La cruzada de la Policía Celestial: un ministerio cristiano para policías
Jair Ortega de la Sancha, Estefanía Camacho
Ilustraciones de Manuel Vargas
La Policía Celestial es una agrupación cristiana que ha buscado adoctrinar a elementos de la policía de México mediante pláticas y talleres motivacionales que, en el fondo, tienen una fuerte carga religiosa. Esto lo han conseguido con el apoyo de políticos y asociaciones evangélicas, mediante acuerdos que les permiten llevar sus enseñanzas a distintos estados. Su misión es que un día todos los agentes de seguridad del país se conviertan en pastores. ¿Cómo construyeron esta influencia?
—Dice la Palabra, en Romanos 13: “Sométase toda persona a las autoridades superiores”.
A punto de oficiar el culto, un mediodía de agosto de 2023, quien habla no es un sacerdote ni un pastor, sino alguien que ha trabajado dentro de la Policía toda su vida. Para proteger su identidad, lo llamaremos Mateo. Hasta hace poco, Mateo era comandante en un municipio de México, pero hoy su misión ya no es patrullar las calles de su cuadrante, sino predicar la palabra del evangelio entre hombres y mujeres.
—¿Qué dice la palabra del Señor? Ora por tus autoridades. ¿Cuándo has orado por un policía?, ¿cuándo, al ver una patrulla, has dicho: “Voy a orar por ellos”?
Este policía, con corte militar, predica en un centro de rehabilitación de adicciones cristiano. Frente a él hay ocho internos que, inmersos en su testimonio, lo miran fijamente mientras relata cómo recibió a Cristo. Algunos llevan biblias; otros, cuaderno y pluma para tomar apuntes; quienes no, se frotan compulsivamente los brazos. En una de las paredes blancas cuelga una lona que dice: “A todos los creyentes se les llama a defender el evangelio en cualquier ocupación en la que Dios los haya puesto”.
Esto es lo que Mateo ha hecho desde 2016. Aquel año, un pastor evangélico, a quien conoció mientras estaba en servicio, le contó que existía una organización de policías cristianos. Esta agrupación, hasta entonces desconocida, iba a celebrar el segundo Congreso Nacional de Policías al Servicio de Dios y de la Sociedad en la ciudad de Pachuca, Hidalgo. El pastor lo animó a que asistiera. Mateo atravesaba por un momento difícil: había fallecido su madre un año antes, su matrimonio tenía graves problemas debido a sus celos y la relación con sus hijos era nula. “Estaba enojado con Dios —dirá más tarde—. No quería saber nada de Dios, mi compañero me hablaba de él y me molestaba mucho”.
Admitirá también que durante mucho tiempo fue un mal policía: “Yo fui un policía corrupto, en un momento yo fui un policía agresivo, fui un policía que no le importaba la ciudadanía”. Mateo asistió al congreso porque un día juntó los 3 750 pesos que costaba la habitación del hotel La Joya, donde sería el evento. Además, su comandante le dio quinientos pesos más para los pasajes: “Confiaba mucho en nosotros y era algo bueno [ir al congreso]”, dice. Fue con el pastor, la esposa del pastor y Contreras, su compañero de patrullaje, quien ya profesaba la fe cristiana.
El 27 de agosto de 2016 conoció a la Policía Celestial. En el salón donde se desarrollaban las actividades, policías y militares de todo el país vestidos de civiles cantaban, se abrazaban, se arrodillaban y lloraban en una ceremonia religiosa. Los anfitriones eran los miembros de la Iglesia Salmo 91, una asociación con congregaciones cristianas en varios municipios de Hidalgo y Michoacán. Incluso el director de Seguridad Pública de Actopan, Juan Manuel Vizzuett, acompañado de agentes municipales, dio un testimonio sobre cómo la seguridad de su municipio había mejorado después de comenzar a orar por las mañanas. Mateo se mantuvo escéptico el primer día, pero en el segundo las cosas cambiaron. Algo sucedió. El comisionado nacional de la Policía Celestial, Leonel Guillermoprieto, invitó a pasar al frente a los que iban uniformados. Mateo se acercó y frente a él se colocó un pastor: “Yo quiero orar por ti”, dijo, y con los dedos tocó la cabeza del policía.
—Incrédulo, en medio de la oración, sentí que algo se desprendió de mi cuerpo. Un llanto tan incontrolable que yo me preguntaba: “¿Por qué lloro?”. Mateo no sabía qué pasaba, se arrodilló y las lágrimas brotaron. Algo se prendió dentro de él: “Allá es donde conozco a Cristo”, dice. Al día siguiente, la Policía Celestial le otorgó el cargo de suboficial. “Y la verdad ni le di importancia”, recuerda.
“¿Qué dice la palabra del Señor? Ora por tus autoridades. ¿Cuándo has orado tú por un policía?, ¿cuándo, al ver una patrulla, has dicho: ‘Voy a orar por ellos’?”
La organización religiosa
Congregan a oficiales y exoficiales de las fuerzas de seguridad, han firmado acuerdos de colaboración con políticos y algunos de sus miembros han ocupado cargos de seguridad pública municipal y estatal, actuando bajo el lema “Fuerzas armadas al servicio de Dios y de la sociedad”. Son una asociación religiosa (Casa de Fiesta Policía Celestial y sus Congregaciones) y civil (Policías Celestiales, A. C.) que desde 2009 ha emprendido la misión de evangelizar a policías y militares para combatir la corrupción que existe dentro de estas instituciones. En medio de la crisis de violencia que atraviesa México, buscan transformar la realidad a través de la Biblia.
El movimiento inicia con un personaje, un expolicía federal, Leonel Alfredo Guillermoprieto Chávez, quien comenzó a predicar el evangelio en comisarías y destacamentos policiales luego de haber sido detenido en 2007 por tráfico de drogas. Una vez en libertad, poco a poco fue ganando adeptos, y con un grupo de seguidores formó su congregación.
“Empezamos con policías federales —dijo en un programa de entrevistas transmitido por la cadena internacional cristiana Enlace, en agosto de 2016—. De ahí Dios nos fue abriendo más puertas en diferentes corporaciones”. En palabras suyas, la misión es “alcanzar las fuerzas armadas para Cristo”, que un día todos los agentes de seguridad de nuestro país se conviertan en pastores. “Nosotros creemos, y estamos seguros, porque es la misión que Dios nos ha dado, que va a llegar el día que [en] México usted va a poder acercarse a un policía y el policía va a estar capacitado para orar por usted. No solo para cuidarlo, sino para poner sus manos y bendecirlo a usted”, dijo en 2019 en una prédica que está disponible en YouTube.
Han empleado acciones y estrategias para conseguir esa evangelización, incluidas pláticas durante los cambios de turno en las corporaciones policiales, las cuales son conocidas como “operativos celestiales”; después se invita a los elementos a una cena, en la que hay un servicio religioso. También están los cursos y talleres Prevención de la Violencia y Seguridad con Valor, dirigidos a policías municipales, estatales y federales.
“Nosotros creemos, y estamos seguros que va a llegar el día que [en] México usted va a poder acercarse a un policía y el policía va a estar capacitado para orar por usted. No solo para cuidarlo, sino para poner sus manos y bendecirlo a usted”,
Aunque los primeros registros de actividad provienen de 2015, cuando celebraron el primer Congreso Nacional de Policías al Servicio de Dios y la Sociedad, el crecimiento mediático llegaría en 2017. Más de cinco mil miembros se integrarían. Ese año firmarían su primer acuerdo de colaboración con políticos mexicanos —con la Comisión Especial contra la Trata de Personas de la Cámara de Diputados y su presidenta, la diputada Julieta Fernández Márquez— para impartir estos cursos en destacamentos y corporaciones del Estado de México, Querétaro, Hidalgo, Guanajuato, Baja California, Chiapas, Morelos, la Ciudad de México, Guerrero y Tabasco.
—Para desarrollar el “operativo [celestial]”, visitamos diferentes bases de policía, tránsito y fiscalía. Al final del operativo se realizó una cena-conferencia, donde asistieron un aproximado de 540 participantes, que son elementos activos —recuerda Mateo.
En los primeros años de la organización, Misael Quijano Escamilla, director general de Operaciones, se encargaba de hablar con comandantes de corporaciones policiales para que les permitieran predicar a los agentes. Dentro de los edificios públicos, los policías celestiales compartían la palabra de Dios y obsequiaban biblias.
“Policía Celestial” fue dado de alta como marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial en agosto de 2022. En los documentos se menciona que los servicios que ofrece son de “formación y capacitación en materia de prevención del delito, seguridad pública, enseñanza de técnicas para la defensa personal; capacitación a través de cursos, talleres, diplomados; capacitación, formación y adestramiento a cuerpos de seguridad pública y privada; centro de formación continua para cuerpos de seguridad pública y privada”. Aunque como asociación civil han firmado acuerdos de colaboración, no está registrada como una organización de la sociedad civil ni aparece dentro de la lista de donatarias autorizadas por el Servicio de Administración Tributaria. A pesar de esto, dicen que su financiación proviene de recursos donados por sus miembros y la ciudadanía.
—Ellos pusieron grados como de Policía Federal; entonces, a primera instancia me dieron el grado de suboficial, después de inspector, después de comisario y posteriormente de comisario jefe. Me dieron esos nombramientos —dice Mateo sobre el esquema jerárquico con el que se rigen al interior, idéntico al de un cuerpo de seguridad.
De acuerdo con un comunicado de 2022, sus integrantes no reciben sueldo y solo participan de las actividades cuando no están en servicio. Entre sus miembros destacan elementos que han ocupado puestos importantes a nivel municipal y estatal, como Edwin Hernández Garrido, quien ha sido secretario de Seguridad Pública de los municipios de Pachuca y Tizayuca, y director de la Policía Investigadora de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Hidalgo; o Eduardo Aguilera González, excoordinador técnico operativo de la policía municipal de Nicolás Romero. “Tenemos secretarios [de Seguridad Pública], directores de institutos de formación, que se sujetan a la palabra de Dios y a lo que Dios nos ha dicho en Policía Celestial”, dijo el fundador en 2019.
Los antecedentes
En 2012, medios reportaron la noticia de que un grupo de pastores cristianos oraban dentro del cuartel de la Policía de Guadalupe, Nuevo León.
El secretario de Seguridad Pública del municipio, Enrique San Miguel Sánchez, declaró a El País que, en un principio, esos pastores se habían acercado para impartir cursos. “Hace unos meses vinieron a la institución […] y nos ofrecieron impartir un curso a la plantilla avalado por la Secretaría de Trabajo. Los contenidos de las lecciones abordaban aspectos como la atención ciudadana, la interpretación que hace la Biblia del robo o lo que piensa Dios sobre quedarse con cosas que a uno no le pertenecen”.
Uno de los que ofrecían esos servicios religiosos dijo en el programa de televisión Punto de Partida que las reuniones en las que cantaban alabanzas y rezaban no tenían cargas religiosas, sino que era “un asunto espiritual”.
Luego del arribo de Juan Manuel Vizzuett a la Dirección de Seguridad Pública de Actopan, Hidalgo, en 2012, comenzaron a realizarse ceremonias con elementos de esta policía municipal. Los agentes debían reunirse todos los días a las ocho y media de la mañana. Durante veinte o treinta minutos, los uniformados escuchaban la prédica de un pastor y cantaban alabanzas acompañados de una guitarra. “A través de la Biblia podemos encontrar principios para llegar a ser buenos ciudadanos, buenos policías, y sobre todo la superación personal”, dijo a Milenio el pastor José de Jesús Huerta. Sin embargo, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo, en 2013, denunció que dentro de la policía de este municipio había una “violación a los derechos humanos de libertad de creencia”, ya que “los policías adscritos a esa dirección son obligados a recibir doctrina religiosa de un pastor de la iglesia cristiana todos los días de la semana”.
Aquellos que faltaban a las pláticas en el estacionamiento de la Presidencia Municipal eran “suspendidos sin goce de sueldo, aunado a la amenaza de que van a ser despedidos si no acuden”. Además, la denuncia menciona que “el adoctrinamiento del que son objeto es encubierto en supuestas pláticas motivacionales”.
Cuatro años después esas charlas continuaban. En abril de 2016, un hombre predicaba frente a los policías de Actopan. Era Misael Quijano Escamilla, un policía federal activo y director general de Operaciones de la Policía Celestial.
“Tenemos secretarios [de Seguridad Pública], directores de institutos de formación, que se sujetan a la palabra de Dios y a lo que Dios nos ha dicho en Policía Celestial”, dijo el fundador Leonel Guillermoprieto en 2019.
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Una “cristianización” que se expande
“Es un movimiento que tiene la intención de articularse con los mandos directivos de gobiernos y cuerpos policiacos. Si esto se consolida a la larga, este va a ser un grupo poderoso en términos de su capacidad de influencia”, predice Javier Méndez Pérez, sociólogo y especialista en religión de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Aunque parezca novedosa, la Policía Celestial no es ajena a otros movimientos que están surgiendo en México y otros países. Su existencia puede entenderse a partir de dos fenómenos: “Por un lado, el lento pero constante proceso de secularización que va desmoronando a la Iglesia católica […], pero también la debilidad del Estado para responder adecuadamente a las demandas sociales —dice Méndez Pérez, en alusión a demandas como el combate a la corrupción y la inseguridad que vive el país—. Lo veo más como un intento de grupos sociales que, cansados de la corrupción, están intentando algo distinto con la finalidad de limpiar, de depurar los cuerpos policiacos”.
Así como son comunes los grupos cristianos que instalan comedores populares o centros de rehabilitación, existen capellanías, ministros evangélicos que ejercen la labor pastoral en instituciones públicas y privadas, en las comisarías estadounidenses y dentro de los Carabineros de Chile. Los templos de la Iglesia Universal del Reino de Dios, en Brasil, reciben a miles de policías para dar “ayuda espiritual”. Los cristianos evangélicos, dice el especialista, “son proselitistas: la principal misión es ganar adeptos”.
Para Fabián Acosta Rico, investigador en Filosofía y Antropología de las Religiones de la Universidad de Guadalajara, esta “cristianización” se debe a la incapacidad del Estado para moralizar a sus cuerpos policiacos. “Una forma de hacer que adopten valores, valores morales, éticos, a los cuerpos policiacos y a las personas en general, es a través de la religión”, dice. Este grupo pudo nacer porque los policías acuden “a la Biblia, el texto sagrado, a las revelaciones o a la religión en general en busca de dotarse de esa brújula moral, que no se les faculta, que no se les otorga [en] los cursos de civismo que puedan estar tomando en la academia de la propia policía”.
“Es un movimiento que tiene la intención de articularse con los mandos directivos de gobiernos y cuerpos policiacos. Si esto se consolida a la larga, este va a ser un grupo poderoso en términos de su capacidad de influencia”.
Los policías que se entrevistaron para esta investigación consideran que la asistencia espiritual de pastores cristianos y la lectura de la Biblia son una guía adecuada para desempeñar su labor y, al mismo tiempo, de contención emocional. “Una plática con un buen orientador, con un buen pastor, y te calmas, te tranquilizas, recibes paz —dice el oficial Contreras, compañero de Mateo—. Cosa que, en verdad, a veces [vas] con psicólogos y terminan mal, les dan medicamentos, y el problema lo hacen más grande”.
En México, el interés por la salud mental de las fuerzas de seguridad es prácticamente nulo.
“En estructuras tan masculinizadas, hipermasculinizadas, y con la peor faceta de la masculinidad, se ve mal que un policía pida ayuda porque emocionalmente se siente vulnerable —dice Lilian Chapa Koloffon, investigadora senior en la organización World Justice Project y analista de políticas públicas e instituciones de seguridad y justicia penal—. Es muy difícil que un policía pida ayuda y que se le proporcione, que incluso reconozca que necesita ese tipo de ayuda, porque hay mandos que lo ven mal y puede tener consecuencias negativas en su trabajo […]. Entonces se va gestando una bola de nieve de emociones que son mucho más difíciles de manejar”.
Captar policías para Cristo
—En abril del 2017 me mandaron llamar y me nombraron inspector.
Los directivos citaron a Mateo en San Juan del Río para otorgarle ese cargo y avisarle que en julio tendría que ir a Ciudad Juárez para realizar un “operativo celestial” con otros compañeros y un pastor cristiano, Esteban. Meses después, en agosto, Mateo viajó a Tequisquiapan para certificarse en Escuela para Padres, un curso sobre “el valor de la familia”, de los políticos priistas Julieta Fernández Márquez y Manuel Añorve. “Fue en un salón donde […] Manuel Añorve y su esposa Julieta Fernández, ellos son los creadores de ese programa, nos lo compartieron para que nosotros lo replicáramos en las dependencias”, dice.
Así recorrieron las corporaciones policiales de todo el país.
Un oficio firmado por la entonces diputada Fernández Márquez, al que Gatopardo tuvo acceso, describe este curso-taller como un esfuerzo para “reforzar la relación entre padres e hijos, el tejido social, partiendo desde lo esencial que es la familia”. El programa consistía en siete sesiones, con duración de una hora y media cada una. A las dependencias les solicitaban un “salón, una televisión y DVD o laptop y cañón”, así como el acta de nacimiento y CURP de los beneficiarios para armar un expediente.
Los policías celestiales que impartían estos cursos llevaban en el uniforme un parche que dice “Cámara de Diputados LXIII Legislatura. Comisión Especial contra la Trata de Personas” y “Romanos 13”, el pasaje bíblico que menciona que “todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido”. En sus uniformes portan insignias oficiales que incluyen símbolos como el ichthus cristiano (el símbolo del pez), una cruz y la Biblia. Las sesiones del curso se realizaban a partir de un libro de ejercicios con el título Prevención de la violencia: “El manual incluye videos y algunas actividades lúdicas, y por ahí ‘un ejercicio para llegar al perdón’”, dice Mateo. Durante el curso, confiesa, se hablaba de Dios “sin mencionar a Dios”. “El que conoce de la Palabra, sabe que el manual está basado en la Biblia, pero como no viene con versículos ni nada, pues muchos no lo conocen. Más que nada para que la gente no sintiera que llegábamos y les impusiéramos algo”. El curso se realizó con policías municipales, estatales y federales, con fiscalías y academias.
Mateo impartió estos cursos mientras no estaba en servicio. No recibió ningún pago por ello, pero con orgullo presume que entre 80% y 90% de todos los policías que capacitaron “recibieron a Cristo”. También en Facebook alardearon sobre el logro: “Cabe destacar para nosotros con gran alegría que en esta primera etapa [del curso Prevención de la Violencia] de esos más de diez mil policías [que recibieron el curso] 7 950 policías reconocieron a Jesucristo como Su Señor y Salvador y de esos 6 479 oficiales se enlistaron ya en las filas de Policía Celestial”.
Al solicitar información a la Cámara de Diputados, su unidad de Transparencia respondió que no encontró información al respecto. Asimismo, al cierre de esta edición, ni Fernández Márquez ni Añorve respondieron a las solicitudes de entrevista.
“El que conoce de la Palabra, sabe que el manual está basado en la Biblia, pero como no viene con versículos ni nada, pues muchos no lo conocen. Más que nada para que la gente no sintiera que llegábamos y les impusiéramos algo”.
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Sembrar agentes
Otro elemento que ha impartido estos cursos es Alberto Betancourt, pastor de la iglesia cristiana Trigo y Miel, en San Juan del Río.
Betancourt nunca fue policía o militar, ni desempeñó cargo alguno dentro de las fuerzas de seguridad mexicanas: él ingresó a la organización como pastor cristiano evangélico. “En alguna ocasión, él [Leonel Guillermoprieto] dio un llamado a todos los pastores, si alguien, como pastores, quisiera ingresar a la Policía Celestial”, dice, y así respondió al llamado, fue capacitado y se involucró en las tareas de la organización: “Me empezaron a jalar para dar capacitaciones a las Fuerzas Armadas”. Y después agrega: “Aunque legalmente no podemos hablar de Dios, todo lo que damos son principios bíblicos, nada más que no damos el versículo”.
Pero la estrategia no terminaba ahí. Debían “sembrar” a los agentes.
—Cuando hacemos el llamado, ya se preparó el terreno y, de alguna manera, Dios nos abre la puerta. Haz de cuenta que, ya cuando les diste todo el curso a los policías, al final, de forma personal les decimos que, por ejemplo, en mi caso, yo les doy mi testimonio, de dónde Dios me rescató y cómo Dios me ha ayudado. Eso, ya junto con lo que hemos sembrado, les toca el corazón, y cuando hacemos el llamado de recibir a Cristo, en su mayoría los policías reciben a Cristo voluntariamente. […] Hemos alcanzado a muchísima gente, a muchísimos policías en esas capacitaciones que damos —dice.
Estos actos, con un obvio carácter religioso, en un país laico, implican una violación del artículo 25 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que indica: “Las autoridades federales, estatales y municipales no intervendrán en los asuntos internos de las asociaciones religiosas. Las autoridades antes mencionadas no podrán asistir con carácter oficial a ningún acto religioso de culto público, ni a actividad que tenga motivos o propósitos similares”. Los policías que asistían a los cursos lo hacían con carácter oficial, ya que eran capacitaciones que se impartían dentro de los edificios de las corporaciones; los mandos elegían a un grupo de personas que debían realizar el taller cuando no estaban en servicio, explica el pastor Betancourt, pero debían asistir.
Estos actos, con un obvio carácter religioso, en un país laico, implican una violación del artículo 25 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
—Pero ¿cómo es que llegaban a las comisarías?
—Trabajamos de una forma “curiosa”, porque a veces los mismos lugares nos pedían que fuéramos a lugares muy peligrosos. […] En otras ocasiones, por ejemplo, mi caso: una vez llevamos a Policía Celestial a Aculco [Estado de México]. ¿Yo qué hacía? Este es un ejemplo, yo investigaba el nombre del comisario de ahí, de Aculco, y ese nombre se lo pasaba a la secretaria [de las oficinas de la Policía Celestial], a la comisario Alma. Ese nombre lo mandaba al Senado, después el Senado le regresaba una carta a Alma, y ella me la daba a mí. Tenía que llevar esa carta a la comisaría de Aculco, donde ellos nos tenían que recibir, orden del Senado. Donde fuera que recibían esa carta no podían hacerse a un lado, no nos podían negar [que] diéramos la capacitación. Porque venía por parte de Cámara de Diputados y por parte del Senado de la República.
Estas capacitaciones, dice Betancourt, se detuvieron inesperadamente en 2023.
Voz de Alberto Betancourt:
El pastor Leonel
Un hombre de casi dos metros de altura, vestido de guayabera naranja, toma el micrófono. Se percibe de inmediato el dominio de lo que hace.
—¿Cuántos trajeron fe? —pregunta, y pasa un pañuelo por su frente sudorosa. Es 2 de octubre de 2022 y, para que este evento pudiera realizarse, la iglesia El Renuevo solicitó diez mil pesos al gobierno de Monclova, Coahuila. “Pago apoyo para iglesia El Renuevo el cual sera [sic] para cubrir gastos de conferencia denominada ‘Policia Celestial’”, dice el documento que recopila las transferencias del municipio durante septiembre de 2022.
El pastor Leonel Guillermoprieto, fundador y comisionado nacional de la Policía Celestial, está a punto de compartir su testimonio, como lo ha hecho tantas veces. Un día antes de esta prédica, en esta misma iglesia, se celebró la cena “Honrando a los valientes de la ciudad”. En las fotografías del evento, policías municipales, bomberos y personal de protección civil, la mayoría uniformados, oran junto a sus familias y compañeros. El pastor y otros policías celestiales condecoran a servidores públicos con insignias que tienen grabados los escudos del Senado de la República y la Cámara de Diputados.
—Yo nací en un hogar tradicional —dice Leonel Guillermoprieto—. Y cuando digo tradicional es porque hoy en día la familia ha estado muy distorsionada, han estado atentando contra la familia, muchas leyes, muchas cosas. Pero el hogar tradicional está compuesto por un papá, una mamá, y a veces hijos, dos, tres, cuatro, uno.
Su historia es similar a la de otros pastores y líderes religiosos con carisma: era malo y se redimió luego de conocer a Cristo.
Nació el 8 de abril de 1980 en Torreón, Coahuila, pero creció en Chihuahua, criado en un entorno violento. “Crecí con las dos cosas: con la violencia y queriendo ser policía”, declaró alguna vez. A los diecisiete años entró a la escuela de la Policía Federal y se graduó en la primera generación del Centro de Formación Policial de la Policía Federal Preventiva. “A los diecinueve años a mí me hicieron comandante en la policía”, asegura. Pero un día, se corrompió. Cuando era comandante de un aeropuerto, llegaron unos hombres armados conduciendo una camioneta. “Prácticamente me dijeron: ‘¿Quieres estos dólares o balazos?’”. El dinero era para que se fuera del lugar donde estaba parado, “nada más”, dice. Aceptó los dólares y, poco después, comenzó a traficar: “Compré droga en Centroamérica y la empecé a mandar para Europa”. En 2007 fue extraditado a Estados Unidos tras ser detenido en un aeropuerto en Guatemala. Gatopardo verificó la versión. Guillermoprieto enfrentó un juicio en una corte del sur de California en marzo de 2007. De acuerdo con la acusación en su contra, “utilizó su condición de oficial de la ley para ayudar a José Mendoza Balcázar en sus actividades de tráfico de heroína, alertando a José Mendoza Balcázar cuando se intensificaban las actividades de interceptación en el aeropuerto mexicano”. Según el documento judicial, fue juzgado por “conspiración para importar heroína” y “complicidad y confiscación criminal”.
“Yo nací en un hogar tradicional. Y cuando digo tradicional es porque hoy en día la familia ha estado muy distorsionada, han estado atentando contra la familia, muchas leyes, muchas cosas. Pero el hogar tradicional está compuesto por un papá, una mamá, y a veces hijos, dos, tres, cuatro, uno”.
El 22 de septiembre de 2007, Guillermoprieto conoció a Cristo en prisión, luego de escuchar alabanzas en la celda vecina. Y fue Dios, asegura, quien lo libró de pasar veinticinco años ahí: solo lo sentenciaron “por un periodo de quince meses”, de acuerdo con los documentos. Cuando salió y fue deportado a México, comenzó a compartir su testimonio en destacamentos de policías. Así nació la Policía Celestial. Para cumplir con su ministerio, llevar las fuerzas de seguridad a Cristo, ha colaborado con políticos de tres partidos y varias asociaciones evangélicas.
En 2018 obtuvo dos contratos por honorarios para brindar “asistencia y asesoría” y “asesoría especializada” al grupo parlamentario del Partido Encuentro Social (PES), fundado por cristianos evangélicos. El entonces diputado del PES José Alfredo Ferreiro Velazco era miembro del consejo de honor de la Policía Celestial, y su esposa, María Teresa Aguilar Cruz (Mayte Ferreiro), coordinadora regional, zona noreste. Esta no es la única relación entre el partido y la organización: durante las elecciones de 2018, Edwin Hernández Garrido, comisario celestial, fue candidato del PES a diputado por Pachuca.
Al año siguiente, la Policía Celestial firmó acuerdos de colaboración con el senador priista Manuel Añorve y con la diputada de Morena Esther Mejía para continuar con los cursos de prevención de la violencia. Gatopardo solicitó estos acuerdos a las unidades de Trasparencia de cada dependencia, pero no recibió respuesta. El 10 de abril de ese 2019, la diputada morenista Teresita de Jesús Vargas Meraz organizó dentro del Palacio Legislativo el foro Seguridad con Valor, en el cual participaron policías celestiales. Y de acuerdo con El Heraldo de Chihuahua, el diputado Efraín Vega Rocha también de Morena, “entregó en la Presidencia Municipal [de Chihuahua] una solicitud para que arribe a este municipio parte de la denominada ‘Policía Celestial’, […] buscan capacitar en valores a integrantes de las policías municipales”. En su segundo informe legislativo, Vega Rocha mencionó que, entre sus actividades, tuvo una entrevista con Guillermoprieto.
En noviembre de 2022, los policías celestiales acordaron con un grupo de diputados de Morena, encabezados por Carlos Guadarrama, “promover, enseñar e implementar estrategias y mecanismos relacionados con la seguridad que sirvan para generar nuevos hábitos en los elementos de las áreas policiacas, Fuerzas Armadas, así como Instituciones y Organizaciones con temas a fines [sic] de la seguridad […], impartir cursos teóricos y prácticos relacionados al objeto de su Asociación Civil”, apunta el documento.
—Somos la única organización en México a la que el Gobierno Federal le ha pagado por predicar el evangelio. ¡Nos pagaban por predicar el evangelio! Nosotros llegábamos a las instituciones, o llegamos todavía a las instituciones, con la “charola” [con el respaldo] del Gobierno. Nosotros podemos mandar oficios de Cámara [de Diputados], del Senado de la República —presumió Guillermoprieto, un mes antes, en El Renuevo.
Voz de Leonel Guillermoprieto:
Su historia es similar a la de otros pastores y líderes religiosos con carisma: era malo y se redimió luego de conocer a Cristo. Nació el 8 de abril de 1980 en Torreón, Coahuila, pero creció en Chihuahua, criado en un entorno violento. “Crecí con las dos cosas: con la violencia y queriendo ser policía”.
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La segunda caída
Leonel Guillermoprieto es pastor de la iglesia Casa de Fiesta, fundada en San Juan del Río, junto con su esposa Alejandra, en 2011. Casa de Fiesta Policía Celestial y sus Congregaciones es el nombre con el que se registró. Como ministro de culto, su relación con otras organizaciones es prolífica, como ocurre con Misión Buenas Nuevas, asociación evangélica de origen coreano, pero con gran presencia en América Latina. Para sus “operativos celestiales”, se apoyan en congregaciones y pastores locales. Algunos policías se han enterado de la organización porque un pastor cristiano les habla de ella.
En redes sociales, Guillermoprieto publica mensajes cristianos, imágenes de sus viajes por Europa, videos piloteando una avioneta o fotografías junto a políticos, como Roberto Cabrera Valencia, presidente municipal de San Juan del Río, con quien ha mantenido una relación cercana desde que era diputado local de Querétaro. Guillermoprieto también fue presidente de la Alianza de Pastores de San Juan del Río, asociación que en 2021 se posicionó a favor de políticos provida. “Ninguno de nosotros, ninguna de nuestras congregaciones votará por candidatos que no fomenten el derecho a la vida […]. Nosotros estamos en favor de la familia y en favor de la vida”, declaró.
En 2018 fue uno de los invitados a la inauguración de Capitol Ministries en México, una organización fundada por Ralph Drollinger (exbasquetbolista profesional convertido en pastor), que tiene la misión de “posicionar ministerios” en instituciones gubernamentales para evangelizar, educar y apoyar la formación de legisladores cristianos. En 2017, su misión llegó a la Casa Blanca, ya que bajo la administración de Donald Trump se fundó un grupo de estudio bíblico para los miembros del gabinete presidencial. Entre los políticos que han respaldado e impulsado a esta organización se encuentran Mike Pence y Mike Pompeo. En el evento inaugural, en el Club de Banqueros de la Ciudad de México, informó Raúl Olmos, hubo representantes de asociaciones como la Sociedad Bíblica de México, la Confederación de Iglesias Locales y el Centro de Reintegración Familiar; también asistieron políticos de distintos partidos, entre quienes destacan ni más ni menos que Manuel Añorve y Julieta Fernández Márquez.
Luego de consolidar su organización con más de diecisiete mil miembros, 2023 se vislumbraba como un año más de evangelización, gracias al nuevo convenio con diputados de Morena. Pero todo cambió para Guillermoprieto la mañana del 18 de febrero. Ese día fue detenido por elementos de la Fiscalía General de la República (FGR) en San Juan del Río, en cumplimiento de la orden de aprehensión dentro de la causa penal 57/2007. En un audio de WhatsApp pidió a sus compañeros que oraran por él. “Continúen los trabajos de Policía Celestial. Sabemos que es un tema que sucedió, pasó hace muchos años, pero de todos modos tiene que ser subsanado. Y si hay algo que pagar, pues que se pague”, dice el mensaje de voz. La última imagen del pastor apareció en el medio local En Directo: en una transmisión en vivo, antes de ingresar al penal de Almoloya de Juárez, Guillermoprieto, sin esposas, saluda a la cámara alzando el pulgar.
Audio de WhatsApp:
La sede en San Juan del Río
El templo Casa de Fiesta se encuentra en Granjeno 1, en el barrio Santa Cruz Nieto de San Juan del Río, Querétaro, una localidad que toma su nombre de San Juan Bautista, cuya imponente parroquia se levanta en la alameda del municipio. Aquí hay varias organizaciones religiosas, como la de los Misioneros Xaverianos. La región del Bajío, donde se localiza el estado, ha albergado numerosas iglesias y templos de población fervorosa, históricamente epicentro del levantamiento cristero de 1927 contra la Ley Calles, que limitaba el poder de la Iglesia. Para el doctor Fabián Acosta Rico, sorprende que “esta religiosidad ya no solamente es proactivamente católica, sino también se difiere hacia otras vertientes del cristianismo”.
En contraesquina del templo Casa de Fiesta hay un centro de los testigos de Jehová y, sobre la calle de Granjeno, un espectacular que apantalla: una imagen de Cristo ilustrada que anuncia con letras grandes: “Jesús, en ti confío”. Los días en que este espacio recibía a policías de todo el país han quedado atrás. Para los fieles de Casa de Fiesta, Leonel Guillermoprieto “está siendo ministrado” en el desierto. Y es necesario que él lo haga, porque muchos tendrían miedo de atravesarlo.
Al fondo del templo, en una pantalla, se lee un proverbio que dice: “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas”. Está proyectado en uno de los muros de este espacio que aún tiene más forma de salón de eventos que de templo cristiano. No en vano este lugar solía llamarse Salón Villa Real. Del techo cuelga una hilera de banderas de distintos países, entre ellas, la del cristianismo, con una cruz roja y, al centro, la insignia de la Policía Celestial y la de México.
Para los fieles del templo Casa de Fiesta, Leonel Guillermoprieto “está siendo ministrado” en el desierto. Y es necesario que él lo haga, porque muchos tendrían miedo de atravesarlo.
Un domingo de agosto por la mañana, durante el servicio religioso, el pastor temporal Alejandro Ángeles Quintanar admite que claro que han enfrentado temor. Es un hombre de unos sesenta años, bajito, con el cabello oscuro y lacio acicalado con gel. Como cada domingo, no falta la mención al pastor Leonel. Admite que, en estos seis meses, desde su detención, se han preguntado: “¿Qué va a pasar?”, y sin pausar el sermón les recuerda a los creyentes, sentados y atentos, que Dios le hizo una promesa a Casa de Fiesta: “¡Que esa iglesia va a permanecer, y no es por el hombre, es por mí, dice Dios! Nosotros tenemos que estar fortalecidos, no tener ese temor. Que ya cuando venga, entonces sí vamos a estar aquí todos como una familia”.
El pastor, ya tranquilo, no aclara si se refiere a cuando venga Leonel o cuando venga Dios. O ambos. El salón rompe en aplausos.
“¿Cuántos trajeron fe?”
“De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas —lee el pastor Alejandro Ángeles Quintanar—. ¿Fue casualmente que la Tierra empezó a temblar? ¡No! Fue a causa de ellos”, dice el monólogo. El pasaje es de Pablo y Silas, que cuenta cómo, encarcelados en Filipos por cantar himnos a Dios, rompieron lo imposible: grilletes y muros.
Casa de Fiesta es un templo oscuro para guarecerse del sol. Ocho integrantes de una banda musical se colocan en un escenario al fondo. Hay cuatro micrófonos, una batería, un bajo, una guitarra, un teclado. Detrás cuelga una lona azul marino que dice “Jesucristo, el fundamento”. Las letras de las canciones se proyectan a los costados. Es un karaoke. Todos cantan. Canciones de alabanzas. Las letras son fáciles y pegajosas, como “Yahweh se manifestará”, popular dentro el cristianismo, que repite algunos de los nombres de Dios mencionados en la Biblia: Yahweh, Rafa, Elohim, Shaddai y Adonai. Al finalizar proyectan un video, como un comercial de cine previo a la película. Tiene voces en off y utiliza memes. Advierten que no van a hipnotizar a los asistentes ni convertirlos en zombis por amar a Jesús.
“Bienvenida, bienvenido a Dios”, dicen entre abrazos y aplausos a los rostros nuevos entre la audiencia de cada domingo, que se suman a la cincuentena de asistentes que suelen llegar al templo. La mayoría son familias heterosexuales completas, madre y padre con niños. En algún momento llegan voluntarios con charolas de café y galletas o vasos con agua de sabor frutal. El pastor Alejandro encuentra la oportunidad de imitar a Leonel Guillermoprieto y pregunta a los fieles al inicio de los servicios:
—¿Cuántos trajeron fe el día de hoy, a ver?
En los muros del templo hay tres pendones largos. Uno cuenta la historia de cómo inició Casa de Fiesta. Fue el 2 de julio de 2011, en la casa de Leonel y Alejandra, con una cena-fiesta a la que acuden personas que “normalmente no asistirían a una iglesia tradicional”. En dicha fiesta, dice el pendón rojo con letras blancas, se llevó a cabo la proclamación del evangelio de “una manera poco común”, pero con estricto apego a la Biblia. En las lonas se habla de la “membresía” y aseguran que no son una congregación que presione u obligue a nadie a permanecer ahí. Hacia la salida, en otra lona amarilla, hay otros puntos que llaman la atención para quien ha sido policía o considerado delincuente: “Es más importante señalar la salvación que el pecado”, “No apuntamos adonde está el pecado, sino hacia donde está la salvación”, “No juzgamos a la gente por su pasado, sino que la conducimos hacia un mejor futuro en Cristo Jesús”.
La oficial Ariadna y el oficial Contreras
Llegan varias voces desde la cocina, son los internos de un centro de rehabilitación cristiano que preparan su comida entre risas y el sonido de la licuadora. En el comedor, la oficial Ariadna (quien ha pedido no mencionar su nombre real) se sienta a la mesa luego de haber dado su testimonio de vida en la ceremonia de Mateo, expolicía celestial. Michoacana y de familia cristiana, cuenta que a ella la casaron “muy joven y analfabeta”. Cuando por fin pudo escaparse de aquella relación, comenzó a trabajar en la comisaría de su municipio, por ahí del año 2000. Mientras come los alimentos que le ofrecen los internos, habla con entusiasmo de la labor evangelizadora de Mateo.
“Dios lo puso porque sabe la necesidad que existe, emocional, espiritual, en cada uno de nosotros [los policías]. Lo sabe —dice Ariadna—. Creo que cuando una persona teme a Dios, si yo le voy a robar a usted, voy a desistir de esa acción […] porque no quiero defraudar a Dios”.
“La obediencia también nos la marca la Biblia, la obediencia a los mandos —dice, y por eso considera indispensable que alguien predique la palabra entre los policías—. Y en la Biblia viene también esa labor, que es el rescatar almas. Te aseguro que, de las pláticas que da, no digo que todos, pero muchos empiezan a cambiar y empiezan a seguir a Dios y a aceptar a Dios”.
Aunque admite que ha leído poco la Biblia, Ariadna recuerda que ahí ya se hablaba de los tiempos que vivimos: “La homosexualidad se iba a incrementar en gran manera, la moneda se iba a devaluar, el padre contra el hijo, el hijo contra el padre; si indagan más, viene bien a detalle lo que está sucediendo”.
“Dios lo puso porque sabe la necesidad que existe, emocional, espiritual, en cada uno de nosotros [los policías]. Lo sabe —dice Ariadna—. Creo que cuando una persona teme a Dios, si yo le voy a robar a usted, voy a desistir de esa acción […] porque no quiero defraudar a Dios”.
Semanas después, en una entrevista telefónica, el oficial Contreras —aquel policía que acompañó a Mateo al congreso de Policía Celestial en 2016— contará que en esta organización cristiana vio “la parte buena” de los policías: “Vi policías orando, orando por los demás, hincados, rezando a Dios”. A pesar de ya no pertenecer a la Policía Celestial —“por diferentes causas ya no se pudo trabajar con ellos”, se limitó a decir—, sigue compartiendo su misión: acercar a los policías a Cristo. En la búsqueda de alcanzar este objetivo predicó en corporaciones policiales de su localidad: “Participé con él [Mateo] yendo a algunas comandancias a principio de turno […], cinco, diez minutos, se leía un salmo, algún párrafo de la Biblia, hacíamos un poco de oración”. Algunos de sus compañeros, dice, lloraron en estas breves prédicas: “Compañeros que en realidad necesitan tanto de ese apoyo espiritual, de esa salud espiritual, pero no lo exteriorizan”.
Contreras recuerda con cariño al pastor con quien debían congregarse por dirección de la Policía Celestial. Aquel hombre, el pastor Luis, recuerda, también había sido policía: “Más o menos abordaba, de una forma espiritual, […] la dirección que tenemos que llevar para poder influir en más servidores públicos”.
La desilusión de Mateo
Años después, luego de abandonar la organización, esta tarde de agosto de 2023, en una cafetería, Mateo decide sincerarse y enumera las cosas que no le agradaban. Ocurrieron situaciones que no le parecían correctas. Como cuando sucedió el temblor del 19 de septiembre de 2017 y, como policía celestial, dirigió una brigada de rescate para apoyar a comunidades lejanas de Michoacán y Puebla. Vio ahí a compañeros que, en lugar de apoyar a damnificados, se tomaban fotografías en actos públicos junto a políticos. Vio también cómo las despensas se iban “a los que reciban a Cristo”; cuando protestó, le dijeron que su personal mejor “se ponga a evangelizar”.
Mientras la lluvia de verano comienza a menguar, confiesa que no todos los miembros de la organización son oficiales o exoficiales: “Los mínimos son los policías”, asegura, el resto son civiles. También agrega: “No estoy de acuerdo [con] que Policía Celestial utilice el uniforme de policía. Imagínate que salgas a la calle y te encuentres un asalto en proceso, ¿qué vas a hacer? No [todos] tienen el conocimiento, no tienes el arma”.
Luego de tomar un poco más de su café, explicará por qué dejó la organización. Le desagradaba la actitud de Leonel Guillermoprieto.
“Él exhibe a la gente de manera bien absurda y quiere hacerse el gracioso, exhibirlos, con sus exámenes para pasar de grado [dentro de la organización]; eso es pura falsedad de él. A mí me daba mucho coraje cómo trataban a las personas, cómo los maltrataban. La verdad había veces que mejor me aguantaba —reflexiona Mateo—. Imagina que llegas y te empiezo a maltratar, te empiezo a insultar y de groserías no te bajo. ¿Qué pensarías si te estoy presumiendo de Dios y te trato mal? Lo hacemos por amor, no por ambición. Nosotros de verdad queremos que las policías conozcan a Dios, y no lo hacemos por dinero. Nosotros no vemos dinero, vemos gente”.
Encuentro con el apóstol
Algo sucede este domingo 1 de octubre de 2023 en Casa de Fiesta. Es un día de milagros. Todos quieren participar del primero de ellos: se acercan, lo abrazan, le tocan el brazo, le piden una oración; las lágrimas no dejan de fluir entre los asistentes porque el líder, el apóstol —como lo nombran en un comunicado— Leonel Guillermoprieto predica nuevamente el evangelio en libertad, desde el viernes 29 de septiembre de 2023.
—¿Mi Biblia?, ¿dónde está mi Biblia? —pregunta poco antes de comenzar la rueda de prensa. Viste una guayabera blanca y está sentado junto a sus abogados, Luis Molina Mendiola, Sergio Mario Tinajero y Maricela Fuentes.
Durante la conferencia, Guillermoprieto menciona que fue extorsionado por agentes de la FGR. “Esta gente trató de venir a extorsionarme. Yo les dije: ‘Un solo peso no les voy a dar, si quieren deténganme’, y puse mis manos”. No habló a detalle sobre su detención y se limitó a decir que es “una historia terrible que usted la va a ver después en una serie de Netflix”. El pastor y policía celestial afirmó que ni él ni nadie de su organización ha participado en actividades delictivas. “Nuestro trabajo como Policía Celestial, nuestro trabajo como hombres y mujeres de Dios en esta congregación, es presentar las buenas noticias de Jesucristo para que las vidas sean transformadas”.
Guillermoprieto salió del penal de Almoloya de Juárez, la prisión de máxima seguridad en México, luego de que un Tribunal Colegiado de apelación ordenara su liberación. “La forma en que se estuvo realizando [el proceso] fue muy desapegada a la legalidad”, explica el abogado Tinajero, su defensor.
Todos quieren participar del milagro: se acercan, lo abrazan, le tocan el brazo, le piden una oración; las lágrimas no dejan de fluir entre los asistentes porque el líder, el apóstol Leonel Guillermoprieto predica nuevamente el evangelio en libertad, desde el viernes 29 de septiembre.
En una breve entrevista que concedió, Guillermoprieto adelantó que “vienen unos convenios importantes con las cámaras empresariales, y para trabajar en algunos estados”. Todo parece indicar que los cursos se retomarán pronto. “Diecisiete estados del país están pidiendo que Policía Celestial pueda capacitar a las fuerzas de seguridad de esos lugares”, dice. Y asegura que el acuerdo con diputados de Morena sigue vigente. Luego de las explicaciones y las preguntas viene la celebración. En este salón de fiestas convertido en templo cristiano, el éxtasis religioso explota con las palabras del apóstol. La gente grita, salta, canta. Guillermoprieto invita a los congregados a pasar al frente. Ancianos, niños, adultos y adolescentes, muchos de ellos visten una playera que dice “Policía Celestial”. La canción “Yahweh se manifestará” revienta las bocinas de la iglesia. El ambiente se condensa: respiraciones que se agitan, voces que cantan y rezan. Todo parece vibrar en este lugar. Una niña llora de manera descontrolada. Una mujer que carga en brazos a su hijo comienza a convulsionarse al sentir la mano de Leonel en su cabeza. “¡Mamá!, ¡mamá!”, grita el niño mientras una ministra lo aleja de la escena.
—Llegaste por hacer una nota, pero lo que te vas a llevar es más valioso que una nota: vas a empezar a ver milagros.
Los dedos del pastor tocan la cabeza de los fieles y termina su bendición con un pequeño soplo. Casi al concluir la ceremonia sucede otro milagro:
—¡Lo voy a recuperar todo! —grita, y levanta el brazo hacia el cielo.
Sus congregantes se le acercan y lo imitan, parece que quisieran alcanzar su mano. No dudaron, nunca dudaron de él. Quien presencia la escena no puede tener dudas: lo va a recuperar todo.
Más sobre la edición “Historias de poder”.
Este reportaje se realizó durante el MásterLab de Investigaciones de Quinto Elemento Lab.
JAIR ORTEGA DE LA SANCHA. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es redactor de Gatopardo. Dentro del periodismo, sus intereses se centran en los fenómenos religiosos, las organizaciones coercitivas, la literatura y la vida en la periferia. También escribe ficción. Sus textos narrativos han obtenido el primer premio en la categoría Cuento del concurso de la revista Punto de Partida de 2021 y la mención honorífica en la categoría Minificción en 2022, así como el primer lugar en el XIV Concurso Nacional de Narrativa Elena Poniatowska.
ESTEFANÍA CAMACHO JIMÉNEZ. Periodista y escritora de Metepec, Estado de México. Estudió en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y se especializó en Comunicación y Género por parte de la UNAM. Ha escrito para medios como Expansión, Vice, Gatopardo, Malvestida, Nexos y dos publicaciones de la Universidad de Nueva York, así como en la revista uruguaya Lento. Autora de dos crónicas sobre el terremoto de 2017 en la Ciudad de México para el libro Estamos de pie. Historias de grandeza mexicana (Planeta, 2017). Alumna del programa Under The Volcano en Periodismo y Manuscrito, generación 2022. Ha cubierto temas como violencia de género, economía feminista, comercio y movimientos sociales.
MANUEL VARGAS. Creció en un pueblo muy pequeño de Venezuela donde los relatos fantásticos relacionados con el mundo natural construían la cultura popular. Por ese motivo, en su obra, la selva, los animales y el misterio son temas recurrentes. Licenciado en Artes con especialidad en Diseño, su trayectoria se enfocó en la dirección creativa y la ilustración. Como ilustrador se ha centrado en el trabajo editorial, haciendo ilustraciones para revistas, libros y portadas de libros, además de piezas para marcas y eventos culturales. Su trabajo ha sido exhibido en Venezuela, México, Argentina, Estados Unidos, Ecuador, Polonia e Irlanda.
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