Tiempo de lectura: 5 minutosFue el año pasado cuando un número retumbó en todo el país: sumaban 3,824 mujeres asesinadas, y nada volvió a ser igual. Esto era 5.93 mujeres por cada 100 mil, o un promedio de 10 mujeres asesinadas al día. Los años anteriores no habían pintado mejor, y los que vienen tampoco prometen mucho. La violencia en México va en aumento y, en respuesta, los militares se desplegan a diestra y siniestra, con la supuesta premisa de restaurar la paz. Solo que ésta se siente cada vez más lejana.
En un intento por entender con mayor profundidad la violencia de género y el contexto del país, las investigadoras Laura H. Atuesta (profesora-investigadora y coordinadora del Programa de Política de Drogas del CIDE) y Estefanía Vela Barba (Directora Ejecutiva de Intersecta, una organización feminista que se dedica a la investigación y promoción de políticas públicas para la igualdad) decidieron analizar la relación entre la militarización y las muertes de las mujeres. La investigación, que resultó en la publicación del documento Las dos guerras, parte de la hipótesis de que, además de la tortuosa lucha de las mujeres en contra del machismo, hay otro mal: “el de la violencia indirecta que provocan los enfrentamientos de las Fuerzas Armadas”.
El impacto de la militarización ha sido ampliamente estudiado. Se pueden llenar bibliotecas con libros sobre los ríos de sangre que ha dejado la llamada “Guerra contra el Narco”, de las desapariciones forzadas y del oscuro sexenio de Enrique Peña Nieto. De lo que casi no se ha dicho nada es de cómo ésta ha marcado la vida, y la muerte, de las mujeres. El año pasado se publicó un informe elaborado por Intersecta y Data Cívica, en el que analizaban los asesinatos de las mujeres en México y ahí notaron que los decesos de mujeres se comportaban de forma similar a las de los hombres en ciertos momentos, y que se podían asociar con enfrentamientos militares. Desde Intersecta empezaron a preguntarse la relación de las muertes de las mujeres con los enfrentamientos militares. Desarrollaron la hipótesis de que la guerra liderada por las Fuerzas Armadas en México, contribuye a los gigantescos números de mujeres muertas y a la replicación de violencia de género.
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G1. Las personas asesinadas en México por año
Tasa por cada 100 mil personas.
La gráfica está a escala libre, lo que permite apreciar la similitud en las tendencias (aunque visualmente se pierde la diferencia en magnitudes). La población está basada en las estimaciones de la CONAPO. Se utiliza año y entidad de ocurrencia de la defunción. Se omiten defunciones ocurridas fueras del país o en entidades no identificadas. Gráfica desarrollada por Registros de Defunciones por Homicidio del INEGI, 2000−2018 / Cortesía Fondo Semillas.
“Nada había tenido una perspectiva de género antes”, dice Atuesta en entrevista con Gatopardo y cuenta que, aún después de revisar toda la bibliografía relacionada con la militarización, no encontró ningún análisis enfocado a las muertes de las mujeres. “Yo creo que siempre se pensó que esta es una guerra de hombres y esa es precisamente una de las conclusiones interesantes de este estudio: si esta guerra también está afectando a las mujeres, ¿quiénes son? ¿por qué las está afectando?”. Estas preguntas quedan como material para seguir investigando, aseveran Atuesta y Vela; hay mucho que aún no se entiende de la guerra.
Utilizaron las bases de datos del CIDE-PPD, publicada por el Programa de Políticas de Drogas del Centro de Investigación y Docencia Económicas, que analiza desde 2007 hasta 2011; la de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y la de la Secretaría de Marina (SEMAR), que proporcionaron en respuesta a múltiples solicitudes de acceso a la información pública. Estas últimas muestran datos hasta 2018.
Con los datos disponibles, las investigadores obtuvieron dos hallazgos principales: el primero es que de todos los enfrentamientos en los que las Fuerzas Armadas han estado involucradas, nunca se ha visto como resultado una disminución de los homicidios, ni de hombres ni de mujeres. “En este sentido, el despliegue militar, evaluado a través de los enfrentamientos de las Fuerzas Armadas, no ha obtenido los resultados prometidos, esto es: no ha logrado contener y reducir la violencia”, dicta el informe. El segundo resultado es que, en todos los enfrentamientos se ha encontrado una directa correlación con el incremento de los homicidios de ambos sexos. No solo no cumplen con su propósito, sino que provocan más de lo que se supone que están combatiendo.
Además de estas dos conclusiones, la investigación terminó otras preguntas que aún no pueden ser resueltas, en parte, porque los datos disponibles son muy limitados: La infromación desagregada por las entidades oficiales es muy escasa. Uno de los ejemplos que Estefanía Vela plantea durante la entrevista es la posibilidad de medir el impacto de las Fuerzas Armadas en integrantes de la comunidad LGBT+, o desagregar información a partir de las edades de los asesinados, o incluso medir el impacto dependiendo el color de la piel. “Esta investigación es justo esta intersección entre, por un lado, los análisis feministas; y por otro, los estudios sobre violencia desatados por la militarización, que no siempre han tenido la pregunta de cómo impacta a distintos grupos”, explicó Vela.
Por otro lado, el análsis de los datos es muy complicado pues las bases de datos (todas provenientes de infromación oficial) tienen muchas discrepancias entre sí. “Con decirte que ni siquiera las cifras que el Secretario dio en la “mañanera” cuadran con las cifras que la SEDENA dio por solicitud de Data Cívica”, dijo Atuesta. Lograr conseguir todas las bases de datos tomó más de cinco años, pues el gobienro negaba el acceso a la información, incluso después de que múltiples asociaciones civiles hicieron la petición a través de Transparencia e incluso Artículo 19 interpuso un amparo. No fue hasta el primer informe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador que se liberaron los datos de los enfrentamientos de la SEDENA.
G2. El impacto de los enfrentamientos de los homicidios, según el sexo de la víctima
Para los enfrentamientos ocurridos entre 2007 y 2018 según la autoridad involucrada en el enfrentamiento, el tiempo transcurrido desde los enfrentamientos, el sexo de las víctimas y el tipo de homicidio. / Cortesía Fondo Semillas.
Pero cuando llegaron los datos, la información que contenían no cuadraba. En Las Dos Guerras muestran un ejemplo que cuenta que mientras en la Base CIDE-PPD se registran 1,746 enfrentamientos con participación de la SEDENA, aparecen 1,904 para el mismo periodo en la Base de la SEDENA. Por otro lado, la Base CIDE-PPD registra 148 enfrentamientos con participación de la SEMAR, mientras que la Base de la SEMAR registra 102. “Ni suiquiera la SEDENA sabe quiénes son sus propios muertos”, dice Atuesta, y agrega que es la opacidad del gobierno lo que no permite hacer estos análisis.
Aún así, siguieron con la labor de analizar la información dada a regañadientes por las autoridades. Hicieron análisis de impacto a corto (a 3 meses) y largo plazo (1 año después de los enfrentamientos) y encontraron que las repercusiones de las batallas entre Fuerzas Armadas y presuntos grupos delincuentes, iban más allá de lo que sucedía en el momento. “No es solamente el que se muere en el enfrentamiento, el ejecutado que encuentran en la calle, sino que empieza a verse cómo esta violencia en diferentes espacios de la sociedad y empieza a incrementar la violencia en todos los niveles”, explica la investigadora Laura Atuesta.
Los datos provistos por el gobierno no le mostraron a Vela y Atuesta cómo es que los enfrentamientos de las Fuerzas Armadas arrojan el aumento de mujeres muertas. Lo que sí indican estos números, recalca Vela, “es que se están detonando procesos profundos y duraderos de violencia” provocados por los enfrentamientos y presencia constante de militares en las comunidades.
La mayoría de la gente está en pro de la militarización del país, sin embargo, hay una densa opacidad de los resultados y efectos de llenar las calles de milicia. Durante los 14 años en los que se han desplegado las Fuerzas Armadas a largo y ancho del país, la violencia sólo ha ido en aumento. Aún así se les asignan más áreas de labor: la construcción del aeropuerto, los hospitales, los bachilleres, los puertos marítimos. Pero no hay rendición de cuentas y, al contrario, se les da cada vez más libertad de actuar sin consecuencia.
Vela y Atuesta confían en que la presión de la sociedad puede cambiar estas decisiones políticas con el tiempo. Creen fielmente en que, al publicar informes como Las Dos Guerras, se hace evidente que es necesaria la transparencia para verificar las acciones militares y medir sus efectos, tanto positivos como negativos. “La pregunta es cuántos muertos más tenemos que ver antes de que pase”, cierra Atuesta.