Wu-Tang Clan: el rap como poesía
Lamont “U-God” Hawkins estuvo en México para contar su historia.
Hacer rap es lo mismo que hacer poesía, dice Lamont Hawkins. Él ha dedicado 26 años de su vida a hacer rimas a través de su experiencia, del dolor, del amor, del odio, del dinero, de la pobreza.
A principios de los noventa formó junto a ocho de sus amigos una de las bandas más trascendentales en el ámbito musical y del hip-hop: Wu-Tang Clan.
Veintiseis años después del primer disco de Wu-Tang Clan y lejos de Park Hill donde inició todo, Lamont Hawkins dice no tener pruebas de que la música pueda cambiar un entorno. “Yo le pregunto esto a mis padres, a mis abuelos. Sé que puede unir a la gente por periodos cortos, pero no soy muy adepto al cambio”.
Sin embargo, con una calle en Nueva York nombrada en honor a Wu-Tang Clan, Lamont “U-God” Hawkins llegó a México desde Staten Island en el marco del Hay Festival para dar consejos sobre cómo transmitir la enseñanza del rap a comunidades rurales del país. Llegó también para contar su historia a una enorme audiencia mexicana interesada en saber cómo fue ser parte del clan. Nunca se imaginó estar en un escenario así cuando vivía en un distrito de Nueva York sumamente peligroso y repleto de quienes, como él, eran vendedores de crack.
“En 1988 no sabíamos que el Wu-Tang iba a ser tan influyente. Era fácil sentirse desanimado cuando corríamos por las calles como animales, pegándonos tiros con las demás pandillas por la plata. Los ladrones y traficantes estaban por todos lados. Tenías que echar mano de la creatividad, la imaginación y cualquier otra aptitud para asegurarte supervivencia”, escribe U-God en En carne viva. Mi viaje con el Wu-Tang Clan.
***
Lamont Hawkins nació en 1970 en Brooklyn, pero por las diferentes relaciones amorosas que mantuvo su madre se mudaron a Staten Island durante su infancia. La música y la violencia fueron constantes en su vida, y en ocasiones hasta coincidían. La primera vez que vio a alguien morir sonaba la canción “Loving You” de Minnie Ripperton. Una mujer sobre el techo de un edificio estaba a punto de suicidarse. Lamont describe en su autobiografía el sonido de su cabeza al golpear contra el concreto.
En la preparatoria de Staten Island conoció a su “clan”, con el que comenzó a tomar las calles del distrito y con quienes compartía gustos peculiares como la fascinación de ver películas de artes marciales. Method Man, más específicamente, fue quien se convirtió en uno de sus amigos más cercanos y de confianza una vez dentro de la industria de la música, pero todavía faltaban unos años de adolescencia insurrecta para llegar a eso.
Gracias al acercamiento del clan con la Nación del 5 por ciento, un movimiento derivado del Islam, fue que Lamont se hizo de su nombre espiritual y de escenario: U-God. “Ese conocimiento y esa experiencia establecieron los cimientos, tanto del Wu-Tang Clan, como de mi propia masculinidad”, escribe en sus memorias. La “U” es una abreviatura de “Universal” y el nombre completo es U-God Allah como parte de las enseñanzas del Islam y de la cultura musulmana.
Aunque RZA, GZA, Ol’ dirty Bastard, Raekwon, Method Man, Inspectah Deck, Ghostface Killah y U-God ya se juntaban para rapear, Hawkins alternaba esa práctica con la venta de droga, un negocio donde las ganancias por la venta de crack eran proporcionales con las escenas sangrientas que le tocaba presenciar. Fue testigo desde entonces de lo que ellos denominaban C.R.E.A.M. (Cash rules everything around me, o el dinero rige todo lo que me rodea, en español).
“Las calles se cubrieron de cuerpos y casquillos, y a menudo resultaba imposible saber en quién podías confiar. Ese miedo, esa rabia y ese terror que había en las calles, hicieron que los amigos en los que confiabas se convirtieran en algo mucho más valioso”, escribe U-God sobre 1988, cuando él tenía apenas 17 años.
A pesar de ganar plata con las drogas, él insistió en hacer rimas. U-God nunca dejó la escuela , pues no quería ser traficante por toda su vida. Escribía diario un párrafo o una canción completa e instaba a sus amigos, como Method Man, a hacer lo mismo, aunque vivieran con poco dinero, porque tenían fe en que el clan los sacaría de ese infierno. De hecho, una canción del primer disco de Wu-Tang Clan lleva como nombre “C.R.E.A.M.”, que, según sus memorias, fue un motto que rigió toda su vida aún cuando estuvieron fuera de la venta de drogas.
En 1992 fue inculpado por posesión criminal de una sustancia controlada y después de ocho meses obtuvo su libertad condicional, pero fue arrestado múltiples veces más por violarla. En esa etapa colaboró en varias canciones del primer disco del Wu-Tang Clan, Enter the Wu-Tang (36 Chambers), quienes ya tenían la atención de disqueras.
“He tomado pocas buenas decisiones. La mejor fue hacer música y enfocarme en eso. También escribir el libro en dos y medio años fue una buena decisión. Lo único que puedo decir es: hagan cosas legales”, explica U-God quien dejó atrás sus años “salvajes” y ahora es un escritor y músico más reflexivo.
En 1993 su amigo RZA, también integrante del Wu-Tang, habló seriamente con él para que dejara la venta de drogas en las calles y cortara de una buena vez sus recaídas en prisión. “Tienes que tomar una decisión, God. ¿Piensas seguir vendiendo y yendo a la cárcel o quieres venirte con nosotros a hacer algo único? Las calles no se irán a ningún lado, siempre estarán ahí. Mira, dame nueve meses de tu vida. Si la cosa no ha funcionado puedes volver a la calle”, le dijo tajantemente.
Enter the Wu-Tang (36 Chambers) se convirtió en un disco elemental para entender el rap neoyorquino que describía la vida cotidiana en las difíciles calles de Staten Island. La influencia de Wu-Tang Clan se lee hoy en la música de ar Nas, Jay Z, A Tribe Called Quest, Kanye West y hasta en músicos de otros géneros como Bad Bad Not Good.
Entre ese y los siguientes discos del clan, también se catapultaron las carreras en solitario de algunos de los miembros del Wu-Tang que mantienen todavía, como RZA, Ghostface Killah, Method Man y Raekwon.
Aunque el Wu-Tang Clan rapeaba de las infancias similares que vivieron sus miembros, con estilos tan distintos cada uno, su música y sus palabras resonaron más allá de las fronteras y las generaciones.
Su concierto en el Hay Festival estuvo repleto de jóvenes entre 17 y 22 años con la moda urbana que la era Wu-Tang Clan.
Lamont Hawkins escuchó que hay raperos que hacen hip hop en lenguas indígenas y la idea le entusiasmó. Él aconseja que sigan rapeando sobre lo que conocen: de sus entornos, su sufrimiento, del amor y la familia.
“Cuando hagas música, habla sobre lo que sientes, lo que viste y lo que vives, sobre los colores que te rodean. Siéntete orgulloso de ser mexicano, de tu origen y de tu herencia. Sé un guerrero azteca. Yo me siento eso, un guerrero”.
También te puede interesar:
Yune Va’a, un rapero al rescate de su lengua natal
Muralismo mexicano a través del rap
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.