Empresario, fotógrafo, coleccionista y mecenas del arte contemporáneo.
Para alguien como Gunter Sachs, serlo todo era cosa fácil. El heredero alemán fue un celebrado fotógrafo, un reconocido documentalista, un afortunado empresario, un entusiasta de la astrología, de la cuál intentó encontrar fundamentos lógicos y científicos casi hasta la desesperación, e incluso fue un miembro destacado del jet set europeo gracias a su matrimonio con la actriz de cine Brigitte Bardot. Sin embargo, el rol más importante que jugó Sachs en la última mitad del siglo XX fue el de conservar, apoyar y entender el arte, dando pie a la construcción de una leyenda como Andy Warhol.
Fritz Gunter Sachs, nacido el 14 de noviembre de 1932 en Bavaria, Alemania, hijo del empresario Willy Sachs, propietario de Fichtel & Sachs, uno de los proveedores automotrices más importantes en la Alemania nazi, y la aristócrata Elinor Open, hija de Wilhelm von Opel, fundador de la automotriz Opel. Creció en un escenario lleno de lujos y distinciones a pesar de las múltiples tragedias que persiguieron a su familia.
En 1945, mientras Gunter comenzaba sus estudios secundarios, su padre fue arrestado por el ejército americano en Oberaudof, por su cercanía con altos rangos del partido nazi y la SS, incluyendo a Hermann Göring, lider militar del Tercer Reich, y Heinrich Himmler, jefe de la policía alemana. Su detención, en la que fue sometido a un proceso de «desnazificación» se extendió hasta 1947. Once años más tarde, Willy Sachs se suicidó como consecuencia de una gran depresión.
Pese a ello, el nombre de Gunter Sachs se mantuvo dentro de los círculos sociales más altos de la Europa frívola, aquella que mantenía sus fiestas y eventos por encima de la reconstrucción que su continente necesitaba en la postguerra. Durante su juventud Sachs combinó sus estudios en matemáticas y economía con su activa vida como playboy, mostrándose en eventos de la mano de figuras como la reina de Irán, Soraya Esfandiary, con quien mantuvo una relación amorosa, y la actriz Brigitte Bardot, a quien conquistó arrojándole cientos de rosas desde un helicóptero y con quien contrajo nupcias en 1966.
Sin embargo, su papel en sociedad no evitó que su amor por el arte floreciera hasta llegar a rumbos insospechados. En 1972, tras haberse divorciado de Bardot y renunciado al St. Moritz Bobsleigh Club, donde inició una efímera carrera como deportista, Sachs se inició en la fotografía, enfocándose en desnudos y paisajes surrealistas.
De su trabajo como fotógrafo, el alemán publicó siete álbumes fotográficos y el primer desnudo publicado por la edición francesa de la revista Vogue, con lo que causó revuelo en el país galo. Ese mismo año, Sachs montó la primera exhibición en Europa de un extravagante artista estadounidense al que había conocido durante una escena con su entonces esposa en el bar Gorilla de San Tropez.
La exhibición de Andy Warhol en Hamburgo resultó ser un terrible fracaso, al grado que Sachs tuvo que hacerse cargo de todas las pérdidas que el acto había ocasionado y compró la mayor parte de las piezas en exhibición. «Nada se vendió, mi padre estaba realmente avergonzado», declaró Rolf Sachs, hijo del socialité alemán en entrevista con The Guardian en 2012. La compra, motivada por la vergüenza, sería la mayor inversión que Sachs hizo inconscientemente.
La amistad que el artista pop había desarrollado con la familia Sachs ocasionó que éste fuera constantemente contratado para retratar a figuras como Bardot, el propio Sachs y hasta la Reina Isabel de Inglaterra. Las piezas, hoy valuadas en más de 3 millones de dólares, formaron parte de la colección privada que el alemán creó a lo largo de su vida. En ella, una de las más grandes e importantes de Europa, había piezas de René Magritte, Salvador Dalí, Roy Lichtenstein y figuras contemporáneas pertenecientes a la corriente del nuevo surrealismo, como Yves Klein, Arman y Jean Tinguely.
Mientras Sachs curaba la construcción y colección del Museo de Arte Moderno de Munich, del cual era fundador junto al Príncipe Konstantin de Bavaria, el arte de Warhol amplió su exposición en Europa, convirtiéndose en una leyenda a seguir por los compradores de arte contemporáneo. Sachs había ganado una fortuna por el simple hecho de dejarse cautivar por las palabras y obra del artista americano.
En sus últimos años, Sachs continuó acumulando piezas de arte alrededor del mundo y sumándola a su colección. Durante la década de los noventa, el coleccionista alemán gastó una gran parte de su fortuna para dirigir un enorme proyecto científico que tenía como finalidad confirmar, usando cálculos estadísticos, la veracidad de la astrología. Los resultados fueron ampliamente criticados por la comunidad matemática suiza, país que recibió y otorgó su nacionalidad a Sachs en 1976, quienes detallaron errores en los estudios y criticaron la veracidad en los datos obtenidos por su equipo.
El 7 de mayo de 2011, Gunter Sachs cumplió un terrible presagio familiar y se quitó la vida de la misma forma que su padre había terminado con sus días. Sachs, quien también había incursionado en el mundo del documental, había disparado un arma de fuego en su contra sabiendo que el Alzheimer amenazaba su futuro. Su colección de arte sería subastada un año después, mostrando un cuadro que Warhol había dedicado a su amigo y entusiasta, enmarcándolo para siempre en la cultura pop que él reconoció y ayudó a exponer.
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