En 1995 la UNESCO declaró el 23 de abril como el Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor, pues Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega habían muerto en esta fecha, en 1616. El día también coincide con el cumpleaños de otros escritores (no tan famosos) como Maurice Duron, Halldór Laxness, Vladimir Nabokov y Manuel Mejía Vallejo.

En realidad, Miguel de Cervantes murió el día 22 y la fecha de William Shakespeare es tomada del calendario juliano, y no del gregoriano, el cual se usa de manera oficial en casi todo el mundo después de que en 1582 el papa Gregorio XIII decidió quitar el que había establecido Julio César en el año 46 a.C.

Ilustración que aparece en el libro «La ciudad de las damas».

Así como ese dato, surgen muchas curiosidades a partir de la celebración del Día Internacional del Libro. Por ejemplo, llama la atención que en la lista anterior, obtenida de la página de la Organización de las Naciones Unidas, no se mencione a ninguna mujer escritora, pues en los años correspondiente no hubo escritoras que alcanzaran una fama comparable con la de ellos. Sin embargo, vale la pena hablar de Christine de Pizan, considerada la primer escritora del mundo, además de una de las primeras feministas y filósofas. Una de sus frases célebres es “La excelencia o la inferioridad de los seres no residen en sus cuerpos según el sexo, sino en la perfección de sus conductas o virtudes” y su libro más famoso es La ciudad de las damas (1405), en el cual hace un alegato a favor de la mujer que reclama un lugar en el mundo, además de una crítica a la misoginia que imperaba en el mundo medieval.

Antes del auge electrónico, no había libros sin papel y antes de poder tener esos lindos libros con hojas cosidas y tapas encuadernadas, estaba el rollo de papiro. En el Antiguo Egipto inventaron este producto, hecho a partir de una planta acuática que crece en el río Nilo y con el cual comenzaron a desarrollar grandes registros escritos. El teólogo francés Jacques Bénigne Bossuet escribió en 1681 que «En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás». La realidad es que la información está un poco confundida, pues en el antiguo egipto las bibliotecas recibían un nombre que se traduce como “casa de libros”, sin embargo, las instituciones donde se copiaban los libros eran llamadas “casa de la vida” y para acceder a ellas era necesario pasar por un proceso de iniciación a los misterios de la escritura que está recogido en el Libro de Thot, conservado en una serie de papiros demóticos.

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Normalmente se dice que el primer libro de imprenta móvil fue La Biblia de Gutenberg, sin embargo 42 años antes en el Templo Heungdeok, en Corea, imprimieron Jikji, un documento budista creado para guiar a los jóvenes estudiantes del budismo, que era la religión nacional durante la dinastía Goryeo. Originalmente eran dos tomos con 307 capítulos, sin embargo se ha perdido la mayor parte y lo que queda se encuentra en la división de Manuscrits Orientaux de la Biblioteca Nacional de Francia.

Sobre bibliotecas, la colección más grande del continente americano es la de Biblioteca del Congreso en Estados Unidos. Fue fundada en 1800 en Washington D.C y la colección se compone por más de 160 millones de publicaciones. Es curioso que dentro de las diez bibliotecas más grandes del mundo, tres son en Rusia: la biblioteca del Estado Ruso, con cerca de 44 millones de piezas; la biblioteca Nacional Rusa, con alrededir de 36 millones y la biblioteca de la Academia Rusa de las Ciencias, con cerca de 26 millones de ejemplares.

El Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor es una excelente oportunidad para recordar que la mejor manera de descubrir las diferentes versiones del mundo, es con un libro en mano.

Biblioteca de Alejandría.