El nuevo virus social
Fake News, el virus que ha contaminado a todo el mundo.
El jueves 24 de enero del 2013 el periódico El País, de España, tenía como portada una foto de Hugo Chávez, expresidente venezolano, recibiendo tratamiento contra el cáncer en un hospital de Cuba con el título “El secreto de la enfermedad de Chávez”. Poco después de colgar la portada en internet, las redes sociales le informaron al periódico que esa foto que habían publicado no era de Chávez, sino que había salido de un video del 2018 de una operación a un paciente que nada tenía que ver con el mandatario.
El País dio una orden de retirada y fueron a remover de todo kiosco y punto de venta los ejemplares que quedaban. Al día siguiente el diario explicó lo sucedido. Javier Moreno, director de la publicación, reconoció: “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”.
Cuando Marc Amorós García, periodista catalán, vio lo sucedido no le quedó nada más que decir, “Ostia, si a un periódico que se supone que tiene todos los filtros le pasa esto, qué le puede pasar a los otros y qué nos puede pasar a los consumidores de información que no aplicamos estos filtros”.
Después de ese suceso Amorós se dispuso a hacer un análisis de las Fake News, centrándose en la paradoja de estar en la era de la información. “Vivimos en una época de inundación informativa, es decir, tenemos más información que nunca y tenemos una facilidad de acceso mayor que nunca, el problema qué pasa cuando hay una inundación: que lo más difícil es encontrar agua potable”.
El resultado de este estudio es el libro Fake News: la verdad de las noticias falsas, en el cual cuenta con sencillez los síntomas y características de esta enfermedad que aqueja a los medios de comunicación y redes sociales. Por supuesto, el virus y método de propagación somos nosotros, pero hay ciertas características, descritas por Amorós, que le dan a las noticias falsas el poder y fuerza que se necesitan para llegar lo lejos que llegan.
Para empezar, hay que entender que una noticia falsa existe por dos razones: por intereses económicos o por intereses ideológicos. En el libro Amorós cuenta que el creador de The National Reports, uno de los sitios más famosos de fake news –que copia el diseño del Huffington Post–, afirma que han llegado a ganar hasta diez mil dólares con una noticia falsa. “El objetivo de The National Report y de muchos otros más, no es otro que crear fake news y lograr que la gente les de click y las viralice”, escribe el periodista catalán.
En el caso de los intereses ideológicos se pueden encontrar muchos ejemplos en el mundo de la política. En el libro se cuenta que durante la campaña presidencial estadounidense de Clinton y Trump, circuló una noticia que decía que el papa Francisco apoyaba al candidato republicano. Esta noticia falsa fue la que tuvo el mayor número de interacciones en Facebook durante el ciclo electoral: cerca de un millón. “Las noticias falsas funcionan en tanto consiguen reforzar tu opinión. Te dan la razón y hacen que deje de importante tanto si es verdad o es mentira”, dice el autor para Gatopardo.
El ritmo que exige la tecnología al periodismo actual es una de las principales razones por las que las fake news tienen tanta presencia. Los medios necesitan clicks para que la publicidad pague los salarios de quienes trabajan ahí y para eso se necesita inmediatez. Amorós lo compara con la comida rápida («Periodismo McDonald’s», le dice): sacia necesidades instantáneas, da placer y es rápida. Para cumplir con eso las noticias falsas son lo mejor, pues lo que buscan es “impactar, provocar una emoción para que esta se imponga a la razón, anule la capacidad de reflexión e inmediatamente te tires a viralizarla y contribuyas a su objetivo”, cuenta Amorós.
La solución a este virus, propone el autor, es un voto de compromiso de parte de los periodistas, para empezar: “un compromiso con la verdad”. Otro punto importante sería que los gobiernos del mundo se comprometieran a no fabricar información falsa en función de sus intereses, “eso sería mucho más efectivo que intentar legislar un fenómeno que es peligroso porque atenta contra la libertad de expresión”.
En un mundo infectado de mentiras, la única solución es cuidar y defender la verdad.
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