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A los once años, Paola Espinosa salió de su casa en Baja California Sur para comenzar su historia como clavadista. Medallista olímpica, de juegos panamericanos y de mundiales de clavados, se convirtió en una de las mejores atletas en la historia de México.
Paola Espinosa es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. En entrevista con Celia Guerrero para el proyecto Obra maestra, Espinosa recordó que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago […] pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Obra maestra es una serie de retratos íntimos de las personas que marcaron un hito en la historia contemporánea mexicana, producido con el apoyo de la Arizona State University.
A los once años, Paola Espinosa salió de su casa en Baja California Sur para comenzar su historia como clavadista. Medallista olímpica, de juegos panamericanos y de mundiales de clavados, se convirtió en una de las mejores atletas en la historia de México.
Paola Espinosa es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. En entrevista con Celia Guerrero para el proyecto Obra maestra, Espinosa recordó que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago […] pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Obra maestra es una serie de retratos íntimos de las personas que marcaron un hito en la historia contemporánea mexicana, producido con el apoyo de la Arizona State University.
A los once años, Paola Espinosa salió de su casa en Baja California Sur para comenzar su historia como clavadista. Medallista olímpica, de juegos panamericanos y de mundiales de clavados, se convirtió en una de las mejores atletas en la historia de México.
Paola Espinosa es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. En entrevista con Celia Guerrero para el proyecto Obra maestra, Espinosa recordó que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago […] pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Obra maestra es una serie de retratos íntimos de las personas que marcaron un hito en la historia contemporánea mexicana, producido con el apoyo de la Arizona State University.
A los once años, Paola Espinosa salió de su casa en Baja California Sur para comenzar su historia como clavadista. Medallista olímpica, de juegos panamericanos y de mundiales de clavados, se convirtió en una de las mejores atletas en la historia de México.
Paola Espinosa es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. En entrevista con Celia Guerrero para el proyecto Obra maestra, Espinosa recordó que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago […] pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Obra maestra es una serie de retratos íntimos de las personas que marcaron un hito en la historia contemporánea mexicana, producido con el apoyo de la Arizona State University.
A los once años, Paola Espinosa salió de su casa en Baja California Sur para comenzar su historia como clavadista. Medallista olímpica, de juegos panamericanos y de mundiales de clavados, se convirtió en una de las mejores atletas en la historia de México.
Paola Espinosa es la clavadista más reconocida de México. Durante una carrera de más de veinte años, ganó medallas en Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos y campeonatos mundiales de clavados. Aunque sus padres estaban vinculados a los deportes acuáticos, su amor por los clavados nació de una experiencia compartida con su hermana. En entrevista con Celia Guerrero para el proyecto Obra maestra, Espinosa recordó que la primera vez que realizó un clavado, se subió “directo a la plataforma de diez metros, agarrada de la mano de mi hermana. Nos aventamos las dos corriendo. Mi hermana dijo: ‘no lo vuelvo a hacer, no me gustó’. Y yo, al contrario, sentí esas maripositas en el estómago […] pensaba en esa sensación y quería volver a sentirla. Por eso me quedé en los clavados”.
Paola Milagros Espinosa Sánchez nació el 31 de julio de 1986 en la Ciudad de México. Meses después de su nacimiento, su familia se mudó a Baja California Sur, luego de que su padre, Marco Antonio Espinosa, consiguiera un contrato como entrenador de natación en un importante complejo deportivo de La Paz. La madre de Paola, Josefina Sánchez, también estaba vinculada al deporte, pues era instructora de nado sincronizado.
A pesar de los antecedentes de sus padres, Paola recuerda que su acercamiento a los clavados surgió debido a su comportamiento inquieto. “Era una niña sumamente traviesa, mis papás ya no sabían qué hacer conmigo”, cuenta en Obra maestra. “La gimnasia me aburría, la natación me aburría, el karate me aburría. Ninguno me gustó hasta que llegué a la alberca de clavados”.
A los once años, Paola Espinosa dejó su casa en Baja California para comenzar su historia como clavadista profesional, ya que en 1997 el Comité Olímpico Nacional seleccionó a tres niños de entre once y doce años para entrenar en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano. Entre los elegidos estaba Paola; los otros dos fueron Laura Sánchez y Rommel Pacheco, quienes, al igual que ella, se convertirían en futuros clavadistas olímpicos.
En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, Paola Espinosa obtuvo la medalla de bronce en clavados sincronizados desde la plataforma de 10 metros, junto a Tatiana Ortiz. Acababa de cumplir 22 años, pero llevaba entrenando como atleta de alto rendimiento desde hacía una década.
“En unos Juegos Olímpicos, donde has entrenado toda tu vida, solo tienes cinco segundos porque cada clavado dura un segundo; en ese momento escuchas hasta tu corazón. Estás tan centrada en ti misma, sin escuchar absolutamente nada más que tu cuerpo y tu mente, repasando lo que tienes que hacer: primero piernas, luego brazos; primero piernas, luego brazos. Era lo único que me repetía hasta llegar a la punta de la plataforma”, comentó Espinosa en Obra maestra sobre la experiencia de competir en unas Olimpiadas. “Es un momento muy bonito, porque te conectas contigo misma y te desconectas de todo lo demás. Ese momento no lo he vuelto a repetir en mi vida normal”.
Entre otros logros, destaca la medalla de oro que ganó en el mundial de natación de Roma 2009. En las Olimpiadas de Londres 2012, el día de su cumpleaños 26, Espinosa ganó su segunda medalla olímpica, la de plata, junto a Alejandra Orozco en clavados sincronizados desde la plataforma de diez metros. En los Juegos Panamericanos de Lima 2019, ganó dos medallas de bronce, y obtuvo otra medalla de bronce en el mundial de clavados de ese mismo año.
En mayo de 2022, anunció su retiro de los clavados, después de más de veinte años de carrera, consolidándose como una de las campeonas internacionales más reconocidas. Fue la primera mujer mexicana en ganar dos medallas olímpicas y la única en conseguir un oro en un mundial. Ahora promueve el deporte a través de su fundación.
Obra maestra es una serie de retratos íntimos de las personas que marcaron un hito en la historia contemporánea mexicana, producido con el apoyo de la Arizona State University.
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