Nuestro país cuenta con paisajes tan impresionantes que bien vale la pena reservar unos días para viajar hasta ellos, admirarlos y por qué no hasta capturarlos en una imagen que los atesoremos por siempre. Por eso decidimos pasar un fin de semana en Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, localizado a casi dos horas y media de la Ciudad de México. Un emblema de la naturaleza mexicana, al que preceden el peñón de Gibraltar, en la península ibérica, y el Pan de Azúcar, en Rio de Janeiro.
Con 288 metros de altura y más 10 millones de años de existencia, la Peña de Bernal —en el municipio de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro— ha sido testigo de la historia de México y es la puerta de entrada a la famosa Sierra Gorda.
Comenzamos con una caminata por la localidad de San Sebastián Bernal, que parece haber quedado pausada en el tiempo, desde su fundación en 1642, con edificaciones que datan de siglo XVIII y XIX. Hoy, está catalogada como Pueblo Mágico, y eso es lo que atrae a miles de turistas, nacionales y extranjeros, para recorrerla cada año.Caminamos por sus calles empedradas, donde es posible encontrar pequeños locales en los que venden piedras semipreciosas recolectadas en las minas y zonas desérticas de la región. Así, es posible encontrar piezas de joyería y artesanías con cuarzos, obsidiana y rosas del desierto, la famosa roca que se forma a través del tiempo con capas de agua y arena.
También hay algunas tiendas donde se elaboran manteles y cobijas con procesos heredados de generación en generación, con más de 100 años de antigüedad.Pasamos frente a El Castillo, una de las construcciones que merecen un tiempo para admirar. Es un inmueble de estilo virreinal, del siglo XVII. En su torre frontal se ve un reloj de origen alemán.
También hicimos un alto por el Templo de San Sebastián Mártir, cuya construcción inició en 1700. Es un ejemplo de los diversos estilo arquitectónicos que la localidad ha adoptado a través de los años.Al final subimos a la Peña de Bernal, para captar algunas de las panorámicas más impresionantes de la zona. Un espectáculo natural que jamás podremos olvidar.
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Recorrimos durante un fin de semana Peña de Bernal, un destino sorprendente a casi dos horas y media de la CDMX.
Nuestro país cuenta con paisajes tan impresionantes que bien vale la pena reservar unos días para viajar hasta ellos, admirarlos y por qué no hasta capturarlos en una imagen que los atesoremos por siempre. Por eso decidimos pasar un fin de semana en Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, localizado a casi dos horas y media de la Ciudad de México. Un emblema de la naturaleza mexicana, al que preceden el peñón de Gibraltar, en la península ibérica, y el Pan de Azúcar, en Rio de Janeiro.
Con 288 metros de altura y más 10 millones de años de existencia, la Peña de Bernal —en el municipio de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro— ha sido testigo de la historia de México y es la puerta de entrada a la famosa Sierra Gorda.
Comenzamos con una caminata por la localidad de San Sebastián Bernal, que parece haber quedado pausada en el tiempo, desde su fundación en 1642, con edificaciones que datan de siglo XVIII y XIX. Hoy, está catalogada como Pueblo Mágico, y eso es lo que atrae a miles de turistas, nacionales y extranjeros, para recorrerla cada año.Caminamos por sus calles empedradas, donde es posible encontrar pequeños locales en los que venden piedras semipreciosas recolectadas en las minas y zonas desérticas de la región. Así, es posible encontrar piezas de joyería y artesanías con cuarzos, obsidiana y rosas del desierto, la famosa roca que se forma a través del tiempo con capas de agua y arena.
También hay algunas tiendas donde se elaboran manteles y cobijas con procesos heredados de generación en generación, con más de 100 años de antigüedad.Pasamos frente a El Castillo, una de las construcciones que merecen un tiempo para admirar. Es un inmueble de estilo virreinal, del siglo XVII. En su torre frontal se ve un reloj de origen alemán.
También hicimos un alto por el Templo de San Sebastián Mártir, cuya construcción inició en 1700. Es un ejemplo de los diversos estilo arquitectónicos que la localidad ha adoptado a través de los años.Al final subimos a la Peña de Bernal, para captar algunas de las panorámicas más impresionantes de la zona. Un espectáculo natural que jamás podremos olvidar.
Recorrimos durante un fin de semana Peña de Bernal, un destino sorprendente a casi dos horas y media de la CDMX.
Nuestro país cuenta con paisajes tan impresionantes que bien vale la pena reservar unos días para viajar hasta ellos, admirarlos y por qué no hasta capturarlos en una imagen que los atesoremos por siempre. Por eso decidimos pasar un fin de semana en Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, localizado a casi dos horas y media de la Ciudad de México. Un emblema de la naturaleza mexicana, al que preceden el peñón de Gibraltar, en la península ibérica, y el Pan de Azúcar, en Rio de Janeiro.
Con 288 metros de altura y más 10 millones de años de existencia, la Peña de Bernal —en el municipio de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro— ha sido testigo de la historia de México y es la puerta de entrada a la famosa Sierra Gorda.
Comenzamos con una caminata por la localidad de San Sebastián Bernal, que parece haber quedado pausada en el tiempo, desde su fundación en 1642, con edificaciones que datan de siglo XVIII y XIX. Hoy, está catalogada como Pueblo Mágico, y eso es lo que atrae a miles de turistas, nacionales y extranjeros, para recorrerla cada año.Caminamos por sus calles empedradas, donde es posible encontrar pequeños locales en los que venden piedras semipreciosas recolectadas en las minas y zonas desérticas de la región. Así, es posible encontrar piezas de joyería y artesanías con cuarzos, obsidiana y rosas del desierto, la famosa roca que se forma a través del tiempo con capas de agua y arena.
También hay algunas tiendas donde se elaboran manteles y cobijas con procesos heredados de generación en generación, con más de 100 años de antigüedad.Pasamos frente a El Castillo, una de las construcciones que merecen un tiempo para admirar. Es un inmueble de estilo virreinal, del siglo XVII. En su torre frontal se ve un reloj de origen alemán.
También hicimos un alto por el Templo de San Sebastián Mártir, cuya construcción inició en 1700. Es un ejemplo de los diversos estilo arquitectónicos que la localidad ha adoptado a través de los años.Al final subimos a la Peña de Bernal, para captar algunas de las panorámicas más impresionantes de la zona. Un espectáculo natural que jamás podremos olvidar.
Recorrimos durante un fin de semana Peña de Bernal, un destino sorprendente a casi dos horas y media de la CDMX.
Nuestro país cuenta con paisajes tan impresionantes que bien vale la pena reservar unos días para viajar hasta ellos, admirarlos y por qué no hasta capturarlos en una imagen que los atesoremos por siempre. Por eso decidimos pasar un fin de semana en Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, localizado a casi dos horas y media de la Ciudad de México. Un emblema de la naturaleza mexicana, al que preceden el peñón de Gibraltar, en la península ibérica, y el Pan de Azúcar, en Rio de Janeiro.
Con 288 metros de altura y más 10 millones de años de existencia, la Peña de Bernal —en el municipio de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro— ha sido testigo de la historia de México y es la puerta de entrada a la famosa Sierra Gorda.
Comenzamos con una caminata por la localidad de San Sebastián Bernal, que parece haber quedado pausada en el tiempo, desde su fundación en 1642, con edificaciones que datan de siglo XVIII y XIX. Hoy, está catalogada como Pueblo Mágico, y eso es lo que atrae a miles de turistas, nacionales y extranjeros, para recorrerla cada año.Caminamos por sus calles empedradas, donde es posible encontrar pequeños locales en los que venden piedras semipreciosas recolectadas en las minas y zonas desérticas de la región. Así, es posible encontrar piezas de joyería y artesanías con cuarzos, obsidiana y rosas del desierto, la famosa roca que se forma a través del tiempo con capas de agua y arena.
También hay algunas tiendas donde se elaboran manteles y cobijas con procesos heredados de generación en generación, con más de 100 años de antigüedad.Pasamos frente a El Castillo, una de las construcciones que merecen un tiempo para admirar. Es un inmueble de estilo virreinal, del siglo XVII. En su torre frontal se ve un reloj de origen alemán.
También hicimos un alto por el Templo de San Sebastián Mártir, cuya construcción inició en 1700. Es un ejemplo de los diversos estilo arquitectónicos que la localidad ha adoptado a través de los años.Al final subimos a la Peña de Bernal, para captar algunas de las panorámicas más impresionantes de la zona. Un espectáculo natural que jamás podremos olvidar.
Recorrimos durante un fin de semana Peña de Bernal, un destino sorprendente a casi dos horas y media de la CDMX.
Nuestro país cuenta con paisajes tan impresionantes que bien vale la pena reservar unos días para viajar hasta ellos, admirarlos y por qué no hasta capturarlos en una imagen que los atesoremos por siempre. Por eso decidimos pasar un fin de semana en Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, localizado a casi dos horas y media de la Ciudad de México. Un emblema de la naturaleza mexicana, al que preceden el peñón de Gibraltar, en la península ibérica, y el Pan de Azúcar, en Rio de Janeiro.
Con 288 metros de altura y más 10 millones de años de existencia, la Peña de Bernal —en el municipio de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro— ha sido testigo de la historia de México y es la puerta de entrada a la famosa Sierra Gorda.
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También hay algunas tiendas donde se elaboran manteles y cobijas con procesos heredados de generación en generación, con más de 100 años de antigüedad.Pasamos frente a El Castillo, una de las construcciones que merecen un tiempo para admirar. Es un inmueble de estilo virreinal, del siglo XVII. En su torre frontal se ve un reloj de origen alemán.
También hicimos un alto por el Templo de San Sebastián Mártir, cuya construcción inició en 1700. Es un ejemplo de los diversos estilo arquitectónicos que la localidad ha adoptado a través de los años.Al final subimos a la Peña de Bernal, para captar algunas de las panorámicas más impresionantes de la zona. Un espectáculo natural que jamás podremos olvidar.
Nuestro país cuenta con paisajes tan impresionantes que bien vale la pena reservar unos días para viajar hasta ellos, admirarlos y por qué no hasta capturarlos en una imagen que los atesoremos por siempre. Por eso decidimos pasar un fin de semana en Peña de Bernal, el tercer monolito más grande del mundo, localizado a casi dos horas y media de la Ciudad de México. Un emblema de la naturaleza mexicana, al que preceden el peñón de Gibraltar, en la península ibérica, y el Pan de Azúcar, en Rio de Janeiro.
Con 288 metros de altura y más 10 millones de años de existencia, la Peña de Bernal —en el municipio de Ezequiel Montes, en el estado de Querétaro— ha sido testigo de la historia de México y es la puerta de entrada a la famosa Sierra Gorda.
Comenzamos con una caminata por la localidad de San Sebastián Bernal, que parece haber quedado pausada en el tiempo, desde su fundación en 1642, con edificaciones que datan de siglo XVIII y XIX. Hoy, está catalogada como Pueblo Mágico, y eso es lo que atrae a miles de turistas, nacionales y extranjeros, para recorrerla cada año.Caminamos por sus calles empedradas, donde es posible encontrar pequeños locales en los que venden piedras semipreciosas recolectadas en las minas y zonas desérticas de la región. Así, es posible encontrar piezas de joyería y artesanías con cuarzos, obsidiana y rosas del desierto, la famosa roca que se forma a través del tiempo con capas de agua y arena.
También hay algunas tiendas donde se elaboran manteles y cobijas con procesos heredados de generación en generación, con más de 100 años de antigüedad.Pasamos frente a El Castillo, una de las construcciones que merecen un tiempo para admirar. Es un inmueble de estilo virreinal, del siglo XVII. En su torre frontal se ve un reloj de origen alemán.
También hicimos un alto por el Templo de San Sebastián Mártir, cuya construcción inició en 1700. Es un ejemplo de los diversos estilo arquitectónicos que la localidad ha adoptado a través de los años.Al final subimos a la Peña de Bernal, para captar algunas de las panorámicas más impresionantes de la zona. Un espectáculo natural que jamás podremos olvidar.
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