Siguiendo la suposición de que “el futuro necesita un origen”, el Museo Mercedes-Benz, ubicado en la ciudad de Stuttgart en Alemania, se presenta como un homenaje a la innovación. Es el único espacio que puede reproducir íntegramente los más de 130 años de la historia del automóvil, desde el primer día. Abrió sus puertas en el año 2006 y ha sido visitado desde entonces por más de ocho millones de personas de todas las edades y partes del mundo.
En una superficie de 16 500 metros cuadrados distribuidos en nueve niveles, se muestran más de 160 vehículos y 1 500 objetos relacionados con los autos y la marca. El monumental edificio —ganador de varios premios de arquitectura— es obra del despacho neerlandés UNStudio van Berkel & Bos. Su concepción recuerda las hojas de un trébol y estructuras circulares superpuestas. El exterior está hecho con materiales usados en la construcción de automóviles, aluminio y vidrio. Este museo busca reflejar la visión de Mercedes-Benz: el impulso para reinventar una y otra vez el automóvil.
Detenerse en el atrio de la planta baja y advertir aquella silueta espiral iluminada por la luz natural que atraviesa al domo es una buena forma de comenzar un viaje en 130 años. Emoción es la sensación que causa entrar a la primera sala. Al centro, una plataforma giratoria iluminada sirve como base para tres piezas. Se trata del primer motor de gasolina de alta velocidad —el Grandfather Clock, desarrollado en 1883 por Gottlieb Daimler y su colaborador Wilhelm Maybach— y los dos primeros automóviles del mundo. Giran lentamente mientras son admirados por los viajeros en el tiempo que visitan este museo. Uno de ellos tiene tres ruedas, su estructura es metálica verde con piso de madera y un asiento de piel. Se nota el motor de gas, que patentó Karl Benz en 1886. Es el primer automóvil con chasis y motor integrado. A su lado posa un espléndido carruaje color negro con acabados en piel y metales dorados en el que, también en 1886, Gottlieb Daimler instaló una versión desarrollada del motor que había desarrollado previamente con Maybach. Es el primer carro motorizado.
Los inventores del automóvil Karl Benz, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach estaban conscientes de su visión: materializar el sueño de un vehículo que genera su propio poder motriz. Los viajeros enmudecidos continúan, paradójicamente, en un camino que desciende por amplias curvas hacia las seis salas subsecuentes, mientras los años avanzan de manera cronológica por la historia de la marca alemana.
Entre sala y sala se hace un recuento de acontecimientos relevantes como movimientos artísticos y sociales, deportivos, descubrimientos científicos, decisiones políticas y guerras ilustradas con fotografías, carteles y objetos de la evolución de la marca en el escenario internacional.
Estar aquí es un recuento imprescindible sobre la industria, con la inevitable reflexión de lo que el hombre es capaz de hacer para seguir innovando con las bases del conocimiento.
¡Gracias!
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El Museo Mercedes-Benz, en Alemania, ofrece un homenaje a la innovación y un recuento imprescindible sobre la industria automotriz.
Siguiendo la suposición de que “el futuro necesita un origen”, el Museo Mercedes-Benz, ubicado en la ciudad de Stuttgart en Alemania, se presenta como un homenaje a la innovación. Es el único espacio que puede reproducir íntegramente los más de 130 años de la historia del automóvil, desde el primer día. Abrió sus puertas en el año 2006 y ha sido visitado desde entonces por más de ocho millones de personas de todas las edades y partes del mundo.
En una superficie de 16 500 metros cuadrados distribuidos en nueve niveles, se muestran más de 160 vehículos y 1 500 objetos relacionados con los autos y la marca. El monumental edificio —ganador de varios premios de arquitectura— es obra del despacho neerlandés UNStudio van Berkel & Bos. Su concepción recuerda las hojas de un trébol y estructuras circulares superpuestas. El exterior está hecho con materiales usados en la construcción de automóviles, aluminio y vidrio. Este museo busca reflejar la visión de Mercedes-Benz: el impulso para reinventar una y otra vez el automóvil.
Detenerse en el atrio de la planta baja y advertir aquella silueta espiral iluminada por la luz natural que atraviesa al domo es una buena forma de comenzar un viaje en 130 años. Emoción es la sensación que causa entrar a la primera sala. Al centro, una plataforma giratoria iluminada sirve como base para tres piezas. Se trata del primer motor de gasolina de alta velocidad —el Grandfather Clock, desarrollado en 1883 por Gottlieb Daimler y su colaborador Wilhelm Maybach— y los dos primeros automóviles del mundo. Giran lentamente mientras son admirados por los viajeros en el tiempo que visitan este museo. Uno de ellos tiene tres ruedas, su estructura es metálica verde con piso de madera y un asiento de piel. Se nota el motor de gas, que patentó Karl Benz en 1886. Es el primer automóvil con chasis y motor integrado. A su lado posa un espléndido carruaje color negro con acabados en piel y metales dorados en el que, también en 1886, Gottlieb Daimler instaló una versión desarrollada del motor que había desarrollado previamente con Maybach. Es el primer carro motorizado.
Los inventores del automóvil Karl Benz, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach estaban conscientes de su visión: materializar el sueño de un vehículo que genera su propio poder motriz. Los viajeros enmudecidos continúan, paradójicamente, en un camino que desciende por amplias curvas hacia las seis salas subsecuentes, mientras los años avanzan de manera cronológica por la historia de la marca alemana.
Entre sala y sala se hace un recuento de acontecimientos relevantes como movimientos artísticos y sociales, deportivos, descubrimientos científicos, decisiones políticas y guerras ilustradas con fotografías, carteles y objetos de la evolución de la marca en el escenario internacional.
Estar aquí es un recuento imprescindible sobre la industria, con la inevitable reflexión de lo que el hombre es capaz de hacer para seguir innovando con las bases del conocimiento.
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El Museo Mercedes-Benz, en Alemania, ofrece un homenaje a la innovación y un recuento imprescindible sobre la industria automotriz.
Siguiendo la suposición de que “el futuro necesita un origen”, el Museo Mercedes-Benz, ubicado en la ciudad de Stuttgart en Alemania, se presenta como un homenaje a la innovación. Es el único espacio que puede reproducir íntegramente los más de 130 años de la historia del automóvil, desde el primer día. Abrió sus puertas en el año 2006 y ha sido visitado desde entonces por más de ocho millones de personas de todas las edades y partes del mundo.
En una superficie de 16 500 metros cuadrados distribuidos en nueve niveles, se muestran más de 160 vehículos y 1 500 objetos relacionados con los autos y la marca. El monumental edificio —ganador de varios premios de arquitectura— es obra del despacho neerlandés UNStudio van Berkel & Bos. Su concepción recuerda las hojas de un trébol y estructuras circulares superpuestas. El exterior está hecho con materiales usados en la construcción de automóviles, aluminio y vidrio. Este museo busca reflejar la visión de Mercedes-Benz: el impulso para reinventar una y otra vez el automóvil.
Detenerse en el atrio de la planta baja y advertir aquella silueta espiral iluminada por la luz natural que atraviesa al domo es una buena forma de comenzar un viaje en 130 años. Emoción es la sensación que causa entrar a la primera sala. Al centro, una plataforma giratoria iluminada sirve como base para tres piezas. Se trata del primer motor de gasolina de alta velocidad —el Grandfather Clock, desarrollado en 1883 por Gottlieb Daimler y su colaborador Wilhelm Maybach— y los dos primeros automóviles del mundo. Giran lentamente mientras son admirados por los viajeros en el tiempo que visitan este museo. Uno de ellos tiene tres ruedas, su estructura es metálica verde con piso de madera y un asiento de piel. Se nota el motor de gas, que patentó Karl Benz en 1886. Es el primer automóvil con chasis y motor integrado. A su lado posa un espléndido carruaje color negro con acabados en piel y metales dorados en el que, también en 1886, Gottlieb Daimler instaló una versión desarrollada del motor que había desarrollado previamente con Maybach. Es el primer carro motorizado.
Los inventores del automóvil Karl Benz, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach estaban conscientes de su visión: materializar el sueño de un vehículo que genera su propio poder motriz. Los viajeros enmudecidos continúan, paradójicamente, en un camino que desciende por amplias curvas hacia las seis salas subsecuentes, mientras los años avanzan de manera cronológica por la historia de la marca alemana.
Entre sala y sala se hace un recuento de acontecimientos relevantes como movimientos artísticos y sociales, deportivos, descubrimientos científicos, decisiones políticas y guerras ilustradas con fotografías, carteles y objetos de la evolución de la marca en el escenario internacional.
Estar aquí es un recuento imprescindible sobre la industria, con la inevitable reflexión de lo que el hombre es capaz de hacer para seguir innovando con las bases del conocimiento.
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El Museo Mercedes-Benz, en Alemania, ofrece un homenaje a la innovación y un recuento imprescindible sobre la industria automotriz.
Siguiendo la suposición de que “el futuro necesita un origen”, el Museo Mercedes-Benz, ubicado en la ciudad de Stuttgart en Alemania, se presenta como un homenaje a la innovación. Es el único espacio que puede reproducir íntegramente los más de 130 años de la historia del automóvil, desde el primer día. Abrió sus puertas en el año 2006 y ha sido visitado desde entonces por más de ocho millones de personas de todas las edades y partes del mundo.
En una superficie de 16 500 metros cuadrados distribuidos en nueve niveles, se muestran más de 160 vehículos y 1 500 objetos relacionados con los autos y la marca. El monumental edificio —ganador de varios premios de arquitectura— es obra del despacho neerlandés UNStudio van Berkel & Bos. Su concepción recuerda las hojas de un trébol y estructuras circulares superpuestas. El exterior está hecho con materiales usados en la construcción de automóviles, aluminio y vidrio. Este museo busca reflejar la visión de Mercedes-Benz: el impulso para reinventar una y otra vez el automóvil.
Detenerse en el atrio de la planta baja y advertir aquella silueta espiral iluminada por la luz natural que atraviesa al domo es una buena forma de comenzar un viaje en 130 años. Emoción es la sensación que causa entrar a la primera sala. Al centro, una plataforma giratoria iluminada sirve como base para tres piezas. Se trata del primer motor de gasolina de alta velocidad —el Grandfather Clock, desarrollado en 1883 por Gottlieb Daimler y su colaborador Wilhelm Maybach— y los dos primeros automóviles del mundo. Giran lentamente mientras son admirados por los viajeros en el tiempo que visitan este museo. Uno de ellos tiene tres ruedas, su estructura es metálica verde con piso de madera y un asiento de piel. Se nota el motor de gas, que patentó Karl Benz en 1886. Es el primer automóvil con chasis y motor integrado. A su lado posa un espléndido carruaje color negro con acabados en piel y metales dorados en el que, también en 1886, Gottlieb Daimler instaló una versión desarrollada del motor que había desarrollado previamente con Maybach. Es el primer carro motorizado.
Los inventores del automóvil Karl Benz, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach estaban conscientes de su visión: materializar el sueño de un vehículo que genera su propio poder motriz. Los viajeros enmudecidos continúan, paradójicamente, en un camino que desciende por amplias curvas hacia las seis salas subsecuentes, mientras los años avanzan de manera cronológica por la historia de la marca alemana.
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Siguiendo la suposición de que “el futuro necesita un origen”, el Museo Mercedes-Benz, ubicado en la ciudad de Stuttgart en Alemania, se presenta como un homenaje a la innovación. Es el único espacio que puede reproducir íntegramente los más de 130 años de la historia del automóvil, desde el primer día. Abrió sus puertas en el año 2006 y ha sido visitado desde entonces por más de ocho millones de personas de todas las edades y partes del mundo.
En una superficie de 16 500 metros cuadrados distribuidos en nueve niveles, se muestran más de 160 vehículos y 1 500 objetos relacionados con los autos y la marca. El monumental edificio —ganador de varios premios de arquitectura— es obra del despacho neerlandés UNStudio van Berkel & Bos. Su concepción recuerda las hojas de un trébol y estructuras circulares superpuestas. El exterior está hecho con materiales usados en la construcción de automóviles, aluminio y vidrio. Este museo busca reflejar la visión de Mercedes-Benz: el impulso para reinventar una y otra vez el automóvil.
Detenerse en el atrio de la planta baja y advertir aquella silueta espiral iluminada por la luz natural que atraviesa al domo es una buena forma de comenzar un viaje en 130 años. Emoción es la sensación que causa entrar a la primera sala. Al centro, una plataforma giratoria iluminada sirve como base para tres piezas. Se trata del primer motor de gasolina de alta velocidad —el Grandfather Clock, desarrollado en 1883 por Gottlieb Daimler y su colaborador Wilhelm Maybach— y los dos primeros automóviles del mundo. Giran lentamente mientras son admirados por los viajeros en el tiempo que visitan este museo. Uno de ellos tiene tres ruedas, su estructura es metálica verde con piso de madera y un asiento de piel. Se nota el motor de gas, que patentó Karl Benz en 1886. Es el primer automóvil con chasis y motor integrado. A su lado posa un espléndido carruaje color negro con acabados en piel y metales dorados en el que, también en 1886, Gottlieb Daimler instaló una versión desarrollada del motor que había desarrollado previamente con Maybach. Es el primer carro motorizado.
Los inventores del automóvil Karl Benz, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach estaban conscientes de su visión: materializar el sueño de un vehículo que genera su propio poder motriz. Los viajeros enmudecidos continúan, paradójicamente, en un camino que desciende por amplias curvas hacia las seis salas subsecuentes, mientras los años avanzan de manera cronológica por la historia de la marca alemana.
Entre sala y sala se hace un recuento de acontecimientos relevantes como movimientos artísticos y sociales, deportivos, descubrimientos científicos, decisiones políticas y guerras ilustradas con fotografías, carteles y objetos de la evolución de la marca en el escenario internacional.
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En una superficie de 16 500 metros cuadrados distribuidos en nueve niveles, se muestran más de 160 vehículos y 1 500 objetos relacionados con los autos y la marca. El monumental edificio —ganador de varios premios de arquitectura— es obra del despacho neerlandés UNStudio van Berkel & Bos. Su concepción recuerda las hojas de un trébol y estructuras circulares superpuestas. El exterior está hecho con materiales usados en la construcción de automóviles, aluminio y vidrio. Este museo busca reflejar la visión de Mercedes-Benz: el impulso para reinventar una y otra vez el automóvil.
Detenerse en el atrio de la planta baja y advertir aquella silueta espiral iluminada por la luz natural que atraviesa al domo es una buena forma de comenzar un viaje en 130 años. Emoción es la sensación que causa entrar a la primera sala. Al centro, una plataforma giratoria iluminada sirve como base para tres piezas. Se trata del primer motor de gasolina de alta velocidad —el Grandfather Clock, desarrollado en 1883 por Gottlieb Daimler y su colaborador Wilhelm Maybach— y los dos primeros automóviles del mundo. Giran lentamente mientras son admirados por los viajeros en el tiempo que visitan este museo. Uno de ellos tiene tres ruedas, su estructura es metálica verde con piso de madera y un asiento de piel. Se nota el motor de gas, que patentó Karl Benz en 1886. Es el primer automóvil con chasis y motor integrado. A su lado posa un espléndido carruaje color negro con acabados en piel y metales dorados en el que, también en 1886, Gottlieb Daimler instaló una versión desarrollada del motor que había desarrollado previamente con Maybach. Es el primer carro motorizado.
Los inventores del automóvil Karl Benz, Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach estaban conscientes de su visión: materializar el sueño de un vehículo que genera su propio poder motriz. Los viajeros enmudecidos continúan, paradójicamente, en un camino que desciende por amplias curvas hacia las seis salas subsecuentes, mientras los años avanzan de manera cronológica por la historia de la marca alemana.
Entre sala y sala se hace un recuento de acontecimientos relevantes como movimientos artísticos y sociales, deportivos, descubrimientos científicos, decisiones políticas y guerras ilustradas con fotografías, carteles y objetos de la evolución de la marca en el escenario internacional.
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