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La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada a México de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Su hermetismo ha creado en torno a ella una gran curiosidad y este documental ofrece una mirada al interior de este secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana
La comunidad judía de México es una de las más herméticas del mundo y esa decisión de cerrarse al mundo nos deja al resto una sensación de misterio que se presta a la fantasía. Dentro de ese núcleo existen diferentes grupos y hay quienes no defienden el hermetismo. Sin embargo hay algunas, como Monte Sinaí, una comunidad sirio-judía, que prefiere mantener su tradición aislada y preservar lo que han cultivado en los 100 años que llevan en México. La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Ahora este grupo es muy grande, comprende alrededor de 2,500 familias y este año decidieron celebrar el primer siglo de haber llegado a México. Después de trabajar en un documental para el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el cineasta Nejemye Tenenbaum, fue contactado por el entonces vicepresidente de la cara institucional de Monte Sinaí, Marcos Metta Cohen, quien quería hacer un documental celebratorio. Sin embargo, Tenenbaum lo convenció de contar la historia y la forma de vida de una comunidad que no se ha dejado llevar por la ciudad más grande del mundo. Le llamaron El tercer espacio.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Lo institucional no es algo que busques como documentalista, pero creo que era necesario y de esa manera ellos se vieron reflejados ahí”, dice Tenenbaum en entrevista con Gatopardo. A pesar de haber sido un trabajo hecho por encargo, encontró en El tercer espacio un valor especial, pues descubrió, de forma casi inesperada, una puerta hacia un secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana. A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora. Uno de estos personajes es Sara Camhaji, una mujer de 93 años que llegó de la mano de sus padres desde Damasco y desembarcó en el Puerto de Veracruz. Ella narra que México recibió con los brazos abiertos a su familia y les dio oportunidad de trabajar y de realizarse. Sarita –como le dice todo el mundo a la señora Camhaji– forma parte de la primera generación de judíos que llegó de esa parte del mundo a México, los fundadores del centro cultural Monte Sinaí –un tercer espacio fuera de la casa y el trabajo– para que la comunidad se pudiera reunir.
"A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora".
“Es muy importante tratar de romper prejuicios, y creo que el documental es una buena herramienta para hacer eso”, dice el director y editor de El tercer espacio. Parte del trabajo que Tenenbaum tuvo que hacer para lograr el largometraje, fue encontrar suficiente material de archivo para hacer el recuento de la llegada de este grupo de judíos, la fundación del Centro Cultural Monte Sinaí, de un kibutz en Israel en los años sesenta y de Acapulco en sus años dorados. El archivo y testimonios de los integrantes de la comunidad –que van desde esa mujer nonagenaria hasta una adolescente de 11 años a la que le urge irse a vivir a Miami, tener una mansión y un séquito de sirvientes– tejen la historia de una sociedad compleja, con conflictos internos y profundas tradiciones. “La comunidad es hermética y siento que tienen que tener un proceso muy paulatino de apertura, si es que eso buscan”, dice Nejemye Tenenbaum. Hay integrantes de la comunidad Monte Sinaí que sí desean abrirse más al país e integrarse a la sociedad y hay otros que no le ven sentido. “La gente que quiere permanecer judía y tener una familia judía, lo va a lograr más fácilmente encerrándose. Si te abres al mundo… pues el amor no distingue entre color, raza o religión”, agrega el cineasta. En Monte Sinaí prefieren que la gente se case y forme familias dentro de su comunidad. A pesar de ser una película institucional, algo que en ciertas partes es muy evidente, tiene momentos maravillosos, como su recuento de la llegada del barco y el recibimiento a los sirios recién llegados. Se retratan las tradiciones, las fiestas y el derroche, pero también el recato y las dificultades de esta comunidad.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Pienso, con todo el respeto, que la comunidad (judía) se debe de abrir porque hay mucha riqueza afuera de la que se están perdiendo", suma Tenenbaum. En El tercer espacio muestra los obstáculos que implica para el desarrollo de algunas personas el hecho de que la comunidad no se abra y que ha provocado una suerte de autoexilio. De la misma forma, muestra al actual vicepresidente del Centro, cuya firme postura es que quien no quiera seguir con las reglas de la comunidad, tiene las puertas abiertas para retirarse. El tercer espacio se presentó en múltiples festivales en el 2018, después estuvo en la Cineteca Nacional por un largo periodo y también ha sido exhibida en otras pantallas, como Cine Tonalá. Ahora estará disponible en línea a partir del 2 de julio. La historia judía es riquísima, compleja y en muchas instancias, aún un misterio. La comunidad que vive en México aún tiene mucho por contar, pero a través de El tercer espacio, se puede echar una mirada a este grupo del que poco se habla y menos se sabe.
La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada a México de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Su hermetismo ha creado en torno a ella una gran curiosidad y este documental ofrece una mirada al interior de este secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana
La comunidad judía de México es una de las más herméticas del mundo y esa decisión de cerrarse al mundo nos deja al resto una sensación de misterio que se presta a la fantasía. Dentro de ese núcleo existen diferentes grupos y hay quienes no defienden el hermetismo. Sin embargo hay algunas, como Monte Sinaí, una comunidad sirio-judía, que prefiere mantener su tradición aislada y preservar lo que han cultivado en los 100 años que llevan en México. La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Ahora este grupo es muy grande, comprende alrededor de 2,500 familias y este año decidieron celebrar el primer siglo de haber llegado a México. Después de trabajar en un documental para el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el cineasta Nejemye Tenenbaum, fue contactado por el entonces vicepresidente de la cara institucional de Monte Sinaí, Marcos Metta Cohen, quien quería hacer un documental celebratorio. Sin embargo, Tenenbaum lo convenció de contar la historia y la forma de vida de una comunidad que no se ha dejado llevar por la ciudad más grande del mundo. Le llamaron El tercer espacio.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Lo institucional no es algo que busques como documentalista, pero creo que era necesario y de esa manera ellos se vieron reflejados ahí”, dice Tenenbaum en entrevista con Gatopardo. A pesar de haber sido un trabajo hecho por encargo, encontró en El tercer espacio un valor especial, pues descubrió, de forma casi inesperada, una puerta hacia un secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana. A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora. Uno de estos personajes es Sara Camhaji, una mujer de 93 años que llegó de la mano de sus padres desde Damasco y desembarcó en el Puerto de Veracruz. Ella narra que México recibió con los brazos abiertos a su familia y les dio oportunidad de trabajar y de realizarse. Sarita –como le dice todo el mundo a la señora Camhaji– forma parte de la primera generación de judíos que llegó de esa parte del mundo a México, los fundadores del centro cultural Monte Sinaí –un tercer espacio fuera de la casa y el trabajo– para que la comunidad se pudiera reunir.
"A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora".
“Es muy importante tratar de romper prejuicios, y creo que el documental es una buena herramienta para hacer eso”, dice el director y editor de El tercer espacio. Parte del trabajo que Tenenbaum tuvo que hacer para lograr el largometraje, fue encontrar suficiente material de archivo para hacer el recuento de la llegada de este grupo de judíos, la fundación del Centro Cultural Monte Sinaí, de un kibutz en Israel en los años sesenta y de Acapulco en sus años dorados. El archivo y testimonios de los integrantes de la comunidad –que van desde esa mujer nonagenaria hasta una adolescente de 11 años a la que le urge irse a vivir a Miami, tener una mansión y un séquito de sirvientes– tejen la historia de una sociedad compleja, con conflictos internos y profundas tradiciones. “La comunidad es hermética y siento que tienen que tener un proceso muy paulatino de apertura, si es que eso buscan”, dice Nejemye Tenenbaum. Hay integrantes de la comunidad Monte Sinaí que sí desean abrirse más al país e integrarse a la sociedad y hay otros que no le ven sentido. “La gente que quiere permanecer judía y tener una familia judía, lo va a lograr más fácilmente encerrándose. Si te abres al mundo… pues el amor no distingue entre color, raza o religión”, agrega el cineasta. En Monte Sinaí prefieren que la gente se case y forme familias dentro de su comunidad. A pesar de ser una película institucional, algo que en ciertas partes es muy evidente, tiene momentos maravillosos, como su recuento de la llegada del barco y el recibimiento a los sirios recién llegados. Se retratan las tradiciones, las fiestas y el derroche, pero también el recato y las dificultades de esta comunidad.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Pienso, con todo el respeto, que la comunidad (judía) se debe de abrir porque hay mucha riqueza afuera de la que se están perdiendo", suma Tenenbaum. En El tercer espacio muestra los obstáculos que implica para el desarrollo de algunas personas el hecho de que la comunidad no se abra y que ha provocado una suerte de autoexilio. De la misma forma, muestra al actual vicepresidente del Centro, cuya firme postura es que quien no quiera seguir con las reglas de la comunidad, tiene las puertas abiertas para retirarse. El tercer espacio se presentó en múltiples festivales en el 2018, después estuvo en la Cineteca Nacional por un largo periodo y también ha sido exhibida en otras pantallas, como Cine Tonalá. Ahora estará disponible en línea a partir del 2 de julio. La historia judía es riquísima, compleja y en muchas instancias, aún un misterio. La comunidad que vive en México aún tiene mucho por contar, pero a través de El tercer espacio, se puede echar una mirada a este grupo del que poco se habla y menos se sabe.
La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada a México de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Su hermetismo ha creado en torno a ella una gran curiosidad y este documental ofrece una mirada al interior de este secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana
La comunidad judía de México es una de las más herméticas del mundo y esa decisión de cerrarse al mundo nos deja al resto una sensación de misterio que se presta a la fantasía. Dentro de ese núcleo existen diferentes grupos y hay quienes no defienden el hermetismo. Sin embargo hay algunas, como Monte Sinaí, una comunidad sirio-judía, que prefiere mantener su tradición aislada y preservar lo que han cultivado en los 100 años que llevan en México. La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Ahora este grupo es muy grande, comprende alrededor de 2,500 familias y este año decidieron celebrar el primer siglo de haber llegado a México. Después de trabajar en un documental para el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el cineasta Nejemye Tenenbaum, fue contactado por el entonces vicepresidente de la cara institucional de Monte Sinaí, Marcos Metta Cohen, quien quería hacer un documental celebratorio. Sin embargo, Tenenbaum lo convenció de contar la historia y la forma de vida de una comunidad que no se ha dejado llevar por la ciudad más grande del mundo. Le llamaron El tercer espacio.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Lo institucional no es algo que busques como documentalista, pero creo que era necesario y de esa manera ellos se vieron reflejados ahí”, dice Tenenbaum en entrevista con Gatopardo. A pesar de haber sido un trabajo hecho por encargo, encontró en El tercer espacio un valor especial, pues descubrió, de forma casi inesperada, una puerta hacia un secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana. A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora. Uno de estos personajes es Sara Camhaji, una mujer de 93 años que llegó de la mano de sus padres desde Damasco y desembarcó en el Puerto de Veracruz. Ella narra que México recibió con los brazos abiertos a su familia y les dio oportunidad de trabajar y de realizarse. Sarita –como le dice todo el mundo a la señora Camhaji– forma parte de la primera generación de judíos que llegó de esa parte del mundo a México, los fundadores del centro cultural Monte Sinaí –un tercer espacio fuera de la casa y el trabajo– para que la comunidad se pudiera reunir.
"A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora".
“Es muy importante tratar de romper prejuicios, y creo que el documental es una buena herramienta para hacer eso”, dice el director y editor de El tercer espacio. Parte del trabajo que Tenenbaum tuvo que hacer para lograr el largometraje, fue encontrar suficiente material de archivo para hacer el recuento de la llegada de este grupo de judíos, la fundación del Centro Cultural Monte Sinaí, de un kibutz en Israel en los años sesenta y de Acapulco en sus años dorados. El archivo y testimonios de los integrantes de la comunidad –que van desde esa mujer nonagenaria hasta una adolescente de 11 años a la que le urge irse a vivir a Miami, tener una mansión y un séquito de sirvientes– tejen la historia de una sociedad compleja, con conflictos internos y profundas tradiciones. “La comunidad es hermética y siento que tienen que tener un proceso muy paulatino de apertura, si es que eso buscan”, dice Nejemye Tenenbaum. Hay integrantes de la comunidad Monte Sinaí que sí desean abrirse más al país e integrarse a la sociedad y hay otros que no le ven sentido. “La gente que quiere permanecer judía y tener una familia judía, lo va a lograr más fácilmente encerrándose. Si te abres al mundo… pues el amor no distingue entre color, raza o religión”, agrega el cineasta. En Monte Sinaí prefieren que la gente se case y forme familias dentro de su comunidad. A pesar de ser una película institucional, algo que en ciertas partes es muy evidente, tiene momentos maravillosos, como su recuento de la llegada del barco y el recibimiento a los sirios recién llegados. Se retratan las tradiciones, las fiestas y el derroche, pero también el recato y las dificultades de esta comunidad.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Pienso, con todo el respeto, que la comunidad (judía) se debe de abrir porque hay mucha riqueza afuera de la que se están perdiendo", suma Tenenbaum. En El tercer espacio muestra los obstáculos que implica para el desarrollo de algunas personas el hecho de que la comunidad no se abra y que ha provocado una suerte de autoexilio. De la misma forma, muestra al actual vicepresidente del Centro, cuya firme postura es que quien no quiera seguir con las reglas de la comunidad, tiene las puertas abiertas para retirarse. El tercer espacio se presentó en múltiples festivales en el 2018, después estuvo en la Cineteca Nacional por un largo periodo y también ha sido exhibida en otras pantallas, como Cine Tonalá. Ahora estará disponible en línea a partir del 2 de julio. La historia judía es riquísima, compleja y en muchas instancias, aún un misterio. La comunidad que vive en México aún tiene mucho por contar, pero a través de El tercer espacio, se puede echar una mirada a este grupo del que poco se habla y menos se sabe.
La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada a México de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Su hermetismo ha creado en torno a ella una gran curiosidad y este documental ofrece una mirada al interior de este secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana
La comunidad judía de México es una de las más herméticas del mundo y esa decisión de cerrarse al mundo nos deja al resto una sensación de misterio que se presta a la fantasía. Dentro de ese núcleo existen diferentes grupos y hay quienes no defienden el hermetismo. Sin embargo hay algunas, como Monte Sinaí, una comunidad sirio-judía, que prefiere mantener su tradición aislada y preservar lo que han cultivado en los 100 años que llevan en México. La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Ahora este grupo es muy grande, comprende alrededor de 2,500 familias y este año decidieron celebrar el primer siglo de haber llegado a México. Después de trabajar en un documental para el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el cineasta Nejemye Tenenbaum, fue contactado por el entonces vicepresidente de la cara institucional de Monte Sinaí, Marcos Metta Cohen, quien quería hacer un documental celebratorio. Sin embargo, Tenenbaum lo convenció de contar la historia y la forma de vida de una comunidad que no se ha dejado llevar por la ciudad más grande del mundo. Le llamaron El tercer espacio.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Lo institucional no es algo que busques como documentalista, pero creo que era necesario y de esa manera ellos se vieron reflejados ahí”, dice Tenenbaum en entrevista con Gatopardo. A pesar de haber sido un trabajo hecho por encargo, encontró en El tercer espacio un valor especial, pues descubrió, de forma casi inesperada, una puerta hacia un secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana. A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora. Uno de estos personajes es Sara Camhaji, una mujer de 93 años que llegó de la mano de sus padres desde Damasco y desembarcó en el Puerto de Veracruz. Ella narra que México recibió con los brazos abiertos a su familia y les dio oportunidad de trabajar y de realizarse. Sarita –como le dice todo el mundo a la señora Camhaji– forma parte de la primera generación de judíos que llegó de esa parte del mundo a México, los fundadores del centro cultural Monte Sinaí –un tercer espacio fuera de la casa y el trabajo– para que la comunidad se pudiera reunir.
"A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora".
“Es muy importante tratar de romper prejuicios, y creo que el documental es una buena herramienta para hacer eso”, dice el director y editor de El tercer espacio. Parte del trabajo que Tenenbaum tuvo que hacer para lograr el largometraje, fue encontrar suficiente material de archivo para hacer el recuento de la llegada de este grupo de judíos, la fundación del Centro Cultural Monte Sinaí, de un kibutz en Israel en los años sesenta y de Acapulco en sus años dorados. El archivo y testimonios de los integrantes de la comunidad –que van desde esa mujer nonagenaria hasta una adolescente de 11 años a la que le urge irse a vivir a Miami, tener una mansión y un séquito de sirvientes– tejen la historia de una sociedad compleja, con conflictos internos y profundas tradiciones. “La comunidad es hermética y siento que tienen que tener un proceso muy paulatino de apertura, si es que eso buscan”, dice Nejemye Tenenbaum. Hay integrantes de la comunidad Monte Sinaí que sí desean abrirse más al país e integrarse a la sociedad y hay otros que no le ven sentido. “La gente que quiere permanecer judía y tener una familia judía, lo va a lograr más fácilmente encerrándose. Si te abres al mundo… pues el amor no distingue entre color, raza o religión”, agrega el cineasta. En Monte Sinaí prefieren que la gente se case y forme familias dentro de su comunidad. A pesar de ser una película institucional, algo que en ciertas partes es muy evidente, tiene momentos maravillosos, como su recuento de la llegada del barco y el recibimiento a los sirios recién llegados. Se retratan las tradiciones, las fiestas y el derroche, pero también el recato y las dificultades de esta comunidad.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Pienso, con todo el respeto, que la comunidad (judía) se debe de abrir porque hay mucha riqueza afuera de la que se están perdiendo", suma Tenenbaum. En El tercer espacio muestra los obstáculos que implica para el desarrollo de algunas personas el hecho de que la comunidad no se abra y que ha provocado una suerte de autoexilio. De la misma forma, muestra al actual vicepresidente del Centro, cuya firme postura es que quien no quiera seguir con las reglas de la comunidad, tiene las puertas abiertas para retirarse. El tercer espacio se presentó en múltiples festivales en el 2018, después estuvo en la Cineteca Nacional por un largo periodo y también ha sido exhibida en otras pantallas, como Cine Tonalá. Ahora estará disponible en línea a partir del 2 de julio. La historia judía es riquísima, compleja y en muchas instancias, aún un misterio. La comunidad que vive en México aún tiene mucho por contar, pero a través de El tercer espacio, se puede echar una mirada a este grupo del que poco se habla y menos se sabe.
La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada a México de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Su hermetismo ha creado en torno a ella una gran curiosidad y este documental ofrece una mirada al interior de este secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana
La comunidad judía de México es una de las más herméticas del mundo y esa decisión de cerrarse al mundo nos deja al resto una sensación de misterio que se presta a la fantasía. Dentro de ese núcleo existen diferentes grupos y hay quienes no defienden el hermetismo. Sin embargo hay algunas, como Monte Sinaí, una comunidad sirio-judía, que prefiere mantener su tradición aislada y preservar lo que han cultivado en los 100 años que llevan en México. La comunidad Monte Sinaí se fundó tras la llegada de un gran grupo de judíos provenientes de Damasco, Siria, que se mantuvieron unidos después de haber huido de la pobreza y la guerra. Ahora este grupo es muy grande, comprende alrededor de 2,500 familias y este año decidieron celebrar el primer siglo de haber llegado a México. Después de trabajar en un documental para el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, el cineasta Nejemye Tenenbaum, fue contactado por el entonces vicepresidente de la cara institucional de Monte Sinaí, Marcos Metta Cohen, quien quería hacer un documental celebratorio. Sin embargo, Tenenbaum lo convenció de contar la historia y la forma de vida de una comunidad que no se ha dejado llevar por la ciudad más grande del mundo. Le llamaron El tercer espacio.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Lo institucional no es algo que busques como documentalista, pero creo que era necesario y de esa manera ellos se vieron reflejados ahí”, dice Tenenbaum en entrevista con Gatopardo. A pesar de haber sido un trabajo hecho por encargo, encontró en El tercer espacio un valor especial, pues descubrió, de forma casi inesperada, una puerta hacia un secreto muy bien guardado de la sociedad mexicana. A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora. Uno de estos personajes es Sara Camhaji, una mujer de 93 años que llegó de la mano de sus padres desde Damasco y desembarcó en el Puerto de Veracruz. Ella narra que México recibió con los brazos abiertos a su familia y les dio oportunidad de trabajar y de realizarse. Sarita –como le dice todo el mundo a la señora Camhaji– forma parte de la primera generación de judíos que llegó de esa parte del mundo a México, los fundadores del centro cultural Monte Sinaí –un tercer espacio fuera de la casa y el trabajo– para que la comunidad se pudiera reunir.
"A través de ocho personajes que son o fueron miembros de Monte Sinaí, Tenenbaum cuenta la historia de la comunidad desde que llegó a México en los años 20, hasta los problemas que tiene ahora".
“Es muy importante tratar de romper prejuicios, y creo que el documental es una buena herramienta para hacer eso”, dice el director y editor de El tercer espacio. Parte del trabajo que Tenenbaum tuvo que hacer para lograr el largometraje, fue encontrar suficiente material de archivo para hacer el recuento de la llegada de este grupo de judíos, la fundación del Centro Cultural Monte Sinaí, de un kibutz en Israel en los años sesenta y de Acapulco en sus años dorados. El archivo y testimonios de los integrantes de la comunidad –que van desde esa mujer nonagenaria hasta una adolescente de 11 años a la que le urge irse a vivir a Miami, tener una mansión y un séquito de sirvientes– tejen la historia de una sociedad compleja, con conflictos internos y profundas tradiciones. “La comunidad es hermética y siento que tienen que tener un proceso muy paulatino de apertura, si es que eso buscan”, dice Nejemye Tenenbaum. Hay integrantes de la comunidad Monte Sinaí que sí desean abrirse más al país e integrarse a la sociedad y hay otros que no le ven sentido. “La gente que quiere permanecer judía y tener una familia judía, lo va a lograr más fácilmente encerrándose. Si te abres al mundo… pues el amor no distingue entre color, raza o religión”, agrega el cineasta. En Monte Sinaí prefieren que la gente se case y forme familias dentro de su comunidad. A pesar de ser una película institucional, algo que en ciertas partes es muy evidente, tiene momentos maravillosos, como su recuento de la llegada del barco y el recibimiento a los sirios recién llegados. Se retratan las tradiciones, las fiestas y el derroche, pero también el recato y las dificultades de esta comunidad.
El tercer espacio (2018) de Nejemye Tenenbaum. “Pienso, con todo el respeto, que la comunidad (judía) se debe de abrir porque hay mucha riqueza afuera de la que se están perdiendo", suma Tenenbaum. En El tercer espacio muestra los obstáculos que implica para el desarrollo de algunas personas el hecho de que la comunidad no se abra y que ha provocado una suerte de autoexilio. De la misma forma, muestra al actual vicepresidente del Centro, cuya firme postura es que quien no quiera seguir con las reglas de la comunidad, tiene las puertas abiertas para retirarse. El tercer espacio se presentó en múltiples festivales en el 2018, después estuvo en la Cineteca Nacional por un largo periodo y también ha sido exhibida en otras pantallas, como Cine Tonalá. Ahora estará disponible en línea a partir del 2 de julio. La historia judía es riquísima, compleja y en muchas instancias, aún un misterio. La comunidad que vive en México aún tiene mucho por contar, pero a través de El tercer espacio, se puede echar una mirada a este grupo del que poco se habla y menos se sabe.
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