesinos, pero ¿qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con las mujeres?’”.
Marta Lamas es licenciada en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia; maestra y doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Cinco años después de su introducción al feminismo, en 1976, fue una de las fundadoras de Fem, la primera revista feminista de México.
Más tarde, en 1990, fundó Debate Feminista, una publicación referencial en los estudios feministas. Dos años después, en 1992, cofundó el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones más importantes en la defensa de la justicia reproductiva en México, cuyo objetivo era informar sobre temas como el aborto, la salud reproductiva y sexual. Una de las primeras grandes victorias de este grupo ocurrió en 2007, cuando el gobierno de la Ciudad de México despenalizó el aborto hasta la semana doce de gestación. Desde entonces hasta agosto de 2023, doce estados del país modificaron sus legislaciones contra el aborto.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Su carrera política comenzó en 1976, cuando era un ingeniero civil de 42 años, hasta entonces conocido solo por ser hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, quien pasó a la historia por nacionalizar la industria petrolera en 1938.
Cárdenas Solórzano acompañó al entonces candidato presidencial José López Portillo en una gira por Michoacán. “En un trayecto en lancha, entre Pátzcuaro y Janitzio, me planteó la posibilidad de que fuera yo candidato a senador”, relata Cárdenas Solórzano en el segundo episodio de Obra maestra. “Esa fue la plática que al final me hizo candidato a senador”. Esa sería su segunda elección, pues un par de años antes había intentado postularse como gobernador de Michoacán, sin éxito.
Desde ese momento, Cárdenas Solórzano inició una trayectoria que lo convirtió en uno de los políticos mexicanos más reconocidos de finales del siglo XX, así como en uno de los pilares del sistema democrático electoral mexicano.
En 1980 ganó la gubernatura de Michoacán. Al final de su periodo, surgió la llamada corriente democrática, que buscó un proceso abierto para la elección de candidatos presidenciales del PRI. Al no lograrlo, Cuauhtémoc Cárdenas dejó el partido oficialista y encabezó el Frente Democrático Nacional, donde logró reunir a los actores partidistas de la izquierda nacional: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista, el Partido Socialdemócrata, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, entre otras organizaciones.
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En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a Carlos Salinas de Gortari por la presidencia de México. “Estaba yo en Pátzcuaro el día 2 de junio; se había hecho ahí el último mitin de campaña. Me avisaron que Javier Ovando no iba a llegar al mitin porque tenía algunas ocupaciones aquí, en la Ciudad de México”, recuerda Cuauhtémoc Cárdenas. Javier Ovando, un abogado que había dirigido su campaña para senador y gobernador, era en ese entonces el coordinador de campaña de Cárdenas. “Al día siguiente, en la mañana, nos amanecimos con la noticia de que habían asesinado a Javier Ovando”.
La violencia contra los opositores al régimen durante la jornada electoral y las irregularidades en los resultados motivaron sospechas de fraude, que fueron denunciadas por Cárdenas: “El PRI no había perdido nunca una elección, menos una elección presidencial. Había incluso una ‘cultura’ de aceptar que el PRI ganaba todas. Yo sí tenía certeza de que había un muy amplio apoyo de la gente”, explica.
Luego de las elecciones, fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se definió como socialdemócrata y se convirtió en la segunda fuerza política del país. “En el gobierno de Salinas hacer el PRD costó más de trescientos muertos y otros tantos con Zedillo”, reflexiona. “Esto abrió brecha para que tengamos un sistema electoral mejor que el que teníamos anteriormente”.
Cuauhtémoc Cárdenas volvió a contender en las siguientes elecciones presidenciales, en 1994, con el mismo resultado que la anterior. No obstante, tres años después, en 1997, se convirtió en el primer Jefe de Gobierno electo del entonces Distrito Federal. Renunció a este cargo en 1999 para contender por tercera vez en las elecciones presidenciales del 2000. Una vez más fue derrotado, esta vez por Vicente Fox, el candidato del Partido Acción Nacional.
Actualmente Cuauhtémoc Cárdenas está retirado de la vida política, pero su figura marcó la historia política nacional.
Paola Espinosa
Es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. Espinosa recuerda que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago; pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Carla Fernández
Existe la creencia errada de que la moda es algo superficial y efímero pero no siempre es así, no toda la moda es creada en masa a una velocidad vertiginosa. Es posible confeccionar prendas que duren muchos años y que los procesos para realizarlas se conviertan en un legado. Esto es lo que Carla Fernández ha buscado a lo largo de su carrera como diseñadora.
Carla Fernández comenzó a trabajar en la industria de la moda cuando se pensaba que era imposible que hubiera una moda local. Pero ella, en vez de ponerse a hacer camisetas o jeans, se dedicó a probar que los siglos detrás de las indumentarias locales son una rica fuente de inspiración. Fernández asegura que ser original es volver a nuestras raíces para transformar la materia en sustento.
“A Carla Fernández le interesaba el punto de vista del diseñador, cómo usar la base de diseño tradicional como un lenguaje vivo”, dice el periodista y escritor Guillermo Osorno durante el primer capítulo de “En corto”.
A lo largo de su carrera, Fernández se ha encargado de repensar la moda como un territorio de activismo político porque ella cree fervientemente que otro sistema es posible. Esta idea la ha plasmado en diferentes plataformas, como su famoso “Manifiesto de la moda en resistencia”, texto en que expone su visión de la moda sustentable y da a conocer el proceso de creación de sus piezas textiles. “Hacemos lo que nos dijeron que no hiciéramos. Nuestro proceder les parece suicida a las escuelas de negocios: nuestras prendas huelen a humo, se tejen y bordan junto al anafre. Hacemos poquito y vamos lento”, dice el documento.
Este ímpetu por repensar y estudiar a fondo la indumentaria tradicional de México viene de la propia historia de Carla dentro de la industria: “Como yo no puede estudiar moda, entonces siempre he querido hacer todas estas investigaciones, libros, exposiciones, para poder apoyar a todas esas personas que no han podido estudiar moda o, que si la están estudiando, pues que sepan qué nos ha funcionado a nosotras y qué no”, cuenta.
El trabajo de Carla Fernández destaca porque intenta mostrar a la moda de manera distinta a los prejuicios que se tienen de ella, busca alejarla de los mensajes vacíos y hace que la sustentabilidad y la ética estén presentes en cada una de sus piezas. “Los conceptos e ideas propuestos en los diseños y las creaciones de Carla son contemporáneos y provocadores, pero con toques cálidos y detallistas. Trabaja con patrones antiguos que se basan en el uso de cuadrados y rectángulos y crea con ellos diseños contemporáneos”, declaró Florence Müller, curadora de la Fundación Avenir de arte textil y moda del Denver Art Museum, en febrero de 2022, cuando se presentó la exposición Carla Fernández casa de moda, una muestra con algunos de sus diseños más icónicos.
“Es importante que nuestras prendas cuenten historias, las historias de los artesanos y artesanas con las que llevamos trabajando más de veinte años”, dice Carla Fernández sobre sus diseños. Esa es su apuesta: resistir a un sistema de moda voraz y sin alma.
Marcelina Bautista
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México existen más de 2.3 millones de personas trabajadoras del hogar; 88% son mujeres y 12% hombres. A pesar de su importante labor, hasta hace unos años su trabajo era infravalorado y en ocasiones eran consideradas una pertenencia de sus empleadores. Afortunadamente eso está cambiando, y buena parte de ello se debe al activismo de Marcelina Bautista.
Nació el 25 de abril de 1966 en Nochixtlán, Oaxaca. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía catorce años, para ayudar económicamente a su familia. El primer empleo que tuvo fue como trabajadora del hogar, en Naucalpan, Estado de México. Su sueldo era de doscientos pesos al mes.
“No se me permitía usar los mismos platos que usaba la familia. No podía visitar a mi familia, solamente salía una vez a la semana y pues el dinero no me alcanzaba, ganaba muy poco”, recuerda Bautista.
Con el tiempo, debido a estos abusos, Marcelina se convirtió en una activista por los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. En el 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, y con otras cinco personas se propuso conseguir un contrato de trabajo, una jornada laboral justa o indemnizaciones por despidos. Luego de muchos años de lucha, en 2015 también fundó el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadoras del Hogar, la primera organización sindical de este tipo en México.
En 2018 la Suprema Corte de Justicia por fin reconoció que era inconstitucional que las trabajadoras del hogar no tuvieran derechos laborales. “Ahora por ley ellas deben de tener contrato por escrito y seguridad social obligatoria”, puntualiza Marcelina Bautista, quien en 2021 fue incluida en la lista de las cien Mujeres de la BBC como una de las mujeres más inspiradoras e influyentes de todo el mundo.
Gabriela Ortiz
La obra de Gabriela Ortiz destaca porque en ella se encuentra lo popular y lo clásico; la mezcla de sonidos y la variedad de temas en sus composiciones. Nació en la Ciudad de México el 20 de diciembre de 1964. Desde sus primeros años se rodeó de un ambiente musical. Su primera influencia viene de sus padres, Rubén Ortiz Fernández y María Elena Torres Alcarás, que un año después del nacimiento de Gabriela formaron Los Folkloristas, un conjunto dedicado a la difusión del llamado canto nuevo latinoamericano.
“Estos artistas que conocían como los folcloristas como Mercedes Sosa o Atahualpa Yupanqui o Inti-Illimani o Daniel Viglietti, llegaron a mi casa, […] Víctor Jara vino en 1971 y se hospedó en mi casa, invitado por mi padre, y para mí fue un gran privilegio haberlo conocido”, dijo a la compositora a Guillermo Osorno en el tercer episodio de “En Corto”.
Gabriela estudió la preparatoria en el Colegio de Ciencias y Humanidades y la licenciatura en Composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Además, fue discípula de otro de los grandes compositores mexicanos, Mario Lavista, en el Taller de Composición del Conservatorio Nacional de Música. En 2019 ingresó a la Academia de Artes de México como miembro de número.
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La obra de Gabriela Ortiz es diversa pues no trataba de componer las cuestiones tan literales del folclor mexicano ni tampoco dentro de la vanguardia dictada por Europa. Su estilo puede conjuntar tanto a Dámaso Pérez Prado como a Ígor Stravinski. Su catálogo incluye piezas inspiradas por el futbol; o bien, puede escribir obras como “Luz de lava”, una sinfonía coral que realizó por encargo de la Universidad Nacional Autónoma de México para conmemorar el centenario de la institución.
Otro espacio donde también ha demostrado su talento es la ópera. En 2008 Gabriela estrenó “Únicamente la verdad”, una videópera que compuso en colaboración con su hermano Rubén Ortiz. Esta obra conocida como “La verdadera historia de Camelia la texana” reconstruye el mito de esta personaje a través de la información de revistas amarillistas como El alarma y el famoso corrido “Contrabando y traición” de Los Tigres del Norte.
Su destacada obra musical está logrando una de las metas que Gabriela se había plantado al inicio de su carrera: que la tradición musical occidental volteé hacia los músicos latinoamericanos, que se comience a valorar el trabajo de compositoras como ella.
Sergio Aguayo
Luego de las polémicas elecciones de 1988, donde el candidato oficialista Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas tras la famosa caída del sistema el día del conteo de votos, Sergio Aguayo junto a un grupo de trescientos observadores ciudadanos supervisaron las elecciones de San Luis Potosí en 1991. Esta acción fue un hito en el país para establecer una clara diferencia entre autoridades electorales y partidos políticos, logrando que las elecciones sean más transparentes.
Aguayo nació en un pequeño pueblo de Jalisco llamado La Rivera, en el municipio Ayotlán. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México; la maestría y el doctorado los realizó en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque en la actualidad dirige once proyectos de investigación en el Colegio de México, su actividad no se centra únicamente en la academia: Sergio es autor de varios libros como La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), La transición en México. Una historia documental 1910-2010 (2011) y De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las violencias del Estado (2015). También ha escrito asiduamente en distintos periódicos del país y cada tanto aparece en programas de radio y televisión como invitado para hablar de diversos temas.
Como muchos otros periodistas, Sergio Aguayo ha sufrido censura. En enero de 2016 publicó el artículo “Hay que esperar” en el diario Reforma, donde señalaba presuntos actos de corrupción cometidos por el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira. En esas fechas, el político priista había sido detenido en Madrid acusado del delito de organización criminal por autoridades estadounidenses; sin embargo, al poco tiempo fue liberado y demandó a Aguayo por daños a la moral. Tuvieron que pasar tres años para que el 31 de marzo de 2019 Sergio Aguayo fuera exonerado por “falta de pruebas”.
No fue la única vez que desafió al poder. Años antes ya lo había hecho y fue lo que llevó a Sergio Aguayo a convertirse en uno de los personajes claves para nuestra actual democracia. Todo comenzó cuando un profesor americano que daba clases en el Colegio de México lo invitó como observador electoral a Haití, como parte de una comitiva internacional presidida por Jimmy Carter. La experiencia lo motivó a plantear la iniciativa de los observadores electorales en México, al inicio de la década de los noventa.
“Me doy cuenta que sí, que el voto puede ser una parte muy importante de la transformación del país”, recuerda Sergio Aguayo.
Orlando Mondragón
“Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre”.
Con estos versos comienza Cuadernos de patología humana, el poemario de Orlando Mondragón que en 2021 obtuvo el Premio Loewe, uno de los galardones de poesía más importantes en nuestro idioma. Aún no rebasaba los treinta años cuando lo ganó.
Mondragón nació en Zirándaro, Guerrero, en 1993. Es hijo de un profesor de matemáticas y una maestra de primaria; dos figuras importantes en el pueblo, donde no hay más de tres mil habitantes. A los doce años se mudó a Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero. Fue en esa época cuando comenzó a leer poesía, la obra de Lope de Vega, Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz. “Luego descubrí una poesía sonada, menos rimada”, confiesa Orlando durante el documental. Esa segunda influencia correspondió a tres autores mexicanos: Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y Salvador Novo.
En 2010 Mondragón se mudó a la Ciudad de México para estudiar medicina. “Cuando era muy pequeño descubrí que yo era distinto porque me gustaban los demás varones. Y ese sentimiento de desprotección me llevó o me inclinó a querer proteger a los demás”, explica sobre su elección profesional.
Tras siete años en la capital del país, publicó su poemario debut Epicedio del padre, con el que obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura. De este libro, Guillermo Osorno comentó que “es brutal la forma en que Orlando va describiendo la muerte de su padre por el avance del Alzheimer. Lo que el poeta gay le tiene que decir al papá que lo negó”.
Cuatro años después publicó Cuadernos de patología humana. “Un diario médico preciso y ordenado en el cual el poeta recorre una a una las distintas salas donde lo esperan la enfermedad y la muerte”, apuntó sobre el poemario, Margo Glantz, una de las juezas del Premio Loewe en 2021.
Orlando está terminando la especialidad de Psiquiatría. Le falta un año para titularse. “Pienso que la literatura es la historia de las emociones y los pensamientos; y la Psiquiatría estudia las anomalías de esos pensamientos y esas emociones”, dice Mondragón.
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Por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia y el activismo, estos son algunos personajes claves en el México actual.
En Gatopardo nos gusta contar historias. Siempre estamos buscando nuevas maneras de hacerlo. Este año presentamos dos proyectos que exploran formatos innovadores para seguir compartiendo las más relevantes de nuestra región. “En corto” es nuestra primera serie de perfiles en formato de mini documentales, los cuales puedes ver en nuestro canal de YouTube. El otro proyecto lleva por nombre “Obra maestra” y es una serie de perfiles en audio disponible en tu plataforma de podcast favorita.
Tanto “En corto” como “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras, consideramos fundamentales en el México contemporáneo. Aquí te contamos sobre ellas:
Marta Lamas
Se ha consolidado como una de las intelectuales feministas más destacadas de México durante 52 años de trayectoria. Su participación en este movimiento comenzó en 1971, y desde entonces desarrolló su activismo en distintos ámbitos: el artístico, como integrante de grupos musicales como La teta al aire, Las leonas y Las moscas muertas. En el aspecto intelectual, como escritora y académica en diversas publicaciones.
Lamas fue la primera hija, nacida el 11 de septiembre de 1947, de un joven matrimonio argentino que residía en la Ciudad de México. “Mi mamá era una feminista total. Adoraba a Simone de Beauvoir; era muy progresista socialmente, más bien de izquierda. Mi papá, no. Era un self-made man, banquero”, recuerda. “Tuve un hermano dos años menor que yo. Nos educaron de manera muy igualitaria. Ser mujer no era un tema”, añade.
Durante su infancia, Lamas notó las desigualdades de clase. Un hecho en particular dejó una huella profunda en ella: a mediados de los años sesenta, mientras estudiaba la preparatoria en el Colegio Ciudad de México, ubicado en Polanco, una colonia de clase media-alta, aprendió marxismo de un profesor que impartía la materia de Doctrinas Filosóficas. “Para mí fue como si te descorrieran una cortina y vieras el mundo de otra manera. Entendí muchas cosas. Ahí comenzó mi transformación”, comenta Lamas.
A la toma de conciencia sobre las diferencias de clase le siguieron otras revelaciones en 1971, cuando tenía 24 años. El 9 de mayo acudió al Monumento a la Madre a la protesta contra el mito de la madre, convocada por el grupo Mujeres en Acción Solidaria. Meses después, en noviembre, escuchó la conferencia de Susan Sontag en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Yo estaba sentadita mirando a Sontag [...], pasaron con una libreta en la que podías dejar tus datos si querías asistir a una reunión feminista, y los puse. Una semana después asistí a mi primera reunión feminista”, recuerda.
Desde entonces, no ha dejado de involucrarse en el movimiento feminista en México. “Me di cuenta de cómo algo tan personal como la sexualidad podía estar vinculado a lo político. En ese momento pensé: ‘Caray, me la he pasado luchando por los pobres, por los obreros, por los campesinos, pero ¿qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con las mujeres?’”.
Marta Lamas es licenciada en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia; maestra y doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Cinco años después de su introducción al feminismo, en 1976, fue una de las fundadoras de Fem, la primera revista feminista de México.
Más tarde, en 1990, fundó Debate Feminista, una publicación referencial en los estudios feministas. Dos años después, en 1992, cofundó el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones más importantes en la defensa de la justicia reproductiva en México, cuyo objetivo era informar sobre temas como el aborto, la salud reproductiva y sexual. Una de las primeras grandes victorias de este grupo ocurrió en 2007, cuando el gobierno de la Ciudad de México despenalizó el aborto hasta la semana doce de gestación. Desde entonces hasta agosto de 2023, doce estados del país modificaron sus legislaciones contra el aborto.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Su carrera política comenzó en 1976, cuando era un ingeniero civil de 42 años, hasta entonces conocido solo por ser hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, quien pasó a la historia por nacionalizar la industria petrolera en 1938.
Cárdenas Solórzano acompañó al entonces candidato presidencial José López Portillo en una gira por Michoacán. “En un trayecto en lancha, entre Pátzcuaro y Janitzio, me planteó la posibilidad de que fuera yo candidato a senador”, relata Cárdenas Solórzano en el segundo episodio de Obra maestra. “Esa fue la plática que al final me hizo candidato a senador”. Esa sería su segunda elección, pues un par de años antes había intentado postularse como gobernador de Michoacán, sin éxito.
Desde ese momento, Cárdenas Solórzano inició una trayectoria que lo convirtió en uno de los políticos mexicanos más reconocidos de finales del siglo XX, así como en uno de los pilares del sistema democrático electoral mexicano.
En 1980 ganó la gubernatura de Michoacán. Al final de su periodo, surgió la llamada corriente democrática, que buscó un proceso abierto para la elección de candidatos presidenciales del PRI. Al no lograrlo, Cuauhtémoc Cárdenas dejó el partido oficialista y encabezó el Frente Democrático Nacional, donde logró reunir a los actores partidistas de la izquierda nacional: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista, el Partido Socialdemócrata, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, entre otras organizaciones.
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En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a Carlos Salinas de Gortari por la presidencia de México. “Estaba yo en Pátzcuaro el día 2 de junio; se había hecho ahí el último mitin de campaña. Me avisaron que Javier Ovando no iba a llegar al mitin porque tenía algunas ocupaciones aquí, en la Ciudad de México”, recuerda Cuauhtémoc Cárdenas. Javier Ovando, un abogado que había dirigido su campaña para senador y gobernador, era en ese entonces el coordinador de campaña de Cárdenas. “Al día siguiente, en la mañana, nos amanecimos con la noticia de que habían asesinado a Javier Ovando”.
La violencia contra los opositores al régimen durante la jornada electoral y las irregularidades en los resultados motivaron sospechas de fraude, que fueron denunciadas por Cárdenas: “El PRI no había perdido nunca una elección, menos una elección presidencial. Había incluso una ‘cultura’ de aceptar que el PRI ganaba todas. Yo sí tenía certeza de que había un muy amplio apoyo de la gente”, explica.
Luego de las elecciones, fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se definió como socialdemócrata y se convirtió en la segunda fuerza política del país. “En el gobierno de Salinas hacer el PRD costó más de trescientos muertos y otros tantos con Zedillo”, reflexiona. “Esto abrió brecha para que tengamos un sistema electoral mejor que el que teníamos anteriormente”.
Cuauhtémoc Cárdenas volvió a contender en las siguientes elecciones presidenciales, en 1994, con el mismo resultado que la anterior. No obstante, tres años después, en 1997, se convirtió en el primer Jefe de Gobierno electo del entonces Distrito Federal. Renunció a este cargo en 1999 para contender por tercera vez en las elecciones presidenciales del 2000. Una vez más fue derrotado, esta vez por Vicente Fox, el candidato del Partido Acción Nacional.
Actualmente Cuauhtémoc Cárdenas está retirado de la vida política, pero su figura marcó la historia política nacional.
Paola Espinosa
Es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. Espinosa recuerda que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago; pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Carla Fernández
Existe la creencia errada de que la moda es algo superficial y efímero pero no siempre es así, no toda la moda es creada en masa a una velocidad vertiginosa. Es posible confeccionar prendas que duren muchos años y que los procesos para realizarlas se conviertan en un legado. Esto es lo que Carla Fernández ha buscado a lo largo de su carrera como diseñadora.
Carla Fernández comenzó a trabajar en la industria de la moda cuando se pensaba que era imposible que hubiera una moda local. Pero ella, en vez de ponerse a hacer camisetas o jeans, se dedicó a probar que los siglos detrás de las indumentarias locales son una rica fuente de inspiración. Fernández asegura que ser original es volver a nuestras raíces para transformar la materia en sustento.
“A Carla Fernández le interesaba el punto de vista del diseñador, cómo usar la base de diseño tradicional como un lenguaje vivo”, dice el periodista y escritor Guillermo Osorno durante el primer capítulo de “En corto”.
A lo largo de su carrera, Fernández se ha encargado de repensar la moda como un territorio de activismo político porque ella cree fervientemente que otro sistema es posible. Esta idea la ha plasmado en diferentes plataformas, como su famoso “Manifiesto de la moda en resistencia”, texto en que expone su visión de la moda sustentable y da a conocer el proceso de creación de sus piezas textiles. “Hacemos lo que nos dijeron que no hiciéramos. Nuestro proceder les parece suicida a las escuelas de negocios: nuestras prendas huelen a humo, se tejen y bordan junto al anafre. Hacemos poquito y vamos lento”, dice el documento.
Este ímpetu por repensar y estudiar a fondo la indumentaria tradicional de México viene de la propia historia de Carla dentro de la industria: “Como yo no puede estudiar moda, entonces siempre he querido hacer todas estas investigaciones, libros, exposiciones, para poder apoyar a todas esas personas que no han podido estudiar moda o, que si la están estudiando, pues que sepan qué nos ha funcionado a nosotras y qué no”, cuenta.
El trabajo de Carla Fernández destaca porque intenta mostrar a la moda de manera distinta a los prejuicios que se tienen de ella, busca alejarla de los mensajes vacíos y hace que la sustentabilidad y la ética estén presentes en cada una de sus piezas. “Los conceptos e ideas propuestos en los diseños y las creaciones de Carla son contemporáneos y provocadores, pero con toques cálidos y detallistas. Trabaja con patrones antiguos que se basan en el uso de cuadrados y rectángulos y crea con ellos diseños contemporáneos”, declaró Florence Müller, curadora de la Fundación Avenir de arte textil y moda del Denver Art Museum, en febrero de 2022, cuando se presentó la exposición Carla Fernández casa de moda, una muestra con algunos de sus diseños más icónicos.
“Es importante que nuestras prendas cuenten historias, las historias de los artesanos y artesanas con las que llevamos trabajando más de veinte años”, dice Carla Fernández sobre sus diseños. Esa es su apuesta: resistir a un sistema de moda voraz y sin alma.
Marcelina Bautista
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México existen más de 2.3 millones de personas trabajadoras del hogar; 88% son mujeres y 12% hombres. A pesar de su importante labor, hasta hace unos años su trabajo era infravalorado y en ocasiones eran consideradas una pertenencia de sus empleadores. Afortunadamente eso está cambiando, y buena parte de ello se debe al activismo de Marcelina Bautista.
Nació el 25 de abril de 1966 en Nochixtlán, Oaxaca. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía catorce años, para ayudar económicamente a su familia. El primer empleo que tuvo fue como trabajadora del hogar, en Naucalpan, Estado de México. Su sueldo era de doscientos pesos al mes.
“No se me permitía usar los mismos platos que usaba la familia. No podía visitar a mi familia, solamente salía una vez a la semana y pues el dinero no me alcanzaba, ganaba muy poco”, recuerda Bautista.
Con el tiempo, debido a estos abusos, Marcelina se convirtió en una activista por los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. En el 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, y con otras cinco personas se propuso conseguir un contrato de trabajo, una jornada laboral justa o indemnizaciones por despidos. Luego de muchos años de lucha, en 2015 también fundó el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadoras del Hogar, la primera organización sindical de este tipo en México.
En 2018 la Suprema Corte de Justicia por fin reconoció que era inconstitucional que las trabajadoras del hogar no tuvieran derechos laborales. “Ahora por ley ellas deben de tener contrato por escrito y seguridad social obligatoria”, puntualiza Marcelina Bautista, quien en 2021 fue incluida en la lista de las cien Mujeres de la BBC como una de las mujeres más inspiradoras e influyentes de todo el mundo.
Gabriela Ortiz
La obra de Gabriela Ortiz destaca porque en ella se encuentra lo popular y lo clásico; la mezcla de sonidos y la variedad de temas en sus composiciones. Nació en la Ciudad de México el 20 de diciembre de 1964. Desde sus primeros años se rodeó de un ambiente musical. Su primera influencia viene de sus padres, Rubén Ortiz Fernández y María Elena Torres Alcarás, que un año después del nacimiento de Gabriela formaron Los Folkloristas, un conjunto dedicado a la difusión del llamado canto nuevo latinoamericano.
“Estos artistas que conocían como los folcloristas como Mercedes Sosa o Atahualpa Yupanqui o Inti-Illimani o Daniel Viglietti, llegaron a mi casa, […] Víctor Jara vino en 1971 y se hospedó en mi casa, invitado por mi padre, y para mí fue un gran privilegio haberlo conocido”, dijo a la compositora a Guillermo Osorno en el tercer episodio de “En Corto”.
Gabriela estudió la preparatoria en el Colegio de Ciencias y Humanidades y la licenciatura en Composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Además, fue discípula de otro de los grandes compositores mexicanos, Mario Lavista, en el Taller de Composición del Conservatorio Nacional de Música. En 2019 ingresó a la Academia de Artes de México como miembro de número.
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La obra de Gabriela Ortiz es diversa pues no trataba de componer las cuestiones tan literales del folclor mexicano ni tampoco dentro de la vanguardia dictada por Europa. Su estilo puede conjuntar tanto a Dámaso Pérez Prado como a Ígor Stravinski. Su catálogo incluye piezas inspiradas por el futbol; o bien, puede escribir obras como “Luz de lava”, una sinfonía coral que realizó por encargo de la Universidad Nacional Autónoma de México para conmemorar el centenario de la institución.
Otro espacio donde también ha demostrado su talento es la ópera. En 2008 Gabriela estrenó “Únicamente la verdad”, una videópera que compuso en colaboración con su hermano Rubén Ortiz. Esta obra conocida como “La verdadera historia de Camelia la texana” reconstruye el mito de esta personaje a través de la información de revistas amarillistas como El alarma y el famoso corrido “Contrabando y traición” de Los Tigres del Norte.
Su destacada obra musical está logrando una de las metas que Gabriela se había plantado al inicio de su carrera: que la tradición musical occidental volteé hacia los músicos latinoamericanos, que se comience a valorar el trabajo de compositoras como ella.
Sergio Aguayo
Luego de las polémicas elecciones de 1988, donde el candidato oficialista Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas tras la famosa caída del sistema el día del conteo de votos, Sergio Aguayo junto a un grupo de trescientos observadores ciudadanos supervisaron las elecciones de San Luis Potosí en 1991. Esta acción fue un hito en el país para establecer una clara diferencia entre autoridades electorales y partidos políticos, logrando que las elecciones sean más transparentes.
Aguayo nació en un pequeño pueblo de Jalisco llamado La Rivera, en el municipio Ayotlán. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México; la maestría y el doctorado los realizó en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque en la actualidad dirige once proyectos de investigación en el Colegio de México, su actividad no se centra únicamente en la academia: Sergio es autor de varios libros como La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), La transición en México. Una historia documental 1910-2010 (2011) y De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las violencias del Estado (2015). También ha escrito asiduamente en distintos periódicos del país y cada tanto aparece en programas de radio y televisión como invitado para hablar de diversos temas.
Como muchos otros periodistas, Sergio Aguayo ha sufrido censura. En enero de 2016 publicó el artículo “Hay que esperar” en el diario Reforma, donde señalaba presuntos actos de corrupción cometidos por el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira. En esas fechas, el político priista había sido detenido en Madrid acusado del delito de organización criminal por autoridades estadounidenses; sin embargo, al poco tiempo fue liberado y demandó a Aguayo por daños a la moral. Tuvieron que pasar tres años para que el 31 de marzo de 2019 Sergio Aguayo fuera exonerado por “falta de pruebas”.
No fue la única vez que desafió al poder. Años antes ya lo había hecho y fue lo que llevó a Sergio Aguayo a convertirse en uno de los personajes claves para nuestra actual democracia. Todo comenzó cuando un profesor americano que daba clases en el Colegio de México lo invitó como observador electoral a Haití, como parte de una comitiva internacional presidida por Jimmy Carter. La experiencia lo motivó a plantear la iniciativa de los observadores electorales en México, al inicio de la década de los noventa.
“Me doy cuenta que sí, que el voto puede ser una parte muy importante de la transformación del país”, recuerda Sergio Aguayo.
Orlando Mondragón
“Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre”.
Con estos versos comienza Cuadernos de patología humana, el poemario de Orlando Mondragón que en 2021 obtuvo el Premio Loewe, uno de los galardones de poesía más importantes en nuestro idioma. Aún no rebasaba los treinta años cuando lo ganó.
Mondragón nació en Zirándaro, Guerrero, en 1993. Es hijo de un profesor de matemáticas y una maestra de primaria; dos figuras importantes en el pueblo, donde no hay más de tres mil habitantes. A los doce años se mudó a Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero. Fue en esa época cuando comenzó a leer poesía, la obra de Lope de Vega, Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz. “Luego descubrí una poesía sonada, menos rimada”, confiesa Orlando durante el documental. Esa segunda influencia correspondió a tres autores mexicanos: Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y Salvador Novo.
En 2010 Mondragón se mudó a la Ciudad de México para estudiar medicina. “Cuando era muy pequeño descubrí que yo era distinto porque me gustaban los demás varones. Y ese sentimiento de desprotección me llevó o me inclinó a querer proteger a los demás”, explica sobre su elección profesional.
Tras siete años en la capital del país, publicó su poemario debut Epicedio del padre, con el que obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura. De este libro, Guillermo Osorno comentó que “es brutal la forma en que Orlando va describiendo la muerte de su padre por el avance del Alzheimer. Lo que el poeta gay le tiene que decir al papá que lo negó”.
Cuatro años después publicó Cuadernos de patología humana. “Un diario médico preciso y ordenado en el cual el poeta recorre una a una las distintas salas donde lo esperan la enfermedad y la muerte”, apuntó sobre el poemario, Margo Glantz, una de las juezas del Premio Loewe en 2021.
Orlando está terminando la especialidad de Psiquiatría. Le falta un año para titularse. “Pienso que la literatura es la historia de las emociones y los pensamientos; y la Psiquiatría estudia las anomalías de esos pensamientos y esas emociones”, dice Mondragón.
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“En corto” y “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras en México, han sido clave para la historia contemporánea de México.
En Gatopardo nos gusta contar historias. Siempre estamos buscando nuevas maneras de hacerlo. Este año presentamos dos proyectos que exploran formatos innovadores para seguir compartiendo las más relevantes de nuestra región. “En corto” es nuestra primera serie de perfiles en formato de mini documentales, los cuales puedes ver en nuestro canal de YouTube. El otro proyecto lleva por nombre “Obra maestra” y es una serie de perfiles en audio disponible en tu plataforma de podcast favorita.
Tanto “En corto” como “Obra maestra” nos permitieron conocer a personas que, ya sea por sus contribuciones a la cultura, el deporte, la moda, la democracia o la lucha por los derechos de las mujeres y las trabajadoras, consideramos fundamentales en el México contemporáneo. Aquí te contamos sobre ellas:
Marta Lamas
Se ha consolidado como una de las intelectuales feministas más destacadas de México durante 52 años de trayectoria. Su participación en este movimiento comenzó en 1971, y desde entonces desarrolló su activismo en distintos ámbitos: el artístico, como integrante de grupos musicales como La teta al aire, Las leonas y Las moscas muertas. En el aspecto intelectual, como escritora y académica en diversas publicaciones.
Lamas fue la primera hija, nacida el 11 de septiembre de 1947, de un joven matrimonio argentino que residía en la Ciudad de México. “Mi mamá era una feminista total. Adoraba a Simone de Beauvoir; era muy progresista socialmente, más bien de izquierda. Mi papá, no. Era un self-made man, banquero”, recuerda. “Tuve un hermano dos años menor que yo. Nos educaron de manera muy igualitaria. Ser mujer no era un tema”, añade.
Durante su infancia, Lamas notó las desigualdades de clase. Un hecho en particular dejó una huella profunda en ella: a mediados de los años sesenta, mientras estudiaba la preparatoria en el Colegio Ciudad de México, ubicado en Polanco, una colonia de clase media-alta, aprendió marxismo de un profesor que impartía la materia de Doctrinas Filosóficas. “Para mí fue como si te descorrieran una cortina y vieras el mundo de otra manera. Entendí muchas cosas. Ahí comenzó mi transformación”, comenta Lamas.
A la toma de conciencia sobre las diferencias de clase le siguieron otras revelaciones en 1971, cuando tenía 24 años. El 9 de mayo acudió al Monumento a la Madre a la protesta contra el mito de la madre, convocada por el grupo Mujeres en Acción Solidaria. Meses después, en noviembre, escuchó la conferencia de Susan Sontag en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Yo estaba sentadita mirando a Sontag [...], pasaron con una libreta en la que podías dejar tus datos si querías asistir a una reunión feminista, y los puse. Una semana después asistí a mi primera reunión feminista”, recuerda.
Desde entonces, no ha dejado de involucrarse en el movimiento feminista en México. “Me di cuenta de cómo algo tan personal como la sexualidad podía estar vinculado a lo político. En ese momento pensé: ‘Caray, me la he pasado luchando por los pobres, por los obreros, por los campesinos, pero ¿qué pasa conmigo? ¿Qué pasa con las mujeres?’”.
Marta Lamas es licenciada en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia; maestra y doctora en Antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. Cinco años después de su introducción al feminismo, en 1976, fue una de las fundadoras de Fem, la primera revista feminista de México.
Más tarde, en 1990, fundó Debate Feminista, una publicación referencial en los estudios feministas. Dos años después, en 1992, cofundó el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), una de las organizaciones más importantes en la defensa de la justicia reproductiva en México, cuyo objetivo era informar sobre temas como el aborto, la salud reproductiva y sexual. Una de las primeras grandes victorias de este grupo ocurrió en 2007, cuando el gobierno de la Ciudad de México despenalizó el aborto hasta la semana doce de gestación. Desde entonces hasta agosto de 2023, doce estados del país modificaron sus legislaciones contra el aborto.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Su carrera política comenzó en 1976, cuando era un ingeniero civil de 42 años, hasta entonces conocido solo por ser hijo del expresidente Lázaro Cárdenas del Río, quien pasó a la historia por nacionalizar la industria petrolera en 1938.
Cárdenas Solórzano acompañó al entonces candidato presidencial José López Portillo en una gira por Michoacán. “En un trayecto en lancha, entre Pátzcuaro y Janitzio, me planteó la posibilidad de que fuera yo candidato a senador”, relata Cárdenas Solórzano en el segundo episodio de Obra maestra. “Esa fue la plática que al final me hizo candidato a senador”. Esa sería su segunda elección, pues un par de años antes había intentado postularse como gobernador de Michoacán, sin éxito.
Desde ese momento, Cárdenas Solórzano inició una trayectoria que lo convirtió en uno de los políticos mexicanos más reconocidos de finales del siglo XX, así como en uno de los pilares del sistema democrático electoral mexicano.
En 1980 ganó la gubernatura de Michoacán. Al final de su periodo, surgió la llamada corriente democrática, que buscó un proceso abierto para la elección de candidatos presidenciales del PRI. Al no lograrlo, Cuauhtémoc Cárdenas dejó el partido oficialista y encabezó el Frente Democrático Nacional, donde logró reunir a los actores partidistas de la izquierda nacional: el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, el Partido Popular Socialista, el Partido Socialdemócrata, el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, entre otras organizaciones.
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En 1988 Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó a Carlos Salinas de Gortari por la presidencia de México. “Estaba yo en Pátzcuaro el día 2 de junio; se había hecho ahí el último mitin de campaña. Me avisaron que Javier Ovando no iba a llegar al mitin porque tenía algunas ocupaciones aquí, en la Ciudad de México”, recuerda Cuauhtémoc Cárdenas. Javier Ovando, un abogado que había dirigido su campaña para senador y gobernador, era en ese entonces el coordinador de campaña de Cárdenas. “Al día siguiente, en la mañana, nos amanecimos con la noticia de que habían asesinado a Javier Ovando”.
La violencia contra los opositores al régimen durante la jornada electoral y las irregularidades en los resultados motivaron sospechas de fraude, que fueron denunciadas por Cárdenas: “El PRI no había perdido nunca una elección, menos una elección presidencial. Había incluso una ‘cultura’ de aceptar que el PRI ganaba todas. Yo sí tenía certeza de que había un muy amplio apoyo de la gente”, explica.
Luego de las elecciones, fundó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que se definió como socialdemócrata y se convirtió en la segunda fuerza política del país. “En el gobierno de Salinas hacer el PRD costó más de trescientos muertos y otros tantos con Zedillo”, reflexiona. “Esto abrió brecha para que tengamos un sistema electoral mejor que el que teníamos anteriormente”.
Cuauhtémoc Cárdenas volvió a contender en las siguientes elecciones presidenciales, en 1994, con el mismo resultado que la anterior. No obstante, tres años después, en 1997, se convirtió en el primer Jefe de Gobierno electo del entonces Distrito Federal. Renunció a este cargo en 1999 para contender por tercera vez en las elecciones presidenciales del 2000. Una vez más fue derrotado, esta vez por Vicente Fox, el candidato del Partido Acción Nacional.
Actualmente Cuauhtémoc Cárdenas está retirado de la vida política, pero su figura marcó la historia política nacional.
Paola Espinosa
Es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. Espinosa recuerda que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago; pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Carla Fernández
Existe la creencia errada de que la moda es algo superficial y efímero pero no siempre es así, no toda la moda es creada en masa a una velocidad vertiginosa. Es posible confeccionar prendas que duren muchos años y que los procesos para realizarlas se conviertan en un legado. Esto es lo que Carla Fernández ha buscado a lo largo de su carrera como diseñadora.
Carla Fernández comenzó a trabajar en la industria de la moda cuando se pensaba que era imposible que hubiera una moda local. Pero ella, en vez de ponerse a hacer camisetas o jeans, se dedicó a probar que los siglos detrás de las indumentarias locales son una rica fuente de inspiración. Fernández asegura que ser original es volver a nuestras raíces para transformar la materia en sustento.
“A Carla Fernández le interesaba el punto de vista del diseñador, cómo usar la base de diseño tradicional como un lenguaje vivo”, dice el periodista y escritor Guillermo Osorno durante el primer capítulo de “En corto”.
A lo largo de su carrera, Fernández se ha encargado de repensar la moda como un territorio de activismo político porque ella cree fervientemente que otro sistema es posible. Esta idea la ha plasmado en diferentes plataformas, como su famoso “Manifiesto de la moda en resistencia”, texto en que expone su visión de la moda sustentable y da a conocer el proceso de creación de sus piezas textiles. “Hacemos lo que nos dijeron que no hiciéramos. Nuestro proceder les parece suicida a las escuelas de negocios: nuestras prendas huelen a humo, se tejen y bordan junto al anafre. Hacemos poquito y vamos lento”, dice el documento.
Este ímpetu por repensar y estudiar a fondo la indumentaria tradicional de México viene de la propia historia de Carla dentro de la industria: “Como yo no puede estudiar moda, entonces siempre he querido hacer todas estas investigaciones, libros, exposiciones, para poder apoyar a todas esas personas que no han podido estudiar moda o, que si la están estudiando, pues que sepan qué nos ha funcionado a nosotras y qué no”, cuenta.
El trabajo de Carla Fernández destaca porque intenta mostrar a la moda de manera distinta a los prejuicios que se tienen de ella, busca alejarla de los mensajes vacíos y hace que la sustentabilidad y la ética estén presentes en cada una de sus piezas. “Los conceptos e ideas propuestos en los diseños y las creaciones de Carla son contemporáneos y provocadores, pero con toques cálidos y detallistas. Trabaja con patrones antiguos que se basan en el uso de cuadrados y rectángulos y crea con ellos diseños contemporáneos”, declaró Florence Müller, curadora de la Fundación Avenir de arte textil y moda del Denver Art Museum, en febrero de 2022, cuando se presentó la exposición Carla Fernández casa de moda, una muestra con algunos de sus diseños más icónicos.
“Es importante que nuestras prendas cuenten historias, las historias de los artesanos y artesanas con las que llevamos trabajando más de veinte años”, dice Carla Fernández sobre sus diseños. Esa es su apuesta: resistir a un sistema de moda voraz y sin alma.
Marcelina Bautista
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en México existen más de 2.3 millones de personas trabajadoras del hogar; 88% son mujeres y 12% hombres. A pesar de su importante labor, hasta hace unos años su trabajo era infravalorado y en ocasiones eran consideradas una pertenencia de sus empleadores. Afortunadamente eso está cambiando, y buena parte de ello se debe al activismo de Marcelina Bautista.
Nació el 25 de abril de 1966 en Nochixtlán, Oaxaca. Llegó a la Ciudad de México cuando tenía catorce años, para ayudar económicamente a su familia. El primer empleo que tuvo fue como trabajadora del hogar, en Naucalpan, Estado de México. Su sueldo era de doscientos pesos al mes.
“No se me permitía usar los mismos platos que usaba la familia. No podía visitar a mi familia, solamente salía una vez a la semana y pues el dinero no me alcanzaba, ganaba muy poco”, recuerda Bautista.
Con el tiempo, debido a estos abusos, Marcelina se convirtió en una activista por los derechos laborales de las trabajadoras del hogar. En el 2000 fundó el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar, y con otras cinco personas se propuso conseguir un contrato de trabajo, una jornada laboral justa o indemnizaciones por despidos. Luego de muchos años de lucha, en 2015 también fundó el Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadoras del Hogar, la primera organización sindical de este tipo en México.
En 2018 la Suprema Corte de Justicia por fin reconoció que era inconstitucional que las trabajadoras del hogar no tuvieran derechos laborales. “Ahora por ley ellas deben de tener contrato por escrito y seguridad social obligatoria”, puntualiza Marcelina Bautista, quien en 2021 fue incluida en la lista de las cien Mujeres de la BBC como una de las mujeres más inspiradoras e influyentes de todo el mundo.
Gabriela Ortiz
La obra de Gabriela Ortiz destaca porque en ella se encuentra lo popular y lo clásico; la mezcla de sonidos y la variedad de temas en sus composiciones. Nació en la Ciudad de México el 20 de diciembre de 1964. Desde sus primeros años se rodeó de un ambiente musical. Su primera influencia viene de sus padres, Rubén Ortiz Fernández y María Elena Torres Alcarás, que un año después del nacimiento de Gabriela formaron Los Folkloristas, un conjunto dedicado a la difusión del llamado canto nuevo latinoamericano.
“Estos artistas que conocían como los folcloristas como Mercedes Sosa o Atahualpa Yupanqui o Inti-Illimani o Daniel Viglietti, llegaron a mi casa, […] Víctor Jara vino en 1971 y se hospedó en mi casa, invitado por mi padre, y para mí fue un gran privilegio haberlo conocido”, dijo a la compositora a Guillermo Osorno en el tercer episodio de “En Corto”.
Gabriela estudió la preparatoria en el Colegio de Ciencias y Humanidades y la licenciatura en Composición en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Además, fue discípula de otro de los grandes compositores mexicanos, Mario Lavista, en el Taller de Composición del Conservatorio Nacional de Música. En 2019 ingresó a la Academia de Artes de México como miembro de número.
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La obra de Gabriela Ortiz es diversa pues no trataba de componer las cuestiones tan literales del folclor mexicano ni tampoco dentro de la vanguardia dictada por Europa. Su estilo puede conjuntar tanto a Dámaso Pérez Prado como a Ígor Stravinski. Su catálogo incluye piezas inspiradas por el futbol; o bien, puede escribir obras como “Luz de lava”, una sinfonía coral que realizó por encargo de la Universidad Nacional Autónoma de México para conmemorar el centenario de la institución.
Otro espacio donde también ha demostrado su talento es la ópera. En 2008 Gabriela estrenó “Únicamente la verdad”, una videópera que compuso en colaboración con su hermano Rubén Ortiz. Esta obra conocida como “La verdadera historia de Camelia la texana” reconstruye el mito de esta personaje a través de la información de revistas amarillistas como El alarma y el famoso corrido “Contrabando y traición” de Los Tigres del Norte.
Su destacada obra musical está logrando una de las metas que Gabriela se había plantado al inicio de su carrera: que la tradición musical occidental volteé hacia los músicos latinoamericanos, que se comience a valorar el trabajo de compositoras como ella.
Sergio Aguayo
Luego de las polémicas elecciones de 1988, donde el candidato oficialista Carlos Salinas de Gortari derrotó a Cuauhtémoc Cárdenas tras la famosa caída del sistema el día del conteo de votos, Sergio Aguayo junto a un grupo de trescientos observadores ciudadanos supervisaron las elecciones de San Luis Potosí en 1991. Esta acción fue un hito en el país para establecer una clara diferencia entre autoridades electorales y partidos políticos, logrando que las elecciones sean más transparentes.
Aguayo nació en un pequeño pueblo de Jalisco llamado La Rivera, en el municipio Ayotlán. Es licenciado en Relaciones Internacionales por El Colegio de México; la maestría y el doctorado los realizó en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque en la actualidad dirige once proyectos de investigación en el Colegio de México, su actividad no se centra únicamente en la academia: Sergio es autor de varios libros como La Charola: Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), La transición en México. Una historia documental 1910-2010 (2011) y De Tlatelolco a Ayotzinapa. Las violencias del Estado (2015). También ha escrito asiduamente en distintos periódicos del país y cada tanto aparece en programas de radio y televisión como invitado para hablar de diversos temas.
Como muchos otros periodistas, Sergio Aguayo ha sufrido censura. En enero de 2016 publicó el artículo “Hay que esperar” en el diario Reforma, donde señalaba presuntos actos de corrupción cometidos por el exgobernador de Coahuila Humberto Moreira. En esas fechas, el político priista había sido detenido en Madrid acusado del delito de organización criminal por autoridades estadounidenses; sin embargo, al poco tiempo fue liberado y demandó a Aguayo por daños a la moral. Tuvieron que pasar tres años para que el 31 de marzo de 2019 Sergio Aguayo fuera exonerado por “falta de pruebas”.
No fue la única vez que desafió al poder. Años antes ya lo había hecho y fue lo que llevó a Sergio Aguayo a convertirse en uno de los personajes claves para nuestra actual democracia. Todo comenzó cuando un profesor americano que daba clases en el Colegio de México lo invitó como observador electoral a Haití, como parte de una comitiva internacional presidida por Jimmy Carter. La experiencia lo motivó a plantear la iniciativa de los observadores electorales en México, al inicio de la década de los noventa.
“Me doy cuenta que sí, que el voto puede ser una parte muy importante de la transformación del país”, recuerda Sergio Aguayo.
Orlando Mondragón
“Le tomo la mano a mi enfermo
para saber que sigo vivo.
Ha muerto unos instantes
después de que mis manos
buscaran despertar su sangre”.
Con estos versos comienza Cuadernos de patología humana, el poemario de Orlando Mondragón que en 2021 obtuvo el Premio Loewe, uno de los galardones de poesía más importantes en nuestro idioma. Aún no rebasaba los treinta años cuando lo ganó.
Mondragón nació en Zirándaro, Guerrero, en 1993. Es hijo de un profesor de matemáticas y una maestra de primaria; dos figuras importantes en el pueblo, donde no hay más de tres mil habitantes. A los doce años se mudó a Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero. Fue en esa época cuando comenzó a leer poesía, la obra de Lope de Vega, Góngora y Sor Juana Inés de la Cruz. “Luego descubrí una poesía sonada, menos rimada”, confiesa Orlando durante el documental. Esa segunda influencia correspondió a tres autores mexicanos: Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y Salvador Novo.
En 2010 Mondragón se mudó a la Ciudad de México para estudiar medicina. “Cuando era muy pequeño descubrí que yo era distinto porque me gustaban los demás varones. Y ese sentimiento de desprotección me llevó o me inclinó a querer proteger a los demás”, explica sobre su elección profesional.
Tras siete años en la capital del país, publicó su poemario debut Epicedio del padre, con el que obtuvo el IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura. De este libro, Guillermo Osorno comentó que “es brutal la forma en que Orlando va describiendo la muerte de su padre por el avance del Alzheimer. Lo que el poeta gay le tiene que decir al papá que lo negó”.
Cuatro años después publicó Cuadernos de patología humana. “Un diario médico preciso y ordenado en el cual el poeta recorre una a una las distintas salas donde lo esperan la enfermedad y la muerte”, apuntó sobre el poemario, Margo Glantz, una de las juezas del Premio Loewe en 2021.
Orlando está terminando la especialidad de Psiquiatría. Le falta un año para titularse. “Pienso que la literatura es la historia de las emociones y los pensamientos; y la Psiquiatría estudia las anomalías de esos pensamientos y esas emociones”, dice Mondragón.
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