Luego de un exitoso recorrido en festivales internacionales de cine, Mano de obra, una poderosa historia que explora los límites de la desigualdad, se estrena en México este otoño.
No es una cinta panfletaria que ahonde en la pornomiseria ni tampoco una película que busque aleccionar sobre decálogos morales y las buenas costumbres. Mano de obra habla de la dignidad del ser humano, que cuestiona qué hacer cuando se ha perdido todo por una injusticia y cómo las personas se defienden y logran apropiarse de eso que han construido. Es una historia “de personajes con los que nos identificamos como mexicanos”, aseguró el actor Luis Alberti en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, en 2019, durante una rueda de prensa, luego de presentarse en competencia y pocos días antes de ganar el premio a mejor actuación masculina.
Se trata de la ópera prima del director David Zonana, productor de proyectos cinematográficos como 600 millas o Las hijas de abril, quien se estrenó en los festivales de Londres, Toronto y San Sebastián, y fue reconocido como una joven promesa por la revista Variety. En esta ocasión, Zonana echó mano de las marcadas desigualdades sociales y la lucha por el poder del país donde nació para retratar en un largometraje la complejidad de los seres humanos a través de los sectores más vulnerables de la sociedad, como el de la albañilería. La película sigue la historia de Francisco (interpretado por Alberti), quien trabaja junto con un grupo de albañiles en una lujosa casa en la Ciudad de México. Tras la muerte de su hermano, se entera de que su cuñada no recibirá ninguna compensación por parte del dueño de la casa, así que decide tomar la justicia en sus propias manos y adueñarse del lujoso inmueble. Y no sólo eso, sino que invita a sus compañeros y a sus familias a ser parte de una utopía en la que, conforme avanza la trama, se demuestran la ambición y las riñas internas de una realidad en la que todos son víctimas y victimarios.
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A través de un guion escrito por el mismo Zonana, se expone a personajes que pueden dejar de lado las reglas morales con tal de sobrevivir y avanzar. “No es una película de personajes buenos y malos, me gusta pensar que las personas somos algo muy complejo psicológicamente, donde el bien y el mal están divididos por una línea muy fina y su moral navega de un lado a otro. En este trabajo quise reflejar cómo las decisiones son complejas y están influenciadas por el contexto de cada persona”, dice Zonana, quien toma el mundo de la albañilería para hablar de la desigualdad, con una investigación detrás sobre las dinámicas de los albañiles, el comportamiento social y los cotos de poder para realizar esta cinta.
El único actor profesional en la película es Alberti, que tuvo que mimetizarse con un grupo de albañiles reales para dar vida a Francisco. Era una manera de contrastar la naturalidad de los trabajadores con la complejidad del protagonista. “Luis dio el equilibrio que necesitábamos en las escenas, balanceó perfectamente para así explotar lo mejor de los dos mundos”, dice el cineasta, para quien ése es uno de los aciertos de la película: que hubiera personajes reales, “personas a las que conocemos y con las que convivimos; no se trata de descubrir el hilo negro, pero sí de vernos reflejados en la pantalla”, dice Zonana.
“Tenemos que redireccionar la figura del actor frente al espectador porque interpretamos a personas. Me tocó interpretar a un albañil y fue muy importante generar un ambiente de comunicación y confianza con ellos. Más que trabajo de mesa con el director y los albañiles que participan, tuvimos dinámicas de convivencia, comíamos y bebíamos juntos en su barrio, yo y todo el crew tuvimos que adaptarnos a ellos, a su naturalidad para trasladarla al set”, comenta Alberti.
Mano de obra llega a salas comerciales este mes luego de un largo recorrido por festivales en el extranjero. Zonana considera que la universalidad de su ópera prima radica en que aborda temas como la pobreza y los contrastes sociales, ya que pueden encontrarse en todo el mundo.
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