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¿Cuál es el país con más especies de mariposas en el mundo?

¿Cuál es el país con más especies de mariposas en el mundo?

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
13
.
09
.
21
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

No sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas en este país pierdan sus hábitats.

Lo usual es que llegue antes de las nueve de la mañana. Intenta, aunque no siempre sucede, encontrar un sitio no muy lejos de Medellín —la ciudad donde vive —, que tenga vegetación, que sea tranquilo, quizás un camino rural por el que no pasen demasiados autos y con alguna fuente de agua. Entonces Juan Guillermo Jaramillo, un agrónomo jubilado de 65 años que durante cuarenta trabajó en una empresa que elabora alimento para animales y hoy es fotógrafo y aficionado a las mariposas, delimita una zona de unos doscientos metros y aplica en cada hoja, cada flor y cada tronco un spray que inventó él mismo y que consiste en un jugo a base de camarón. Luego espera y emprende un patrullaje de ida y vuelta. A veces es cuestión de segundos para que una mariposa aterrice atraída por el cebo, incluso aquellas de la elusiva familia Riodinidae, con alas marcadas como con oro y plata. Juan Guillermo se acerca, cauteloso, con su cámara fotográfica y, mientras la mariposa se alimenta, la retrata. Toma imágenes de referencia para los catálogos que por quince años ha publicado y se preocupa por registrar la belleza del insecto diminuto y leve. De una salida se lleva hasta quinientas fotos que van a engrosar un archivo propio de más de 220.000.

Mariposa Riodinidae. Por Juan Guillermo Jaramillo.

El pasado 21 de junio, Jaramillo publicó “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, un catálogo que se encuentra en su página web y arroja una primicia: “El conteo inicial que presentamos de 3.642 especies ratifica a Colombia oficialmente como el país con más especies de mariposas en el mundo”. Los coautores son la estadounidense Kim Garwood, experta en mariposas del neotrópico, la región biogeográfica que abarca parte de Suramérica y Centroamérica; la colombiana Blanca Huertas, doctora en Entomología y Sistemática y curadora de la colección de mariposas del Museo de Historia Natural de Londres; y el biólogo colombiano Indiana Cristóbal Ríos-Málaver, investigador asociado al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia.

Hace quince años, Juan Guillermo, que al otro lado del teléfono habla con un acento típicamente paisa —de la región de Colombia cuya capital es Medellín— no se había jubilado y era aficionado a la observación de aves. Aún hoy es miembro de la Sociedad Antioqueña de Ornitología de la que fue presidente. “Durante mucho tiempo fui observador y organicé una base de datos de aves en Colombia [la primera de su tipo en el país]”, comenta. “Cuando llegó la fotografía digital compré una cámara para tomar fotos de aves, pero era difícil, así que empecé a fotografiar mariposas, que es mucho más fácil. Busqué libros de referencia, como las guías de aves, pero en Colombia prácticamente no había ninguna guía visual de mariposas”.

Mariposa pasibula. Por Juan Guillermo Jaramillo.

Como escribe el médico veterinario Julián Salazar, curador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Caldas en su artículo “Notas biográficas a una historia de la lepidopterología en Colombia durante el siglo XX”: “La lepidopterología es una ciencia novísima […]. Su propósito primordial es el estudio de las mariposas en todos sus tópicos. A pesar de que cuenta con numerosos profesionales y amateurs en Estados Unidos y en Europa, entre nosotros tiene muy pocos adeptos. Lo anterior no deja de ser paradójico en un país tan diverso en flora y fauna como es el nuestro”.

Sin embargo, en su texto Salazar menciona a un puñado de naturalistas que sentaron las bases para la investigación de las mariposas en Colombia. También en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, hay un repaso de esos pioneros: de los hallazgos de la Expedición Botánica, el inventario de la naturaleza neogranadina liderado a partir de 1783 por José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas; a las expediciones de Humboldt y Bonpland; al trabajo de Apolinar María, el padre de la lepidopterología en Colombia, que hasta la década del cuarenta tuvo una enorme colección que terminó destruyéndose en el levantamiento popular de 1948, tras el asesinato del líder del Partido Liberal y candidato a la Presidencia, Jorge Eliécer Gaitán; a Mariposas de Colombia, un monumental proyecto de varios volúmenes aún en marcha a cargo del ingeniero franco colombiano Jean François Lecrom, poseedor de la colección de mariposas más grande del país.

Aun así, ante la falta de una cifra concreta y soportada por un listado para buscar los nombres de las mariposas que fotografiaba, Juan Guillermo tuvo una idea. “Tomé la base de datos de aves y la transformé en una de mariposas con la que elaboré un primer catálogo con nombre y foto para identificarlas. Pero lo hice sólo para mí. Entonces conocí a Kim Garwood a través de su página web y le envié mis fotos para que me ayudara con la identificación. Un día le dije: ‘¿por qué no viene a Colombia?’. Ella vino y viajamos a Carmen de Atrato [un municipio del departamento de Chocó al noroeste del país], le mostré la base de datos que había hecho y quedamos en seguir trabajando. Ahí empezó una amistad que lleva quince años y un grupo de trabajo que nos ha permitido mostrar la mariposas al mundo”.

Juan Guillermo Jaramillo.

Los lepidópteros —que son diurnos como las mariposas o nocturnos como las polillas—reciben su nombre del griego “lepis”, escama y “pteron”, ala, y constituyen el segundo orden de insectos con más especies en el planeta —165.000 clasificadas en 127 familias— tras el orden Coleóptera de los escarabajos. De los lepidópteros es ampliamente conocida su metamorfosis, un ciclo que varía en duración dependiendo de distintos factores, luego de que la hembra deposita un huevo en una planta. Del huevo emerge una larva que se alimenta de la planta para aumentar su masa corporal, pero llega un momento en el que la larva no puede crecer más y entonces inicia su muda. Primero entra en un estado de actividad metabólica reducida llamado pupa o crisálida. En ese capullo ocurren cambios morfológicos: el cuerpo de la larva se licúa y desarrolla nuevas estructuras —por ejemplo, las alas— hasta que rompe su capullo y surge, finalmente, un adulto. Una hembra llega a poner cientos de huevos en una sola planta y las larvas que de allí salen son capaces de devorar un cultivo entero, de manera que en ocasiones son vistas como una plaga. Pero, tanto las larvas como los adultos cumplen una función vital en un ecosistema: al ser extraordinarios consumidores de plantas y, a la vez, una comida apetecida por pájaros, murciélagos, moscas y avispas, transforman la materia vegetal que ingieren en alimento para otros animales. Son un puente entre dos mundos.

“Las mariposas están asociadas a las plantas”, dice Jaramillo. “Una mariposa pone los huevitos en los limones y los naranjos, otra los pone en las palmas, otra en el pasto. Cuando la larva nace come naranjo, pasto o palma. No se intercambian, o sea, la que come naranjo no come pasto ni palma. Eso explica por qué hay variedad en Colombia y es que, al existir tantos pisos térmicos, tenemos muchísimas plantas, cada una con su mariposa o polilla. Sitios como la Sierra Nevada de Santa Marta [al norte del país] que va del nivel del mar a los 5000 metros, o como el Putumayo [al sur] con zonas bajas casi amazónicas y zonas altas en la cordillera, van a tener muchas especies asociadas. El sitio al que nosotros más hemos ido se llama Parque Nacional Natural Tatamá. Queda en Risaralda [centro] y es un bosque que sube de mil a 2600 metros. Allá tenemos unas 750 especies registradas”.

Él y Garwood son autores de seis catálogos que corresponden a seis familias de mariposas diurnas en Colombia: Hesperiidae, Papilionidae, Pieridae, Riodinidae, Lycaenidae y Nymphalidae. Y han publicado varios de lugares específicos en Antioquia, de donde Jaramillo es oriundo: Reserva La Romera en Sabaneta, Cañón del Río Claro en San Luis, Paso Nivel en Amagá, Humedal La Bramadora en Sopetrán. Y otros más de los departamentos de Boyacá, Caldas, Chocó, Cundinamarca, Magdalena, Risaralda y Vaupés.

“Colombia cuenta con una ventaja geográfica porque estamos en Suramérica, pero cerca de Centroamérica, entonces las mariposas de Panamá pueden estar aquí, pero no en Ecuador, Venezuela o Perú. Y al revés, nosotros llevamos todas las mariposas de Suramérica hacia arriba”, dice Juan Guillermo y agrega que, por esa misma disposición geográfica, hay alrededor de 200 especies propias en el territorio nacional.

Mariposa Caria Taparo. Por: Juan Guillermo Jaramillo.

Jaramillo y Garwood —con la colaboración constante de otros científicos y aficionados— continuaron trabajando en los catálogos que, a su vez, les servían para nutrir un listado total. Cuando llegó la pandemia aprovecharon para pulir ese catálogo definitivo y sumaron al equipo al biólogo Ríos-Málaver y a la doctora Huertas.

“Blanca Huertas es una persona muy importante en el mundo de las mariposas. Trabaja hace mucho en el Museo de Historia Natural de Londres con una colección que no es la más grande, pero sí la más importante. Allá encuentras mariposas colectadas por Darwin. Blanca es la responsable de manejar más de cinco millones de ejemplares. Ella me había contactado porque necesitaba unas fotos para unos afiches y seguimos en conversación. Un día me dijo: ‘¿ustedes por qué no hacen el catálogo de mariposas de Colombia que está pendiente?’. Yo le respondí: ‘Espérese le envío algo por si quiere ayudarnos’ y le pasé la carátula que tenía diseñada. Así comenzamos a trabajar los cuatro. Blanca aportó muchísimo, en calidad, con respaldo de su nombre y del museo y en difusión. Ella fue la que dijo: ‘Por el momento y hasta que otro país no demuestre lo contrario, Colombia es el que más mariposas tiene’”.

Sin embargo, como se advierte en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, no sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas pierdan sus hábitats. A eso mismo apunta Juan Guillermo que dice que, desde la publicación del listado en junio, han sumado nueve especies más:

“En Colombia, donde hay mariposas hay deforestación. Es una tristeza. Yo he ido a sitios en los que en un cuadrito de tierra con un bosquecito habitan 200 especies. Si se tumba ese bosque todas desaparecen. La deforestación es más crítica en sitios aislados como un páramo o la Sierra Nevada y hay lugares plagados de coca donde con seguridad existen especies nuevas, pero allá no se mete nadie, ni los científicos ni nosotros los aficionados. Son zonas vedadas y van a seguir así por mucho tiempo. Si los cultivos de coca o la minería ilegal acaban con la tierra, van a desaparecer especies que ni siquiera sabíamos que existían”. Por eso agrega: “Yo tengo una frase: solamente podemos proteger y conservar lo que conocemos. Entonces esta labor de difusión es para hacer que la gente conozca”.

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No sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas en este país pierdan sus hábitats.

Lo usual es que llegue antes de las nueve de la mañana. Intenta, aunque no siempre sucede, encontrar un sitio no muy lejos de Medellín —la ciudad donde vive —, que tenga vegetación, que sea tranquilo, quizás un camino rural por el que no pasen demasiados autos y con alguna fuente de agua. Entonces Juan Guillermo Jaramillo, un agrónomo jubilado de 65 años que durante cuarenta trabajó en una empresa que elabora alimento para animales y hoy es fotógrafo y aficionado a las mariposas, delimita una zona de unos doscientos metros y aplica en cada hoja, cada flor y cada tronco un spray que inventó él mismo y que consiste en un jugo a base de camarón. Luego espera y emprende un patrullaje de ida y vuelta. A veces es cuestión de segundos para que una mariposa aterrice atraída por el cebo, incluso aquellas de la elusiva familia Riodinidae, con alas marcadas como con oro y plata. Juan Guillermo se acerca, cauteloso, con su cámara fotográfica y, mientras la mariposa se alimenta, la retrata. Toma imágenes de referencia para los catálogos que por quince años ha publicado y se preocupa por registrar la belleza del insecto diminuto y leve. De una salida se lleva hasta quinientas fotos que van a engrosar un archivo propio de más de 220.000.

Mariposa Riodinidae. Por Juan Guillermo Jaramillo.

El pasado 21 de junio, Jaramillo publicó “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, un catálogo que se encuentra en su página web y arroja una primicia: “El conteo inicial que presentamos de 3.642 especies ratifica a Colombia oficialmente como el país con más especies de mariposas en el mundo”. Los coautores son la estadounidense Kim Garwood, experta en mariposas del neotrópico, la región biogeográfica que abarca parte de Suramérica y Centroamérica; la colombiana Blanca Huertas, doctora en Entomología y Sistemática y curadora de la colección de mariposas del Museo de Historia Natural de Londres; y el biólogo colombiano Indiana Cristóbal Ríos-Málaver, investigador asociado al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia.

Hace quince años, Juan Guillermo, que al otro lado del teléfono habla con un acento típicamente paisa —de la región de Colombia cuya capital es Medellín— no se había jubilado y era aficionado a la observación de aves. Aún hoy es miembro de la Sociedad Antioqueña de Ornitología de la que fue presidente. “Durante mucho tiempo fui observador y organicé una base de datos de aves en Colombia [la primera de su tipo en el país]”, comenta. “Cuando llegó la fotografía digital compré una cámara para tomar fotos de aves, pero era difícil, así que empecé a fotografiar mariposas, que es mucho más fácil. Busqué libros de referencia, como las guías de aves, pero en Colombia prácticamente no había ninguna guía visual de mariposas”.

Mariposa pasibula. Por Juan Guillermo Jaramillo.

Como escribe el médico veterinario Julián Salazar, curador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Caldas en su artículo “Notas biográficas a una historia de la lepidopterología en Colombia durante el siglo XX”: “La lepidopterología es una ciencia novísima […]. Su propósito primordial es el estudio de las mariposas en todos sus tópicos. A pesar de que cuenta con numerosos profesionales y amateurs en Estados Unidos y en Europa, entre nosotros tiene muy pocos adeptos. Lo anterior no deja de ser paradójico en un país tan diverso en flora y fauna como es el nuestro”.

Sin embargo, en su texto Salazar menciona a un puñado de naturalistas que sentaron las bases para la investigación de las mariposas en Colombia. También en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, hay un repaso de esos pioneros: de los hallazgos de la Expedición Botánica, el inventario de la naturaleza neogranadina liderado a partir de 1783 por José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas; a las expediciones de Humboldt y Bonpland; al trabajo de Apolinar María, el padre de la lepidopterología en Colombia, que hasta la década del cuarenta tuvo una enorme colección que terminó destruyéndose en el levantamiento popular de 1948, tras el asesinato del líder del Partido Liberal y candidato a la Presidencia, Jorge Eliécer Gaitán; a Mariposas de Colombia, un monumental proyecto de varios volúmenes aún en marcha a cargo del ingeniero franco colombiano Jean François Lecrom, poseedor de la colección de mariposas más grande del país.

Aun así, ante la falta de una cifra concreta y soportada por un listado para buscar los nombres de las mariposas que fotografiaba, Juan Guillermo tuvo una idea. “Tomé la base de datos de aves y la transformé en una de mariposas con la que elaboré un primer catálogo con nombre y foto para identificarlas. Pero lo hice sólo para mí. Entonces conocí a Kim Garwood a través de su página web y le envié mis fotos para que me ayudara con la identificación. Un día le dije: ‘¿por qué no viene a Colombia?’. Ella vino y viajamos a Carmen de Atrato [un municipio del departamento de Chocó al noroeste del país], le mostré la base de datos que había hecho y quedamos en seguir trabajando. Ahí empezó una amistad que lleva quince años y un grupo de trabajo que nos ha permitido mostrar la mariposas al mundo”.

Juan Guillermo Jaramillo.

Los lepidópteros —que son diurnos como las mariposas o nocturnos como las polillas—reciben su nombre del griego “lepis”, escama y “pteron”, ala, y constituyen el segundo orden de insectos con más especies en el planeta —165.000 clasificadas en 127 familias— tras el orden Coleóptera de los escarabajos. De los lepidópteros es ampliamente conocida su metamorfosis, un ciclo que varía en duración dependiendo de distintos factores, luego de que la hembra deposita un huevo en una planta. Del huevo emerge una larva que se alimenta de la planta para aumentar su masa corporal, pero llega un momento en el que la larva no puede crecer más y entonces inicia su muda. Primero entra en un estado de actividad metabólica reducida llamado pupa o crisálida. En ese capullo ocurren cambios morfológicos: el cuerpo de la larva se licúa y desarrolla nuevas estructuras —por ejemplo, las alas— hasta que rompe su capullo y surge, finalmente, un adulto. Una hembra llega a poner cientos de huevos en una sola planta y las larvas que de allí salen son capaces de devorar un cultivo entero, de manera que en ocasiones son vistas como una plaga. Pero, tanto las larvas como los adultos cumplen una función vital en un ecosistema: al ser extraordinarios consumidores de plantas y, a la vez, una comida apetecida por pájaros, murciélagos, moscas y avispas, transforman la materia vegetal que ingieren en alimento para otros animales. Son un puente entre dos mundos.

“Las mariposas están asociadas a las plantas”, dice Jaramillo. “Una mariposa pone los huevitos en los limones y los naranjos, otra los pone en las palmas, otra en el pasto. Cuando la larva nace come naranjo, pasto o palma. No se intercambian, o sea, la que come naranjo no come pasto ni palma. Eso explica por qué hay variedad en Colombia y es que, al existir tantos pisos térmicos, tenemos muchísimas plantas, cada una con su mariposa o polilla. Sitios como la Sierra Nevada de Santa Marta [al norte del país] que va del nivel del mar a los 5000 metros, o como el Putumayo [al sur] con zonas bajas casi amazónicas y zonas altas en la cordillera, van a tener muchas especies asociadas. El sitio al que nosotros más hemos ido se llama Parque Nacional Natural Tatamá. Queda en Risaralda [centro] y es un bosque que sube de mil a 2600 metros. Allá tenemos unas 750 especies registradas”.

Él y Garwood son autores de seis catálogos que corresponden a seis familias de mariposas diurnas en Colombia: Hesperiidae, Papilionidae, Pieridae, Riodinidae, Lycaenidae y Nymphalidae. Y han publicado varios de lugares específicos en Antioquia, de donde Jaramillo es oriundo: Reserva La Romera en Sabaneta, Cañón del Río Claro en San Luis, Paso Nivel en Amagá, Humedal La Bramadora en Sopetrán. Y otros más de los departamentos de Boyacá, Caldas, Chocó, Cundinamarca, Magdalena, Risaralda y Vaupés.

“Colombia cuenta con una ventaja geográfica porque estamos en Suramérica, pero cerca de Centroamérica, entonces las mariposas de Panamá pueden estar aquí, pero no en Ecuador, Venezuela o Perú. Y al revés, nosotros llevamos todas las mariposas de Suramérica hacia arriba”, dice Juan Guillermo y agrega que, por esa misma disposición geográfica, hay alrededor de 200 especies propias en el territorio nacional.

Mariposa Caria Taparo. Por: Juan Guillermo Jaramillo.

Jaramillo y Garwood —con la colaboración constante de otros científicos y aficionados— continuaron trabajando en los catálogos que, a su vez, les servían para nutrir un listado total. Cuando llegó la pandemia aprovecharon para pulir ese catálogo definitivo y sumaron al equipo al biólogo Ríos-Málaver y a la doctora Huertas.

“Blanca Huertas es una persona muy importante en el mundo de las mariposas. Trabaja hace mucho en el Museo de Historia Natural de Londres con una colección que no es la más grande, pero sí la más importante. Allá encuentras mariposas colectadas por Darwin. Blanca es la responsable de manejar más de cinco millones de ejemplares. Ella me había contactado porque necesitaba unas fotos para unos afiches y seguimos en conversación. Un día me dijo: ‘¿ustedes por qué no hacen el catálogo de mariposas de Colombia que está pendiente?’. Yo le respondí: ‘Espérese le envío algo por si quiere ayudarnos’ y le pasé la carátula que tenía diseñada. Así comenzamos a trabajar los cuatro. Blanca aportó muchísimo, en calidad, con respaldo de su nombre y del museo y en difusión. Ella fue la que dijo: ‘Por el momento y hasta que otro país no demuestre lo contrario, Colombia es el que más mariposas tiene’”.

Sin embargo, como se advierte en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, no sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas pierdan sus hábitats. A eso mismo apunta Juan Guillermo que dice que, desde la publicación del listado en junio, han sumado nueve especies más:

“En Colombia, donde hay mariposas hay deforestación. Es una tristeza. Yo he ido a sitios en los que en un cuadrito de tierra con un bosquecito habitan 200 especies. Si se tumba ese bosque todas desaparecen. La deforestación es más crítica en sitios aislados como un páramo o la Sierra Nevada y hay lugares plagados de coca donde con seguridad existen especies nuevas, pero allá no se mete nadie, ni los científicos ni nosotros los aficionados. Son zonas vedadas y van a seguir así por mucho tiempo. Si los cultivos de coca o la minería ilegal acaban con la tierra, van a desaparecer especies que ni siquiera sabíamos que existían”. Por eso agrega: “Yo tengo una frase: solamente podemos proteger y conservar lo que conocemos. Entonces esta labor de difusión es para hacer que la gente conozca”.

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No sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas en este país pierdan sus hábitats.

Lo usual es que llegue antes de las nueve de la mañana. Intenta, aunque no siempre sucede, encontrar un sitio no muy lejos de Medellín —la ciudad donde vive —, que tenga vegetación, que sea tranquilo, quizás un camino rural por el que no pasen demasiados autos y con alguna fuente de agua. Entonces Juan Guillermo Jaramillo, un agrónomo jubilado de 65 años que durante cuarenta trabajó en una empresa que elabora alimento para animales y hoy es fotógrafo y aficionado a las mariposas, delimita una zona de unos doscientos metros y aplica en cada hoja, cada flor y cada tronco un spray que inventó él mismo y que consiste en un jugo a base de camarón. Luego espera y emprende un patrullaje de ida y vuelta. A veces es cuestión de segundos para que una mariposa aterrice atraída por el cebo, incluso aquellas de la elusiva familia Riodinidae, con alas marcadas como con oro y plata. Juan Guillermo se acerca, cauteloso, con su cámara fotográfica y, mientras la mariposa se alimenta, la retrata. Toma imágenes de referencia para los catálogos que por quince años ha publicado y se preocupa por registrar la belleza del insecto diminuto y leve. De una salida se lleva hasta quinientas fotos que van a engrosar un archivo propio de más de 220.000.

Mariposa Riodinidae. Por Juan Guillermo Jaramillo.

El pasado 21 de junio, Jaramillo publicó “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, un catálogo que se encuentra en su página web y arroja una primicia: “El conteo inicial que presentamos de 3.642 especies ratifica a Colombia oficialmente como el país con más especies de mariposas en el mundo”. Los coautores son la estadounidense Kim Garwood, experta en mariposas del neotrópico, la región biogeográfica que abarca parte de Suramérica y Centroamérica; la colombiana Blanca Huertas, doctora en Entomología y Sistemática y curadora de la colección de mariposas del Museo de Historia Natural de Londres; y el biólogo colombiano Indiana Cristóbal Ríos-Málaver, investigador asociado al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia.

Hace quince años, Juan Guillermo, que al otro lado del teléfono habla con un acento típicamente paisa —de la región de Colombia cuya capital es Medellín— no se había jubilado y era aficionado a la observación de aves. Aún hoy es miembro de la Sociedad Antioqueña de Ornitología de la que fue presidente. “Durante mucho tiempo fui observador y organicé una base de datos de aves en Colombia [la primera de su tipo en el país]”, comenta. “Cuando llegó la fotografía digital compré una cámara para tomar fotos de aves, pero era difícil, así que empecé a fotografiar mariposas, que es mucho más fácil. Busqué libros de referencia, como las guías de aves, pero en Colombia prácticamente no había ninguna guía visual de mariposas”.

Mariposa pasibula. Por Juan Guillermo Jaramillo.

Como escribe el médico veterinario Julián Salazar, curador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Caldas en su artículo “Notas biográficas a una historia de la lepidopterología en Colombia durante el siglo XX”: “La lepidopterología es una ciencia novísima […]. Su propósito primordial es el estudio de las mariposas en todos sus tópicos. A pesar de que cuenta con numerosos profesionales y amateurs en Estados Unidos y en Europa, entre nosotros tiene muy pocos adeptos. Lo anterior no deja de ser paradójico en un país tan diverso en flora y fauna como es el nuestro”.

Sin embargo, en su texto Salazar menciona a un puñado de naturalistas que sentaron las bases para la investigación de las mariposas en Colombia. También en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, hay un repaso de esos pioneros: de los hallazgos de la Expedición Botánica, el inventario de la naturaleza neogranadina liderado a partir de 1783 por José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas; a las expediciones de Humboldt y Bonpland; al trabajo de Apolinar María, el padre de la lepidopterología en Colombia, que hasta la década del cuarenta tuvo una enorme colección que terminó destruyéndose en el levantamiento popular de 1948, tras el asesinato del líder del Partido Liberal y candidato a la Presidencia, Jorge Eliécer Gaitán; a Mariposas de Colombia, un monumental proyecto de varios volúmenes aún en marcha a cargo del ingeniero franco colombiano Jean François Lecrom, poseedor de la colección de mariposas más grande del país.

Aun así, ante la falta de una cifra concreta y soportada por un listado para buscar los nombres de las mariposas que fotografiaba, Juan Guillermo tuvo una idea. “Tomé la base de datos de aves y la transformé en una de mariposas con la que elaboré un primer catálogo con nombre y foto para identificarlas. Pero lo hice sólo para mí. Entonces conocí a Kim Garwood a través de su página web y le envié mis fotos para que me ayudara con la identificación. Un día le dije: ‘¿por qué no viene a Colombia?’. Ella vino y viajamos a Carmen de Atrato [un municipio del departamento de Chocó al noroeste del país], le mostré la base de datos que había hecho y quedamos en seguir trabajando. Ahí empezó una amistad que lleva quince años y un grupo de trabajo que nos ha permitido mostrar la mariposas al mundo”.

Juan Guillermo Jaramillo.

Los lepidópteros —que son diurnos como las mariposas o nocturnos como las polillas—reciben su nombre del griego “lepis”, escama y “pteron”, ala, y constituyen el segundo orden de insectos con más especies en el planeta —165.000 clasificadas en 127 familias— tras el orden Coleóptera de los escarabajos. De los lepidópteros es ampliamente conocida su metamorfosis, un ciclo que varía en duración dependiendo de distintos factores, luego de que la hembra deposita un huevo en una planta. Del huevo emerge una larva que se alimenta de la planta para aumentar su masa corporal, pero llega un momento en el que la larva no puede crecer más y entonces inicia su muda. Primero entra en un estado de actividad metabólica reducida llamado pupa o crisálida. En ese capullo ocurren cambios morfológicos: el cuerpo de la larva se licúa y desarrolla nuevas estructuras —por ejemplo, las alas— hasta que rompe su capullo y surge, finalmente, un adulto. Una hembra llega a poner cientos de huevos en una sola planta y las larvas que de allí salen son capaces de devorar un cultivo entero, de manera que en ocasiones son vistas como una plaga. Pero, tanto las larvas como los adultos cumplen una función vital en un ecosistema: al ser extraordinarios consumidores de plantas y, a la vez, una comida apetecida por pájaros, murciélagos, moscas y avispas, transforman la materia vegetal que ingieren en alimento para otros animales. Son un puente entre dos mundos.

“Las mariposas están asociadas a las plantas”, dice Jaramillo. “Una mariposa pone los huevitos en los limones y los naranjos, otra los pone en las palmas, otra en el pasto. Cuando la larva nace come naranjo, pasto o palma. No se intercambian, o sea, la que come naranjo no come pasto ni palma. Eso explica por qué hay variedad en Colombia y es que, al existir tantos pisos térmicos, tenemos muchísimas plantas, cada una con su mariposa o polilla. Sitios como la Sierra Nevada de Santa Marta [al norte del país] que va del nivel del mar a los 5000 metros, o como el Putumayo [al sur] con zonas bajas casi amazónicas y zonas altas en la cordillera, van a tener muchas especies asociadas. El sitio al que nosotros más hemos ido se llama Parque Nacional Natural Tatamá. Queda en Risaralda [centro] y es un bosque que sube de mil a 2600 metros. Allá tenemos unas 750 especies registradas”.

Él y Garwood son autores de seis catálogos que corresponden a seis familias de mariposas diurnas en Colombia: Hesperiidae, Papilionidae, Pieridae, Riodinidae, Lycaenidae y Nymphalidae. Y han publicado varios de lugares específicos en Antioquia, de donde Jaramillo es oriundo: Reserva La Romera en Sabaneta, Cañón del Río Claro en San Luis, Paso Nivel en Amagá, Humedal La Bramadora en Sopetrán. Y otros más de los departamentos de Boyacá, Caldas, Chocó, Cundinamarca, Magdalena, Risaralda y Vaupés.

“Colombia cuenta con una ventaja geográfica porque estamos en Suramérica, pero cerca de Centroamérica, entonces las mariposas de Panamá pueden estar aquí, pero no en Ecuador, Venezuela o Perú. Y al revés, nosotros llevamos todas las mariposas de Suramérica hacia arriba”, dice Juan Guillermo y agrega que, por esa misma disposición geográfica, hay alrededor de 200 especies propias en el territorio nacional.

Mariposa Caria Taparo. Por: Juan Guillermo Jaramillo.

Jaramillo y Garwood —con la colaboración constante de otros científicos y aficionados— continuaron trabajando en los catálogos que, a su vez, les servían para nutrir un listado total. Cuando llegó la pandemia aprovecharon para pulir ese catálogo definitivo y sumaron al equipo al biólogo Ríos-Málaver y a la doctora Huertas.

“Blanca Huertas es una persona muy importante en el mundo de las mariposas. Trabaja hace mucho en el Museo de Historia Natural de Londres con una colección que no es la más grande, pero sí la más importante. Allá encuentras mariposas colectadas por Darwin. Blanca es la responsable de manejar más de cinco millones de ejemplares. Ella me había contactado porque necesitaba unas fotos para unos afiches y seguimos en conversación. Un día me dijo: ‘¿ustedes por qué no hacen el catálogo de mariposas de Colombia que está pendiente?’. Yo le respondí: ‘Espérese le envío algo por si quiere ayudarnos’ y le pasé la carátula que tenía diseñada. Así comenzamos a trabajar los cuatro. Blanca aportó muchísimo, en calidad, con respaldo de su nombre y del museo y en difusión. Ella fue la que dijo: ‘Por el momento y hasta que otro país no demuestre lo contrario, Colombia es el que más mariposas tiene’”.

Sin embargo, como se advierte en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, no sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas pierdan sus hábitats. A eso mismo apunta Juan Guillermo que dice que, desde la publicación del listado en junio, han sumado nueve especies más:

“En Colombia, donde hay mariposas hay deforestación. Es una tristeza. Yo he ido a sitios en los que en un cuadrito de tierra con un bosquecito habitan 200 especies. Si se tumba ese bosque todas desaparecen. La deforestación es más crítica en sitios aislados como un páramo o la Sierra Nevada y hay lugares plagados de coca donde con seguridad existen especies nuevas, pero allá no se mete nadie, ni los científicos ni nosotros los aficionados. Son zonas vedadas y van a seguir así por mucho tiempo. Si los cultivos de coca o la minería ilegal acaban con la tierra, van a desaparecer especies que ni siquiera sabíamos que existían”. Por eso agrega: “Yo tengo una frase: solamente podemos proteger y conservar lo que conocemos. Entonces esta labor de difusión es para hacer que la gente conozca”.

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No sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas en este país pierdan sus hábitats.

Lo usual es que llegue antes de las nueve de la mañana. Intenta, aunque no siempre sucede, encontrar un sitio no muy lejos de Medellín —la ciudad donde vive —, que tenga vegetación, que sea tranquilo, quizás un camino rural por el que no pasen demasiados autos y con alguna fuente de agua. Entonces Juan Guillermo Jaramillo, un agrónomo jubilado de 65 años que durante cuarenta trabajó en una empresa que elabora alimento para animales y hoy es fotógrafo y aficionado a las mariposas, delimita una zona de unos doscientos metros y aplica en cada hoja, cada flor y cada tronco un spray que inventó él mismo y que consiste en un jugo a base de camarón. Luego espera y emprende un patrullaje de ida y vuelta. A veces es cuestión de segundos para que una mariposa aterrice atraída por el cebo, incluso aquellas de la elusiva familia Riodinidae, con alas marcadas como con oro y plata. Juan Guillermo se acerca, cauteloso, con su cámara fotográfica y, mientras la mariposa se alimenta, la retrata. Toma imágenes de referencia para los catálogos que por quince años ha publicado y se preocupa por registrar la belleza del insecto diminuto y leve. De una salida se lleva hasta quinientas fotos que van a engrosar un archivo propio de más de 220.000.

Mariposa Riodinidae. Por Juan Guillermo Jaramillo.

El pasado 21 de junio, Jaramillo publicó “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, un catálogo que se encuentra en su página web y arroja una primicia: “El conteo inicial que presentamos de 3.642 especies ratifica a Colombia oficialmente como el país con más especies de mariposas en el mundo”. Los coautores son la estadounidense Kim Garwood, experta en mariposas del neotrópico, la región biogeográfica que abarca parte de Suramérica y Centroamérica; la colombiana Blanca Huertas, doctora en Entomología y Sistemática y curadora de la colección de mariposas del Museo de Historia Natural de Londres; y el biólogo colombiano Indiana Cristóbal Ríos-Málaver, investigador asociado al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia.

Hace quince años, Juan Guillermo, que al otro lado del teléfono habla con un acento típicamente paisa —de la región de Colombia cuya capital es Medellín— no se había jubilado y era aficionado a la observación de aves. Aún hoy es miembro de la Sociedad Antioqueña de Ornitología de la que fue presidente. “Durante mucho tiempo fui observador y organicé una base de datos de aves en Colombia [la primera de su tipo en el país]”, comenta. “Cuando llegó la fotografía digital compré una cámara para tomar fotos de aves, pero era difícil, así que empecé a fotografiar mariposas, que es mucho más fácil. Busqué libros de referencia, como las guías de aves, pero en Colombia prácticamente no había ninguna guía visual de mariposas”.

Mariposa pasibula. Por Juan Guillermo Jaramillo.

Como escribe el médico veterinario Julián Salazar, curador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Caldas en su artículo “Notas biográficas a una historia de la lepidopterología en Colombia durante el siglo XX”: “La lepidopterología es una ciencia novísima […]. Su propósito primordial es el estudio de las mariposas en todos sus tópicos. A pesar de que cuenta con numerosos profesionales y amateurs en Estados Unidos y en Europa, entre nosotros tiene muy pocos adeptos. Lo anterior no deja de ser paradójico en un país tan diverso en flora y fauna como es el nuestro”.

Sin embargo, en su texto Salazar menciona a un puñado de naturalistas que sentaron las bases para la investigación de las mariposas en Colombia. También en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, hay un repaso de esos pioneros: de los hallazgos de la Expedición Botánica, el inventario de la naturaleza neogranadina liderado a partir de 1783 por José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas; a las expediciones de Humboldt y Bonpland; al trabajo de Apolinar María, el padre de la lepidopterología en Colombia, que hasta la década del cuarenta tuvo una enorme colección que terminó destruyéndose en el levantamiento popular de 1948, tras el asesinato del líder del Partido Liberal y candidato a la Presidencia, Jorge Eliécer Gaitán; a Mariposas de Colombia, un monumental proyecto de varios volúmenes aún en marcha a cargo del ingeniero franco colombiano Jean François Lecrom, poseedor de la colección de mariposas más grande del país.

Aun así, ante la falta de una cifra concreta y soportada por un listado para buscar los nombres de las mariposas que fotografiaba, Juan Guillermo tuvo una idea. “Tomé la base de datos de aves y la transformé en una de mariposas con la que elaboré un primer catálogo con nombre y foto para identificarlas. Pero lo hice sólo para mí. Entonces conocí a Kim Garwood a través de su página web y le envié mis fotos para que me ayudara con la identificación. Un día le dije: ‘¿por qué no viene a Colombia?’. Ella vino y viajamos a Carmen de Atrato [un municipio del departamento de Chocó al noroeste del país], le mostré la base de datos que había hecho y quedamos en seguir trabajando. Ahí empezó una amistad que lleva quince años y un grupo de trabajo que nos ha permitido mostrar la mariposas al mundo”.

Juan Guillermo Jaramillo.

Los lepidópteros —que son diurnos como las mariposas o nocturnos como las polillas—reciben su nombre del griego “lepis”, escama y “pteron”, ala, y constituyen el segundo orden de insectos con más especies en el planeta —165.000 clasificadas en 127 familias— tras el orden Coleóptera de los escarabajos. De los lepidópteros es ampliamente conocida su metamorfosis, un ciclo que varía en duración dependiendo de distintos factores, luego de que la hembra deposita un huevo en una planta. Del huevo emerge una larva que se alimenta de la planta para aumentar su masa corporal, pero llega un momento en el que la larva no puede crecer más y entonces inicia su muda. Primero entra en un estado de actividad metabólica reducida llamado pupa o crisálida. En ese capullo ocurren cambios morfológicos: el cuerpo de la larva se licúa y desarrolla nuevas estructuras —por ejemplo, las alas— hasta que rompe su capullo y surge, finalmente, un adulto. Una hembra llega a poner cientos de huevos en una sola planta y las larvas que de allí salen son capaces de devorar un cultivo entero, de manera que en ocasiones son vistas como una plaga. Pero, tanto las larvas como los adultos cumplen una función vital en un ecosistema: al ser extraordinarios consumidores de plantas y, a la vez, una comida apetecida por pájaros, murciélagos, moscas y avispas, transforman la materia vegetal que ingieren en alimento para otros animales. Son un puente entre dos mundos.

“Las mariposas están asociadas a las plantas”, dice Jaramillo. “Una mariposa pone los huevitos en los limones y los naranjos, otra los pone en las palmas, otra en el pasto. Cuando la larva nace come naranjo, pasto o palma. No se intercambian, o sea, la que come naranjo no come pasto ni palma. Eso explica por qué hay variedad en Colombia y es que, al existir tantos pisos térmicos, tenemos muchísimas plantas, cada una con su mariposa o polilla. Sitios como la Sierra Nevada de Santa Marta [al norte del país] que va del nivel del mar a los 5000 metros, o como el Putumayo [al sur] con zonas bajas casi amazónicas y zonas altas en la cordillera, van a tener muchas especies asociadas. El sitio al que nosotros más hemos ido se llama Parque Nacional Natural Tatamá. Queda en Risaralda [centro] y es un bosque que sube de mil a 2600 metros. Allá tenemos unas 750 especies registradas”.

Él y Garwood son autores de seis catálogos que corresponden a seis familias de mariposas diurnas en Colombia: Hesperiidae, Papilionidae, Pieridae, Riodinidae, Lycaenidae y Nymphalidae. Y han publicado varios de lugares específicos en Antioquia, de donde Jaramillo es oriundo: Reserva La Romera en Sabaneta, Cañón del Río Claro en San Luis, Paso Nivel en Amagá, Humedal La Bramadora en Sopetrán. Y otros más de los departamentos de Boyacá, Caldas, Chocó, Cundinamarca, Magdalena, Risaralda y Vaupés.

“Colombia cuenta con una ventaja geográfica porque estamos en Suramérica, pero cerca de Centroamérica, entonces las mariposas de Panamá pueden estar aquí, pero no en Ecuador, Venezuela o Perú. Y al revés, nosotros llevamos todas las mariposas de Suramérica hacia arriba”, dice Juan Guillermo y agrega que, por esa misma disposición geográfica, hay alrededor de 200 especies propias en el territorio nacional.

Mariposa Caria Taparo. Por: Juan Guillermo Jaramillo.

Jaramillo y Garwood —con la colaboración constante de otros científicos y aficionados— continuaron trabajando en los catálogos que, a su vez, les servían para nutrir un listado total. Cuando llegó la pandemia aprovecharon para pulir ese catálogo definitivo y sumaron al equipo al biólogo Ríos-Málaver y a la doctora Huertas.

“Blanca Huertas es una persona muy importante en el mundo de las mariposas. Trabaja hace mucho en el Museo de Historia Natural de Londres con una colección que no es la más grande, pero sí la más importante. Allá encuentras mariposas colectadas por Darwin. Blanca es la responsable de manejar más de cinco millones de ejemplares. Ella me había contactado porque necesitaba unas fotos para unos afiches y seguimos en conversación. Un día me dijo: ‘¿ustedes por qué no hacen el catálogo de mariposas de Colombia que está pendiente?’. Yo le respondí: ‘Espérese le envío algo por si quiere ayudarnos’ y le pasé la carátula que tenía diseñada. Así comenzamos a trabajar los cuatro. Blanca aportó muchísimo, en calidad, con respaldo de su nombre y del museo y en difusión. Ella fue la que dijo: ‘Por el momento y hasta que otro país no demuestre lo contrario, Colombia es el que más mariposas tiene’”.

Sin embargo, como se advierte en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, no sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas pierdan sus hábitats. A eso mismo apunta Juan Guillermo que dice que, desde la publicación del listado en junio, han sumado nueve especies más:

“En Colombia, donde hay mariposas hay deforestación. Es una tristeza. Yo he ido a sitios en los que en un cuadrito de tierra con un bosquecito habitan 200 especies. Si se tumba ese bosque todas desaparecen. La deforestación es más crítica en sitios aislados como un páramo o la Sierra Nevada y hay lugares plagados de coca donde con seguridad existen especies nuevas, pero allá no se mete nadie, ni los científicos ni nosotros los aficionados. Son zonas vedadas y van a seguir así por mucho tiempo. Si los cultivos de coca o la minería ilegal acaban con la tierra, van a desaparecer especies que ni siquiera sabíamos que existían”. Por eso agrega: “Yo tengo una frase: solamente podemos proteger y conservar lo que conocemos. Entonces esta labor de difusión es para hacer que la gente conozca”.

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¿Cuál es el país con más especies de mariposas en el mundo?

¿Cuál es el país con más especies de mariposas en el mundo?

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No sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas en este país pierdan sus hábitats.

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Lo usual es que llegue antes de las nueve de la mañana. Intenta, aunque no siempre sucede, encontrar un sitio no muy lejos de Medellín —la ciudad donde vive —, que tenga vegetación, que sea tranquilo, quizás un camino rural por el que no pasen demasiados autos y con alguna fuente de agua. Entonces Juan Guillermo Jaramillo, un agrónomo jubilado de 65 años que durante cuarenta trabajó en una empresa que elabora alimento para animales y hoy es fotógrafo y aficionado a las mariposas, delimita una zona de unos doscientos metros y aplica en cada hoja, cada flor y cada tronco un spray que inventó él mismo y que consiste en un jugo a base de camarón. Luego espera y emprende un patrullaje de ida y vuelta. A veces es cuestión de segundos para que una mariposa aterrice atraída por el cebo, incluso aquellas de la elusiva familia Riodinidae, con alas marcadas como con oro y plata. Juan Guillermo se acerca, cauteloso, con su cámara fotográfica y, mientras la mariposa se alimenta, la retrata. Toma imágenes de referencia para los catálogos que por quince años ha publicado y se preocupa por registrar la belleza del insecto diminuto y leve. De una salida se lleva hasta quinientas fotos que van a engrosar un archivo propio de más de 220.000.

Mariposa Riodinidae. Por Juan Guillermo Jaramillo.

El pasado 21 de junio, Jaramillo publicó “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, un catálogo que se encuentra en su página web y arroja una primicia: “El conteo inicial que presentamos de 3.642 especies ratifica a Colombia oficialmente como el país con más especies de mariposas en el mundo”. Los coautores son la estadounidense Kim Garwood, experta en mariposas del neotrópico, la región biogeográfica que abarca parte de Suramérica y Centroamérica; la colombiana Blanca Huertas, doctora en Entomología y Sistemática y curadora de la colección de mariposas del Museo de Historia Natural de Londres; y el biólogo colombiano Indiana Cristóbal Ríos-Málaver, investigador asociado al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt en Colombia.

Hace quince años, Juan Guillermo, que al otro lado del teléfono habla con un acento típicamente paisa —de la región de Colombia cuya capital es Medellín— no se había jubilado y era aficionado a la observación de aves. Aún hoy es miembro de la Sociedad Antioqueña de Ornitología de la que fue presidente. “Durante mucho tiempo fui observador y organicé una base de datos de aves en Colombia [la primera de su tipo en el país]”, comenta. “Cuando llegó la fotografía digital compré una cámara para tomar fotos de aves, pero era difícil, así que empecé a fotografiar mariposas, que es mucho más fácil. Busqué libros de referencia, como las guías de aves, pero en Colombia prácticamente no había ninguna guía visual de mariposas”.

Mariposa pasibula. Por Juan Guillermo Jaramillo.

Como escribe el médico veterinario Julián Salazar, curador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Caldas en su artículo “Notas biográficas a una historia de la lepidopterología en Colombia durante el siglo XX”: “La lepidopterología es una ciencia novísima […]. Su propósito primordial es el estudio de las mariposas en todos sus tópicos. A pesar de que cuenta con numerosos profesionales y amateurs en Estados Unidos y en Europa, entre nosotros tiene muy pocos adeptos. Lo anterior no deja de ser paradójico en un país tan diverso en flora y fauna como es el nuestro”.

Sin embargo, en su texto Salazar menciona a un puñado de naturalistas que sentaron las bases para la investigación de las mariposas en Colombia. También en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, hay un repaso de esos pioneros: de los hallazgos de la Expedición Botánica, el inventario de la naturaleza neogranadina liderado a partir de 1783 por José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas; a las expediciones de Humboldt y Bonpland; al trabajo de Apolinar María, el padre de la lepidopterología en Colombia, que hasta la década del cuarenta tuvo una enorme colección que terminó destruyéndose en el levantamiento popular de 1948, tras el asesinato del líder del Partido Liberal y candidato a la Presidencia, Jorge Eliécer Gaitán; a Mariposas de Colombia, un monumental proyecto de varios volúmenes aún en marcha a cargo del ingeniero franco colombiano Jean François Lecrom, poseedor de la colección de mariposas más grande del país.

Aun así, ante la falta de una cifra concreta y soportada por un listado para buscar los nombres de las mariposas que fotografiaba, Juan Guillermo tuvo una idea. “Tomé la base de datos de aves y la transformé en una de mariposas con la que elaboré un primer catálogo con nombre y foto para identificarlas. Pero lo hice sólo para mí. Entonces conocí a Kim Garwood a través de su página web y le envié mis fotos para que me ayudara con la identificación. Un día le dije: ‘¿por qué no viene a Colombia?’. Ella vino y viajamos a Carmen de Atrato [un municipio del departamento de Chocó al noroeste del país], le mostré la base de datos que había hecho y quedamos en seguir trabajando. Ahí empezó una amistad que lleva quince años y un grupo de trabajo que nos ha permitido mostrar la mariposas al mundo”.

Juan Guillermo Jaramillo.

Los lepidópteros —que son diurnos como las mariposas o nocturnos como las polillas—reciben su nombre del griego “lepis”, escama y “pteron”, ala, y constituyen el segundo orden de insectos con más especies en el planeta —165.000 clasificadas en 127 familias— tras el orden Coleóptera de los escarabajos. De los lepidópteros es ampliamente conocida su metamorfosis, un ciclo que varía en duración dependiendo de distintos factores, luego de que la hembra deposita un huevo en una planta. Del huevo emerge una larva que se alimenta de la planta para aumentar su masa corporal, pero llega un momento en el que la larva no puede crecer más y entonces inicia su muda. Primero entra en un estado de actividad metabólica reducida llamado pupa o crisálida. En ese capullo ocurren cambios morfológicos: el cuerpo de la larva se licúa y desarrolla nuevas estructuras —por ejemplo, las alas— hasta que rompe su capullo y surge, finalmente, un adulto. Una hembra llega a poner cientos de huevos en una sola planta y las larvas que de allí salen son capaces de devorar un cultivo entero, de manera que en ocasiones son vistas como una plaga. Pero, tanto las larvas como los adultos cumplen una función vital en un ecosistema: al ser extraordinarios consumidores de plantas y, a la vez, una comida apetecida por pájaros, murciélagos, moscas y avispas, transforman la materia vegetal que ingieren en alimento para otros animales. Son un puente entre dos mundos.

“Las mariposas están asociadas a las plantas”, dice Jaramillo. “Una mariposa pone los huevitos en los limones y los naranjos, otra los pone en las palmas, otra en el pasto. Cuando la larva nace come naranjo, pasto o palma. No se intercambian, o sea, la que come naranjo no come pasto ni palma. Eso explica por qué hay variedad en Colombia y es que, al existir tantos pisos térmicos, tenemos muchísimas plantas, cada una con su mariposa o polilla. Sitios como la Sierra Nevada de Santa Marta [al norte del país] que va del nivel del mar a los 5000 metros, o como el Putumayo [al sur] con zonas bajas casi amazónicas y zonas altas en la cordillera, van a tener muchas especies asociadas. El sitio al que nosotros más hemos ido se llama Parque Nacional Natural Tatamá. Queda en Risaralda [centro] y es un bosque que sube de mil a 2600 metros. Allá tenemos unas 750 especies registradas”.

Él y Garwood son autores de seis catálogos que corresponden a seis familias de mariposas diurnas en Colombia: Hesperiidae, Papilionidae, Pieridae, Riodinidae, Lycaenidae y Nymphalidae. Y han publicado varios de lugares específicos en Antioquia, de donde Jaramillo es oriundo: Reserva La Romera en Sabaneta, Cañón del Río Claro en San Luis, Paso Nivel en Amagá, Humedal La Bramadora en Sopetrán. Y otros más de los departamentos de Boyacá, Caldas, Chocó, Cundinamarca, Magdalena, Risaralda y Vaupés.

“Colombia cuenta con una ventaja geográfica porque estamos en Suramérica, pero cerca de Centroamérica, entonces las mariposas de Panamá pueden estar aquí, pero no en Ecuador, Venezuela o Perú. Y al revés, nosotros llevamos todas las mariposas de Suramérica hacia arriba”, dice Juan Guillermo y agrega que, por esa misma disposición geográfica, hay alrededor de 200 especies propias en el territorio nacional.

Mariposa Caria Taparo. Por: Juan Guillermo Jaramillo.

Jaramillo y Garwood —con la colaboración constante de otros científicos y aficionados— continuaron trabajando en los catálogos que, a su vez, les servían para nutrir un listado total. Cuando llegó la pandemia aprovecharon para pulir ese catálogo definitivo y sumaron al equipo al biólogo Ríos-Málaver y a la doctora Huertas.

“Blanca Huertas es una persona muy importante en el mundo de las mariposas. Trabaja hace mucho en el Museo de Historia Natural de Londres con una colección que no es la más grande, pero sí la más importante. Allá encuentras mariposas colectadas por Darwin. Blanca es la responsable de manejar más de cinco millones de ejemplares. Ella me había contactado porque necesitaba unas fotos para unos afiches y seguimos en conversación. Un día me dijo: ‘¿ustedes por qué no hacen el catálogo de mariposas de Colombia que está pendiente?’. Yo le respondí: ‘Espérese le envío algo por si quiere ayudarnos’ y le pasé la carátula que tenía diseñada. Así comenzamos a trabajar los cuatro. Blanca aportó muchísimo, en calidad, con respaldo de su nombre y del museo y en difusión. Ella fue la que dijo: ‘Por el momento y hasta que otro país no demuestre lo contrario, Colombia es el que más mariposas tiene’”.

Sin embargo, como se advierte en “Mariposas de Colombia: lista de chequeo”, no sólo es necesario seguir investigando a las mariposas, sino evitar que las 3.642 especies registradas pierdan sus hábitats. A eso mismo apunta Juan Guillermo que dice que, desde la publicación del listado en junio, han sumado nueve especies más:

“En Colombia, donde hay mariposas hay deforestación. Es una tristeza. Yo he ido a sitios en los que en un cuadrito de tierra con un bosquecito habitan 200 especies. Si se tumba ese bosque todas desaparecen. La deforestación es más crítica en sitios aislados como un páramo o la Sierra Nevada y hay lugares plagados de coca donde con seguridad existen especies nuevas, pero allá no se mete nadie, ni los científicos ni nosotros los aficionados. Son zonas vedadas y van a seguir así por mucho tiempo. Si los cultivos de coca o la minería ilegal acaban con la tierra, van a desaparecer especies que ni siquiera sabíamos que existían”. Por eso agrega: “Yo tengo una frase: solamente podemos proteger y conservar lo que conocemos. Entonces esta labor de difusión es para hacer que la gente conozca”.

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