Los límites del arte sonoro en el Ex Teresa
Roberto García Hernández
Fotografía de Felipe Luna Espinosa
Los museos Ex Teresa Arte Actual y Laboratorio Arte Alameda presentan diez instalaciones de arte sonoro que cuestionan los límites entre ambos elementos.
Aunque pequeña, la escena mexicana del arte y la experimentación sonora se distingue por gozar de buena salud. No obstante, es aún poco frecuente encontrar exposiciones dedicadas al arte sonoro en museos mexicanos. ¿Cómo difundir estas propuestas entre un sector del público que quizá las desconoce?, ha sido una de las interrogantes entre artistas y curadores. Una posible respuesta es la reciente exposición “Entre límites / Zwischen Grenzen”, organizada con motivo del Año Dual México-Alemania, que reune 10 instalaciones sonoras en el Ex Teresa Arte Actual y en el Laboratorio Arte Alameda.
Con la participación de artistas importantes de México y Alemania, esta muestra bicultural busca dialogar con el edificio que hospeda al Ex Teresa, el viejo templo de Santa Teresa La Antigua que data del siglo XVII, y plantea su espacio como lo que originalmente era: un sitio de fascinación y misticismo.
Ahí dentro se encuentra Sideral, obra de Marcela Armas y Gilberto Esparza que da voz a un meteorito que ha permanecido mudo por miles de años. En la Capilla Principal yace la inmensa piedra rodeada de un mecanismo que lee su información magnética y la traduce en sonido. Marcela Armas explica en entrevista: “La idea es realizar una traducción sonora de la información magnética que viene cifrada dentro de este meteorito. Esta información nos muestra las voces de la historia de esta materia espacial, e incluso del sistema solar”. Así, aunque la obra representa un gran esfuerzo técnico, su mayor logro es proponer otra posibilidad para leer la memoria, generar un sonido nunca antes escuchado. “En este caso, lo sonoro es como la luz que ilumina los cuerpos para hacer visible una parte de su naturaleza, una voz que nos permite escuchar otro tipo de información”, dice la artista.
A unos pasos de ahí, Tetraktys, del alemán Jens Brand, geometriza el espacio de la nave principal al disponer de cuatro drones flotando en una formación fija. Mientras están en el aire, por medio de lengüetas de acordeón instaladas en su motor, cada uno emite un acorde que resuena ininterrumpidamente, por lo que al estar frente a ellos escuchamos un monótono sonido que resuena en la oscura nave, como el eco de un órgano ausente. La extraña combinación de esta formación geométrica de helicópteros y su lúgubre sonido revive el misticismo que experimentaron siglos atrás los feligreses de esta iglesia colonial.
Por su parte, Desenvolvimiento, de Stefan Roigk, convierte otra sala en una ruina, un cuarto abandonado y derruido. En ella vemos vaciados en papel maché de garrafones, cubetas, botellas y otros trastos, además de fragmentos de banquetas y muros falsos. De cada pieza sale una manguera que desemboca en un embudo con bocina. Del interior de cada objeto provienen sonidos cuyo origen no queda claro. ¿Son los fantasmas atrapados en la historia detrás de cada objeto, las voces que escucharon mientras fueron útiles? Objetos mudos y sonidos sin cuerpo se complementan, formando historias sonoras.
En la Capilla de las Ánimas, un cirio pascual se consume acompañado de una banda sonora compuesta por música concreta, folk y rock y, casi imperceptiblemente, un gemido humano. El encargado de la selección musical, de hecho, es un sensor que mide las variaciones lumínicas y calorificas de la flama. Guillermo Santamarina, autor de esta pieza (Ecce Homo), ha delegado su selección a un sistema aleatorio que, al mismo tiempo, representa metafóricamente el lento y doloroso desgaste de la vela.
Una última obra resume estas experiencias sacras y artísticas. La síntesis de todos los espacios, de Manuel Rocha Iturbide, presenta grabaciones de las distintas salas del museo en bocinas que cuelgan de cables tensados que al resonar generan un eco en todo el edificio. Para Rocha, quien además de artista y compositor ha sido curador de exposiciones de arte sonoro en Ex Teresa, era natural trabajar con sus espacios: “Es una manera muy orgánica de trabajar. Estás haciendo un instrumento en un espacio que contiene varios espacios, de lo micro a lo macro. De eso se trata la obra, de una sublimación de esas escuchas, de un instrumento que toca esos espacios”, comenta Rocha en entrevista, uno de los principales expontentes del arte sonoro mexicano. “Es bonito tener una pieza que de alguna manera es musical pero que está sonando constantemente.”
Lo más importante de lo que sucede en Entre límites es habitar ese intersticio entre la música contemporánea y el arte para abrir un espacio en el que ambos públicos se acerquen entre sí. “Siempre tuve esa necesidad, que te entiendan desde los dos lados”, dice Rocha, pues, al final, como él mismo dice, “una instalación es otra manera de hacer música”.
Entre límites / Zwischen Grenzen
Hasta el 23 de octubre de 2016
Ex Teresa Arte Actual y Laboratorio Arte Alameda
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