Contaminación del agua: una lucha por salvar los ríos mexicanos

Los hijos de El Tunal y la nueva gestión del agua

En el estado de Durango una comunidad depende de un río que agoniza. La sequía y la contaminación ponen en riesgo su supervivencia. Mientras que científicos y pobladores estudian los árboles de la región como alternativa para descontaminar el agua.

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Martín Álvarez Barbosa ha visto fluir, a la par de sus casi setenta años, el caudal del río El Tunal. Ha sido testigo de cómo aquel río pasó de ser lo más preciado para él y los demás pobladores del ejido Antonio Castillo, a convertirse en un espacio contaminado por descargas de centros urbanos, detergentes y gérmenes que no se eliminaron en la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Oriente y que, en contra de los pronósticos, lucha por sobrevivir.

Al ejido Antonio Castillo, ubicado a 9.7 kilómetros de la capital de Durango, le quitaron el agua del río que su gente usaba para riego y para dar de beber al ganado; ahora los sembradíos son bañados con el agua contaminada que es vertida al disminuido caudal y que es insuficiente para los 140 habitantes, que cada día se enfrentan a una subcuenca afectada por la escasez, contaminación y sobreexplotación.

De agua cristalina a un caudal con mal olor

Hasta 2014, en la cuenca hidrológica de San Pedro Mezquital se utilizaban 452.23 millones de metros cúbicos anuales de agua, de los cuales, 57.8% se destinaban a la agricultura, ya que en esta región se localiza el Distrito de Riego 052, con una superficie de más de 18 000 hectáreas que se irrigan con agua de los ríos La Sauceda, Santiago Bayacora, Poanas y El Tunal. 

Una de estas parcelas es la de Martín Álvarez, presidente del Comisariado Ejidal de Antonio Castillo, y agricultor de la región. Martín cuenta que cuando el río estaba limpio y aún no había canales, tenían agua día y noche; lo que les permitía tener las acequias abastecidas: “queríamos regar unos surquitos de verduras y nomás levantaba la tabla y ahí estaba el agua permanente”, dice Martín al recordar que antes El Tunal era “lo máximo” que tenían, hasta que el caudal del río disminuyó en cantidad y en calidad. En sus aguas, antes cristalinas, ahora flotan densas capas de espuma y exhalan un penetrante olor a descomposición. 

Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Oriente, Durango. (Google Earth).

“El río ya no nos sirve para nada porque son puras aguas negras, la presa nos sirve porque los riegos que nos llegan es por medio de canales”, comenta Martín. 

Un recorrido por la orilla del Tunal, desde la presa Guadalupe Victoria hasta más allá de Antonio Castillo, muestra zonas del río casi secas; montones de basura y escombro y, si uno se acerca al pequeño puente que da acceso a la cabecera municipal del Nayar, río arriba, es recibido por el fétido olor de las aguas residuales que emanan del cárcamo y se vierten directamente al cauce. En esa localidad existe una laguna de estabilización (un método de tratamiento de agua por procesos naturales) pero se encuentra abandonada. 

Martín atribuye la contaminación de aguas negras a la corrupción de las autoridades que la permiten porque sucede a plena vista: “simplemente ahí en la orilla, en la mera carretera, hay una descarga de un fraccionamiento que cae directamente al río, tiene poquito que hicieron ese fraccionamiento”; además, considera que estos asentamientos deberían contar con una planta tratadora para que el agua salga, si no cien por ciento limpia, al menos lista para ser reutilizada en la siembra.

El ejido Antonio Castillo también enfrenta el problema de la basura que personas de otros lugares van a tirar a la orilla del río, al amparo de la soledad del camino. Mientras la mayoría de los desechos que producen las viviendas se depositan en el camión recolector que pasa cada semana, los márgenes del río se llenan con basura producida fuera del poblado.

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Río Chico, Durango/Comisión Mexicana de Filmaciones from México D. F., México, 2015. (Wikimedia Commons).

Esta situación, acepta el comisariado ejidal, se convierte en un círculo vicioso; hay vecinos de la localidad que tiran la basura en el río porque ya está contaminado y consideran que ya no tiene caso cuidarlo, pues, “qué más sucio puede estar”.

Un estudio de impacto ambiental realizado en 2010, indicaba que los cuerpos de agua superficiales de la zona ya presentaban daños por contaminación de desechos urbanos e industriales y basura; y advertía que la tendencia creciente de las actividades agrícolas y pecuarias, además del crecimiento poblacional, generaría tal degradación ambiental que no permitiría el retorno a las condiciones originales de las comunidades biológicas endémicas. Lo cual, sumado a fenómenos geológicos como la erosión, vaticinaba un futuro cercano en el que la afectación se intensificaría aún más.

Cuenca deficitaria 

Siete acuíferos conforman la subregión hidrológica Río San Pedro, de ahí se extraían cada año 378.26 millones de metros cúbicos y, en 2014, contaba con una recarga de 517.3 millones de metros cúbicos anuales. Cinco de estos acuíferos presentaron sobreexplotación, con un déficit de agua subterránea que ascendía a 19.25 millones de metros cúbicos anuales.

En ese mismo año, el Distrito de Riego 052 tenía un volumen concesionado de 134.383 millones de metros cúbicos de agua.

Estudios técnicos de esa época señalaron que la disponibilidad del agua subterránea se consideraba deficitaria, ya que el volumen concesionado y el volumen de extracción representaba 142.41% del volumen de recarga.

Antonio Castillo, Durango. (Google maps).

Además, clasificaron al río El Tunal en tres zonas de acuerdo a su grado de conservación:  

  1. Aguas arriba de la presa Guadalupe Victoria se consideró en buen estado, sin cambios en la geomorfología ni el régimen hidrológico.
  2. De la presa Guadalupe Victoria hasta antes de otra presa llamada La Ferrería, se calificó como regular, debido a los impactos causados por la construcción de la primera presa y por actividades humanas. La temperatura del agua descendió y afectó las condiciones de la vida acuática; y se encontró contaminación por aguas residuales e impacto en la vegetación por sobrepastoreo e introducción de especies exóticas.
  3. Aguas abajo de presa La Ferrería, donde se ubica el ejido Antonio Castillo, la zona estaba completamente deteriorada debido a que los canales de riego provocaron caudales, prácticamente nulos todo el año; el río perdió el potencial para crear y mantener los procesos naturales del ecosistema; la calidad del agua estaba afectada por las descargas de aguas residuales y la invasión masiva de lirio acuático; además, la vegetación se había degradado por el sobrepastoreo intensivo.

El proyecto “Ecohidrología para la sustentabilidad y gobernanza del agua y cuencas para el bien común”, que impulsa el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Red de Monitoreo de Reservas de Agua (RedMORA) y la Red Mexicana de Cuencas (REMEXCU), plantea que, en cerca de 72% de la superficie de México, donde vive 73% de la población y se concentra 77% del Producto Interno Bruto (PIB), los volúmenes de uso de agua han excedido la capacidad de renovación y recarga anual de las cuencas y acuíferos. 

Tal es el caso de la cuenca de San Pedro Mezquital, que no cuenta con grandes cantidades de agua porque el líquido disponible en los cuerpos superficiales y subterráneos que la componen (ríos, lagos, etc.) ha disminuido con el paso de los años. 

En el caso del río El Tunal se manifiestan al menos cuatro de las problemáticas recurrentes del agua en México: su creciente escasez, la contaminación, la limitada disponibilidad y la sobreexplotación. Estas dificultades fueron evidentes en las proximidades del ejido Antonio Castillo, donde además se constató su elevado costo y baja calidad.

Ante este panorama, uno de los objetivos del proyecto del Fondo Mundial para la Naturaleza es ayudar a entender la problemática que viven los hijos del Tunal y lograr que participen también en las decisiones sobre su aprovechamiento y cuidado. 

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Antonio Castillo, Durango. (Google Earth).

La RedMORA —formada por investigadores científicos e integrantes de organismos operadores y asociaciones civiles— busca involucrar a la población en una propuesta integral y con datos actualizados sobre la disponibilidad del agua y su calidad, para lograr que su uso sea sustentable. El equipo, liderado por la doctora María Elena Pérez López, especialista en Tecnologías Ambientales, afiliada al Instituto Politécnico Nacional (IPN), se encuentra actualmente trabajando en el ejido con la anuencia de la comunidad. 

Para evaluar la cuenca, se considerarán tanto los aspectos sociales como ambientales, así como la reserva de agua, entendida como el volumen necesario para garantizar la preservación del ecosistema. Esto se llevará a cabo mediante una red de monitoreo que analizará los objetivos de conservación y manejo. A largo plazo, se espera que este modelo pueda replicarse en otras cuencas de México.

Árboles milenarios y purificadores

El equipo de investigadores del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional del IPN en la Unidad Durango, que participa en el proyecto de la RedMORA, se enfoca en tres líneas de trabajo: identificar las fuentes y el grado de contaminación en el río Tunal, desarrollar métodos de monitoreo de la contaminación y explorar alternativas para su saneamiento.  

Como parte de dichos trabajos de investigación y rescate medioambiental, el ingeniero agroquímico y experto en Gestión Ambiental, Alejandro Leal Sáenz, se encuentra llevando a cabo un estudio titulado “Manejo del sauce, el ahuehuete y la herbácea Eleocharis densa en la biodegradación de contaminantes y compuestos de aguas residuales de la Planta de Tratamiento Oriente”.

La premisa de su investigación sugiere que el agua utilizada en los cultivos a lo largo de las orillas de El Tunal podría no estar alcanzando los estándares de calidad necesarios, lo que ocasionalmente resulta en la falta de germinación de semillas y un desarrollo insuficiente de las plantas.

Este trabajo se fundamenta en investigaciones previas que abordan la resistencia de los ahuehuetes (sabinos) a las variaciones en la calidad del agua y su contribución a la rehabilitación de entornos. Entre las investigaciones se encuentra la de María Elena Ortiz Olivas sobre la “Tolerancia de plántulas de sabino a cambios en la calidad del agua”.

El investigador señala que el sabino, una especie milenaria, es un elemento presente en esta cuenca y su capacidad para purificar el agua ha sido estudiada en diversos microclimas.

La metodología empleada comprende la siembra de varias muestras de las especies mencionadas y su riego con agua proveniente de la Planta de Tratamiento Oriente; posteriormente se llevará a cabo un análisis de la cantidad de hidrógeno, conductividad y presencia de bacterias coliformes en el agua, con el objetivo de contrastar su calidad antes y después del tratamiento, para así determinar el impacto de las raíces en este proceso.

Alejandro enfatiza que las raíces comienzan a oxigenar el agua, creando un efecto similar al de una pecera; por ello ha seleccionado el ahuehuete, el sauce y la eleocharis, como elementos fundamentales en este ecosistema. La investigación se centrará en los ríos El Tunal, Durango y La Sauceda.

El investigador reflexiona además sobre el arraigo histórico de los seres humanos en torno a los ríos y lagos, y la necesidad de recuperar esta conexión con el entorno natural. Destaca que, si bien el gobierno puede brindar apoyo, la responsabilidad última recae en la comunidad. 

Victoria de Durango, Durango. (Google Earth.)

Información y comunicación para involucrar a durangueños

La investigadora María Elena Pérez López considera indispensable relacionar a las personas con el ciclo del agua y su funcionamiento en su entorno, al mismo tiempo que establecer medidas nuevas para diagnosticar y contar con datos que faciliten la administración del agua.

Propone hacer llegar la información a la población en general, al sector académico y al personal operativo de los organismos involucrados en el manejo del agua, con estrategias adaptadas para cada sector. La cúspide de esta pirámide, cuya base son los datos, es la propuesta de soluciones para diferentes problemas.

Hasta el momento, con el objetivo de fomentar una relación más estrecha con los habitantes del ejido Antonio Castillo, se han distribuido cuestionarios para registrar su percepción sobre las problemáticas ambientales que enfrentan. Según la Dra. María Elena, la respuesta de la comunidad ha sido positiva.

“El principal problema no son los ejidatarios, somos los académicos y los operadores. Si logramos empatar los egos y trabajar bajo un solo objetivo, yo pienso que esto continuará; porque recursos hay, lo que nos falta es organización para obtener cosas que se pueden ver ahí afuera”, concluyó.

Este reportaje forma parte del proyecto “Agua para el Ambiente: fortaleciendo los vínculos entre la ciencia y el periodismo”, desarrollado con el apoyo de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia (Red MPC), la Red Mexicana de Cuencas (REMEXCU), el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) y la Red de Monitoreo de Reservas de Agua (RedMORA).

 


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