Nuestros vehículos y telescopios alcanzan lugares cada vez más lejanos y nos permiten conocer con detalle ciertos aspectos de cuerpos celestes que antes nos parecían inalcanzables. La exploración espacial ha avanzado a pasos agigantados a lo largo de las décadas. Sin embargo, hay un lugar al que había sido prácticamente imposible acercarse y del que depende literalmente la vida en nuestro planeta: el Sol.[caption id="attachment_219529" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía obtenida de la NASA.[/caption]Esta estrella, centro de nuestro sistema solar, es también la que lo mantiene unido, una bola gigantesca rellena de gases a temperaturas altísimas que algún día se apagará y colapsará, eliminando cualquier posibilidad de existencia de vida en los planetas que la rodean. ¿Qué tan gigantesca? 1.4 millones de kilómetros de diámetro. ¿Qué tan altas las temperaturas? En la superficie, 5500 grados Celsius, pero en el núcleo se calcula que ascienden a 15.5 millones de grados Celsius. Suena absurdo, casi intangible. El que algún artefacto humano pueda algún día llegar a su núcleo para conocerlo hoy mejor es impracticable, algo que seguramente ninguna persona que esté viva ahora verá ocurrir. Es demasiado caliente, nuestros materiales no pueden resistir temperaturas tan altas. Los especialistas no habían logrado diseñar un vehículo que pudiera llegar siquiera a sumergirse en su atmósfera... hasta ahora.
Es aquí donde entra la recientemente lanzada Sonda Solar Parker. Esta es la misión al Sol más reciente de la NASA, carísima de París (1.5 billones de dólares, ahí nomás) que, a lo largo de los próximos siete años, volará cerca del Sol 24 veces, alcanzando los 6.2 kilómetros de cercanía con su superficie. Esta zona corresponde a una porción externa de la atmósfera del Sol, conocida como la corona, un aura de plasma que rodea a nuestra estrella y que es visible durante los eclipses. Para que nos demos una idea del extraordinario logro que esto implica, se trata de un área muchísimo más caliente que la superficie externa del sol: esta oscila entre 1 y 3 millones de grados Celsius.¿A qué se debe esta variación en las temperaturas? Cómo demonios logra una capa exterior estar tantísimo más caliente que la relativamente fresquita superficie que queda debajo, si la primera está más lejos de la fuente de calor. Bueno, es uno de los misterios que la Sonda tratará de resolver.
Además, en su viaje tomará muestras de las energías que generan el fenómeno conocido como “viento solar”, que es un flujo de partículas cargadas de energía que se desprenden de la corona solar. Estas partículas se separan de la parte externa de la corona, porque la fuerza de gravedad que ejerce el Sol sobre esta no es lo suficientemente fuerte como para mantenerlas cerca, por las altas temperaturas a las que se encuentran. El hombre que planteó la existencia de este viento solar en 1958 es el astrofísico Eugene Parker, en honor de quien se bautizó la sonda. El científico de 91 años es la primera persona viva que tiene una nave espacial con su nombre y lo invitaron al lanzamiento de la Sonda Solar Parker. Asistió y quedó boquiabierto:
Ninguna nave había logrado acercarse tanto a la superficie del sol y mucho menos tenido la posibilidad de tomar muestras directamente de la corona. La Sonda Solar Parker podrá lograrlo gracias a que está equipada con un escudo contra el calor de 2.4 metros de ancho y 11 centímetros de grosor, que protege a sus delicados equipos de medición y que aguanta temperaturas de hasta 1400 grados Celsius. Si no te salen las cuentas, pues acabas de leer que la corona alcanza temperaturas de millones de grados, y sientes que la pobre Sonda se va a derretir en cuanto llegue a la zona deseada, quédate tranquilo. Debido a que la corona es, en realidad, muy difusa, no le significa un riesgo tan grande a la nave. Es cierto que la exposición a la luz solar directa puede calentar los componentes a su paso hasta alcanzar los 1370 grados Celsius, pero si el escudo que los protege aguanta 1400, todo estará bien.[caption id="attachment_219539" align="aligncenter" width="600"]
Fotografía obtenida de la NASA.[/caption]Se calcula que por ahí de diciembre comenzaremos a recibir información proveniente de la Sonda Solar Parker, después de que el 3 de noviembre este vehículo haga su primer acercamiento, llegando a 24 millones de kilómetros de la superficie del Sol. Eventualmente la Sonda se quedará sin el combustible que necesita para mantener en la posición correcta su escudo y cuando eso ocurra, estará completamente expuesta a la luz del sol. Una de las investigadoras que forman parte de la misión de la Sonda, Nicky Fox, de la Universidad Johns Hopkins, describió su posible final de la siguiente manera: “se romperá en pedazos que se harán cada vez más y más pequeños, hasta volverse parte del viento solar”. Y cuando lo haga, nos habrá dejado más información sobre el astro que nos ilumina de la que nunca habíamos soñado tener.*Leonora Milán es bióloga de la Facultad de Ciencias de la UNAM y Doctora en Filosofía de la Ciencia también por la UNAM. Fue locutora de radio en varios programas de Ibero, 90.9 y Radioactivo y actualmente conduce el programa Creadores Universitarios en Foro TV. Además, conduce Mándarax en www.puentes.me junto con Alejandra Ortiz-Medrano y es editora de TrackRecord MX.Más textos de Leonora Milán en GatopardoSí, hay agua líquida en Marte