En las barricas y bodegas de Glenmorangie hay mucho más que whisky. En las Tierras Altas de Escocia, donde en 1843 nació la destilería en honor a una tierra amada, se almacenan inspiración, historia y elegancia. Las botellas single malt The Original 10 Años, The Lasanta 12 Años y The Quinta Ruban 14 Años muestran la perfecta combinación entre la naturaleza y la ciencia en favor del whisky.
Los alambiques de cobre destilan inspiración y las barricas almacenan historia. Cada botella de Glenmorangie representa esfuerzo y sabiduría, y cada vaso, cada sorbo, habla de la perfecta combinación entre ciencia y naturaleza. Desde su nacimiento y bautizo, en 1843, la destilería ha honrado la tierra mediante la elaboración de whiskies single malt.
En la región de Ross-shire, en la Tierras Altas de Escocia, el granjero William Matheson y su esposa Anne acondicionaron una vieja cervecería para convertirla en destilería. Esa zona montañosa de relieve variado les ofreció lo necesario para que sus whiskies alcanzaran la excelencia, como el agua del manantial de Tarlogie —particularmente más densa que el promedio, dada la roca caliza y los minerales de la zona—.
Las formaciones rocosas y los grandes valles inspiraron el nombre. El whisky fue llamado así en honor a la tierra que William Matheson tanto amó: en gaélico, Glenmorangie significa “valle de la tranquilidad”. Se asentaba así también la manera en la que se elaborarían los whiskies: con calma. Y cada creación se vería inspirada en la naturaleza.
Desde los dorados campos de cebada y trigo hasta el mismo sol, la marca evoca algún elemento del entorno y lo refleja en el color de las bebidas, sus aromas y sabores. Así es como el doctor en Bioquímica Bill Lumsden, director de Destilación y director creativo desde hace 25 años en Glenmorangie, ha desarrollado distintas etiquetas. Por ejemplo, el espíritu y sabor de la tierra natal de Glenmorangie se vio reflejada en la serie The Cadboll Estate; un paseo por el bosque derivó en Glenmorangie A Tale of the Forest, y una taza de café inspiró Glenmorangie Signet.
“Todos nuestros experimentos tratan de crear diferentes sabores de diferentes maneras”, asegura Lumsden, dos veces Maestro Mezclador o Destilador del Año en el International Spirits Challenge.
El trabajo de Bill Lumsden continúa con el legado de William Matheson y Gordon L Smart, uno de los primeros y más longevos destiladores de la marca, con 50 años ininterrumpidos de trabajo. Lumsden destila y supervisa botellas icónicas de Glenmorangie, como The Original 10 Años. Lanzado hace más de 175 años, este whisky single malt en la actualidad es madurado en barricas de roble blanco y envejecido en barricas de bourbon. Presenta notas frutales, como naranja, limón y durazno, así como una “dulzura en forma de miel” y “vainilla cremosa como crème brûlée”, como lo describe la marca. La frescura y versatilidad de The Original 10 Años es ideal para cocteles como The Orange Highball, nombrado así en honor de la jirafa que es considerada la mascota de la marca. En un vaso highball con hielo se vierten 50 mililitros de Glenmorangie The Original, 50 mililitros de agua tónica, 50 mililitros de agua gasificada y el jugo de media naranja. Se termina con piel de naranja como garnitura y se mezcla.
The Lasanta 12 Años es definido por la destilería como una puesta de sol en un vaso de whisky. Este destilado tiene una rica especiatura y su dulzura se percibe en notas de pasas, miel, canela y avellanas cubiertas de chocolate.
Un espíritu voluptuoso, que se logra gracias a una compleja maduración, es la principal característica de The Quinta Ruban 14 Años. Este single malt primero pasa por barricas de bourbon y luego por barriles tipo ruby port. Este tipo de elaboración hace que el whisky tenga una textura aterciopelada y destaque los suaves sabores de cacao mentolado con notas de dulces turcos y especias. Su aroma es una poderosa mezcla de naranja y chocolate con menta.
Pero, así como la naturaleza ha dado recursos e inspiración para las creaciones de Glenmorangie, la destilería tiene el compromiso de retribuirlo. Dado que a los alambiques de cobre de cinco metros de altura se les conoce como cuellos de jirafa, este animal ha sido adoptado como mascota de la marca. Pero no solo se les reconoce con un apodo para los alambiques —cuyo gran espacio permite el desarrollo de sabores y aromas delicados y afrutados—: en 2020, la marca forjó una innovadora asociación de preservación animal con la Fundación para la Conservación de la Jirafa. Con esto se intenta contrarrestar las amenazas de las jirafas en la naturaleza, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva, que han provocado que muchas poblaciones sean clasificadas como en peligro crítico.
Retribuidos los recursos, se sigue disfrutando de la naturaleza y el single malt porque ha quedado clara la armonía. A la tierra hay que devolverle el agua de los manantiales, la belleza de los campos de cebada y trigo, y la inteligencia humana para representarla en un trago. Esfuerzo, sabiduría, inspiración e historia. Los alambiques de cobre, conocidos como jirafas, destilan ciencia y naturaleza. En las barricas de Glenmorangie hay mucho más que whisky.
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En las barricas y bodegas de Glenmorangie hay mucho más que whisky. En las Tierras Altas de Escocia, donde en 1843 nació la destilería en honor a una tierra amada, se almacenan inspiración, historia y elegancia. Las botellas single malt The Original 10 Años, The Lasanta 12 Años y The Quinta Ruban 14 Años muestran la perfecta combinación entre la naturaleza y la ciencia en favor del whisky.
Los alambiques de cobre destilan inspiración y las barricas almacenan historia. Cada botella de Glenmorangie representa esfuerzo y sabiduría, y cada vaso, cada sorbo, habla de la perfecta combinación entre ciencia y naturaleza. Desde su nacimiento y bautizo, en 1843, la destilería ha honrado la tierra mediante la elaboración de whiskies single malt.
En la región de Ross-shire, en la Tierras Altas de Escocia, el granjero William Matheson y su esposa Anne acondicionaron una vieja cervecería para convertirla en destilería. Esa zona montañosa de relieve variado les ofreció lo necesario para que sus whiskies alcanzaran la excelencia, como el agua del manantial de Tarlogie —particularmente más densa que el promedio, dada la roca caliza y los minerales de la zona—.
Las formaciones rocosas y los grandes valles inspiraron el nombre. El whisky fue llamado así en honor a la tierra que William Matheson tanto amó: en gaélico, Glenmorangie significa “valle de la tranquilidad”. Se asentaba así también la manera en la que se elaborarían los whiskies: con calma. Y cada creación se vería inspirada en la naturaleza.
Desde los dorados campos de cebada y trigo hasta el mismo sol, la marca evoca algún elemento del entorno y lo refleja en el color de las bebidas, sus aromas y sabores. Así es como el doctor en Bioquímica Bill Lumsden, director de Destilación y director creativo desde hace 25 años en Glenmorangie, ha desarrollado distintas etiquetas. Por ejemplo, el espíritu y sabor de la tierra natal de Glenmorangie se vio reflejada en la serie The Cadboll Estate; un paseo por el bosque derivó en Glenmorangie A Tale of the Forest, y una taza de café inspiró Glenmorangie Signet.
“Todos nuestros experimentos tratan de crear diferentes sabores de diferentes maneras”, asegura Lumsden, dos veces Maestro Mezclador o Destilador del Año en el International Spirits Challenge.
El trabajo de Bill Lumsden continúa con el legado de William Matheson y Gordon L Smart, uno de los primeros y más longevos destiladores de la marca, con 50 años ininterrumpidos de trabajo. Lumsden destila y supervisa botellas icónicas de Glenmorangie, como The Original 10 Años. Lanzado hace más de 175 años, este whisky single malt en la actualidad es madurado en barricas de roble blanco y envejecido en barricas de bourbon. Presenta notas frutales, como naranja, limón y durazno, así como una “dulzura en forma de miel” y “vainilla cremosa como crème brûlée”, como lo describe la marca. La frescura y versatilidad de The Original 10 Años es ideal para cocteles como The Orange Highball, nombrado así en honor de la jirafa que es considerada la mascota de la marca. En un vaso highball con hielo se vierten 50 mililitros de Glenmorangie The Original, 50 mililitros de agua tónica, 50 mililitros de agua gasificada y el jugo de media naranja. Se termina con piel de naranja como garnitura y se mezcla.
The Lasanta 12 Años es definido por la destilería como una puesta de sol en un vaso de whisky. Este destilado tiene una rica especiatura y su dulzura se percibe en notas de pasas, miel, canela y avellanas cubiertas de chocolate.
Un espíritu voluptuoso, que se logra gracias a una compleja maduración, es la principal característica de The Quinta Ruban 14 Años. Este single malt primero pasa por barricas de bourbon y luego por barriles tipo ruby port. Este tipo de elaboración hace que el whisky tenga una textura aterciopelada y destaque los suaves sabores de cacao mentolado con notas de dulces turcos y especias. Su aroma es una poderosa mezcla de naranja y chocolate con menta.
Pero, así como la naturaleza ha dado recursos e inspiración para las creaciones de Glenmorangie, la destilería tiene el compromiso de retribuirlo. Dado que a los alambiques de cobre de cinco metros de altura se les conoce como cuellos de jirafa, este animal ha sido adoptado como mascota de la marca. Pero no solo se les reconoce con un apodo para los alambiques —cuyo gran espacio permite el desarrollo de sabores y aromas delicados y afrutados—: en 2020, la marca forjó una innovadora asociación de preservación animal con la Fundación para la Conservación de la Jirafa. Con esto se intenta contrarrestar las amenazas de las jirafas en la naturaleza, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva, que han provocado que muchas poblaciones sean clasificadas como en peligro crítico.
Retribuidos los recursos, se sigue disfrutando de la naturaleza y el single malt porque ha quedado clara la armonía. A la tierra hay que devolverle el agua de los manantiales, la belleza de los campos de cebada y trigo, y la inteligencia humana para representarla en un trago. Esfuerzo, sabiduría, inspiración e historia. Los alambiques de cobre, conocidos como jirafas, destilan ciencia y naturaleza. En las barricas de Glenmorangie hay mucho más que whisky.
En las barricas y bodegas de Glenmorangie hay mucho más que whisky. En las Tierras Altas de Escocia, donde en 1843 nació la destilería en honor a una tierra amada, se almacenan inspiración, historia y elegancia. Las botellas single malt The Original 10 Años, The Lasanta 12 Años y The Quinta Ruban 14 Años muestran la perfecta combinación entre la naturaleza y la ciencia en favor del whisky.
Los alambiques de cobre destilan inspiración y las barricas almacenan historia. Cada botella de Glenmorangie representa esfuerzo y sabiduría, y cada vaso, cada sorbo, habla de la perfecta combinación entre ciencia y naturaleza. Desde su nacimiento y bautizo, en 1843, la destilería ha honrado la tierra mediante la elaboración de whiskies single malt.
En la región de Ross-shire, en la Tierras Altas de Escocia, el granjero William Matheson y su esposa Anne acondicionaron una vieja cervecería para convertirla en destilería. Esa zona montañosa de relieve variado les ofreció lo necesario para que sus whiskies alcanzaran la excelencia, como el agua del manantial de Tarlogie —particularmente más densa que el promedio, dada la roca caliza y los minerales de la zona—.
Las formaciones rocosas y los grandes valles inspiraron el nombre. El whisky fue llamado así en honor a la tierra que William Matheson tanto amó: en gaélico, Glenmorangie significa “valle de la tranquilidad”. Se asentaba así también la manera en la que se elaborarían los whiskies: con calma. Y cada creación se vería inspirada en la naturaleza.
Desde los dorados campos de cebada y trigo hasta el mismo sol, la marca evoca algún elemento del entorno y lo refleja en el color de las bebidas, sus aromas y sabores. Así es como el doctor en Bioquímica Bill Lumsden, director de Destilación y director creativo desde hace 25 años en Glenmorangie, ha desarrollado distintas etiquetas. Por ejemplo, el espíritu y sabor de la tierra natal de Glenmorangie se vio reflejada en la serie The Cadboll Estate; un paseo por el bosque derivó en Glenmorangie A Tale of the Forest, y una taza de café inspiró Glenmorangie Signet.
“Todos nuestros experimentos tratan de crear diferentes sabores de diferentes maneras”, asegura Lumsden, dos veces Maestro Mezclador o Destilador del Año en el International Spirits Challenge.
El trabajo de Bill Lumsden continúa con el legado de William Matheson y Gordon L Smart, uno de los primeros y más longevos destiladores de la marca, con 50 años ininterrumpidos de trabajo. Lumsden destila y supervisa botellas icónicas de Glenmorangie, como The Original 10 Años. Lanzado hace más de 175 años, este whisky single malt en la actualidad es madurado en barricas de roble blanco y envejecido en barricas de bourbon. Presenta notas frutales, como naranja, limón y durazno, así como una “dulzura en forma de miel” y “vainilla cremosa como crème brûlée”, como lo describe la marca. La frescura y versatilidad de The Original 10 Años es ideal para cocteles como The Orange Highball, nombrado así en honor de la jirafa que es considerada la mascota de la marca. En un vaso highball con hielo se vierten 50 mililitros de Glenmorangie The Original, 50 mililitros de agua tónica, 50 mililitros de agua gasificada y el jugo de media naranja. Se termina con piel de naranja como garnitura y se mezcla.
The Lasanta 12 Años es definido por la destilería como una puesta de sol en un vaso de whisky. Este destilado tiene una rica especiatura y su dulzura se percibe en notas de pasas, miel, canela y avellanas cubiertas de chocolate.
Un espíritu voluptuoso, que se logra gracias a una compleja maduración, es la principal característica de The Quinta Ruban 14 Años. Este single malt primero pasa por barricas de bourbon y luego por barriles tipo ruby port. Este tipo de elaboración hace que el whisky tenga una textura aterciopelada y destaque los suaves sabores de cacao mentolado con notas de dulces turcos y especias. Su aroma es una poderosa mezcla de naranja y chocolate con menta.
Pero, así como la naturaleza ha dado recursos e inspiración para las creaciones de Glenmorangie, la destilería tiene el compromiso de retribuirlo. Dado que a los alambiques de cobre de cinco metros de altura se les conoce como cuellos de jirafa, este animal ha sido adoptado como mascota de la marca. Pero no solo se les reconoce con un apodo para los alambiques —cuyo gran espacio permite el desarrollo de sabores y aromas delicados y afrutados—: en 2020, la marca forjó una innovadora asociación de preservación animal con la Fundación para la Conservación de la Jirafa. Con esto se intenta contrarrestar las amenazas de las jirafas en la naturaleza, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva, que han provocado que muchas poblaciones sean clasificadas como en peligro crítico.
Retribuidos los recursos, se sigue disfrutando de la naturaleza y el single malt porque ha quedado clara la armonía. A la tierra hay que devolverle el agua de los manantiales, la belleza de los campos de cebada y trigo, y la inteligencia humana para representarla en un trago. Esfuerzo, sabiduría, inspiración e historia. Los alambiques de cobre, conocidos como jirafas, destilan ciencia y naturaleza. En las barricas de Glenmorangie hay mucho más que whisky.
En las barricas y bodegas de Glenmorangie hay mucho más que whisky. En las Tierras Altas de Escocia, donde en 1843 nació la destilería en honor a una tierra amada, se almacenan inspiración, historia y elegancia. Las botellas single malt The Original 10 Años, The Lasanta 12 Años y The Quinta Ruban 14 Años muestran la perfecta combinación entre la naturaleza y la ciencia en favor del whisky.
Los alambiques de cobre destilan inspiración y las barricas almacenan historia. Cada botella de Glenmorangie representa esfuerzo y sabiduría, y cada vaso, cada sorbo, habla de la perfecta combinación entre ciencia y naturaleza. Desde su nacimiento y bautizo, en 1843, la destilería ha honrado la tierra mediante la elaboración de whiskies single malt.
En la región de Ross-shire, en la Tierras Altas de Escocia, el granjero William Matheson y su esposa Anne acondicionaron una vieja cervecería para convertirla en destilería. Esa zona montañosa de relieve variado les ofreció lo necesario para que sus whiskies alcanzaran la excelencia, como el agua del manantial de Tarlogie —particularmente más densa que el promedio, dada la roca caliza y los minerales de la zona—.
Las formaciones rocosas y los grandes valles inspiraron el nombre. El whisky fue llamado así en honor a la tierra que William Matheson tanto amó: en gaélico, Glenmorangie significa “valle de la tranquilidad”. Se asentaba así también la manera en la que se elaborarían los whiskies: con calma. Y cada creación se vería inspirada en la naturaleza.
Desde los dorados campos de cebada y trigo hasta el mismo sol, la marca evoca algún elemento del entorno y lo refleja en el color de las bebidas, sus aromas y sabores. Así es como el doctor en Bioquímica Bill Lumsden, director de Destilación y director creativo desde hace 25 años en Glenmorangie, ha desarrollado distintas etiquetas. Por ejemplo, el espíritu y sabor de la tierra natal de Glenmorangie se vio reflejada en la serie The Cadboll Estate; un paseo por el bosque derivó en Glenmorangie A Tale of the Forest, y una taza de café inspiró Glenmorangie Signet.
“Todos nuestros experimentos tratan de crear diferentes sabores de diferentes maneras”, asegura Lumsden, dos veces Maestro Mezclador o Destilador del Año en el International Spirits Challenge.
El trabajo de Bill Lumsden continúa con el legado de William Matheson y Gordon L Smart, uno de los primeros y más longevos destiladores de la marca, con 50 años ininterrumpidos de trabajo. Lumsden destila y supervisa botellas icónicas de Glenmorangie, como The Original 10 Años. Lanzado hace más de 175 años, este whisky single malt en la actualidad es madurado en barricas de roble blanco y envejecido en barricas de bourbon. Presenta notas frutales, como naranja, limón y durazno, así como una “dulzura en forma de miel” y “vainilla cremosa como crème brûlée”, como lo describe la marca. La frescura y versatilidad de The Original 10 Años es ideal para cocteles como The Orange Highball, nombrado así en honor de la jirafa que es considerada la mascota de la marca. En un vaso highball con hielo se vierten 50 mililitros de Glenmorangie The Original, 50 mililitros de agua tónica, 50 mililitros de agua gasificada y el jugo de media naranja. Se termina con piel de naranja como garnitura y se mezcla.
The Lasanta 12 Años es definido por la destilería como una puesta de sol en un vaso de whisky. Este destilado tiene una rica especiatura y su dulzura se percibe en notas de pasas, miel, canela y avellanas cubiertas de chocolate.
Un espíritu voluptuoso, que se logra gracias a una compleja maduración, es la principal característica de The Quinta Ruban 14 Años. Este single malt primero pasa por barricas de bourbon y luego por barriles tipo ruby port. Este tipo de elaboración hace que el whisky tenga una textura aterciopelada y destaque los suaves sabores de cacao mentolado con notas de dulces turcos y especias. Su aroma es una poderosa mezcla de naranja y chocolate con menta.
Pero, así como la naturaleza ha dado recursos e inspiración para las creaciones de Glenmorangie, la destilería tiene el compromiso de retribuirlo. Dado que a los alambiques de cobre de cinco metros de altura se les conoce como cuellos de jirafa, este animal ha sido adoptado como mascota de la marca. Pero no solo se les reconoce con un apodo para los alambiques —cuyo gran espacio permite el desarrollo de sabores y aromas delicados y afrutados—: en 2020, la marca forjó una innovadora asociación de preservación animal con la Fundación para la Conservación de la Jirafa. Con esto se intenta contrarrestar las amenazas de las jirafas en la naturaleza, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva, que han provocado que muchas poblaciones sean clasificadas como en peligro crítico.
Retribuidos los recursos, se sigue disfrutando de la naturaleza y el single malt porque ha quedado clara la armonía. A la tierra hay que devolverle el agua de los manantiales, la belleza de los campos de cebada y trigo, y la inteligencia humana para representarla en un trago. Esfuerzo, sabiduría, inspiración e historia. Los alambiques de cobre, conocidos como jirafas, destilan ciencia y naturaleza. En las barricas de Glenmorangie hay mucho más que whisky.
En las barricas y bodegas de Glenmorangie hay mucho más que whisky. En las Tierras Altas de Escocia, donde en 1843 nació la destilería en honor a una tierra amada, se almacenan inspiración, historia y elegancia. Las botellas single malt The Original 10 Años, The Lasanta 12 Años y The Quinta Ruban 14 Años muestran la perfecta combinación entre la naturaleza y la ciencia en favor del whisky.
Los alambiques de cobre destilan inspiración y las barricas almacenan historia. Cada botella de Glenmorangie representa esfuerzo y sabiduría, y cada vaso, cada sorbo, habla de la perfecta combinación entre ciencia y naturaleza. Desde su nacimiento y bautizo, en 1843, la destilería ha honrado la tierra mediante la elaboración de whiskies single malt.
En la región de Ross-shire, en la Tierras Altas de Escocia, el granjero William Matheson y su esposa Anne acondicionaron una vieja cervecería para convertirla en destilería. Esa zona montañosa de relieve variado les ofreció lo necesario para que sus whiskies alcanzaran la excelencia, como el agua del manantial de Tarlogie —particularmente más densa que el promedio, dada la roca caliza y los minerales de la zona—.
Las formaciones rocosas y los grandes valles inspiraron el nombre. El whisky fue llamado así en honor a la tierra que William Matheson tanto amó: en gaélico, Glenmorangie significa “valle de la tranquilidad”. Se asentaba así también la manera en la que se elaborarían los whiskies: con calma. Y cada creación se vería inspirada en la naturaleza.
Desde los dorados campos de cebada y trigo hasta el mismo sol, la marca evoca algún elemento del entorno y lo refleja en el color de las bebidas, sus aromas y sabores. Así es como el doctor en Bioquímica Bill Lumsden, director de Destilación y director creativo desde hace 25 años en Glenmorangie, ha desarrollado distintas etiquetas. Por ejemplo, el espíritu y sabor de la tierra natal de Glenmorangie se vio reflejada en la serie The Cadboll Estate; un paseo por el bosque derivó en Glenmorangie A Tale of the Forest, y una taza de café inspiró Glenmorangie Signet.
“Todos nuestros experimentos tratan de crear diferentes sabores de diferentes maneras”, asegura Lumsden, dos veces Maestro Mezclador o Destilador del Año en el International Spirits Challenge.
El trabajo de Bill Lumsden continúa con el legado de William Matheson y Gordon L Smart, uno de los primeros y más longevos destiladores de la marca, con 50 años ininterrumpidos de trabajo. Lumsden destila y supervisa botellas icónicas de Glenmorangie, como The Original 10 Años. Lanzado hace más de 175 años, este whisky single malt en la actualidad es madurado en barricas de roble blanco y envejecido en barricas de bourbon. Presenta notas frutales, como naranja, limón y durazno, así como una “dulzura en forma de miel” y “vainilla cremosa como crème brûlée”, como lo describe la marca. La frescura y versatilidad de The Original 10 Años es ideal para cocteles como The Orange Highball, nombrado así en honor de la jirafa que es considerada la mascota de la marca. En un vaso highball con hielo se vierten 50 mililitros de Glenmorangie The Original, 50 mililitros de agua tónica, 50 mililitros de agua gasificada y el jugo de media naranja. Se termina con piel de naranja como garnitura y se mezcla.
The Lasanta 12 Años es definido por la destilería como una puesta de sol en un vaso de whisky. Este destilado tiene una rica especiatura y su dulzura se percibe en notas de pasas, miel, canela y avellanas cubiertas de chocolate.
Un espíritu voluptuoso, que se logra gracias a una compleja maduración, es la principal característica de The Quinta Ruban 14 Años. Este single malt primero pasa por barricas de bourbon y luego por barriles tipo ruby port. Este tipo de elaboración hace que el whisky tenga una textura aterciopelada y destaque los suaves sabores de cacao mentolado con notas de dulces turcos y especias. Su aroma es una poderosa mezcla de naranja y chocolate con menta.
Pero, así como la naturaleza ha dado recursos e inspiración para las creaciones de Glenmorangie, la destilería tiene el compromiso de retribuirlo. Dado que a los alambiques de cobre de cinco metros de altura se les conoce como cuellos de jirafa, este animal ha sido adoptado como mascota de la marca. Pero no solo se les reconoce con un apodo para los alambiques —cuyo gran espacio permite el desarrollo de sabores y aromas delicados y afrutados—: en 2020, la marca forjó una innovadora asociación de preservación animal con la Fundación para la Conservación de la Jirafa. Con esto se intenta contrarrestar las amenazas de las jirafas en la naturaleza, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva, que han provocado que muchas poblaciones sean clasificadas como en peligro crítico.
Retribuidos los recursos, se sigue disfrutando de la naturaleza y el single malt porque ha quedado clara la armonía. A la tierra hay que devolverle el agua de los manantiales, la belleza de los campos de cebada y trigo, y la inteligencia humana para representarla en un trago. Esfuerzo, sabiduría, inspiración e historia. Los alambiques de cobre, conocidos como jirafas, destilan ciencia y naturaleza. En las barricas de Glenmorangie hay mucho más que whisky.
En las barricas y bodegas de Glenmorangie hay mucho más que whisky. En las Tierras Altas de Escocia, donde en 1843 nació la destilería en honor a una tierra amada, se almacenan inspiración, historia y elegancia. Las botellas single malt The Original 10 Años, The Lasanta 12 Años y The Quinta Ruban 14 Años muestran la perfecta combinación entre la naturaleza y la ciencia en favor del whisky.
Los alambiques de cobre destilan inspiración y las barricas almacenan historia. Cada botella de Glenmorangie representa esfuerzo y sabiduría, y cada vaso, cada sorbo, habla de la perfecta combinación entre ciencia y naturaleza. Desde su nacimiento y bautizo, en 1843, la destilería ha honrado la tierra mediante la elaboración de whiskies single malt.
En la región de Ross-shire, en la Tierras Altas de Escocia, el granjero William Matheson y su esposa Anne acondicionaron una vieja cervecería para convertirla en destilería. Esa zona montañosa de relieve variado les ofreció lo necesario para que sus whiskies alcanzaran la excelencia, como el agua del manantial de Tarlogie —particularmente más densa que el promedio, dada la roca caliza y los minerales de la zona—.
Las formaciones rocosas y los grandes valles inspiraron el nombre. El whisky fue llamado así en honor a la tierra que William Matheson tanto amó: en gaélico, Glenmorangie significa “valle de la tranquilidad”. Se asentaba así también la manera en la que se elaborarían los whiskies: con calma. Y cada creación se vería inspirada en la naturaleza.
Desde los dorados campos de cebada y trigo hasta el mismo sol, la marca evoca algún elemento del entorno y lo refleja en el color de las bebidas, sus aromas y sabores. Así es como el doctor en Bioquímica Bill Lumsden, director de Destilación y director creativo desde hace 25 años en Glenmorangie, ha desarrollado distintas etiquetas. Por ejemplo, el espíritu y sabor de la tierra natal de Glenmorangie se vio reflejada en la serie The Cadboll Estate; un paseo por el bosque derivó en Glenmorangie A Tale of the Forest, y una taza de café inspiró Glenmorangie Signet.
“Todos nuestros experimentos tratan de crear diferentes sabores de diferentes maneras”, asegura Lumsden, dos veces Maestro Mezclador o Destilador del Año en el International Spirits Challenge.
El trabajo de Bill Lumsden continúa con el legado de William Matheson y Gordon L Smart, uno de los primeros y más longevos destiladores de la marca, con 50 años ininterrumpidos de trabajo. Lumsden destila y supervisa botellas icónicas de Glenmorangie, como The Original 10 Años. Lanzado hace más de 175 años, este whisky single malt en la actualidad es madurado en barricas de roble blanco y envejecido en barricas de bourbon. Presenta notas frutales, como naranja, limón y durazno, así como una “dulzura en forma de miel” y “vainilla cremosa como crème brûlée”, como lo describe la marca. La frescura y versatilidad de The Original 10 Años es ideal para cocteles como The Orange Highball, nombrado así en honor de la jirafa que es considerada la mascota de la marca. En un vaso highball con hielo se vierten 50 mililitros de Glenmorangie The Original, 50 mililitros de agua tónica, 50 mililitros de agua gasificada y el jugo de media naranja. Se termina con piel de naranja como garnitura y se mezcla.
The Lasanta 12 Años es definido por la destilería como una puesta de sol en un vaso de whisky. Este destilado tiene una rica especiatura y su dulzura se percibe en notas de pasas, miel, canela y avellanas cubiertas de chocolate.
Un espíritu voluptuoso, que se logra gracias a una compleja maduración, es la principal característica de The Quinta Ruban 14 Años. Este single malt primero pasa por barricas de bourbon y luego por barriles tipo ruby port. Este tipo de elaboración hace que el whisky tenga una textura aterciopelada y destaque los suaves sabores de cacao mentolado con notas de dulces turcos y especias. Su aroma es una poderosa mezcla de naranja y chocolate con menta.
Pero, así como la naturaleza ha dado recursos e inspiración para las creaciones de Glenmorangie, la destilería tiene el compromiso de retribuirlo. Dado que a los alambiques de cobre de cinco metros de altura se les conoce como cuellos de jirafa, este animal ha sido adoptado como mascota de la marca. Pero no solo se les reconoce con un apodo para los alambiques —cuyo gran espacio permite el desarrollo de sabores y aromas delicados y afrutados—: en 2020, la marca forjó una innovadora asociación de preservación animal con la Fundación para la Conservación de la Jirafa. Con esto se intenta contrarrestar las amenazas de las jirafas en la naturaleza, desde la pérdida de hábitat hasta la caza furtiva, que han provocado que muchas poblaciones sean clasificadas como en peligro crítico.
Retribuidos los recursos, se sigue disfrutando de la naturaleza y el single malt porque ha quedado clara la armonía. A la tierra hay que devolverle el agua de los manantiales, la belleza de los campos de cebada y trigo, y la inteligencia humana para representarla en un trago. Esfuerzo, sabiduría, inspiración e historia. Los alambiques de cobre, conocidos como jirafas, destilan ciencia y naturaleza. En las barricas de Glenmorangie hay mucho más que whisky.
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