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Para escuchar con los ojos

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Arte Sonoro español en el Museo Tamayo

A finales de los años cincuenta los compositores españoles Juan Hidalgo y Luis de Pablo conocieron a John Cage en el el Internationale Ferienkurse für Neue Musik de Darmstadt. El encuentro significó un parteaguas en la música de ambos artistas. Abandonaron la composición serial y se rebelaron contra el perseguido virtuosismo, que hace creer al espectador que el arte se encuentra en la habilidad de ejecución del intérprete, para dar rienda suelta a la experimentación y la aleatoriedad. El resultado: un arte híbrido que desbordaba las convenciones de la música y rompía con las disciplinas cerradas. En España se abrió un campo nuevo, interdisciplinario, donde había espacio para todos: los coreógrafos dibujaban líneas, los poetas proponían palabras y los pintores trazaban superficies y colores.

La primera obra de arte sonoro español fue Étude de Stage, de Juan Hidalgo, una pieza de cinco minutos que explora un paisaje de sonidos eléctricos y marca el salto en la obra de Hidalgo del lirismo, más cercano a la música, a la inclusión de otros elementos estéticos como la cacofonía, los ruidos mecánicos y los sonidos abyectos. Escuchar con los ojos. Arte sonoro en España, en el Museo Tamayo, documenta la formación de identidad de esta nueva disciplina en España, desde 1961 hasta nuestros días. Las más de doscientas piezas que forman parte de la muestra llegaron por primera vez a México para hacer énfasis en la importancia del análisis del sonido desde todos sus aspectos artísticos: el silencio y el límite de lo audible, la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo, la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva, la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura, etc.

Entre las piezas expuestas está Quoting Cage 4’33” de María Alvear y Miguel Ángel Tolosa, una especie de caja de música donde las melodías han sido reducidas prácticamente a la nada y duran aproximadamente lo que la célebre partitura de John Cage, padre del arte sonoro. Grifos sonoros de LUGÁN, es una instalación de cuatro grifos que al prender la llave generan una polifonía eléctrica. Definición de silencio, es otra obra-homenaje a Cage de Concha Jerez que consiste en una partitura sobre poliéster traslúcido que agrupa palabras y grafía musical. Se trata de obras que señalan los desafíos del arte sonoro para mostrarse en todas sus facetas artísticas y que, como un campo nuevo y latente, sigue definiendo sus propios límites.

Otra pieza consta de tres fonografías comisionadas al artista Mikel Arce, que captan la vibración de distintos espacios en los museos en los que se expuso, primero en el Museu Fundación Juan March en Palma de Mallorca, luego en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la Fundación March en Madrid y ahora en el Museo Tamayo de la Ciudad de México. “Valiéndose de microfonías determinadas, de micrófonos de contacto, hidrófonos, y acelerómetros, los artistas intentan captar aquello que está oculto, como por ejemplo la vibración de todos los edificios, como este, que es inaudible pero existe.” dice José Luis Maire, co-curador de la exposición junto a José Iges.

“El sonido, como dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy, no tiene una cara oculta, pues no hay una frontalidad en el sonido. Cuando aparece se presenta con todo su bagaje, toda su historia de reflexiones, y por lo tanto desnuda una estética, pero también una política”, dice Maire. “Es por eso que resulta un elemento muy útil para los artistas, para trabajar de una forma sutil con conceptos de resistencia y de política; algo que en una obra plástica, por ejemplo, sería más complejo llevar a cabo.” En otras palabras, el sonido es capaz de crear relaciones y conexiones nuevas, de una forma que otras prácticas artísticas no pueden. En colaboración con el Centro Cultural de España en México, el Museo Tamayo organizó una serie de conciertos, exploraciones sonoras y mesas de discusión públicas para acompañar la muestra. Pueden consultar el programa entero aquí:Escuchar con los ojos. Arte sonoro en Españahasta el 2 de diciembre del 2018Museo Tamayo

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A finales de los años cincuenta los compositores españoles Juan Hidalgo y Luis de Pablo conocieron a John Cage en el el Internationale Ferienkurse für Neue Musik de Darmstadt. El encuentro significó un parteaguas en la música de ambos artistas. Abandonaron la composición serial y se rebelaron contra el perseguido virtuosismo, que hace creer al espectador que el arte se encuentra en la habilidad de ejecución del intérprete, para dar rienda suelta a la experimentación y la aleatoriedad. El resultado: un arte híbrido que desbordaba las convenciones de la música y rompía con las disciplinas cerradas. En España se abrió un campo nuevo, interdisciplinario, donde había espacio para todos: los coreógrafos dibujaban líneas, los poetas proponían palabras y los pintores trazaban superficies y colores.

La primera obra de arte sonoro español fue Étude de Stage, de Juan Hidalgo, una pieza de cinco minutos que explora un paisaje de sonidos eléctricos y marca el salto en la obra de Hidalgo del lirismo, más cercano a la música, a la inclusión de otros elementos estéticos como la cacofonía, los ruidos mecánicos y los sonidos abyectos. Escuchar con los ojos. Arte sonoro en España, en el Museo Tamayo, documenta la formación de identidad de esta nueva disciplina en España, desde 1961 hasta nuestros días. Las más de doscientas piezas que forman parte de la muestra llegaron por primera vez a México para hacer énfasis en la importancia del análisis del sonido desde todos sus aspectos artísticos: el silencio y el límite de lo audible, la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo, la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva, la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura, etc.

Entre las piezas expuestas está Quoting Cage 4’33” de María Alvear y Miguel Ángel Tolosa, una especie de caja de música donde las melodías han sido reducidas prácticamente a la nada y duran aproximadamente lo que la célebre partitura de John Cage, padre del arte sonoro. Grifos sonoros de LUGÁN, es una instalación de cuatro grifos que al prender la llave generan una polifonía eléctrica. Definición de silencio, es otra obra-homenaje a Cage de Concha Jerez que consiste en una partitura sobre poliéster traslúcido que agrupa palabras y grafía musical. Se trata de obras que señalan los desafíos del arte sonoro para mostrarse en todas sus facetas artísticas y que, como un campo nuevo y latente, sigue definiendo sus propios límites.

Otra pieza consta de tres fonografías comisionadas al artista Mikel Arce, que captan la vibración de distintos espacios en los museos en los que se expuso, primero en el Museu Fundación Juan March en Palma de Mallorca, luego en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la Fundación March en Madrid y ahora en el Museo Tamayo de la Ciudad de México. “Valiéndose de microfonías determinadas, de micrófonos de contacto, hidrófonos, y acelerómetros, los artistas intentan captar aquello que está oculto, como por ejemplo la vibración de todos los edificios, como este, que es inaudible pero existe.” dice José Luis Maire, co-curador de la exposición junto a José Iges.

“El sonido, como dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy, no tiene una cara oculta, pues no hay una frontalidad en el sonido. Cuando aparece se presenta con todo su bagaje, toda su historia de reflexiones, y por lo tanto desnuda una estética, pero también una política”, dice Maire. “Es por eso que resulta un elemento muy útil para los artistas, para trabajar de una forma sutil con conceptos de resistencia y de política; algo que en una obra plástica, por ejemplo, sería más complejo llevar a cabo.” En otras palabras, el sonido es capaz de crear relaciones y conexiones nuevas, de una forma que otras prácticas artísticas no pueden. En colaboración con el Centro Cultural de España en México, el Museo Tamayo organizó una serie de conciertos, exploraciones sonoras y mesas de discusión públicas para acompañar la muestra. Pueden consultar el programa entero aquí:Escuchar con los ojos. Arte sonoro en Españahasta el 2 de diciembre del 2018Museo Tamayo

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A finales de los años cincuenta los compositores españoles Juan Hidalgo y Luis de Pablo conocieron a John Cage en el el Internationale Ferienkurse für Neue Musik de Darmstadt. El encuentro significó un parteaguas en la música de ambos artistas. Abandonaron la composición serial y se rebelaron contra el perseguido virtuosismo, que hace creer al espectador que el arte se encuentra en la habilidad de ejecución del intérprete, para dar rienda suelta a la experimentación y la aleatoriedad. El resultado: un arte híbrido que desbordaba las convenciones de la música y rompía con las disciplinas cerradas. En España se abrió un campo nuevo, interdisciplinario, donde había espacio para todos: los coreógrafos dibujaban líneas, los poetas proponían palabras y los pintores trazaban superficies y colores.

La primera obra de arte sonoro español fue Étude de Stage, de Juan Hidalgo, una pieza de cinco minutos que explora un paisaje de sonidos eléctricos y marca el salto en la obra de Hidalgo del lirismo, más cercano a la música, a la inclusión de otros elementos estéticos como la cacofonía, los ruidos mecánicos y los sonidos abyectos. Escuchar con los ojos. Arte sonoro en España, en el Museo Tamayo, documenta la formación de identidad de esta nueva disciplina en España, desde 1961 hasta nuestros días. Las más de doscientas piezas que forman parte de la muestra llegaron por primera vez a México para hacer énfasis en la importancia del análisis del sonido desde todos sus aspectos artísticos: el silencio y el límite de lo audible, la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo, la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva, la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura, etc.

Entre las piezas expuestas está Quoting Cage 4’33” de María Alvear y Miguel Ángel Tolosa, una especie de caja de música donde las melodías han sido reducidas prácticamente a la nada y duran aproximadamente lo que la célebre partitura de John Cage, padre del arte sonoro. Grifos sonoros de LUGÁN, es una instalación de cuatro grifos que al prender la llave generan una polifonía eléctrica. Definición de silencio, es otra obra-homenaje a Cage de Concha Jerez que consiste en una partitura sobre poliéster traslúcido que agrupa palabras y grafía musical. Se trata de obras que señalan los desafíos del arte sonoro para mostrarse en todas sus facetas artísticas y que, como un campo nuevo y latente, sigue definiendo sus propios límites.

Otra pieza consta de tres fonografías comisionadas al artista Mikel Arce, que captan la vibración de distintos espacios en los museos en los que se expuso, primero en el Museu Fundación Juan March en Palma de Mallorca, luego en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la Fundación March en Madrid y ahora en el Museo Tamayo de la Ciudad de México. “Valiéndose de microfonías determinadas, de micrófonos de contacto, hidrófonos, y acelerómetros, los artistas intentan captar aquello que está oculto, como por ejemplo la vibración de todos los edificios, como este, que es inaudible pero existe.” dice José Luis Maire, co-curador de la exposición junto a José Iges.

“El sonido, como dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy, no tiene una cara oculta, pues no hay una frontalidad en el sonido. Cuando aparece se presenta con todo su bagaje, toda su historia de reflexiones, y por lo tanto desnuda una estética, pero también una política”, dice Maire. “Es por eso que resulta un elemento muy útil para los artistas, para trabajar de una forma sutil con conceptos de resistencia y de política; algo que en una obra plástica, por ejemplo, sería más complejo llevar a cabo.” En otras palabras, el sonido es capaz de crear relaciones y conexiones nuevas, de una forma que otras prácticas artísticas no pueden. En colaboración con el Centro Cultural de España en México, el Museo Tamayo organizó una serie de conciertos, exploraciones sonoras y mesas de discusión públicas para acompañar la muestra. Pueden consultar el programa entero aquí:Escuchar con los ojos. Arte sonoro en Españahasta el 2 de diciembre del 2018Museo Tamayo

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La primera obra de arte sonoro español fue Étude de Stage, de Juan Hidalgo, una pieza de cinco minutos que explora un paisaje de sonidos eléctricos y marca el salto en la obra de Hidalgo del lirismo, más cercano a la música, a la inclusión de otros elementos estéticos como la cacofonía, los ruidos mecánicos y los sonidos abyectos. Escuchar con los ojos. Arte sonoro en España, en el Museo Tamayo, documenta la formación de identidad de esta nueva disciplina en España, desde 1961 hasta nuestros días. Las más de doscientas piezas que forman parte de la muestra llegaron por primera vez a México para hacer énfasis en la importancia del análisis del sonido desde todos sus aspectos artísticos: el silencio y el límite de lo audible, la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo, la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva, la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura, etc.

Entre las piezas expuestas está Quoting Cage 4’33” de María Alvear y Miguel Ángel Tolosa, una especie de caja de música donde las melodías han sido reducidas prácticamente a la nada y duran aproximadamente lo que la célebre partitura de John Cage, padre del arte sonoro. Grifos sonoros de LUGÁN, es una instalación de cuatro grifos que al prender la llave generan una polifonía eléctrica. Definición de silencio, es otra obra-homenaje a Cage de Concha Jerez que consiste en una partitura sobre poliéster traslúcido que agrupa palabras y grafía musical. Se trata de obras que señalan los desafíos del arte sonoro para mostrarse en todas sus facetas artísticas y que, como un campo nuevo y latente, sigue definiendo sus propios límites.

Otra pieza consta de tres fonografías comisionadas al artista Mikel Arce, que captan la vibración de distintos espacios en los museos en los que se expuso, primero en el Museu Fundación Juan March en Palma de Mallorca, luego en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la Fundación March en Madrid y ahora en el Museo Tamayo de la Ciudad de México. “Valiéndose de microfonías determinadas, de micrófonos de contacto, hidrófonos, y acelerómetros, los artistas intentan captar aquello que está oculto, como por ejemplo la vibración de todos los edificios, como este, que es inaudible pero existe.” dice José Luis Maire, co-curador de la exposición junto a José Iges.

“El sonido, como dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy, no tiene una cara oculta, pues no hay una frontalidad en el sonido. Cuando aparece se presenta con todo su bagaje, toda su historia de reflexiones, y por lo tanto desnuda una estética, pero también una política”, dice Maire. “Es por eso que resulta un elemento muy útil para los artistas, para trabajar de una forma sutil con conceptos de resistencia y de política; algo que en una obra plástica, por ejemplo, sería más complejo llevar a cabo.” En otras palabras, el sonido es capaz de crear relaciones y conexiones nuevas, de una forma que otras prácticas artísticas no pueden. En colaboración con el Centro Cultural de España en México, el Museo Tamayo organizó una serie de conciertos, exploraciones sonoras y mesas de discusión públicas para acompañar la muestra. Pueden consultar el programa entero aquí:Escuchar con los ojos. Arte sonoro en Españahasta el 2 de diciembre del 2018Museo Tamayo

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La primera obra de arte sonoro español fue Étude de Stage, de Juan Hidalgo, una pieza de cinco minutos que explora un paisaje de sonidos eléctricos y marca el salto en la obra de Hidalgo del lirismo, más cercano a la música, a la inclusión de otros elementos estéticos como la cacofonía, los ruidos mecánicos y los sonidos abyectos. Escuchar con los ojos. Arte sonoro en España, en el Museo Tamayo, documenta la formación de identidad de esta nueva disciplina en España, desde 1961 hasta nuestros días. Las más de doscientas piezas que forman parte de la muestra llegaron por primera vez a México para hacer énfasis en la importancia del análisis del sonido desde todos sus aspectos artísticos: el silencio y el límite de lo audible, la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo, la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva, la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura, etc.

Entre las piezas expuestas está Quoting Cage 4’33” de María Alvear y Miguel Ángel Tolosa, una especie de caja de música donde las melodías han sido reducidas prácticamente a la nada y duran aproximadamente lo que la célebre partitura de John Cage, padre del arte sonoro. Grifos sonoros de LUGÁN, es una instalación de cuatro grifos que al prender la llave generan una polifonía eléctrica. Definición de silencio, es otra obra-homenaje a Cage de Concha Jerez que consiste en una partitura sobre poliéster traslúcido que agrupa palabras y grafía musical. Se trata de obras que señalan los desafíos del arte sonoro para mostrarse en todas sus facetas artísticas y que, como un campo nuevo y latente, sigue definiendo sus propios límites.

Otra pieza consta de tres fonografías comisionadas al artista Mikel Arce, que captan la vibración de distintos espacios en los museos en los que se expuso, primero en el Museu Fundación Juan March en Palma de Mallorca, luego en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca y la Fundación March en Madrid y ahora en el Museo Tamayo de la Ciudad de México. “Valiéndose de microfonías determinadas, de micrófonos de contacto, hidrófonos, y acelerómetros, los artistas intentan captar aquello que está oculto, como por ejemplo la vibración de todos los edificios, como este, que es inaudible pero existe.” dice José Luis Maire, co-curador de la exposición junto a José Iges.

“El sonido, como dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy, no tiene una cara oculta, pues no hay una frontalidad en el sonido. Cuando aparece se presenta con todo su bagaje, toda su historia de reflexiones, y por lo tanto desnuda una estética, pero también una política”, dice Maire. “Es por eso que resulta un elemento muy útil para los artistas, para trabajar de una forma sutil con conceptos de resistencia y de política; algo que en una obra plástica, por ejemplo, sería más complejo llevar a cabo.” En otras palabras, el sonido es capaz de crear relaciones y conexiones nuevas, de una forma que otras prácticas artísticas no pueden. En colaboración con el Centro Cultural de España en México, el Museo Tamayo organizó una serie de conciertos, exploraciones sonoras y mesas de discusión públicas para acompañar la muestra. Pueden consultar el programa entero aquí:Escuchar con los ojos. Arte sonoro en Españahasta el 2 de diciembre del 2018Museo Tamayo

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La primera obra de arte sonoro español fue Étude de Stage, de Juan Hidalgo, una pieza de cinco minutos que explora un paisaje de sonidos eléctricos y marca el salto en la obra de Hidalgo del lirismo, más cercano a la música, a la inclusión de otros elementos estéticos como la cacofonía, los ruidos mecánicos y los sonidos abyectos. Escuchar con los ojos. Arte sonoro en España, en el Museo Tamayo, documenta la formación de identidad de esta nueva disciplina en España, desde 1961 hasta nuestros días. Las más de doscientas piezas que forman parte de la muestra llegaron por primera vez a México para hacer énfasis en la importancia del análisis del sonido desde todos sus aspectos artísticos: el silencio y el límite de lo audible, la insistencia vibratoria del sonido y su sentir en el cuerpo, la obsolescencia de la tecnología y su relación con la memoria colectiva, la resonancia del espacio sonoro y su relación con la arquitectura, etc.

Entre las piezas expuestas está Quoting Cage 4’33” de María Alvear y Miguel Ángel Tolosa, una especie de caja de música donde las melodías han sido reducidas prácticamente a la nada y duran aproximadamente lo que la célebre partitura de John Cage, padre del arte sonoro. Grifos sonoros de LUGÁN, es una instalación de cuatro grifos que al prender la llave generan una polifonía eléctrica. Definición de silencio, es otra obra-homenaje a Cage de Concha Jerez que consiste en una partitura sobre poliéster traslúcido que agrupa palabras y grafía musical. Se trata de obras que señalan los desafíos del arte sonoro para mostrarse en todas sus facetas artísticas y que, como un campo nuevo y latente, sigue definiendo sus propios límites.

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“El sonido, como dice el filósofo francés Jean-Luc Nancy, no tiene una cara oculta, pues no hay una frontalidad en el sonido. Cuando aparece se presenta con todo su bagaje, toda su historia de reflexiones, y por lo tanto desnuda una estética, pero también una política”, dice Maire. “Es por eso que resulta un elemento muy útil para los artistas, para trabajar de una forma sutil con conceptos de resistencia y de política; algo que en una obra plástica, por ejemplo, sería más complejo llevar a cabo.” En otras palabras, el sonido es capaz de crear relaciones y conexiones nuevas, de una forma que otras prácticas artísticas no pueden. En colaboración con el Centro Cultural de España en México, el Museo Tamayo organizó una serie de conciertos, exploraciones sonoras y mesas de discusión públicas para acompañar la muestra. Pueden consultar el programa entero aquí:Escuchar con los ojos. Arte sonoro en Españahasta el 2 de diciembre del 2018Museo Tamayo

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