Esta Última Reserva pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad.
El tequila es un símbolo asociado a la identidad mexicana tanto a nivel nacional como internacional. No obstante, la idea general que se tiene sobre esta bebida, de una denominación de origen específica de México, ha cambiado mucho a lo largo de los años: de tener un nicho muy restringido se ha convertido en una bebida que es tendencia en el país y en el mundo, y que busca satisfacer los paladares de los consumidores más exigentes y con perfiles socioculturales diversos.
Así resume Karina Sánchez, embajadora global de la marca Tequila Don Julio, las aportaciones a la cultura del tequila realizadas por don Julio González, fundador en 1942 de esta casa tequilera jalisciense. Fueron años y años, añade Karina Sánchez, de una dedicación prácticamente artesanal —una devoción, en realidad— lo que condujo a don Julio a alcanzar los máximos estándares de calidad en la producción del tequila más apreciado de México.
Este año, en el contexto del ochenta aniversario de la casa tequilera, ubicada en Atotonilco el Alto, en Jalisco, se lanza al mercado —primero en México y Estados Unidos— el Tequila Don Julio Última Reserva, una producción limitada de un tequila extra añejo que enriquecerá, hasta agotar sus existencias, el portafolio de la marca.
Con la producción de una variante que usa el tradicional método solera para mezclar y agregar notas de sabores distintivos, que provienen de barricas que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, a tequilas con distintos años de añejamiento —entre los que resalta el líquido que proviene de la última cosecha de agaves sembrados por el propio don Julio González y su familia en 2006—, esta Última Reserva también pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad, con los familiares, colaboradores y amigos más cercanos al corazón, los hitos en la vida.
Bajo la égida de Diageo, la casa tequilera Don Julio se ha esforzado por mantener vivo el legado de su fundador a través de la devoción por cuatro elementos: la tierra y la materia prima, el cuidadoso proceso de producción —desde la siembra de agaves hasta el embotellamiento del producto—, la sencillez que permite convivir y comprometerse con las personas cercanas y un auténtico espíritu de celebración que implica el orgullo por la cultura y las tradiciones mexicanas, entre ellas, la fiesta que celebra los logros en la vida.
“Nosotros en Don Julio”, insiste Karina Sánchez, “lo que hacemos lo hacemos por amor a la tierra, por amor al trabajo, por amor a crear un producto que sea incomparable… y en ese tenor del amor es que viene la parte de celebración y de convivir y de compartir con aquellas personas cercanas a ti”. Como embajadora global del Tequila Don Julio a Karina Sánchez le encanta que la emblemática casa tequilera jalisciense esté presente en momentos especiales y dignos de conmemorar en la vida.
En este ochenta aniversario del inicio de don Julio González como tequilero, y debido a las características especiales de la bebida creada para celebrar la ocasión, los reflectores estarán colocados en el propio Tequila Don Julio Última Reserva. Por ello, su lanzamiento consiste en una serie de catas y reuniones especiales en las que se dará a conocer un tequila extra añejo que ha reposado en distintas barricas durante un periodo que va desde los treinta y seis a los cuarenta meses.
Última Reserva tiene, además, notas de sabores y olores —madera, taninos del vino, roble tostado, chocolate amargo, frutos secos, albaricoque y naranja, miel— que no son característicos de un tequila tradicional.
Es un tequila para disfrutar sorbo a sorbo, con la conciencia de que su producción requirió de muchos años de preparación, desde la siembra de los agaves hasta su envasado en una hermosa botella que evoca a esos agaves y a la tierra en que fueron sembrados y que don Julio González tanto amó.
El Tequila Don Julio Última Reserva puede ser acompañado, tal vez, con una trufa de chocolate o con chocolate amargo (con un mínimo de setenta por ciento de cacao). Nada más —ésta es la última sugerencia que nos hace Karina Sánchez—: para poder apreciar su sabor.
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Esta Última Reserva pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad.
El tequila es un símbolo asociado a la identidad mexicana tanto a nivel nacional como internacional. No obstante, la idea general que se tiene sobre esta bebida, de una denominación de origen específica de México, ha cambiado mucho a lo largo de los años: de tener un nicho muy restringido se ha convertido en una bebida que es tendencia en el país y en el mundo, y que busca satisfacer los paladares de los consumidores más exigentes y con perfiles socioculturales diversos.
Así resume Karina Sánchez, embajadora global de la marca Tequila Don Julio, las aportaciones a la cultura del tequila realizadas por don Julio González, fundador en 1942 de esta casa tequilera jalisciense. Fueron años y años, añade Karina Sánchez, de una dedicación prácticamente artesanal —una devoción, en realidad— lo que condujo a don Julio a alcanzar los máximos estándares de calidad en la producción del tequila más apreciado de México.
Este año, en el contexto del ochenta aniversario de la casa tequilera, ubicada en Atotonilco el Alto, en Jalisco, se lanza al mercado —primero en México y Estados Unidos— el Tequila Don Julio Última Reserva, una producción limitada de un tequila extra añejo que enriquecerá, hasta agotar sus existencias, el portafolio de la marca.
Con la producción de una variante que usa el tradicional método solera para mezclar y agregar notas de sabores distintivos, que provienen de barricas que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, a tequilas con distintos años de añejamiento —entre los que resalta el líquido que proviene de la última cosecha de agaves sembrados por el propio don Julio González y su familia en 2006—, esta Última Reserva también pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad, con los familiares, colaboradores y amigos más cercanos al corazón, los hitos en la vida.
Bajo la égida de Diageo, la casa tequilera Don Julio se ha esforzado por mantener vivo el legado de su fundador a través de la devoción por cuatro elementos: la tierra y la materia prima, el cuidadoso proceso de producción —desde la siembra de agaves hasta el embotellamiento del producto—, la sencillez que permite convivir y comprometerse con las personas cercanas y un auténtico espíritu de celebración que implica el orgullo por la cultura y las tradiciones mexicanas, entre ellas, la fiesta que celebra los logros en la vida.
“Nosotros en Don Julio”, insiste Karina Sánchez, “lo que hacemos lo hacemos por amor a la tierra, por amor al trabajo, por amor a crear un producto que sea incomparable… y en ese tenor del amor es que viene la parte de celebración y de convivir y de compartir con aquellas personas cercanas a ti”. Como embajadora global del Tequila Don Julio a Karina Sánchez le encanta que la emblemática casa tequilera jalisciense esté presente en momentos especiales y dignos de conmemorar en la vida.
En este ochenta aniversario del inicio de don Julio González como tequilero, y debido a las características especiales de la bebida creada para celebrar la ocasión, los reflectores estarán colocados en el propio Tequila Don Julio Última Reserva. Por ello, su lanzamiento consiste en una serie de catas y reuniones especiales en las que se dará a conocer un tequila extra añejo que ha reposado en distintas barricas durante un periodo que va desde los treinta y seis a los cuarenta meses.
Última Reserva tiene, además, notas de sabores y olores —madera, taninos del vino, roble tostado, chocolate amargo, frutos secos, albaricoque y naranja, miel— que no son característicos de un tequila tradicional.
Es un tequila para disfrutar sorbo a sorbo, con la conciencia de que su producción requirió de muchos años de preparación, desde la siembra de los agaves hasta su envasado en una hermosa botella que evoca a esos agaves y a la tierra en que fueron sembrados y que don Julio González tanto amó.
El Tequila Don Julio Última Reserva puede ser acompañado, tal vez, con una trufa de chocolate o con chocolate amargo (con un mínimo de setenta por ciento de cacao). Nada más —ésta es la última sugerencia que nos hace Karina Sánchez—: para poder apreciar su sabor.
Esta Última Reserva pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad.
El tequila es un símbolo asociado a la identidad mexicana tanto a nivel nacional como internacional. No obstante, la idea general que se tiene sobre esta bebida, de una denominación de origen específica de México, ha cambiado mucho a lo largo de los años: de tener un nicho muy restringido se ha convertido en una bebida que es tendencia en el país y en el mundo, y que busca satisfacer los paladares de los consumidores más exigentes y con perfiles socioculturales diversos.
Así resume Karina Sánchez, embajadora global de la marca Tequila Don Julio, las aportaciones a la cultura del tequila realizadas por don Julio González, fundador en 1942 de esta casa tequilera jalisciense. Fueron años y años, añade Karina Sánchez, de una dedicación prácticamente artesanal —una devoción, en realidad— lo que condujo a don Julio a alcanzar los máximos estándares de calidad en la producción del tequila más apreciado de México.
Este año, en el contexto del ochenta aniversario de la casa tequilera, ubicada en Atotonilco el Alto, en Jalisco, se lanza al mercado —primero en México y Estados Unidos— el Tequila Don Julio Última Reserva, una producción limitada de un tequila extra añejo que enriquecerá, hasta agotar sus existencias, el portafolio de la marca.
Con la producción de una variante que usa el tradicional método solera para mezclar y agregar notas de sabores distintivos, que provienen de barricas que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, a tequilas con distintos años de añejamiento —entre los que resalta el líquido que proviene de la última cosecha de agaves sembrados por el propio don Julio González y su familia en 2006—, esta Última Reserva también pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad, con los familiares, colaboradores y amigos más cercanos al corazón, los hitos en la vida.
Bajo la égida de Diageo, la casa tequilera Don Julio se ha esforzado por mantener vivo el legado de su fundador a través de la devoción por cuatro elementos: la tierra y la materia prima, el cuidadoso proceso de producción —desde la siembra de agaves hasta el embotellamiento del producto—, la sencillez que permite convivir y comprometerse con las personas cercanas y un auténtico espíritu de celebración que implica el orgullo por la cultura y las tradiciones mexicanas, entre ellas, la fiesta que celebra los logros en la vida.
“Nosotros en Don Julio”, insiste Karina Sánchez, “lo que hacemos lo hacemos por amor a la tierra, por amor al trabajo, por amor a crear un producto que sea incomparable… y en ese tenor del amor es que viene la parte de celebración y de convivir y de compartir con aquellas personas cercanas a ti”. Como embajadora global del Tequila Don Julio a Karina Sánchez le encanta que la emblemática casa tequilera jalisciense esté presente en momentos especiales y dignos de conmemorar en la vida.
En este ochenta aniversario del inicio de don Julio González como tequilero, y debido a las características especiales de la bebida creada para celebrar la ocasión, los reflectores estarán colocados en el propio Tequila Don Julio Última Reserva. Por ello, su lanzamiento consiste en una serie de catas y reuniones especiales en las que se dará a conocer un tequila extra añejo que ha reposado en distintas barricas durante un periodo que va desde los treinta y seis a los cuarenta meses.
Última Reserva tiene, además, notas de sabores y olores —madera, taninos del vino, roble tostado, chocolate amargo, frutos secos, albaricoque y naranja, miel— que no son característicos de un tequila tradicional.
Es un tequila para disfrutar sorbo a sorbo, con la conciencia de que su producción requirió de muchos años de preparación, desde la siembra de los agaves hasta su envasado en una hermosa botella que evoca a esos agaves y a la tierra en que fueron sembrados y que don Julio González tanto amó.
El Tequila Don Julio Última Reserva puede ser acompañado, tal vez, con una trufa de chocolate o con chocolate amargo (con un mínimo de setenta por ciento de cacao). Nada más —ésta es la última sugerencia que nos hace Karina Sánchez—: para poder apreciar su sabor.
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Así resume Karina Sánchez, embajadora global de la marca Tequila Don Julio, las aportaciones a la cultura del tequila realizadas por don Julio González, fundador en 1942 de esta casa tequilera jalisciense. Fueron años y años, añade Karina Sánchez, de una dedicación prácticamente artesanal —una devoción, en realidad— lo que condujo a don Julio a alcanzar los máximos estándares de calidad en la producción del tequila más apreciado de México.
Este año, en el contexto del ochenta aniversario de la casa tequilera, ubicada en Atotonilco el Alto, en Jalisco, se lanza al mercado —primero en México y Estados Unidos— el Tequila Don Julio Última Reserva, una producción limitada de un tequila extra añejo que enriquecerá, hasta agotar sus existencias, el portafolio de la marca.
Con la producción de una variante que usa el tradicional método solera para mezclar y agregar notas de sabores distintivos, que provienen de barricas que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, a tequilas con distintos años de añejamiento —entre los que resalta el líquido que proviene de la última cosecha de agaves sembrados por el propio don Julio González y su familia en 2006—, esta Última Reserva también pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad, con los familiares, colaboradores y amigos más cercanos al corazón, los hitos en la vida.
Bajo la égida de Diageo, la casa tequilera Don Julio se ha esforzado por mantener vivo el legado de su fundador a través de la devoción por cuatro elementos: la tierra y la materia prima, el cuidadoso proceso de producción —desde la siembra de agaves hasta el embotellamiento del producto—, la sencillez que permite convivir y comprometerse con las personas cercanas y un auténtico espíritu de celebración que implica el orgullo por la cultura y las tradiciones mexicanas, entre ellas, la fiesta que celebra los logros en la vida.
“Nosotros en Don Julio”, insiste Karina Sánchez, “lo que hacemos lo hacemos por amor a la tierra, por amor al trabajo, por amor a crear un producto que sea incomparable… y en ese tenor del amor es que viene la parte de celebración y de convivir y de compartir con aquellas personas cercanas a ti”. Como embajadora global del Tequila Don Julio a Karina Sánchez le encanta que la emblemática casa tequilera jalisciense esté presente en momentos especiales y dignos de conmemorar en la vida.
En este ochenta aniversario del inicio de don Julio González como tequilero, y debido a las características especiales de la bebida creada para celebrar la ocasión, los reflectores estarán colocados en el propio Tequila Don Julio Última Reserva. Por ello, su lanzamiento consiste en una serie de catas y reuniones especiales en las que se dará a conocer un tequila extra añejo que ha reposado en distintas barricas durante un periodo que va desde los treinta y seis a los cuarenta meses.
Última Reserva tiene, además, notas de sabores y olores —madera, taninos del vino, roble tostado, chocolate amargo, frutos secos, albaricoque y naranja, miel— que no son característicos de un tequila tradicional.
Es un tequila para disfrutar sorbo a sorbo, con la conciencia de que su producción requirió de muchos años de preparación, desde la siembra de los agaves hasta su envasado en una hermosa botella que evoca a esos agaves y a la tierra en que fueron sembrados y que don Julio González tanto amó.
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Esta Última Reserva pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad.
El tequila es un símbolo asociado a la identidad mexicana tanto a nivel nacional como internacional. No obstante, la idea general que se tiene sobre esta bebida, de una denominación de origen específica de México, ha cambiado mucho a lo largo de los años: de tener un nicho muy restringido se ha convertido en una bebida que es tendencia en el país y en el mundo, y que busca satisfacer los paladares de los consumidores más exigentes y con perfiles socioculturales diversos.
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Este año, en el contexto del ochenta aniversario de la casa tequilera, ubicada en Atotonilco el Alto, en Jalisco, se lanza al mercado —primero en México y Estados Unidos— el Tequila Don Julio Última Reserva, una producción limitada de un tequila extra añejo que enriquecerá, hasta agotar sus existencias, el portafolio de la marca.
Con la producción de una variante que usa el tradicional método solera para mezclar y agregar notas de sabores distintivos, que provienen de barricas que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, a tequilas con distintos años de añejamiento —entre los que resalta el líquido que proviene de la última cosecha de agaves sembrados por el propio don Julio González y su familia en 2006—, esta Última Reserva también pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad, con los familiares, colaboradores y amigos más cercanos al corazón, los hitos en la vida.
Bajo la égida de Diageo, la casa tequilera Don Julio se ha esforzado por mantener vivo el legado de su fundador a través de la devoción por cuatro elementos: la tierra y la materia prima, el cuidadoso proceso de producción —desde la siembra de agaves hasta el embotellamiento del producto—, la sencillez que permite convivir y comprometerse con las personas cercanas y un auténtico espíritu de celebración que implica el orgullo por la cultura y las tradiciones mexicanas, entre ellas, la fiesta que celebra los logros en la vida.
“Nosotros en Don Julio”, insiste Karina Sánchez, “lo que hacemos lo hacemos por amor a la tierra, por amor al trabajo, por amor a crear un producto que sea incomparable… y en ese tenor del amor es que viene la parte de celebración y de convivir y de compartir con aquellas personas cercanas a ti”. Como embajadora global del Tequila Don Julio a Karina Sánchez le encanta que la emblemática casa tequilera jalisciense esté presente en momentos especiales y dignos de conmemorar en la vida.
En este ochenta aniversario del inicio de don Julio González como tequilero, y debido a las características especiales de la bebida creada para celebrar la ocasión, los reflectores estarán colocados en el propio Tequila Don Julio Última Reserva. Por ello, su lanzamiento consiste en una serie de catas y reuniones especiales en las que se dará a conocer un tequila extra añejo que ha reposado en distintas barricas durante un periodo que va desde los treinta y seis a los cuarenta meses.
Última Reserva tiene, además, notas de sabores y olores —madera, taninos del vino, roble tostado, chocolate amargo, frutos secos, albaricoque y naranja, miel— que no son característicos de un tequila tradicional.
Es un tequila para disfrutar sorbo a sorbo, con la conciencia de que su producción requirió de muchos años de preparación, desde la siembra de los agaves hasta su envasado en una hermosa botella que evoca a esos agaves y a la tierra en que fueron sembrados y que don Julio González tanto amó.
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El tequila es un símbolo asociado a la identidad mexicana tanto a nivel nacional como internacional. No obstante, la idea general que se tiene sobre esta bebida, de una denominación de origen específica de México, ha cambiado mucho a lo largo de los años: de tener un nicho muy restringido se ha convertido en una bebida que es tendencia en el país y en el mundo, y que busca satisfacer los paladares de los consumidores más exigentes y con perfiles socioculturales diversos.
Así resume Karina Sánchez, embajadora global de la marca Tequila Don Julio, las aportaciones a la cultura del tequila realizadas por don Julio González, fundador en 1942 de esta casa tequilera jalisciense. Fueron años y años, añade Karina Sánchez, de una dedicación prácticamente artesanal —una devoción, en realidad— lo que condujo a don Julio a alcanzar los máximos estándares de calidad en la producción del tequila más apreciado de México.
Este año, en el contexto del ochenta aniversario de la casa tequilera, ubicada en Atotonilco el Alto, en Jalisco, se lanza al mercado —primero en México y Estados Unidos— el Tequila Don Julio Última Reserva, una producción limitada de un tequila extra añejo que enriquecerá, hasta agotar sus existencias, el portafolio de la marca.
Con la producción de una variante que usa el tradicional método solera para mezclar y agregar notas de sabores distintivos, que provienen de barricas que antes añejaron bourbon y vinos de Madeira, a tequilas con distintos años de añejamiento —entre los que resalta el líquido que proviene de la última cosecha de agaves sembrados por el propio don Julio González y su familia en 2006—, esta Última Reserva también pretende honrar el espíritu de celebración que caracterizó la trayectoria profesional de don Julio González: crear cada década una nueva variedad de su tequila original para festejar en comunidad, con los familiares, colaboradores y amigos más cercanos al corazón, los hitos en la vida.
Bajo la égida de Diageo, la casa tequilera Don Julio se ha esforzado por mantener vivo el legado de su fundador a través de la devoción por cuatro elementos: la tierra y la materia prima, el cuidadoso proceso de producción —desde la siembra de agaves hasta el embotellamiento del producto—, la sencillez que permite convivir y comprometerse con las personas cercanas y un auténtico espíritu de celebración que implica el orgullo por la cultura y las tradiciones mexicanas, entre ellas, la fiesta que celebra los logros en la vida.
“Nosotros en Don Julio”, insiste Karina Sánchez, “lo que hacemos lo hacemos por amor a la tierra, por amor al trabajo, por amor a crear un producto que sea incomparable… y en ese tenor del amor es que viene la parte de celebración y de convivir y de compartir con aquellas personas cercanas a ti”. Como embajadora global del Tequila Don Julio a Karina Sánchez le encanta que la emblemática casa tequilera jalisciense esté presente en momentos especiales y dignos de conmemorar en la vida.
En este ochenta aniversario del inicio de don Julio González como tequilero, y debido a las características especiales de la bebida creada para celebrar la ocasión, los reflectores estarán colocados en el propio Tequila Don Julio Última Reserva. Por ello, su lanzamiento consiste en una serie de catas y reuniones especiales en las que se dará a conocer un tequila extra añejo que ha reposado en distintas barricas durante un periodo que va desde los treinta y seis a los cuarenta meses.
Última Reserva tiene, además, notas de sabores y olores —madera, taninos del vino, roble tostado, chocolate amargo, frutos secos, albaricoque y naranja, miel— que no son característicos de un tequila tradicional.
Es un tequila para disfrutar sorbo a sorbo, con la conciencia de que su producción requirió de muchos años de preparación, desde la siembra de los agaves hasta su envasado en una hermosa botella que evoca a esos agaves y a la tierra en que fueron sembrados y que don Julio González tanto amó.
El Tequila Don Julio Última Reserva puede ser acompañado, tal vez, con una trufa de chocolate o con chocolate amargo (con un mínimo de setenta por ciento de cacao). Nada más —ésta es la última sugerencia que nos hace Karina Sánchez—: para poder apreciar su sabor.
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