Antes del 19 de noviembre de 1994, María Elena Solís era una comerciante que vendía manteles y atendía un puesto de antojitos al sur de la Ciudad de México. Pero ese día su vida cambió, y desde entonces se dedica a buscar a niños desparecidos a lo largo del país, en ocasiones ocupando el vacío que dejan las autoridades del sistema de justicia.
Una tarde de julio de 2023, Angélica Márquez subió un video a TikTok donde narraba su historia de adopción y pidió ayuda a los usuarios para localizar a su madre biológica. Pronto, el caso se viralizó y su privacidad estuvo expuesta. Sufrió intentos de extorsiones, pero la historia de su origen permanecía velada.
Un comando armado detuvo a Araceli Rodríguez hace dos meses en la carretera Chilpancingo-Cuernavaca. Los agresores desarmaron a sus escoltas y los dejaron, con ella, atados y pecho tierra. Araceli lleva trece años buscando a su hijo, un agente de la extinta Policía Federal que desapareció con seis compañeros y un chofer.
Esta es una película inspirada en la historia de la activista Miriam Rodríguez Martínez, que investigó a los asesinos de su hija y logró su arresto, que retrata la vida de una madre buscadora. Sin embargo, esta cinta, dirigida por la rumana Teodora Mihai, produce una fantasía de venganza donde los crímenes encuentran su validación. ¿Cómo el cine debería mirar la violencia que vive el país?
Caminaron por todos los ministerios públicos en busca de sus familiares desaparecidos y entre ellas se encontraron. Pronto crearon lazos, hicieron grupos, organizaron búsquedas en campo y llevaron sus expedientes a todos lados, con sus propios medios y recursos. Quienes nutren las filas de los colectivos suelen ser, en su mayoría, mujeres atrapadas en la espiral de la ineficacia del sistema de justicia.