Solidaridad con Palestina, arenga la juventud de Estados Unidos

Juventudes, las nuevas voces por Palestina

México se sumó a la causa internacional contra Israel. Las protestas lideradas por jóvenes en apoyo a Palestina continúan alrededor del mundo. Mientras que Estados Unidos, el país con la posibilidad de cambiar esta guerra, no retira su apoyo al gobierno de Netanyahu.

Tiempo de lectura: 14 minutos

Un joven comienza a gritar cuando el policía lo toma de los brazos. Es un voluntario durante las protestas universitarias en apoyo a Palestina. Entre cuatro policías lo cargan y lo llevan hacia la acera para detenerlo. El joven vestido de rojo y un chaleco amarillo fluorescente —distintivo de que era, en efecto, voluntario para ayudar a los organizadores a dirigir la protesta— es azotado contra el piso y sometido. Un puñado de manifestantes busca acercarse para auxiliarlo, pero otros agentes, con toletes en mano, rodean al detenido y empujan a quienes intentan ayudarlo.

“¡Échense para atrás!”, gritan los policías frente a la casa del gobernador texano Greg Abbott, a solo unos metros del Capitolio del estado. “¡Hazlo de nuevo!”, contesta una manifestante, retando a los uniformados a detener a más personas.

Hasta ese momento la protesta se había desarrollado sin incidentes. Ahora los ánimos están encendidos. La gente insulta a los policías cuando oficiales montados a caballo avanzan hacia los manifestantes para amedrentarlos. No se detienen por nadie, ni por la prensa que rodea la escena. Dan una vuelta alrededor del perímetro donde los policías realizan el arresto. Por accidente, atropellan a uno de los suyos, que cae junto a un árbol. Finalmente, los policías montados se posicionan detrás de los que iban armados con toletes.

Es el 19 de mayo de 2024 en Austin, la capital de Texas. Ya nadie se abalanza sobre los oficiales, pero gritan y graban el incidente que señalan como “brutalidad policial”. Entre los manifestantes se encuentra Stacey Monroe, de 29 años. Se acerca hasta llegar frente a los agentes y reclama que están lastimando al voluntario. Con una mano sujeta su celular para capturar el momento. Con la otra, sujeta su andadera. Es una de las más de 3 000 personas que asistieron a esta protesta, según números de los organizadores.

Esta es la tercera manifestación a nivel estatal  en solidaridad con Palestina desde el 7 de octubre de 2023, cuando milicianos del grupo extremista Hamas entraron a Israel y asesinaron a casi 1 200 personas y secuestraron a otras 200. En respuesta, el gobierno israelí emprendió una campaña armada en Gaza, una pequeña región palestina de 2 millones de habitantes entre Egipto e Israel controlada por Hamas.

En México, el mismo día que el gobierno anunció que busca sumarse a la demanda internacional contra Israel, un grupo de manifestantes se reunieron frente a la embajada israelí. Lanzaron piedras y bombas molotov, por lo que ocurrió un enfrentamiento con las fuerzas policiales.

Universitarios levantan la voz

La primer protesta en Texas ocurrió en noviembre del año pasado y participaron cerca de 60 000 personas. Para entonces, más de 10 mil palestinos habían muerto por los ataques israelíes. La segunda fue en febrero y llegaron 5 500 personas para manifestarse afuera del Capitolio de Texas, el recinto legislativo del estado.

Como muchos de los participantes, Monroe vino desde otra ciudad. Es activista latina trans, y directora de la Coalición por el Empoderamiento Trans (TEC, por sus siglas en inglés), en la ciudad de Dallas. Esta mañana de mayo viajó más de 300 kilómetros para participar en la manifestación.

Monroe padece costocondritis, una inflamación dolorosa en el cartílago de las costillas. Es por eso que necesita apoyarse en una andadera, y eso no le impide confrontar a los policías que detenían a uno de los voluntarios. Pese a las molestias que le causa, Monroe ha participado en otras protestas y sabe a qué se arriesga. A inicios de marzo fue detenida en Dallas y acusada, junto con otras 22 personas, de “traspaso criminal” —invasión a propiedad ajena— luego de manifestarse contra una fábrica de armas. A mediados de abril también protestó contra la visita de un seminarista conservador judío en la Universidad de Texas (UT) en Arlington, cerca de Dallas.

La manifestación de este 19 de mayo no es contra las armas que Estados Unidos provee a Israel, sino por el 76 aniversario del Nakba, «catástrofe” en árabe, que se conmemora el 15 de mayo. Este término se refiere al desplazamiento masivo de la población palestina en 1948 tras la fundación de Israel y, en consecuencia, el inicio de el conflicto entre ambos países de Medio Oriente.

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Las razones para protestar

La protesta fue convocada por una coalición de organizaciones a favor de Palestina, principalmente el Partido por Socialismo y Liberación (PSL) y el Movimiento Juvenil Palestino (PYM, por sus siglas en inglés), formado por estudiantes universitarios y jóvenes de todo Estados Unidos. Monroe se ofreció como su vocera en Austin.

“Texas también es directamente cómplice de mandar dinero a Israel y apoyar el genocidio que está pasando. Y la gente de Texas vamos a decir ‘ya no más’, no con nuestros taxes, no con nuestros recursos”, dice Monroe, mientras se escuda del sol en la entrada de las rejas perimetrales del jardín sur del Capitolio, en la esquina de la avenida Congress y la calle 11. Este se definió como el punto de partida, luego que el Departamento de Seguridad Pública (DPS, por sus siglas en inglés) cerrara el acceso a los jardines del recinto legislativo el día anterior.

“Básicamente nos están diciendo que quieren seguir reprimiendo los derechos de la libertad de expresión”, dice Monroe. “Nos quieren decir que no podemos hablar y denunciar el genocidio que está pasando”.

La cita era a las 13:00 horas de este caluroso domingo. El cielo está despejado tras algunos días de fuertes lluvias. Aún no llega el verano, pero la temperatura durante mayo ha generado alertas. La máxima este día alcanzó los 33 grados centígrados, casi tres grados arriba del promedio histórico en Austin, y la humedad eleva la sensación a más de 36.

El calor agobiante no es motivo para disuadir a los manifestantes que empezaron a llegar desde el mediodía a las rejas afuera del Capitolio. Algunos llegaron con sus amigos, otros con sus familias, incluso bebés y niños. Muchos son recibidos por voluntarios con carritos y hieleras llenas de botellas de agua.

El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, ha dejado claro su apoyo al Estado israelí. En noviembre de 2023 viajó al país para ofrecer ayuda a la nación de Medio Oriente.

A una hora del inicio de la protesta, incrementan los ánimos. Varios de los organizadores fungen como maestros de ceremonias. Acompañados de tambores que hacen sonar otros asistentes gritan consignas con megáfonos y la gente repite: “Sin justicia, no habrá paz”, “Dilo fuerte y dilo claro, no queremos violencia aquí”, “Rafah, Rafah, no llores, nunca te dejaremos morir”, coreaban en referencia a una ciudad en Gaza donde supuestamente se podía refugiar la población palestina, pero que ya ha sido atacada por Israel.

Frente a las rejas colocaron bultos envueltos en mantas blancas manchados con tinta roja, simulando los cuerpos muertos de palestinos en Gaza. Otros manifestantes cargan muñecos quemados, en referencia a los niños y bebés palestinos que han perecido durante los ataques israelíes. Según la organización Save the Children, desde octubre de 2023 más de 26 000 menores de edad han sido asesinados o heridos en la Franja de Gaza.

Desde el ataque de Hamas, el gobierno de Netanyahu emprendió una ofensiva contra la población de Gaza, argumentando que va tras las fuerzas militares del grupo extremista. El gobierno sostiene que ha abatido a 14 mil “terroristas” de Hamas y 16 mil civiles. Sin embargo, hasta mediados de mayo, el Ministerio de Salud de Gaza —a cargo de Hamas— denunció la muerte de 35 mil personas por los ataques, cifra que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha respaldado.

Conforme el número de participantes crece en la manifestación, la gente empieza a tomar las calles. El clima no perdona. Hay sombreros y gorras para protegerse del sol, pero muchos portan sobre los hombros kefias o shemaghs, prendas tradicionales de Medio Oriente. Otros se cubren la cabeza o el rostro con ellas. Algunas mujeres usan hijabs, los velos con los que musulmanas cubren su cabeza, y algunos judíos que se oponen a la guerra en Gaza lucen su tradicional kippah.

Monroe lleva el pelo suelto que le cae sobre los hombros, y usa gafas oscuras. Viste de negro con una playera que expresa su apoyo a Palestina. No parece importarle el calor. Explica por qué salió esa mañana desde Dallas y viajó tres horas en autobús para manifestarse: condena las miles de muertes palestinas, el Nakba y su continuidad, y el uso de los impuestos de los texanos y el resto de Estados Unidos para financiar a Israel y la guerra.

El gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, ha dejado claro su apoyo al Estado israelí. En noviembre de 2023 viajó al país para ofrecer ayuda a la nación de Medio Oriente. En marzo firmó una orden ejecutiva para que las universidades revisen sus políticas de libertad de expresión y atender el supuesto antisemitismo, lo que ha desatado debates y polémica. Ante las movilizaciones estudiantiles a favor de Palestina, no solo ha expresado su disgusto sino que ha utilizado la fuerza para reprimirlas.

En la Ciudad de México también se registraron actos violentos durante las protestas. Mientras los manifestantes trataban de quitar las vallas que protegen la sede diplomática, los policías los rociaron con el contenido de extintores. El fotógrafo Haarón Álvarez denunció haber sido golpeado por los agentes, quienes le quitaron el celular que utilizaba durante la cobertura.

Respuesta con mano dura

“Estos manifestantes deberían estar en la cárcel”, escribió el gobernador en la red social X el 24 de abril. “El antisemitismo no será tolerado en Texas. Punto. Los estudiantes que se unan a protestas antisemitas y llenas de odio en cualquier escuela o universidad pública de Texas deberían ser expulsados”. Ese día agentes del DPS, cargando equipo táctico antimotines y largos bastones negros, arrestaron a 57 personas en el campus de Austin de la UT. Entre ellos estudiantes y personas externas que se manifestaban contra los vínculos de la universidad con empresas que lucran o apoyan a Israel. El 29 de abril otras 79 personas fueron arrestadas en el campus durante una protesta.

En Texas, la reacción del DPS y Abbott no es extraña; es un estado históricamente republicano y con fuertes lazos con Israel. Tampoco lo es en el resto del país, donde buena parte de la clase política apoya al gobierno de Benjamín Netanyahu, quien ya tiene una orden de detención emitida por la Corte Penal Internacional.

Ante las reacciones de las autoridades, cerca de 30 estudiantes de UT en Austin y representantes de organizaciones sociales a favor de la libertad de expresión se reunieron en el campus el pasado 14 de mayo. El objetivo era ir al Capitolio, ofrecer testimonios ante congresistas texanos y explicar que estas protestas no son motivadas por el antisemitismo y no buscan generar odio.

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La reunión ocurrió en una pequeña sala dentro del Capitolio. El lugar se llenó de manifestantes portando kefias, especialistas en derecho y en educación y funcionarios del DPS. Algunos expertos hablaron sobre la importancia de proteger a la población judía en universidades, la legitimidad de la guerra de Israel e incluso sobre si deberían revisar dónde están los límites de la libertad de expresión para evitar ataques contra la población judía. En tanto, el congresista que encabezaba la audiencia, el republicano Brandon Creighton, calificó las protestas de “barbáricas” e “inaceptables”.

Dos días después, una organización civil musulmana, el Consejo de Relaciones Islámicas-Estadounidenses, presentó una demanda contra el gobernador por violar la Primera Enmienda, que protege la libertad de expresión, al igualar a los movimientos pro palestinos con el antisemitismo.

Las represalias contra los movimientos estudiantiles tampoco son un asunto exclusivamente texano. Una ola de manifestaciones en todo Estados Unidos se reavivó con la Universidad de Columbia, en Nueva York, el 17 de abril. Los estudiantes instalaron un campamento en el campus para exigir que la escuela se deslindara de empresas que se benefician con la guerra en Gaza. Sin embargo, fueron retirados a la fuerza cuando la rectora, Minouche Shafik, llamó a la policía. Más de 100 personas fueron detenidas.

Desde entonces, las protestas se han esparcido por todo el país, desde Los Ángeles hasta Chicago, en más de 100 centros de educación superior. Hasta el 6 de mayo, más de 2 500 personas habían sido detenidas en manifestaciones similares.

Entre disrupción y miedo

Durante la protesta en Austin, muchos de los alumnos se sienten inseguros de hablar con los medios de comunicación. Algunos piden que sus rostros no sean fotografiados, otros lo tienen cubierto a lo largo de toda la manifestación. No todos hacen público lo que sucede desde sus redes sociales, ya sea el arresto o su participación. Existe un temor de que las autoridades universitarias los estén monitoreando.

Martha, de 24 años, es una estudiante mexicana que pidió no revelar su apellido por temor a represalias. Ella se ha sumado a las protestas desde que se registraron agresiones contra estudiantes musulmanes y pro palestinos el 12 octubre de 2023. Tres personas —que se identificaron como soldados israelíes— agredieron verbalmente y amenazaron a un grupo de estudiantes dentro de la universidad. En imágenes grabadas del encuentro, se escucha cómo llaman a los estudiantes “terroristas” y aseguran que matarán a árabes en Israel.

Encuentros como estos han sido denunciados por ambas partes. Entre octubre y diciembre de 2023, en Estados Unidos se registró un incremento del 180% de casos de islamofobia y discriminación contra palestinos, y un aumento del 360% de incidentes antisemitas. Algunos han sido letales. Un niño palestino de 6 años fue apuñalado en Chicago en octubre. El siguiente mes murió un hombre judío luego de que lo empujaran y se golpeara en la cabeza durante una discusión con manifestantes en Los Ángeles. En Austin, un palestino de 23 años fue apuñalado cuando llevaba una kefia amarrada a su carro.

Para estudiantes como Martha, la respuesta de las autoridades universitarias y gubernamentales no ha sido equitativa ante la violencia contra palestinos. Tras las agresiones en el campus el 12 de octubre, las autoridades no sancionaron a los tres individuos ni los reportaron con otras autoridades. Cuando alguien grafiteó una esvástica en el campus, las autoridades reaccionaron de manera inmediata con un comunicado y advertencias contra cualquiera que vandalice la universidad.

A pesar de estos intentos de nuestra universidad de reprimirnos, solo nos empoderaron para hablar más fuerte.

El 7 de mayo los estudiantes recibieron un correo de la Oficina de la Vicepresidenta Ejecutiva y Preboste de UT en Austin, Sharon Wood. En él, además de felicitar a los estudiantes, desglosaron una serie de reglas para las ceremonias de graduación y otros festejos, como la prohibición de cualquier manifestación o actos disruptivos que interrumpieran los eventos. “Te animamos a seguirlos. Si no lo haces y eres es retirado del evento por violar estos lineamientos, tu expediente académico y diploma estarán sujetos a una suspensión de conducta estudiantil mientras se completa el proceso”, se lee en el correo firmado por Wood.

Si bien estudiantes como Martha terminaron sus clases, aún no acaban con otras actividades académicas. Teme que retengan su diploma. Por lo mismo, ella y otros alumnos decidieron no participar en el abandono de la ceremonia en el estadio universitario como protesta. Decenas de estudiantes se pararon ese día y salieron del recinto mientras el evento continuaba. Al salir, los confrontó un grupo de simpatizantes de Israel, aunque no se reportó ningún incidente de violencia.

Las graduaciones de este año vieron momentos similares en otras instituciones, como Harvard, Yale o la Universidad de Nueva York. Algunas tomaron medidas para evitar protestas. Columbia, por ejemplo, canceló la ceremonia principal y organizó varias más pequeñas. En la Universidad de Emory, en Atlanta, Georgia, cambiaron la ubicación del evento a un condado a 30 kilómetros del campus.

De vuelta a la calle

Este domingo 19 de mayo Martha no asistió a las protestas, pero otros estudiantes como Ammer Qaddumi lograron sumarse. Él estudia Economía y Gobierno en la UT y es miembro del Comité de Solidaridad Palestina (PSC, por sus siglas en inglés), un grupo estudiantil en la universidad. Durante la protesta afuera del Capitolio de Texas, corea mientras los maestros de ceremonias gritan consignas. También habla a la gente desde un megáfono cuando la manifestación se prepara para iniciar la procesión. Su padre está junto a él. Qaddumi, de 21 años, explica que desde niño ha protestado contra el conflicto en Palestina y la expansión de Israel. Su familia llegó de allá como refugiada a Estados Unidos, aunque todavía tiene familiares en el país de Medio Oriente.

“He estado involucrado en el activismo palestino desde muy joven, desde que mis padres me llevaron a protestar en Houston y ahora como activista estudiantil en UT”, dice mientras el contingente empieza su camino sobre la avenida Congress, hacia el sur,“Sigo […] para dar voz a aquellos que han sido despojados de una voz por el sionismo, por el régimen de Israel”.

Para el momento en que comienzan a marchar, otro contingente se ha sumado. Vienen de un parque a dos kilómetros, donde se habían reunido desde las 10:00 para preparar pancartas y otros materiales para la protesta. Llegan con dos pájaros de sol monumentales, un símbolo de esperanza para Palestina.

Qaddumi camina sobre la avenida y se protege del sol con un sombrero de vaquero, lentes oscuros, y porta una kefia sobre los hombros. Tiene el pelo rizado y rubio. En medio del calor que sofoca a todos, sabe a qué se enfrenta y qué podría pasar. Es uno de los estudiantes que confrontó a los tres supuestos soldados israelíes en el campus de UT en Austin el 12 de octubre. También participó en la manifestación del 24 y del 29 de abril. Durante la primera fue detenido por “traspaso criminal” y pasó 22 horas en la cárcel del condado de Travis, donde se encuentra Austin. Fue liberado y se retiraron los cargos en su contra. “A pesar de estos intentos de nuestra universidad de reprimirnos, […] solo nos empoderaron para hablar más fuerte”, remata. “Continuaremos abogando [por Palestina], no importa qué obstáculos enfrentemos”.

La manifestación partió desde las rejas del jardín sur del Capitolio y avanzó hasta la calle Pecan. Las mantas con frases como “Gloria a nuestros mártires” y “Fin al asedio de Gaza” están a la vanguardia del contingente. A gritos, los organizadores y voluntarios ordenan a la gente para que no se adelanten y se reduzca la posibilidad de cualquier problema, ya sean confusiones con el tráfico, la ruta o la policía. Avanzan sobre Congress, con agentes en bicicletas cerrando las calles aledañas.

Sobre la calle Guadalupe se observa la magnitud de la protesta. Contrario a Congress o Pecan, en esta vialidad hay una vista más abierta, sin árboles ni edificios. No se ve ni el inicio ni el final de la procesión, solo la gente con banderas palestinas y pancartas de protesta. Mientras avanzan también se nota cada vez más la presencia policial. Agentes con equipo táctico, casco antimotínes y toletes se colocan a los costados y en los cruces, patrullas y otros vehículos de la policía encaminan al contingente que avanza bajo el sol.

Son las tres de la tarde y el calor está cerca de alcanzar la temperatura máxima del día. La gente comienza a sentarse en jardineras con sombra, a meterse en estacionamientos. Algunos utilizan abanicos para refrescarse. Los voluntarios recorren de principio a fin la marcha para ofrecer agua y atención médica.

La táctica de aprehendernos al azar es una estrategia para sembrar miedo. Esa estrategia falló el 25 de abril y el 29 de abril, y ha fallado hoy.

La ropa de los manifestantes ya muestra el sudor en la espalda, las áxilas y hasta el cuello. Muchos de los que llevaban la kefia a los hombros ahora la usan para proteger su cabeza. El contorno de los hijabs también se ha oscurecido con la transpiración de sus rostros. El sudor arde en los ojos y los dolores de cabeza por la deshidratación se empiezan a sentir. Una mujer en la esquina de Guadalupe y la calle 12 Oeste ha colapsado por la insolación y personal de atención médica la ayuda.

Esta esquina marca la última parte del circuito de la protesta. La gente ha recorrido casi cinco kilómetros. A raíz de las protestas anteriores, había temor de que la policía respondiera con violencia. Mientras el contingente completa la ruta y llega nuevamente al perímetro del Capitolio, los ánimos se calientan ante la presencia de decenas de policías. Algunos de los agentes están armados con rifles de alto calibre y los policías montados se pueden ver detrás. La mayor parte de los oficiales forman una línea de seguridad alrededor de la casa del gobernador Abbott, a un costado del Capitolio.

“¡Vergüenza, vergüenza, vergüenza!”, gritan los manifestantes furiosos a los agentes del DPS. La gente se aprieta mientras avanza frente a la casa de Abbott, casi sintiendo la respiración de los policías que observan con indiferencia. Algunos agentes se apartan uno o dos pasos o mueven sus bicicletas, para permitir que la gente siga avanzando sin tocarlos, otros no. Ahí es donde la policía hace la detención del voluntario que, supuestamente, no acató las órdenes de un oficial.

En menos de un minuto tres policías se llevan al hombre. Los manifestantes no pudieron hacer nada más que gritar. “Cerdos”, decían algunos. Otros siguieron avanzando. Al final de la protesta, a través de un grupo en la red social Signal, los organizadores informan en un mensaje que otra persona más fue detenida porque, supuestamente, voló un dron en un lugar prohibido, y buscan voluntarios para llevarles comida a la cárcel del condado.

“La táctica de aprehendernos al azar es una estrategia para sembrar miedo. Esa estrategia falló el 25 de abril y el 29 de abril, y ha fallado hoy […]. El estado de Texas se ha manifestado para oponerse al genocidio de Gaza”, dice el usuario Sunbird en Signal, a la vez que pide a la gente que se cuide de las autoridades.

Son las cuatro de la tarde y el calor es insoportable. La gente logró su objetivo: tomar las calles una vez más para exigir que sus impuestos se dejen de usar para cometer un genocidio. Comienzan a retirarse. Las familias, los grupos de amigos y otros participantes se refugian nuevamente en la sombra de los árboles antes de dispersarse por las calles del centro y seguir con su domingo.

Estudiantes como Martha y Qaddumi aseguran que el movimiento estudiantil seguirá el próximo semestre, al igual que en otras partes de Estados Unidos. Entre los estudiantes descansando o trabajando y la guerra avanzando rápidamente, parece que podría ser un verano largo. La misma semana, España, Irlanda y Noruega anunciaron el reconocimiento del Estado de Palestina. El 26 de mayo, un nuevo ataque de Israel contra un campamento de refugiados en Rafah dejó al menos 45 muertes y causó indignación a nivel internacional.

El calor no cesa durante el resto del día o del mes. Fuera del cuadrante de la ciudad el tráfico avanza con normalidad. Las familias se reúnen ahora en restaurantes o simplemente pasean. Es un pequeño descanso antes de una nueva semana que seguirá con más noticias sobre el conflicto, así como discusiones del papel de Estados Unidos —y, en este caso, Texas y sus universidades— en la guerra de Gaza.

 


ESTEBAN GONZÁLEZ DE LEÓN es un periodista de la Ciudad de México. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM y empezó a trabajar en medios en 2010. Ha trabajado en espacios como el periódico ReformaTelevisa y Plumas Atómicas. Goza de la fotografía y el cine, pero se centra en temas de migración, medio ambiente y cultura.


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