The Cape a Thompson Hotel, Point Break.
Los mejores paisajes de la península de Baja California y lo mejor de su cocina en un sitio exclusivo, una joya en medio del desierto.
El paisaje en Cabo San Lucas, Baja California Sur, tiene la magia de reunir los tonos ocres del desierto con el azul intenso del mar. En medio de las dunas, a la orilla de una de las playas más salvajes, Playa Monumentos, está The Cape, un remanso de paz convertido en hotel.
El diseño estuvo a cargo de Javier Sánchez y Benedikt Fahlbusch de JSa Arquitectura y de la reconocida firma Arquitectura de Interiores, dirigida por Marisabel Gómez Vázquez. Su intención, que se percibe y agradece en todo momento, fue que los edificios del hotel The Cape se integraran de forma orgánica a un entorno que, aún con veinte mil metros cuadrados construidos, parece que nunca ha sido tocado por la urbanización.
El lobby es una estructura oscura en un espacio completamente abierto que causa el efecto de un encuadre fotográfico. Una escultura de una ballena, hecha por José Noé Suro, es el augurio de lo que espera a los huéspedes en los siguientes días: un hotel que ha sido creado para el descanso, pero también para la contemplación de la belleza en su estado más puro.
A los pocos minutos de llegar, los visitantes comienzan a disfrutar del servicio de alta calidad de los anfitriones de The Cape, quienes no dejarán en ningún momento de facilitar y mejorar su estadía en lo que sea posible. La atención y el cuidado se perciben desde el coctel de bienvenida, con vodka y jamaica, hasta la voz suave de las masajistas que se confunde con el sonido lejano de las olas, pasando por los chefs dispuestos a adaptar sus platillos para quienes sufren alergias o han decidido dejar de comer carne.
Aquí se siente un ambiente ligero. La brisa se cuela por los balcones de las habitaciones, por la terraza en lo más alto, por los pasillos del spa o entre las rocas de una alberca de agua salada. El calor nunca es sofocante, ni el frío impide disfrutar de los exteriores cuando el manto nocturno cubre la bahía. En The Cape incluso el clima deja de ser una preocupación.
Esta no es una playa para sumergirse, es una playa para admirarla desde los camastros o navegarla sobre una tabla de surf. Es muy popular entre quienes practican este deporte por la fuerza de sus olas, que van siempre de derecha a izquierda, y porque para llegar hasta el punto en que pueden montarlas, tienen que sortear montículos de rocas que son un riesgo permanente. Al amanecer, un puñado de puntos oscuros se reparten por el agua, son los surfistas que han hecho suyo este rincón. Y si los huéspedes quisieran aventurarse a seguirlos, pueden tomar clases sobre la playa para disfrutar por un momento, desde la seguridad de la blanca arena, de la emoción de conquistar las olas.
Es difícil decidir cuál habitación de The Cape es la mejor; todas comparten la vista hacia el mar de Cortés, la fuente del sonido que les arrulla cada noche. El diseño de estos espacios es impecable, desde el mosaico colorido tan tradicional en México hasta la tina de baño cubierta con hojas de cobre y colocada en el punto exacto para seguir disfrutando del paisaje. Las habitaciones principales tienen un pequeño desayunador que, con el impecable servicio a la habitación y el pan francés, Cape Toast, que le ha dado fama a su restaurante The Ledge, convierten cada mañana en un ritual de autocuidado casi espiritual.
Hay algo en el hotel The Cape, tan lejos del ruido y la estridencia de una ciudad, que ofrece la sensación de estar dentro de una burbuja donde cada detalle está al punto de la perfección. Puedes pasar una tarde en la alberca con borde infinito, con una copa en la mano, mirando el atardecer; o disfrutar de la terraza mientras el cielo se tiñe de rosa con un maridaje organizado por el director de vinos, al gusto del huésped.
Y si la calma ha sido demasiada, a pocos minutos de ahí, en la marina de Cabo San Lucas, Animalón ofrece la oportunidad de disfrutar una cena de siete tiempos, diseñados por el chef Javier Plascencia, frente al famoso Arco, esa figura de rocas que forma una de las imágenes más emblemáticas de esta península. Durante el trayecto que dura tres horas, a lo lejos, puedes ver las aletas de los lobos marinos que saltan de vez en cuando; dicen que los más afortunados han logrado observar ballenas en su temporada de crianza.
The Cape es un lugar sofisticado en su diseño y estructura, pero lo es también en su cocina. Aquí los protagonistas son exquisitos platillos que vienen del mar. Lo que ofrecen es siempre la pesca del día y de temporada, adquirida con productores locales que son respetuosos de las vedas y las prácticas sustentables. El sitio más concurrido es Manta, el restaurante dirigido por el reconocido chef Enrique Olvera. Su nombre hace referencia a las mantarrayas y a la inspiración marina en su menú, pero también al confort que busca transmitir a todos los comensales. Sus platillos están inspirados en la comida japonesa, la peruana y la mexicana, pero terminan siendo un homenaje a los sabores del Pacífico, a su frescura y ligereza. Si la temporada es la adecuada, las almejas chocolatas son el platillo ideal para deleitarse con el sabor del mar.
Para quienes buscan resguardarse del ruido de la vida cotidiana e incluso de las dinámicas estruendosas de los centros turísticos, The Cape ofrece la mejor experiencia entre la tranquilidad y las numerosas opciones de entretenimiento, frente a un paisaje inigualable.
Puedes visitar el sitio web del hotel The Cape aquí: https://www.hyatt.com/thompson-hotels/es-ES/cslth-the-cape.
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Los mejores paisajes de la península de Baja California y lo mejor de su cocina en un sitio exclusivo, una joya en medio del desierto.
El paisaje en Cabo San Lucas, Baja California Sur, tiene la magia de reunir los tonos ocres del desierto con el azul intenso del mar. En medio de las dunas, a la orilla de una de las playas más salvajes, Playa Monumentos, está The Cape, un remanso de paz convertido en hotel.
El diseño estuvo a cargo de Javier Sánchez y Benedikt Fahlbusch de JSa Arquitectura y de la reconocida firma Arquitectura de Interiores, dirigida por Marisabel Gómez Vázquez. Su intención, que se percibe y agradece en todo momento, fue que los edificios del hotel The Cape se integraran de forma orgánica a un entorno que, aún con veinte mil metros cuadrados construidos, parece que nunca ha sido tocado por la urbanización.
El lobby es una estructura oscura en un espacio completamente abierto que causa el efecto de un encuadre fotográfico. Una escultura de una ballena, hecha por José Noé Suro, es el augurio de lo que espera a los huéspedes en los siguientes días: un hotel que ha sido creado para el descanso, pero también para la contemplación de la belleza en su estado más puro.
A los pocos minutos de llegar, los visitantes comienzan a disfrutar del servicio de alta calidad de los anfitriones de The Cape, quienes no dejarán en ningún momento de facilitar y mejorar su estadía en lo que sea posible. La atención y el cuidado se perciben desde el coctel de bienvenida, con vodka y jamaica, hasta la voz suave de las masajistas que se confunde con el sonido lejano de las olas, pasando por los chefs dispuestos a adaptar sus platillos para quienes sufren alergias o han decidido dejar de comer carne.
Aquí se siente un ambiente ligero. La brisa se cuela por los balcones de las habitaciones, por la terraza en lo más alto, por los pasillos del spa o entre las rocas de una alberca de agua salada. El calor nunca es sofocante, ni el frío impide disfrutar de los exteriores cuando el manto nocturno cubre la bahía. En The Cape incluso el clima deja de ser una preocupación.
Esta no es una playa para sumergirse, es una playa para admirarla desde los camastros o navegarla sobre una tabla de surf. Es muy popular entre quienes practican este deporte por la fuerza de sus olas, que van siempre de derecha a izquierda, y porque para llegar hasta el punto en que pueden montarlas, tienen que sortear montículos de rocas que son un riesgo permanente. Al amanecer, un puñado de puntos oscuros se reparten por el agua, son los surfistas que han hecho suyo este rincón. Y si los huéspedes quisieran aventurarse a seguirlos, pueden tomar clases sobre la playa para disfrutar por un momento, desde la seguridad de la blanca arena, de la emoción de conquistar las olas.
Es difícil decidir cuál habitación de The Cape es la mejor; todas comparten la vista hacia el mar de Cortés, la fuente del sonido que les arrulla cada noche. El diseño de estos espacios es impecable, desde el mosaico colorido tan tradicional en México hasta la tina de baño cubierta con hojas de cobre y colocada en el punto exacto para seguir disfrutando del paisaje. Las habitaciones principales tienen un pequeño desayunador que, con el impecable servicio a la habitación y el pan francés, Cape Toast, que le ha dado fama a su restaurante The Ledge, convierten cada mañana en un ritual de autocuidado casi espiritual.
Hay algo en el hotel The Cape, tan lejos del ruido y la estridencia de una ciudad, que ofrece la sensación de estar dentro de una burbuja donde cada detalle está al punto de la perfección. Puedes pasar una tarde en la alberca con borde infinito, con una copa en la mano, mirando el atardecer; o disfrutar de la terraza mientras el cielo se tiñe de rosa con un maridaje organizado por el director de vinos, al gusto del huésped.
Y si la calma ha sido demasiada, a pocos minutos de ahí, en la marina de Cabo San Lucas, Animalón ofrece la oportunidad de disfrutar una cena de siete tiempos, diseñados por el chef Javier Plascencia, frente al famoso Arco, esa figura de rocas que forma una de las imágenes más emblemáticas de esta península. Durante el trayecto que dura tres horas, a lo lejos, puedes ver las aletas de los lobos marinos que saltan de vez en cuando; dicen que los más afortunados han logrado observar ballenas en su temporada de crianza.
The Cape es un lugar sofisticado en su diseño y estructura, pero lo es también en su cocina. Aquí los protagonistas son exquisitos platillos que vienen del mar. Lo que ofrecen es siempre la pesca del día y de temporada, adquirida con productores locales que son respetuosos de las vedas y las prácticas sustentables. El sitio más concurrido es Manta, el restaurante dirigido por el reconocido chef Enrique Olvera. Su nombre hace referencia a las mantarrayas y a la inspiración marina en su menú, pero también al confort que busca transmitir a todos los comensales. Sus platillos están inspirados en la comida japonesa, la peruana y la mexicana, pero terminan siendo un homenaje a los sabores del Pacífico, a su frescura y ligereza. Si la temporada es la adecuada, las almejas chocolatas son el platillo ideal para deleitarse con el sabor del mar.
Para quienes buscan resguardarse del ruido de la vida cotidiana e incluso de las dinámicas estruendosas de los centros turísticos, The Cape ofrece la mejor experiencia entre la tranquilidad y las numerosas opciones de entretenimiento, frente a un paisaje inigualable.
Puedes visitar el sitio web del hotel The Cape aquí: https://www.hyatt.com/thompson-hotels/es-ES/cslth-the-cape.
Los mejores paisajes de la península de Baja California y lo mejor de su cocina en un sitio exclusivo, una joya en medio del desierto.
El paisaje en Cabo San Lucas, Baja California Sur, tiene la magia de reunir los tonos ocres del desierto con el azul intenso del mar. En medio de las dunas, a la orilla de una de las playas más salvajes, Playa Monumentos, está The Cape, un remanso de paz convertido en hotel.
El diseño estuvo a cargo de Javier Sánchez y Benedikt Fahlbusch de JSa Arquitectura y de la reconocida firma Arquitectura de Interiores, dirigida por Marisabel Gómez Vázquez. Su intención, que se percibe y agradece en todo momento, fue que los edificios del hotel The Cape se integraran de forma orgánica a un entorno que, aún con veinte mil metros cuadrados construidos, parece que nunca ha sido tocado por la urbanización.
El lobby es una estructura oscura en un espacio completamente abierto que causa el efecto de un encuadre fotográfico. Una escultura de una ballena, hecha por José Noé Suro, es el augurio de lo que espera a los huéspedes en los siguientes días: un hotel que ha sido creado para el descanso, pero también para la contemplación de la belleza en su estado más puro.
A los pocos minutos de llegar, los visitantes comienzan a disfrutar del servicio de alta calidad de los anfitriones de The Cape, quienes no dejarán en ningún momento de facilitar y mejorar su estadía en lo que sea posible. La atención y el cuidado se perciben desde el coctel de bienvenida, con vodka y jamaica, hasta la voz suave de las masajistas que se confunde con el sonido lejano de las olas, pasando por los chefs dispuestos a adaptar sus platillos para quienes sufren alergias o han decidido dejar de comer carne.
Aquí se siente un ambiente ligero. La brisa se cuela por los balcones de las habitaciones, por la terraza en lo más alto, por los pasillos del spa o entre las rocas de una alberca de agua salada. El calor nunca es sofocante, ni el frío impide disfrutar de los exteriores cuando el manto nocturno cubre la bahía. En The Cape incluso el clima deja de ser una preocupación.
Esta no es una playa para sumergirse, es una playa para admirarla desde los camastros o navegarla sobre una tabla de surf. Es muy popular entre quienes practican este deporte por la fuerza de sus olas, que van siempre de derecha a izquierda, y porque para llegar hasta el punto en que pueden montarlas, tienen que sortear montículos de rocas que son un riesgo permanente. Al amanecer, un puñado de puntos oscuros se reparten por el agua, son los surfistas que han hecho suyo este rincón. Y si los huéspedes quisieran aventurarse a seguirlos, pueden tomar clases sobre la playa para disfrutar por un momento, desde la seguridad de la blanca arena, de la emoción de conquistar las olas.
Es difícil decidir cuál habitación de The Cape es la mejor; todas comparten la vista hacia el mar de Cortés, la fuente del sonido que les arrulla cada noche. El diseño de estos espacios es impecable, desde el mosaico colorido tan tradicional en México hasta la tina de baño cubierta con hojas de cobre y colocada en el punto exacto para seguir disfrutando del paisaje. Las habitaciones principales tienen un pequeño desayunador que, con el impecable servicio a la habitación y el pan francés, Cape Toast, que le ha dado fama a su restaurante The Ledge, convierten cada mañana en un ritual de autocuidado casi espiritual.
Hay algo en el hotel The Cape, tan lejos del ruido y la estridencia de una ciudad, que ofrece la sensación de estar dentro de una burbuja donde cada detalle está al punto de la perfección. Puedes pasar una tarde en la alberca con borde infinito, con una copa en la mano, mirando el atardecer; o disfrutar de la terraza mientras el cielo se tiñe de rosa con un maridaje organizado por el director de vinos, al gusto del huésped.
Y si la calma ha sido demasiada, a pocos minutos de ahí, en la marina de Cabo San Lucas, Animalón ofrece la oportunidad de disfrutar una cena de siete tiempos, diseñados por el chef Javier Plascencia, frente al famoso Arco, esa figura de rocas que forma una de las imágenes más emblemáticas de esta península. Durante el trayecto que dura tres horas, a lo lejos, puedes ver las aletas de los lobos marinos que saltan de vez en cuando; dicen que los más afortunados han logrado observar ballenas en su temporada de crianza.
The Cape es un lugar sofisticado en su diseño y estructura, pero lo es también en su cocina. Aquí los protagonistas son exquisitos platillos que vienen del mar. Lo que ofrecen es siempre la pesca del día y de temporada, adquirida con productores locales que son respetuosos de las vedas y las prácticas sustentables. El sitio más concurrido es Manta, el restaurante dirigido por el reconocido chef Enrique Olvera. Su nombre hace referencia a las mantarrayas y a la inspiración marina en su menú, pero también al confort que busca transmitir a todos los comensales. Sus platillos están inspirados en la comida japonesa, la peruana y la mexicana, pero terminan siendo un homenaje a los sabores del Pacífico, a su frescura y ligereza. Si la temporada es la adecuada, las almejas chocolatas son el platillo ideal para deleitarse con el sabor del mar.
Para quienes buscan resguardarse del ruido de la vida cotidiana e incluso de las dinámicas estruendosas de los centros turísticos, The Cape ofrece la mejor experiencia entre la tranquilidad y las numerosas opciones de entretenimiento, frente a un paisaje inigualable.
Puedes visitar el sitio web del hotel The Cape aquí: https://www.hyatt.com/thompson-hotels/es-ES/cslth-the-cape.
The Cape a Thompson Hotel, Point Break.
Los mejores paisajes de la península de Baja California y lo mejor de su cocina en un sitio exclusivo, una joya en medio del desierto.
El paisaje en Cabo San Lucas, Baja California Sur, tiene la magia de reunir los tonos ocres del desierto con el azul intenso del mar. En medio de las dunas, a la orilla de una de las playas más salvajes, Playa Monumentos, está The Cape, un remanso de paz convertido en hotel.
El diseño estuvo a cargo de Javier Sánchez y Benedikt Fahlbusch de JSa Arquitectura y de la reconocida firma Arquitectura de Interiores, dirigida por Marisabel Gómez Vázquez. Su intención, que se percibe y agradece en todo momento, fue que los edificios del hotel The Cape se integraran de forma orgánica a un entorno que, aún con veinte mil metros cuadrados construidos, parece que nunca ha sido tocado por la urbanización.
El lobby es una estructura oscura en un espacio completamente abierto que causa el efecto de un encuadre fotográfico. Una escultura de una ballena, hecha por José Noé Suro, es el augurio de lo que espera a los huéspedes en los siguientes días: un hotel que ha sido creado para el descanso, pero también para la contemplación de la belleza en su estado más puro.
A los pocos minutos de llegar, los visitantes comienzan a disfrutar del servicio de alta calidad de los anfitriones de The Cape, quienes no dejarán en ningún momento de facilitar y mejorar su estadía en lo que sea posible. La atención y el cuidado se perciben desde el coctel de bienvenida, con vodka y jamaica, hasta la voz suave de las masajistas que se confunde con el sonido lejano de las olas, pasando por los chefs dispuestos a adaptar sus platillos para quienes sufren alergias o han decidido dejar de comer carne.
Aquí se siente un ambiente ligero. La brisa se cuela por los balcones de las habitaciones, por la terraza en lo más alto, por los pasillos del spa o entre las rocas de una alberca de agua salada. El calor nunca es sofocante, ni el frío impide disfrutar de los exteriores cuando el manto nocturno cubre la bahía. En The Cape incluso el clima deja de ser una preocupación.
Esta no es una playa para sumergirse, es una playa para admirarla desde los camastros o navegarla sobre una tabla de surf. Es muy popular entre quienes practican este deporte por la fuerza de sus olas, que van siempre de derecha a izquierda, y porque para llegar hasta el punto en que pueden montarlas, tienen que sortear montículos de rocas que son un riesgo permanente. Al amanecer, un puñado de puntos oscuros se reparten por el agua, son los surfistas que han hecho suyo este rincón. Y si los huéspedes quisieran aventurarse a seguirlos, pueden tomar clases sobre la playa para disfrutar por un momento, desde la seguridad de la blanca arena, de la emoción de conquistar las olas.
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Hay algo en el hotel The Cape, tan lejos del ruido y la estridencia de una ciudad, que ofrece la sensación de estar dentro de una burbuja donde cada detalle está al punto de la perfección. Puedes pasar una tarde en la alberca con borde infinito, con una copa en la mano, mirando el atardecer; o disfrutar de la terraza mientras el cielo se tiñe de rosa con un maridaje organizado por el director de vinos, al gusto del huésped.
Y si la calma ha sido demasiada, a pocos minutos de ahí, en la marina de Cabo San Lucas, Animalón ofrece la oportunidad de disfrutar una cena de siete tiempos, diseñados por el chef Javier Plascencia, frente al famoso Arco, esa figura de rocas que forma una de las imágenes más emblemáticas de esta península. Durante el trayecto que dura tres horas, a lo lejos, puedes ver las aletas de los lobos marinos que saltan de vez en cuando; dicen que los más afortunados han logrado observar ballenas en su temporada de crianza.
The Cape es un lugar sofisticado en su diseño y estructura, pero lo es también en su cocina. Aquí los protagonistas son exquisitos platillos que vienen del mar. Lo que ofrecen es siempre la pesca del día y de temporada, adquirida con productores locales que son respetuosos de las vedas y las prácticas sustentables. El sitio más concurrido es Manta, el restaurante dirigido por el reconocido chef Enrique Olvera. Su nombre hace referencia a las mantarrayas y a la inspiración marina en su menú, pero también al confort que busca transmitir a todos los comensales. Sus platillos están inspirados en la comida japonesa, la peruana y la mexicana, pero terminan siendo un homenaje a los sabores del Pacífico, a su frescura y ligereza. Si la temporada es la adecuada, las almejas chocolatas son el platillo ideal para deleitarse con el sabor del mar.
Para quienes buscan resguardarse del ruido de la vida cotidiana e incluso de las dinámicas estruendosas de los centros turísticos, The Cape ofrece la mejor experiencia entre la tranquilidad y las numerosas opciones de entretenimiento, frente a un paisaje inigualable.
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El paisaje en Cabo San Lucas, Baja California Sur, tiene la magia de reunir los tonos ocres del desierto con el azul intenso del mar. En medio de las dunas, a la orilla de una de las playas más salvajes, Playa Monumentos, está The Cape, un remanso de paz convertido en hotel.
El diseño estuvo a cargo de Javier Sánchez y Benedikt Fahlbusch de JSa Arquitectura y de la reconocida firma Arquitectura de Interiores, dirigida por Marisabel Gómez Vázquez. Su intención, que se percibe y agradece en todo momento, fue que los edificios del hotel The Cape se integraran de forma orgánica a un entorno que, aún con veinte mil metros cuadrados construidos, parece que nunca ha sido tocado por la urbanización.
El lobby es una estructura oscura en un espacio completamente abierto que causa el efecto de un encuadre fotográfico. Una escultura de una ballena, hecha por José Noé Suro, es el augurio de lo que espera a los huéspedes en los siguientes días: un hotel que ha sido creado para el descanso, pero también para la contemplación de la belleza en su estado más puro.
A los pocos minutos de llegar, los visitantes comienzan a disfrutar del servicio de alta calidad de los anfitriones de The Cape, quienes no dejarán en ningún momento de facilitar y mejorar su estadía en lo que sea posible. La atención y el cuidado se perciben desde el coctel de bienvenida, con vodka y jamaica, hasta la voz suave de las masajistas que se confunde con el sonido lejano de las olas, pasando por los chefs dispuestos a adaptar sus platillos para quienes sufren alergias o han decidido dejar de comer carne.
Aquí se siente un ambiente ligero. La brisa se cuela por los balcones de las habitaciones, por la terraza en lo más alto, por los pasillos del spa o entre las rocas de una alberca de agua salada. El calor nunca es sofocante, ni el frío impide disfrutar de los exteriores cuando el manto nocturno cubre la bahía. En The Cape incluso el clima deja de ser una preocupación.
Esta no es una playa para sumergirse, es una playa para admirarla desde los camastros o navegarla sobre una tabla de surf. Es muy popular entre quienes practican este deporte por la fuerza de sus olas, que van siempre de derecha a izquierda, y porque para llegar hasta el punto en que pueden montarlas, tienen que sortear montículos de rocas que son un riesgo permanente. Al amanecer, un puñado de puntos oscuros se reparten por el agua, son los surfistas que han hecho suyo este rincón. Y si los huéspedes quisieran aventurarse a seguirlos, pueden tomar clases sobre la playa para disfrutar por un momento, desde la seguridad de la blanca arena, de la emoción de conquistar las olas.
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Hay algo en el hotel The Cape, tan lejos del ruido y la estridencia de una ciudad, que ofrece la sensación de estar dentro de una burbuja donde cada detalle está al punto de la perfección. Puedes pasar una tarde en la alberca con borde infinito, con una copa en la mano, mirando el atardecer; o disfrutar de la terraza mientras el cielo se tiñe de rosa con un maridaje organizado por el director de vinos, al gusto del huésped.
Y si la calma ha sido demasiada, a pocos minutos de ahí, en la marina de Cabo San Lucas, Animalón ofrece la oportunidad de disfrutar una cena de siete tiempos, diseñados por el chef Javier Plascencia, frente al famoso Arco, esa figura de rocas que forma una de las imágenes más emblemáticas de esta península. Durante el trayecto que dura tres horas, a lo lejos, puedes ver las aletas de los lobos marinos que saltan de vez en cuando; dicen que los más afortunados han logrado observar ballenas en su temporada de crianza.
The Cape es un lugar sofisticado en su diseño y estructura, pero lo es también en su cocina. Aquí los protagonistas son exquisitos platillos que vienen del mar. Lo que ofrecen es siempre la pesca del día y de temporada, adquirida con productores locales que son respetuosos de las vedas y las prácticas sustentables. El sitio más concurrido es Manta, el restaurante dirigido por el reconocido chef Enrique Olvera. Su nombre hace referencia a las mantarrayas y a la inspiración marina en su menú, pero también al confort que busca transmitir a todos los comensales. Sus platillos están inspirados en la comida japonesa, la peruana y la mexicana, pero terminan siendo un homenaje a los sabores del Pacífico, a su frescura y ligereza. Si la temporada es la adecuada, las almejas chocolatas son el platillo ideal para deleitarse con el sabor del mar.
Para quienes buscan resguardarse del ruido de la vida cotidiana e incluso de las dinámicas estruendosas de los centros turísticos, The Cape ofrece la mejor experiencia entre la tranquilidad y las numerosas opciones de entretenimiento, frente a un paisaje inigualable.
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