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La cantante colombiana Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o regional mexicano. Su propuesta busca abrazar la vulnerabilidad y compartirla con sus seguidores para acompañarse.
Ya lo decía Guillermo del Toro, los 20 son la “edad exacta de la desesperación”, cuando se piensa que la vida pasó y los mejores años se nos escaparon; sin embargo, después de transitar por ese pequeño infierno, uno nota que tiene todo el tiempo de su vida. Esto es lo que descubrió la cantante Elsa y Elmar (Elsa Carvajal, 30 años) con la creación de su disco Palacio, en el que plasmó las experiencias que ha vivido, pero desde la perspectiva de una Elsa más madura.
Entrar a los 30 le ayudó a habitar su propia piel de una manera más cómoda, libre y con una certeza: dejarse acompañar por la duda y la expectativa por lo que viene, pero nunca más por el miedo.
“Viví de mis 28 a mis 30 haciendo Palacio, esta es una edad muy importante para todas las personas porque salimos de la locura de los 20 y empezamos a tener un poquito el menú de la vida”, comparte en entrevista con Gatopardo.
Las canciones que forman el álbum son un reflejo de las experiencias que ha adquirido con el paso del tiempo. Trabajar en este proyecto la ayudó a atravesar los últimos años de los 20. “Conocí mis patrones de pensamiento, las cosas feas que me digo y, si las conozco, ya no les tengo tanto miedo. En los 30 siento que hay cimientos”, dice.
Este pensamiento se refleja en su canción “Gigante”, en la que habla acerca del síndrome de la impostora mientras canta: “Nunca es suficiente ni para el primero / y aunque yo lo sé me creo el puto juego / ¿Qué se sentirá siendo grande, gigante?”. Esta canción nació un día en el que Elsa se sentía pequeñita mientras se encontraba en un estudio en Madrid.
“Siempre quise colaborar con C Tangana y su equipo, un día conseguí una sesión de composición con la persona que le dirige la música [Víctor Martínez]. Cuando llegué a la sesión me bloqueé y yo generalmente no soy así. Había pasado una hora y seguía bloqueada, hasta que [el productor] Julian Bernal, con quien yo hago música, me dijo que escribiera sobre lo que estaba batallando en ese momento y era esa sensación de sentirme minúscula y pequeña con lo que había hecho en mi vida”, cuenta la cantante mientras se lleva las manos a la cabeza al recordar la frustración de aquella ocasión, pero lanza una sonrisa.
Enfrentarse con el síndrome de la impostora no fue lo único con lo que Elsa tuvo que lidiar durante la creación del disco. La canción “Policarpa” explora dos acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse la cantante. Policarpa, su perrita, falleció sorpresivamente luego de “caer y desangrarse”. Una semana después, Elsa vivió en carne propia algo similar. Su visita al hospital cambió su perspectiva de la vida. “Lloraba mucho y pensaba en cómo es posible que nos haya pasado lo mismo, pero se fue y yo me quedé. Y me conmovía mucho pensar que de pronto ella hubiera podido decir ‘yo me muero para que ella viva’”, menciona la cantante.
Te recomendamos leer: La vida en el espacio-tiempo de Los Tigres del Norte
Este suceso la invitó a quedarse en el presente y soltar el control, pero también la confrontó con la idea de la muerte. Ese shock de realidad que lleva a movilizarse tras una noticia así la impulsó a componer “Querer así”. Mientras estaba en un estudio, frenética, escribió: “Y ¿quién soy yo para exigir? / Si tienes que irte, te dejo ir. / Yo quedo bien, me quedo aquí. / Te traigo entre lo que dejastе en mí”, minutos después de enterarse que su abuelo, a quien veía como un papá, estaba enfermo en una clínica.
Elsa comparte: “‘Querer así’ es otra historia de cuando te levantas una mañana y no sabes que la vida te va a agarrar. Palacio habla un poco de muchas de las cosas que uno experimenta en la vida, como que se te mueren tus familiares”.
Aunque Elsa no tenía claro cómo lograría construir su álbum, en el camino logró adquirir confianza en su intuición para formar un equipo que sostuviera todo el trabajo que había detrás. Su disco Palacio le enseñó a soltar el control y a no necesitar todas las respuestas sobre el futuro.
“Solo mostrandome vulnerable he podido continuar en esta industria”
Elsa creció en Bucaramanga, Colombia, escuchando la música de Britney Spears, por lo que años más tarde se mudó a California, Estados Unidos, para intentar echar a andar su carrera. “Es muy difícil que los gringos te quieran abrir las puertas a menos que estés en una onda ‘latina’ digerible para ellos”, dice la cantante colombiana.
Tras algunos viajes a México, estableció diversas amistades en la industria musical que le abrieron las puertas para realizar tocadas. Notó que este país era un terreno muy fértil. “Mi música es mexicana”, declaró Elsa desde hace ocho años cuando se mudó al país, y agrega: “Me enamoré del público de acá, de la cultura, de la ciudad y amo este país: los tianguis, los mercados y nadie me va a quitar eso”.
Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o el regional mexicano. Su propuesta buscar abrazar la vulnerabilidad para compartirla con sus seguidores por medio de letras que tratan de explicar su realidad.
Con su tercer disco, Eres diamante (2019), Elsa comenzó a tocar temas sobre la salud mental en sus letras, pues compartió con sus seguidores sus miedos y preocupaciones más profundas; sin embargo, no fue un camino fácil, el proceso de mostrarse vulnerable frente al público requirió de mucho trabajo.
“Me daba cringe el abrirme, pero aprendí a lidiar con eso, aunque a veces me siento muy sola construyendo los nuevos sonidos del pop; incluso he tenido que lidiar con el rechazo de otros artistas que no me han tomado en cuenta por no estar en lo urbano o lo mainstream”, dice.
Con su música, Elsa busca que las temáticas en sus canciones no se centren únicamente en el amor o el desamor. Pero el conocer y mostrar su fragilidad siempre se encuentra en el centro de su propuesta.
“En la vulnerabilidad está el mayor poder, en abrir y expresar mis más grandes deseos y miedos encontré, y quisiera que todos encontraran, el poder, porque ya callas tu mente de tener que defenderte, ante el mundo y ante ti misma”, comenta.
La cantante reflexiona que en el álbum Eres diamante se abrió la grieta, pues a raíz de los problemas mentales con los que lidió en ese momento, como la ansiedad y la depresión, aprendió a pedir ayuda y a mostrar su fragilidad frente a los otros sin que esto significara un sinónimo de debilidad. En su más reciente álbum, Palacio, Elsa nos muestra a una mujer más cruda y consciente de sus emociones, que se permite no tomarse tan en serio; pero que también se da la oportunidad de transitar por el dolor.
“Solo mostrándome así he podido continuar en esta industria de la música que nos dice todo lo contrario, que nos empuja a muchas veces a hacer composiciones más superficiales que se puedan hacer virales. Pero escribo como medida para no enloquecer, como responsabilidad con quienes me siguen porque no quiero vender una imagen de alguien perfecto, siempre sano, porque aunque a veces me siento así, otras no. Para mí la música es refugio y la hago cuando lo necesito”, describe Elsa, quien estudió música desde los 9 años.
Elsa y Elmar para y por las girlies
Palacio es el diario que Elsa escribió para compartir su mundo con sus seguidores y hablar acerca de los duelos que atravesó. También narra todo el amor y desamor que experimentó, así como las emociones que la inundaron (la felicidad y el deseo) y la manera en que construyó vínculos más sanos con ella misma y con las demás personas que habitan su Palacio.
“Entre las piernas”, la octava canción del disco, habla sobre la experiencia de vivirse mujer, sobre las contradicciones de lo que se te exige y que te llevan a querer escaparte a un mundo sin tantas expectativas. No obstante, también es una canción para “todas las minorías a las que se les ha definido la experiencia, que siempre se les ha marcado cómo deben ser”, enfatiza.
Esto lo demostró en el Palacio de los Deportes cuando tocó ahí por primera vez, en el momento que las luces rojas lo inundaron todo mostrando la fuerza que transmitía Elsa y Elmar al cantarla. En un grito al unísono la frase “Puta, pero tierna” retumbó en las paredes del domo de cobre. La letra de este sencillo, coreada por el público que abarrotó el inmueble, llegó a la cabeza de la cantante colombiana en medio de un sueño mientras pasaba por un periodo premenstrual, harta ya de las canciones de amor.
“La soñé”, recuerda Elsa. “Soñé con esa sangre que corre entre las piernas y la sensación de estar insoportablemente perra”. El sueño culminó en la creación de “Entre las piernas”, la primera canción que la cantautora escribió para el álbum Palacio, la cual, a juicio de la colombiana, contiene la poesía y las palabras necesarias que muchas veces no encontró en las canciones feministas y por las que tuvo que enfrentarse incluso a la censura de los algoritmos de las redes sociales.
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Además, para acompañar el sencillo, la colombiana publicó un video en el que es representada por la ilustración de una mujer hecha a su semejanza, acompañada de una serpiente que emula la experiencia de menstruar. Pese a que cuidó cada detalle, el video fue censurado en Instagram, ahora solo vive en YouTube. Visiblemente frustrada, Elsa procede a contar el hecho: “El internet consideró mi video con nudismo cuando es animado y no hay nada sexual o violento, solo hay un mar de color rojo. Ni siquiera mostré sangre. Es raro que mi mundo interior sea algo muy distinto al mundo de afuera. A mí me causa mucha rabia conmigo misma, pensé que había burlado al algoritmo y no fue así”.
El último álbum de la cantante fue abrazado, en su mayoría, por mujeres, las reinis o girlies como ella las nombra. A través de canciones como “Drogada de emociones” o “Sé x q sé” expone un poco de lo que es la experiencia femenina con temas que nos han atravesado a todas, o casi a todas, como navegar en una nueva relación, la menstruación, descubrir una infidelidad por revisar el móvil y describir la acción con la frase: “Miré tu celular porque estaba ahogada”.
Las canciones de Elsa Carvajal han encontrado un enorme eco, particularmente con mujeres, letras como “Ojos de noche”, “Amantes y amigos”, “Ké mal” y “Nadie va” han brindado un refugio a la personas que, como ella, han sido traicionadas, salido de relaciones violentas o ghosteadas. “A ella”, una de las canciones del último disco, nace como una advertencia para otra mujer sobre los maltratos que puede recibir en una relación, los cuales la cantautora vivió.
“Alguna vez supe que una expareja que había tenido inició una nueva relación. No sentí celos, pero sí una nostalgia de imaginarme si a ella le estuviera pasando lo mismo que a mí; algunos le llaman sororidad, yo ni conocía estas palabras feministas. Hice la canción como si pudiera transmitirle a otra mujer un aprendizaje para que ella no tuviera que pasar por esto”, explica Elsa.
El video musical de la canción muestra a una abuela, una madre y una hija cantando “a ella, quiero decirle a ella que no se dará cuenta y lo que está mal se hará normal”, mientras una llora en silenció, otra teje y la menor juega con sus muñecas. Elsa buscaba reflejar la visión de pasar los saberes de generación en generación. “Si mi abuela le pudiera haber enseñado a mi mamá las cosas para que ella no cometiera esos errores, a mi mamá, a mí y yo a otras personas, a una hija, a mis amigas o a mi alrededor. ‘A ella’ va en un sentido de cuidar a la otra”, comparte la cantautora.
En su disco anterior, Ya no somos los mismos (2022), explora el duelo detrás de una relación. Relata cómo es tratar de salir de un vínculo que se ha tornado tóxico y dañino para ambos: reclama, se desgarra y también agradece por lo vivido, por lo aprendido, por lo ganado. En Palacio mira otro camino. Se permite indagar en los sentimientos del gozo al iniciar una nueva relación, en el desborde de emociones positivas que la acompañan; más aún cuando dejas atrás patrones nocivos para los nuevos lazos e historias.
“Todes hemos vivido una relación tóxica. Sabemos cuánto nos desgasta, cuánto nos destruye, cuánto perdemos ahí y cuánto dejamos ahí. Y sabemos lo difícil que es reconstruirnos. Pero también hay una dicha profunda cuando encontramos y construimos una relación sana después de eso porque es muy fácil quedarte en los patrones de una relación tóxica. Gracias a Dios yo pude salir de ella y no replicar nada de eso”, reflexiona Elsa.
Al tiempo, también recuerda que fue extraño darse cuenta de que en una relación sana no debía andar de puntitas para no molestar al otro.
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La cantante colombiana Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o regional mexicano. Su propuesta busca abrazar la vulnerabilidad y compartirla con sus seguidores para acompañarse.
Ya lo decía Guillermo del Toro, los 20 son la “edad exacta de la desesperación”, cuando se piensa que la vida pasó y los mejores años se nos escaparon; sin embargo, después de transitar por ese pequeño infierno, uno nota que tiene todo el tiempo de su vida. Esto es lo que descubrió la cantante Elsa y Elmar (Elsa Carvajal, 30 años) con la creación de su disco Palacio, en el que plasmó las experiencias que ha vivido, pero desde la perspectiva de una Elsa más madura.
Entrar a los 30 le ayudó a habitar su propia piel de una manera más cómoda, libre y con una certeza: dejarse acompañar por la duda y la expectativa por lo que viene, pero nunca más por el miedo.
“Viví de mis 28 a mis 30 haciendo Palacio, esta es una edad muy importante para todas las personas porque salimos de la locura de los 20 y empezamos a tener un poquito el menú de la vida”, comparte en entrevista con Gatopardo.
Las canciones que forman el álbum son un reflejo de las experiencias que ha adquirido con el paso del tiempo. Trabajar en este proyecto la ayudó a atravesar los últimos años de los 20. “Conocí mis patrones de pensamiento, las cosas feas que me digo y, si las conozco, ya no les tengo tanto miedo. En los 30 siento que hay cimientos”, dice.
Este pensamiento se refleja en su canción “Gigante”, en la que habla acerca del síndrome de la impostora mientras canta: “Nunca es suficiente ni para el primero / y aunque yo lo sé me creo el puto juego / ¿Qué se sentirá siendo grande, gigante?”. Esta canción nació un día en el que Elsa se sentía pequeñita mientras se encontraba en un estudio en Madrid.
“Siempre quise colaborar con C Tangana y su equipo, un día conseguí una sesión de composición con la persona que le dirige la música [Víctor Martínez]. Cuando llegué a la sesión me bloqueé y yo generalmente no soy así. Había pasado una hora y seguía bloqueada, hasta que [el productor] Julian Bernal, con quien yo hago música, me dijo que escribiera sobre lo que estaba batallando en ese momento y era esa sensación de sentirme minúscula y pequeña con lo que había hecho en mi vida”, cuenta la cantante mientras se lleva las manos a la cabeza al recordar la frustración de aquella ocasión, pero lanza una sonrisa.
Enfrentarse con el síndrome de la impostora no fue lo único con lo que Elsa tuvo que lidiar durante la creación del disco. La canción “Policarpa” explora dos acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse la cantante. Policarpa, su perrita, falleció sorpresivamente luego de “caer y desangrarse”. Una semana después, Elsa vivió en carne propia algo similar. Su visita al hospital cambió su perspectiva de la vida. “Lloraba mucho y pensaba en cómo es posible que nos haya pasado lo mismo, pero se fue y yo me quedé. Y me conmovía mucho pensar que de pronto ella hubiera podido decir ‘yo me muero para que ella viva’”, menciona la cantante.
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Este suceso la invitó a quedarse en el presente y soltar el control, pero también la confrontó con la idea de la muerte. Ese shock de realidad que lleva a movilizarse tras una noticia así la impulsó a componer “Querer así”. Mientras estaba en un estudio, frenética, escribió: “Y ¿quién soy yo para exigir? / Si tienes que irte, te dejo ir. / Yo quedo bien, me quedo aquí. / Te traigo entre lo que dejastе en mí”, minutos después de enterarse que su abuelo, a quien veía como un papá, estaba enfermo en una clínica.
Elsa comparte: “‘Querer así’ es otra historia de cuando te levantas una mañana y no sabes que la vida te va a agarrar. Palacio habla un poco de muchas de las cosas que uno experimenta en la vida, como que se te mueren tus familiares”.
Aunque Elsa no tenía claro cómo lograría construir su álbum, en el camino logró adquirir confianza en su intuición para formar un equipo que sostuviera todo el trabajo que había detrás. Su disco Palacio le enseñó a soltar el control y a no necesitar todas las respuestas sobre el futuro.
“Solo mostrandome vulnerable he podido continuar en esta industria”
Elsa creció en Bucaramanga, Colombia, escuchando la música de Britney Spears, por lo que años más tarde se mudó a California, Estados Unidos, para intentar echar a andar su carrera. “Es muy difícil que los gringos te quieran abrir las puertas a menos que estés en una onda ‘latina’ digerible para ellos”, dice la cantante colombiana.
Tras algunos viajes a México, estableció diversas amistades en la industria musical que le abrieron las puertas para realizar tocadas. Notó que este país era un terreno muy fértil. “Mi música es mexicana”, declaró Elsa desde hace ocho años cuando se mudó al país, y agrega: “Me enamoré del público de acá, de la cultura, de la ciudad y amo este país: los tianguis, los mercados y nadie me va a quitar eso”.
Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o el regional mexicano. Su propuesta buscar abrazar la vulnerabilidad para compartirla con sus seguidores por medio de letras que tratan de explicar su realidad.
Con su tercer disco, Eres diamante (2019), Elsa comenzó a tocar temas sobre la salud mental en sus letras, pues compartió con sus seguidores sus miedos y preocupaciones más profundas; sin embargo, no fue un camino fácil, el proceso de mostrarse vulnerable frente al público requirió de mucho trabajo.
“Me daba cringe el abrirme, pero aprendí a lidiar con eso, aunque a veces me siento muy sola construyendo los nuevos sonidos del pop; incluso he tenido que lidiar con el rechazo de otros artistas que no me han tomado en cuenta por no estar en lo urbano o lo mainstream”, dice.
Con su música, Elsa busca que las temáticas en sus canciones no se centren únicamente en el amor o el desamor. Pero el conocer y mostrar su fragilidad siempre se encuentra en el centro de su propuesta.
“En la vulnerabilidad está el mayor poder, en abrir y expresar mis más grandes deseos y miedos encontré, y quisiera que todos encontraran, el poder, porque ya callas tu mente de tener que defenderte, ante el mundo y ante ti misma”, comenta.
La cantante reflexiona que en el álbum Eres diamante se abrió la grieta, pues a raíz de los problemas mentales con los que lidió en ese momento, como la ansiedad y la depresión, aprendió a pedir ayuda y a mostrar su fragilidad frente a los otros sin que esto significara un sinónimo de debilidad. En su más reciente álbum, Palacio, Elsa nos muestra a una mujer más cruda y consciente de sus emociones, que se permite no tomarse tan en serio; pero que también se da la oportunidad de transitar por el dolor.
“Solo mostrándome así he podido continuar en esta industria de la música que nos dice todo lo contrario, que nos empuja a muchas veces a hacer composiciones más superficiales que se puedan hacer virales. Pero escribo como medida para no enloquecer, como responsabilidad con quienes me siguen porque no quiero vender una imagen de alguien perfecto, siempre sano, porque aunque a veces me siento así, otras no. Para mí la música es refugio y la hago cuando lo necesito”, describe Elsa, quien estudió música desde los 9 años.
Elsa y Elmar para y por las girlies
Palacio es el diario que Elsa escribió para compartir su mundo con sus seguidores y hablar acerca de los duelos que atravesó. También narra todo el amor y desamor que experimentó, así como las emociones que la inundaron (la felicidad y el deseo) y la manera en que construyó vínculos más sanos con ella misma y con las demás personas que habitan su Palacio.
“Entre las piernas”, la octava canción del disco, habla sobre la experiencia de vivirse mujer, sobre las contradicciones de lo que se te exige y que te llevan a querer escaparte a un mundo sin tantas expectativas. No obstante, también es una canción para “todas las minorías a las que se les ha definido la experiencia, que siempre se les ha marcado cómo deben ser”, enfatiza.
Esto lo demostró en el Palacio de los Deportes cuando tocó ahí por primera vez, en el momento que las luces rojas lo inundaron todo mostrando la fuerza que transmitía Elsa y Elmar al cantarla. En un grito al unísono la frase “Puta, pero tierna” retumbó en las paredes del domo de cobre. La letra de este sencillo, coreada por el público que abarrotó el inmueble, llegó a la cabeza de la cantante colombiana en medio de un sueño mientras pasaba por un periodo premenstrual, harta ya de las canciones de amor.
“La soñé”, recuerda Elsa. “Soñé con esa sangre que corre entre las piernas y la sensación de estar insoportablemente perra”. El sueño culminó en la creación de “Entre las piernas”, la primera canción que la cantautora escribió para el álbum Palacio, la cual, a juicio de la colombiana, contiene la poesía y las palabras necesarias que muchas veces no encontró en las canciones feministas y por las que tuvo que enfrentarse incluso a la censura de los algoritmos de las redes sociales.
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Además, para acompañar el sencillo, la colombiana publicó un video en el que es representada por la ilustración de una mujer hecha a su semejanza, acompañada de una serpiente que emula la experiencia de menstruar. Pese a que cuidó cada detalle, el video fue censurado en Instagram, ahora solo vive en YouTube. Visiblemente frustrada, Elsa procede a contar el hecho: “El internet consideró mi video con nudismo cuando es animado y no hay nada sexual o violento, solo hay un mar de color rojo. Ni siquiera mostré sangre. Es raro que mi mundo interior sea algo muy distinto al mundo de afuera. A mí me causa mucha rabia conmigo misma, pensé que había burlado al algoritmo y no fue así”.
El último álbum de la cantante fue abrazado, en su mayoría, por mujeres, las reinis o girlies como ella las nombra. A través de canciones como “Drogada de emociones” o “Sé x q sé” expone un poco de lo que es la experiencia femenina con temas que nos han atravesado a todas, o casi a todas, como navegar en una nueva relación, la menstruación, descubrir una infidelidad por revisar el móvil y describir la acción con la frase: “Miré tu celular porque estaba ahogada”.
Las canciones de Elsa Carvajal han encontrado un enorme eco, particularmente con mujeres, letras como “Ojos de noche”, “Amantes y amigos”, “Ké mal” y “Nadie va” han brindado un refugio a la personas que, como ella, han sido traicionadas, salido de relaciones violentas o ghosteadas. “A ella”, una de las canciones del último disco, nace como una advertencia para otra mujer sobre los maltratos que puede recibir en una relación, los cuales la cantautora vivió.
“Alguna vez supe que una expareja que había tenido inició una nueva relación. No sentí celos, pero sí una nostalgia de imaginarme si a ella le estuviera pasando lo mismo que a mí; algunos le llaman sororidad, yo ni conocía estas palabras feministas. Hice la canción como si pudiera transmitirle a otra mujer un aprendizaje para que ella no tuviera que pasar por esto”, explica Elsa.
El video musical de la canción muestra a una abuela, una madre y una hija cantando “a ella, quiero decirle a ella que no se dará cuenta y lo que está mal se hará normal”, mientras una llora en silenció, otra teje y la menor juega con sus muñecas. Elsa buscaba reflejar la visión de pasar los saberes de generación en generación. “Si mi abuela le pudiera haber enseñado a mi mamá las cosas para que ella no cometiera esos errores, a mi mamá, a mí y yo a otras personas, a una hija, a mis amigas o a mi alrededor. ‘A ella’ va en un sentido de cuidar a la otra”, comparte la cantautora.
En su disco anterior, Ya no somos los mismos (2022), explora el duelo detrás de una relación. Relata cómo es tratar de salir de un vínculo que se ha tornado tóxico y dañino para ambos: reclama, se desgarra y también agradece por lo vivido, por lo aprendido, por lo ganado. En Palacio mira otro camino. Se permite indagar en los sentimientos del gozo al iniciar una nueva relación, en el desborde de emociones positivas que la acompañan; más aún cuando dejas atrás patrones nocivos para los nuevos lazos e historias.
“Todes hemos vivido una relación tóxica. Sabemos cuánto nos desgasta, cuánto nos destruye, cuánto perdemos ahí y cuánto dejamos ahí. Y sabemos lo difícil que es reconstruirnos. Pero también hay una dicha profunda cuando encontramos y construimos una relación sana después de eso porque es muy fácil quedarte en los patrones de una relación tóxica. Gracias a Dios yo pude salir de ella y no replicar nada de eso”, reflexiona Elsa.
Al tiempo, también recuerda que fue extraño darse cuenta de que en una relación sana no debía andar de puntitas para no molestar al otro.
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La cantante colombiana Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o regional mexicano. Su propuesta busca abrazar la vulnerabilidad y compartirla con sus seguidores para acompañarse.
Ya lo decía Guillermo del Toro, los 20 son la “edad exacta de la desesperación”, cuando se piensa que la vida pasó y los mejores años se nos escaparon; sin embargo, después de transitar por ese pequeño infierno, uno nota que tiene todo el tiempo de su vida. Esto es lo que descubrió la cantante Elsa y Elmar (Elsa Carvajal, 30 años) con la creación de su disco Palacio, en el que plasmó las experiencias que ha vivido, pero desde la perspectiva de una Elsa más madura.
Entrar a los 30 le ayudó a habitar su propia piel de una manera más cómoda, libre y con una certeza: dejarse acompañar por la duda y la expectativa por lo que viene, pero nunca más por el miedo.
“Viví de mis 28 a mis 30 haciendo Palacio, esta es una edad muy importante para todas las personas porque salimos de la locura de los 20 y empezamos a tener un poquito el menú de la vida”, comparte en entrevista con Gatopardo.
Las canciones que forman el álbum son un reflejo de las experiencias que ha adquirido con el paso del tiempo. Trabajar en este proyecto la ayudó a atravesar los últimos años de los 20. “Conocí mis patrones de pensamiento, las cosas feas que me digo y, si las conozco, ya no les tengo tanto miedo. En los 30 siento que hay cimientos”, dice.
Este pensamiento se refleja en su canción “Gigante”, en la que habla acerca del síndrome de la impostora mientras canta: “Nunca es suficiente ni para el primero / y aunque yo lo sé me creo el puto juego / ¿Qué se sentirá siendo grande, gigante?”. Esta canción nació un día en el que Elsa se sentía pequeñita mientras se encontraba en un estudio en Madrid.
“Siempre quise colaborar con C Tangana y su equipo, un día conseguí una sesión de composición con la persona que le dirige la música [Víctor Martínez]. Cuando llegué a la sesión me bloqueé y yo generalmente no soy así. Había pasado una hora y seguía bloqueada, hasta que [el productor] Julian Bernal, con quien yo hago música, me dijo que escribiera sobre lo que estaba batallando en ese momento y era esa sensación de sentirme minúscula y pequeña con lo que había hecho en mi vida”, cuenta la cantante mientras se lleva las manos a la cabeza al recordar la frustración de aquella ocasión, pero lanza una sonrisa.
Enfrentarse con el síndrome de la impostora no fue lo único con lo que Elsa tuvo que lidiar durante la creación del disco. La canción “Policarpa” explora dos acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse la cantante. Policarpa, su perrita, falleció sorpresivamente luego de “caer y desangrarse”. Una semana después, Elsa vivió en carne propia algo similar. Su visita al hospital cambió su perspectiva de la vida. “Lloraba mucho y pensaba en cómo es posible que nos haya pasado lo mismo, pero se fue y yo me quedé. Y me conmovía mucho pensar que de pronto ella hubiera podido decir ‘yo me muero para que ella viva’”, menciona la cantante.
Te recomendamos leer: La vida en el espacio-tiempo de Los Tigres del Norte
Este suceso la invitó a quedarse en el presente y soltar el control, pero también la confrontó con la idea de la muerte. Ese shock de realidad que lleva a movilizarse tras una noticia así la impulsó a componer “Querer así”. Mientras estaba en un estudio, frenética, escribió: “Y ¿quién soy yo para exigir? / Si tienes que irte, te dejo ir. / Yo quedo bien, me quedo aquí. / Te traigo entre lo que dejastе en mí”, minutos después de enterarse que su abuelo, a quien veía como un papá, estaba enfermo en una clínica.
Elsa comparte: “‘Querer así’ es otra historia de cuando te levantas una mañana y no sabes que la vida te va a agarrar. Palacio habla un poco de muchas de las cosas que uno experimenta en la vida, como que se te mueren tus familiares”.
Aunque Elsa no tenía claro cómo lograría construir su álbum, en el camino logró adquirir confianza en su intuición para formar un equipo que sostuviera todo el trabajo que había detrás. Su disco Palacio le enseñó a soltar el control y a no necesitar todas las respuestas sobre el futuro.
“Solo mostrandome vulnerable he podido continuar en esta industria”
Elsa creció en Bucaramanga, Colombia, escuchando la música de Britney Spears, por lo que años más tarde se mudó a California, Estados Unidos, para intentar echar a andar su carrera. “Es muy difícil que los gringos te quieran abrir las puertas a menos que estés en una onda ‘latina’ digerible para ellos”, dice la cantante colombiana.
Tras algunos viajes a México, estableció diversas amistades en la industria musical que le abrieron las puertas para realizar tocadas. Notó que este país era un terreno muy fértil. “Mi música es mexicana”, declaró Elsa desde hace ocho años cuando se mudó al país, y agrega: “Me enamoré del público de acá, de la cultura, de la ciudad y amo este país: los tianguis, los mercados y nadie me va a quitar eso”.
Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o el regional mexicano. Su propuesta buscar abrazar la vulnerabilidad para compartirla con sus seguidores por medio de letras que tratan de explicar su realidad.
Con su tercer disco, Eres diamante (2019), Elsa comenzó a tocar temas sobre la salud mental en sus letras, pues compartió con sus seguidores sus miedos y preocupaciones más profundas; sin embargo, no fue un camino fácil, el proceso de mostrarse vulnerable frente al público requirió de mucho trabajo.
“Me daba cringe el abrirme, pero aprendí a lidiar con eso, aunque a veces me siento muy sola construyendo los nuevos sonidos del pop; incluso he tenido que lidiar con el rechazo de otros artistas que no me han tomado en cuenta por no estar en lo urbano o lo mainstream”, dice.
Con su música, Elsa busca que las temáticas en sus canciones no se centren únicamente en el amor o el desamor. Pero el conocer y mostrar su fragilidad siempre se encuentra en el centro de su propuesta.
“En la vulnerabilidad está el mayor poder, en abrir y expresar mis más grandes deseos y miedos encontré, y quisiera que todos encontraran, el poder, porque ya callas tu mente de tener que defenderte, ante el mundo y ante ti misma”, comenta.
La cantante reflexiona que en el álbum Eres diamante se abrió la grieta, pues a raíz de los problemas mentales con los que lidió en ese momento, como la ansiedad y la depresión, aprendió a pedir ayuda y a mostrar su fragilidad frente a los otros sin que esto significara un sinónimo de debilidad. En su más reciente álbum, Palacio, Elsa nos muestra a una mujer más cruda y consciente de sus emociones, que se permite no tomarse tan en serio; pero que también se da la oportunidad de transitar por el dolor.
“Solo mostrándome así he podido continuar en esta industria de la música que nos dice todo lo contrario, que nos empuja a muchas veces a hacer composiciones más superficiales que se puedan hacer virales. Pero escribo como medida para no enloquecer, como responsabilidad con quienes me siguen porque no quiero vender una imagen de alguien perfecto, siempre sano, porque aunque a veces me siento así, otras no. Para mí la música es refugio y la hago cuando lo necesito”, describe Elsa, quien estudió música desde los 9 años.
Elsa y Elmar para y por las girlies
Palacio es el diario que Elsa escribió para compartir su mundo con sus seguidores y hablar acerca de los duelos que atravesó. También narra todo el amor y desamor que experimentó, así como las emociones que la inundaron (la felicidad y el deseo) y la manera en que construyó vínculos más sanos con ella misma y con las demás personas que habitan su Palacio.
“Entre las piernas”, la octava canción del disco, habla sobre la experiencia de vivirse mujer, sobre las contradicciones de lo que se te exige y que te llevan a querer escaparte a un mundo sin tantas expectativas. No obstante, también es una canción para “todas las minorías a las que se les ha definido la experiencia, que siempre se les ha marcado cómo deben ser”, enfatiza.
Esto lo demostró en el Palacio de los Deportes cuando tocó ahí por primera vez, en el momento que las luces rojas lo inundaron todo mostrando la fuerza que transmitía Elsa y Elmar al cantarla. En un grito al unísono la frase “Puta, pero tierna” retumbó en las paredes del domo de cobre. La letra de este sencillo, coreada por el público que abarrotó el inmueble, llegó a la cabeza de la cantante colombiana en medio de un sueño mientras pasaba por un periodo premenstrual, harta ya de las canciones de amor.
“La soñé”, recuerda Elsa. “Soñé con esa sangre que corre entre las piernas y la sensación de estar insoportablemente perra”. El sueño culminó en la creación de “Entre las piernas”, la primera canción que la cantautora escribió para el álbum Palacio, la cual, a juicio de la colombiana, contiene la poesía y las palabras necesarias que muchas veces no encontró en las canciones feministas y por las que tuvo que enfrentarse incluso a la censura de los algoritmos de las redes sociales.
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Además, para acompañar el sencillo, la colombiana publicó un video en el que es representada por la ilustración de una mujer hecha a su semejanza, acompañada de una serpiente que emula la experiencia de menstruar. Pese a que cuidó cada detalle, el video fue censurado en Instagram, ahora solo vive en YouTube. Visiblemente frustrada, Elsa procede a contar el hecho: “El internet consideró mi video con nudismo cuando es animado y no hay nada sexual o violento, solo hay un mar de color rojo. Ni siquiera mostré sangre. Es raro que mi mundo interior sea algo muy distinto al mundo de afuera. A mí me causa mucha rabia conmigo misma, pensé que había burlado al algoritmo y no fue así”.
El último álbum de la cantante fue abrazado, en su mayoría, por mujeres, las reinis o girlies como ella las nombra. A través de canciones como “Drogada de emociones” o “Sé x q sé” expone un poco de lo que es la experiencia femenina con temas que nos han atravesado a todas, o casi a todas, como navegar en una nueva relación, la menstruación, descubrir una infidelidad por revisar el móvil y describir la acción con la frase: “Miré tu celular porque estaba ahogada”.
Las canciones de Elsa Carvajal han encontrado un enorme eco, particularmente con mujeres, letras como “Ojos de noche”, “Amantes y amigos”, “Ké mal” y “Nadie va” han brindado un refugio a la personas que, como ella, han sido traicionadas, salido de relaciones violentas o ghosteadas. “A ella”, una de las canciones del último disco, nace como una advertencia para otra mujer sobre los maltratos que puede recibir en una relación, los cuales la cantautora vivió.
“Alguna vez supe que una expareja que había tenido inició una nueva relación. No sentí celos, pero sí una nostalgia de imaginarme si a ella le estuviera pasando lo mismo que a mí; algunos le llaman sororidad, yo ni conocía estas palabras feministas. Hice la canción como si pudiera transmitirle a otra mujer un aprendizaje para que ella no tuviera que pasar por esto”, explica Elsa.
El video musical de la canción muestra a una abuela, una madre y una hija cantando “a ella, quiero decirle a ella que no se dará cuenta y lo que está mal se hará normal”, mientras una llora en silenció, otra teje y la menor juega con sus muñecas. Elsa buscaba reflejar la visión de pasar los saberes de generación en generación. “Si mi abuela le pudiera haber enseñado a mi mamá las cosas para que ella no cometiera esos errores, a mi mamá, a mí y yo a otras personas, a una hija, a mis amigas o a mi alrededor. ‘A ella’ va en un sentido de cuidar a la otra”, comparte la cantautora.
En su disco anterior, Ya no somos los mismos (2022), explora el duelo detrás de una relación. Relata cómo es tratar de salir de un vínculo que se ha tornado tóxico y dañino para ambos: reclama, se desgarra y también agradece por lo vivido, por lo aprendido, por lo ganado. En Palacio mira otro camino. Se permite indagar en los sentimientos del gozo al iniciar una nueva relación, en el desborde de emociones positivas que la acompañan; más aún cuando dejas atrás patrones nocivos para los nuevos lazos e historias.
“Todes hemos vivido una relación tóxica. Sabemos cuánto nos desgasta, cuánto nos destruye, cuánto perdemos ahí y cuánto dejamos ahí. Y sabemos lo difícil que es reconstruirnos. Pero también hay una dicha profunda cuando encontramos y construimos una relación sana después de eso porque es muy fácil quedarte en los patrones de una relación tóxica. Gracias a Dios yo pude salir de ella y no replicar nada de eso”, reflexiona Elsa.
Al tiempo, también recuerda que fue extraño darse cuenta de que en una relación sana no debía andar de puntitas para no molestar al otro.
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La cantante colombiana Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o regional mexicano. Su propuesta busca abrazar la vulnerabilidad y compartirla con sus seguidores para acompañarse.
Ya lo decía Guillermo del Toro, los 20 son la “edad exacta de la desesperación”, cuando se piensa que la vida pasó y los mejores años se nos escaparon; sin embargo, después de transitar por ese pequeño infierno, uno nota que tiene todo el tiempo de su vida. Esto es lo que descubrió la cantante Elsa y Elmar (Elsa Carvajal, 30 años) con la creación de su disco Palacio, en el que plasmó las experiencias que ha vivido, pero desde la perspectiva de una Elsa más madura.
Entrar a los 30 le ayudó a habitar su propia piel de una manera más cómoda, libre y con una certeza: dejarse acompañar por la duda y la expectativa por lo que viene, pero nunca más por el miedo.
“Viví de mis 28 a mis 30 haciendo Palacio, esta es una edad muy importante para todas las personas porque salimos de la locura de los 20 y empezamos a tener un poquito el menú de la vida”, comparte en entrevista con Gatopardo.
Las canciones que forman el álbum son un reflejo de las experiencias que ha adquirido con el paso del tiempo. Trabajar en este proyecto la ayudó a atravesar los últimos años de los 20. “Conocí mis patrones de pensamiento, las cosas feas que me digo y, si las conozco, ya no les tengo tanto miedo. En los 30 siento que hay cimientos”, dice.
Este pensamiento se refleja en su canción “Gigante”, en la que habla acerca del síndrome de la impostora mientras canta: “Nunca es suficiente ni para el primero / y aunque yo lo sé me creo el puto juego / ¿Qué se sentirá siendo grande, gigante?”. Esta canción nació un día en el que Elsa se sentía pequeñita mientras se encontraba en un estudio en Madrid.
“Siempre quise colaborar con C Tangana y su equipo, un día conseguí una sesión de composición con la persona que le dirige la música [Víctor Martínez]. Cuando llegué a la sesión me bloqueé y yo generalmente no soy así. Había pasado una hora y seguía bloqueada, hasta que [el productor] Julian Bernal, con quien yo hago música, me dijo que escribiera sobre lo que estaba batallando en ese momento y era esa sensación de sentirme minúscula y pequeña con lo que había hecho en mi vida”, cuenta la cantante mientras se lleva las manos a la cabeza al recordar la frustración de aquella ocasión, pero lanza una sonrisa.
Enfrentarse con el síndrome de la impostora no fue lo único con lo que Elsa tuvo que lidiar durante la creación del disco. La canción “Policarpa” explora dos acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse la cantante. Policarpa, su perrita, falleció sorpresivamente luego de “caer y desangrarse”. Una semana después, Elsa vivió en carne propia algo similar. Su visita al hospital cambió su perspectiva de la vida. “Lloraba mucho y pensaba en cómo es posible que nos haya pasado lo mismo, pero se fue y yo me quedé. Y me conmovía mucho pensar que de pronto ella hubiera podido decir ‘yo me muero para que ella viva’”, menciona la cantante.
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Este suceso la invitó a quedarse en el presente y soltar el control, pero también la confrontó con la idea de la muerte. Ese shock de realidad que lleva a movilizarse tras una noticia así la impulsó a componer “Querer así”. Mientras estaba en un estudio, frenética, escribió: “Y ¿quién soy yo para exigir? / Si tienes que irte, te dejo ir. / Yo quedo bien, me quedo aquí. / Te traigo entre lo que dejastе en mí”, minutos después de enterarse que su abuelo, a quien veía como un papá, estaba enfermo en una clínica.
Elsa comparte: “‘Querer así’ es otra historia de cuando te levantas una mañana y no sabes que la vida te va a agarrar. Palacio habla un poco de muchas de las cosas que uno experimenta en la vida, como que se te mueren tus familiares”.
Aunque Elsa no tenía claro cómo lograría construir su álbum, en el camino logró adquirir confianza en su intuición para formar un equipo que sostuviera todo el trabajo que había detrás. Su disco Palacio le enseñó a soltar el control y a no necesitar todas las respuestas sobre el futuro.
“Solo mostrandome vulnerable he podido continuar en esta industria”
Elsa creció en Bucaramanga, Colombia, escuchando la música de Britney Spears, por lo que años más tarde se mudó a California, Estados Unidos, para intentar echar a andar su carrera. “Es muy difícil que los gringos te quieran abrir las puertas a menos que estés en una onda ‘latina’ digerible para ellos”, dice la cantante colombiana.
Tras algunos viajes a México, estableció diversas amistades en la industria musical que le abrieron las puertas para realizar tocadas. Notó que este país era un terreno muy fértil. “Mi música es mexicana”, declaró Elsa desde hace ocho años cuando se mudó al país, y agrega: “Me enamoré del público de acá, de la cultura, de la ciudad y amo este país: los tianguis, los mercados y nadie me va a quitar eso”.
Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o el regional mexicano. Su propuesta buscar abrazar la vulnerabilidad para compartirla con sus seguidores por medio de letras que tratan de explicar su realidad.
Con su tercer disco, Eres diamante (2019), Elsa comenzó a tocar temas sobre la salud mental en sus letras, pues compartió con sus seguidores sus miedos y preocupaciones más profundas; sin embargo, no fue un camino fácil, el proceso de mostrarse vulnerable frente al público requirió de mucho trabajo.
“Me daba cringe el abrirme, pero aprendí a lidiar con eso, aunque a veces me siento muy sola construyendo los nuevos sonidos del pop; incluso he tenido que lidiar con el rechazo de otros artistas que no me han tomado en cuenta por no estar en lo urbano o lo mainstream”, dice.
Con su música, Elsa busca que las temáticas en sus canciones no se centren únicamente en el amor o el desamor. Pero el conocer y mostrar su fragilidad siempre se encuentra en el centro de su propuesta.
“En la vulnerabilidad está el mayor poder, en abrir y expresar mis más grandes deseos y miedos encontré, y quisiera que todos encontraran, el poder, porque ya callas tu mente de tener que defenderte, ante el mundo y ante ti misma”, comenta.
La cantante reflexiona que en el álbum Eres diamante se abrió la grieta, pues a raíz de los problemas mentales con los que lidió en ese momento, como la ansiedad y la depresión, aprendió a pedir ayuda y a mostrar su fragilidad frente a los otros sin que esto significara un sinónimo de debilidad. En su más reciente álbum, Palacio, Elsa nos muestra a una mujer más cruda y consciente de sus emociones, que se permite no tomarse tan en serio; pero que también se da la oportunidad de transitar por el dolor.
“Solo mostrándome así he podido continuar en esta industria de la música que nos dice todo lo contrario, que nos empuja a muchas veces a hacer composiciones más superficiales que se puedan hacer virales. Pero escribo como medida para no enloquecer, como responsabilidad con quienes me siguen porque no quiero vender una imagen de alguien perfecto, siempre sano, porque aunque a veces me siento así, otras no. Para mí la música es refugio y la hago cuando lo necesito”, describe Elsa, quien estudió música desde los 9 años.
Elsa y Elmar para y por las girlies
Palacio es el diario que Elsa escribió para compartir su mundo con sus seguidores y hablar acerca de los duelos que atravesó. También narra todo el amor y desamor que experimentó, así como las emociones que la inundaron (la felicidad y el deseo) y la manera en que construyó vínculos más sanos con ella misma y con las demás personas que habitan su Palacio.
“Entre las piernas”, la octava canción del disco, habla sobre la experiencia de vivirse mujer, sobre las contradicciones de lo que se te exige y que te llevan a querer escaparte a un mundo sin tantas expectativas. No obstante, también es una canción para “todas las minorías a las que se les ha definido la experiencia, que siempre se les ha marcado cómo deben ser”, enfatiza.
Esto lo demostró en el Palacio de los Deportes cuando tocó ahí por primera vez, en el momento que las luces rojas lo inundaron todo mostrando la fuerza que transmitía Elsa y Elmar al cantarla. En un grito al unísono la frase “Puta, pero tierna” retumbó en las paredes del domo de cobre. La letra de este sencillo, coreada por el público que abarrotó el inmueble, llegó a la cabeza de la cantante colombiana en medio de un sueño mientras pasaba por un periodo premenstrual, harta ya de las canciones de amor.
“La soñé”, recuerda Elsa. “Soñé con esa sangre que corre entre las piernas y la sensación de estar insoportablemente perra”. El sueño culminó en la creación de “Entre las piernas”, la primera canción que la cantautora escribió para el álbum Palacio, la cual, a juicio de la colombiana, contiene la poesía y las palabras necesarias que muchas veces no encontró en las canciones feministas y por las que tuvo que enfrentarse incluso a la censura de los algoritmos de las redes sociales.
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Además, para acompañar el sencillo, la colombiana publicó un video en el que es representada por la ilustración de una mujer hecha a su semejanza, acompañada de una serpiente que emula la experiencia de menstruar. Pese a que cuidó cada detalle, el video fue censurado en Instagram, ahora solo vive en YouTube. Visiblemente frustrada, Elsa procede a contar el hecho: “El internet consideró mi video con nudismo cuando es animado y no hay nada sexual o violento, solo hay un mar de color rojo. Ni siquiera mostré sangre. Es raro que mi mundo interior sea algo muy distinto al mundo de afuera. A mí me causa mucha rabia conmigo misma, pensé que había burlado al algoritmo y no fue así”.
El último álbum de la cantante fue abrazado, en su mayoría, por mujeres, las reinis o girlies como ella las nombra. A través de canciones como “Drogada de emociones” o “Sé x q sé” expone un poco de lo que es la experiencia femenina con temas que nos han atravesado a todas, o casi a todas, como navegar en una nueva relación, la menstruación, descubrir una infidelidad por revisar el móvil y describir la acción con la frase: “Miré tu celular porque estaba ahogada”.
Las canciones de Elsa Carvajal han encontrado un enorme eco, particularmente con mujeres, letras como “Ojos de noche”, “Amantes y amigos”, “Ké mal” y “Nadie va” han brindado un refugio a la personas que, como ella, han sido traicionadas, salido de relaciones violentas o ghosteadas. “A ella”, una de las canciones del último disco, nace como una advertencia para otra mujer sobre los maltratos que puede recibir en una relación, los cuales la cantautora vivió.
“Alguna vez supe que una expareja que había tenido inició una nueva relación. No sentí celos, pero sí una nostalgia de imaginarme si a ella le estuviera pasando lo mismo que a mí; algunos le llaman sororidad, yo ni conocía estas palabras feministas. Hice la canción como si pudiera transmitirle a otra mujer un aprendizaje para que ella no tuviera que pasar por esto”, explica Elsa.
El video musical de la canción muestra a una abuela, una madre y una hija cantando “a ella, quiero decirle a ella que no se dará cuenta y lo que está mal se hará normal”, mientras una llora en silenció, otra teje y la menor juega con sus muñecas. Elsa buscaba reflejar la visión de pasar los saberes de generación en generación. “Si mi abuela le pudiera haber enseñado a mi mamá las cosas para que ella no cometiera esos errores, a mi mamá, a mí y yo a otras personas, a una hija, a mis amigas o a mi alrededor. ‘A ella’ va en un sentido de cuidar a la otra”, comparte la cantautora.
En su disco anterior, Ya no somos los mismos (2022), explora el duelo detrás de una relación. Relata cómo es tratar de salir de un vínculo que se ha tornado tóxico y dañino para ambos: reclama, se desgarra y también agradece por lo vivido, por lo aprendido, por lo ganado. En Palacio mira otro camino. Se permite indagar en los sentimientos del gozo al iniciar una nueva relación, en el desborde de emociones positivas que la acompañan; más aún cuando dejas atrás patrones nocivos para los nuevos lazos e historias.
“Todes hemos vivido una relación tóxica. Sabemos cuánto nos desgasta, cuánto nos destruye, cuánto perdemos ahí y cuánto dejamos ahí. Y sabemos lo difícil que es reconstruirnos. Pero también hay una dicha profunda cuando encontramos y construimos una relación sana después de eso porque es muy fácil quedarte en los patrones de una relación tóxica. Gracias a Dios yo pude salir de ella y no replicar nada de eso”, reflexiona Elsa.
Al tiempo, también recuerda que fue extraño darse cuenta de que en una relación sana no debía andar de puntitas para no molestar al otro.
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La cantante colombiana Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o regional mexicano. Su propuesta busca abrazar la vulnerabilidad y compartirla con sus seguidores para acompañarse.
Ya lo decía Guillermo del Toro, los 20 son la “edad exacta de la desesperación”, cuando se piensa que la vida pasó y los mejores años se nos escaparon; sin embargo, después de transitar por ese pequeño infierno, uno nota que tiene todo el tiempo de su vida. Esto es lo que descubrió la cantante Elsa y Elmar (Elsa Carvajal, 30 años) con la creación de su disco Palacio, en el que plasmó las experiencias que ha vivido, pero desde la perspectiva de una Elsa más madura.
Entrar a los 30 le ayudó a habitar su propia piel de una manera más cómoda, libre y con una certeza: dejarse acompañar por la duda y la expectativa por lo que viene, pero nunca más por el miedo.
“Viví de mis 28 a mis 30 haciendo Palacio, esta es una edad muy importante para todas las personas porque salimos de la locura de los 20 y empezamos a tener un poquito el menú de la vida”, comparte en entrevista con Gatopardo.
Las canciones que forman el álbum son un reflejo de las experiencias que ha adquirido con el paso del tiempo. Trabajar en este proyecto la ayudó a atravesar los últimos años de los 20. “Conocí mis patrones de pensamiento, las cosas feas que me digo y, si las conozco, ya no les tengo tanto miedo. En los 30 siento que hay cimientos”, dice.
Este pensamiento se refleja en su canción “Gigante”, en la que habla acerca del síndrome de la impostora mientras canta: “Nunca es suficiente ni para el primero / y aunque yo lo sé me creo el puto juego / ¿Qué se sentirá siendo grande, gigante?”. Esta canción nació un día en el que Elsa se sentía pequeñita mientras se encontraba en un estudio en Madrid.
“Siempre quise colaborar con C Tangana y su equipo, un día conseguí una sesión de composición con la persona que le dirige la música [Víctor Martínez]. Cuando llegué a la sesión me bloqueé y yo generalmente no soy así. Había pasado una hora y seguía bloqueada, hasta que [el productor] Julian Bernal, con quien yo hago música, me dijo que escribiera sobre lo que estaba batallando en ese momento y era esa sensación de sentirme minúscula y pequeña con lo que había hecho en mi vida”, cuenta la cantante mientras se lleva las manos a la cabeza al recordar la frustración de aquella ocasión, pero lanza una sonrisa.
Enfrentarse con el síndrome de la impostora no fue lo único con lo que Elsa tuvo que lidiar durante la creación del disco. La canción “Policarpa” explora dos acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse la cantante. Policarpa, su perrita, falleció sorpresivamente luego de “caer y desangrarse”. Una semana después, Elsa vivió en carne propia algo similar. Su visita al hospital cambió su perspectiva de la vida. “Lloraba mucho y pensaba en cómo es posible que nos haya pasado lo mismo, pero se fue y yo me quedé. Y me conmovía mucho pensar que de pronto ella hubiera podido decir ‘yo me muero para que ella viva’”, menciona la cantante.
Te recomendamos leer: La vida en el espacio-tiempo de Los Tigres del Norte
Este suceso la invitó a quedarse en el presente y soltar el control, pero también la confrontó con la idea de la muerte. Ese shock de realidad que lleva a movilizarse tras una noticia así la impulsó a componer “Querer así”. Mientras estaba en un estudio, frenética, escribió: “Y ¿quién soy yo para exigir? / Si tienes que irte, te dejo ir. / Yo quedo bien, me quedo aquí. / Te traigo entre lo que dejastе en mí”, minutos después de enterarse que su abuelo, a quien veía como un papá, estaba enfermo en una clínica.
Elsa comparte: “‘Querer así’ es otra historia de cuando te levantas una mañana y no sabes que la vida te va a agarrar. Palacio habla un poco de muchas de las cosas que uno experimenta en la vida, como que se te mueren tus familiares”.
Aunque Elsa no tenía claro cómo lograría construir su álbum, en el camino logró adquirir confianza en su intuición para formar un equipo que sostuviera todo el trabajo que había detrás. Su disco Palacio le enseñó a soltar el control y a no necesitar todas las respuestas sobre el futuro.
“Solo mostrandome vulnerable he podido continuar en esta industria”
Elsa creció en Bucaramanga, Colombia, escuchando la música de Britney Spears, por lo que años más tarde se mudó a California, Estados Unidos, para intentar echar a andar su carrera. “Es muy difícil que los gringos te quieran abrir las puertas a menos que estés en una onda ‘latina’ digerible para ellos”, dice la cantante colombiana.
Tras algunos viajes a México, estableció diversas amistades en la industria musical que le abrieron las puertas para realizar tocadas. Notó que este país era un terreno muy fértil. “Mi música es mexicana”, declaró Elsa desde hace ocho años cuando se mudó al país, y agrega: “Me enamoré del público de acá, de la cultura, de la ciudad y amo este país: los tianguis, los mercados y nadie me va a quitar eso”.
Elsa y Elmar apuesta por construir un nuevo pop que sea tan consumido por el público como el reguetón o el regional mexicano. Su propuesta buscar abrazar la vulnerabilidad para compartirla con sus seguidores por medio de letras que tratan de explicar su realidad.
Con su tercer disco, Eres diamante (2019), Elsa comenzó a tocar temas sobre la salud mental en sus letras, pues compartió con sus seguidores sus miedos y preocupaciones más profundas; sin embargo, no fue un camino fácil, el proceso de mostrarse vulnerable frente al público requirió de mucho trabajo.
“Me daba cringe el abrirme, pero aprendí a lidiar con eso, aunque a veces me siento muy sola construyendo los nuevos sonidos del pop; incluso he tenido que lidiar con el rechazo de otros artistas que no me han tomado en cuenta por no estar en lo urbano o lo mainstream”, dice.
Con su música, Elsa busca que las temáticas en sus canciones no se centren únicamente en el amor o el desamor. Pero el conocer y mostrar su fragilidad siempre se encuentra en el centro de su propuesta.
“En la vulnerabilidad está el mayor poder, en abrir y expresar mis más grandes deseos y miedos encontré, y quisiera que todos encontraran, el poder, porque ya callas tu mente de tener que defenderte, ante el mundo y ante ti misma”, comenta.
La cantante reflexiona que en el álbum Eres diamante se abrió la grieta, pues a raíz de los problemas mentales con los que lidió en ese momento, como la ansiedad y la depresión, aprendió a pedir ayuda y a mostrar su fragilidad frente a los otros sin que esto significara un sinónimo de debilidad. En su más reciente álbum, Palacio, Elsa nos muestra a una mujer más cruda y consciente de sus emociones, que se permite no tomarse tan en serio; pero que también se da la oportunidad de transitar por el dolor.
“Solo mostrándome así he podido continuar en esta industria de la música que nos dice todo lo contrario, que nos empuja a muchas veces a hacer composiciones más superficiales que se puedan hacer virales. Pero escribo como medida para no enloquecer, como responsabilidad con quienes me siguen porque no quiero vender una imagen de alguien perfecto, siempre sano, porque aunque a veces me siento así, otras no. Para mí la música es refugio y la hago cuando lo necesito”, describe Elsa, quien estudió música desde los 9 años.
Elsa y Elmar para y por las girlies
Palacio es el diario que Elsa escribió para compartir su mundo con sus seguidores y hablar acerca de los duelos que atravesó. También narra todo el amor y desamor que experimentó, así como las emociones que la inundaron (la felicidad y el deseo) y la manera en que construyó vínculos más sanos con ella misma y con las demás personas que habitan su Palacio.
“Entre las piernas”, la octava canción del disco, habla sobre la experiencia de vivirse mujer, sobre las contradicciones de lo que se te exige y que te llevan a querer escaparte a un mundo sin tantas expectativas. No obstante, también es una canción para “todas las minorías a las que se les ha definido la experiencia, que siempre se les ha marcado cómo deben ser”, enfatiza.
Esto lo demostró en el Palacio de los Deportes cuando tocó ahí por primera vez, en el momento que las luces rojas lo inundaron todo mostrando la fuerza que transmitía Elsa y Elmar al cantarla. En un grito al unísono la frase “Puta, pero tierna” retumbó en las paredes del domo de cobre. La letra de este sencillo, coreada por el público que abarrotó el inmueble, llegó a la cabeza de la cantante colombiana en medio de un sueño mientras pasaba por un periodo premenstrual, harta ya de las canciones de amor.
“La soñé”, recuerda Elsa. “Soñé con esa sangre que corre entre las piernas y la sensación de estar insoportablemente perra”. El sueño culminó en la creación de “Entre las piernas”, la primera canción que la cantautora escribió para el álbum Palacio, la cual, a juicio de la colombiana, contiene la poesía y las palabras necesarias que muchas veces no encontró en las canciones feministas y por las que tuvo que enfrentarse incluso a la censura de los algoritmos de las redes sociales.
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Además, para acompañar el sencillo, la colombiana publicó un video en el que es representada por la ilustración de una mujer hecha a su semejanza, acompañada de una serpiente que emula la experiencia de menstruar. Pese a que cuidó cada detalle, el video fue censurado en Instagram, ahora solo vive en YouTube. Visiblemente frustrada, Elsa procede a contar el hecho: “El internet consideró mi video con nudismo cuando es animado y no hay nada sexual o violento, solo hay un mar de color rojo. Ni siquiera mostré sangre. Es raro que mi mundo interior sea algo muy distinto al mundo de afuera. A mí me causa mucha rabia conmigo misma, pensé que había burlado al algoritmo y no fue así”.
El último álbum de la cantante fue abrazado, en su mayoría, por mujeres, las reinis o girlies como ella las nombra. A través de canciones como “Drogada de emociones” o “Sé x q sé” expone un poco de lo que es la experiencia femenina con temas que nos han atravesado a todas, o casi a todas, como navegar en una nueva relación, la menstruación, descubrir una infidelidad por revisar el móvil y describir la acción con la frase: “Miré tu celular porque estaba ahogada”.
Las canciones de Elsa Carvajal han encontrado un enorme eco, particularmente con mujeres, letras como “Ojos de noche”, “Amantes y amigos”, “Ké mal” y “Nadie va” han brindado un refugio a la personas que, como ella, han sido traicionadas, salido de relaciones violentas o ghosteadas. “A ella”, una de las canciones del último disco, nace como una advertencia para otra mujer sobre los maltratos que puede recibir en una relación, los cuales la cantautora vivió.
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El video musical de la canción muestra a una abuela, una madre y una hija cantando “a ella, quiero decirle a ella que no se dará cuenta y lo que está mal se hará normal”, mientras una llora en silenció, otra teje y la menor juega con sus muñecas. Elsa buscaba reflejar la visión de pasar los saberes de generación en generación. “Si mi abuela le pudiera haber enseñado a mi mamá las cosas para que ella no cometiera esos errores, a mi mamá, a mí y yo a otras personas, a una hija, a mis amigas o a mi alrededor. ‘A ella’ va en un sentido de cuidar a la otra”, comparte la cantautora.
En su disco anterior, Ya no somos los mismos (2022), explora el duelo detrás de una relación. Relata cómo es tratar de salir de un vínculo que se ha tornado tóxico y dañino para ambos: reclama, se desgarra y también agradece por lo vivido, por lo aprendido, por lo ganado. En Palacio mira otro camino. Se permite indagar en los sentimientos del gozo al iniciar una nueva relación, en el desborde de emociones positivas que la acompañan; más aún cuando dejas atrás patrones nocivos para los nuevos lazos e historias.
“Todes hemos vivido una relación tóxica. Sabemos cuánto nos desgasta, cuánto nos destruye, cuánto perdemos ahí y cuánto dejamos ahí. Y sabemos lo difícil que es reconstruirnos. Pero también hay una dicha profunda cuando encontramos y construimos una relación sana después de eso porque es muy fácil quedarte en los patrones de una relación tóxica. Gracias a Dios yo pude salir de ella y no replicar nada de eso”, reflexiona Elsa.
Al tiempo, también recuerda que fue extraño darse cuenta de que en una relación sana no debía andar de puntitas para no molestar al otro.
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