El Multifamiliar Tlalpan a un año del terremoto que sacudió a la CDMX

La lucha por volver a casa

Carlos Reyna
Fotografía de Paulina Lopez


Un año después del sismo los vecinos del Multifamiliar de Tlalpan siguen esperando la reconstrucción

Tiempo de lectura: 8 minutos

El Multifamiliar Tlalpan fue uno de lugares más afectados tras el terremoto de 7.1 grados que azotó la Ciudad de México el 19 de septiembre del año pasado. Este conjunto de diez edificios y con cerca de 500 departamentos, fue también uno de los epicentros de la solidaridad urbana, que poco a poco y con el tiempo se ha ido diluyendo; no tanto como el miedo que aún sobresalta a cualquiera que escucha la alerta sísmica o que siente un breve temblor provocado por el pasar de un camión de carga.

El Multi —que ya cumplió 61 años de existencia— se  convirtió con la participación activa de sus habitantes en un símbolo de resistencia y lucha por una reconstrucción a fondo perdido. Lo que significa que los vecinos no tendrían que pedir créditos o préstamos para volver a ver sus casas en pie.

En julio pasado, con una inversión de 350 millones de pesos, el gobierno capitalino anunció que comenzaría los trabajos de rehabilitación y reconstrucción en los diez edificios que conforman el Multifamiliar. Sin embargo, las familias que aún viven en campamentos o que han tenido que migrar temporalmente a casas de familiares y amigos, siguen esperando regresar a su hogar. Como muchos en el Valle de México, esperan conscientes de que el próximo terremoto tarde o temprano llegará.

 ***

Angel recuerda que esa tarde se sentaron a comer temprano. Aún no tomaba ni los cubiertos cuando el edificio 3A, donde vivían, se empezó a mover de un lado al otro. “Era la una de la tarde con catorce minutos”, dice. La hora exacta en que su vida cambió para siempre. Actualmente Ángel vive junto con sus hijos en uno de los campamentos que rodean el Multifamiliar.

Con un nudo en la garganta, que intenta diluir tomando una bocanada de aire, dice que “no recuerda cómo es que él, su madre o sus hijos —ambos de 17 años— abrieron la puerta del departamento. Lo que tiene presente en la memoria es que bajaron lo más rápido que pudieron y mientras lo hacían, escucharon los vidrios volverse añicos y las paredes crujir con fuerza. Una vez cruzado el portón y con el suelo aún meciéndose, se encontró con sus vecinos y escuchó: “Se cayó. Se cayó el edificio 1C”.

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