Tiempo de lectura: 8 minutosLa economía global experimenta un proceso de recuperación después de la crisis ocasionada por la pandemia de covid, sin embargo, las secuelas en diferentes sitios continúan siendo palpables. Al respecto, hay una gran variedad en la recuperación económica de los estados: por ejemplo, Tabasco no sufrió una caída tan pronunciada y ya logró revertirla, apoyado por un resurgimiento notable de los precios del petróleo, sin embargo, en el extremo opuesto, Quintana Roo, Baja California Sur y la Ciudad de México permanecen sumamente rezagados, pues en el último año registran contracciones promedio de -27%, -24% y -11%, respectivamente.
En los tres casos se han combinado caídas agudas en el sector de la construcción, acompañadas de fuertes contracciones en el comercio y los servicios. En cuanto a la Ciudad de México, la construcción ha promediado una reducción de 21.3% en los últimos cuatro trimestres, mientras que el comercio y los servicios han experimentado decrecimientos de 15.2 y 9.2% en el mismo periodo. En general, sólo una cuarta parte de los estados ha conseguido recuperarse, otra cuarta parte está a punto de lograrlo y la mitad restante está en niveles inferiores a los registrados antes del inicio del covid.
De acuerdo con información del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE), que se encuentra disponible hasta el primer trimestre de 2021, incluyéndolo, podemos clasificar a los estados en cuatro grupos a partir de sus niveles actuales de actividad económica, en comparación con los que registraron al cierre de 2019: 1) aquellos que ya están por encima; 2) los que están ligeramente debajo (entre -0.1% y -2.25%); 3) los que están más por debajo y cerca del promedio nacional (entre -2.6% y -5.7%); y 4) aquellos que están relativamente más rezagados (entre -5.8% y -19.1%).
La Gráfica 1 presenta dicha clasificación. El panel superior izquierdo presenta los ocho estados cuyo nivel de actividad se encuentra arriba del que tuvieron durante el cuarto trimestre de 2019: Tabasco, Baja California, Oaxaca, Chiapas, Durango, Aguascalientes, Zacatecas y Nuevo León. A un costado, en el panel superior derecho, se muestran las entidades que están a punto de recuperar los niveles prepandemia: Guanajuato, Chihuahua, Jalisco, Sonora, San Luis Potosí, Coahuila, Yucatán y Querétaro.
Los paneles inferiores de la Gráfica 1 completan el total. En el costado izquierdo están aquellos que muestran niveles de recuperación cercanos al nacional (2% debajo del cuarto trimestre de 2019): Estado de México, Sinaloa, Hidalgo, Puebla, Michoacán, Veracruz, Guerrero y Campeche. Finalmente, el panel inferior derecho incluye los estados que tienen los niveles más bajos de recuperación: Tamaulipas, Colima, Nayarit, Tlaxcala, Morelos, Ciudad de México, Baja California Sur y Quintana Roo.
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La recuperación económica dentro de México, tan variada, obedece a diferentes aspectos, entre los cuales destacan: a) el tipo de sectores que son más intensivos en la actividad de cada estado; b) la interconexión con las industrias adheridas a las cadenas globales de valor, especialmente, las manufacturas, que se han recuperado de manera más acelerada, y c) la administración de los riesgos asociados al manejo de la pandemia, me refiero tanto al enfoque sanitario como a las medidas de prevención y supresión de ciertas actividades que diferentes agentes económicos, como los hogares y las empresas, toman de forma precautoria frente a la incertidumbre que ocasionan los contagios.
De todos ellos, analizaré los efectos en los sectores de la economía a nivel nacional y en cada estado. Sirva recordar que el sector primario se refiere fundamentalmente a la agricultura y la ganadería; el secundario engloba las manufacturas, la minería, la generación y transmisión de electricidad, la distribución de agua y gas natural, así como la construcción; mientras que el terciario reúne el comercio y los servicios, como los que ofrece el turismo.
Para empezar, como se ve en la Gráfica 2.1, la tasa de crecimiento promedio del país durante cuatro trimestres al cierre de 2019 –es una forma de aproximar el crecimiento anual cada tres meses– se encontraba en -0.2%. Ya en el segundo trimestre de 2021 esta cifra está por arriba, en 0.9%. Las tasas de las actividades primarias, secundarias y terciarias pasaron de -0.1%, -1.8% y 0.6% a 3.4%, 3.5% y -0.1%, respectivamente.
Aunque pareciera que en algunos casos las tasas de crecimiento muestran cierta aceleración, también hay que tomar en cuenta la base de comparación con respecto a la cual se determinan esas tasas. De ahí que sea indispensable analizar el comportamiento de la recuperación a partir de los niveles de actividad económica. Para hacerlo resulta útil la Gráfica 2.2. En ésta podemos advertir que la economía mexicana en su conjunto se encuentra 2% debajo del nivel registrado al cierre de 2019, que se compone respectivamente de sus tres sectores de la siguiente forma: las actividades primarias están 3.3% arriba, las secundarias 2.5% por debajo y las terciarias en un nivel 2% inferior al mismo punto de referencia.
Para complementar el análisis, hay que estudiar las tasas de crecimiento. El panel izquierdo de la Gráfica 3 muestra que únicamente Tabasco ha registrado una tasa promedio de crecimiento positiva en los últimos cuatro trimestres. Aunque otros estados tienen las menores tasas negativas en magnitud, ese grupo y el resto de los estados aún se encuentran en recesión. Además, en el caso de Tabasco hay que destacar la recuperación económica debida a los precios del petróleo: ocurrió un crecimiento de más de 76% en el precio promedio de la mezcla mexicana de exportación con respecto a 2020 y de más de 12% en comparación con 2019, lo que contribuyó a observar una tasa de crecimiento anual del sector minero del estado de 8.1% en promedio en los últimos cuatro trimestres –dentro de las actividades secundarias, el subsector de minería incluye extracción de petróleo y gas–. En contraste, entre los cinco estados con las cifras promedio más bajas, que están en el panel derecho de la Gráfica 3, sobresale el caso de Quintana Roo, con una tasa de -26.9%, la más baja de las 32 entidades.
La desagregación que presenta el ITAEE es útil para analizar qué sectores explican los procesos de recuperación en los estados, tanto en los adelantados como en los rezagados. En el caso de las actividades primarias –la agricultura y la ganadería– sobresalen al alza las tasas de crecimiento en Quintana Roo, San Luis Potosí y Querétaro (ver Gráfica 4.1). Sin embargo, también dentro de este sector, destacan a la baja los casos de Baja California, Chihuahua y Yucatán (ver Gráfica 4.2).
En cambio, uno de los sectores más beneficiados por el proceso de reactivación global ha sido el de manufacturas, que forma parte de las actividades secundarias al igual que la minería (y dentro de ésta, la extracción de petróleo y gas), la generación y transmisión de electricidad y la construcción. Al considerar este conjunto de actividades, las cifras del ITAEE revelan un mejor ritmo de recuperación en Tabasco, Oaxaca y Chiapas, si los analizamos a partir de sus tasas de crecimiento, en contraste con Baja California Sur, Quintana Roo y Colima, que presentan las tasas más negativas (ver las gráficas 5.1 y 5.2).
Finalmente, las actividades terciarias son el sector más importante de la economía mexicana porque contabilizan alrededor de dos terceras partes del total. Éste sector registra lo complicado que ha sido el episodio posterior a la pandemia para el comercio al mayoreo y al menudeo y para los diferentes grupos de servicios, tales como la educación, el esparcimiento, los financieros, el transporte, el almacenamiento, el alojamiento y los alimentos, entre otros (ver las gráficas 6.1 y 6.2).
Las cifras del ITAEE en el caso de las actividades terciarias muestran, en primera instancia, que los 32 estados aún se encuentran en recesión; en hay algunos este ciclo ha sido más agudo. Destacan por su recuperación económica menos tormentosa, al considerar sus tasas de crecimiento, los casos de Aguascalientes, Baja California y Colima. Por otro lado, son críticos aún estados como Quintana Roo, Baja California Sur, Nayarit y Guerrero; el impacto en su sector de servicios relacionado con actividades turísticas es evidente.
A partir del conjunto de estos números se puede concluir que, si bien es probable que las cifras de crecimiento para el tercer trimestre de 2021 mostrarán que la economía recuperó su nivel previo a la pandemia, o estará muy cerca de lograrlo, los retos a nivel regional persistirán en la mayoría de los estados. Pese a que este diagnóstico resulta evidente, es necesario entender el impacto que ha tenido la crisis económica a nivel sectorial en cada caso, pues sólo de esta forma se pueden diseñar políticas públicas efectivas para atender las necesidades de la población en el periodo posterior a la fase más aguda de la crisis, pese a que, como las propias cifras sanitarias muestran, la pandemia se mantiene como el principal ingrediente que abona a la incertidumbre en esta cara de la recuperación.
Por último, es valioso regresar al análisis nacional. México padeció la pandemia por ser una de las economías más abiertas al comercio internacional de bienes y servicios. Tras este episodio, se ha beneficiado de la misma apertura, mediante su motor exportador, y ha logrado una recuperación económica relativamente más acelerada de la que se observó en las dos crisis más severas que preceden a ésta: la crisis financiera global de finales de 2008, que se extendió hasta mediados de 2009, y la crisis de la deuda de finales de 1994, que muchos recordamos a raíz del trágicamente célebre “error de diciembre”.
Los datos más recientes del Inegi muestran que en 2020 la economía mexicana se contrajo 8.3%, si se la compara con sus niveles de 2019. Usando la misma fuente, los datos indican que en la primera mitad de 2021 las actividades productivas se recuperaron en 6.9% con respecto al mismo periodo de 2020. Lo anterior implica que si usamos el ajuste por estacionalidad que estima el propio instituto, la economía mexicana al cierre del segundo trimestre de este año estaba 2% debajo de los niveles alcanzados en el cuarto trimestre de 2019, en la antesala de la crisis ocasionada por el Gran Confinamiento.[1]
Aunque el proceso de recuperación económica es notable por su ritmo y tiempo, también es cierto que su principal motor es la demanda externa, que ha impulsado de manera sostenida el valor de las exportaciones. La forma en que el sector externo se ha recuperado, en línea con diferentes aspectos de la política económica, tanto fiscal como monetaria, ha tenido cierta influencia en la recuperación del mercado interno. No obstante, la forma en que las diferentes actividades productivas se encuentren encadenadas a dicho sector será clave para explicar la velocidad de su recuperación.
Si bien el boom en los precios del petróleo, que también ha sido consecuencia de las distorsiones ocasionadas por el covid, está detrás de la recuperación económica de un estado como Tabasco, es poco probable que ésta se extienda de forma prolongada si el ritmo de recuperación de los precios no se sostiene, como ha sucedido en otros episodios de expansión en los precios del petróleo durante las últimas décadas. La apuesta de la recuperación del país debe atarse a las industrias que están integradas a las cadenas globales de valor, pues son los pilares de crecimiento que México ha construido diligentemente en las últimas tres décadas.
A nivel regional, la recuperación económica tendrá más posibilidades de sostenerse en la medida en que se combinen principalmente tres factores en torno a dichos pilares: una reducción de la incertidumbre ocasionada por la pandemia, una conexión directa con los beneficios que aporta la apertura del país mediante el comercio exterior y la ejecución de políticas públicas que permitan una reasignación relativamente exitosa de la fuerza laboral en los puestos de trabajo que mejor exploten sus habilidades. La fortaleza del mercado interno mexicano es una realidad que se confirma tras la crisis económica más severa en casi un siglo, por ello, la tarea consiste en hacer que la recuperación se haga efectiva para sus protagonistas: los hogares y las empresas mexicanas.
[1] Es común comparar las cifras con las del primer trimestre de 2020, sin embargo, al tratarse de una crisis mundial, los efectos de la caída global en la actividad económica se manifestaron en la balanza comercial de México desde inicios de 2020 a raíz de las afectaciones sufridas en China y en las economías de otros socios comerciales.
Víctor Gómez Ayala es director de Inteligencia de Datos en la Fundación Rafael Dondé, economista y politólogo por el ITAM y se especializa en análisis de política fiscal y energética. Desde hace siete años es profesor de macroeconomía en el ITAM.