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La delgada línea entre genio y locura

La delgada línea entre genio y locura

Texto de
Fotografía de
Realización de
Ilustración de
Traducción de
13
.
02
.
16
AAAA
Tiempo de Lectura: 00 min

La vida de Brian Wilson llega a la pantalla grande.

Tras meses de espera y varios cambios en fecha de estreno, este 19 de febrero llega a cines mexicanos Love & Mercy (2015), del director Bill Pohlad, cinta biográfica basada en la historia del músico y compositor estadounidense Brian Wilson, de la popular banda californiana The Beach Boys.

El director y productor Bill Pohlad se interna en la mente y vida de Brian Wilson, uno de los compositores más queridos de la música popular estadounidense de los años sesenta, para mostrarnos las complejidades de su mente. De manera honesta e históricamente precisa, Love & Mercy es una vitrina para el delirante proceso creativo de un genio musical que lucha contra su propia mente para poder vivir una vida plena.

La cinta está narrada en dos líneas temporales, alternando episodios clave de la vida de Wilson en sus veintes (interpretado por Paul Dano) y sus cuarentas (John Cusack), con vistazos a la influencia que tuvieron sobre él los dos hombres con mayor control sobre el artista: su padre, que abusaba física y económicamente de él y de sus hermanos, y su psicoterapeuta, Eugene Landy (Paul Giamatti), un tirano que lo alienó de su familia y amigos durante los años ochenta.

El peso de Love & Mercy está bien distribuido entre interpretaciones precisas de un elenco de alta calidad, un guión sólido a cargo de Michael Alan Lerner y Oren Moverman —director/escritor de la exitosa I’m Not There (2007)—, una fotografía —responsabilidad de Robert Yeoman (The Grand Budapest Hotel, Moonrise Kingdom)— que combina un estilo documental con una mirada más romántica y orquestal a las diferentes etapas del proceso creativo de Wilson, y la dirección de Pohlad, que no apuesta por el shock simplón de mostrar a su protagonista como víctima y mártir de su condición mental y en cambio utiliza los conflictos internos de Wilson como el peligroso combustible de sus emociones y creatividad.

Destaca la actuación de Paul Dano, un joven que podría ser el mejor de su generación, como ha dejado claro su participación en cintas como Little Miss Sunshine, For Ellen y 12 Years a Slave. En Love & Mercy, Dano canaliza cada detalle del genio de Brian Wilson y lo traduce en una interpretación llena de matices, con momentos especialmente conmovedores por su sutileza, como las sesiones de grabación en estudio para la producción del álbum Pet Sounds (1966) y del exitoso sencillo “Good Vibrations” (1966).

Por su parte, John Cusack ejecuta satisfactoriamente el rol de un Brian Wilson ensimismado, marchito, un hombre de mediana edad que vive bajo yugo ajeno, pero en cuyos ojos todavía se percibe una chispa de energía. En los mejores momentos de su interpretación está acompañado por Elizabeth Banks en el papel de Melinda Ledbetter, una mujer joven y competente que llega a la vida de Wilson y se convierte en su nuevo interés romántico. Ambos actores expresan efectivamente en pantalla el temor y asombro ante el amor naciente, en contraposición a la cautela necesaria por la condición mental de Wilson y el control obsesivo de su psicoterapeuta.

Merece una mención especial el diseño sonoro de esta película, que introduce al espectador en la mente de Wilson y le hace escuchar por largas escenas las perturbadoras voces y sonidos que han acompañado los pensamientos del artista desde 1963. La banda sonora de Love & Mercy quedó en manos de Atticus Ross (The Social Network, Gone Girl), quien tuvo un acceso especial a las cintas de grabación originales de The Beach Boys, mismas que usó para diseñar un soundtrack a la vez nostálgico, esperanzador y novedoso, reinterpretando las texturas musicales de Brian Wilson.

El excelente diseño de producción de Love & Mercy es tan sólo la cereza en un pastel agridulce que cautivará a melómanos y cinéfilos por igual. Si bien no se trata de una biopic convencional, esta cinta retrata la personalidad y vulnerabilidades de un artista cuya música dio forma a una década e impactó en el desarrollo de la música popular contemporánea. El legado de The Beach Boys perdura y Love & Mercy está a la altura de la figura a la que representa.

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Tras meses de espera y varios cambios en fecha de estreno, este 19 de febrero llega a cines mexicanos Love & Mercy (2015), del director Bill Pohlad, cinta biográfica basada en la historia del músico y compositor estadounidense Brian Wilson, de la popular banda californiana The Beach Boys.

El director y productor Bill Pohlad se interna en la mente y vida de Brian Wilson, uno de los compositores más queridos de la música popular estadounidense de los años sesenta, para mostrarnos las complejidades de su mente. De manera honesta e históricamente precisa, Love & Mercy es una vitrina para el delirante proceso creativo de un genio musical que lucha contra su propia mente para poder vivir una vida plena.

La cinta está narrada en dos líneas temporales, alternando episodios clave de la vida de Wilson en sus veintes (interpretado por Paul Dano) y sus cuarentas (John Cusack), con vistazos a la influencia que tuvieron sobre él los dos hombres con mayor control sobre el artista: su padre, que abusaba física y económicamente de él y de sus hermanos, y su psicoterapeuta, Eugene Landy (Paul Giamatti), un tirano que lo alienó de su familia y amigos durante los años ochenta.

El peso de Love & Mercy está bien distribuido entre interpretaciones precisas de un elenco de alta calidad, un guión sólido a cargo de Michael Alan Lerner y Oren Moverman —director/escritor de la exitosa I’m Not There (2007)—, una fotografía —responsabilidad de Robert Yeoman (The Grand Budapest Hotel, Moonrise Kingdom)— que combina un estilo documental con una mirada más romántica y orquestal a las diferentes etapas del proceso creativo de Wilson, y la dirección de Pohlad, que no apuesta por el shock simplón de mostrar a su protagonista como víctima y mártir de su condición mental y en cambio utiliza los conflictos internos de Wilson como el peligroso combustible de sus emociones y creatividad.

Destaca la actuación de Paul Dano, un joven que podría ser el mejor de su generación, como ha dejado claro su participación en cintas como Little Miss Sunshine, For Ellen y 12 Years a Slave. En Love & Mercy, Dano canaliza cada detalle del genio de Brian Wilson y lo traduce en una interpretación llena de matices, con momentos especialmente conmovedores por su sutileza, como las sesiones de grabación en estudio para la producción del álbum Pet Sounds (1966) y del exitoso sencillo “Good Vibrations” (1966).

Por su parte, John Cusack ejecuta satisfactoriamente el rol de un Brian Wilson ensimismado, marchito, un hombre de mediana edad que vive bajo yugo ajeno, pero en cuyos ojos todavía se percibe una chispa de energía. En los mejores momentos de su interpretación está acompañado por Elizabeth Banks en el papel de Melinda Ledbetter, una mujer joven y competente que llega a la vida de Wilson y se convierte en su nuevo interés romántico. Ambos actores expresan efectivamente en pantalla el temor y asombro ante el amor naciente, en contraposición a la cautela necesaria por la condición mental de Wilson y el control obsesivo de su psicoterapeuta.

Merece una mención especial el diseño sonoro de esta película, que introduce al espectador en la mente de Wilson y le hace escuchar por largas escenas las perturbadoras voces y sonidos que han acompañado los pensamientos del artista desde 1963. La banda sonora de Love & Mercy quedó en manos de Atticus Ross (The Social Network, Gone Girl), quien tuvo un acceso especial a las cintas de grabación originales de The Beach Boys, mismas que usó para diseñar un soundtrack a la vez nostálgico, esperanzador y novedoso, reinterpretando las texturas musicales de Brian Wilson.

El excelente diseño de producción de Love & Mercy es tan sólo la cereza en un pastel agridulce que cautivará a melómanos y cinéfilos por igual. Si bien no se trata de una biopic convencional, esta cinta retrata la personalidad y vulnerabilidades de un artista cuya música dio forma a una década e impactó en el desarrollo de la música popular contemporánea. El legado de The Beach Boys perdura y Love & Mercy está a la altura de la figura a la que representa.

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Tras meses de espera y varios cambios en fecha de estreno, este 19 de febrero llega a cines mexicanos Love & Mercy (2015), del director Bill Pohlad, cinta biográfica basada en la historia del músico y compositor estadounidense Brian Wilson, de la popular banda californiana The Beach Boys.

El director y productor Bill Pohlad se interna en la mente y vida de Brian Wilson, uno de los compositores más queridos de la música popular estadounidense de los años sesenta, para mostrarnos las complejidades de su mente. De manera honesta e históricamente precisa, Love & Mercy es una vitrina para el delirante proceso creativo de un genio musical que lucha contra su propia mente para poder vivir una vida plena.

La cinta está narrada en dos líneas temporales, alternando episodios clave de la vida de Wilson en sus veintes (interpretado por Paul Dano) y sus cuarentas (John Cusack), con vistazos a la influencia que tuvieron sobre él los dos hombres con mayor control sobre el artista: su padre, que abusaba física y económicamente de él y de sus hermanos, y su psicoterapeuta, Eugene Landy (Paul Giamatti), un tirano que lo alienó de su familia y amigos durante los años ochenta.

El peso de Love & Mercy está bien distribuido entre interpretaciones precisas de un elenco de alta calidad, un guión sólido a cargo de Michael Alan Lerner y Oren Moverman —director/escritor de la exitosa I’m Not There (2007)—, una fotografía —responsabilidad de Robert Yeoman (The Grand Budapest Hotel, Moonrise Kingdom)— que combina un estilo documental con una mirada más romántica y orquestal a las diferentes etapas del proceso creativo de Wilson, y la dirección de Pohlad, que no apuesta por el shock simplón de mostrar a su protagonista como víctima y mártir de su condición mental y en cambio utiliza los conflictos internos de Wilson como el peligroso combustible de sus emociones y creatividad.

Destaca la actuación de Paul Dano, un joven que podría ser el mejor de su generación, como ha dejado claro su participación en cintas como Little Miss Sunshine, For Ellen y 12 Years a Slave. En Love & Mercy, Dano canaliza cada detalle del genio de Brian Wilson y lo traduce en una interpretación llena de matices, con momentos especialmente conmovedores por su sutileza, como las sesiones de grabación en estudio para la producción del álbum Pet Sounds (1966) y del exitoso sencillo “Good Vibrations” (1966).

Por su parte, John Cusack ejecuta satisfactoriamente el rol de un Brian Wilson ensimismado, marchito, un hombre de mediana edad que vive bajo yugo ajeno, pero en cuyos ojos todavía se percibe una chispa de energía. En los mejores momentos de su interpretación está acompañado por Elizabeth Banks en el papel de Melinda Ledbetter, una mujer joven y competente que llega a la vida de Wilson y se convierte en su nuevo interés romántico. Ambos actores expresan efectivamente en pantalla el temor y asombro ante el amor naciente, en contraposición a la cautela necesaria por la condición mental de Wilson y el control obsesivo de su psicoterapeuta.

Merece una mención especial el diseño sonoro de esta película, que introduce al espectador en la mente de Wilson y le hace escuchar por largas escenas las perturbadoras voces y sonidos que han acompañado los pensamientos del artista desde 1963. La banda sonora de Love & Mercy quedó en manos de Atticus Ross (The Social Network, Gone Girl), quien tuvo un acceso especial a las cintas de grabación originales de The Beach Boys, mismas que usó para diseñar un soundtrack a la vez nostálgico, esperanzador y novedoso, reinterpretando las texturas musicales de Brian Wilson.

El excelente diseño de producción de Love & Mercy es tan sólo la cereza en un pastel agridulce que cautivará a melómanos y cinéfilos por igual. Si bien no se trata de una biopic convencional, esta cinta retrata la personalidad y vulnerabilidades de un artista cuya música dio forma a una década e impactó en el desarrollo de la música popular contemporánea. El legado de The Beach Boys perdura y Love & Mercy está a la altura de la figura a la que representa.

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El director y productor Bill Pohlad se interna en la mente y vida de Brian Wilson, uno de los compositores más queridos de la música popular estadounidense de los años sesenta, para mostrarnos las complejidades de su mente. De manera honesta e históricamente precisa, Love & Mercy es una vitrina para el delirante proceso creativo de un genio musical que lucha contra su propia mente para poder vivir una vida plena.

La cinta está narrada en dos líneas temporales, alternando episodios clave de la vida de Wilson en sus veintes (interpretado por Paul Dano) y sus cuarentas (John Cusack), con vistazos a la influencia que tuvieron sobre él los dos hombres con mayor control sobre el artista: su padre, que abusaba física y económicamente de él y de sus hermanos, y su psicoterapeuta, Eugene Landy (Paul Giamatti), un tirano que lo alienó de su familia y amigos durante los años ochenta.

El peso de Love & Mercy está bien distribuido entre interpretaciones precisas de un elenco de alta calidad, un guión sólido a cargo de Michael Alan Lerner y Oren Moverman —director/escritor de la exitosa I’m Not There (2007)—, una fotografía —responsabilidad de Robert Yeoman (The Grand Budapest Hotel, Moonrise Kingdom)— que combina un estilo documental con una mirada más romántica y orquestal a las diferentes etapas del proceso creativo de Wilson, y la dirección de Pohlad, que no apuesta por el shock simplón de mostrar a su protagonista como víctima y mártir de su condición mental y en cambio utiliza los conflictos internos de Wilson como el peligroso combustible de sus emociones y creatividad.

Destaca la actuación de Paul Dano, un joven que podría ser el mejor de su generación, como ha dejado claro su participación en cintas como Little Miss Sunshine, For Ellen y 12 Years a Slave. En Love & Mercy, Dano canaliza cada detalle del genio de Brian Wilson y lo traduce en una interpretación llena de matices, con momentos especialmente conmovedores por su sutileza, como las sesiones de grabación en estudio para la producción del álbum Pet Sounds (1966) y del exitoso sencillo “Good Vibrations” (1966).

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El excelente diseño de producción de Love & Mercy es tan sólo la cereza en un pastel agridulce que cautivará a melómanos y cinéfilos por igual. Si bien no se trata de una biopic convencional, esta cinta retrata la personalidad y vulnerabilidades de un artista cuya música dio forma a una década e impactó en el desarrollo de la música popular contemporánea. El legado de The Beach Boys perdura y Love & Mercy está a la altura de la figura a la que representa.

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El director y productor Bill Pohlad se interna en la mente y vida de Brian Wilson, uno de los compositores más queridos de la música popular estadounidense de los años sesenta, para mostrarnos las complejidades de su mente. De manera honesta e históricamente precisa, Love & Mercy es una vitrina para el delirante proceso creativo de un genio musical que lucha contra su propia mente para poder vivir una vida plena.

La cinta está narrada en dos líneas temporales, alternando episodios clave de la vida de Wilson en sus veintes (interpretado por Paul Dano) y sus cuarentas (John Cusack), con vistazos a la influencia que tuvieron sobre él los dos hombres con mayor control sobre el artista: su padre, que abusaba física y económicamente de él y de sus hermanos, y su psicoterapeuta, Eugene Landy (Paul Giamatti), un tirano que lo alienó de su familia y amigos durante los años ochenta.

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Destaca la actuación de Paul Dano, un joven que podría ser el mejor de su generación, como ha dejado claro su participación en cintas como Little Miss Sunshine, For Ellen y 12 Years a Slave. En Love & Mercy, Dano canaliza cada detalle del genio de Brian Wilson y lo traduce en una interpretación llena de matices, con momentos especialmente conmovedores por su sutileza, como las sesiones de grabación en estudio para la producción del álbum Pet Sounds (1966) y del exitoso sencillo “Good Vibrations” (1966).

Por su parte, John Cusack ejecuta satisfactoriamente el rol de un Brian Wilson ensimismado, marchito, un hombre de mediana edad que vive bajo yugo ajeno, pero en cuyos ojos todavía se percibe una chispa de energía. En los mejores momentos de su interpretación está acompañado por Elizabeth Banks en el papel de Melinda Ledbetter, una mujer joven y competente que llega a la vida de Wilson y se convierte en su nuevo interés romántico. Ambos actores expresan efectivamente en pantalla el temor y asombro ante el amor naciente, en contraposición a la cautela necesaria por la condición mental de Wilson y el control obsesivo de su psicoterapeuta.

Merece una mención especial el diseño sonoro de esta película, que introduce al espectador en la mente de Wilson y le hace escuchar por largas escenas las perturbadoras voces y sonidos que han acompañado los pensamientos del artista desde 1963. La banda sonora de Love & Mercy quedó en manos de Atticus Ross (The Social Network, Gone Girl), quien tuvo un acceso especial a las cintas de grabación originales de The Beach Boys, mismas que usó para diseñar un soundtrack a la vez nostálgico, esperanzador y novedoso, reinterpretando las texturas musicales de Brian Wilson.

El excelente diseño de producción de Love & Mercy es tan sólo la cereza en un pastel agridulce que cautivará a melómanos y cinéfilos por igual. Si bien no se trata de una biopic convencional, esta cinta retrata la personalidad y vulnerabilidades de un artista cuya música dio forma a una década e impactó en el desarrollo de la música popular contemporánea. El legado de The Beach Boys perdura y Love & Mercy está a la altura de la figura a la que representa.

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El director y productor Bill Pohlad se interna en la mente y vida de Brian Wilson, uno de los compositores más queridos de la música popular estadounidense de los años sesenta, para mostrarnos las complejidades de su mente. De manera honesta e históricamente precisa, Love & Mercy es una vitrina para el delirante proceso creativo de un genio musical que lucha contra su propia mente para poder vivir una vida plena.

La cinta está narrada en dos líneas temporales, alternando episodios clave de la vida de Wilson en sus veintes (interpretado por Paul Dano) y sus cuarentas (John Cusack), con vistazos a la influencia que tuvieron sobre él los dos hombres con mayor control sobre el artista: su padre, que abusaba física y económicamente de él y de sus hermanos, y su psicoterapeuta, Eugene Landy (Paul Giamatti), un tirano que lo alienó de su familia y amigos durante los años ochenta.

El peso de Love & Mercy está bien distribuido entre interpretaciones precisas de un elenco de alta calidad, un guión sólido a cargo de Michael Alan Lerner y Oren Moverman —director/escritor de la exitosa I’m Not There (2007)—, una fotografía —responsabilidad de Robert Yeoman (The Grand Budapest Hotel, Moonrise Kingdom)— que combina un estilo documental con una mirada más romántica y orquestal a las diferentes etapas del proceso creativo de Wilson, y la dirección de Pohlad, que no apuesta por el shock simplón de mostrar a su protagonista como víctima y mártir de su condición mental y en cambio utiliza los conflictos internos de Wilson como el peligroso combustible de sus emociones y creatividad.

Destaca la actuación de Paul Dano, un joven que podría ser el mejor de su generación, como ha dejado claro su participación en cintas como Little Miss Sunshine, For Ellen y 12 Years a Slave. En Love & Mercy, Dano canaliza cada detalle del genio de Brian Wilson y lo traduce en una interpretación llena de matices, con momentos especialmente conmovedores por su sutileza, como las sesiones de grabación en estudio para la producción del álbum Pet Sounds (1966) y del exitoso sencillo “Good Vibrations” (1966).

Por su parte, John Cusack ejecuta satisfactoriamente el rol de un Brian Wilson ensimismado, marchito, un hombre de mediana edad que vive bajo yugo ajeno, pero en cuyos ojos todavía se percibe una chispa de energía. En los mejores momentos de su interpretación está acompañado por Elizabeth Banks en el papel de Melinda Ledbetter, una mujer joven y competente que llega a la vida de Wilson y se convierte en su nuevo interés romántico. Ambos actores expresan efectivamente en pantalla el temor y asombro ante el amor naciente, en contraposición a la cautela necesaria por la condición mental de Wilson y el control obsesivo de su psicoterapeuta.

Merece una mención especial el diseño sonoro de esta película, que introduce al espectador en la mente de Wilson y le hace escuchar por largas escenas las perturbadoras voces y sonidos que han acompañado los pensamientos del artista desde 1963. La banda sonora de Love & Mercy quedó en manos de Atticus Ross (The Social Network, Gone Girl), quien tuvo un acceso especial a las cintas de grabación originales de The Beach Boys, mismas que usó para diseñar un soundtrack a la vez nostálgico, esperanzador y novedoso, reinterpretando las texturas musicales de Brian Wilson.

El excelente diseño de producción de Love & Mercy es tan sólo la cereza en un pastel agridulce que cautivará a melómanos y cinéfilos por igual. Si bien no se trata de una biopic convencional, esta cinta retrata la personalidad y vulnerabilidades de un artista cuya música dio forma a una década e impactó en el desarrollo de la música popular contemporánea. El legado de The Beach Boys perdura y Love & Mercy está a la altura de la figura a la que representa.

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