Si algo ha demostrado la actriz madrileña, en cincuenta años de trayectoria, es que tiene el poder de convertir a cada personaje en algo memorable. Así, ella encabeza el proyecto más reciente de Netflix.
Carmen Maura es la materialización de la chica Almodóvar de los ochenta, epítome del cine español y actriz cuyo talento ha sido dirigido por cineastas como Francis Ford Coppola, Alex de la Fuente y, naturalmente, por Pedro Almodóvar. En esa filmografía, la maternidad ha sido una estampa. Imposible no recordar a la mujer trans que acoge a la hija de su examante en La Ley del Deseo (1987); la ama de casa cuya sanidad mental es amenazada por sus hijos (uno narcotraficante y otro prostituto) en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984); y la anciana cuasi fantasma de Volver (2006), quien busca subsanar el lazo familiar después de un evento trágico. Si algo ha demostrado Maura, aun con este símil entre los papeles que ha realizado, es que tiene el poder de interpretar con singularidad a cada personaje y hacerlo memorable.
El director mexicano Manolo Caro se amarró al talento de Carmen Maura para darle rostro a la matriarca de su más reciente creación, Alguien tiene que morir. La miniserie producida por Netflix cuenta la historia de Gabino Falcón (Alejandro Speitzer), quien vuelve a España después de vivir por años en México. En casa lo espera la prometida que su familia ha pedido para él pero, a su regreso, Gabino va acompañado de un joven bailarín que inquieta los intereses y las creencias de la familia Falcón, y de todo el pueblo, el cual está alineado con el régimen de Francisco Franco.
Maura interpreta a doña Amparo, abuela de Gabino. Paradójicamente este papel despedaza el arquetipo de la benevolencia materna y se conduce con vileza y perversidad. “Me quedé de piedra, no me reconocí porque nunca soy tan mala. La he visto y he dicho ‘madre mía que hija de puta’”, dice entre risas la actriz al teléfono en una entrevista con Gatopardo, sobre la primera vez que vio la serie de Caro.
A pesar de lo repudiable que pueda llegar a ser un papel, Maura siempre habrá de plantearse en pos de éste: “Cuando interpreto, aunque tengan cosas que yo no aceptaría en la vida, intento siempre defender al personaje. Cuando estaba haciendo a doña Amparo estaba convencida de que lo hacía por el bien de mi familia. La tenía completamente disculpada”.
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La crueldad del papel no es lo único que sobrecoge a Carmen Maura. “Hay algo en esta producción muy especial. Es una época de España que recuerdo un poco porque yo nací en 1945 y Alguien tiene que morir se desarrolla en los cincuenta. Me acuerdo de algunas cosas de mi familia y de la relación con el servicio. Me hizo mucha impresión, sobre todo las imágenes, los peinados y los vestuarios”. Maura relata sus recuerdos sobre la España franquista. “Es la primera vez que rodo una película de época... de una época que viví. Cuando vas siendo mayor mayor mayor te pasa esto”.
Maura ha vivido 75 años, de los cuales 50 los ha recorrido en la actuación. En Alguien tiene que morir su veteranía actoral fue complementada por otros talentos como Ernesto Alterio, Mariola Fuentes y Cecilia Suárez. “Para los actores más jóvenes como Alejandro Speitzer, Ester Expósito, Carlos Cuevas e Isaac Hernández se vuelve un reto, como ir a la universidad. Lo que quieren es absorber, aprender, ver cómo estos actores con esta trayectoria se mueven en el set”, añade Manolo Caro. “Todo se hacía con mucho respeto y con muchísima concentración. Nadie quería hacerle perder el tiempo a ningún otro actor.”
Maura fue la primera actriz a la que Caro ofreció el proyecto. Maura es la corona del equipo que él mismo seleccionó. “Yo llamé a los actores. Creo que este proyecto fue mucho de trato personal, no fue burocrático. Fueron actores con los que yo tenía muchas ganas de colaborar”. Para la producción, Caro se reunió con profesionales como María Clara Notari, diseñadora de producción, y Paola Torres, vestuarista. Ambas han trabajado para Pedro Almodóvar. “Me fui reuniendo con gente que admiraba de la industria y que sentía que iban a sumar. Tuve la fortuna de que me dijeran que sí y ha sido un viaje mucho más agradable a su lado gracias a su experiencia”.
Caro no se permitió escatimar en la selección de su clan ya que esta miniserie de tres episodios es la producción con la que decide arrojarse hacia la reinvención de su carrera. “Hacer una comedia después de La casa las flores era lo más obvio, lo más fácil y, a lo mejor, lo más seguro porque la gente le gusta la comedia que hago, la disfruta y se vuelve muy mediática, pero a mí lo que me apetecía era probarme en otras cosas que me interesan”.
“Me veía en el espejo y pensaba que yo era un cómico, y me enorgullece muchísimo porque creo que hacer reír a la gente es complicado, pero después dije ‘¿Por qué tengo que ser solamente comediante, por qué no puedo ser un director que trabaje en otro tipo de géneros?’”. Para el director mexicano, Alguien tiene que morir es darle libertad a un género y un mundo por el cual siempre se había sentido atraído, pero no se había permitido experimentar. “Tal vez yo mismo me había autocensurado al pensar que no estaba preparado para hacerlo”.
Es innegable que esta nueva producción conserva intacta mucho de la esencia de Caro, incluso aquello que en producciones pasadas ha sido cuestionado por los espectadores como el reforzamiento de los estereotipos de clase, pero también está lo loable como el abordaje de problemáticas que aquejan a la comunidad LGBT+. “No tenemos que viajar a 1954 para darnos cuenta que hoy en día también tenemos muchísima censura. Esta es una sociedad muy dividida y es importante ponerlo en la pantalla para que la gente se dé cuenta que no podemos cometer los mismos errores que cometimos en el pasado. Para mí eso es Alguien tiene que morir”.
Precisamente las temáticas de las producciones de Caro han sido motivo de comparaciones con Almodóvar. No existe mejor veredicto que el de la propia Carmen Maura, quien en su tiempo fue el Sancho Panza del director español: “No los voy a comprar porque no se parecen en nada. Me parece fenomenal que los comparen porque los dos son súpereconocidos por ser bastante geniales siendo muy jóvenes. Pero parecerse, no se parecen en nada. Ni en el trato con los actores, ni en las historias, ni en nada”, asegura. “Entre Manolo y Almodóvar lo único que he podido encontrar es que desde jóvenes han tenido grandes éxitos gracias a su talento”.
Al ver a Caro trabajar con su musa Cecilia Suarez, con quien repite películas y series, pareciera ser que Carmen Maura se remonta a los días dorados en los que ella y Almodóvar formaron una de las mancuerna más brillantes del cine en español. “Cuando veo a Cecilia y a él que han trabajado siempre juntos, y veo cómo él quiere los actores, pienso que ‘Qué pena no haberlo encontrado siendo yo más jovencita’”.
La edad no será mayor impedimento, Maura está fascinada con Manolo Caro y está segura de que volverán a trabajar juntos; fortuna para el director quien tiene intenciones de continuar en la línea de Alguien tiene que morir en futuros proyectos. “Será un parteaguas, no sé si para bien o para mal, pero seguro será un parteaguas en mi carrera. Es como empezar otro ciclo en donde me siento más maduro, más en paz con esta locura” dice el realizador.
La madre encarnada por Carmen Maura, tan sólo por ir escopeta en mano defendiendo su sangre, será indeleble para memoria de todos los espectadores.
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