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Desde sus primeras apariciones en televisión, Javier Milei dejó en claro que el mundo se divide en dos tipos de personas: “los parásitos, inútiles” de la corporación política y, en la vereda de enfrente, “los que trabajamos y somos esclavos tributarios”. Pronto se convirtió en la figura mediática de la derecha libertaria nacional. Tras cinco años de diatribas contra la “casta política”, formó un partido, asumió como diputado y este año ganó las elecciones primarias con 30% de los votos. Milei podría convertirse en el próximo presidente de Argentina.
Es la tarde del sábado 7 de agosto de 2021. Plaza Holanda está ubicada en los bosques de Palermo, en Buenos Aires. El ingreso está custodiado por estatuas. Una de ellas representa a un león sobre un avestruz muerto, derrotado bajo sus garras. Hoy, en el centro de la plaza hay un escenario sobre el cual se despliega el símbolo de La Libertad Avanza: un águila en posición de cacería. La Libertad Avanza es un partido político nuevo —todavía no ha cumplido ni un mes desde su creación—, de tendencia conservadora en lo social y libertario en lo económico. La música que suena es un tema llamado “Panic show”, de la banda argentina La Renga, que dice: “Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida”. El escenario está rodeado por miles de personas que esperan verlo aparecer a él y que estallan cuando finalmente sube al escenario.
El hombre lleva su estilo de siempre: el pelo largo, oscuro y revuelto, campera de cuero y camisa negra. Eligió esta plaza por los leones que la protegen. Esta vez no usa la bandera libertaria, una insignia amarilla y negra, con una serpiente de cascabel y el lema “Don’t tread on me”, que podría traducirse como “No me pises”. Esta vez lleva la bandera argentina colgada al cuello, como una capa. Es su primer acto político: el hombre, un economista famoso por sus apariciones furibundas en televisión, busca convertirse en candidato a diputado. Entonces ruge:
—¡Esta no es una tarea para tibios, esta no es una tarea para cobardes, esta no es una tarea para los políticamente correctos! Yo no me metí acá para estar guiando corderos, yo me metí acá para despertar leones. ¡Quiero escucharlos rugir! ¡Viva la libertad, carajo!
Quienes lo escuchan aplauden con furia y gritan: “¡Viva!”.
Dos años después, en agosto de 2023, el hombre que ruge, Javier Milei, ganará las elecciones presidenciales primarias con 30% de los votos, dejando atrás a las dos fuerzas políticas principales, el peronismo, representado en Unión por la Patria, y Juntos por el Cambio, y estará en el primer puesto en la carrera para gobernar la Argentina.
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Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en el seno de una familia de clase media. Creció en Sáenz Peña, una ciudad del partido Tres de Febrero, en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, Norberto “Beto” Milei, comenzó manejando colectivos de la línea 21 y ascendió en el negocio hasta convertirse en dueño de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, era ama de casa. Tenía, y tiene, una hermana menor, Karina.
Milei hizo la escuela primaria y secundaria en el Cardenal Copello, un colegio de curas del barrio porteño de Villa Devoto. Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo. Muchos años después, Milei contará que sufrió maltratos y violencia física por parte de su padre. “Mi viejo me cagaba a trompadas. No me olvido más de una golpiza que me dio el 2 de abril de 1982, cuando tenía once años. Estábamos viendo en la tele todo lo de [la guerra de las] Malvinas y a mí se me ocurrió decir que eso era un delirio, que nos iban a romper el culo. A mi viejo le agarró un ataque de furia y empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, contó a Perfil.com en julio de 2018.
A esa misma edad, Milei ubica el descubrimiento de su interés por la economía. Así lo narra en El camino del libertario (Planeta, 2022), una especie de Enciclopedia Milei que no escatima en relatos épicos; está dedicado a su hermana, a quien llama “el Jefe”, y a sus mastines ingleses, a quienes denomina su “familia de cuatro patas”. Milei recuerda el impacto que le provocó la histórica frase del exministro de Economía, Lorenzo Sigaut: “El que apuesta al dólar pierde”. Como parte de la dictadura militar, Sigaut asumió con una inflación por las nubes, devaluó la moneda local y reguló el acceso a la divisa estadounidense. “Fue el momento en que descubrí que había mucha gente que en mi país estaba mal. Agobiada”.
En 1978, cuatro años antes de la guerra de las Malvinas, se llevó a cabo en la Argentina el Mundial de Fútbol. Ubaldo Matildo “el Pato” Fillol era el arquero de la selección nacional, que resultó ganadora ese año. Esa conquista lo convirtió en uno de los máximos ídolos de la infancia de Milei. Tanto lo influyó que, cuando empezó a jugar al fútbol a los nueve años, eligió ser arquero. Su carrera futbolística empezó en el club Alvear y en El Ideal de Villa Lugano, donde, cuarenta años después, en 2021, filmaría su primer spot de campaña. En paralelo, participaba en los torneos intercolegiales que organizaba el Cardenal Copello. Su hermana miraba los entrenamientos en El Ideal, mientras hacía la tarea sentada en los bancos. Y se peleaba con los hinchas contrarios cuando le llovían insultos a su hermano.
—De niño, Javier era tremendo —explica Hernán Boracchia, amigo de su infancia y adolescencia—. En un campeonato intercolegial, nosotros teníamos un equipazo. Llegamos a la última fecha del torneo, y si ganábamos éramos los campeones. Vamos ganando uno a cero. Cuando está por terminar, el equipo contrario nos hace un gol, donde uno de los jugadores contrarios baja una pelota con la mano. Empatando el partido, perdíamos el campeonato. Javi, enojadísimo contra el árbitro, no tuvo mejor idea que empezar a tirarle piedras. ¡Piedras! Le tiraba piedrazos porque nos había robado el campeonato.
Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo.
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Después de los clubes de barrio, Milei continuó jugando en Chacarita Juniors, un cuadro histórico de la liga nacional, ubicado en el conurbano bonaerense. Su padre colaboró con el club para construir las canchas de tenis y la pileta de natación.
—Era un chico muy aplicado en los entrenamientos, muy inteligente, de perfil bajo, con muchísimo carácter y muchísima dedicación —recuerda Eduardo Grecco, entrenador de Milei, cuando tenía dieciséis años—. Era un chico que quería llegar: él decía que quería ser Fillol. Tenía el sobrenombre de “Loco”, bien puesto el apodo, porque tenía actitudes, no de una locura demencial, pero sí de un chico que se hacía respetar. Entrenaba en el barro, se colgaba del travesaño, le podría decir miles de situaciones así, de loco.
—¿Era líder del grupo?
—No, la categoría del setenta tenía otros líderes, él no era líder, era uno más del grupo. Me acuerdo de una situación, no voy a dar nombres, cuando uno se metió con él y se hizo respetar. Él no se metía con nadie, pero este muchacho tuvo la imprudencia de meterse con una persona que creía que se iba a amedrentar, y Javier no se amedrentó. En este caso, llegó a las manos. No se peleaba nunca, esto fue un caso extraordinario. Fue una cosa muy delicada. Me dijo: “Eduardo, yo esto no lo voy a permitir”. Y yo le dije: “Mirá, Javier, arreglalo como puedas”. No pensaba que lo iba a arreglar como lo arregló. Le pegó un uppercut de derecha y el otro muchacho se durmió de la piña que le pegó.
Durante su adolescencia, Milei también se hizo fanático de la banda británica The Rolling Stones. Y, tal como le había pasado con Fillol en el fútbol, el cantante y líder del grupo, Mick Jagger, se convirtió en el objeto central de su devoción.
—Javi me empezó a insistir que él quería armar una banda —recuerda Hernán Boracchia—. Él tenía una guitarra y tocaba cuatro notas, cuatro putas notas de mierda. Y, a finales de la escuela secundaria, armamos Everest. Él le puso el nombre porque es el pico más alto del mundo.
La banda estaba compuesta por Milei en la voz, Juan Carlos Marioni y Diego Parise en las guitarras, Diego Vila en el bajo y Boracchia en la batería. En las fotografías de la época, Milei usa campera de jean, musculosa blanca y pañuelo rojo al cuello, buscando imitar el glamour y la sensualidad del músico inglés.
—Lo que hacía era una especie de caricatura de Jagger. Nosotros hacíamos covers de los Stones, más allá de algún tema propio, que componía Javi. Había uno que se llamaba “La ninfómana”. Después había otro que era “Ventilador de mierda”, una especie de blues, donde él hacía un recorrido por todos los dioses del Olimpo y, al final de la canción, se ponía punky la cosa, y decía: “Cuando a Dios se le terminó el barro con el que modelaba los hombres, esperó a que estos cagaran y así los terminó haciendo de mierda”. Muy punky, muy sacado.
Tocaban en un lugar que se llamaba Pizza Bar, en Palermo. La recepción del público era aceptable. Una noche rompieron un ventanal a causa de saltos demasiado enérgicos. A sus dieciocho, Milei conoció los escenarios y su magia. No era un artista virtuoso ni un músico detallista, pero daba un espectáculo.
—Como showman era genial el tipo —dice Boracchia, quien mantiene la amistad con Milei hasta hoy—. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora y te das cuenta que no le da para cantar demasiado. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
Entre el público de Everest siempre estaba Karina, la hermana menor. En cada presentación, él se quitaba la camiseta y la revoleaba. Su hermana se peleaba con el público para recuperarla. En las canchas, en los bares. Ella daba la batalla por él.
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Luego de la dictadura cívico-militar, Argentina volvió a la democracia en diciembre de 1983. Asumió la presidencia Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical. Pero la democracia nació débil, amenazada por los militares que se negaban a ser juzgados por las atrocidades cometidas en su gobierno de facto y maniatada por una economía frágil y endeudada. Alfonsín, en medio de una hiperinflación, debió dejar el poder antes de tiempo, en 1989, en manos de su sucesor, Carlos Menem.
Después del colegio secundario, Javier Milei comenzó a estudiar la licenciatura en Economía en la Universidad de Belgrano, una casa de estudios privada de la ciudad de Buenos Aires. Pero lo que marcó a fuego su vocación ocurrió un día de junio de 1989, en plena hiperinflación. Su madre le pidió que la acompañara al supermercado. Y Milei conoció la desesperación: vio cómo las personas se arrojaban sobre los productos mientras los precios cambiaban de un segundo a otro. “Todo aquello que estaban viendo mis ojos se llevaba de patadas con lo que venía estudiando en la universidad […]. Los precios subían, pero la demanda no bajaba. La gente se seguía tirando arriba de los productos, procurando acapararlos. Así que, mientras veía esa película, pensé: ‘Lo que estoy estudiando en la universidad está mal o soy un pelotudo que no entiende nada’”, escribe Milei en El camino del libertario. Aquel día, asegura, cambió su forma de ver el mundo. Decidió dejar el fútbol y dedicarle todo el tiempo al estudio de la economía. Más allá de la universidad, comenzó un proceso autodidacta e intenso. A los veinte años escribió su primer artículo académico, titulado “La hiperinflación y la distorsión en los mercados”.
Se recibió en 1993, y en los siguientes diez años desarrolló una carrera profesional como economista. Fue asesor de Antonio Bussi, un militar condenado por delitos de lesa humanidad. Trabajó en el banco HSBC y en Máxima AFJP, una empresa dedicada a gestionar aportes jubilatorios.
A principios de 2004 formó parte del estudio del reconocido economista Miguel Ángel Broda. Estuvo allí apenas cuatro meses y renunció, aunque considera que fue una “experiencia maravillosa”. En su autobiografía, Milei da a entender que se fue porque no les daban lugar a sus contribuciones. Broda da otra versión. Entrevistado por Net TV, dijo que a Milei “le costaba mucho leer teoría o leer papers. […] El puente para usar ese instrumento, para entender lo que pasa, que es el objetivo de un economista pragmático, en ese momento le daba mucha dificultad y esa fue la razón por la cual no se quedó en el estudio”, dijo Broda, antes de aclarar que Milei es “una persona seria, de mucha inteligencia”, pero con “una personalidad muy complicada”.
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En 2004, Javier Milei publicó un artículo que lo llevó a “la mejor decisión que he tomado en toda mi vida”. El artículo era académico y salió en la Revista de Economía y Estadística de la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue invitado a exponer. En el hotel donde se alojó, Milei se reunió con el dueño de un criadero de mastines ingleses. Luego de almorzar juntos, el hombre lo llevó a su casa y le presentó a una perra, Kuma, y a sus cachorros. El apartado cinco del primer capítulo de El camino del libertario está enteramente dedicado a Conan. Lleva un título de impronta bíblica: “Luego de la oscuridad llega la luz”. “Me encontré con el verdadero y más grande amor de mi vida: Conan. Los cachorros eran trece. Pero uno vino hacia mí casi de inmediato. Conan ya me había elegido. Yo no puse resistencia”, escribió.
De regreso en Buenos Aires, en su departamento del Abasto, una zona comercial y popular, empezó la convivencia con Conan. Milei recitaba en voz alta frases de economistas neoclásicos y Conan se ponía de pie y aullaba como un lobo. Escuchaba óperas italianas de Bellini y Donizetti, hacía trabajos de consultoría, vivía una vida austera pero feliz. En ocasiones, se alimentaba solo a base de pizza para destinar los recursos a Conan. Un mastín inglés adulto no es económico: puede pesar hasta cien kilos y tener un apetito voraz.
Un domingo a la noche, Milei miraba el programa político de Jorge Lanata en la televisión cuando se cortó la luz. Al salir al pasillo, descubrió una densa nube de humo, proveniente de un incendio en el edificio. Los vecinos salían con urgencia. Él le puso la correa a Conan y bajó los diez pisos por las escaleras, esquivando vidrios y mampostería, soportando la falta de oxígeno. Años después escribió en su libro autobiográfico: “Para mí, ese es uno de los días más importantes de mi vida, porque siempre le he dicho a Conan que estaba y estoy dispuesto a dar mi vida por él en todo momento, bajo cualquier circunstancia y ante todo evento. Y ese día cumplí”.
Entre 2008 y 2021, Milei trabajó en la Corporación América, el grupo empresario de Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuertos Argentina 2000, una sociedad que actualmente opera 35 aeropuertos. Durante sus años en el grupo, supo acercarse a Eurnekian, uno de los seis empresarios más ricos de Argentina según la revista Forbes. Esa proximidad le abrió también las puertas de los medios de comunicación. Eurnekian es dueño de parte de las acciones de América TV, uno de los canales que más minutos de aire le dieron a Milei desde sus programas insignia: Intratables y Animales Sueltos.
"Como showman era genial el tipo. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
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En 2016, Javier Milei debuta en Animales Sueltos, uno de los programas más vistos de la televisión argentina a lo largo de trece temporadas. Su conductor es Alejandro Fantino, un engranaje central en la construcción del personaje público de Milei. Al inicio del show, al frente de una mesa redonda, Fantino presentaba a sus invitados como si fueran integrantes de un gabinete presidencial. Ese año, cuando le toca presentarlo, el economista le dice: “Vos dame el Banco Central, que te destruyo la tasa de inflación”. Los demás participantes se ríen.
En el minuto seis del programa, Fantino, un experto en generar tensión al aire, juega la carta de la provocación. Muestra un libro que, dice, le regaló Axel Kicillof, exministro de Economía de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes. Mientras la cámara hace un zoom a la portada, se escucha un bufido de animal rabioso. La cámara muestra a Milei. Usa traje oscuro, patillas y cabello negro, más largo hacia los costados y la nuca, batido sobre la cabeza, un estilo amorfo que podría ser una continuidad de sus años roqueros. Está encorvado, el ceño fruncido sobre los ojos celestes, se muerde los labios. Gruñe y golpea la mesa. Tiene el gesto de un toro que se prepara para atacar: solo le falta escarbar el suelo. “Miren ese rostro”, advierte Fantino. Bingo. La provocación resulta exitosa.
“¿Hacía falta que lo mezclaras con mis libros?... ¡A esa basura de libro! —ruge Milei y vuelve a golpear la mesa—. Ese libro yo lo llamo ‘La basura general’”. No hay nada que lo enfurezca más que Keynes. Para él, calificar a alguien de keynesiano es una forma de insultarlo. La teoría keynesiana indica que la intervención del Estado puede estabilizar la economía ante las fallas del mercado. Para Milei, el mercado simplemente no falla. Entonces comienza un escarnio contra el economista británico y el intervencionismo estatal. Y, a medida que argumenta en su contra, su voz muta, se vuelve más ronca, puro nervio: “La corporación política nos hizo esclavos tributarios de una corporación política, parasitaria e inútil y chorra. Para, digamos, ¡mirá todas las riquezas que cosecharon los kirchneristas!”. Es el martes 26 de julio de 2016. Milei es el único exaltado en una mesa de siete personas que toman café a la medianoche. Ha dado la primera muestra de una ira que lo desborda.
Años después, Fantino dirá que la presencia del economista generaba rating. Que Milei entraba en un programa de 2.5 puntos y aumentaba el rating a 7. Así comenzó un camino de furia creciente en vivo y en directo. Fue otro periodista de América TV, Mauro Viale, quien le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo.
Y Milei comenzó a boxear.
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El mecanismo de su ira televisada repetía un ciclo corporal, como si todo su organismo estuviera gritando. Primero se le enrojecía el rostro. Después agitaba los brazos con frenesí, las manos tiesas como garras. La transformación tomaba su voz: la volvía más grave, como un gruñido. Y luego llegaban los ataques verbales y la humillación del otro. En algunos casos, también las amenazas de violencia física.
Entre algunos de sus ataques, le dijo “¡Parásito! ¡Vos siempre viviste de la política, inútil! ¡Chupasangre!” a Daniel Lipovetzky, por entonces diputado del gobierno de Mauricio Macri. “¡Te voy a demostrar que él es un bruto ignorante y te voy a refregar la cara de él por el piso!” al periodista Claudio Zlotnik. “Se pasó de salame, se pasó de listo, y ¡no te da para pasarte conmigo porque te estropeo!” al periodista Carlos Gabetta.
En una conferencia de prensa en la ciudad de Metán, la periodista Teresita Frías osó preguntar sobre políticas keynesianas. Javier Milei volvió a encenderse: “Acabás de decir una burrada y yo lo que estoy haciendo es tratar de desasnarte. […] Yo no soy totalitario, solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés”. Algunos colegas defendieron a Frías a los gritos y el episodio casi termina a las piñas. El caso llegó a los tribunales, impulsado por la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género de Metán, Susana Redondo Torino, que actuó de oficio. La justicia falló contra Milei: le prohibió actos públicos en Metán, lo obligó a disculparse con la periodista y a realizar una evaluación psicológica.
En otro episodio, la conductora Marcela Tinayre lo echó de su programa Las Rubias, del canal Net TV, luego de cruzarse con la modelo y panelista Sol Pérez. Mientras sostenía la discusión, Milei retuiteaba mensajes de odio a la modelo, que se largó a llorar al aire. Los mensajes decían cosas como “Ante semejante rotura de ano se tuvo que levantar a ponerse agua oxigenada” o “Necesitamos más Milei para abrir mentes […] porque chicas para mostrar el culo hay muchísimas”.
A pesar de su violencia, su exposición crecía. Lo convirtió en el economista con más minutos de aire en televisión y radio entre 2017 y 2018. La consultora Ejes de Comunicación reveló que, durante ese período, Milei acumuló 193 547 segundos de aire en 235 entrevistas, el equivalente a estar dos días y cinco horas en los medios. El libertario llenaba los espacios vacíos de las grillas. Lo bizarro también lo interpelaba. Podía ser parte de shows de chimentos, donde acudía junto a su novia, Daniela Mori, una cantante que había sido parte del conjunto Las Primas, exitoso en los ochenta. O podía protagonizar programas humorísticos, como Peligro: Sin Codificar. Allí, el actor Jorge Campi se disfrazaba de “Javier Mileidi” y se peleaba con el Milei real, a modo de parodia. El actor también usaba traje negro y una peluca de pelo largo, revuelto y oscuro. El estilo Milei ya era reconocible a simple vista.
Mauro Viale le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo. Y Milei comenzó a boxear.
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—Yo venía siguiendo a Milei y a la nueva derecha desde el arranque del 2021 y ya había escuchado todas las historias místicas, había escuchado hablar siete millones de veces de Conan, pero conscientemente había desechado ese enfoque. Yo simplemente decía: “No puede ser” —dice Juan Luis González, periodista de Noticias, en el café de la redacción.
Lo que “no puede ser” es el hilo que González siguió para escribir la biografía no autorizada de Javier Milei, titulada El loco (Planeta, julio de 2023). Lo que descubre su investigación es que Conan murió en 2017, a pesar de que Milei habla en presente cuando se refiere a su perro. Y que, a partir de la muerte de Conan, el economista cambió definitivamente. “A los que querían escucharlo, Milei les comenzó a contar historias cada vez más llamativas: que Conan en verdad no había muerto […], sino que había ido a sentarse al lado del ‘número uno’ para protegerlo, y que gracias a eso había empezado a tener charlas con el mismísimo Dios”, escribió González. En una de esas conversaciones, narra en El loco, Dios le dijo que tenía para una misión para él: tenía que meterse en política y no tenía que detenerse hasta ser presidente. En su investigación, González devela que el economista mandó a clonar a Conan en Estados Unidos. El resultado fueron los cachorros de mastín inglés que bautizó con los nombres de sus economistas libertarios favoritos: Murray (por Rothbard), Milton (por Friedman), Robert y Lucas (por Robert Lucas).
Después de las elecciones primarias de 2023, la web de la empresa PerPETuate, “la primera compañía de preservación genética de mascotas del mundo”, publicó un mensaje de reconocimiento al “DR JAVIER MELEI” (sic). La compañía, con laboratorios en Massachusetts, le agradeció por haber dedicado su victoria a Conan y a sus clones producidos a partir de células preservadas por PerPETuate.
—En el prólogo del libro, que escribí hace un año, yo me preguntaba qué pasaba si, en un país inestable, aparecía un líder inestable —recuerda González—. Ahora, imaginate, la pregunta es otra: ¿qué pasa si a un país inestable lo gobierna un líder inestable?
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El domingo 17 de febrero de 2019 se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires la Otacon Party, un evento dedicado al animé, el cómic y la música pop coreana. Hubo también participación de cosplayers: personas disfrazadas y caracterizadas como personajes ficticios, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Javier Milei acudió vestido como un superhéroe. Ocultaba parte de su rostro detrás de un antifaz. Vestía una armadura, una capa, guantes amarillos, un tridente dorado. “Hola, soy el General Ancap. Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de apropiación originaria del hombre. […] Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”, se presentó en la Otacon Party.
Milei se convirtió en el General Ancap —nombre que proviene de la ideología del economista: el anarcocapitalismo— de la mano de Lilia Lemoine, una cosplayer reconocida en el mundo otaku. Lemoine se presenta como influencer e it girl. Actualmente es candidata a diputada nacional de La Libertad Avanza, aunque reconoce que, si Milei fuera presidente, le gustaría ser su vocera. “Como una Cerruti buena”, aclara, en alusión a la actual portavoz de Presidencia, Gabriela Cerruti.
—A Javier, en persona, lo conocí en el evento de cosplay —cuenta Lemoine, de 43 años, en un restaurante de Palermo—. Le propuse hacer un superhéroe y él me dijo que sí. ¡Yo no lo podía creer! Fue en pleno verano: él transpiró, se manchó la cara, pero no se preocupa por esas cosas. Él se fue a divertir. Fue con su exnovia, Daniela, con la hermana, Kari, que ahí la conocí también. Fue superdivertido. Yo veía cómo los chicos se volvían locos, nos pedían fotos. Y él, superamable con la gente.
A comienzos de la campaña de 2021, Lemoine se convirtió en la maquilladora y fotógrafa de Milei. Ella, dice, consiguió grandes cambios en la forma de mostrarse del candidato a presidente: logró que abandonara los pantalones de talles grandes y modeló su look como un personaje de X-Men.
—Entiendo que la gente, como te ve, te juzga. Por eso me preocupé mucho por la imagen física de Javier y noté que, si bien su pelo es un emblema, no estaba bien cortado. Había fotos en las que parecía una señora, ¡era tremendo! Y yo le dije: “¿Y si en vez de que el pelo te tape la cara, te descubrimos y te dejas patillas? Yo se lo dije por Wolverine. A mí siempre me hizo acordar a Wolverine. Y le gustó, me hizo caso y se dejó las patillas.
Lemoine es maquilladora protésica, especialista en efectos especiales, y es la encargada de cuidar el rostro del candidato con sus técnicas cosméticas. Milei confía en ella y en sus decisiones de imagen. Tanto que eligió una foto hecha por ella para la tapa del libro El fin de la inflación (Planeta, mayo de 2023).
—Nuestro candidato es el más lindo de todos: tiene una buena melena y tremendos ojos. Mucha gente se enojó conmigo por eso, pensaban que era superficial. Entendí cómo era la dinámica de la peluca. Yo hago corte esculpido y lo fui llevando al ideal, que era lo que más me gustaba a mí. Su pelo al viento siempre fue un emblema, pasa que antes era un pelo loco, despeinado, ahora es una melena llamativa pero más armónica.
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Un plano aéreo muestra una Buenos Aires desierta. Tambores con fogatas iluminan un galpón fantasmal. Suena música épica. De las paredes cuelgan retratos de pensadores de siglos pasados. Karina lleva unas alas de ángel sobre la espalda. Javier Milei usa un sobretodo negro al estilo Matrix. Tiene una maza de utilería, frente a una maqueta del Banco Central. Al grito de “¡Destrucción, destrucción!”, un grupo de libertarios rodean a Milei, mientras él rompe a mazazos la réplica y aúlla: “¡Basta de inflación!”. Detrás de él, Karina sonríe.
Esto sucede en la escena final de Pandenomics, una película filmada en 2020, adaptación del libro homónimo de Milei, un manifiesto en contra de las medidas de aislamiento social tomadas por el Gobierno durante la pandemia de covid-19.
La pandemia fue un punto de inflexión en el surgimiento del libertario. Mientras el Gobierno obligaba a encerrarse y quedarse en casa, Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”. Pandenomics fue dirigida por el cineasta Santiago Luis Oría, formado en la Universidad del Cine, quien también filmó el documental Javier Milei. La revolución liberal, estrenado en julio de 2023. Que una tradición política de élite como el liberalismo se haya convertido en un fenómeno popular era algo fascinante para Oría. Entonces se propuso filmarlo.
—Voy a la casa de Milei, cosa rara, porque casi nadie entra a la casa —recuerda Oría una mañana de viernes, con un café y un avocado toast—. En realidad, era en lo de la hermana, en Vicente López. Y estuvimos hablando un largo rato, él me habló mucho de las internas académicas del liberalismo, tanto acá como en Chicago. Y yo le dije: “Tengo una propuesta: agarrar tu libro y hacerlo como un documental, lo hacemos bien divertido”. No sé si lo llegaste a ver…
—Sí, lo vi. Tiene una estética de cómic.
—Es una estética apocalíptica, claro, como de cómic. Está inspirado más que nada en Escape from New York, de John Carpenter. La música también es de esa película; usamos unas licencias gratuitas de YouTube que están buenísimas. Bueno, esa experiencia fue muy exitosa, la vio un montonazo de gente.
Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”.
Pandenomics fue filmada en una fábrica abandonada de Moreno, en el conurbano bonaerense, propiedad de la familia de Valentino Summo, jefe de producción del filme. Se estrenó en diciembre de 2020 y, como los cines estaban cerrados, se proyectó en la pantalla grande del hotel GrandView.
—Lo que sentíamos en ese momento es que también nos queríamos divertir, por todo lo que implicó el encierro, toda esa provocación de tristeza. Divertirse, ser libres y estar alegres también era una manera de estar combatiendo. De hecho, obviamente, no fue acorde a los protocolos sanitarios.
Oría también fue convocado por Milei para trabajar en la campaña electoral 2021. Desde entonces se encarga no solamente del registro de sus actos y caravanas —se ufana de tener el “gran archivo Milei”: más de veinte teras de material audiovisual—, sino que también diseña los spots publicitarios oficiales. Como parte del entorno cerrado del líder de La Libertad Avanza, comprendió cómo funcionaba el vínculo entre los hermanos Milei. Para la escena final de Pandenomics, Milei pidió explícitamente que su hermana usara alas de ángel.
—Es un símbolo de que él la ve a ella como un ángel guardián: una persona que lo cuida. En este mundo de la política, con tanta falsedad, tanta hipocresía, tanta traición, es la única persona en la que confía al 100%. Karina es una persona con mucho sentido común, con una lectura de las personas increíble. Entonces, ella lo cuida de toda la gente mala que hay en torno a la política, al poder.
En septiembre de 2021, en América TV, Milei dio un ejemplo bíblico para explicar el vínculo con su hermana. “Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando, y entonces Dios le mandó a Aarón para que divulgue… Bueno, Kari es Moisés y yo soy el que divulga, nada más, soy solo un divulgador”, dijo con la voz quebrada y lágrimas en los ojos. Después agachó su cabeza y tomó la mano de Viviana Canosa, la conductora del programa, con un gesto de niño herido. Tiempo después, en el canal La Nación+, el libertario dijo que con Karina bromeaban sobre su eventual presidencia: “Uno de los chistes que nos hacemos es que yo hice todo esto para que ella sea primera dama”. En sus múltiples apariciones públicas, Milei ha demostrado que posee una emocionalidad cambiante o inestable. Sin embargo, quienes trabajan junto a él opinan lo contrario.
—Javier no es para nada inestable. O sea, la cantidad de presión que recibe desde afuera, las operaciones, las mentiras, la difamación, las traiciones... —opina Oría—. El tipo, sin embargo, está totalmente entero, sólido, compuesto, armadito, siguiendo con sus ideas, siguiendo con las batallas. Es una persona con mucha pasión, sí. Es un tipo muy pasional. Pero eso para mí no tiene que ver con la inestabilidad. Es un tipo con grandes... hay una palabra en inglés, rushes, como que, ¡bum!, de golpe te envuelve de pasión, pero después es un tipo recontrameticuloso, recontrafrío para pensar y planificar una estrategia.
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En las elecciones legislativas de 2021, Javier Milei alcanzó 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, un número considerable para una fuerza debutante. En su discurso triunfal en el Luna Park dijo, en alusión a Juntos por el Cambio y al peronismo: “¡Vaya que tiene miedo la casta! Porque tuvieron que tirarme de los dos lados, ¡porque está toda cagada!”.
La Libertad Avanza ganó dos bancas en la Cámara de Diputados, que ocuparon Milei y Victoria Villarruel, ahora su candidata a vicepresidenta. Férrea opositora de las políticas de derechos humanos del oficialismo, Villarruel es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, que defiende a “las víctimas inocentes de la violencia armada desplegada por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras”.
Desde que asumió, la producción de Milei como diputado resultó escasa. No presentó proyectos de ley ni integró ninguna comisión de trabajo. Sin embargo, su figura no paró de crecer gracias a una estrategia simple y efectiva. Desde enero de 2022, cada mes sortea la totalidad de su sueldo como legislador. El primer sorteo lo realizó en un acto en Mar del Plata. El último, de septiembre de 2023, fue el que más convocatoria tuvo: casi tres millones de participantes. El ganador se llevó una suma de aproximadamente 1 800 dólares. Se trata de un número altísimo para el sueldo promedio de un trabajador, que ronda los cuatrocientos dólares. “Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei para promocionar el sorteo en su cuenta de TikTok.
Para Iñaki Gutiérrez, veintidós años, estudiante de Derecho y Economía, creador de la cuenta oficial de TikTok de Milei, el sorteo es fundamental para el crecimiento del libertario.
—Los hitos de Javier en TikTok, sin lugar a dudas, fueron su campaña austera y la donación de su sueldo. Es el único candidato en la historia de nuestro país que dona su sueldo, y eso no deja de acercarte más a él, porque la gran mayoría de la gente está pasando un momento económico terrible y ven que los políticos siguen cobrando sus sueldos y haciendo su vida como si no hubiera nada que reprocharse.
Los números de Milei en redes superan ampliamente a sus contrincantes. En TikTok es el político argentino más popular, con 1.4 millones de seguidores, con videos que superan los ocho millones de visualizaciones. Estos números se replican en Instagram y YouTube.
—La campaña en redes funciona porque es un producto totalmente único: una persona que sabe comunicar muy bien sus ideas, con una personalidad avasallante —dice Gutiérrez—. Pero además responde al momento histórico de Argentina, a que la sociedad realmente está muy cansada de la situación económica que estamos viviendo. Y a una estrategia de poner en agenda determinados temas que la gente pretendía escuchar.
Gutiérrez llegó a La Libertad Avanza como un militante más y, en 2022, le propuso a Milei armarle una cuenta de TikTok. A veces, Gutiérrez es quien propone los temas para los videos. Otras, son ideas propias de Milei. Es el caso de uno de sus hits, su video para explicar la reducción del Estado que llevaría adelante Milei si fuera presidente: propone achicar las cuentas públicas de forma drástica y pasar de dieciocho a ocho ministerios. En el video se puede ver el organigrama actual de los ministerios dispuesto en una pizarra, y Milei arranca uno a uno los nombres de los ministerios que pretende eliminar al grito de “¡AFUERA!”. Se viralizó tanto que circula subtitulado en otros idiomas, como portugués o inglés.
“Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei.
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En su modo de ver el mundo, el mercado es una deidad que no se equivoca. Por eso todos los aspectos de la vida deberían funcionar bajo su tutela. El Estado, en cambio, debería retirarse de la economía, de la salud, de la educación, de la ciencia. Así se explica su objetivo de “pasarle la motosierra” al gasto público, es decir, reducir el Estado a su mínima expresión. En caso de ser presidente, Javier Milei promete un ajuste en las cuentas de quince puntos del PIB.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua —“una sociedad donde les sobra el agua, y el precio del agua […] es cero. Consecuentemente, ¿quién va a reclamar el derecho de propiedad de ese río? Nadie, porque no puede ganar plata”—, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños. El 28 de junio de 2022 a la mañana, en Radio con Vos, le preguntaron —literalmente— si estaría de acuerdo con la venta de niños y respondió que era “una discusión filosófica que no sé cuánto estamos preparados” para debatir y que el tema “depende en qué términos estés pensando”. Sin embargo, ese mismo día, a la noche, en La Nación+, se retractó, quizás advirtiendo que había llegado demasiado lejos.
Las bases de su programa económico en una eventual presidencia están explicadas en su libro El fin de la inflación. Allí habla de eliminar el Banco Central y plantea la posibilidad de dolarizar la economía como una solución que termine con los problemas económicos de Argentina, entre ellos un índice de pobreza que supera 40% de la población y, sobre todo, una tasa de inflación entre las más altas del mundo. El mismo mes de las elecciones primarias de 2023 la inflación llegó a 12.4%: el número más elevado en 32 años. A nivel anual, el aumento de precios fue de 124.4%, un fenómeno prologado que se aceleró en los últimos dos gobiernos y que impacta en los sectores más pobres. En un país donde la divisa estadounidense siempre funcionó como refugio para el ahorro, donde existen al menos seis tipos de cambio, Milei augura resultados prometedores. “Cuando los salarios en dólares vuelen, habrá una fuerte caída de la pobreza y la indigencia y una ganancia en bienestar enorme, por el solo hecho de haber realizado un cambio monetario”, escribe en El fin de la inflación.
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En 2023, Javier Milei se lanzó como candidato a presidente por La Libertad Avanza. A pesar de hacer campaña en contra de la “casta”, como llama a los sectores tradicionales de la política, en varias provincias privilegió a las viejas estructuras sobre los jóvenes libertarios del interior del país. La Libertad Avanza también cosechó denuncias por vender lugares en las listas. La más resonante fue la del empresario Juan Carlos Blumberg, conocido por haber impulsado leyes de mano dura, a partir del asesinato y secuestro de su hijo, Axel, en 2004. Blumberg se fue de La Libertad Avanza luego de acusar al libertario de hacer “negocios” con la política y denunciar que pedían cincuenta mil dólares por una candidatura.
En la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande, muchos intendentes del peronismo y de Juntos por el Cambio le “armaron” la lista de concejales a Milei y “cuidaron” su boleta presidencial. Así lo denunció el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, en el programa Duro de Domar. Además de proveer la estructura donde no la tenía, los partidos tradicionales aprovecharon la existencia del libertario para su propio beneficio. Mientras al peronismo le convenía que Milei creciera porque eso le restaba votos a Juntos por el Cambio, a este le beneficiaba que el economista corriera el discurso público a la derecha.
Con el armado electoral garantizado, una propuesta rupturista en tiempos de crisis económica y una personalidad histriónica, Milei triunfó en las elecciones primarias del domingo 13 de agosto de 2023. Como candidato a presidente, salió primero con 30.04% de los votos: más de siete millones de personas votaron por La Libertad Avanza. Juntos por el Cambio quedó en segundo lugar. Bajo el sello de Unión por la Patria, el peronismo salió tercero, en lo que constituyó su peor derrota desde su creación en 1946, en tiempos de Juan Domingo Perón y Evita. En varias provincias, además, los gobernadores habían desdoblado la elección provincial, de modo que se desligaron de la competencia nacional, lo que también terminó favoreciendo a Milei. El resultado fue que una fuerza inexistente hasta 2021 ganó en dieciséis de las veinticuatro jurisdicciones.
—La candidatura de Milei se impuso en las primarias y sigue creciendo porque hay dos motivos muy importantes en la constitución de su voto. Por un lado, es un rechazo a todo, pero sobre todo al peronismo, en tanto principal responsable de la crisis, no solo porque es gobierno, sino porque gobernó la mayor parte del tiempo en Argentina —opina el antropólogo y sociólogo Pablo Semán, conocido por sus investigaciones sobre sectores populares—. Por otro lado, por la afirmación del valor de la libertad que, si bien tiene una afirmación difusa como cualquier valor en política, le da una solución a los motivos de descontento.
—¿Quiénes son los votantes de Milei?
—Los votantes de Milei son los más diversos en varios sentidos, pero, al mismo tiempo, su voto está homogéneamente distribuido en distintos estratos sociales. Quiere decir que es tan importante en las clases medias como en las altas y en las bajas. Los votantes de Milei no son solo jóvenes, como en algún momento se especuló. Probablemente predominan los varones, pero también es cierto que, en el salto que logró en las elecciones, ese predominio también se diluyó. Hay una trayectoria política, más allá de lo socioeconómico, que explica esos votos: están lo que se cansaron y están los que no conocieron otra cosa mejor que Milei.
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En septiembre de 2023, organizaciones sociales y curas villeros, los sacerdotes que viven y trabajan en barrios precarios, se reunieron en la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en el barrio porteño de Barracas, para realizar una “misa de desagravio” al papa Francisco. Quisieron responder así los ataques hacia Jorge Bergoglio. “Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma, que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos […]. ¡Es el representante del Maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios! ¿Vos sabías que el papa impulsa el comunismo con todos los desastres que causó?”, dijo Javier Milei en 2020, en una entrevista en Canal 9.
No fue el único sector de la sociedad argentina que encendió las alarmas tras los resultados de las elecciones primarias. Se sumó un grupo de intelectuales, que denunció que el triunfo de Milei supone “una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”. Más de 1 200 personalidades del ambiente cultural firmaron un documento para señalar que el crecimiento del economista “potenció los discursos del odio”. Días después, 170 economistas de distintas trayectorias hicieron público su rechazo a las ideas del libertario, con el título “La dolarización es un espejismo”. Entre los firmantes está Miguel Ángel Broda, titular del estudio donde Milei trabajó en el comienzo de su carrera.
Además de centralizar la agenda política, Milei también colmó los portales de espectáculos: confirmó que estaba en pareja con la actriz Fátima Flórez, famosa por ser imitadora de Cristina Fernández de Kirchner. Ambos se conocieron en el programa La Noche de Mirtha Legrand en diciembre de 2022. Legrand es una estrella histórica de la televisión. Desde que se hizo público el vínculo, la pareja no se mostró junta en ningún momento. Los portales de espectáculos aseguran que harán su primera aparición en la mesa de Legrand. Entonces se cerrará el círculo en el lugar que los unió.
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Martes 12 de septiembre de 2023. La caravana comienza a las cuatro y media de la tarde en Plaza San Martín de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. La provincia es clave para el objetivo de Javier Milei de cara al 22 de octubre: ganar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Si consigue superar 45% de votos a nivel nacional o llegar a 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo puesto, se convertirá en presidente. Si no, deberá ir al ballotage con el segundo candidato más votado. Por eso, su objetivo es ampliar la cosecha de votos en la provincia de Buenos Aires y reforzar la candidatura de su gobernadora, Carolina Píparo, que salió tercera en las primarias.
La sede del Partido Libertario está en Calle 51, entre 7 y 8, pleno centro de La Plata, frente a Plaza San Martín. A las cuatro de la tarde, media hora antes de la convocatoria, ya hay un nutrido grupo. Se preparan para la llegada del líder, entre cantos y selfies. Unos militantes regalan bolsas blancas, estilo supermercado low cost, con una inscripción azul que dice “Milei presidente, Píparo gobernadora”. Un hombre vende banderas amarillas con figuras de leones y la leyenda “Milei 2023”. Tres mil pesos, alrededor de cuatro dólares en el mercado informal, sale una bandera grande. Tiene una opción más pequeña a dos mil pesos.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños.
A las cuatro y media, los militantes caminan con la firmeza que da la masividad hacia la esquina de Plaza San Martín. Agentes de tránsito interrumpen Avenida 7 y Calle 54. Los bocinazos de los colectivos y los autos se mezclan con los cantos dedicados a los adversarios, como “El que no salta es un K”, en alusión a los seguidores de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un delivery de PedidosYa acelera su moto sobre la avenida, flameando una bandera amarilla libertaria. Llegan más militantes con banderas argentinas y de “La Julio Argentino Roca”, una agrupación juvenil libertaria. Ahora la multitud —aproximadamente mil personas, según calcularon los medios— divisa el colectivo ploteado con el rostro de Milei e improvisa un cordón humano para abrir el paso. Cuando Milei aparece, estallan bengalas de humo de color amarillo y negro.
El candidato a presidente, vestido con su campera de cuero negro, se sube a la caja de una camioneta pick-up, junto a Píparo y a su hermana Karina. Agita los brazos, salta, canta los hits de su actual repertorio, “La casta tiene miedo” y “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El paso de la caravana es lento. Sus seguidores se amontonan. Se empujan para alcanzarle cosas que Milei firma, desde libros del economista austriaco Ludwig von Mises, hasta billetes de mil pesos. Un adolescente lookeado con el mismo corte de pelo y las mismas patillas de Milei se abraza a sus amigos al grito de “¡Le di la mano!”. Desde la caja de la camioneta, Milei agita un billete gigante de cien dólares con su cara en lugar de la de Benjamin Franklin. Aparece una murga que acompaña la caravana y un hombre disfrazado de Álex, el león de la película Madagascar, baila. Milei sacude una motosierra mientras los militantes corean “¡Mo-to-sierra, mo-to-sierra!”. Cuando la caravana pasa frente a la Gobernación, alguien le alcanza una torta a Píparo y los militantes empiezan a cantar el feliz cumpleaños. Píparo —remera naranja que dice “Love is the answer”, el pelo rubio bajo una gorra negra— señala el Palacio de Gobierno y sopla las velitas de su cumpleaños número 47. Luego de hacer dos cuadras bordeando la plaza, sin dar un discurso, sin hablar con los medios, Milei se sube a un Volkswagen Vento y desaparece en dirección a Calle 6.
Su paso por La Plata es un golpe de efecto fugaz o el resumen de la campaña de La Libertad Avanza: una caravana de fieles que ven en ese hombre sin experiencia de gestión, sin estructura, en este hombre que ruge, que agita dólares falsos y motosierras, a su próximo salvador.
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Desde sus primeras apariciones en televisión, Javier Milei dejó en claro que el mundo se divide en dos tipos de personas: “los parásitos, inútiles” de la corporación política y, en la vereda de enfrente, “los que trabajamos y somos esclavos tributarios”. Pronto se convirtió en la figura mediática de la derecha libertaria nacional. Tras cinco años de diatribas contra la “casta política”, formó un partido, asumió como diputado y este año ganó las elecciones primarias con 30% de los votos. Milei podría convertirse en el próximo presidente de Argentina.
Es la tarde del sábado 7 de agosto de 2021. Plaza Holanda está ubicada en los bosques de Palermo, en Buenos Aires. El ingreso está custodiado por estatuas. Una de ellas representa a un león sobre un avestruz muerto, derrotado bajo sus garras. Hoy, en el centro de la plaza hay un escenario sobre el cual se despliega el símbolo de La Libertad Avanza: un águila en posición de cacería. La Libertad Avanza es un partido político nuevo —todavía no ha cumplido ni un mes desde su creación—, de tendencia conservadora en lo social y libertario en lo económico. La música que suena es un tema llamado “Panic show”, de la banda argentina La Renga, que dice: “Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida”. El escenario está rodeado por miles de personas que esperan verlo aparecer a él y que estallan cuando finalmente sube al escenario.
El hombre lleva su estilo de siempre: el pelo largo, oscuro y revuelto, campera de cuero y camisa negra. Eligió esta plaza por los leones que la protegen. Esta vez no usa la bandera libertaria, una insignia amarilla y negra, con una serpiente de cascabel y el lema “Don’t tread on me”, que podría traducirse como “No me pises”. Esta vez lleva la bandera argentina colgada al cuello, como una capa. Es su primer acto político: el hombre, un economista famoso por sus apariciones furibundas en televisión, busca convertirse en candidato a diputado. Entonces ruge:
—¡Esta no es una tarea para tibios, esta no es una tarea para cobardes, esta no es una tarea para los políticamente correctos! Yo no me metí acá para estar guiando corderos, yo me metí acá para despertar leones. ¡Quiero escucharlos rugir! ¡Viva la libertad, carajo!
Quienes lo escuchan aplauden con furia y gritan: “¡Viva!”.
Dos años después, en agosto de 2023, el hombre que ruge, Javier Milei, ganará las elecciones presidenciales primarias con 30% de los votos, dejando atrás a las dos fuerzas políticas principales, el peronismo, representado en Unión por la Patria, y Juntos por el Cambio, y estará en el primer puesto en la carrera para gobernar la Argentina.
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Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en el seno de una familia de clase media. Creció en Sáenz Peña, una ciudad del partido Tres de Febrero, en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, Norberto “Beto” Milei, comenzó manejando colectivos de la línea 21 y ascendió en el negocio hasta convertirse en dueño de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, era ama de casa. Tenía, y tiene, una hermana menor, Karina.
Milei hizo la escuela primaria y secundaria en el Cardenal Copello, un colegio de curas del barrio porteño de Villa Devoto. Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo. Muchos años después, Milei contará que sufrió maltratos y violencia física por parte de su padre. “Mi viejo me cagaba a trompadas. No me olvido más de una golpiza que me dio el 2 de abril de 1982, cuando tenía once años. Estábamos viendo en la tele todo lo de [la guerra de las] Malvinas y a mí se me ocurrió decir que eso era un delirio, que nos iban a romper el culo. A mi viejo le agarró un ataque de furia y empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, contó a Perfil.com en julio de 2018.
A esa misma edad, Milei ubica el descubrimiento de su interés por la economía. Así lo narra en El camino del libertario (Planeta, 2022), una especie de Enciclopedia Milei que no escatima en relatos épicos; está dedicado a su hermana, a quien llama “el Jefe”, y a sus mastines ingleses, a quienes denomina su “familia de cuatro patas”. Milei recuerda el impacto que le provocó la histórica frase del exministro de Economía, Lorenzo Sigaut: “El que apuesta al dólar pierde”. Como parte de la dictadura militar, Sigaut asumió con una inflación por las nubes, devaluó la moneda local y reguló el acceso a la divisa estadounidense. “Fue el momento en que descubrí que había mucha gente que en mi país estaba mal. Agobiada”.
En 1978, cuatro años antes de la guerra de las Malvinas, se llevó a cabo en la Argentina el Mundial de Fútbol. Ubaldo Matildo “el Pato” Fillol era el arquero de la selección nacional, que resultó ganadora ese año. Esa conquista lo convirtió en uno de los máximos ídolos de la infancia de Milei. Tanto lo influyó que, cuando empezó a jugar al fútbol a los nueve años, eligió ser arquero. Su carrera futbolística empezó en el club Alvear y en El Ideal de Villa Lugano, donde, cuarenta años después, en 2021, filmaría su primer spot de campaña. En paralelo, participaba en los torneos intercolegiales que organizaba el Cardenal Copello. Su hermana miraba los entrenamientos en El Ideal, mientras hacía la tarea sentada en los bancos. Y se peleaba con los hinchas contrarios cuando le llovían insultos a su hermano.
—De niño, Javier era tremendo —explica Hernán Boracchia, amigo de su infancia y adolescencia—. En un campeonato intercolegial, nosotros teníamos un equipazo. Llegamos a la última fecha del torneo, y si ganábamos éramos los campeones. Vamos ganando uno a cero. Cuando está por terminar, el equipo contrario nos hace un gol, donde uno de los jugadores contrarios baja una pelota con la mano. Empatando el partido, perdíamos el campeonato. Javi, enojadísimo contra el árbitro, no tuvo mejor idea que empezar a tirarle piedras. ¡Piedras! Le tiraba piedrazos porque nos había robado el campeonato.
Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo.
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Después de los clubes de barrio, Milei continuó jugando en Chacarita Juniors, un cuadro histórico de la liga nacional, ubicado en el conurbano bonaerense. Su padre colaboró con el club para construir las canchas de tenis y la pileta de natación.
—Era un chico muy aplicado en los entrenamientos, muy inteligente, de perfil bajo, con muchísimo carácter y muchísima dedicación —recuerda Eduardo Grecco, entrenador de Milei, cuando tenía dieciséis años—. Era un chico que quería llegar: él decía que quería ser Fillol. Tenía el sobrenombre de “Loco”, bien puesto el apodo, porque tenía actitudes, no de una locura demencial, pero sí de un chico que se hacía respetar. Entrenaba en el barro, se colgaba del travesaño, le podría decir miles de situaciones así, de loco.
—¿Era líder del grupo?
—No, la categoría del setenta tenía otros líderes, él no era líder, era uno más del grupo. Me acuerdo de una situación, no voy a dar nombres, cuando uno se metió con él y se hizo respetar. Él no se metía con nadie, pero este muchacho tuvo la imprudencia de meterse con una persona que creía que se iba a amedrentar, y Javier no se amedrentó. En este caso, llegó a las manos. No se peleaba nunca, esto fue un caso extraordinario. Fue una cosa muy delicada. Me dijo: “Eduardo, yo esto no lo voy a permitir”. Y yo le dije: “Mirá, Javier, arreglalo como puedas”. No pensaba que lo iba a arreglar como lo arregló. Le pegó un uppercut de derecha y el otro muchacho se durmió de la piña que le pegó.
Durante su adolescencia, Milei también se hizo fanático de la banda británica The Rolling Stones. Y, tal como le había pasado con Fillol en el fútbol, el cantante y líder del grupo, Mick Jagger, se convirtió en el objeto central de su devoción.
—Javi me empezó a insistir que él quería armar una banda —recuerda Hernán Boracchia—. Él tenía una guitarra y tocaba cuatro notas, cuatro putas notas de mierda. Y, a finales de la escuela secundaria, armamos Everest. Él le puso el nombre porque es el pico más alto del mundo.
La banda estaba compuesta por Milei en la voz, Juan Carlos Marioni y Diego Parise en las guitarras, Diego Vila en el bajo y Boracchia en la batería. En las fotografías de la época, Milei usa campera de jean, musculosa blanca y pañuelo rojo al cuello, buscando imitar el glamour y la sensualidad del músico inglés.
—Lo que hacía era una especie de caricatura de Jagger. Nosotros hacíamos covers de los Stones, más allá de algún tema propio, que componía Javi. Había uno que se llamaba “La ninfómana”. Después había otro que era “Ventilador de mierda”, una especie de blues, donde él hacía un recorrido por todos los dioses del Olimpo y, al final de la canción, se ponía punky la cosa, y decía: “Cuando a Dios se le terminó el barro con el que modelaba los hombres, esperó a que estos cagaran y así los terminó haciendo de mierda”. Muy punky, muy sacado.
Tocaban en un lugar que se llamaba Pizza Bar, en Palermo. La recepción del público era aceptable. Una noche rompieron un ventanal a causa de saltos demasiado enérgicos. A sus dieciocho, Milei conoció los escenarios y su magia. No era un artista virtuoso ni un músico detallista, pero daba un espectáculo.
—Como showman era genial el tipo —dice Boracchia, quien mantiene la amistad con Milei hasta hoy—. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora y te das cuenta que no le da para cantar demasiado. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
Entre el público de Everest siempre estaba Karina, la hermana menor. En cada presentación, él se quitaba la camiseta y la revoleaba. Su hermana se peleaba con el público para recuperarla. En las canchas, en los bares. Ella daba la batalla por él.
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Luego de la dictadura cívico-militar, Argentina volvió a la democracia en diciembre de 1983. Asumió la presidencia Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical. Pero la democracia nació débil, amenazada por los militares que se negaban a ser juzgados por las atrocidades cometidas en su gobierno de facto y maniatada por una economía frágil y endeudada. Alfonsín, en medio de una hiperinflación, debió dejar el poder antes de tiempo, en 1989, en manos de su sucesor, Carlos Menem.
Después del colegio secundario, Javier Milei comenzó a estudiar la licenciatura en Economía en la Universidad de Belgrano, una casa de estudios privada de la ciudad de Buenos Aires. Pero lo que marcó a fuego su vocación ocurrió un día de junio de 1989, en plena hiperinflación. Su madre le pidió que la acompañara al supermercado. Y Milei conoció la desesperación: vio cómo las personas se arrojaban sobre los productos mientras los precios cambiaban de un segundo a otro. “Todo aquello que estaban viendo mis ojos se llevaba de patadas con lo que venía estudiando en la universidad […]. Los precios subían, pero la demanda no bajaba. La gente se seguía tirando arriba de los productos, procurando acapararlos. Así que, mientras veía esa película, pensé: ‘Lo que estoy estudiando en la universidad está mal o soy un pelotudo que no entiende nada’”, escribe Milei en El camino del libertario. Aquel día, asegura, cambió su forma de ver el mundo. Decidió dejar el fútbol y dedicarle todo el tiempo al estudio de la economía. Más allá de la universidad, comenzó un proceso autodidacta e intenso. A los veinte años escribió su primer artículo académico, titulado “La hiperinflación y la distorsión en los mercados”.
Se recibió en 1993, y en los siguientes diez años desarrolló una carrera profesional como economista. Fue asesor de Antonio Bussi, un militar condenado por delitos de lesa humanidad. Trabajó en el banco HSBC y en Máxima AFJP, una empresa dedicada a gestionar aportes jubilatorios.
A principios de 2004 formó parte del estudio del reconocido economista Miguel Ángel Broda. Estuvo allí apenas cuatro meses y renunció, aunque considera que fue una “experiencia maravillosa”. En su autobiografía, Milei da a entender que se fue porque no les daban lugar a sus contribuciones. Broda da otra versión. Entrevistado por Net TV, dijo que a Milei “le costaba mucho leer teoría o leer papers. […] El puente para usar ese instrumento, para entender lo que pasa, que es el objetivo de un economista pragmático, en ese momento le daba mucha dificultad y esa fue la razón por la cual no se quedó en el estudio”, dijo Broda, antes de aclarar que Milei es “una persona seria, de mucha inteligencia”, pero con “una personalidad muy complicada”.
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En 2004, Javier Milei publicó un artículo que lo llevó a “la mejor decisión que he tomado en toda mi vida”. El artículo era académico y salió en la Revista de Economía y Estadística de la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue invitado a exponer. En el hotel donde se alojó, Milei se reunió con el dueño de un criadero de mastines ingleses. Luego de almorzar juntos, el hombre lo llevó a su casa y le presentó a una perra, Kuma, y a sus cachorros. El apartado cinco del primer capítulo de El camino del libertario está enteramente dedicado a Conan. Lleva un título de impronta bíblica: “Luego de la oscuridad llega la luz”. “Me encontré con el verdadero y más grande amor de mi vida: Conan. Los cachorros eran trece. Pero uno vino hacia mí casi de inmediato. Conan ya me había elegido. Yo no puse resistencia”, escribió.
De regreso en Buenos Aires, en su departamento del Abasto, una zona comercial y popular, empezó la convivencia con Conan. Milei recitaba en voz alta frases de economistas neoclásicos y Conan se ponía de pie y aullaba como un lobo. Escuchaba óperas italianas de Bellini y Donizetti, hacía trabajos de consultoría, vivía una vida austera pero feliz. En ocasiones, se alimentaba solo a base de pizza para destinar los recursos a Conan. Un mastín inglés adulto no es económico: puede pesar hasta cien kilos y tener un apetito voraz.
Un domingo a la noche, Milei miraba el programa político de Jorge Lanata en la televisión cuando se cortó la luz. Al salir al pasillo, descubrió una densa nube de humo, proveniente de un incendio en el edificio. Los vecinos salían con urgencia. Él le puso la correa a Conan y bajó los diez pisos por las escaleras, esquivando vidrios y mampostería, soportando la falta de oxígeno. Años después escribió en su libro autobiográfico: “Para mí, ese es uno de los días más importantes de mi vida, porque siempre le he dicho a Conan que estaba y estoy dispuesto a dar mi vida por él en todo momento, bajo cualquier circunstancia y ante todo evento. Y ese día cumplí”.
Entre 2008 y 2021, Milei trabajó en la Corporación América, el grupo empresario de Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuertos Argentina 2000, una sociedad que actualmente opera 35 aeropuertos. Durante sus años en el grupo, supo acercarse a Eurnekian, uno de los seis empresarios más ricos de Argentina según la revista Forbes. Esa proximidad le abrió también las puertas de los medios de comunicación. Eurnekian es dueño de parte de las acciones de América TV, uno de los canales que más minutos de aire le dieron a Milei desde sus programas insignia: Intratables y Animales Sueltos.
"Como showman era genial el tipo. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
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En 2016, Javier Milei debuta en Animales Sueltos, uno de los programas más vistos de la televisión argentina a lo largo de trece temporadas. Su conductor es Alejandro Fantino, un engranaje central en la construcción del personaje público de Milei. Al inicio del show, al frente de una mesa redonda, Fantino presentaba a sus invitados como si fueran integrantes de un gabinete presidencial. Ese año, cuando le toca presentarlo, el economista le dice: “Vos dame el Banco Central, que te destruyo la tasa de inflación”. Los demás participantes se ríen.
En el minuto seis del programa, Fantino, un experto en generar tensión al aire, juega la carta de la provocación. Muestra un libro que, dice, le regaló Axel Kicillof, exministro de Economía de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes. Mientras la cámara hace un zoom a la portada, se escucha un bufido de animal rabioso. La cámara muestra a Milei. Usa traje oscuro, patillas y cabello negro, más largo hacia los costados y la nuca, batido sobre la cabeza, un estilo amorfo que podría ser una continuidad de sus años roqueros. Está encorvado, el ceño fruncido sobre los ojos celestes, se muerde los labios. Gruñe y golpea la mesa. Tiene el gesto de un toro que se prepara para atacar: solo le falta escarbar el suelo. “Miren ese rostro”, advierte Fantino. Bingo. La provocación resulta exitosa.
“¿Hacía falta que lo mezclaras con mis libros?... ¡A esa basura de libro! —ruge Milei y vuelve a golpear la mesa—. Ese libro yo lo llamo ‘La basura general’”. No hay nada que lo enfurezca más que Keynes. Para él, calificar a alguien de keynesiano es una forma de insultarlo. La teoría keynesiana indica que la intervención del Estado puede estabilizar la economía ante las fallas del mercado. Para Milei, el mercado simplemente no falla. Entonces comienza un escarnio contra el economista británico y el intervencionismo estatal. Y, a medida que argumenta en su contra, su voz muta, se vuelve más ronca, puro nervio: “La corporación política nos hizo esclavos tributarios de una corporación política, parasitaria e inútil y chorra. Para, digamos, ¡mirá todas las riquezas que cosecharon los kirchneristas!”. Es el martes 26 de julio de 2016. Milei es el único exaltado en una mesa de siete personas que toman café a la medianoche. Ha dado la primera muestra de una ira que lo desborda.
Años después, Fantino dirá que la presencia del economista generaba rating. Que Milei entraba en un programa de 2.5 puntos y aumentaba el rating a 7. Así comenzó un camino de furia creciente en vivo y en directo. Fue otro periodista de América TV, Mauro Viale, quien le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo.
Y Milei comenzó a boxear.
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El mecanismo de su ira televisada repetía un ciclo corporal, como si todo su organismo estuviera gritando. Primero se le enrojecía el rostro. Después agitaba los brazos con frenesí, las manos tiesas como garras. La transformación tomaba su voz: la volvía más grave, como un gruñido. Y luego llegaban los ataques verbales y la humillación del otro. En algunos casos, también las amenazas de violencia física.
Entre algunos de sus ataques, le dijo “¡Parásito! ¡Vos siempre viviste de la política, inútil! ¡Chupasangre!” a Daniel Lipovetzky, por entonces diputado del gobierno de Mauricio Macri. “¡Te voy a demostrar que él es un bruto ignorante y te voy a refregar la cara de él por el piso!” al periodista Claudio Zlotnik. “Se pasó de salame, se pasó de listo, y ¡no te da para pasarte conmigo porque te estropeo!” al periodista Carlos Gabetta.
En una conferencia de prensa en la ciudad de Metán, la periodista Teresita Frías osó preguntar sobre políticas keynesianas. Javier Milei volvió a encenderse: “Acabás de decir una burrada y yo lo que estoy haciendo es tratar de desasnarte. […] Yo no soy totalitario, solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés”. Algunos colegas defendieron a Frías a los gritos y el episodio casi termina a las piñas. El caso llegó a los tribunales, impulsado por la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género de Metán, Susana Redondo Torino, que actuó de oficio. La justicia falló contra Milei: le prohibió actos públicos en Metán, lo obligó a disculparse con la periodista y a realizar una evaluación psicológica.
En otro episodio, la conductora Marcela Tinayre lo echó de su programa Las Rubias, del canal Net TV, luego de cruzarse con la modelo y panelista Sol Pérez. Mientras sostenía la discusión, Milei retuiteaba mensajes de odio a la modelo, que se largó a llorar al aire. Los mensajes decían cosas como “Ante semejante rotura de ano se tuvo que levantar a ponerse agua oxigenada” o “Necesitamos más Milei para abrir mentes […] porque chicas para mostrar el culo hay muchísimas”.
A pesar de su violencia, su exposición crecía. Lo convirtió en el economista con más minutos de aire en televisión y radio entre 2017 y 2018. La consultora Ejes de Comunicación reveló que, durante ese período, Milei acumuló 193 547 segundos de aire en 235 entrevistas, el equivalente a estar dos días y cinco horas en los medios. El libertario llenaba los espacios vacíos de las grillas. Lo bizarro también lo interpelaba. Podía ser parte de shows de chimentos, donde acudía junto a su novia, Daniela Mori, una cantante que había sido parte del conjunto Las Primas, exitoso en los ochenta. O podía protagonizar programas humorísticos, como Peligro: Sin Codificar. Allí, el actor Jorge Campi se disfrazaba de “Javier Mileidi” y se peleaba con el Milei real, a modo de parodia. El actor también usaba traje negro y una peluca de pelo largo, revuelto y oscuro. El estilo Milei ya era reconocible a simple vista.
Mauro Viale le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo. Y Milei comenzó a boxear.
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—Yo venía siguiendo a Milei y a la nueva derecha desde el arranque del 2021 y ya había escuchado todas las historias místicas, había escuchado hablar siete millones de veces de Conan, pero conscientemente había desechado ese enfoque. Yo simplemente decía: “No puede ser” —dice Juan Luis González, periodista de Noticias, en el café de la redacción.
Lo que “no puede ser” es el hilo que González siguió para escribir la biografía no autorizada de Javier Milei, titulada El loco (Planeta, julio de 2023). Lo que descubre su investigación es que Conan murió en 2017, a pesar de que Milei habla en presente cuando se refiere a su perro. Y que, a partir de la muerte de Conan, el economista cambió definitivamente. “A los que querían escucharlo, Milei les comenzó a contar historias cada vez más llamativas: que Conan en verdad no había muerto […], sino que había ido a sentarse al lado del ‘número uno’ para protegerlo, y que gracias a eso había empezado a tener charlas con el mismísimo Dios”, escribió González. En una de esas conversaciones, narra en El loco, Dios le dijo que tenía para una misión para él: tenía que meterse en política y no tenía que detenerse hasta ser presidente. En su investigación, González devela que el economista mandó a clonar a Conan en Estados Unidos. El resultado fueron los cachorros de mastín inglés que bautizó con los nombres de sus economistas libertarios favoritos: Murray (por Rothbard), Milton (por Friedman), Robert y Lucas (por Robert Lucas).
Después de las elecciones primarias de 2023, la web de la empresa PerPETuate, “la primera compañía de preservación genética de mascotas del mundo”, publicó un mensaje de reconocimiento al “DR JAVIER MELEI” (sic). La compañía, con laboratorios en Massachusetts, le agradeció por haber dedicado su victoria a Conan y a sus clones producidos a partir de células preservadas por PerPETuate.
—En el prólogo del libro, que escribí hace un año, yo me preguntaba qué pasaba si, en un país inestable, aparecía un líder inestable —recuerda González—. Ahora, imaginate, la pregunta es otra: ¿qué pasa si a un país inestable lo gobierna un líder inestable?
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El domingo 17 de febrero de 2019 se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires la Otacon Party, un evento dedicado al animé, el cómic y la música pop coreana. Hubo también participación de cosplayers: personas disfrazadas y caracterizadas como personajes ficticios, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Javier Milei acudió vestido como un superhéroe. Ocultaba parte de su rostro detrás de un antifaz. Vestía una armadura, una capa, guantes amarillos, un tridente dorado. “Hola, soy el General Ancap. Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de apropiación originaria del hombre. […] Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”, se presentó en la Otacon Party.
Milei se convirtió en el General Ancap —nombre que proviene de la ideología del economista: el anarcocapitalismo— de la mano de Lilia Lemoine, una cosplayer reconocida en el mundo otaku. Lemoine se presenta como influencer e it girl. Actualmente es candidata a diputada nacional de La Libertad Avanza, aunque reconoce que, si Milei fuera presidente, le gustaría ser su vocera. “Como una Cerruti buena”, aclara, en alusión a la actual portavoz de Presidencia, Gabriela Cerruti.
—A Javier, en persona, lo conocí en el evento de cosplay —cuenta Lemoine, de 43 años, en un restaurante de Palermo—. Le propuse hacer un superhéroe y él me dijo que sí. ¡Yo no lo podía creer! Fue en pleno verano: él transpiró, se manchó la cara, pero no se preocupa por esas cosas. Él se fue a divertir. Fue con su exnovia, Daniela, con la hermana, Kari, que ahí la conocí también. Fue superdivertido. Yo veía cómo los chicos se volvían locos, nos pedían fotos. Y él, superamable con la gente.
A comienzos de la campaña de 2021, Lemoine se convirtió en la maquilladora y fotógrafa de Milei. Ella, dice, consiguió grandes cambios en la forma de mostrarse del candidato a presidente: logró que abandonara los pantalones de talles grandes y modeló su look como un personaje de X-Men.
—Entiendo que la gente, como te ve, te juzga. Por eso me preocupé mucho por la imagen física de Javier y noté que, si bien su pelo es un emblema, no estaba bien cortado. Había fotos en las que parecía una señora, ¡era tremendo! Y yo le dije: “¿Y si en vez de que el pelo te tape la cara, te descubrimos y te dejas patillas? Yo se lo dije por Wolverine. A mí siempre me hizo acordar a Wolverine. Y le gustó, me hizo caso y se dejó las patillas.
Lemoine es maquilladora protésica, especialista en efectos especiales, y es la encargada de cuidar el rostro del candidato con sus técnicas cosméticas. Milei confía en ella y en sus decisiones de imagen. Tanto que eligió una foto hecha por ella para la tapa del libro El fin de la inflación (Planeta, mayo de 2023).
—Nuestro candidato es el más lindo de todos: tiene una buena melena y tremendos ojos. Mucha gente se enojó conmigo por eso, pensaban que era superficial. Entendí cómo era la dinámica de la peluca. Yo hago corte esculpido y lo fui llevando al ideal, que era lo que más me gustaba a mí. Su pelo al viento siempre fue un emblema, pasa que antes era un pelo loco, despeinado, ahora es una melena llamativa pero más armónica.
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Un plano aéreo muestra una Buenos Aires desierta. Tambores con fogatas iluminan un galpón fantasmal. Suena música épica. De las paredes cuelgan retratos de pensadores de siglos pasados. Karina lleva unas alas de ángel sobre la espalda. Javier Milei usa un sobretodo negro al estilo Matrix. Tiene una maza de utilería, frente a una maqueta del Banco Central. Al grito de “¡Destrucción, destrucción!”, un grupo de libertarios rodean a Milei, mientras él rompe a mazazos la réplica y aúlla: “¡Basta de inflación!”. Detrás de él, Karina sonríe.
Esto sucede en la escena final de Pandenomics, una película filmada en 2020, adaptación del libro homónimo de Milei, un manifiesto en contra de las medidas de aislamiento social tomadas por el Gobierno durante la pandemia de covid-19.
La pandemia fue un punto de inflexión en el surgimiento del libertario. Mientras el Gobierno obligaba a encerrarse y quedarse en casa, Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”. Pandenomics fue dirigida por el cineasta Santiago Luis Oría, formado en la Universidad del Cine, quien también filmó el documental Javier Milei. La revolución liberal, estrenado en julio de 2023. Que una tradición política de élite como el liberalismo se haya convertido en un fenómeno popular era algo fascinante para Oría. Entonces se propuso filmarlo.
—Voy a la casa de Milei, cosa rara, porque casi nadie entra a la casa —recuerda Oría una mañana de viernes, con un café y un avocado toast—. En realidad, era en lo de la hermana, en Vicente López. Y estuvimos hablando un largo rato, él me habló mucho de las internas académicas del liberalismo, tanto acá como en Chicago. Y yo le dije: “Tengo una propuesta: agarrar tu libro y hacerlo como un documental, lo hacemos bien divertido”. No sé si lo llegaste a ver…
—Sí, lo vi. Tiene una estética de cómic.
—Es una estética apocalíptica, claro, como de cómic. Está inspirado más que nada en Escape from New York, de John Carpenter. La música también es de esa película; usamos unas licencias gratuitas de YouTube que están buenísimas. Bueno, esa experiencia fue muy exitosa, la vio un montonazo de gente.
Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”.
Pandenomics fue filmada en una fábrica abandonada de Moreno, en el conurbano bonaerense, propiedad de la familia de Valentino Summo, jefe de producción del filme. Se estrenó en diciembre de 2020 y, como los cines estaban cerrados, se proyectó en la pantalla grande del hotel GrandView.
—Lo que sentíamos en ese momento es que también nos queríamos divertir, por todo lo que implicó el encierro, toda esa provocación de tristeza. Divertirse, ser libres y estar alegres también era una manera de estar combatiendo. De hecho, obviamente, no fue acorde a los protocolos sanitarios.
Oría también fue convocado por Milei para trabajar en la campaña electoral 2021. Desde entonces se encarga no solamente del registro de sus actos y caravanas —se ufana de tener el “gran archivo Milei”: más de veinte teras de material audiovisual—, sino que también diseña los spots publicitarios oficiales. Como parte del entorno cerrado del líder de La Libertad Avanza, comprendió cómo funcionaba el vínculo entre los hermanos Milei. Para la escena final de Pandenomics, Milei pidió explícitamente que su hermana usara alas de ángel.
—Es un símbolo de que él la ve a ella como un ángel guardián: una persona que lo cuida. En este mundo de la política, con tanta falsedad, tanta hipocresía, tanta traición, es la única persona en la que confía al 100%. Karina es una persona con mucho sentido común, con una lectura de las personas increíble. Entonces, ella lo cuida de toda la gente mala que hay en torno a la política, al poder.
En septiembre de 2021, en América TV, Milei dio un ejemplo bíblico para explicar el vínculo con su hermana. “Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando, y entonces Dios le mandó a Aarón para que divulgue… Bueno, Kari es Moisés y yo soy el que divulga, nada más, soy solo un divulgador”, dijo con la voz quebrada y lágrimas en los ojos. Después agachó su cabeza y tomó la mano de Viviana Canosa, la conductora del programa, con un gesto de niño herido. Tiempo después, en el canal La Nación+, el libertario dijo que con Karina bromeaban sobre su eventual presidencia: “Uno de los chistes que nos hacemos es que yo hice todo esto para que ella sea primera dama”. En sus múltiples apariciones públicas, Milei ha demostrado que posee una emocionalidad cambiante o inestable. Sin embargo, quienes trabajan junto a él opinan lo contrario.
—Javier no es para nada inestable. O sea, la cantidad de presión que recibe desde afuera, las operaciones, las mentiras, la difamación, las traiciones... —opina Oría—. El tipo, sin embargo, está totalmente entero, sólido, compuesto, armadito, siguiendo con sus ideas, siguiendo con las batallas. Es una persona con mucha pasión, sí. Es un tipo muy pasional. Pero eso para mí no tiene que ver con la inestabilidad. Es un tipo con grandes... hay una palabra en inglés, rushes, como que, ¡bum!, de golpe te envuelve de pasión, pero después es un tipo recontrameticuloso, recontrafrío para pensar y planificar una estrategia.
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En las elecciones legislativas de 2021, Javier Milei alcanzó 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, un número considerable para una fuerza debutante. En su discurso triunfal en el Luna Park dijo, en alusión a Juntos por el Cambio y al peronismo: “¡Vaya que tiene miedo la casta! Porque tuvieron que tirarme de los dos lados, ¡porque está toda cagada!”.
La Libertad Avanza ganó dos bancas en la Cámara de Diputados, que ocuparon Milei y Victoria Villarruel, ahora su candidata a vicepresidenta. Férrea opositora de las políticas de derechos humanos del oficialismo, Villarruel es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, que defiende a “las víctimas inocentes de la violencia armada desplegada por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras”.
Desde que asumió, la producción de Milei como diputado resultó escasa. No presentó proyectos de ley ni integró ninguna comisión de trabajo. Sin embargo, su figura no paró de crecer gracias a una estrategia simple y efectiva. Desde enero de 2022, cada mes sortea la totalidad de su sueldo como legislador. El primer sorteo lo realizó en un acto en Mar del Plata. El último, de septiembre de 2023, fue el que más convocatoria tuvo: casi tres millones de participantes. El ganador se llevó una suma de aproximadamente 1 800 dólares. Se trata de un número altísimo para el sueldo promedio de un trabajador, que ronda los cuatrocientos dólares. “Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei para promocionar el sorteo en su cuenta de TikTok.
Para Iñaki Gutiérrez, veintidós años, estudiante de Derecho y Economía, creador de la cuenta oficial de TikTok de Milei, el sorteo es fundamental para el crecimiento del libertario.
—Los hitos de Javier en TikTok, sin lugar a dudas, fueron su campaña austera y la donación de su sueldo. Es el único candidato en la historia de nuestro país que dona su sueldo, y eso no deja de acercarte más a él, porque la gran mayoría de la gente está pasando un momento económico terrible y ven que los políticos siguen cobrando sus sueldos y haciendo su vida como si no hubiera nada que reprocharse.
Los números de Milei en redes superan ampliamente a sus contrincantes. En TikTok es el político argentino más popular, con 1.4 millones de seguidores, con videos que superan los ocho millones de visualizaciones. Estos números se replican en Instagram y YouTube.
—La campaña en redes funciona porque es un producto totalmente único: una persona que sabe comunicar muy bien sus ideas, con una personalidad avasallante —dice Gutiérrez—. Pero además responde al momento histórico de Argentina, a que la sociedad realmente está muy cansada de la situación económica que estamos viviendo. Y a una estrategia de poner en agenda determinados temas que la gente pretendía escuchar.
Gutiérrez llegó a La Libertad Avanza como un militante más y, en 2022, le propuso a Milei armarle una cuenta de TikTok. A veces, Gutiérrez es quien propone los temas para los videos. Otras, son ideas propias de Milei. Es el caso de uno de sus hits, su video para explicar la reducción del Estado que llevaría adelante Milei si fuera presidente: propone achicar las cuentas públicas de forma drástica y pasar de dieciocho a ocho ministerios. En el video se puede ver el organigrama actual de los ministerios dispuesto en una pizarra, y Milei arranca uno a uno los nombres de los ministerios que pretende eliminar al grito de “¡AFUERA!”. Se viralizó tanto que circula subtitulado en otros idiomas, como portugués o inglés.
“Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei.
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En su modo de ver el mundo, el mercado es una deidad que no se equivoca. Por eso todos los aspectos de la vida deberían funcionar bajo su tutela. El Estado, en cambio, debería retirarse de la economía, de la salud, de la educación, de la ciencia. Así se explica su objetivo de “pasarle la motosierra” al gasto público, es decir, reducir el Estado a su mínima expresión. En caso de ser presidente, Javier Milei promete un ajuste en las cuentas de quince puntos del PIB.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua —“una sociedad donde les sobra el agua, y el precio del agua […] es cero. Consecuentemente, ¿quién va a reclamar el derecho de propiedad de ese río? Nadie, porque no puede ganar plata”—, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños. El 28 de junio de 2022 a la mañana, en Radio con Vos, le preguntaron —literalmente— si estaría de acuerdo con la venta de niños y respondió que era “una discusión filosófica que no sé cuánto estamos preparados” para debatir y que el tema “depende en qué términos estés pensando”. Sin embargo, ese mismo día, a la noche, en La Nación+, se retractó, quizás advirtiendo que había llegado demasiado lejos.
Las bases de su programa económico en una eventual presidencia están explicadas en su libro El fin de la inflación. Allí habla de eliminar el Banco Central y plantea la posibilidad de dolarizar la economía como una solución que termine con los problemas económicos de Argentina, entre ellos un índice de pobreza que supera 40% de la población y, sobre todo, una tasa de inflación entre las más altas del mundo. El mismo mes de las elecciones primarias de 2023 la inflación llegó a 12.4%: el número más elevado en 32 años. A nivel anual, el aumento de precios fue de 124.4%, un fenómeno prologado que se aceleró en los últimos dos gobiernos y que impacta en los sectores más pobres. En un país donde la divisa estadounidense siempre funcionó como refugio para el ahorro, donde existen al menos seis tipos de cambio, Milei augura resultados prometedores. “Cuando los salarios en dólares vuelen, habrá una fuerte caída de la pobreza y la indigencia y una ganancia en bienestar enorme, por el solo hecho de haber realizado un cambio monetario”, escribe en El fin de la inflación.
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En 2023, Javier Milei se lanzó como candidato a presidente por La Libertad Avanza. A pesar de hacer campaña en contra de la “casta”, como llama a los sectores tradicionales de la política, en varias provincias privilegió a las viejas estructuras sobre los jóvenes libertarios del interior del país. La Libertad Avanza también cosechó denuncias por vender lugares en las listas. La más resonante fue la del empresario Juan Carlos Blumberg, conocido por haber impulsado leyes de mano dura, a partir del asesinato y secuestro de su hijo, Axel, en 2004. Blumberg se fue de La Libertad Avanza luego de acusar al libertario de hacer “negocios” con la política y denunciar que pedían cincuenta mil dólares por una candidatura.
En la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande, muchos intendentes del peronismo y de Juntos por el Cambio le “armaron” la lista de concejales a Milei y “cuidaron” su boleta presidencial. Así lo denunció el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, en el programa Duro de Domar. Además de proveer la estructura donde no la tenía, los partidos tradicionales aprovecharon la existencia del libertario para su propio beneficio. Mientras al peronismo le convenía que Milei creciera porque eso le restaba votos a Juntos por el Cambio, a este le beneficiaba que el economista corriera el discurso público a la derecha.
Con el armado electoral garantizado, una propuesta rupturista en tiempos de crisis económica y una personalidad histriónica, Milei triunfó en las elecciones primarias del domingo 13 de agosto de 2023. Como candidato a presidente, salió primero con 30.04% de los votos: más de siete millones de personas votaron por La Libertad Avanza. Juntos por el Cambio quedó en segundo lugar. Bajo el sello de Unión por la Patria, el peronismo salió tercero, en lo que constituyó su peor derrota desde su creación en 1946, en tiempos de Juan Domingo Perón y Evita. En varias provincias, además, los gobernadores habían desdoblado la elección provincial, de modo que se desligaron de la competencia nacional, lo que también terminó favoreciendo a Milei. El resultado fue que una fuerza inexistente hasta 2021 ganó en dieciséis de las veinticuatro jurisdicciones.
—La candidatura de Milei se impuso en las primarias y sigue creciendo porque hay dos motivos muy importantes en la constitución de su voto. Por un lado, es un rechazo a todo, pero sobre todo al peronismo, en tanto principal responsable de la crisis, no solo porque es gobierno, sino porque gobernó la mayor parte del tiempo en Argentina —opina el antropólogo y sociólogo Pablo Semán, conocido por sus investigaciones sobre sectores populares—. Por otro lado, por la afirmación del valor de la libertad que, si bien tiene una afirmación difusa como cualquier valor en política, le da una solución a los motivos de descontento.
—¿Quiénes son los votantes de Milei?
—Los votantes de Milei son los más diversos en varios sentidos, pero, al mismo tiempo, su voto está homogéneamente distribuido en distintos estratos sociales. Quiere decir que es tan importante en las clases medias como en las altas y en las bajas. Los votantes de Milei no son solo jóvenes, como en algún momento se especuló. Probablemente predominan los varones, pero también es cierto que, en el salto que logró en las elecciones, ese predominio también se diluyó. Hay una trayectoria política, más allá de lo socioeconómico, que explica esos votos: están lo que se cansaron y están los que no conocieron otra cosa mejor que Milei.
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En septiembre de 2023, organizaciones sociales y curas villeros, los sacerdotes que viven y trabajan en barrios precarios, se reunieron en la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en el barrio porteño de Barracas, para realizar una “misa de desagravio” al papa Francisco. Quisieron responder así los ataques hacia Jorge Bergoglio. “Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma, que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos […]. ¡Es el representante del Maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios! ¿Vos sabías que el papa impulsa el comunismo con todos los desastres que causó?”, dijo Javier Milei en 2020, en una entrevista en Canal 9.
No fue el único sector de la sociedad argentina que encendió las alarmas tras los resultados de las elecciones primarias. Se sumó un grupo de intelectuales, que denunció que el triunfo de Milei supone “una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”. Más de 1 200 personalidades del ambiente cultural firmaron un documento para señalar que el crecimiento del economista “potenció los discursos del odio”. Días después, 170 economistas de distintas trayectorias hicieron público su rechazo a las ideas del libertario, con el título “La dolarización es un espejismo”. Entre los firmantes está Miguel Ángel Broda, titular del estudio donde Milei trabajó en el comienzo de su carrera.
Además de centralizar la agenda política, Milei también colmó los portales de espectáculos: confirmó que estaba en pareja con la actriz Fátima Flórez, famosa por ser imitadora de Cristina Fernández de Kirchner. Ambos se conocieron en el programa La Noche de Mirtha Legrand en diciembre de 2022. Legrand es una estrella histórica de la televisión. Desde que se hizo público el vínculo, la pareja no se mostró junta en ningún momento. Los portales de espectáculos aseguran que harán su primera aparición en la mesa de Legrand. Entonces se cerrará el círculo en el lugar que los unió.
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Martes 12 de septiembre de 2023. La caravana comienza a las cuatro y media de la tarde en Plaza San Martín de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. La provincia es clave para el objetivo de Javier Milei de cara al 22 de octubre: ganar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Si consigue superar 45% de votos a nivel nacional o llegar a 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo puesto, se convertirá en presidente. Si no, deberá ir al ballotage con el segundo candidato más votado. Por eso, su objetivo es ampliar la cosecha de votos en la provincia de Buenos Aires y reforzar la candidatura de su gobernadora, Carolina Píparo, que salió tercera en las primarias.
La sede del Partido Libertario está en Calle 51, entre 7 y 8, pleno centro de La Plata, frente a Plaza San Martín. A las cuatro de la tarde, media hora antes de la convocatoria, ya hay un nutrido grupo. Se preparan para la llegada del líder, entre cantos y selfies. Unos militantes regalan bolsas blancas, estilo supermercado low cost, con una inscripción azul que dice “Milei presidente, Píparo gobernadora”. Un hombre vende banderas amarillas con figuras de leones y la leyenda “Milei 2023”. Tres mil pesos, alrededor de cuatro dólares en el mercado informal, sale una bandera grande. Tiene una opción más pequeña a dos mil pesos.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños.
A las cuatro y media, los militantes caminan con la firmeza que da la masividad hacia la esquina de Plaza San Martín. Agentes de tránsito interrumpen Avenida 7 y Calle 54. Los bocinazos de los colectivos y los autos se mezclan con los cantos dedicados a los adversarios, como “El que no salta es un K”, en alusión a los seguidores de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un delivery de PedidosYa acelera su moto sobre la avenida, flameando una bandera amarilla libertaria. Llegan más militantes con banderas argentinas y de “La Julio Argentino Roca”, una agrupación juvenil libertaria. Ahora la multitud —aproximadamente mil personas, según calcularon los medios— divisa el colectivo ploteado con el rostro de Milei e improvisa un cordón humano para abrir el paso. Cuando Milei aparece, estallan bengalas de humo de color amarillo y negro.
El candidato a presidente, vestido con su campera de cuero negro, se sube a la caja de una camioneta pick-up, junto a Píparo y a su hermana Karina. Agita los brazos, salta, canta los hits de su actual repertorio, “La casta tiene miedo” y “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El paso de la caravana es lento. Sus seguidores se amontonan. Se empujan para alcanzarle cosas que Milei firma, desde libros del economista austriaco Ludwig von Mises, hasta billetes de mil pesos. Un adolescente lookeado con el mismo corte de pelo y las mismas patillas de Milei se abraza a sus amigos al grito de “¡Le di la mano!”. Desde la caja de la camioneta, Milei agita un billete gigante de cien dólares con su cara en lugar de la de Benjamin Franklin. Aparece una murga que acompaña la caravana y un hombre disfrazado de Álex, el león de la película Madagascar, baila. Milei sacude una motosierra mientras los militantes corean “¡Mo-to-sierra, mo-to-sierra!”. Cuando la caravana pasa frente a la Gobernación, alguien le alcanza una torta a Píparo y los militantes empiezan a cantar el feliz cumpleaños. Píparo —remera naranja que dice “Love is the answer”, el pelo rubio bajo una gorra negra— señala el Palacio de Gobierno y sopla las velitas de su cumpleaños número 47. Luego de hacer dos cuadras bordeando la plaza, sin dar un discurso, sin hablar con los medios, Milei se sube a un Volkswagen Vento y desaparece en dirección a Calle 6.
Su paso por La Plata es un golpe de efecto fugaz o el resumen de la campaña de La Libertad Avanza: una caravana de fieles que ven en ese hombre sin experiencia de gestión, sin estructura, en este hombre que ruge, que agita dólares falsos y motosierras, a su próximo salvador.
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Desde sus primeras apariciones en televisión, Javier Milei dejó en claro que el mundo se divide en dos tipos de personas: “los parásitos, inútiles” de la corporación política y, en la vereda de enfrente, “los que trabajamos y somos esclavos tributarios”. Pronto se convirtió en la figura mediática de la derecha libertaria nacional. Tras cinco años de diatribas contra la “casta política”, formó un partido, asumió como diputado y este año ganó las elecciones primarias con 30% de los votos. Milei podría convertirse en el próximo presidente de Argentina.
Es la tarde del sábado 7 de agosto de 2021. Plaza Holanda está ubicada en los bosques de Palermo, en Buenos Aires. El ingreso está custodiado por estatuas. Una de ellas representa a un león sobre un avestruz muerto, derrotado bajo sus garras. Hoy, en el centro de la plaza hay un escenario sobre el cual se despliega el símbolo de La Libertad Avanza: un águila en posición de cacería. La Libertad Avanza es un partido político nuevo —todavía no ha cumplido ni un mes desde su creación—, de tendencia conservadora en lo social y libertario en lo económico. La música que suena es un tema llamado “Panic show”, de la banda argentina La Renga, que dice: “Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida”. El escenario está rodeado por miles de personas que esperan verlo aparecer a él y que estallan cuando finalmente sube al escenario.
El hombre lleva su estilo de siempre: el pelo largo, oscuro y revuelto, campera de cuero y camisa negra. Eligió esta plaza por los leones que la protegen. Esta vez no usa la bandera libertaria, una insignia amarilla y negra, con una serpiente de cascabel y el lema “Don’t tread on me”, que podría traducirse como “No me pises”. Esta vez lleva la bandera argentina colgada al cuello, como una capa. Es su primer acto político: el hombre, un economista famoso por sus apariciones furibundas en televisión, busca convertirse en candidato a diputado. Entonces ruge:
—¡Esta no es una tarea para tibios, esta no es una tarea para cobardes, esta no es una tarea para los políticamente correctos! Yo no me metí acá para estar guiando corderos, yo me metí acá para despertar leones. ¡Quiero escucharlos rugir! ¡Viva la libertad, carajo!
Quienes lo escuchan aplauden con furia y gritan: “¡Viva!”.
Dos años después, en agosto de 2023, el hombre que ruge, Javier Milei, ganará las elecciones presidenciales primarias con 30% de los votos, dejando atrás a las dos fuerzas políticas principales, el peronismo, representado en Unión por la Patria, y Juntos por el Cambio, y estará en el primer puesto en la carrera para gobernar la Argentina.
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Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en el seno de una familia de clase media. Creció en Sáenz Peña, una ciudad del partido Tres de Febrero, en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, Norberto “Beto” Milei, comenzó manejando colectivos de la línea 21 y ascendió en el negocio hasta convertirse en dueño de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, era ama de casa. Tenía, y tiene, una hermana menor, Karina.
Milei hizo la escuela primaria y secundaria en el Cardenal Copello, un colegio de curas del barrio porteño de Villa Devoto. Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo. Muchos años después, Milei contará que sufrió maltratos y violencia física por parte de su padre. “Mi viejo me cagaba a trompadas. No me olvido más de una golpiza que me dio el 2 de abril de 1982, cuando tenía once años. Estábamos viendo en la tele todo lo de [la guerra de las] Malvinas y a mí se me ocurrió decir que eso era un delirio, que nos iban a romper el culo. A mi viejo le agarró un ataque de furia y empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, contó a Perfil.com en julio de 2018.
A esa misma edad, Milei ubica el descubrimiento de su interés por la economía. Así lo narra en El camino del libertario (Planeta, 2022), una especie de Enciclopedia Milei que no escatima en relatos épicos; está dedicado a su hermana, a quien llama “el Jefe”, y a sus mastines ingleses, a quienes denomina su “familia de cuatro patas”. Milei recuerda el impacto que le provocó la histórica frase del exministro de Economía, Lorenzo Sigaut: “El que apuesta al dólar pierde”. Como parte de la dictadura militar, Sigaut asumió con una inflación por las nubes, devaluó la moneda local y reguló el acceso a la divisa estadounidense. “Fue el momento en que descubrí que había mucha gente que en mi país estaba mal. Agobiada”.
En 1978, cuatro años antes de la guerra de las Malvinas, se llevó a cabo en la Argentina el Mundial de Fútbol. Ubaldo Matildo “el Pato” Fillol era el arquero de la selección nacional, que resultó ganadora ese año. Esa conquista lo convirtió en uno de los máximos ídolos de la infancia de Milei. Tanto lo influyó que, cuando empezó a jugar al fútbol a los nueve años, eligió ser arquero. Su carrera futbolística empezó en el club Alvear y en El Ideal de Villa Lugano, donde, cuarenta años después, en 2021, filmaría su primer spot de campaña. En paralelo, participaba en los torneos intercolegiales que organizaba el Cardenal Copello. Su hermana miraba los entrenamientos en El Ideal, mientras hacía la tarea sentada en los bancos. Y se peleaba con los hinchas contrarios cuando le llovían insultos a su hermano.
—De niño, Javier era tremendo —explica Hernán Boracchia, amigo de su infancia y adolescencia—. En un campeonato intercolegial, nosotros teníamos un equipazo. Llegamos a la última fecha del torneo, y si ganábamos éramos los campeones. Vamos ganando uno a cero. Cuando está por terminar, el equipo contrario nos hace un gol, donde uno de los jugadores contrarios baja una pelota con la mano. Empatando el partido, perdíamos el campeonato. Javi, enojadísimo contra el árbitro, no tuvo mejor idea que empezar a tirarle piedras. ¡Piedras! Le tiraba piedrazos porque nos había robado el campeonato.
Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo.
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Después de los clubes de barrio, Milei continuó jugando en Chacarita Juniors, un cuadro histórico de la liga nacional, ubicado en el conurbano bonaerense. Su padre colaboró con el club para construir las canchas de tenis y la pileta de natación.
—Era un chico muy aplicado en los entrenamientos, muy inteligente, de perfil bajo, con muchísimo carácter y muchísima dedicación —recuerda Eduardo Grecco, entrenador de Milei, cuando tenía dieciséis años—. Era un chico que quería llegar: él decía que quería ser Fillol. Tenía el sobrenombre de “Loco”, bien puesto el apodo, porque tenía actitudes, no de una locura demencial, pero sí de un chico que se hacía respetar. Entrenaba en el barro, se colgaba del travesaño, le podría decir miles de situaciones así, de loco.
—¿Era líder del grupo?
—No, la categoría del setenta tenía otros líderes, él no era líder, era uno más del grupo. Me acuerdo de una situación, no voy a dar nombres, cuando uno se metió con él y se hizo respetar. Él no se metía con nadie, pero este muchacho tuvo la imprudencia de meterse con una persona que creía que se iba a amedrentar, y Javier no se amedrentó. En este caso, llegó a las manos. No se peleaba nunca, esto fue un caso extraordinario. Fue una cosa muy delicada. Me dijo: “Eduardo, yo esto no lo voy a permitir”. Y yo le dije: “Mirá, Javier, arreglalo como puedas”. No pensaba que lo iba a arreglar como lo arregló. Le pegó un uppercut de derecha y el otro muchacho se durmió de la piña que le pegó.
Durante su adolescencia, Milei también se hizo fanático de la banda británica The Rolling Stones. Y, tal como le había pasado con Fillol en el fútbol, el cantante y líder del grupo, Mick Jagger, se convirtió en el objeto central de su devoción.
—Javi me empezó a insistir que él quería armar una banda —recuerda Hernán Boracchia—. Él tenía una guitarra y tocaba cuatro notas, cuatro putas notas de mierda. Y, a finales de la escuela secundaria, armamos Everest. Él le puso el nombre porque es el pico más alto del mundo.
La banda estaba compuesta por Milei en la voz, Juan Carlos Marioni y Diego Parise en las guitarras, Diego Vila en el bajo y Boracchia en la batería. En las fotografías de la época, Milei usa campera de jean, musculosa blanca y pañuelo rojo al cuello, buscando imitar el glamour y la sensualidad del músico inglés.
—Lo que hacía era una especie de caricatura de Jagger. Nosotros hacíamos covers de los Stones, más allá de algún tema propio, que componía Javi. Había uno que se llamaba “La ninfómana”. Después había otro que era “Ventilador de mierda”, una especie de blues, donde él hacía un recorrido por todos los dioses del Olimpo y, al final de la canción, se ponía punky la cosa, y decía: “Cuando a Dios se le terminó el barro con el que modelaba los hombres, esperó a que estos cagaran y así los terminó haciendo de mierda”. Muy punky, muy sacado.
Tocaban en un lugar que se llamaba Pizza Bar, en Palermo. La recepción del público era aceptable. Una noche rompieron un ventanal a causa de saltos demasiado enérgicos. A sus dieciocho, Milei conoció los escenarios y su magia. No era un artista virtuoso ni un músico detallista, pero daba un espectáculo.
—Como showman era genial el tipo —dice Boracchia, quien mantiene la amistad con Milei hasta hoy—. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora y te das cuenta que no le da para cantar demasiado. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
Entre el público de Everest siempre estaba Karina, la hermana menor. En cada presentación, él se quitaba la camiseta y la revoleaba. Su hermana se peleaba con el público para recuperarla. En las canchas, en los bares. Ella daba la batalla por él.
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Luego de la dictadura cívico-militar, Argentina volvió a la democracia en diciembre de 1983. Asumió la presidencia Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical. Pero la democracia nació débil, amenazada por los militares que se negaban a ser juzgados por las atrocidades cometidas en su gobierno de facto y maniatada por una economía frágil y endeudada. Alfonsín, en medio de una hiperinflación, debió dejar el poder antes de tiempo, en 1989, en manos de su sucesor, Carlos Menem.
Después del colegio secundario, Javier Milei comenzó a estudiar la licenciatura en Economía en la Universidad de Belgrano, una casa de estudios privada de la ciudad de Buenos Aires. Pero lo que marcó a fuego su vocación ocurrió un día de junio de 1989, en plena hiperinflación. Su madre le pidió que la acompañara al supermercado. Y Milei conoció la desesperación: vio cómo las personas se arrojaban sobre los productos mientras los precios cambiaban de un segundo a otro. “Todo aquello que estaban viendo mis ojos se llevaba de patadas con lo que venía estudiando en la universidad […]. Los precios subían, pero la demanda no bajaba. La gente se seguía tirando arriba de los productos, procurando acapararlos. Así que, mientras veía esa película, pensé: ‘Lo que estoy estudiando en la universidad está mal o soy un pelotudo que no entiende nada’”, escribe Milei en El camino del libertario. Aquel día, asegura, cambió su forma de ver el mundo. Decidió dejar el fútbol y dedicarle todo el tiempo al estudio de la economía. Más allá de la universidad, comenzó un proceso autodidacta e intenso. A los veinte años escribió su primer artículo académico, titulado “La hiperinflación y la distorsión en los mercados”.
Se recibió en 1993, y en los siguientes diez años desarrolló una carrera profesional como economista. Fue asesor de Antonio Bussi, un militar condenado por delitos de lesa humanidad. Trabajó en el banco HSBC y en Máxima AFJP, una empresa dedicada a gestionar aportes jubilatorios.
A principios de 2004 formó parte del estudio del reconocido economista Miguel Ángel Broda. Estuvo allí apenas cuatro meses y renunció, aunque considera que fue una “experiencia maravillosa”. En su autobiografía, Milei da a entender que se fue porque no les daban lugar a sus contribuciones. Broda da otra versión. Entrevistado por Net TV, dijo que a Milei “le costaba mucho leer teoría o leer papers. […] El puente para usar ese instrumento, para entender lo que pasa, que es el objetivo de un economista pragmático, en ese momento le daba mucha dificultad y esa fue la razón por la cual no se quedó en el estudio”, dijo Broda, antes de aclarar que Milei es “una persona seria, de mucha inteligencia”, pero con “una personalidad muy complicada”.
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En 2004, Javier Milei publicó un artículo que lo llevó a “la mejor decisión que he tomado en toda mi vida”. El artículo era académico y salió en la Revista de Economía y Estadística de la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue invitado a exponer. En el hotel donde se alojó, Milei se reunió con el dueño de un criadero de mastines ingleses. Luego de almorzar juntos, el hombre lo llevó a su casa y le presentó a una perra, Kuma, y a sus cachorros. El apartado cinco del primer capítulo de El camino del libertario está enteramente dedicado a Conan. Lleva un título de impronta bíblica: “Luego de la oscuridad llega la luz”. “Me encontré con el verdadero y más grande amor de mi vida: Conan. Los cachorros eran trece. Pero uno vino hacia mí casi de inmediato. Conan ya me había elegido. Yo no puse resistencia”, escribió.
De regreso en Buenos Aires, en su departamento del Abasto, una zona comercial y popular, empezó la convivencia con Conan. Milei recitaba en voz alta frases de economistas neoclásicos y Conan se ponía de pie y aullaba como un lobo. Escuchaba óperas italianas de Bellini y Donizetti, hacía trabajos de consultoría, vivía una vida austera pero feliz. En ocasiones, se alimentaba solo a base de pizza para destinar los recursos a Conan. Un mastín inglés adulto no es económico: puede pesar hasta cien kilos y tener un apetito voraz.
Un domingo a la noche, Milei miraba el programa político de Jorge Lanata en la televisión cuando se cortó la luz. Al salir al pasillo, descubrió una densa nube de humo, proveniente de un incendio en el edificio. Los vecinos salían con urgencia. Él le puso la correa a Conan y bajó los diez pisos por las escaleras, esquivando vidrios y mampostería, soportando la falta de oxígeno. Años después escribió en su libro autobiográfico: “Para mí, ese es uno de los días más importantes de mi vida, porque siempre le he dicho a Conan que estaba y estoy dispuesto a dar mi vida por él en todo momento, bajo cualquier circunstancia y ante todo evento. Y ese día cumplí”.
Entre 2008 y 2021, Milei trabajó en la Corporación América, el grupo empresario de Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuertos Argentina 2000, una sociedad que actualmente opera 35 aeropuertos. Durante sus años en el grupo, supo acercarse a Eurnekian, uno de los seis empresarios más ricos de Argentina según la revista Forbes. Esa proximidad le abrió también las puertas de los medios de comunicación. Eurnekian es dueño de parte de las acciones de América TV, uno de los canales que más minutos de aire le dieron a Milei desde sus programas insignia: Intratables y Animales Sueltos.
"Como showman era genial el tipo. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
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En 2016, Javier Milei debuta en Animales Sueltos, uno de los programas más vistos de la televisión argentina a lo largo de trece temporadas. Su conductor es Alejandro Fantino, un engranaje central en la construcción del personaje público de Milei. Al inicio del show, al frente de una mesa redonda, Fantino presentaba a sus invitados como si fueran integrantes de un gabinete presidencial. Ese año, cuando le toca presentarlo, el economista le dice: “Vos dame el Banco Central, que te destruyo la tasa de inflación”. Los demás participantes se ríen.
En el minuto seis del programa, Fantino, un experto en generar tensión al aire, juega la carta de la provocación. Muestra un libro que, dice, le regaló Axel Kicillof, exministro de Economía de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes. Mientras la cámara hace un zoom a la portada, se escucha un bufido de animal rabioso. La cámara muestra a Milei. Usa traje oscuro, patillas y cabello negro, más largo hacia los costados y la nuca, batido sobre la cabeza, un estilo amorfo que podría ser una continuidad de sus años roqueros. Está encorvado, el ceño fruncido sobre los ojos celestes, se muerde los labios. Gruñe y golpea la mesa. Tiene el gesto de un toro que se prepara para atacar: solo le falta escarbar el suelo. “Miren ese rostro”, advierte Fantino. Bingo. La provocación resulta exitosa.
“¿Hacía falta que lo mezclaras con mis libros?... ¡A esa basura de libro! —ruge Milei y vuelve a golpear la mesa—. Ese libro yo lo llamo ‘La basura general’”. No hay nada que lo enfurezca más que Keynes. Para él, calificar a alguien de keynesiano es una forma de insultarlo. La teoría keynesiana indica que la intervención del Estado puede estabilizar la economía ante las fallas del mercado. Para Milei, el mercado simplemente no falla. Entonces comienza un escarnio contra el economista británico y el intervencionismo estatal. Y, a medida que argumenta en su contra, su voz muta, se vuelve más ronca, puro nervio: “La corporación política nos hizo esclavos tributarios de una corporación política, parasitaria e inútil y chorra. Para, digamos, ¡mirá todas las riquezas que cosecharon los kirchneristas!”. Es el martes 26 de julio de 2016. Milei es el único exaltado en una mesa de siete personas que toman café a la medianoche. Ha dado la primera muestra de una ira que lo desborda.
Años después, Fantino dirá que la presencia del economista generaba rating. Que Milei entraba en un programa de 2.5 puntos y aumentaba el rating a 7. Así comenzó un camino de furia creciente en vivo y en directo. Fue otro periodista de América TV, Mauro Viale, quien le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo.
Y Milei comenzó a boxear.
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El mecanismo de su ira televisada repetía un ciclo corporal, como si todo su organismo estuviera gritando. Primero se le enrojecía el rostro. Después agitaba los brazos con frenesí, las manos tiesas como garras. La transformación tomaba su voz: la volvía más grave, como un gruñido. Y luego llegaban los ataques verbales y la humillación del otro. En algunos casos, también las amenazas de violencia física.
Entre algunos de sus ataques, le dijo “¡Parásito! ¡Vos siempre viviste de la política, inútil! ¡Chupasangre!” a Daniel Lipovetzky, por entonces diputado del gobierno de Mauricio Macri. “¡Te voy a demostrar que él es un bruto ignorante y te voy a refregar la cara de él por el piso!” al periodista Claudio Zlotnik. “Se pasó de salame, se pasó de listo, y ¡no te da para pasarte conmigo porque te estropeo!” al periodista Carlos Gabetta.
En una conferencia de prensa en la ciudad de Metán, la periodista Teresita Frías osó preguntar sobre políticas keynesianas. Javier Milei volvió a encenderse: “Acabás de decir una burrada y yo lo que estoy haciendo es tratar de desasnarte. […] Yo no soy totalitario, solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés”. Algunos colegas defendieron a Frías a los gritos y el episodio casi termina a las piñas. El caso llegó a los tribunales, impulsado por la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género de Metán, Susana Redondo Torino, que actuó de oficio. La justicia falló contra Milei: le prohibió actos públicos en Metán, lo obligó a disculparse con la periodista y a realizar una evaluación psicológica.
En otro episodio, la conductora Marcela Tinayre lo echó de su programa Las Rubias, del canal Net TV, luego de cruzarse con la modelo y panelista Sol Pérez. Mientras sostenía la discusión, Milei retuiteaba mensajes de odio a la modelo, que se largó a llorar al aire. Los mensajes decían cosas como “Ante semejante rotura de ano se tuvo que levantar a ponerse agua oxigenada” o “Necesitamos más Milei para abrir mentes […] porque chicas para mostrar el culo hay muchísimas”.
A pesar de su violencia, su exposición crecía. Lo convirtió en el economista con más minutos de aire en televisión y radio entre 2017 y 2018. La consultora Ejes de Comunicación reveló que, durante ese período, Milei acumuló 193 547 segundos de aire en 235 entrevistas, el equivalente a estar dos días y cinco horas en los medios. El libertario llenaba los espacios vacíos de las grillas. Lo bizarro también lo interpelaba. Podía ser parte de shows de chimentos, donde acudía junto a su novia, Daniela Mori, una cantante que había sido parte del conjunto Las Primas, exitoso en los ochenta. O podía protagonizar programas humorísticos, como Peligro: Sin Codificar. Allí, el actor Jorge Campi se disfrazaba de “Javier Mileidi” y se peleaba con el Milei real, a modo de parodia. El actor también usaba traje negro y una peluca de pelo largo, revuelto y oscuro. El estilo Milei ya era reconocible a simple vista.
Mauro Viale le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo. Y Milei comenzó a boxear.
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—Yo venía siguiendo a Milei y a la nueva derecha desde el arranque del 2021 y ya había escuchado todas las historias místicas, había escuchado hablar siete millones de veces de Conan, pero conscientemente había desechado ese enfoque. Yo simplemente decía: “No puede ser” —dice Juan Luis González, periodista de Noticias, en el café de la redacción.
Lo que “no puede ser” es el hilo que González siguió para escribir la biografía no autorizada de Javier Milei, titulada El loco (Planeta, julio de 2023). Lo que descubre su investigación es que Conan murió en 2017, a pesar de que Milei habla en presente cuando se refiere a su perro. Y que, a partir de la muerte de Conan, el economista cambió definitivamente. “A los que querían escucharlo, Milei les comenzó a contar historias cada vez más llamativas: que Conan en verdad no había muerto […], sino que había ido a sentarse al lado del ‘número uno’ para protegerlo, y que gracias a eso había empezado a tener charlas con el mismísimo Dios”, escribió González. En una de esas conversaciones, narra en El loco, Dios le dijo que tenía para una misión para él: tenía que meterse en política y no tenía que detenerse hasta ser presidente. En su investigación, González devela que el economista mandó a clonar a Conan en Estados Unidos. El resultado fueron los cachorros de mastín inglés que bautizó con los nombres de sus economistas libertarios favoritos: Murray (por Rothbard), Milton (por Friedman), Robert y Lucas (por Robert Lucas).
Después de las elecciones primarias de 2023, la web de la empresa PerPETuate, “la primera compañía de preservación genética de mascotas del mundo”, publicó un mensaje de reconocimiento al “DR JAVIER MELEI” (sic). La compañía, con laboratorios en Massachusetts, le agradeció por haber dedicado su victoria a Conan y a sus clones producidos a partir de células preservadas por PerPETuate.
—En el prólogo del libro, que escribí hace un año, yo me preguntaba qué pasaba si, en un país inestable, aparecía un líder inestable —recuerda González—. Ahora, imaginate, la pregunta es otra: ¿qué pasa si a un país inestable lo gobierna un líder inestable?
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El domingo 17 de febrero de 2019 se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires la Otacon Party, un evento dedicado al animé, el cómic y la música pop coreana. Hubo también participación de cosplayers: personas disfrazadas y caracterizadas como personajes ficticios, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Javier Milei acudió vestido como un superhéroe. Ocultaba parte de su rostro detrás de un antifaz. Vestía una armadura, una capa, guantes amarillos, un tridente dorado. “Hola, soy el General Ancap. Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de apropiación originaria del hombre. […] Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”, se presentó en la Otacon Party.
Milei se convirtió en el General Ancap —nombre que proviene de la ideología del economista: el anarcocapitalismo— de la mano de Lilia Lemoine, una cosplayer reconocida en el mundo otaku. Lemoine se presenta como influencer e it girl. Actualmente es candidata a diputada nacional de La Libertad Avanza, aunque reconoce que, si Milei fuera presidente, le gustaría ser su vocera. “Como una Cerruti buena”, aclara, en alusión a la actual portavoz de Presidencia, Gabriela Cerruti.
—A Javier, en persona, lo conocí en el evento de cosplay —cuenta Lemoine, de 43 años, en un restaurante de Palermo—. Le propuse hacer un superhéroe y él me dijo que sí. ¡Yo no lo podía creer! Fue en pleno verano: él transpiró, se manchó la cara, pero no se preocupa por esas cosas. Él se fue a divertir. Fue con su exnovia, Daniela, con la hermana, Kari, que ahí la conocí también. Fue superdivertido. Yo veía cómo los chicos se volvían locos, nos pedían fotos. Y él, superamable con la gente.
A comienzos de la campaña de 2021, Lemoine se convirtió en la maquilladora y fotógrafa de Milei. Ella, dice, consiguió grandes cambios en la forma de mostrarse del candidato a presidente: logró que abandonara los pantalones de talles grandes y modeló su look como un personaje de X-Men.
—Entiendo que la gente, como te ve, te juzga. Por eso me preocupé mucho por la imagen física de Javier y noté que, si bien su pelo es un emblema, no estaba bien cortado. Había fotos en las que parecía una señora, ¡era tremendo! Y yo le dije: “¿Y si en vez de que el pelo te tape la cara, te descubrimos y te dejas patillas? Yo se lo dije por Wolverine. A mí siempre me hizo acordar a Wolverine. Y le gustó, me hizo caso y se dejó las patillas.
Lemoine es maquilladora protésica, especialista en efectos especiales, y es la encargada de cuidar el rostro del candidato con sus técnicas cosméticas. Milei confía en ella y en sus decisiones de imagen. Tanto que eligió una foto hecha por ella para la tapa del libro El fin de la inflación (Planeta, mayo de 2023).
—Nuestro candidato es el más lindo de todos: tiene una buena melena y tremendos ojos. Mucha gente se enojó conmigo por eso, pensaban que era superficial. Entendí cómo era la dinámica de la peluca. Yo hago corte esculpido y lo fui llevando al ideal, que era lo que más me gustaba a mí. Su pelo al viento siempre fue un emblema, pasa que antes era un pelo loco, despeinado, ahora es una melena llamativa pero más armónica.
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Un plano aéreo muestra una Buenos Aires desierta. Tambores con fogatas iluminan un galpón fantasmal. Suena música épica. De las paredes cuelgan retratos de pensadores de siglos pasados. Karina lleva unas alas de ángel sobre la espalda. Javier Milei usa un sobretodo negro al estilo Matrix. Tiene una maza de utilería, frente a una maqueta del Banco Central. Al grito de “¡Destrucción, destrucción!”, un grupo de libertarios rodean a Milei, mientras él rompe a mazazos la réplica y aúlla: “¡Basta de inflación!”. Detrás de él, Karina sonríe.
Esto sucede en la escena final de Pandenomics, una película filmada en 2020, adaptación del libro homónimo de Milei, un manifiesto en contra de las medidas de aislamiento social tomadas por el Gobierno durante la pandemia de covid-19.
La pandemia fue un punto de inflexión en el surgimiento del libertario. Mientras el Gobierno obligaba a encerrarse y quedarse en casa, Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”. Pandenomics fue dirigida por el cineasta Santiago Luis Oría, formado en la Universidad del Cine, quien también filmó el documental Javier Milei. La revolución liberal, estrenado en julio de 2023. Que una tradición política de élite como el liberalismo se haya convertido en un fenómeno popular era algo fascinante para Oría. Entonces se propuso filmarlo.
—Voy a la casa de Milei, cosa rara, porque casi nadie entra a la casa —recuerda Oría una mañana de viernes, con un café y un avocado toast—. En realidad, era en lo de la hermana, en Vicente López. Y estuvimos hablando un largo rato, él me habló mucho de las internas académicas del liberalismo, tanto acá como en Chicago. Y yo le dije: “Tengo una propuesta: agarrar tu libro y hacerlo como un documental, lo hacemos bien divertido”. No sé si lo llegaste a ver…
—Sí, lo vi. Tiene una estética de cómic.
—Es una estética apocalíptica, claro, como de cómic. Está inspirado más que nada en Escape from New York, de John Carpenter. La música también es de esa película; usamos unas licencias gratuitas de YouTube que están buenísimas. Bueno, esa experiencia fue muy exitosa, la vio un montonazo de gente.
Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”.
Pandenomics fue filmada en una fábrica abandonada de Moreno, en el conurbano bonaerense, propiedad de la familia de Valentino Summo, jefe de producción del filme. Se estrenó en diciembre de 2020 y, como los cines estaban cerrados, se proyectó en la pantalla grande del hotel GrandView.
—Lo que sentíamos en ese momento es que también nos queríamos divertir, por todo lo que implicó el encierro, toda esa provocación de tristeza. Divertirse, ser libres y estar alegres también era una manera de estar combatiendo. De hecho, obviamente, no fue acorde a los protocolos sanitarios.
Oría también fue convocado por Milei para trabajar en la campaña electoral 2021. Desde entonces se encarga no solamente del registro de sus actos y caravanas —se ufana de tener el “gran archivo Milei”: más de veinte teras de material audiovisual—, sino que también diseña los spots publicitarios oficiales. Como parte del entorno cerrado del líder de La Libertad Avanza, comprendió cómo funcionaba el vínculo entre los hermanos Milei. Para la escena final de Pandenomics, Milei pidió explícitamente que su hermana usara alas de ángel.
—Es un símbolo de que él la ve a ella como un ángel guardián: una persona que lo cuida. En este mundo de la política, con tanta falsedad, tanta hipocresía, tanta traición, es la única persona en la que confía al 100%. Karina es una persona con mucho sentido común, con una lectura de las personas increíble. Entonces, ella lo cuida de toda la gente mala que hay en torno a la política, al poder.
En septiembre de 2021, en América TV, Milei dio un ejemplo bíblico para explicar el vínculo con su hermana. “Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando, y entonces Dios le mandó a Aarón para que divulgue… Bueno, Kari es Moisés y yo soy el que divulga, nada más, soy solo un divulgador”, dijo con la voz quebrada y lágrimas en los ojos. Después agachó su cabeza y tomó la mano de Viviana Canosa, la conductora del programa, con un gesto de niño herido. Tiempo después, en el canal La Nación+, el libertario dijo que con Karina bromeaban sobre su eventual presidencia: “Uno de los chistes que nos hacemos es que yo hice todo esto para que ella sea primera dama”. En sus múltiples apariciones públicas, Milei ha demostrado que posee una emocionalidad cambiante o inestable. Sin embargo, quienes trabajan junto a él opinan lo contrario.
—Javier no es para nada inestable. O sea, la cantidad de presión que recibe desde afuera, las operaciones, las mentiras, la difamación, las traiciones... —opina Oría—. El tipo, sin embargo, está totalmente entero, sólido, compuesto, armadito, siguiendo con sus ideas, siguiendo con las batallas. Es una persona con mucha pasión, sí. Es un tipo muy pasional. Pero eso para mí no tiene que ver con la inestabilidad. Es un tipo con grandes... hay una palabra en inglés, rushes, como que, ¡bum!, de golpe te envuelve de pasión, pero después es un tipo recontrameticuloso, recontrafrío para pensar y planificar una estrategia.
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En las elecciones legislativas de 2021, Javier Milei alcanzó 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, un número considerable para una fuerza debutante. En su discurso triunfal en el Luna Park dijo, en alusión a Juntos por el Cambio y al peronismo: “¡Vaya que tiene miedo la casta! Porque tuvieron que tirarme de los dos lados, ¡porque está toda cagada!”.
La Libertad Avanza ganó dos bancas en la Cámara de Diputados, que ocuparon Milei y Victoria Villarruel, ahora su candidata a vicepresidenta. Férrea opositora de las políticas de derechos humanos del oficialismo, Villarruel es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, que defiende a “las víctimas inocentes de la violencia armada desplegada por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras”.
Desde que asumió, la producción de Milei como diputado resultó escasa. No presentó proyectos de ley ni integró ninguna comisión de trabajo. Sin embargo, su figura no paró de crecer gracias a una estrategia simple y efectiva. Desde enero de 2022, cada mes sortea la totalidad de su sueldo como legislador. El primer sorteo lo realizó en un acto en Mar del Plata. El último, de septiembre de 2023, fue el que más convocatoria tuvo: casi tres millones de participantes. El ganador se llevó una suma de aproximadamente 1 800 dólares. Se trata de un número altísimo para el sueldo promedio de un trabajador, que ronda los cuatrocientos dólares. “Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei para promocionar el sorteo en su cuenta de TikTok.
Para Iñaki Gutiérrez, veintidós años, estudiante de Derecho y Economía, creador de la cuenta oficial de TikTok de Milei, el sorteo es fundamental para el crecimiento del libertario.
—Los hitos de Javier en TikTok, sin lugar a dudas, fueron su campaña austera y la donación de su sueldo. Es el único candidato en la historia de nuestro país que dona su sueldo, y eso no deja de acercarte más a él, porque la gran mayoría de la gente está pasando un momento económico terrible y ven que los políticos siguen cobrando sus sueldos y haciendo su vida como si no hubiera nada que reprocharse.
Los números de Milei en redes superan ampliamente a sus contrincantes. En TikTok es el político argentino más popular, con 1.4 millones de seguidores, con videos que superan los ocho millones de visualizaciones. Estos números se replican en Instagram y YouTube.
—La campaña en redes funciona porque es un producto totalmente único: una persona que sabe comunicar muy bien sus ideas, con una personalidad avasallante —dice Gutiérrez—. Pero además responde al momento histórico de Argentina, a que la sociedad realmente está muy cansada de la situación económica que estamos viviendo. Y a una estrategia de poner en agenda determinados temas que la gente pretendía escuchar.
Gutiérrez llegó a La Libertad Avanza como un militante más y, en 2022, le propuso a Milei armarle una cuenta de TikTok. A veces, Gutiérrez es quien propone los temas para los videos. Otras, son ideas propias de Milei. Es el caso de uno de sus hits, su video para explicar la reducción del Estado que llevaría adelante Milei si fuera presidente: propone achicar las cuentas públicas de forma drástica y pasar de dieciocho a ocho ministerios. En el video se puede ver el organigrama actual de los ministerios dispuesto en una pizarra, y Milei arranca uno a uno los nombres de los ministerios que pretende eliminar al grito de “¡AFUERA!”. Se viralizó tanto que circula subtitulado en otros idiomas, como portugués o inglés.
“Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei.
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En su modo de ver el mundo, el mercado es una deidad que no se equivoca. Por eso todos los aspectos de la vida deberían funcionar bajo su tutela. El Estado, en cambio, debería retirarse de la economía, de la salud, de la educación, de la ciencia. Así se explica su objetivo de “pasarle la motosierra” al gasto público, es decir, reducir el Estado a su mínima expresión. En caso de ser presidente, Javier Milei promete un ajuste en las cuentas de quince puntos del PIB.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua —“una sociedad donde les sobra el agua, y el precio del agua […] es cero. Consecuentemente, ¿quién va a reclamar el derecho de propiedad de ese río? Nadie, porque no puede ganar plata”—, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños. El 28 de junio de 2022 a la mañana, en Radio con Vos, le preguntaron —literalmente— si estaría de acuerdo con la venta de niños y respondió que era “una discusión filosófica que no sé cuánto estamos preparados” para debatir y que el tema “depende en qué términos estés pensando”. Sin embargo, ese mismo día, a la noche, en La Nación+, se retractó, quizás advirtiendo que había llegado demasiado lejos.
Las bases de su programa económico en una eventual presidencia están explicadas en su libro El fin de la inflación. Allí habla de eliminar el Banco Central y plantea la posibilidad de dolarizar la economía como una solución que termine con los problemas económicos de Argentina, entre ellos un índice de pobreza que supera 40% de la población y, sobre todo, una tasa de inflación entre las más altas del mundo. El mismo mes de las elecciones primarias de 2023 la inflación llegó a 12.4%: el número más elevado en 32 años. A nivel anual, el aumento de precios fue de 124.4%, un fenómeno prologado que se aceleró en los últimos dos gobiernos y que impacta en los sectores más pobres. En un país donde la divisa estadounidense siempre funcionó como refugio para el ahorro, donde existen al menos seis tipos de cambio, Milei augura resultados prometedores. “Cuando los salarios en dólares vuelen, habrá una fuerte caída de la pobreza y la indigencia y una ganancia en bienestar enorme, por el solo hecho de haber realizado un cambio monetario”, escribe en El fin de la inflación.
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En 2023, Javier Milei se lanzó como candidato a presidente por La Libertad Avanza. A pesar de hacer campaña en contra de la “casta”, como llama a los sectores tradicionales de la política, en varias provincias privilegió a las viejas estructuras sobre los jóvenes libertarios del interior del país. La Libertad Avanza también cosechó denuncias por vender lugares en las listas. La más resonante fue la del empresario Juan Carlos Blumberg, conocido por haber impulsado leyes de mano dura, a partir del asesinato y secuestro de su hijo, Axel, en 2004. Blumberg se fue de La Libertad Avanza luego de acusar al libertario de hacer “negocios” con la política y denunciar que pedían cincuenta mil dólares por una candidatura.
En la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande, muchos intendentes del peronismo y de Juntos por el Cambio le “armaron” la lista de concejales a Milei y “cuidaron” su boleta presidencial. Así lo denunció el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, en el programa Duro de Domar. Además de proveer la estructura donde no la tenía, los partidos tradicionales aprovecharon la existencia del libertario para su propio beneficio. Mientras al peronismo le convenía que Milei creciera porque eso le restaba votos a Juntos por el Cambio, a este le beneficiaba que el economista corriera el discurso público a la derecha.
Con el armado electoral garantizado, una propuesta rupturista en tiempos de crisis económica y una personalidad histriónica, Milei triunfó en las elecciones primarias del domingo 13 de agosto de 2023. Como candidato a presidente, salió primero con 30.04% de los votos: más de siete millones de personas votaron por La Libertad Avanza. Juntos por el Cambio quedó en segundo lugar. Bajo el sello de Unión por la Patria, el peronismo salió tercero, en lo que constituyó su peor derrota desde su creación en 1946, en tiempos de Juan Domingo Perón y Evita. En varias provincias, además, los gobernadores habían desdoblado la elección provincial, de modo que se desligaron de la competencia nacional, lo que también terminó favoreciendo a Milei. El resultado fue que una fuerza inexistente hasta 2021 ganó en dieciséis de las veinticuatro jurisdicciones.
—La candidatura de Milei se impuso en las primarias y sigue creciendo porque hay dos motivos muy importantes en la constitución de su voto. Por un lado, es un rechazo a todo, pero sobre todo al peronismo, en tanto principal responsable de la crisis, no solo porque es gobierno, sino porque gobernó la mayor parte del tiempo en Argentina —opina el antropólogo y sociólogo Pablo Semán, conocido por sus investigaciones sobre sectores populares—. Por otro lado, por la afirmación del valor de la libertad que, si bien tiene una afirmación difusa como cualquier valor en política, le da una solución a los motivos de descontento.
—¿Quiénes son los votantes de Milei?
—Los votantes de Milei son los más diversos en varios sentidos, pero, al mismo tiempo, su voto está homogéneamente distribuido en distintos estratos sociales. Quiere decir que es tan importante en las clases medias como en las altas y en las bajas. Los votantes de Milei no son solo jóvenes, como en algún momento se especuló. Probablemente predominan los varones, pero también es cierto que, en el salto que logró en las elecciones, ese predominio también se diluyó. Hay una trayectoria política, más allá de lo socioeconómico, que explica esos votos: están lo que se cansaron y están los que no conocieron otra cosa mejor que Milei.
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En septiembre de 2023, organizaciones sociales y curas villeros, los sacerdotes que viven y trabajan en barrios precarios, se reunieron en la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en el barrio porteño de Barracas, para realizar una “misa de desagravio” al papa Francisco. Quisieron responder así los ataques hacia Jorge Bergoglio. “Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma, que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos […]. ¡Es el representante del Maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios! ¿Vos sabías que el papa impulsa el comunismo con todos los desastres que causó?”, dijo Javier Milei en 2020, en una entrevista en Canal 9.
No fue el único sector de la sociedad argentina que encendió las alarmas tras los resultados de las elecciones primarias. Se sumó un grupo de intelectuales, que denunció que el triunfo de Milei supone “una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”. Más de 1 200 personalidades del ambiente cultural firmaron un documento para señalar que el crecimiento del economista “potenció los discursos del odio”. Días después, 170 economistas de distintas trayectorias hicieron público su rechazo a las ideas del libertario, con el título “La dolarización es un espejismo”. Entre los firmantes está Miguel Ángel Broda, titular del estudio donde Milei trabajó en el comienzo de su carrera.
Además de centralizar la agenda política, Milei también colmó los portales de espectáculos: confirmó que estaba en pareja con la actriz Fátima Flórez, famosa por ser imitadora de Cristina Fernández de Kirchner. Ambos se conocieron en el programa La Noche de Mirtha Legrand en diciembre de 2022. Legrand es una estrella histórica de la televisión. Desde que se hizo público el vínculo, la pareja no se mostró junta en ningún momento. Los portales de espectáculos aseguran que harán su primera aparición en la mesa de Legrand. Entonces se cerrará el círculo en el lugar que los unió.
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Martes 12 de septiembre de 2023. La caravana comienza a las cuatro y media de la tarde en Plaza San Martín de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. La provincia es clave para el objetivo de Javier Milei de cara al 22 de octubre: ganar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Si consigue superar 45% de votos a nivel nacional o llegar a 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo puesto, se convertirá en presidente. Si no, deberá ir al ballotage con el segundo candidato más votado. Por eso, su objetivo es ampliar la cosecha de votos en la provincia de Buenos Aires y reforzar la candidatura de su gobernadora, Carolina Píparo, que salió tercera en las primarias.
La sede del Partido Libertario está en Calle 51, entre 7 y 8, pleno centro de La Plata, frente a Plaza San Martín. A las cuatro de la tarde, media hora antes de la convocatoria, ya hay un nutrido grupo. Se preparan para la llegada del líder, entre cantos y selfies. Unos militantes regalan bolsas blancas, estilo supermercado low cost, con una inscripción azul que dice “Milei presidente, Píparo gobernadora”. Un hombre vende banderas amarillas con figuras de leones y la leyenda “Milei 2023”. Tres mil pesos, alrededor de cuatro dólares en el mercado informal, sale una bandera grande. Tiene una opción más pequeña a dos mil pesos.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños.
A las cuatro y media, los militantes caminan con la firmeza que da la masividad hacia la esquina de Plaza San Martín. Agentes de tránsito interrumpen Avenida 7 y Calle 54. Los bocinazos de los colectivos y los autos se mezclan con los cantos dedicados a los adversarios, como “El que no salta es un K”, en alusión a los seguidores de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un delivery de PedidosYa acelera su moto sobre la avenida, flameando una bandera amarilla libertaria. Llegan más militantes con banderas argentinas y de “La Julio Argentino Roca”, una agrupación juvenil libertaria. Ahora la multitud —aproximadamente mil personas, según calcularon los medios— divisa el colectivo ploteado con el rostro de Milei e improvisa un cordón humano para abrir el paso. Cuando Milei aparece, estallan bengalas de humo de color amarillo y negro.
El candidato a presidente, vestido con su campera de cuero negro, se sube a la caja de una camioneta pick-up, junto a Píparo y a su hermana Karina. Agita los brazos, salta, canta los hits de su actual repertorio, “La casta tiene miedo” y “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El paso de la caravana es lento. Sus seguidores se amontonan. Se empujan para alcanzarle cosas que Milei firma, desde libros del economista austriaco Ludwig von Mises, hasta billetes de mil pesos. Un adolescente lookeado con el mismo corte de pelo y las mismas patillas de Milei se abraza a sus amigos al grito de “¡Le di la mano!”. Desde la caja de la camioneta, Milei agita un billete gigante de cien dólares con su cara en lugar de la de Benjamin Franklin. Aparece una murga que acompaña la caravana y un hombre disfrazado de Álex, el león de la película Madagascar, baila. Milei sacude una motosierra mientras los militantes corean “¡Mo-to-sierra, mo-to-sierra!”. Cuando la caravana pasa frente a la Gobernación, alguien le alcanza una torta a Píparo y los militantes empiezan a cantar el feliz cumpleaños. Píparo —remera naranja que dice “Love is the answer”, el pelo rubio bajo una gorra negra— señala el Palacio de Gobierno y sopla las velitas de su cumpleaños número 47. Luego de hacer dos cuadras bordeando la plaza, sin dar un discurso, sin hablar con los medios, Milei se sube a un Volkswagen Vento y desaparece en dirección a Calle 6.
Su paso por La Plata es un golpe de efecto fugaz o el resumen de la campaña de La Libertad Avanza: una caravana de fieles que ven en ese hombre sin experiencia de gestión, sin estructura, en este hombre que ruge, que agita dólares falsos y motosierras, a su próximo salvador.
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Desde sus primeras apariciones en televisión, Javier Milei dejó en claro que el mundo se divide en dos tipos de personas: “los parásitos, inútiles” de la corporación política y, en la vereda de enfrente, “los que trabajamos y somos esclavos tributarios”. Pronto se convirtió en la figura mediática de la derecha libertaria nacional. Tras cinco años de diatribas contra la “casta política”, formó un partido, asumió como diputado y este año ganó las elecciones primarias con 30% de los votos. Milei podría convertirse en el próximo presidente de Argentina.
Es la tarde del sábado 7 de agosto de 2021. Plaza Holanda está ubicada en los bosques de Palermo, en Buenos Aires. El ingreso está custodiado por estatuas. Una de ellas representa a un león sobre un avestruz muerto, derrotado bajo sus garras. Hoy, en el centro de la plaza hay un escenario sobre el cual se despliega el símbolo de La Libertad Avanza: un águila en posición de cacería. La Libertad Avanza es un partido político nuevo —todavía no ha cumplido ni un mes desde su creación—, de tendencia conservadora en lo social y libertario en lo económico. La música que suena es un tema llamado “Panic show”, de la banda argentina La Renga, que dice: “Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida”. El escenario está rodeado por miles de personas que esperan verlo aparecer a él y que estallan cuando finalmente sube al escenario.
El hombre lleva su estilo de siempre: el pelo largo, oscuro y revuelto, campera de cuero y camisa negra. Eligió esta plaza por los leones que la protegen. Esta vez no usa la bandera libertaria, una insignia amarilla y negra, con una serpiente de cascabel y el lema “Don’t tread on me”, que podría traducirse como “No me pises”. Esta vez lleva la bandera argentina colgada al cuello, como una capa. Es su primer acto político: el hombre, un economista famoso por sus apariciones furibundas en televisión, busca convertirse en candidato a diputado. Entonces ruge:
—¡Esta no es una tarea para tibios, esta no es una tarea para cobardes, esta no es una tarea para los políticamente correctos! Yo no me metí acá para estar guiando corderos, yo me metí acá para despertar leones. ¡Quiero escucharlos rugir! ¡Viva la libertad, carajo!
Quienes lo escuchan aplauden con furia y gritan: “¡Viva!”.
Dos años después, en agosto de 2023, el hombre que ruge, Javier Milei, ganará las elecciones presidenciales primarias con 30% de los votos, dejando atrás a las dos fuerzas políticas principales, el peronismo, representado en Unión por la Patria, y Juntos por el Cambio, y estará en el primer puesto en la carrera para gobernar la Argentina.
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Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en el seno de una familia de clase media. Creció en Sáenz Peña, una ciudad del partido Tres de Febrero, en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, Norberto “Beto” Milei, comenzó manejando colectivos de la línea 21 y ascendió en el negocio hasta convertirse en dueño de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, era ama de casa. Tenía, y tiene, una hermana menor, Karina.
Milei hizo la escuela primaria y secundaria en el Cardenal Copello, un colegio de curas del barrio porteño de Villa Devoto. Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo. Muchos años después, Milei contará que sufrió maltratos y violencia física por parte de su padre. “Mi viejo me cagaba a trompadas. No me olvido más de una golpiza que me dio el 2 de abril de 1982, cuando tenía once años. Estábamos viendo en la tele todo lo de [la guerra de las] Malvinas y a mí se me ocurrió decir que eso era un delirio, que nos iban a romper el culo. A mi viejo le agarró un ataque de furia y empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, contó a Perfil.com en julio de 2018.
A esa misma edad, Milei ubica el descubrimiento de su interés por la economía. Así lo narra en El camino del libertario (Planeta, 2022), una especie de Enciclopedia Milei que no escatima en relatos épicos; está dedicado a su hermana, a quien llama “el Jefe”, y a sus mastines ingleses, a quienes denomina su “familia de cuatro patas”. Milei recuerda el impacto que le provocó la histórica frase del exministro de Economía, Lorenzo Sigaut: “El que apuesta al dólar pierde”. Como parte de la dictadura militar, Sigaut asumió con una inflación por las nubes, devaluó la moneda local y reguló el acceso a la divisa estadounidense. “Fue el momento en que descubrí que había mucha gente que en mi país estaba mal. Agobiada”.
En 1978, cuatro años antes de la guerra de las Malvinas, se llevó a cabo en la Argentina el Mundial de Fútbol. Ubaldo Matildo “el Pato” Fillol era el arquero de la selección nacional, que resultó ganadora ese año. Esa conquista lo convirtió en uno de los máximos ídolos de la infancia de Milei. Tanto lo influyó que, cuando empezó a jugar al fútbol a los nueve años, eligió ser arquero. Su carrera futbolística empezó en el club Alvear y en El Ideal de Villa Lugano, donde, cuarenta años después, en 2021, filmaría su primer spot de campaña. En paralelo, participaba en los torneos intercolegiales que organizaba el Cardenal Copello. Su hermana miraba los entrenamientos en El Ideal, mientras hacía la tarea sentada en los bancos. Y se peleaba con los hinchas contrarios cuando le llovían insultos a su hermano.
—De niño, Javier era tremendo —explica Hernán Boracchia, amigo de su infancia y adolescencia—. En un campeonato intercolegial, nosotros teníamos un equipazo. Llegamos a la última fecha del torneo, y si ganábamos éramos los campeones. Vamos ganando uno a cero. Cuando está por terminar, el equipo contrario nos hace un gol, donde uno de los jugadores contrarios baja una pelota con la mano. Empatando el partido, perdíamos el campeonato. Javi, enojadísimo contra el árbitro, no tuvo mejor idea que empezar a tirarle piedras. ¡Piedras! Le tiraba piedrazos porque nos había robado el campeonato.
Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo.
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Después de los clubes de barrio, Milei continuó jugando en Chacarita Juniors, un cuadro histórico de la liga nacional, ubicado en el conurbano bonaerense. Su padre colaboró con el club para construir las canchas de tenis y la pileta de natación.
—Era un chico muy aplicado en los entrenamientos, muy inteligente, de perfil bajo, con muchísimo carácter y muchísima dedicación —recuerda Eduardo Grecco, entrenador de Milei, cuando tenía dieciséis años—. Era un chico que quería llegar: él decía que quería ser Fillol. Tenía el sobrenombre de “Loco”, bien puesto el apodo, porque tenía actitudes, no de una locura demencial, pero sí de un chico que se hacía respetar. Entrenaba en el barro, se colgaba del travesaño, le podría decir miles de situaciones así, de loco.
—¿Era líder del grupo?
—No, la categoría del setenta tenía otros líderes, él no era líder, era uno más del grupo. Me acuerdo de una situación, no voy a dar nombres, cuando uno se metió con él y se hizo respetar. Él no se metía con nadie, pero este muchacho tuvo la imprudencia de meterse con una persona que creía que se iba a amedrentar, y Javier no se amedrentó. En este caso, llegó a las manos. No se peleaba nunca, esto fue un caso extraordinario. Fue una cosa muy delicada. Me dijo: “Eduardo, yo esto no lo voy a permitir”. Y yo le dije: “Mirá, Javier, arreglalo como puedas”. No pensaba que lo iba a arreglar como lo arregló. Le pegó un uppercut de derecha y el otro muchacho se durmió de la piña que le pegó.
Durante su adolescencia, Milei también se hizo fanático de la banda británica The Rolling Stones. Y, tal como le había pasado con Fillol en el fútbol, el cantante y líder del grupo, Mick Jagger, se convirtió en el objeto central de su devoción.
—Javi me empezó a insistir que él quería armar una banda —recuerda Hernán Boracchia—. Él tenía una guitarra y tocaba cuatro notas, cuatro putas notas de mierda. Y, a finales de la escuela secundaria, armamos Everest. Él le puso el nombre porque es el pico más alto del mundo.
La banda estaba compuesta por Milei en la voz, Juan Carlos Marioni y Diego Parise en las guitarras, Diego Vila en el bajo y Boracchia en la batería. En las fotografías de la época, Milei usa campera de jean, musculosa blanca y pañuelo rojo al cuello, buscando imitar el glamour y la sensualidad del músico inglés.
—Lo que hacía era una especie de caricatura de Jagger. Nosotros hacíamos covers de los Stones, más allá de algún tema propio, que componía Javi. Había uno que se llamaba “La ninfómana”. Después había otro que era “Ventilador de mierda”, una especie de blues, donde él hacía un recorrido por todos los dioses del Olimpo y, al final de la canción, se ponía punky la cosa, y decía: “Cuando a Dios se le terminó el barro con el que modelaba los hombres, esperó a que estos cagaran y así los terminó haciendo de mierda”. Muy punky, muy sacado.
Tocaban en un lugar que se llamaba Pizza Bar, en Palermo. La recepción del público era aceptable. Una noche rompieron un ventanal a causa de saltos demasiado enérgicos. A sus dieciocho, Milei conoció los escenarios y su magia. No era un artista virtuoso ni un músico detallista, pero daba un espectáculo.
—Como showman era genial el tipo —dice Boracchia, quien mantiene la amistad con Milei hasta hoy—. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora y te das cuenta que no le da para cantar demasiado. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
Entre el público de Everest siempre estaba Karina, la hermana menor. En cada presentación, él se quitaba la camiseta y la revoleaba. Su hermana se peleaba con el público para recuperarla. En las canchas, en los bares. Ella daba la batalla por él.
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Luego de la dictadura cívico-militar, Argentina volvió a la democracia en diciembre de 1983. Asumió la presidencia Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical. Pero la democracia nació débil, amenazada por los militares que se negaban a ser juzgados por las atrocidades cometidas en su gobierno de facto y maniatada por una economía frágil y endeudada. Alfonsín, en medio de una hiperinflación, debió dejar el poder antes de tiempo, en 1989, en manos de su sucesor, Carlos Menem.
Después del colegio secundario, Javier Milei comenzó a estudiar la licenciatura en Economía en la Universidad de Belgrano, una casa de estudios privada de la ciudad de Buenos Aires. Pero lo que marcó a fuego su vocación ocurrió un día de junio de 1989, en plena hiperinflación. Su madre le pidió que la acompañara al supermercado. Y Milei conoció la desesperación: vio cómo las personas se arrojaban sobre los productos mientras los precios cambiaban de un segundo a otro. “Todo aquello que estaban viendo mis ojos se llevaba de patadas con lo que venía estudiando en la universidad […]. Los precios subían, pero la demanda no bajaba. La gente se seguía tirando arriba de los productos, procurando acapararlos. Así que, mientras veía esa película, pensé: ‘Lo que estoy estudiando en la universidad está mal o soy un pelotudo que no entiende nada’”, escribe Milei en El camino del libertario. Aquel día, asegura, cambió su forma de ver el mundo. Decidió dejar el fútbol y dedicarle todo el tiempo al estudio de la economía. Más allá de la universidad, comenzó un proceso autodidacta e intenso. A los veinte años escribió su primer artículo académico, titulado “La hiperinflación y la distorsión en los mercados”.
Se recibió en 1993, y en los siguientes diez años desarrolló una carrera profesional como economista. Fue asesor de Antonio Bussi, un militar condenado por delitos de lesa humanidad. Trabajó en el banco HSBC y en Máxima AFJP, una empresa dedicada a gestionar aportes jubilatorios.
A principios de 2004 formó parte del estudio del reconocido economista Miguel Ángel Broda. Estuvo allí apenas cuatro meses y renunció, aunque considera que fue una “experiencia maravillosa”. En su autobiografía, Milei da a entender que se fue porque no les daban lugar a sus contribuciones. Broda da otra versión. Entrevistado por Net TV, dijo que a Milei “le costaba mucho leer teoría o leer papers. […] El puente para usar ese instrumento, para entender lo que pasa, que es el objetivo de un economista pragmático, en ese momento le daba mucha dificultad y esa fue la razón por la cual no se quedó en el estudio”, dijo Broda, antes de aclarar que Milei es “una persona seria, de mucha inteligencia”, pero con “una personalidad muy complicada”.
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En 2004, Javier Milei publicó un artículo que lo llevó a “la mejor decisión que he tomado en toda mi vida”. El artículo era académico y salió en la Revista de Economía y Estadística de la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue invitado a exponer. En el hotel donde se alojó, Milei se reunió con el dueño de un criadero de mastines ingleses. Luego de almorzar juntos, el hombre lo llevó a su casa y le presentó a una perra, Kuma, y a sus cachorros. El apartado cinco del primer capítulo de El camino del libertario está enteramente dedicado a Conan. Lleva un título de impronta bíblica: “Luego de la oscuridad llega la luz”. “Me encontré con el verdadero y más grande amor de mi vida: Conan. Los cachorros eran trece. Pero uno vino hacia mí casi de inmediato. Conan ya me había elegido. Yo no puse resistencia”, escribió.
De regreso en Buenos Aires, en su departamento del Abasto, una zona comercial y popular, empezó la convivencia con Conan. Milei recitaba en voz alta frases de economistas neoclásicos y Conan se ponía de pie y aullaba como un lobo. Escuchaba óperas italianas de Bellini y Donizetti, hacía trabajos de consultoría, vivía una vida austera pero feliz. En ocasiones, se alimentaba solo a base de pizza para destinar los recursos a Conan. Un mastín inglés adulto no es económico: puede pesar hasta cien kilos y tener un apetito voraz.
Un domingo a la noche, Milei miraba el programa político de Jorge Lanata en la televisión cuando se cortó la luz. Al salir al pasillo, descubrió una densa nube de humo, proveniente de un incendio en el edificio. Los vecinos salían con urgencia. Él le puso la correa a Conan y bajó los diez pisos por las escaleras, esquivando vidrios y mampostería, soportando la falta de oxígeno. Años después escribió en su libro autobiográfico: “Para mí, ese es uno de los días más importantes de mi vida, porque siempre le he dicho a Conan que estaba y estoy dispuesto a dar mi vida por él en todo momento, bajo cualquier circunstancia y ante todo evento. Y ese día cumplí”.
Entre 2008 y 2021, Milei trabajó en la Corporación América, el grupo empresario de Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuertos Argentina 2000, una sociedad que actualmente opera 35 aeropuertos. Durante sus años en el grupo, supo acercarse a Eurnekian, uno de los seis empresarios más ricos de Argentina según la revista Forbes. Esa proximidad le abrió también las puertas de los medios de comunicación. Eurnekian es dueño de parte de las acciones de América TV, uno de los canales que más minutos de aire le dieron a Milei desde sus programas insignia: Intratables y Animales Sueltos.
"Como showman era genial el tipo. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
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En 2016, Javier Milei debuta en Animales Sueltos, uno de los programas más vistos de la televisión argentina a lo largo de trece temporadas. Su conductor es Alejandro Fantino, un engranaje central en la construcción del personaje público de Milei. Al inicio del show, al frente de una mesa redonda, Fantino presentaba a sus invitados como si fueran integrantes de un gabinete presidencial. Ese año, cuando le toca presentarlo, el economista le dice: “Vos dame el Banco Central, que te destruyo la tasa de inflación”. Los demás participantes se ríen.
En el minuto seis del programa, Fantino, un experto en generar tensión al aire, juega la carta de la provocación. Muestra un libro que, dice, le regaló Axel Kicillof, exministro de Economía de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes. Mientras la cámara hace un zoom a la portada, se escucha un bufido de animal rabioso. La cámara muestra a Milei. Usa traje oscuro, patillas y cabello negro, más largo hacia los costados y la nuca, batido sobre la cabeza, un estilo amorfo que podría ser una continuidad de sus años roqueros. Está encorvado, el ceño fruncido sobre los ojos celestes, se muerde los labios. Gruñe y golpea la mesa. Tiene el gesto de un toro que se prepara para atacar: solo le falta escarbar el suelo. “Miren ese rostro”, advierte Fantino. Bingo. La provocación resulta exitosa.
“¿Hacía falta que lo mezclaras con mis libros?... ¡A esa basura de libro! —ruge Milei y vuelve a golpear la mesa—. Ese libro yo lo llamo ‘La basura general’”. No hay nada que lo enfurezca más que Keynes. Para él, calificar a alguien de keynesiano es una forma de insultarlo. La teoría keynesiana indica que la intervención del Estado puede estabilizar la economía ante las fallas del mercado. Para Milei, el mercado simplemente no falla. Entonces comienza un escarnio contra el economista británico y el intervencionismo estatal. Y, a medida que argumenta en su contra, su voz muta, se vuelve más ronca, puro nervio: “La corporación política nos hizo esclavos tributarios de una corporación política, parasitaria e inútil y chorra. Para, digamos, ¡mirá todas las riquezas que cosecharon los kirchneristas!”. Es el martes 26 de julio de 2016. Milei es el único exaltado en una mesa de siete personas que toman café a la medianoche. Ha dado la primera muestra de una ira que lo desborda.
Años después, Fantino dirá que la presencia del economista generaba rating. Que Milei entraba en un programa de 2.5 puntos y aumentaba el rating a 7. Así comenzó un camino de furia creciente en vivo y en directo. Fue otro periodista de América TV, Mauro Viale, quien le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo.
Y Milei comenzó a boxear.
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El mecanismo de su ira televisada repetía un ciclo corporal, como si todo su organismo estuviera gritando. Primero se le enrojecía el rostro. Después agitaba los brazos con frenesí, las manos tiesas como garras. La transformación tomaba su voz: la volvía más grave, como un gruñido. Y luego llegaban los ataques verbales y la humillación del otro. En algunos casos, también las amenazas de violencia física.
Entre algunos de sus ataques, le dijo “¡Parásito! ¡Vos siempre viviste de la política, inútil! ¡Chupasangre!” a Daniel Lipovetzky, por entonces diputado del gobierno de Mauricio Macri. “¡Te voy a demostrar que él es un bruto ignorante y te voy a refregar la cara de él por el piso!” al periodista Claudio Zlotnik. “Se pasó de salame, se pasó de listo, y ¡no te da para pasarte conmigo porque te estropeo!” al periodista Carlos Gabetta.
En una conferencia de prensa en la ciudad de Metán, la periodista Teresita Frías osó preguntar sobre políticas keynesianas. Javier Milei volvió a encenderse: “Acabás de decir una burrada y yo lo que estoy haciendo es tratar de desasnarte. […] Yo no soy totalitario, solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés”. Algunos colegas defendieron a Frías a los gritos y el episodio casi termina a las piñas. El caso llegó a los tribunales, impulsado por la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género de Metán, Susana Redondo Torino, que actuó de oficio. La justicia falló contra Milei: le prohibió actos públicos en Metán, lo obligó a disculparse con la periodista y a realizar una evaluación psicológica.
En otro episodio, la conductora Marcela Tinayre lo echó de su programa Las Rubias, del canal Net TV, luego de cruzarse con la modelo y panelista Sol Pérez. Mientras sostenía la discusión, Milei retuiteaba mensajes de odio a la modelo, que se largó a llorar al aire. Los mensajes decían cosas como “Ante semejante rotura de ano se tuvo que levantar a ponerse agua oxigenada” o “Necesitamos más Milei para abrir mentes […] porque chicas para mostrar el culo hay muchísimas”.
A pesar de su violencia, su exposición crecía. Lo convirtió en el economista con más minutos de aire en televisión y radio entre 2017 y 2018. La consultora Ejes de Comunicación reveló que, durante ese período, Milei acumuló 193 547 segundos de aire en 235 entrevistas, el equivalente a estar dos días y cinco horas en los medios. El libertario llenaba los espacios vacíos de las grillas. Lo bizarro también lo interpelaba. Podía ser parte de shows de chimentos, donde acudía junto a su novia, Daniela Mori, una cantante que había sido parte del conjunto Las Primas, exitoso en los ochenta. O podía protagonizar programas humorísticos, como Peligro: Sin Codificar. Allí, el actor Jorge Campi se disfrazaba de “Javier Mileidi” y se peleaba con el Milei real, a modo de parodia. El actor también usaba traje negro y una peluca de pelo largo, revuelto y oscuro. El estilo Milei ya era reconocible a simple vista.
Mauro Viale le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo. Y Milei comenzó a boxear.
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—Yo venía siguiendo a Milei y a la nueva derecha desde el arranque del 2021 y ya había escuchado todas las historias místicas, había escuchado hablar siete millones de veces de Conan, pero conscientemente había desechado ese enfoque. Yo simplemente decía: “No puede ser” —dice Juan Luis González, periodista de Noticias, en el café de la redacción.
Lo que “no puede ser” es el hilo que González siguió para escribir la biografía no autorizada de Javier Milei, titulada El loco (Planeta, julio de 2023). Lo que descubre su investigación es que Conan murió en 2017, a pesar de que Milei habla en presente cuando se refiere a su perro. Y que, a partir de la muerte de Conan, el economista cambió definitivamente. “A los que querían escucharlo, Milei les comenzó a contar historias cada vez más llamativas: que Conan en verdad no había muerto […], sino que había ido a sentarse al lado del ‘número uno’ para protegerlo, y que gracias a eso había empezado a tener charlas con el mismísimo Dios”, escribió González. En una de esas conversaciones, narra en El loco, Dios le dijo que tenía para una misión para él: tenía que meterse en política y no tenía que detenerse hasta ser presidente. En su investigación, González devela que el economista mandó a clonar a Conan en Estados Unidos. El resultado fueron los cachorros de mastín inglés que bautizó con los nombres de sus economistas libertarios favoritos: Murray (por Rothbard), Milton (por Friedman), Robert y Lucas (por Robert Lucas).
Después de las elecciones primarias de 2023, la web de la empresa PerPETuate, “la primera compañía de preservación genética de mascotas del mundo”, publicó un mensaje de reconocimiento al “DR JAVIER MELEI” (sic). La compañía, con laboratorios en Massachusetts, le agradeció por haber dedicado su victoria a Conan y a sus clones producidos a partir de células preservadas por PerPETuate.
—En el prólogo del libro, que escribí hace un año, yo me preguntaba qué pasaba si, en un país inestable, aparecía un líder inestable —recuerda González—. Ahora, imaginate, la pregunta es otra: ¿qué pasa si a un país inestable lo gobierna un líder inestable?
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El domingo 17 de febrero de 2019 se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires la Otacon Party, un evento dedicado al animé, el cómic y la música pop coreana. Hubo también participación de cosplayers: personas disfrazadas y caracterizadas como personajes ficticios, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Javier Milei acudió vestido como un superhéroe. Ocultaba parte de su rostro detrás de un antifaz. Vestía una armadura, una capa, guantes amarillos, un tridente dorado. “Hola, soy el General Ancap. Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de apropiación originaria del hombre. […] Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”, se presentó en la Otacon Party.
Milei se convirtió en el General Ancap —nombre que proviene de la ideología del economista: el anarcocapitalismo— de la mano de Lilia Lemoine, una cosplayer reconocida en el mundo otaku. Lemoine se presenta como influencer e it girl. Actualmente es candidata a diputada nacional de La Libertad Avanza, aunque reconoce que, si Milei fuera presidente, le gustaría ser su vocera. “Como una Cerruti buena”, aclara, en alusión a la actual portavoz de Presidencia, Gabriela Cerruti.
—A Javier, en persona, lo conocí en el evento de cosplay —cuenta Lemoine, de 43 años, en un restaurante de Palermo—. Le propuse hacer un superhéroe y él me dijo que sí. ¡Yo no lo podía creer! Fue en pleno verano: él transpiró, se manchó la cara, pero no se preocupa por esas cosas. Él se fue a divertir. Fue con su exnovia, Daniela, con la hermana, Kari, que ahí la conocí también. Fue superdivertido. Yo veía cómo los chicos se volvían locos, nos pedían fotos. Y él, superamable con la gente.
A comienzos de la campaña de 2021, Lemoine se convirtió en la maquilladora y fotógrafa de Milei. Ella, dice, consiguió grandes cambios en la forma de mostrarse del candidato a presidente: logró que abandonara los pantalones de talles grandes y modeló su look como un personaje de X-Men.
—Entiendo que la gente, como te ve, te juzga. Por eso me preocupé mucho por la imagen física de Javier y noté que, si bien su pelo es un emblema, no estaba bien cortado. Había fotos en las que parecía una señora, ¡era tremendo! Y yo le dije: “¿Y si en vez de que el pelo te tape la cara, te descubrimos y te dejas patillas? Yo se lo dije por Wolverine. A mí siempre me hizo acordar a Wolverine. Y le gustó, me hizo caso y se dejó las patillas.
Lemoine es maquilladora protésica, especialista en efectos especiales, y es la encargada de cuidar el rostro del candidato con sus técnicas cosméticas. Milei confía en ella y en sus decisiones de imagen. Tanto que eligió una foto hecha por ella para la tapa del libro El fin de la inflación (Planeta, mayo de 2023).
—Nuestro candidato es el más lindo de todos: tiene una buena melena y tremendos ojos. Mucha gente se enojó conmigo por eso, pensaban que era superficial. Entendí cómo era la dinámica de la peluca. Yo hago corte esculpido y lo fui llevando al ideal, que era lo que más me gustaba a mí. Su pelo al viento siempre fue un emblema, pasa que antes era un pelo loco, despeinado, ahora es una melena llamativa pero más armónica.
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Un plano aéreo muestra una Buenos Aires desierta. Tambores con fogatas iluminan un galpón fantasmal. Suena música épica. De las paredes cuelgan retratos de pensadores de siglos pasados. Karina lleva unas alas de ángel sobre la espalda. Javier Milei usa un sobretodo negro al estilo Matrix. Tiene una maza de utilería, frente a una maqueta del Banco Central. Al grito de “¡Destrucción, destrucción!”, un grupo de libertarios rodean a Milei, mientras él rompe a mazazos la réplica y aúlla: “¡Basta de inflación!”. Detrás de él, Karina sonríe.
Esto sucede en la escena final de Pandenomics, una película filmada en 2020, adaptación del libro homónimo de Milei, un manifiesto en contra de las medidas de aislamiento social tomadas por el Gobierno durante la pandemia de covid-19.
La pandemia fue un punto de inflexión en el surgimiento del libertario. Mientras el Gobierno obligaba a encerrarse y quedarse en casa, Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”. Pandenomics fue dirigida por el cineasta Santiago Luis Oría, formado en la Universidad del Cine, quien también filmó el documental Javier Milei. La revolución liberal, estrenado en julio de 2023. Que una tradición política de élite como el liberalismo se haya convertido en un fenómeno popular era algo fascinante para Oría. Entonces se propuso filmarlo.
—Voy a la casa de Milei, cosa rara, porque casi nadie entra a la casa —recuerda Oría una mañana de viernes, con un café y un avocado toast—. En realidad, era en lo de la hermana, en Vicente López. Y estuvimos hablando un largo rato, él me habló mucho de las internas académicas del liberalismo, tanto acá como en Chicago. Y yo le dije: “Tengo una propuesta: agarrar tu libro y hacerlo como un documental, lo hacemos bien divertido”. No sé si lo llegaste a ver…
—Sí, lo vi. Tiene una estética de cómic.
—Es una estética apocalíptica, claro, como de cómic. Está inspirado más que nada en Escape from New York, de John Carpenter. La música también es de esa película; usamos unas licencias gratuitas de YouTube que están buenísimas. Bueno, esa experiencia fue muy exitosa, la vio un montonazo de gente.
Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”.
Pandenomics fue filmada en una fábrica abandonada de Moreno, en el conurbano bonaerense, propiedad de la familia de Valentino Summo, jefe de producción del filme. Se estrenó en diciembre de 2020 y, como los cines estaban cerrados, se proyectó en la pantalla grande del hotel GrandView.
—Lo que sentíamos en ese momento es que también nos queríamos divertir, por todo lo que implicó el encierro, toda esa provocación de tristeza. Divertirse, ser libres y estar alegres también era una manera de estar combatiendo. De hecho, obviamente, no fue acorde a los protocolos sanitarios.
Oría también fue convocado por Milei para trabajar en la campaña electoral 2021. Desde entonces se encarga no solamente del registro de sus actos y caravanas —se ufana de tener el “gran archivo Milei”: más de veinte teras de material audiovisual—, sino que también diseña los spots publicitarios oficiales. Como parte del entorno cerrado del líder de La Libertad Avanza, comprendió cómo funcionaba el vínculo entre los hermanos Milei. Para la escena final de Pandenomics, Milei pidió explícitamente que su hermana usara alas de ángel.
—Es un símbolo de que él la ve a ella como un ángel guardián: una persona que lo cuida. En este mundo de la política, con tanta falsedad, tanta hipocresía, tanta traición, es la única persona en la que confía al 100%. Karina es una persona con mucho sentido común, con una lectura de las personas increíble. Entonces, ella lo cuida de toda la gente mala que hay en torno a la política, al poder.
En septiembre de 2021, en América TV, Milei dio un ejemplo bíblico para explicar el vínculo con su hermana. “Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando, y entonces Dios le mandó a Aarón para que divulgue… Bueno, Kari es Moisés y yo soy el que divulga, nada más, soy solo un divulgador”, dijo con la voz quebrada y lágrimas en los ojos. Después agachó su cabeza y tomó la mano de Viviana Canosa, la conductora del programa, con un gesto de niño herido. Tiempo después, en el canal La Nación+, el libertario dijo que con Karina bromeaban sobre su eventual presidencia: “Uno de los chistes que nos hacemos es que yo hice todo esto para que ella sea primera dama”. En sus múltiples apariciones públicas, Milei ha demostrado que posee una emocionalidad cambiante o inestable. Sin embargo, quienes trabajan junto a él opinan lo contrario.
—Javier no es para nada inestable. O sea, la cantidad de presión que recibe desde afuera, las operaciones, las mentiras, la difamación, las traiciones... —opina Oría—. El tipo, sin embargo, está totalmente entero, sólido, compuesto, armadito, siguiendo con sus ideas, siguiendo con las batallas. Es una persona con mucha pasión, sí. Es un tipo muy pasional. Pero eso para mí no tiene que ver con la inestabilidad. Es un tipo con grandes... hay una palabra en inglés, rushes, como que, ¡bum!, de golpe te envuelve de pasión, pero después es un tipo recontrameticuloso, recontrafrío para pensar y planificar una estrategia.
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En las elecciones legislativas de 2021, Javier Milei alcanzó 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, un número considerable para una fuerza debutante. En su discurso triunfal en el Luna Park dijo, en alusión a Juntos por el Cambio y al peronismo: “¡Vaya que tiene miedo la casta! Porque tuvieron que tirarme de los dos lados, ¡porque está toda cagada!”.
La Libertad Avanza ganó dos bancas en la Cámara de Diputados, que ocuparon Milei y Victoria Villarruel, ahora su candidata a vicepresidenta. Férrea opositora de las políticas de derechos humanos del oficialismo, Villarruel es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, que defiende a “las víctimas inocentes de la violencia armada desplegada por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras”.
Desde que asumió, la producción de Milei como diputado resultó escasa. No presentó proyectos de ley ni integró ninguna comisión de trabajo. Sin embargo, su figura no paró de crecer gracias a una estrategia simple y efectiva. Desde enero de 2022, cada mes sortea la totalidad de su sueldo como legislador. El primer sorteo lo realizó en un acto en Mar del Plata. El último, de septiembre de 2023, fue el que más convocatoria tuvo: casi tres millones de participantes. El ganador se llevó una suma de aproximadamente 1 800 dólares. Se trata de un número altísimo para el sueldo promedio de un trabajador, que ronda los cuatrocientos dólares. “Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei para promocionar el sorteo en su cuenta de TikTok.
Para Iñaki Gutiérrez, veintidós años, estudiante de Derecho y Economía, creador de la cuenta oficial de TikTok de Milei, el sorteo es fundamental para el crecimiento del libertario.
—Los hitos de Javier en TikTok, sin lugar a dudas, fueron su campaña austera y la donación de su sueldo. Es el único candidato en la historia de nuestro país que dona su sueldo, y eso no deja de acercarte más a él, porque la gran mayoría de la gente está pasando un momento económico terrible y ven que los políticos siguen cobrando sus sueldos y haciendo su vida como si no hubiera nada que reprocharse.
Los números de Milei en redes superan ampliamente a sus contrincantes. En TikTok es el político argentino más popular, con 1.4 millones de seguidores, con videos que superan los ocho millones de visualizaciones. Estos números se replican en Instagram y YouTube.
—La campaña en redes funciona porque es un producto totalmente único: una persona que sabe comunicar muy bien sus ideas, con una personalidad avasallante —dice Gutiérrez—. Pero además responde al momento histórico de Argentina, a que la sociedad realmente está muy cansada de la situación económica que estamos viviendo. Y a una estrategia de poner en agenda determinados temas que la gente pretendía escuchar.
Gutiérrez llegó a La Libertad Avanza como un militante más y, en 2022, le propuso a Milei armarle una cuenta de TikTok. A veces, Gutiérrez es quien propone los temas para los videos. Otras, son ideas propias de Milei. Es el caso de uno de sus hits, su video para explicar la reducción del Estado que llevaría adelante Milei si fuera presidente: propone achicar las cuentas públicas de forma drástica y pasar de dieciocho a ocho ministerios. En el video se puede ver el organigrama actual de los ministerios dispuesto en una pizarra, y Milei arranca uno a uno los nombres de los ministerios que pretende eliminar al grito de “¡AFUERA!”. Se viralizó tanto que circula subtitulado en otros idiomas, como portugués o inglés.
“Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei.
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En su modo de ver el mundo, el mercado es una deidad que no se equivoca. Por eso todos los aspectos de la vida deberían funcionar bajo su tutela. El Estado, en cambio, debería retirarse de la economía, de la salud, de la educación, de la ciencia. Así se explica su objetivo de “pasarle la motosierra” al gasto público, es decir, reducir el Estado a su mínima expresión. En caso de ser presidente, Javier Milei promete un ajuste en las cuentas de quince puntos del PIB.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua —“una sociedad donde les sobra el agua, y el precio del agua […] es cero. Consecuentemente, ¿quién va a reclamar el derecho de propiedad de ese río? Nadie, porque no puede ganar plata”—, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños. El 28 de junio de 2022 a la mañana, en Radio con Vos, le preguntaron —literalmente— si estaría de acuerdo con la venta de niños y respondió que era “una discusión filosófica que no sé cuánto estamos preparados” para debatir y que el tema “depende en qué términos estés pensando”. Sin embargo, ese mismo día, a la noche, en La Nación+, se retractó, quizás advirtiendo que había llegado demasiado lejos.
Las bases de su programa económico en una eventual presidencia están explicadas en su libro El fin de la inflación. Allí habla de eliminar el Banco Central y plantea la posibilidad de dolarizar la economía como una solución que termine con los problemas económicos de Argentina, entre ellos un índice de pobreza que supera 40% de la población y, sobre todo, una tasa de inflación entre las más altas del mundo. El mismo mes de las elecciones primarias de 2023 la inflación llegó a 12.4%: el número más elevado en 32 años. A nivel anual, el aumento de precios fue de 124.4%, un fenómeno prologado que se aceleró en los últimos dos gobiernos y que impacta en los sectores más pobres. En un país donde la divisa estadounidense siempre funcionó como refugio para el ahorro, donde existen al menos seis tipos de cambio, Milei augura resultados prometedores. “Cuando los salarios en dólares vuelen, habrá una fuerte caída de la pobreza y la indigencia y una ganancia en bienestar enorme, por el solo hecho de haber realizado un cambio monetario”, escribe en El fin de la inflación.
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En 2023, Javier Milei se lanzó como candidato a presidente por La Libertad Avanza. A pesar de hacer campaña en contra de la “casta”, como llama a los sectores tradicionales de la política, en varias provincias privilegió a las viejas estructuras sobre los jóvenes libertarios del interior del país. La Libertad Avanza también cosechó denuncias por vender lugares en las listas. La más resonante fue la del empresario Juan Carlos Blumberg, conocido por haber impulsado leyes de mano dura, a partir del asesinato y secuestro de su hijo, Axel, en 2004. Blumberg se fue de La Libertad Avanza luego de acusar al libertario de hacer “negocios” con la política y denunciar que pedían cincuenta mil dólares por una candidatura.
En la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande, muchos intendentes del peronismo y de Juntos por el Cambio le “armaron” la lista de concejales a Milei y “cuidaron” su boleta presidencial. Así lo denunció el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, en el programa Duro de Domar. Además de proveer la estructura donde no la tenía, los partidos tradicionales aprovecharon la existencia del libertario para su propio beneficio. Mientras al peronismo le convenía que Milei creciera porque eso le restaba votos a Juntos por el Cambio, a este le beneficiaba que el economista corriera el discurso público a la derecha.
Con el armado electoral garantizado, una propuesta rupturista en tiempos de crisis económica y una personalidad histriónica, Milei triunfó en las elecciones primarias del domingo 13 de agosto de 2023. Como candidato a presidente, salió primero con 30.04% de los votos: más de siete millones de personas votaron por La Libertad Avanza. Juntos por el Cambio quedó en segundo lugar. Bajo el sello de Unión por la Patria, el peronismo salió tercero, en lo que constituyó su peor derrota desde su creación en 1946, en tiempos de Juan Domingo Perón y Evita. En varias provincias, además, los gobernadores habían desdoblado la elección provincial, de modo que se desligaron de la competencia nacional, lo que también terminó favoreciendo a Milei. El resultado fue que una fuerza inexistente hasta 2021 ganó en dieciséis de las veinticuatro jurisdicciones.
—La candidatura de Milei se impuso en las primarias y sigue creciendo porque hay dos motivos muy importantes en la constitución de su voto. Por un lado, es un rechazo a todo, pero sobre todo al peronismo, en tanto principal responsable de la crisis, no solo porque es gobierno, sino porque gobernó la mayor parte del tiempo en Argentina —opina el antropólogo y sociólogo Pablo Semán, conocido por sus investigaciones sobre sectores populares—. Por otro lado, por la afirmación del valor de la libertad que, si bien tiene una afirmación difusa como cualquier valor en política, le da una solución a los motivos de descontento.
—¿Quiénes son los votantes de Milei?
—Los votantes de Milei son los más diversos en varios sentidos, pero, al mismo tiempo, su voto está homogéneamente distribuido en distintos estratos sociales. Quiere decir que es tan importante en las clases medias como en las altas y en las bajas. Los votantes de Milei no son solo jóvenes, como en algún momento se especuló. Probablemente predominan los varones, pero también es cierto que, en el salto que logró en las elecciones, ese predominio también se diluyó. Hay una trayectoria política, más allá de lo socioeconómico, que explica esos votos: están lo que se cansaron y están los que no conocieron otra cosa mejor que Milei.
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En septiembre de 2023, organizaciones sociales y curas villeros, los sacerdotes que viven y trabajan en barrios precarios, se reunieron en la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en el barrio porteño de Barracas, para realizar una “misa de desagravio” al papa Francisco. Quisieron responder así los ataques hacia Jorge Bergoglio. “Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma, que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos […]. ¡Es el representante del Maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios! ¿Vos sabías que el papa impulsa el comunismo con todos los desastres que causó?”, dijo Javier Milei en 2020, en una entrevista en Canal 9.
No fue el único sector de la sociedad argentina que encendió las alarmas tras los resultados de las elecciones primarias. Se sumó un grupo de intelectuales, que denunció que el triunfo de Milei supone “una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”. Más de 1 200 personalidades del ambiente cultural firmaron un documento para señalar que el crecimiento del economista “potenció los discursos del odio”. Días después, 170 economistas de distintas trayectorias hicieron público su rechazo a las ideas del libertario, con el título “La dolarización es un espejismo”. Entre los firmantes está Miguel Ángel Broda, titular del estudio donde Milei trabajó en el comienzo de su carrera.
Además de centralizar la agenda política, Milei también colmó los portales de espectáculos: confirmó que estaba en pareja con la actriz Fátima Flórez, famosa por ser imitadora de Cristina Fernández de Kirchner. Ambos se conocieron en el programa La Noche de Mirtha Legrand en diciembre de 2022. Legrand es una estrella histórica de la televisión. Desde que se hizo público el vínculo, la pareja no se mostró junta en ningún momento. Los portales de espectáculos aseguran que harán su primera aparición en la mesa de Legrand. Entonces se cerrará el círculo en el lugar que los unió.
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Martes 12 de septiembre de 2023. La caravana comienza a las cuatro y media de la tarde en Plaza San Martín de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. La provincia es clave para el objetivo de Javier Milei de cara al 22 de octubre: ganar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Si consigue superar 45% de votos a nivel nacional o llegar a 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo puesto, se convertirá en presidente. Si no, deberá ir al ballotage con el segundo candidato más votado. Por eso, su objetivo es ampliar la cosecha de votos en la provincia de Buenos Aires y reforzar la candidatura de su gobernadora, Carolina Píparo, que salió tercera en las primarias.
La sede del Partido Libertario está en Calle 51, entre 7 y 8, pleno centro de La Plata, frente a Plaza San Martín. A las cuatro de la tarde, media hora antes de la convocatoria, ya hay un nutrido grupo. Se preparan para la llegada del líder, entre cantos y selfies. Unos militantes regalan bolsas blancas, estilo supermercado low cost, con una inscripción azul que dice “Milei presidente, Píparo gobernadora”. Un hombre vende banderas amarillas con figuras de leones y la leyenda “Milei 2023”. Tres mil pesos, alrededor de cuatro dólares en el mercado informal, sale una bandera grande. Tiene una opción más pequeña a dos mil pesos.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños.
A las cuatro y media, los militantes caminan con la firmeza que da la masividad hacia la esquina de Plaza San Martín. Agentes de tránsito interrumpen Avenida 7 y Calle 54. Los bocinazos de los colectivos y los autos se mezclan con los cantos dedicados a los adversarios, como “El que no salta es un K”, en alusión a los seguidores de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un delivery de PedidosYa acelera su moto sobre la avenida, flameando una bandera amarilla libertaria. Llegan más militantes con banderas argentinas y de “La Julio Argentino Roca”, una agrupación juvenil libertaria. Ahora la multitud —aproximadamente mil personas, según calcularon los medios— divisa el colectivo ploteado con el rostro de Milei e improvisa un cordón humano para abrir el paso. Cuando Milei aparece, estallan bengalas de humo de color amarillo y negro.
El candidato a presidente, vestido con su campera de cuero negro, se sube a la caja de una camioneta pick-up, junto a Píparo y a su hermana Karina. Agita los brazos, salta, canta los hits de su actual repertorio, “La casta tiene miedo” y “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El paso de la caravana es lento. Sus seguidores se amontonan. Se empujan para alcanzarle cosas que Milei firma, desde libros del economista austriaco Ludwig von Mises, hasta billetes de mil pesos. Un adolescente lookeado con el mismo corte de pelo y las mismas patillas de Milei se abraza a sus amigos al grito de “¡Le di la mano!”. Desde la caja de la camioneta, Milei agita un billete gigante de cien dólares con su cara en lugar de la de Benjamin Franklin. Aparece una murga que acompaña la caravana y un hombre disfrazado de Álex, el león de la película Madagascar, baila. Milei sacude una motosierra mientras los militantes corean “¡Mo-to-sierra, mo-to-sierra!”. Cuando la caravana pasa frente a la Gobernación, alguien le alcanza una torta a Píparo y los militantes empiezan a cantar el feliz cumpleaños. Píparo —remera naranja que dice “Love is the answer”, el pelo rubio bajo una gorra negra— señala el Palacio de Gobierno y sopla las velitas de su cumpleaños número 47. Luego de hacer dos cuadras bordeando la plaza, sin dar un discurso, sin hablar con los medios, Milei se sube a un Volkswagen Vento y desaparece en dirección a Calle 6.
Su paso por La Plata es un golpe de efecto fugaz o el resumen de la campaña de La Libertad Avanza: una caravana de fieles que ven en ese hombre sin experiencia de gestión, sin estructura, en este hombre que ruge, que agita dólares falsos y motosierras, a su próximo salvador.
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Desde sus primeras apariciones en televisión, Javier Milei dejó en claro que el mundo se divide en dos tipos de personas: “los parásitos, inútiles” de la corporación política y, en la vereda de enfrente, “los que trabajamos y somos esclavos tributarios”. Pronto se convirtió en la figura mediática de la derecha libertaria nacional. Tras cinco años de diatribas contra la “casta política”, formó un partido, asumió como diputado y este año ganó las elecciones primarias con 30% de los votos. Milei podría convertirse en el próximo presidente de Argentina.
Es la tarde del sábado 7 de agosto de 2021. Plaza Holanda está ubicada en los bosques de Palermo, en Buenos Aires. El ingreso está custodiado por estatuas. Una de ellas representa a un león sobre un avestruz muerto, derrotado bajo sus garras. Hoy, en el centro de la plaza hay un escenario sobre el cual se despliega el símbolo de La Libertad Avanza: un águila en posición de cacería. La Libertad Avanza es un partido político nuevo —todavía no ha cumplido ni un mes desde su creación—, de tendencia conservadora en lo social y libertario en lo económico. La música que suena es un tema llamado “Panic show”, de la banda argentina La Renga, que dice: “Hola a todos, yo soy el león, rugió la bestia en medio de la avenida”. El escenario está rodeado por miles de personas que esperan verlo aparecer a él y que estallan cuando finalmente sube al escenario.
El hombre lleva su estilo de siempre: el pelo largo, oscuro y revuelto, campera de cuero y camisa negra. Eligió esta plaza por los leones que la protegen. Esta vez no usa la bandera libertaria, una insignia amarilla y negra, con una serpiente de cascabel y el lema “Don’t tread on me”, que podría traducirse como “No me pises”. Esta vez lleva la bandera argentina colgada al cuello, como una capa. Es su primer acto político: el hombre, un economista famoso por sus apariciones furibundas en televisión, busca convertirse en candidato a diputado. Entonces ruge:
—¡Esta no es una tarea para tibios, esta no es una tarea para cobardes, esta no es una tarea para los políticamente correctos! Yo no me metí acá para estar guiando corderos, yo me metí acá para despertar leones. ¡Quiero escucharlos rugir! ¡Viva la libertad, carajo!
Quienes lo escuchan aplauden con furia y gritan: “¡Viva!”.
Dos años después, en agosto de 2023, el hombre que ruge, Javier Milei, ganará las elecciones presidenciales primarias con 30% de los votos, dejando atrás a las dos fuerzas políticas principales, el peronismo, representado en Unión por la Patria, y Juntos por el Cambio, y estará en el primer puesto en la carrera para gobernar la Argentina.
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Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en el seno de una familia de clase media. Creció en Sáenz Peña, una ciudad del partido Tres de Febrero, en el conurbano de la ciudad de Buenos Aires. Su padre, Norberto “Beto” Milei, comenzó manejando colectivos de la línea 21 y ascendió en el negocio hasta convertirse en dueño de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, era ama de casa. Tenía, y tiene, una hermana menor, Karina.
Milei hizo la escuela primaria y secundaria en el Cardenal Copello, un colegio de curas del barrio porteño de Villa Devoto. Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo. Muchos años después, Milei contará que sufrió maltratos y violencia física por parte de su padre. “Mi viejo me cagaba a trompadas. No me olvido más de una golpiza que me dio el 2 de abril de 1982, cuando tenía once años. Estábamos viendo en la tele todo lo de [la guerra de las] Malvinas y a mí se me ocurrió decir que eso era un delirio, que nos iban a romper el culo. A mi viejo le agarró un ataque de furia y empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, contó a Perfil.com en julio de 2018.
A esa misma edad, Milei ubica el descubrimiento de su interés por la economía. Así lo narra en El camino del libertario (Planeta, 2022), una especie de Enciclopedia Milei que no escatima en relatos épicos; está dedicado a su hermana, a quien llama “el Jefe”, y a sus mastines ingleses, a quienes denomina su “familia de cuatro patas”. Milei recuerda el impacto que le provocó la histórica frase del exministro de Economía, Lorenzo Sigaut: “El que apuesta al dólar pierde”. Como parte de la dictadura militar, Sigaut asumió con una inflación por las nubes, devaluó la moneda local y reguló el acceso a la divisa estadounidense. “Fue el momento en que descubrí que había mucha gente que en mi país estaba mal. Agobiada”.
En 1978, cuatro años antes de la guerra de las Malvinas, se llevó a cabo en la Argentina el Mundial de Fútbol. Ubaldo Matildo “el Pato” Fillol era el arquero de la selección nacional, que resultó ganadora ese año. Esa conquista lo convirtió en uno de los máximos ídolos de la infancia de Milei. Tanto lo influyó que, cuando empezó a jugar al fútbol a los nueve años, eligió ser arquero. Su carrera futbolística empezó en el club Alvear y en El Ideal de Villa Lugano, donde, cuarenta años después, en 2021, filmaría su primer spot de campaña. En paralelo, participaba en los torneos intercolegiales que organizaba el Cardenal Copello. Su hermana miraba los entrenamientos en El Ideal, mientras hacía la tarea sentada en los bancos. Y se peleaba con los hinchas contrarios cuando le llovían insultos a su hermano.
—De niño, Javier era tremendo —explica Hernán Boracchia, amigo de su infancia y adolescencia—. En un campeonato intercolegial, nosotros teníamos un equipazo. Llegamos a la última fecha del torneo, y si ganábamos éramos los campeones. Vamos ganando uno a cero. Cuando está por terminar, el equipo contrario nos hace un gol, donde uno de los jugadores contrarios baja una pelota con la mano. Empatando el partido, perdíamos el campeonato. Javi, enojadísimo contra el árbitro, no tuvo mejor idea que empezar a tirarle piedras. ¡Piedras! Le tiraba piedrazos porque nos había robado el campeonato.
Era un niño de un rubio nórdico y tez pálida. En las fotos de su infancia siempre aparece junto a Karina. No sonríen. Se abrazan como si se estuvieran protegiendo.
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Después de los clubes de barrio, Milei continuó jugando en Chacarita Juniors, un cuadro histórico de la liga nacional, ubicado en el conurbano bonaerense. Su padre colaboró con el club para construir las canchas de tenis y la pileta de natación.
—Era un chico muy aplicado en los entrenamientos, muy inteligente, de perfil bajo, con muchísimo carácter y muchísima dedicación —recuerda Eduardo Grecco, entrenador de Milei, cuando tenía dieciséis años—. Era un chico que quería llegar: él decía que quería ser Fillol. Tenía el sobrenombre de “Loco”, bien puesto el apodo, porque tenía actitudes, no de una locura demencial, pero sí de un chico que se hacía respetar. Entrenaba en el barro, se colgaba del travesaño, le podría decir miles de situaciones así, de loco.
—¿Era líder del grupo?
—No, la categoría del setenta tenía otros líderes, él no era líder, era uno más del grupo. Me acuerdo de una situación, no voy a dar nombres, cuando uno se metió con él y se hizo respetar. Él no se metía con nadie, pero este muchacho tuvo la imprudencia de meterse con una persona que creía que se iba a amedrentar, y Javier no se amedrentó. En este caso, llegó a las manos. No se peleaba nunca, esto fue un caso extraordinario. Fue una cosa muy delicada. Me dijo: “Eduardo, yo esto no lo voy a permitir”. Y yo le dije: “Mirá, Javier, arreglalo como puedas”. No pensaba que lo iba a arreglar como lo arregló. Le pegó un uppercut de derecha y el otro muchacho se durmió de la piña que le pegó.
Durante su adolescencia, Milei también se hizo fanático de la banda británica The Rolling Stones. Y, tal como le había pasado con Fillol en el fútbol, el cantante y líder del grupo, Mick Jagger, se convirtió en el objeto central de su devoción.
—Javi me empezó a insistir que él quería armar una banda —recuerda Hernán Boracchia—. Él tenía una guitarra y tocaba cuatro notas, cuatro putas notas de mierda. Y, a finales de la escuela secundaria, armamos Everest. Él le puso el nombre porque es el pico más alto del mundo.
La banda estaba compuesta por Milei en la voz, Juan Carlos Marioni y Diego Parise en las guitarras, Diego Vila en el bajo y Boracchia en la batería. En las fotografías de la época, Milei usa campera de jean, musculosa blanca y pañuelo rojo al cuello, buscando imitar el glamour y la sensualidad del músico inglés.
—Lo que hacía era una especie de caricatura de Jagger. Nosotros hacíamos covers de los Stones, más allá de algún tema propio, que componía Javi. Había uno que se llamaba “La ninfómana”. Después había otro que era “Ventilador de mierda”, una especie de blues, donde él hacía un recorrido por todos los dioses del Olimpo y, al final de la canción, se ponía punky la cosa, y decía: “Cuando a Dios se le terminó el barro con el que modelaba los hombres, esperó a que estos cagaran y así los terminó haciendo de mierda”. Muy punky, muy sacado.
Tocaban en un lugar que se llamaba Pizza Bar, en Palermo. La recepción del público era aceptable. Una noche rompieron un ventanal a causa de saltos demasiado enérgicos. A sus dieciocho, Milei conoció los escenarios y su magia. No era un artista virtuoso ni un músico detallista, pero daba un espectáculo.
—Como showman era genial el tipo —dice Boracchia, quien mantiene la amistad con Milei hasta hoy—. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora y te das cuenta que no le da para cantar demasiado. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
Entre el público de Everest siempre estaba Karina, la hermana menor. En cada presentación, él se quitaba la camiseta y la revoleaba. Su hermana se peleaba con el público para recuperarla. En las canchas, en los bares. Ella daba la batalla por él.
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Luego de la dictadura cívico-militar, Argentina volvió a la democracia en diciembre de 1983. Asumió la presidencia Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical. Pero la democracia nació débil, amenazada por los militares que se negaban a ser juzgados por las atrocidades cometidas en su gobierno de facto y maniatada por una economía frágil y endeudada. Alfonsín, en medio de una hiperinflación, debió dejar el poder antes de tiempo, en 1989, en manos de su sucesor, Carlos Menem.
Después del colegio secundario, Javier Milei comenzó a estudiar la licenciatura en Economía en la Universidad de Belgrano, una casa de estudios privada de la ciudad de Buenos Aires. Pero lo que marcó a fuego su vocación ocurrió un día de junio de 1989, en plena hiperinflación. Su madre le pidió que la acompañara al supermercado. Y Milei conoció la desesperación: vio cómo las personas se arrojaban sobre los productos mientras los precios cambiaban de un segundo a otro. “Todo aquello que estaban viendo mis ojos se llevaba de patadas con lo que venía estudiando en la universidad […]. Los precios subían, pero la demanda no bajaba. La gente se seguía tirando arriba de los productos, procurando acapararlos. Así que, mientras veía esa película, pensé: ‘Lo que estoy estudiando en la universidad está mal o soy un pelotudo que no entiende nada’”, escribe Milei en El camino del libertario. Aquel día, asegura, cambió su forma de ver el mundo. Decidió dejar el fútbol y dedicarle todo el tiempo al estudio de la economía. Más allá de la universidad, comenzó un proceso autodidacta e intenso. A los veinte años escribió su primer artículo académico, titulado “La hiperinflación y la distorsión en los mercados”.
Se recibió en 1993, y en los siguientes diez años desarrolló una carrera profesional como economista. Fue asesor de Antonio Bussi, un militar condenado por delitos de lesa humanidad. Trabajó en el banco HSBC y en Máxima AFJP, una empresa dedicada a gestionar aportes jubilatorios.
A principios de 2004 formó parte del estudio del reconocido economista Miguel Ángel Broda. Estuvo allí apenas cuatro meses y renunció, aunque considera que fue una “experiencia maravillosa”. En su autobiografía, Milei da a entender que se fue porque no les daban lugar a sus contribuciones. Broda da otra versión. Entrevistado por Net TV, dijo que a Milei “le costaba mucho leer teoría o leer papers. […] El puente para usar ese instrumento, para entender lo que pasa, que es el objetivo de un economista pragmático, en ese momento le daba mucha dificultad y esa fue la razón por la cual no se quedó en el estudio”, dijo Broda, antes de aclarar que Milei es “una persona seria, de mucha inteligencia”, pero con “una personalidad muy complicada”.
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En 2004, Javier Milei publicó un artículo que lo llevó a “la mejor decisión que he tomado en toda mi vida”. El artículo era académico y salió en la Revista de Economía y Estadística de la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue invitado a exponer. En el hotel donde se alojó, Milei se reunió con el dueño de un criadero de mastines ingleses. Luego de almorzar juntos, el hombre lo llevó a su casa y le presentó a una perra, Kuma, y a sus cachorros. El apartado cinco del primer capítulo de El camino del libertario está enteramente dedicado a Conan. Lleva un título de impronta bíblica: “Luego de la oscuridad llega la luz”. “Me encontré con el verdadero y más grande amor de mi vida: Conan. Los cachorros eran trece. Pero uno vino hacia mí casi de inmediato. Conan ya me había elegido. Yo no puse resistencia”, escribió.
De regreso en Buenos Aires, en su departamento del Abasto, una zona comercial y popular, empezó la convivencia con Conan. Milei recitaba en voz alta frases de economistas neoclásicos y Conan se ponía de pie y aullaba como un lobo. Escuchaba óperas italianas de Bellini y Donizetti, hacía trabajos de consultoría, vivía una vida austera pero feliz. En ocasiones, se alimentaba solo a base de pizza para destinar los recursos a Conan. Un mastín inglés adulto no es económico: puede pesar hasta cien kilos y tener un apetito voraz.
Un domingo a la noche, Milei miraba el programa político de Jorge Lanata en la televisión cuando se cortó la luz. Al salir al pasillo, descubrió una densa nube de humo, proveniente de un incendio en el edificio. Los vecinos salían con urgencia. Él le puso la correa a Conan y bajó los diez pisos por las escaleras, esquivando vidrios y mampostería, soportando la falta de oxígeno. Años después escribió en su libro autobiográfico: “Para mí, ese es uno de los días más importantes de mi vida, porque siempre le he dicho a Conan que estaba y estoy dispuesto a dar mi vida por él en todo momento, bajo cualquier circunstancia y ante todo evento. Y ese día cumplí”.
Entre 2008 y 2021, Milei trabajó en la Corporación América, el grupo empresario de Eduardo Eurnekian, dueño de Aeropuertos Argentina 2000, una sociedad que actualmente opera 35 aeropuertos. Durante sus años en el grupo, supo acercarse a Eurnekian, uno de los seis empresarios más ricos de Argentina según la revista Forbes. Esa proximidad le abrió también las puertas de los medios de comunicación. Eurnekian es dueño de parte de las acciones de América TV, uno de los canales que más minutos de aire le dieron a Milei desde sus programas insignia: Intratables y Animales Sueltos.
"Como showman era genial el tipo. Por ahí no tenía la mejor voz del planeta, te darás cuenta, lo escuchás ahora. Pero como showman era impresionante, no paraba, pasaba media hora, 45 minutos del show y el tipo no paraba.
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En 2016, Javier Milei debuta en Animales Sueltos, uno de los programas más vistos de la televisión argentina a lo largo de trece temporadas. Su conductor es Alejandro Fantino, un engranaje central en la construcción del personaje público de Milei. Al inicio del show, al frente de una mesa redonda, Fantino presentaba a sus invitados como si fueran integrantes de un gabinete presidencial. Ese año, cuando le toca presentarlo, el economista le dice: “Vos dame el Banco Central, que te destruyo la tasa de inflación”. Los demás participantes se ríen.
En el minuto seis del programa, Fantino, un experto en generar tensión al aire, juega la carta de la provocación. Muestra un libro que, dice, le regaló Axel Kicillof, exministro de Economía de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, de John Maynard Keynes. Mientras la cámara hace un zoom a la portada, se escucha un bufido de animal rabioso. La cámara muestra a Milei. Usa traje oscuro, patillas y cabello negro, más largo hacia los costados y la nuca, batido sobre la cabeza, un estilo amorfo que podría ser una continuidad de sus años roqueros. Está encorvado, el ceño fruncido sobre los ojos celestes, se muerde los labios. Gruñe y golpea la mesa. Tiene el gesto de un toro que se prepara para atacar: solo le falta escarbar el suelo. “Miren ese rostro”, advierte Fantino. Bingo. La provocación resulta exitosa.
“¿Hacía falta que lo mezclaras con mis libros?... ¡A esa basura de libro! —ruge Milei y vuelve a golpear la mesa—. Ese libro yo lo llamo ‘La basura general’”. No hay nada que lo enfurezca más que Keynes. Para él, calificar a alguien de keynesiano es una forma de insultarlo. La teoría keynesiana indica que la intervención del Estado puede estabilizar la economía ante las fallas del mercado. Para Milei, el mercado simplemente no falla. Entonces comienza un escarnio contra el economista británico y el intervencionismo estatal. Y, a medida que argumenta en su contra, su voz muta, se vuelve más ronca, puro nervio: “La corporación política nos hizo esclavos tributarios de una corporación política, parasitaria e inútil y chorra. Para, digamos, ¡mirá todas las riquezas que cosecharon los kirchneristas!”. Es el martes 26 de julio de 2016. Milei es el único exaltado en una mesa de siete personas que toman café a la medianoche. Ha dado la primera muestra de una ira que lo desborda.
Años después, Fantino dirá que la presencia del economista generaba rating. Que Milei entraba en un programa de 2.5 puntos y aumentaba el rating a 7. Así comenzó un camino de furia creciente en vivo y en directo. Fue otro periodista de América TV, Mauro Viale, quien le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo.
Y Milei comenzó a boxear.
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El mecanismo de su ira televisada repetía un ciclo corporal, como si todo su organismo estuviera gritando. Primero se le enrojecía el rostro. Después agitaba los brazos con frenesí, las manos tiesas como garras. La transformación tomaba su voz: la volvía más grave, como un gruñido. Y luego llegaban los ataques verbales y la humillación del otro. En algunos casos, también las amenazas de violencia física.
Entre algunos de sus ataques, le dijo “¡Parásito! ¡Vos siempre viviste de la política, inútil! ¡Chupasangre!” a Daniel Lipovetzky, por entonces diputado del gobierno de Mauricio Macri. “¡Te voy a demostrar que él es un bruto ignorante y te voy a refregar la cara de él por el piso!” al periodista Claudio Zlotnik. “Se pasó de salame, se pasó de listo, y ¡no te da para pasarte conmigo porque te estropeo!” al periodista Carlos Gabetta.
En una conferencia de prensa en la ciudad de Metán, la periodista Teresita Frías osó preguntar sobre políticas keynesianas. Javier Milei volvió a encenderse: “Acabás de decir una burrada y yo lo que estoy haciendo es tratar de desasnarte. […] Yo no soy totalitario, solamente estoy diciendo que sos una burra y que hablás de cosas que no sabés”. Algunos colegas defendieron a Frías a los gritos y el episodio casi termina a las piñas. El caso llegó a los tribunales, impulsado por la fiscal penal de Violencia Familiar y de Género de Metán, Susana Redondo Torino, que actuó de oficio. La justicia falló contra Milei: le prohibió actos públicos en Metán, lo obligó a disculparse con la periodista y a realizar una evaluación psicológica.
En otro episodio, la conductora Marcela Tinayre lo echó de su programa Las Rubias, del canal Net TV, luego de cruzarse con la modelo y panelista Sol Pérez. Mientras sostenía la discusión, Milei retuiteaba mensajes de odio a la modelo, que se largó a llorar al aire. Los mensajes decían cosas como “Ante semejante rotura de ano se tuvo que levantar a ponerse agua oxigenada” o “Necesitamos más Milei para abrir mentes […] porque chicas para mostrar el culo hay muchísimas”.
A pesar de su violencia, su exposición crecía. Lo convirtió en el economista con más minutos de aire en televisión y radio entre 2017 y 2018. La consultora Ejes de Comunicación reveló que, durante ese período, Milei acumuló 193 547 segundos de aire en 235 entrevistas, el equivalente a estar dos días y cinco horas en los medios. El libertario llenaba los espacios vacíos de las grillas. Lo bizarro también lo interpelaba. Podía ser parte de shows de chimentos, donde acudía junto a su novia, Daniela Mori, una cantante que había sido parte del conjunto Las Primas, exitoso en los ochenta. O podía protagonizar programas humorísticos, como Peligro: Sin Codificar. Allí, el actor Jorge Campi se disfrazaba de “Javier Mileidi” y se peleaba con el Milei real, a modo de parodia. El actor también usaba traje negro y una peluca de pelo largo, revuelto y oscuro. El estilo Milei ya era reconocible a simple vista.
Mauro Viale le enseñó a capitalizar sus minutos al aire: debía pensar en la televisión como un round de boxeo. “Tenés tres minutos para contar la idea y en el primer minuto tenés que meter una piña de knockout”, le dijo. Y Milei comenzó a boxear.
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—Yo venía siguiendo a Milei y a la nueva derecha desde el arranque del 2021 y ya había escuchado todas las historias místicas, había escuchado hablar siete millones de veces de Conan, pero conscientemente había desechado ese enfoque. Yo simplemente decía: “No puede ser” —dice Juan Luis González, periodista de Noticias, en el café de la redacción.
Lo que “no puede ser” es el hilo que González siguió para escribir la biografía no autorizada de Javier Milei, titulada El loco (Planeta, julio de 2023). Lo que descubre su investigación es que Conan murió en 2017, a pesar de que Milei habla en presente cuando se refiere a su perro. Y que, a partir de la muerte de Conan, el economista cambió definitivamente. “A los que querían escucharlo, Milei les comenzó a contar historias cada vez más llamativas: que Conan en verdad no había muerto […], sino que había ido a sentarse al lado del ‘número uno’ para protegerlo, y que gracias a eso había empezado a tener charlas con el mismísimo Dios”, escribió González. En una de esas conversaciones, narra en El loco, Dios le dijo que tenía para una misión para él: tenía que meterse en política y no tenía que detenerse hasta ser presidente. En su investigación, González devela que el economista mandó a clonar a Conan en Estados Unidos. El resultado fueron los cachorros de mastín inglés que bautizó con los nombres de sus economistas libertarios favoritos: Murray (por Rothbard), Milton (por Friedman), Robert y Lucas (por Robert Lucas).
Después de las elecciones primarias de 2023, la web de la empresa PerPETuate, “la primera compañía de preservación genética de mascotas del mundo”, publicó un mensaje de reconocimiento al “DR JAVIER MELEI” (sic). La compañía, con laboratorios en Massachusetts, le agradeció por haber dedicado su victoria a Conan y a sus clones producidos a partir de células preservadas por PerPETuate.
—En el prólogo del libro, que escribí hace un año, yo me preguntaba qué pasaba si, en un país inestable, aparecía un líder inestable —recuerda González—. Ahora, imaginate, la pregunta es otra: ¿qué pasa si a un país inestable lo gobierna un líder inestable?
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El domingo 17 de febrero de 2019 se realizó en el Centro Galicia de Buenos Aires la Otacon Party, un evento dedicado al animé, el cómic y la música pop coreana. Hubo también participación de cosplayers: personas disfrazadas y caracterizadas como personajes ficticios, en su mayoría jóvenes y adolescentes. Javier Milei acudió vestido como un superhéroe. Ocultaba parte de su rostro detrás de un antifaz. Vestía una armadura, una capa, guantes amarillos, un tridente dorado. “Hola, soy el General Ancap. Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de apropiación originaria del hombre. […] Mi misión es cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”, se presentó en la Otacon Party.
Milei se convirtió en el General Ancap —nombre que proviene de la ideología del economista: el anarcocapitalismo— de la mano de Lilia Lemoine, una cosplayer reconocida en el mundo otaku. Lemoine se presenta como influencer e it girl. Actualmente es candidata a diputada nacional de La Libertad Avanza, aunque reconoce que, si Milei fuera presidente, le gustaría ser su vocera. “Como una Cerruti buena”, aclara, en alusión a la actual portavoz de Presidencia, Gabriela Cerruti.
—A Javier, en persona, lo conocí en el evento de cosplay —cuenta Lemoine, de 43 años, en un restaurante de Palermo—. Le propuse hacer un superhéroe y él me dijo que sí. ¡Yo no lo podía creer! Fue en pleno verano: él transpiró, se manchó la cara, pero no se preocupa por esas cosas. Él se fue a divertir. Fue con su exnovia, Daniela, con la hermana, Kari, que ahí la conocí también. Fue superdivertido. Yo veía cómo los chicos se volvían locos, nos pedían fotos. Y él, superamable con la gente.
A comienzos de la campaña de 2021, Lemoine se convirtió en la maquilladora y fotógrafa de Milei. Ella, dice, consiguió grandes cambios en la forma de mostrarse del candidato a presidente: logró que abandonara los pantalones de talles grandes y modeló su look como un personaje de X-Men.
—Entiendo que la gente, como te ve, te juzga. Por eso me preocupé mucho por la imagen física de Javier y noté que, si bien su pelo es un emblema, no estaba bien cortado. Había fotos en las que parecía una señora, ¡era tremendo! Y yo le dije: “¿Y si en vez de que el pelo te tape la cara, te descubrimos y te dejas patillas? Yo se lo dije por Wolverine. A mí siempre me hizo acordar a Wolverine. Y le gustó, me hizo caso y se dejó las patillas.
Lemoine es maquilladora protésica, especialista en efectos especiales, y es la encargada de cuidar el rostro del candidato con sus técnicas cosméticas. Milei confía en ella y en sus decisiones de imagen. Tanto que eligió una foto hecha por ella para la tapa del libro El fin de la inflación (Planeta, mayo de 2023).
—Nuestro candidato es el más lindo de todos: tiene una buena melena y tremendos ojos. Mucha gente se enojó conmigo por eso, pensaban que era superficial. Entendí cómo era la dinámica de la peluca. Yo hago corte esculpido y lo fui llevando al ideal, que era lo que más me gustaba a mí. Su pelo al viento siempre fue un emblema, pasa que antes era un pelo loco, despeinado, ahora es una melena llamativa pero más armónica.
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Un plano aéreo muestra una Buenos Aires desierta. Tambores con fogatas iluminan un galpón fantasmal. Suena música épica. De las paredes cuelgan retratos de pensadores de siglos pasados. Karina lleva unas alas de ángel sobre la espalda. Javier Milei usa un sobretodo negro al estilo Matrix. Tiene una maza de utilería, frente a una maqueta del Banco Central. Al grito de “¡Destrucción, destrucción!”, un grupo de libertarios rodean a Milei, mientras él rompe a mazazos la réplica y aúlla: “¡Basta de inflación!”. Detrás de él, Karina sonríe.
Esto sucede en la escena final de Pandenomics, una película filmada en 2020, adaptación del libro homónimo de Milei, un manifiesto en contra de las medidas de aislamiento social tomadas por el Gobierno durante la pandemia de covid-19.
La pandemia fue un punto de inflexión en el surgimiento del libertario. Mientras el Gobierno obligaba a encerrarse y quedarse en casa, Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”. Pandenomics fue dirigida por el cineasta Santiago Luis Oría, formado en la Universidad del Cine, quien también filmó el documental Javier Milei. La revolución liberal, estrenado en julio de 2023. Que una tradición política de élite como el liberalismo se haya convertido en un fenómeno popular era algo fascinante para Oría. Entonces se propuso filmarlo.
—Voy a la casa de Milei, cosa rara, porque casi nadie entra a la casa —recuerda Oría una mañana de viernes, con un café y un avocado toast—. En realidad, era en lo de la hermana, en Vicente López. Y estuvimos hablando un largo rato, él me habló mucho de las internas académicas del liberalismo, tanto acá como en Chicago. Y yo le dije: “Tengo una propuesta: agarrar tu libro y hacerlo como un documental, lo hacemos bien divertido”. No sé si lo llegaste a ver…
—Sí, lo vi. Tiene una estética de cómic.
—Es una estética apocalíptica, claro, como de cómic. Está inspirado más que nada en Escape from New York, de John Carpenter. La música también es de esa película; usamos unas licencias gratuitas de YouTube que están buenísimas. Bueno, esa experiencia fue muy exitosa, la vio un montonazo de gente.
Milei festejó su cumpleaños cincuenta, en octubre de 2020, en una celebración masiva. Al mismo tiempo que las reuniones sociales estaban prohibidas, Milei denunciaba la “locura de la cuarentena cavernícola”, impulsada por “la mierda de la Organización Mundial de la Salud”.
Pandenomics fue filmada en una fábrica abandonada de Moreno, en el conurbano bonaerense, propiedad de la familia de Valentino Summo, jefe de producción del filme. Se estrenó en diciembre de 2020 y, como los cines estaban cerrados, se proyectó en la pantalla grande del hotel GrandView.
—Lo que sentíamos en ese momento es que también nos queríamos divertir, por todo lo que implicó el encierro, toda esa provocación de tristeza. Divertirse, ser libres y estar alegres también era una manera de estar combatiendo. De hecho, obviamente, no fue acorde a los protocolos sanitarios.
Oría también fue convocado por Milei para trabajar en la campaña electoral 2021. Desde entonces se encarga no solamente del registro de sus actos y caravanas —se ufana de tener el “gran archivo Milei”: más de veinte teras de material audiovisual—, sino que también diseña los spots publicitarios oficiales. Como parte del entorno cerrado del líder de La Libertad Avanza, comprendió cómo funcionaba el vínculo entre los hermanos Milei. Para la escena final de Pandenomics, Milei pidió explícitamente que su hermana usara alas de ángel.
—Es un símbolo de que él la ve a ella como un ángel guardián: una persona que lo cuida. En este mundo de la política, con tanta falsedad, tanta hipocresía, tanta traición, es la única persona en la que confía al 100%. Karina es una persona con mucho sentido común, con una lectura de las personas increíble. Entonces, ella lo cuida de toda la gente mala que hay en torno a la política, al poder.
En septiembre de 2021, en América TV, Milei dio un ejemplo bíblico para explicar el vínculo con su hermana. “Moisés era un gran líder, pero no era bueno divulgando, y entonces Dios le mandó a Aarón para que divulgue… Bueno, Kari es Moisés y yo soy el que divulga, nada más, soy solo un divulgador”, dijo con la voz quebrada y lágrimas en los ojos. Después agachó su cabeza y tomó la mano de Viviana Canosa, la conductora del programa, con un gesto de niño herido. Tiempo después, en el canal La Nación+, el libertario dijo que con Karina bromeaban sobre su eventual presidencia: “Uno de los chistes que nos hacemos es que yo hice todo esto para que ella sea primera dama”. En sus múltiples apariciones públicas, Milei ha demostrado que posee una emocionalidad cambiante o inestable. Sin embargo, quienes trabajan junto a él opinan lo contrario.
—Javier no es para nada inestable. O sea, la cantidad de presión que recibe desde afuera, las operaciones, las mentiras, la difamación, las traiciones... —opina Oría—. El tipo, sin embargo, está totalmente entero, sólido, compuesto, armadito, siguiendo con sus ideas, siguiendo con las batallas. Es una persona con mucha pasión, sí. Es un tipo muy pasional. Pero eso para mí no tiene que ver con la inestabilidad. Es un tipo con grandes... hay una palabra en inglés, rushes, como que, ¡bum!, de golpe te envuelve de pasión, pero después es un tipo recontrameticuloso, recontrafrío para pensar y planificar una estrategia.
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En las elecciones legislativas de 2021, Javier Milei alcanzó 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, un número considerable para una fuerza debutante. En su discurso triunfal en el Luna Park dijo, en alusión a Juntos por el Cambio y al peronismo: “¡Vaya que tiene miedo la casta! Porque tuvieron que tirarme de los dos lados, ¡porque está toda cagada!”.
La Libertad Avanza ganó dos bancas en la Cámara de Diputados, que ocuparon Milei y Victoria Villarruel, ahora su candidata a vicepresidenta. Férrea opositora de las políticas de derechos humanos del oficialismo, Villarruel es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, que defiende a “las víctimas inocentes de la violencia armada desplegada por el terrorismo de las organizaciones guerrilleras”.
Desde que asumió, la producción de Milei como diputado resultó escasa. No presentó proyectos de ley ni integró ninguna comisión de trabajo. Sin embargo, su figura no paró de crecer gracias a una estrategia simple y efectiva. Desde enero de 2022, cada mes sortea la totalidad de su sueldo como legislador. El primer sorteo lo realizó en un acto en Mar del Plata. El último, de septiembre de 2023, fue el que más convocatoria tuvo: casi tres millones de participantes. El ganador se llevó una suma de aproximadamente 1 800 dólares. Se trata de un número altísimo para el sueldo promedio de un trabajador, que ronda los cuatrocientos dólares. “Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei para promocionar el sorteo en su cuenta de TikTok.
Para Iñaki Gutiérrez, veintidós años, estudiante de Derecho y Economía, creador de la cuenta oficial de TikTok de Milei, el sorteo es fundamental para el crecimiento del libertario.
—Los hitos de Javier en TikTok, sin lugar a dudas, fueron su campaña austera y la donación de su sueldo. Es el único candidato en la historia de nuestro país que dona su sueldo, y eso no deja de acercarte más a él, porque la gran mayoría de la gente está pasando un momento económico terrible y ven que los políticos siguen cobrando sus sueldos y haciendo su vida como si no hubiera nada que reprocharse.
Los números de Milei en redes superan ampliamente a sus contrincantes. En TikTok es el político argentino más popular, con 1.4 millones de seguidores, con videos que superan los ocho millones de visualizaciones. Estos números se replican en Instagram y YouTube.
—La campaña en redes funciona porque es un producto totalmente único: una persona que sabe comunicar muy bien sus ideas, con una personalidad avasallante —dice Gutiérrez—. Pero además responde al momento histórico de Argentina, a que la sociedad realmente está muy cansada de la situación económica que estamos viviendo. Y a una estrategia de poner en agenda determinados temas que la gente pretendía escuchar.
Gutiérrez llegó a La Libertad Avanza como un militante más y, en 2022, le propuso a Milei armarle una cuenta de TikTok. A veces, Gutiérrez es quien propone los temas para los videos. Otras, son ideas propias de Milei. Es el caso de uno de sus hits, su video para explicar la reducción del Estado que llevaría adelante Milei si fuera presidente: propone achicar las cuentas públicas de forma drástica y pasar de dieciocho a ocho ministerios. En el video se puede ver el organigrama actual de los ministerios dispuesto en una pizarra, y Milei arranca uno a uno los nombres de los ministerios que pretende eliminar al grito de “¡AFUERA!”. Se viralizó tanto que circula subtitulado en otros idiomas, como portugués o inglés.
“Estamos haciendo la de Robin Hood, le estamos devolviendo la guita al que la genera, se la estamos sacando al chorro de los políticos que te la afana. Esto no es ni más ni menos que un reembolso”, explicó Milei.
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En su modo de ver el mundo, el mercado es una deidad que no se equivoca. Por eso todos los aspectos de la vida deberían funcionar bajo su tutela. El Estado, en cambio, debería retirarse de la economía, de la salud, de la educación, de la ciencia. Así se explica su objetivo de “pasarle la motosierra” al gasto público, es decir, reducir el Estado a su mínima expresión. En caso de ser presidente, Javier Milei promete un ajuste en las cuentas de quince puntos del PIB.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua —“una sociedad donde les sobra el agua, y el precio del agua […] es cero. Consecuentemente, ¿quién va a reclamar el derecho de propiedad de ese río? Nadie, porque no puede ganar plata”—, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños. El 28 de junio de 2022 a la mañana, en Radio con Vos, le preguntaron —literalmente— si estaría de acuerdo con la venta de niños y respondió que era “una discusión filosófica que no sé cuánto estamos preparados” para debatir y que el tema “depende en qué términos estés pensando”. Sin embargo, ese mismo día, a la noche, en La Nación+, se retractó, quizás advirtiendo que había llegado demasiado lejos.
Las bases de su programa económico en una eventual presidencia están explicadas en su libro El fin de la inflación. Allí habla de eliminar el Banco Central y plantea la posibilidad de dolarizar la economía como una solución que termine con los problemas económicos de Argentina, entre ellos un índice de pobreza que supera 40% de la población y, sobre todo, una tasa de inflación entre las más altas del mundo. El mismo mes de las elecciones primarias de 2023 la inflación llegó a 12.4%: el número más elevado en 32 años. A nivel anual, el aumento de precios fue de 124.4%, un fenómeno prologado que se aceleró en los últimos dos gobiernos y que impacta en los sectores más pobres. En un país donde la divisa estadounidense siempre funcionó como refugio para el ahorro, donde existen al menos seis tipos de cambio, Milei augura resultados prometedores. “Cuando los salarios en dólares vuelen, habrá una fuerte caída de la pobreza y la indigencia y una ganancia en bienestar enorme, por el solo hecho de haber realizado un cambio monetario”, escribe en El fin de la inflación.
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En 2023, Javier Milei se lanzó como candidato a presidente por La Libertad Avanza. A pesar de hacer campaña en contra de la “casta”, como llama a los sectores tradicionales de la política, en varias provincias privilegió a las viejas estructuras sobre los jóvenes libertarios del interior del país. La Libertad Avanza también cosechó denuncias por vender lugares en las listas. La más resonante fue la del empresario Juan Carlos Blumberg, conocido por haber impulsado leyes de mano dura, a partir del asesinato y secuestro de su hijo, Axel, en 2004. Blumberg se fue de La Libertad Avanza luego de acusar al libertario de hacer “negocios” con la política y denunciar que pedían cincuenta mil dólares por una candidatura.
En la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más grande, muchos intendentes del peronismo y de Juntos por el Cambio le “armaron” la lista de concejales a Milei y “cuidaron” su boleta presidencial. Así lo denunció el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, en el programa Duro de Domar. Además de proveer la estructura donde no la tenía, los partidos tradicionales aprovecharon la existencia del libertario para su propio beneficio. Mientras al peronismo le convenía que Milei creciera porque eso le restaba votos a Juntos por el Cambio, a este le beneficiaba que el economista corriera el discurso público a la derecha.
Con el armado electoral garantizado, una propuesta rupturista en tiempos de crisis económica y una personalidad histriónica, Milei triunfó en las elecciones primarias del domingo 13 de agosto de 2023. Como candidato a presidente, salió primero con 30.04% de los votos: más de siete millones de personas votaron por La Libertad Avanza. Juntos por el Cambio quedó en segundo lugar. Bajo el sello de Unión por la Patria, el peronismo salió tercero, en lo que constituyó su peor derrota desde su creación en 1946, en tiempos de Juan Domingo Perón y Evita. En varias provincias, además, los gobernadores habían desdoblado la elección provincial, de modo que se desligaron de la competencia nacional, lo que también terminó favoreciendo a Milei. El resultado fue que una fuerza inexistente hasta 2021 ganó en dieciséis de las veinticuatro jurisdicciones.
—La candidatura de Milei se impuso en las primarias y sigue creciendo porque hay dos motivos muy importantes en la constitución de su voto. Por un lado, es un rechazo a todo, pero sobre todo al peronismo, en tanto principal responsable de la crisis, no solo porque es gobierno, sino porque gobernó la mayor parte del tiempo en Argentina —opina el antropólogo y sociólogo Pablo Semán, conocido por sus investigaciones sobre sectores populares—. Por otro lado, por la afirmación del valor de la libertad que, si bien tiene una afirmación difusa como cualquier valor en política, le da una solución a los motivos de descontento.
—¿Quiénes son los votantes de Milei?
—Los votantes de Milei son los más diversos en varios sentidos, pero, al mismo tiempo, su voto está homogéneamente distribuido en distintos estratos sociales. Quiere decir que es tan importante en las clases medias como en las altas y en las bajas. Los votantes de Milei no son solo jóvenes, como en algún momento se especuló. Probablemente predominan los varones, pero también es cierto que, en el salto que logró en las elecciones, ese predominio también se diluyó. Hay una trayectoria política, más allá de lo socioeconómico, que explica esos votos: están lo que se cansaron y están los que no conocieron otra cosa mejor que Milei.
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En septiembre de 2023, organizaciones sociales y curas villeros, los sacerdotes que viven y trabajan en barrios precarios, se reunieron en la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en el barrio porteño de Barracas, para realizar una “misa de desagravio” al papa Francisco. Quisieron responder así los ataques hacia Jorge Bergoglio. “Habría que informarle al imbécil ese que está en Roma, que defiende la justicia social, que sepa que es un robo y que eso va contra los mandamientos […]. ¡Es el representante del Maligno en la Tierra, ocupando el trono de la casa de Dios! ¿Vos sabías que el papa impulsa el comunismo con todos los desastres que causó?”, dijo Javier Milei en 2020, en una entrevista en Canal 9.
No fue el único sector de la sociedad argentina que encendió las alarmas tras los resultados de las elecciones primarias. Se sumó un grupo de intelectuales, que denunció que el triunfo de Milei supone “una conmoción de los fundamentos del pacto democrático instituido en 1983”. Más de 1 200 personalidades del ambiente cultural firmaron un documento para señalar que el crecimiento del economista “potenció los discursos del odio”. Días después, 170 economistas de distintas trayectorias hicieron público su rechazo a las ideas del libertario, con el título “La dolarización es un espejismo”. Entre los firmantes está Miguel Ángel Broda, titular del estudio donde Milei trabajó en el comienzo de su carrera.
Además de centralizar la agenda política, Milei también colmó los portales de espectáculos: confirmó que estaba en pareja con la actriz Fátima Flórez, famosa por ser imitadora de Cristina Fernández de Kirchner. Ambos se conocieron en el programa La Noche de Mirtha Legrand en diciembre de 2022. Legrand es una estrella histórica de la televisión. Desde que se hizo público el vínculo, la pareja no se mostró junta en ningún momento. Los portales de espectáculos aseguran que harán su primera aparición en la mesa de Legrand. Entonces se cerrará el círculo en el lugar que los unió.
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Martes 12 de septiembre de 2023. La caravana comienza a las cuatro y media de la tarde en Plaza San Martín de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. La provincia es clave para el objetivo de Javier Milei de cara al 22 de octubre: ganar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Si consigue superar 45% de votos a nivel nacional o llegar a 40% con una diferencia de diez puntos sobre el segundo puesto, se convertirá en presidente. Si no, deberá ir al ballotage con el segundo candidato más votado. Por eso, su objetivo es ampliar la cosecha de votos en la provincia de Buenos Aires y reforzar la candidatura de su gobernadora, Carolina Píparo, que salió tercera en las primarias.
La sede del Partido Libertario está en Calle 51, entre 7 y 8, pleno centro de La Plata, frente a Plaza San Martín. A las cuatro de la tarde, media hora antes de la convocatoria, ya hay un nutrido grupo. Se preparan para la llegada del líder, entre cantos y selfies. Unos militantes regalan bolsas blancas, estilo supermercado low cost, con una inscripción azul que dice “Milei presidente, Píparo gobernadora”. Un hombre vende banderas amarillas con figuras de leones y la leyenda “Milei 2023”. Tres mil pesos, alrededor de cuatro dólares en el mercado informal, sale una bandera grande. Tiene una opción más pequeña a dos mil pesos.
El mundo ideal anarcocapitalista de Milei es uno donde todo se puede comprar y vender. Desde el agua, las calles —“tranquilamente podrían ser privadas”— y los órganos —“mi primer propiedad es mi cuerpo, ¿por qué no voy a poder disponer de mi cuerpo?”— hasta los niños.
A las cuatro y media, los militantes caminan con la firmeza que da la masividad hacia la esquina de Plaza San Martín. Agentes de tránsito interrumpen Avenida 7 y Calle 54. Los bocinazos de los colectivos y los autos se mezclan con los cantos dedicados a los adversarios, como “El que no salta es un K”, en alusión a los seguidores de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Un delivery de PedidosYa acelera su moto sobre la avenida, flameando una bandera amarilla libertaria. Llegan más militantes con banderas argentinas y de “La Julio Argentino Roca”, una agrupación juvenil libertaria. Ahora la multitud —aproximadamente mil personas, según calcularon los medios— divisa el colectivo ploteado con el rostro de Milei e improvisa un cordón humano para abrir el paso. Cuando Milei aparece, estallan bengalas de humo de color amarillo y negro.
El candidato a presidente, vestido con su campera de cuero negro, se sube a la caja de una camioneta pick-up, junto a Píparo y a su hermana Karina. Agita los brazos, salta, canta los hits de su actual repertorio, “La casta tiene miedo” y “Oh, que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El paso de la caravana es lento. Sus seguidores se amontonan. Se empujan para alcanzarle cosas que Milei firma, desde libros del economista austriaco Ludwig von Mises, hasta billetes de mil pesos. Un adolescente lookeado con el mismo corte de pelo y las mismas patillas de Milei se abraza a sus amigos al grito de “¡Le di la mano!”. Desde la caja de la camioneta, Milei agita un billete gigante de cien dólares con su cara en lugar de la de Benjamin Franklin. Aparece una murga que acompaña la caravana y un hombre disfrazado de Álex, el león de la película Madagascar, baila. Milei sacude una motosierra mientras los militantes corean “¡Mo-to-sierra, mo-to-sierra!”. Cuando la caravana pasa frente a la Gobernación, alguien le alcanza una torta a Píparo y los militantes empiezan a cantar el feliz cumpleaños. Píparo —remera naranja que dice “Love is the answer”, el pelo rubio bajo una gorra negra— señala el Palacio de Gobierno y sopla las velitas de su cumpleaños número 47. Luego de hacer dos cuadras bordeando la plaza, sin dar un discurso, sin hablar con los medios, Milei se sube a un Volkswagen Vento y desaparece en dirección a Calle 6.
Su paso por La Plata es un golpe de efecto fugaz o el resumen de la campaña de La Libertad Avanza: una caravana de fieles que ven en ese hombre sin experiencia de gestión, sin estructura, en este hombre que ruge, que agita dólares falsos y motosierras, a su próximo salvador.
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