El exilio de muchos artistas, periodistas y profesionales de la cultura cubanos debe calificarse como forzado. Después de sobrevivir a una variedad de tácticas intimidatorias y represivas —identificadas por PEN Internacional, ARC y Cubalex como un método discernible del régimen—, tuvieron que abandonar la isla bajo coerción; las opciones que les dio el gobierno fueron: colaborar delatando a sus compañeros, ir a prisión por años o “aceptar” el exilio.
El método que sigue el gobierno de Cuba para forzar al exilio a artistas, profesionales de la cultura y periodistas fue identificado y descrito en el más reciente informe de PEN Internacional, Artists at Risk Connection y Cubalex. Una aclaración primordial, según siete testimonios compilados en el documento, es que no deseaban abandonar la isla: este tipo de exilio no es voluntario, en realidad, sus víctimas fueron coercionadas hasta que “aceptaron” salir del país. Al final de una larga sucesión de técnicas intimidatorias y violaciones a sus derechos —expuestas en el informe y resumidas aquí—, el régimen totalitario les dio a los artistas, curadores y periodistas estas “opciones”: colaborar con información sobre sus colegas, pasar años en prisión o exiliarse —en ciertos casos el propio gobierno cubano compró los boletos de avión y los funcionarios los condujeron al aeropuerto—. Por esa razón, las tres organizaciones que elaboraron Método Cuba denominan estos casos como “exilios forzados”.
Todo comienza con un poema, una canción, una obra o una acción concreta, algo que activa al aparato censor del Estado. Empieza la vigilancia en internet. El gobierno de Cuba monitorea las redes sociales para identificar a quienes acuden a una protesta y bloquea selectivamente el acceso a internet de sus críticos. Claudia Genlui, fundadora del Movimiento San Isidro (MSI), relata en el informe: “Nos cortaban la comunicación [...], no te permitían el acceso a internet, cortando la conexión… te bloquean el e-mail o el teléfono”. Estas acciones, apunta el documento, “pueden impedirles [a quienes las padecen] compartir su trabajo en línea, desconectándolos de su público y limitando su capacidad de colaborar con otros artistas”.
La vigilancia se extiende fuera del mundo digital. De acuerdo con los testimonios, el gobierno coloca agentes de Seguridad del Estado e incluso patrullas afuera de sus casas. Esta clase de vigilancia no solamente es intimidatoria, sino que se vuelve un obstáculo para ganar dinero, comprar comida y reunirse con familiares, amigos y colegas. Acerca de esto último, el régimen totalitario de Cuba intenta —y muchas veces logra— cercenar los círculos sociales de sus críticos. Una muestra es que sus funcionarios se ponen en contacto con las personas cercanas a los artistas, periodistas y curadores para evitar que hablen y convivan con ellos, amenazándolos con que perderán su trabajo si mantienen esa relación.
“Mucha gente se alejaba de nosotros y te sientes un tipo de gente tóxica, radioactiva básicamente”, dice el activista, productor y gestor cultural Michel Matos sobre las campañas de acoso y difamación que el Estado dirige en su contra. Lo hace tanto en redes sociales, por medio de bots, y en televisión nacional, donde filtra las conversaciones privadas de sus críticos, los acusa públicamente de haber cometido delitos o de actuar en contra del régimen revolucionario de Cuba. El objetivo es deslegitimarlos y aislarlos. “Este es el inicio del no ciudadano”, afirma el artista Hamlet Lavastida, “te vuelves un ‘elemento contrarrevolucionario’ como dice la propaganda”. “La gente, ciertamente, termina alejándose de ti”, corrobora Matos.
Las tres organizaciones que elaboraron el informe detectaron que la censura estatal en la isla tiene una tendencia: va escalando en cuanto a sus tácticas represivas. Método Cuba revela que el acoso gubernamental puede ascender a despidos improcedentes y a la privación y confiscación del material que necesitan para su trabajo creativo: “Nueve de los artistas entrevistados alegaron haber sido expulsados de instituciones artísticas estatales y escuelas de arte de enseñanza superior con las que habían trabajado o de las que habían formado parte”.
Los raperos Eliexer Márquez (el Funky), Denis Solís y Ramón López (el Inva) recuerdan que les impidieron trabajar como DJ y acceder a estudios de grabación. “Nos excluyen y nos impiden seguir grabando en los estudios, es decir, en los estudios donde nosotros podíamos grabar que no pertenecen al gobierno”, declaró Eliexer, autor de la canción “Patria y vida”, junto a los raperos Yotuel Romero, Descemer Bueno, Maykel Osorbo y el grupo Gente de Zona. Esta canción acompañó como un himno las protestas masivas del 11 de junio de 2021 y llevó a prisión a Maykel y a Yotuel. Todavía en julio de 2023, el primero continúa en la cárcel; Yotuel y “El Funky” viven en el exilio.
Otro de los casos expuestos en Método Cuba que inicia con un despido es el de Yanelys Núñez. “El primer acto violento que sufrí fue la expulsión de mi centro de trabajo”. Yanelys es investigadora, curadora de arte, cofundadora del Museo de la Disidencia en Cuba y de la #00Bienal de La Habana, y también víctima de acoso psicológico por parte del Estado cubano: “Comenzó el acoso a mi familia, fueron al trabajo de mi mamá y la amenazaron”.
La represión del régimen de Cuba sigue aumentando si los críticos se niegan a acatar la censura. Entonces se vuelven frecuentes las detenciones arbitrarias de corta duración y los arrestos domiciliarios. Estas tácticas, insiste el informe presentado por PEN, ARC y Cubalex, a la vez socavan la capacidad de los artistas para dedicarse plenamente a la creación y la expresión de su arte.
“Un día me secuestraron en la calle”, expone en Método Cuba Carolina Barrero, historiadora del arte y defensora de derechos humanos, “me tiraron dentro de una patrulla como quien tira un saco de papas”. En febrero de 2021, Barrero fue acusada de “clandestinidad de impresos”: había imprimido dos mil copias de un dibujo y unos versos de José Martí, escritor y pensador a quien se le considera el apóstol de la independencia de Cuba. “Me detuvieron durante horas en un cuarto custodiado por dos mujeres del cuerpo [de policía, a las] que llaman Marianas, sin ninguna explicación ni documento legal que justificara la detención. Cuando intenté salir fui golpeada por ellas. No llevaban uniforme, sino que vestían de civil”, dice Barrero, quien también denuncia haber sido detenida más de veinte veces entre enero de 2021 y enero de 2022. La última sucedió el 27 de aquel mes, cuando fue apresada luego de participar en una manifestación pacífica en apoyo a un grupo de madres de presos políticos. Una vez encerrada, las autoridades le dijeron que tenía cuarenta y ocho horas para irse de la isla, y le advirtieron: “Si no te vas, a doce de las madres que estaban allí contigo las vamos a procesar por desorden público”. Carolina Barrero salió de Cuba el 3 de febrero de 2022, menos de una semana después de recibir esa amenaza de las autoridades.
En 2017 el escritor y periodista Abraham Jiménez Enoa fue detenido durante once horas por autoridades del régimen de Cuba. Le quitaron su computadora y su teléfono. “Intentaron vejarme a golpes y con tortura psicológica. Me pusieron en un cuarto con la temperatura superbaja, me dejaban solo y me quitaron mi reloj: no sabía qué hora era y amenazaban con encarcelarme”, explica. “En otra ocasión, la peor de las detenciones arbitrarias, me llevaron una citación policial a la casa para que me presentara a un interrogatorio. Cuando voy al lugar indicado, no existía tal estación policial, estaba derruida, y alguien me dijo ‘pasa, adelante’. Adentro me desnudaron, me esposaron, me metieron dentro de un carro y me gritaban: ‘¡No levante la cabeza, no levante la cabeza!’”. El hostigamiento de las autoridades cubanas y sus detenciones constantes finalmente provocaron que Jiménez Enoa abandonara la isla. Su madre, abogada de profesión, fue expulsada de su trabajo y su hermana tuvo que dejar su empleo.
Otra de las preocupantes revelaciones de Método Cuba es que el Estado juzga y encarcela a sus críticos en juicios sumarios. Muchos denuncian que no pudieron ejercer su derecho a una defensa legal independiente, porque los abogados, fiscales y jueces carecen de autonomía judicial y deben defender el régimen de la Revolución cubana. En una flagrante violación al debido proceso, el periodista y escritor Jorge Olivera solo pudo reunirse con su abogado “cinco o seis minutos antes del juicio”. Otro ejemplo: el del periodista Esteban Rodríguez, quien estuvo encarcelado, lo metieron cinco días a un calabozo, desnudo. Los guardias dejaban la luz encendida en la celda. Todo esto constituye tortura.
Desde luego, estos casos no son excepcionales, durante más de sesenta años el régimen totalitario de Cuba ha censurado y hostigado a artistas e intelectuales —y a cualquier ciudadano crítico del gobierno— mediante mecanismos que encubren y disfrazan estos actos represivos para evitar el escrutinio internacional. Entre los años 2016 y 2019, el Estado cubano ha adoptado veintisiete nuevas disposiciones legales para regular la producción artística; entre ellas se encuentra el decreto 349, promulgado en 2018, con el que se controla y restringe la producción artística en la isla. Hace apenas unos meses, el 25 de mayo de 2023, la Asamblea Nacional de Cuba aprobó una Ley de Comunicación que criminaliza a los medios de comunicación independientes y la libre expresión.
Para visibilizar los patrones y las estrategias de censura, acoso y persecución que implementa el gobierno de Cuba, ARC, PEN Internacional y Cubalex publicaron en Método Cuba una recopilación de diecisiete testimonios de artistas, profesionales de la cultura y periodistas, entre los que se encuentran los raperos Denis Solís, Ramón López y Eliexer Márquez; los artistas Hamlet Lavastida y Tania Bruguera; la poeta Katherine Bisquet; y las curadoras de arte Claudia Genlui y Anamely Ramos.
Método Cuba fue elaborado por dichas organizaciones mediante una amplia labor de investigación que se basó en publicaciones anteriores, consultas con expertos en derechos humanos en Cuba y el exhaustivo seguimiento de algunos casos a través de entrevistas realizadas a profesionales de la cultura cubanos. Estos textos develan la serie de acciones de presión e intimidación que emplean las fuerzas de seguridad del Estado, que para recapitular son: vigilancia digital y policial, restricciones de acceso a internet, violaciones al derecho de trabajar, acoso y difamación pública, detenciones arbitrarias, arrestos domiciliarios, amenazas telefónicas anónimas, encarcelamiento, tortura tanto física como psicológica, violaciones al debido proceso, exilio forzado y la prohibición de volver al país.
Claudia Genlui, forzada al exilio por el régimen, dice: “Esa dictadura me ha arrebatado Cuba. Me ha arrebatado lo que soy, lo más valioso que yo tenía en la vida. Las cosas más valiosas son las que me ha arrebatado. Y una vez que lo mira uno desde afuera, es como que ese dolor aumenta y ese miedo a no poder tener, a recuperar tus cosas, es lo que más duele, las cosas que no son reemplazables. Mi abuela no es reemplazable. Mi gata no es reemplazable. Mi hogar no es reemplazable”.
Desde el 11 de julio de 2021, cuando miles de personas salieron a manifestarse en al menos 58 localidades, el gobierno de Cuba “ha perfeccionado una variedad de herramientas para reprimir a los artistas ‘subversivos’”, dice el informe. El Estado “ha obstaculizado de forma efectiva la creación y difusión del arte crítico”, lo que no solamente afecta a los profesionales de la cultura, sino que inculca la autocensura y evita los cambios que demandan varios sectores sociales. En palabras de Yanelys Núñez: “Sin embargo, siempre pienso que somos pocos en el terreno y si nos vamos todos, ¿quién construye desde allí?”.
Cubalex y el grupo de solidaridad Justicia 11J registran al menos 1,813 detenciones arbitrarias por las protestas del 11 de julio, 768 siguen en la cárcel. Entre ellos, el artista Luis Manuel Otero Alcántara, quien ahora mismo, en el segundo aniversario de las protestas, realiza una huelga de hambre y sed desde prisión. Es la sexta que ha hecho. Su pareja, la curadora Claudia Genlui, declaró: “Se encuentra en estado delicado de salud [...]. Estamos desesperados realmente y muy preocupados porque su vida está en peligro”.
Lee el informe y los testimonios completos de Método Cuba: Testimonios de artistas independientes sobre el exilio forzado aquí. Este informe también incluye las experiencias de las personas en otros países, donde necesitan ayuda de traducción, financiera, laboral y psicológica por las secuelas en su salud mental.
PEN Internacional es la asociación de escritores más importante a nivel global. Fue fundada en Londres en 1921 y actualmente conecta a una comunidad internacional de 147 centros en cien países. Su misión es proteger la libertad de expresión y garantizar que las personas de todo el mundo tengan la libertad de escribir, difundir información e ideas, expresar sus opiniones y acceder a las opiniones, ideas y literaturas de los demás.
Artists at Risk Connection salvaguarda el derecho a la libertad de expresión artística y conecta a una red de más de ochocientas organizaciones. Brinda fondos de emergencia, becas, apoyo jurídico y asistencia para proteger a los artistas y aumentar su capacidad de resistir en situaciones de riesgo.
Cubalex tiene como misión empoderar a los ciudadanos y fortalecer las organizaciones de la sociedad civil en Cuba. Empezó en 2010 en La Habana y, tras siete años, sus miembros fueron forzados al exilio. Continúa en Estados Unidos su trabajo de documentación y denuncia de violaciones de derechos en la isla, así como de consultoría y asistencia gratuita para los cubanos.