Contar historias reales: Hay Festival 2015

Contar historias reales: Hay Festival 2015

Del 23 al 25 de octubre se llevará a cabo la quinta edición del Hay Festival México en la Ciudad de México. Como ya es tradición en este evento —que tiene versiones en tres continentes— estarán presentes escritores, periodistas, editores, músicos, científicos, divulgadores culturales e intelectuales. Por segundo año consecutivo Gatopardo será parte de esta celebración. Como adelanto a lo que se verá durante tres días en la capital mexicana, presentamos a cuatro de sus protagonistas: Renata Adler, Laura Bates, Hisham Matar y Åsne Seierstad, todos autores que han logrado jugar con las fronteras entre la realidad y la ficción.

Tiempo de lectura: 13 minutos

RENATA ADLER: LA VOZ DE HIERRO
Por Guillermo Sánchez Cervantes

—Veamos qué pasa. La verdad no sé qué voy a decirle— confiesa Renata Adler a través del teléfono, ronca y con prisas, al aceptar esta entrevista una mañana de septiembre de 2015 desde su casa en la ciudad de Nueva York.
Su nombre es referencia de culto. Su voz es de las más feroces y agresivas, temida y muchas veces marginada por ser crítica de la camaradería de los circuitos literarios y periodísticos de los Estados Unidos. La misma crítica de su tiempo que en 1969 escribió que formaba parte de un «grupo de edad» lanzado a un país «sin ser tomados en cuenta y sin una voz generacional». «No tenemos diarios personales que publicar, ni un exilio que compartir, ni peleas, anécdotas, guerras, solidaridad ni marcas», escribió en la introducción de su libro Toward a Radical Middle: Fourteen Pieces of Reporting and Criticism. «En la universidad, en tiempos de Eisenhower, éramos conocidos por nada, o por nuestra apatía», anota en el texto.

Entre las décadas de los sesenta y setenta, Adler era la it girl neoyorkina que escribía reportajes de largo aliento para la revista The New Yorker —perteneció al staff por cerca de cuarenta años— y crítica de cine en The New York Times. Se imponía con su look provocativo, esas camisas de cuello alto y el cabello trenzado que caía del lado izquierdo, que plasmó el fotógrafo Richard Avendon tantas veces. Ganó el Ernest Hemingway Award por su primera novela Lancha rápida en 1976, pero se consagró en el periodismo. Adler indagaba a sus entrevistados; no le importaba lo que ellos dijeran, creyeran o representaran, sino las circunstancias que los habían llevado a ese fortuito momento de gloria. Así perseguía las historias adonde sea que fueran. Cubrió Biafra, Vietnam y la guerra de los seis días en Israel; el juicio del general William Westmorand contra la cadena cbs por difamación, y el del ex ministro israelí Ariel Sharon contra la revista Time. También fue autora de los discursos del presidente del Comité de Audiencias del juicio político contra Richard Nixon.

Hija de padres alemanes, nació en Milán, Italia, en 1937, pero llegó a los Estados Unidos al año de edad. Estudió Filosofía en el Bryn Mawr College —fue alumna de Hanna Arendt—, Literatura Comparada en Harvard, y Lingüística y Estructuralismo en la Sorbona.

—Trabajaba como editora. Reseñaba libros ocasionalmente, y había veces en que no firmaba mis textos. Escribía también  textos pequeños para la sección The Talk of the Town del New Yorker. Admiraba mucho a los periodistas, era una época increíble para serlo, pienso en el Movimiento por los Derechos Civiles de los sesenta, o en el Watergate, diez años después. Nunca pensé que sería la profesión que tomaría. Había poquísimas mujeres periodistas, como Emily Hahn; aunque en su momento no comprendí que era un conflicto de género.

En 1965, las prácticas discriminatorias contra los afroamericanos, y su imposibilidad para votar, ocasionaron una efervescencia en Alabama, que desembocó en la legendaria marcha de Selma a Montgomery en la que 3 200 personas marcharon más de 87 kilómetros. Adler pidió a su editor cubrir esta marcha, dejó Nueva York y se lanzó al sur. Se puso lo que se pondría una chica de su época: guantes, tacones altos y una chaqueta. No consiguió ni una habitación de hotel porque asumieron de inmediato que era una «agitadora forastera» que venía del norte.

—Bueno pues aquí estoy, decía. Era la primera vez que estaba reporteando. En cierta manera, tuve suerte porque pude dormir en los campamentos. Iba adonde los manifestantes estuvieran.
«El gobierno de Alabama está en rebelión, y los manifestantes, con la aprobación y protección del gobierno federal, protestan contra un estado rebelde», apuntó en su legendaria «Carta desde Selma», publicada en abril de ese año en The New Yorker.

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