Louise Glück, la decimosexta mujer con el Nobel de Literatura
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Louise Glück, la decimosexta mujer con el Nobel de Literatura

La estadounidense Louise Glück es la decimosexta mujer laureada por la Academia Sueca. La intimidad que impregna a su poesía, ha puesto a críticos, eruditos y aficionados a debatir sobre su obra.

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Han pasado 119 años desde que se entregó el primer premio Nobel de Literatura. Desde 1901, 114 galardones han sido otorgados, de los cuales únicamente 16 han sido concedidos a mujeres. Louise Glück, “por su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual”, se ha convertido en la decimosexta mujer laureada por la Academia Sueca.

Escribir y publicar poesía por más de medio siglo es quizás uno de los méritos más soberbios de la estadounidense Louise Glück. La intimidad que impregna cada una de las páginas de su docena de poemarios ha puesto a críticos, eruditos y aficionados a debatir sobre si se trata de poesía confesional o no; el debate tal vez nunca se apacigüe, pero lo que jamás podrá ponerse a discusión es el don que la poeta posee para encauzar hacia la poesía, las realidades y las ilusiones complejas.

La pluma de Glück es una suerte de estirpe de una infancia nutrida de mitología griega e historias clásicas, un padre que anhelaba ser escritor, una compleja relación materna y una hermandad abstracta.

Soñamos; no recordamos.
La máquina de la familia: pelaje oscuro,
selvas del cuerpo de la madre.
La máquina de la madre: blanca ciudad dentro de ella.

La poeta nació el 22 de abril de 1943 en Nueva York. Fue criada en Long Island junto a su hermana menor, en el seno de una familia descendiente de judíos de Hungría y Rusia. Los Glück gozaban de una significativa solvencia económica gracias a que el padre renunció a la escritura para convertirse en un hombre de negocios. Sin embargo, la existencia de Glück estuvo marcada por la muerte de una hermana mayor que falleció poco antes de que ella llegara al mundo. Este suceso provocó que entre Glück y su madre germinara un truculento vínculo emocional que terminó por orillarla hacia la poesía.

“Siempre he estado, de una forma u otra, obsesionada con las hermanas, tanto las muertas como las vivas. La hermana muerta dejó de existir antes de que yo naciera. No experimenté su muerte, sino su ausencia. Su muerte me permitió nacer. Me vi a mí misma como su sustituto, lo que creó en mí una obligación profunda para con mi madre y un deseo frenético de remediar todas sus angustias”, escribe Glück en su ensayo Death and Absence. “Me lo tomaba todo como algo personal: cada sombra que cruzaba su rostro demostraba mi insuficiencia; el nacimiento de mi hermana menor lo demostró aún más concretamente. Al mismo tiempo, asumí la responsabilidad culpable del superviviente”.

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