El virus de la peste llegó desde oriente a Italia, en 1347, probablemente transportado por un barco de comerciantes. Como en el caso de la pandemia del coronavirus, la península italiana fue la primera en Europa en ser afectada por la plaga y adoptar estrictas medidas de contención. De hecho, la palabra “cuarentena” proviene de esos años y se refiere al periodo de 40 días de aislamiento que los médicos venecianos imponían a las tropas de los barcos, para prevenir la difusión de “enfermedades exóticas”. Aunque en ese entonces no se entendía de virus ni bacterias, los responsables de la salud pública de Venecia emitieron un decreto que imponía la cuarentena a todas personas que manifestaban síntomas de la peste. Desde entonces, el protocolo veneciano se adoptó como modelo epidemiológico; y casi setecientos años después, alrededor de 2 billones de seres humanos estamos nuevamente en cuarentena.
Según el Fondo Monetario Internacional, Italia se encontraba en una recesión incluso antes del virus, con un fuerte gap económico entre el norte —más próspero— y el sur del país, con una deuda pública que representa el 135% del Producto Interno Bruto (P.I.B.) del país: ¿cuál será su futuro post Covid-19?
Aunque con un metro de distancia y la mascarilla puesta, en Italia se vuelve a misa, a pasear con amigos y a tomar aperitivos en los centros históricos, después de más de tres meses de cuarentena.
Economía pandémica
A partir del 18 de mayo, el gobierno italiano ha levantado la mayoría de las restricciones a las actividades económicas. Después del sector de manufacturas y la construcción, reabren bares, restaurantes, tiendas, peluquerías, estéticas y hoteles. El 25 de mayo podrán abrir gimnasios, piscinas y centros deportivos. Y a partir del 15 de junio se reabrirán cines, teatros y centros de verano. Aunque con un metro de distancia y la mascarilla puesta, en Italia se vuelve a misa, a pasear con amigos y a tomar aperitivos en los centros históricos, después de más de tres meses de cuarentena.
La Fase 3 representa un cambio importante en las políticas italianas de gestión de la epidemia: se pasa del bloqueo casi total de la economía y la restricción a salir de casa excepto por razones de emergencia, a planear las vacaciones en las playas del Mediterráneo. El Presidente del Consejo de Ministros de Italia, Giuseppe Conte, en su discurso a la nación, tomó la responsabilidad de la apertura de las actividades económicas, a pesar de las opiniones de los epidemiólogos que promovían una levantamiento más cauto y progresivo. “La teoría de los profesores tiene que enfrentar la realidad”, declaró.
Federico Bellono, secretario de salud y seguridad de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL por sus siglas en italiano), la organización sindical con más miembros del país, ofrece a Gatopardo una lectura de este cambio político tan dramático: “Italia está viviendo una recesión económica profunda. Creo que algunas decisiones de los últimos días, que parecen contradecir el compromiso a una apertura gradual y prudente promovido por el gobierno hasta hace poco, son el resultado de las presiones del sistema económico y de las cámaras empresariales. Se trata de una apuesta que implica riesgos importantes”.
A partir del 18 de mayo, el gobierno italiano ha levantado la mayoría de las restricciones a las actividades económicas.
Esta apertura viene acompañada de la implementación del llamado Decreto Rilancio: un amplio plan de inversión pública de 55 mil millones de euros (equivalentes a dos leyes presupuestarias) a la reactivación de la economía, para sostener empresas, familias, autónomos y al sector turismo. El Decreto Rilancio pesará sobre una deuda pública ya importante, que aumentara al 160% con relación al P.I.B. Este decreto debería complementarse con la propuesta del Consejo Europeo para un fondo de 500 mil millones de euros financiado a través de la deuda común de la Unión Europea, con bonos emitidos y redistribuido a las regiones y sectores más afectados por la Covid-19.
El Decreto italiano es un texto complejo, con más de 250 artículos, que incluye inversiones para la investigación académica y la sanidad pública, pero sobre todo ayudas económicas para trabajadoras y trabajadores autónomos y desempleados, junto a un paquete de incentivos económicos para las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, muchos emprendedores golpeados por los efectos de la pandemia que siguen escépticos, y hay comerciantes que han protestado en la escalera de Trinitá dei Monti en Roma, para exigir un plan más a largo plazo.
La dueña de un histórico restaurante de comida tradicional en Padova, Veneto, una de las zonas más afectada por la pandemia, comparte en entrevista su inquietud, luego de meses en los que ha sido obligada a cerrar su actividad: “El dinero prometido por el estado para pagar los trabajadores durante estos meses de inactividad aún no nos ha llegado. Además, los protocolos sanitarios que se pondrán en marcha nos perjudicarán seguramente en los ingresos, será necesario reducir el número de las mesas y tener bajo estricto control el número de personas dentro del local a través de reservaciones posiblemente digitales para poder tener una lista de quién entra y sale del restaurante. De momento no vemos ninguna solución efectiva para enfrentar a un futuro tan crítico”.
Lorenzo Vianello, Presidente de la Cámara de Comercio Italiana en México, comenta: “Las políticas de estímulo son siempre bienvenidas, lo importante es que lo que se establece por ley en el decreto se concrete en hechos reales. Los pequeños emprendedores necesitan respuestas inmediatas.”.
Este Decreto promueve un rol activo del Estado en la economía a través de la inyección de capitales públicos, sin embargo esta estrategia podría ser insuficiente para sostener los mercados nacionales más allá de la coyuntura de la crisis sanitaria.“Falta una conversación sobre las políticas industriales, no solamente en Italia sino a nivel internacional. —argumenta Federico Bellono— El Decreto ofrece una respuesta a la emergencia, con una inversión importante, pero sin una visión a largo plazo nos tenemos que preparar para un otoño terrible de despidos y reducciones drásticas del personal”.
La reapertura de la economía en Italia, después de tres meses de lockdown, inaugura una nueva fase del debate europeo en torno a las políticas para la recuperación económica.
Regularización de trabajadores migrantes
El Decreto Rilancio incluye también una reforma que ha sido fuertemente cuestionada por la oposición política: la regularización de los trabajadores migrantes, particularmente jornaleros en los campos agrícolas y las personas trabajadoras del hogar. Para que “los invisibles sean menos invisibles”, afirmó la ministra de las políticas agrícolas, Teresa Bellanova; aunque este programa de regularización responde sobretodo a exigencias del mercado y de la industria agroalimentaria en riesgo por la pandemia. Además, la regularización de la mano de obra de migrantes (que provienen de regiones como África subSahariana, Africa del Norte y Europa del Este) en los campos italianos permite aumentar las entradas fiscales en un sector que tradicionalmente ha sido manejado ilegalmente por las mafias italianas.
La disposición establece que los migrantes con un permiso de residencia que haya expirado desde el 31 de octubre de 2019 y que no se haya renovado pueden solicitar un permiso de residencia temporal que dure seis meses. Luego, si al final de la duración de este permiso, el ciudadano extranjero aún posee un contrato de trabajo subordinado, el permiso se convierte en uno de residencia por razones de trabajo. Emprendedores como Lorenzo Vianello subrayan la importancia de estas políticas de regularización, y comenta que “las personas migrantes, cuando trabajan en el mercado formal, aportan al welfare state del país”.
¿Una oportunidad política?
La reapertura de la economía en Italia, después de tres meses de lockdown, inaugura una nueva fase del debate europeo en torno a las políticas para la recuperación económica. Los datos preliminares publicados por el Eurofund señalan que el 28% de los ciudadanos europeos han perdido su trabajo a causa de la epidemia. La recesión pandémica ha afectado particularmente un tejido económico y social ya débil y fragmentado como el italiano, donde el Banco Central Europeo ha registrado un descenso del P.I.B. de -9,5%.
El crecimiento del desempleo ha llevado a la exasperación a muchas comunidades, donde se han empezado a registrar asaltos colectivos a los supermercados y huelgas de alquileres. El Banco de Alimentos ha denunciando un aumento del 40% en las solicitudes de ayuda con picos aún más altos en algunas áreas del país. Mientras en los barrios de todo el país, una cantidad de iniciativas de solidaridad están facilitando apoyo a las comunidades locales distribuyendo despensas y ofreciendo cuidado a personas mayores.
La Fase 3 representa un cambio importante en las políticas italianas de gestión de la epidemia: se pasa del bloqueo casi total de la economía y la restricción a salir de casa excepto por razones de emergencia, a planear las vacaciones en las playas del Mediterráneo.
La profunda recesión que está atravesando Europa impone una intervención activa del Estado a la economía a través de inversiones públicas, políticas redistributivas y regulación de los mercados: una respuesta completamente diferente respecto a las políticas de austeridad europeas que caracterizaron la crisis financiera de 2008. La política de emergencia y el programa de inversiones extraordinarias del gobierno italiano y el Recovery Fund de la Unión Europea señalan un paso en esa dirección, sin embargo, sin un proceso político más amplio podrían reducirse a una respuesta coyuntural efímera e insuficiente.
Si la pandemia está retando la economía de toda Europa, en México y América Latina se estima con dejar en la pobreza a más de 214 millones de personas. México será el país con mayor incremento de pobreza en la región, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La crisis sanitaria y social impuesta por la pandemia del coronavirus ofrece una importante oportunidad política y la lección italiana puede servirnos a todos.
Hace cinco siglos, después de los horrores de la peste, hubo una recuperación general de la vida y una reconstrucción social. La belleza y el arte infectaron a Florencia, contagiando a toda Italia y luego a Europa: surgieron otros modelos económicos y mercados hasta ese entonces inexplorados. Italia fue la cuna del Renacimiento, la época que marcó el ingreso a una nueva modernidad. Estamos por mirar qué pasará en esta nueva normalidad.