Érase un entorno geométrico
Melissa Mota
Fotografía de Javier Senón
Eduardo Terrazas revela las claves detrás de su trabajo en el Museo Experimental El Eco
Eduardo Terrazas (Guadalajara, 1936), considerado como uno de los artistas clave del arte moderno en México, ha desarrollado por más de cincuenta años un lenguaje geométrico desde el que reflexiona sobre la condición del ser humano y su relación con el entorno. Su formación como arquitecto lo llevó a viajar por diferentes países y a relacionarse de una manera natural con el mundo del arte. En 1961, estando en Europa, conoció al renombrado museógrafo Fernando Gamboa, quien lo invitó a trabajar en la exposición “Obras maestras del arte mexicano”, una ambiciosa muestra que reunía piezas prehispánicas, virreinales y modernas del país, y que fue presentada en San Petersburgo, Varsovia y París.
Esta experiencia fue un parteaguas en su carrera, ya que como él menciona en entrevista para Gatopardo: “Ahí me enamoré de la artesanía mexicana. Me quedé maravillado y siempre me acordaba de eso”. A finales de los años sesenta, cuando Pedro Ramírez Vázquez lo invitó a formar parte del Comité Organizador de los Juegos de la xix Olimpiada, fusionó por primera vez el lenguaje visual de la artesanía mexicana con la modernidad. El resultado fue el emblemático logotipo de México 68 trazado en círculos concéntricos, que estuvo inspirado en las tradicionales tablas huicholas, hechas a base de hebras de lana y cera de Campeche.
En esa época conoció al artesano Santos Motoapohua de la Torre, de Santiago, a quien invitó a vivir por unos meses a su casa para aprender la técnica a fondo y con quien continuó colaborando durante las siguientes décadas. Lo que le llamó la atención de este trabajo fue su producción manual, su carácter irrepetible y el acto meditativo que conlleva. A partir de ese momento y hasta la actualidad, Terrazas continúa explorando y adaptando las texturas, los colores y las formas de esta artesanía al contexto contemporáneo y a las posibilidades de la geometría, entendida como un idioma con el que se puede explicar y entender a la naturaleza.
El Museo Experimental El Eco presenta desde junio la exposición “Cosmos”, con la que Terrazas ha explorado desde los años setenta las infinitas variaciones formales que una imagen puede tener —hasta la fecha lleva más de trescientas piezas—. El dibujo del que parte este ejercicio es la traducción del orden universal entendido por Terrazas, el cual se compone por un cuadrado que representa al cosmos, cuatro líneas diagonales que marcan los infinitos, un círculo que es la bóveda celeste, las fuerzas que equilibran al mundo: la gravedad, el electromagnetismo y las energías nucleares (representadas en las líneas del cuadrado), y finalmente la Tierra al centro.
A partir de este dibujo —aparentemente simple pero cargado de conceptos filosóficos que reflexionan sobre el lugar del ser humano en el universo— se desprenden obras que juegan con las posibilidades estructurales de sus elementos, de tal manera que algunas líneas se ensanchan, otras desaparecen o se le añaden diferentes colores y texturas. Para esta exposición se hizo una selección de algunas de las piezas hechas desde 1974 hasta la fecha, que incluye tanto dibujos como obras realizadas con hebras de lana.
Como parte de la subserie, Terrazas trasciende el plano bidimensional para hacer una intervención a la arquitectura emocional de Mathias Goeritz, que consiste en la representación del dibujo del que deriva “Cosmos” a manera de espejo de agua en el centro del patio de El Eco. Para lograrlo, se realizaron 32 contenedores de metal que recrean las diferentes formas geométricas de la imagen que, al ser unidos, forman un área de cerca de cinco metros. Esto permite que el cielo se refleje permanentemente sobre su superficie líquida, con lo que genera un diálogo.
La muestra asimismo se compone de la serie “Toscana”, también inspirada en la técnica huichola, realizada a partir de las impresiones que el artista experimentó en su último viaje a Italia. En estas piezas, Terrazas concentra los colores, texturas y formas —como los mármoles, el cielo o la arquitectura— en abstracciones geométricas. “En el mundo existen infinitos azules y no nos damos cuenta. […] Ya nunca vemos el azul del cielo, ya no vemos las estrellas, es una tragedia. […] Lo que trata uno a través del arte es de reconectar al espectador, que tome conciencia”, añade el artista.
Así, desde el inicio de su carrera, Terrazas ha buscado hablar, desde la abstracción geométrica y desde la apropiación artesanal, sobre el ser humano, de su estar en el mundo y de su interacción con un contexto complejo y autodestructivo, para despertar un sentido de responsabilidad entre el público, así como la posibilidad de cambiar los paradigmas impuestos y ver con otros ojos al cosmos en el que vivimos.
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