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Sandra, Cuevas y sus otros yo

Sandra, Cuevas y sus otros yo

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Sandra Cuevas, aspirante a candidata al cargo de alcalde de la Ciudad de México y alcaldesa de Cuauhtémoc, lidera la Operación Diamante, cuyo objetivo es patrullar y despejar los espacios públicos en el municipio de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, México, 5 de septiembre de 2023. Fotografía de Raquel Cunha/REUTERS.
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Tiempo de Lectura: 00 min

De Sandra Cuevas puede decirse que es frontal, polémica y contradictoria; también, interesada en cambiar radicalmente su entorno. Sin embargo, jamás podríamos describirla como un personaje secundario de la política mexicana.

Ataviada con un vestido corto azul marino, luciendo el logo de Michael Kors, y el pelo perfectamente planchado en caída sobre los hombros, Sandra Cuevas participó en algunos operativos para mantener el orden y la limpieza en las calles de la alcaldía Cuauhtémoc, la principal de la capital mexicana. Aquellos atuendos podían alcanzar los 60 000 pesos, unos 3 600 dólares, el equivalente a tres cuartas partes de su sueldo como funcionaria pública.

También se le pudo observar con el cabello recogido y montada en una cuatrimoto, vestida con uniforme negro de agente de policía y un escudo bordado en el pecho, con hilos dorados. No le fue ajeno entrar en acción con una motosierra en mano para demoler las pérgolas de madera que los restauranteros montaron sobre las calles durante la pandemia. Camaleónica, contradictoria, asume como fortaleza su actitud arrogante.

Para los que crecimos en la década de los noventa, Cuevas quizá nos remita a una amalgama del estilo femme fatale, con la intrepidez de Gatúbela de Michelle Pfeiffer y la sofisticación de Anjelica Huston en Los locos Addams, incluidos sus sendos lados caricaturescos.

A unos días de la elección, su cumpleaños 38 (25 de mayo de 1986) podría venir acompañado de un lugar en el Senado por Movimiento Ciudadano (MC). Partido que se ha vuelto la tercera fuerza política en México y aspira a convertirse en fiel de la balanza entre el partido oficialista Morena y el bloque opositor formado por el añejo PRI —venido a menos—, el PAN —histórico rival del tricolor— y un exiguo PRD —en la agonía de la desaparición—. Por otro lado, la agrupación naranja se ha ganado los señalamientos de estar al servicio del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialmente por representar una alternativa que debilita a la oposición.

Con menos de tres años de carrera política, Cuevas abrió fuego directo contra la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum, desde que ésta gobernaba la Ciudad de México. Ahora enfrenta una pendiente donde las encuestas no le dan ni por asomo opciones de ganar un lugar en el Senado, por el que contiende en fórmula con la experimentada política Alejandra Barrales. Sin embargo, ella sigue en la disputa como quien sabe que la meta no es el triunfo inmediato, sino la supervivencia a largo plazo.

“No tendríamos que pensar que Sandra Cuevas, si pierde la elección, se va a desdibujar de la política. Más bien está abriendo terreno como muchas otras candidaturas de MC; no es con miras a ganar esta elección, sino, más bien, está pavimentando un terreno que te lleva al 2027 y después al 2030”, analiza el politólogo Josué Jijón en entrevista con Gatopardo.

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Tras abandonar a la coalición opositora, la llegada de Cuevas a MC se hizo pública mediante una especie de ritual iniciático: dejó a un lado sus zapatillas color nude para calzarse unos tenis de anaranjado chillante, “fosfo, fosfo”, diría la influencer Mariana Rodríguez: candidata al gobierno de Monterrey, que convirtió a ese calzado en el símbolo de identidad de MC durante la campaña de su esposo, Samuel García, al gobierno de Nuevo León en 2020.

La idea de aprovechar el contenido viral ganó fuerza a partir de la elección de 2018, cuando MC se promocionó con la canción “Movimiento Naranja”, interpretada por Yuawi López, un niño de 9 años de raíces indígenas wixárikas. Desde entonces “Na, na, na, na”, y ahora “presidente Máynez, Máynez, Máynez”, vuelven a MC un partido de grandes jingles —con efecto secundario de amnesia sobre las propuestas de sus candidatos— que arropan a sus principales figuras.

A menos de un mes de la elección, por supuesto que Cuevas tendría su sinfonía marketera: “Ya llegó la nueva, Sandra Cuevas”. En menos de dos semanas la canción sumó más de 60 000 reproducciones.

Figuras nada convencionales para la política y con alma de influencers, como Mariana y Samuel, han redituado con creces al partido naranja. Entre tanto espectáculo politiquero, Cuevas halla el ambiente ideal y se siente cómoda, esto a decir de sus colaboradores.

Sandra Cuevas puede ser todo, menos previsible. El 2023 fue turbulento para la entonces alcaldesa de Cuauhtémoc. Luego de un conflicto con un grupo de baile dominical de la Alameda de Santa María la Ribera, donde se ubica el emblemático Kiosco Morisco, Sandra amenazó con dejar la política de manera definitiva una vez que concluyera su mandato. La advertencia no duró más de tres meses y, a mediados de año, Cuevas anunció su intención de acompañar la candidatura al gobierno de la Ciudad de México de Santiago Taboada, aspirante del PAN y su homólogo en la vecina alcaldía Benito Juárez.

La propuesta se extinguió en el otoño de 2023. Cual guerrera surgida de una distopía chilanga, ella no se iba a rendir y buscó por cuenta propia ser candidata al gobierno de la capital mexicana. No ocurrió.

Sandra Cuevas, militante del Partido Movimiento Ciudadano y candidata a senadora, inicia su campaña en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, de cara a la contienda electoral para cargos públicos prevista para el 2 de junio de este año. Fotografía de Gerardo Vieyra/REUTERS.

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A Sandra Cuevas le gusta “vivir bonito”, cuenta uno de sus colaboradores. El concepto atravesó su manera de gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, con ideas como la recuperación de calles para los peatones —a costa de quitarle espacio a negocios—, con su operativo Diamante. No le importó que en el proceso ella y sus colaboradores fueran señalados de abusos de poder o robo.

El colmo fue la eliminación de los tradicionales rótulos de los puestos callejeros y de murales en mercados, acción que en redes sociales fue satirizada con memes del payaso Arcoíris, que le roba el color a Saltadilla en la caricatura Las Chicas Superpoderosas. Desde su visión, se trataron de medidas para preservar el orden de lo que ella considera “estético”.

Si hablamos de ropa, la cartera de la candidata al Senado no tiene fondo. A mediados de agosto de 2023, Reforma exhibió a la alcaldesa con un recuento del precio de 32 de sus atuendos: 10 meses de su sueldo íntegro; es decir, algo inviable para cualquier persona, lo que despertó dudas sobre su lujoso estilo de vida.

Unas semanas después, en una entrevista con Latinus, respondió sobre estas y otras suspicacias venidas de la prensa y sus adversarios políticos sobre los vínculos con la Unión de Tepito, grupo criminal que opera en la alcaldía Cuauhtémoc. Los señalamientos cobraron más fuerza porque su familia se dedica al comercio y durante dos décadas lo hizo en el Barrio Bravo.

—¿Todo lo habido por usted es bien habido? —le pregunta Fernando del Collado, oculto entre las sombras del escenario de su programa en línea Tragaluz.

—Es bien habido —responde Cuevas, vestida con una blusa de seda Carolina Herrera, con estampado floreado en colores lila, verde y marrón, cuyo precio comercial es de más de 12 000 pesos.

—¿No gasta más de lo que gana, doña Sandra?

—No. Eso sí, todo me lo gasto.

—¿Créditos en activo?

—No —responde Cuevas con gesto duro.

—¿Ni en guardarropa y accesorios?

—No —por primera vez muestra una sonrisa abierta. Algo casi impensable en sus fotos, donde aparece generalmente con una mueca alegre, con los dientes resguardados tras sus rojos labios.

—¿Departamentos?

—No tengo —corrige su anterior desliz y vuelve a su sonrisa contenida.

—¿Le gusta el dinero?

—Me gusta mucho el dinero y todo me lo gasto.

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Una tarde de octubre de 2011, con apenas 25 años, frente a una tienda de ropa, Sandra Cuevas, entonces empleada del Servicio de Administración Tributaria y pequeña empresaria de golosinas Dulce Becerrita, compartió en Facebook una fotografía en las calles de Boston. Aparece con las manos a punto de entrar a las bolsas de su blazer oscuro y el cabello espolvoreado con copos de nieve. Detrás de ella está el aparador de un almacén con ropa de la marca Calvin Klein. A sus pies, cinco bolsas de distintas marcas con sus compras de esa tarde, seguramente muchas de ellas prendas, como sus vestidos Carolina Herrera, una de sus marcas favoritas, o sus bolsas Tory Burch. Postal acompañada por la frase: "Vi nevar por primera vez".

Sandra Cuevas vía Facebook, 29 de octubre de 2011.

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Gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación que supera el millón de personas gracias a su población flotante de empleados, puso a Cuevas en el centro de los reflectores. Ella podría decir como Frank Underwood (Kevin Spacey) en House of Cards,: “El poder es mucho como los bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés de la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”. Sin embargo, a Cuevas no le bastó. Desde sus primeros días como alcaldesa se enfrascó en pleitos con el gobierno central de Morena, el cual no le perdonó arrebatarle el poder en la alcaldía donde habita y despacha el presidente López Obrador.

Varios columnistas la señalaron de recibir el apoyo del exalcalde morenista Ricardo Monreal, quien gobernó la localidad ocho años atrás y que, previo a la elección, tuvo diferencias con su partido. Sin embargo, Cuevas ha negado constantemente tener relación profesional con el “doctor Monreal”.

El 22 de mayo de 2024 Cuevas anunció que daría una conferencia para ofrecer detalles “sobre la participación que [Monreal] tuvo en las elecciones de la CDMX en 2021 y en éstas que están en curso”, pero canceló para solidarizarse con las víctimas de la tragedia ocurrida en un mitin de Jorge Álvarez Máynez en Nuevo León.

En el mes previo a la jornada electoral, se habla en la prensa de un rompimiento con Monreal, a quien acusa de violencia verbal y cuya hija Caty contiende por la alcaldía Cuauhtémoc. Los detalles de este distanciamiento se mantienen en reserva.

Desde su primer día como alcaldesa, Cuevas generó animadversión de la cúpula morenista, que la denunció por su fastuosa toma de protesta, para la cual organizó una gran pachanga con alfombra roja y numerosos arreglos florales. Menos de 15 días después, decidió cerrar un deportivo recién remodelado en la colonia Lagunilla, lo que derivó en un juicio que la inhabilitó para ejercer su cargo a menos de un año de haberlo asumido, pero logró combatir la sanción con amparos hasta dejarla sin efecto.

Después, Cuevas tuvo un desencuentro con agentes de la policía de la Ciudad de México, quienes la acusaron de secuestro, agresiones y robo. Tras varias semanas de juicio, los policías desistieron del proceso y aceptaron como reparación una disculpa pública, una multa y que ella acudiera a terapia psicológica por tres meses.

No obstante, el conflicto siguió, generalmente con ataques de Cuevas. Hasta que en enero de 2023, personal del gobierno central ingresó a las instalaciones de la alcaldía tras una denuncia sobre el uso de las oficinas para almacenar propaganda contra la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Vestida de agente de seguridad, con una chamarra con un escudo bordado a la izquierda del pecho y la leyenda “Diamante” en letras doradas en la espalda, una noche de enero de 2022, Sandra Cuevas arengó a una multitud de trabajadores rodeados de policías capitalinos afuera de las instalaciones de la alcaldía. Con el pelo recogido en una coleta y los labios pintados de color chedrón, algo más opaco que su usual rojo brillante, delante de las cámaras de televisión lanzó un mensaje como lideresa de un ejército en pie de lucha:

—Desplegaron un operativo de granaderos en mis oficinas sin ninguna notificación. No se dejen amedrentar, no vamos a entrar en provocaciones. Así que nos vamos a trabajar. Ya saben que a nosotros no nos tiembla nada, ni nos da miedo nadie. ¿Quién nos da miedo?

—¡Nadieee! —responden sus colaboradores.

—¿A qué venimos?

—¡A trabajar!

—¿A quién le vamos a partir su madre?

—¡A Claudia!

También te puede interesar leer: "Instrucciones para llorar cómodamente, según las dicta Shakira".

"Rendí protesta como Alcaldesa de #Cuauhtémoc. ¡Vamos a lograr la mejor alcaldía de la #CDMX! #SandraCuevas". Fotografía de Sandra Cuevas vía Instagram.

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Sandra Cuevas es una mujer propositiva, abierta y, sobre todo, menos conflictiva desde su afiliación a MC, en febrero de 2024. Muy distinta a cuando aspiraba a la candidatura del gobierno capitalino. En el inicio del proceso interno de la oposición, en octubre de 2023, cual si fuera escena de The Warriors (1979) tropicalizada en la Central de Abasto (CEDA), Cuevas llegó con una caravana biker a Iztapalapa, territorio de Clara Brugada, la aspirante de Morena a suceder a Claudia Sheinbaum.

Entre jalones y forcejeos ocurrió un primer choque con supuestos trabajadores de la CEDA, quienes le impidieron la entrada. Los locales le arrebataron a la caravana algunas motocicletas y las subieron a una grúa para llevárselas. Mientras Cuevas, en su versión policíaca, se resistía al despojo. “No me voy a ir, no me voy a ir”, gritó enfundada en su chamarra negra rotulada con su nombre y el símbolo de diamante. “Me están secuestrando”. Al final pudo escapar, con sus aspiraciones al gobierno capitalino abolladas.

Los eventos con el partido naranja son todo lo opuesto. Nada de “Come out to play”. Nueva Cuevas, nuevo outfit: jeans azules, a veces desgarrados, otras completos; una camisa blanca y, de un mes para acá, una camiseta impecablemente blanca o de un naranja brillante. Por supuesto no puede faltar la gorra “fosfo, fosfo”.

Un viernes por la tarde, la exalcaldesa celebró un evento en Miguel Hidalgo donde repartió hot dogs. Su labor durante el encuentro fue preparar los bocadillos y aprovechó para regalar artículos anaranjados: peluches, juguetes y banderas. Luego obsequió naranjas y hasta aprovechó la temática para entregar a sus posibles electores bolsas llenas de chetos sin marca, frituras de harina esponjada de color “fosfo”.

Sandra Cuevas se ha adaptado a su compañera de fórmula, Alejandra Barrales, y a los otros candidatos, —el sonriente Máynez o el aspirante en la capital, Salomón Chertorivski—, aunque sin perder su estilo frontal. Apenas la semana pasada Cuevas propuso reducir el precio del Metro de cinco a cuatro pesos —aunque eso no es facultad de las senadoras—, a la par que criticó a Chertorivski por presumir en su campaña de haberse subido al Metro: “No eres el único candidato que anda en el Metro y que escucha a la gente. No exageres”, escribió en X.

Vaya manera de hacer mancuerna, pues para muchos votantes suena como un tono amenazador, aunque su equipo de trabajo lo percibe como algo normal. “Ella tiene posturas muy firmes. Yo creo que eso es algo que generalmente no sucede en la política. Difícilmente manda a alguien a decirte algo que ella quiere decir, o sea, ella te va a hablar y te va a decir esto”, comenta un colaborador de Cuevas.

Esa actitud también se muestra en su independencia del partido, al que no rinde cuentas en temas de comunicación. Aficionada del control, ella misma opera sus redes sociales y apenas es capaz de delegar tareas. “Es un poco de esta cultura de que si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo. Entonces, si bien sí escucha y sí tiene un equipo, en última instancia ella es quien decide y elige qué es lo que quiere”, relata otro colaborador.

Por ello, de forma repentina, pero quizá no tan sorprendente, el 19 de mayo, después del último debate presidencial, en el que a diferencia del primero no acompañó a su correligionario, la candidata naranja presentó un pronunciamiento para las elecciones de 2027 y 2030.

Después de la megamarcha para apoyar a la candidata presidencial de oposición, Xóchitl Gálvez, Cuevas retomó una vieja idea suya y llamó a la creación de un nuevo partido político inspirado en la marea rosa, el movimiento que surgió para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) y que se ha convertido en una fuerza opositora a la gestión de López Obrador y la candidatura de Claudia Sheinbaum.

Según Cuevas, esa movilización mostró que los partidos de oposición ya están rebasados y hasta condenados a desaparecer, por lo que es momento de crear un nuevo partido aprovechando esa gran convocatoria: un Partido Rosa que se sume a MC. “En el 2030, la propuesta es que esta Marea Rosa con ideales, con principios, debería formar su propio partido político: el Partido Rosa, y debería estar representado por Claudio X. González”, expuso en un video en X en el que aparece vestida de blanco, sin el color de algún partido, promoviendo la figura del empresario antagonista de López Obrador.

A pesar de su defensa de MC, para acompañar al video escribió un mensaje en que incluso se compromete a jugar en el mismo bando que ese nuevo partido, sin los liderazgos políticos: “Estaremos Movimiento Ciudadano y el Partido Rosa como verdaderas alternativas políticas”.

Tal vez inoportuno, pero franco —como suele ser Cuevas—, el mensaje tiene un aire de resignación para la elección del 2 de junio, ya que pone todas las esperanzas en el futuro: la elección de 2030, cuando brote un nuevo personaje del multiverso Sandra Cuevas, vistiendo de cualquier otro color, pero seguramente con los labios rojo brillante.

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De Sandra Cuevas puede decirse que es frontal, polémica y contradictoria; también, interesada en cambiar radicalmente su entorno. Sin embargo, jamás podríamos describirla como un personaje secundario de la política mexicana.

Ataviada con un vestido corto azul marino, luciendo el logo de Michael Kors, y el pelo perfectamente planchado en caída sobre los hombros, Sandra Cuevas participó en algunos operativos para mantener el orden y la limpieza en las calles de la alcaldía Cuauhtémoc, la principal de la capital mexicana. Aquellos atuendos podían alcanzar los 60 000 pesos, unos 3 600 dólares, el equivalente a tres cuartas partes de su sueldo como funcionaria pública.

También se le pudo observar con el cabello recogido y montada en una cuatrimoto, vestida con uniforme negro de agente de policía y un escudo bordado en el pecho, con hilos dorados. No le fue ajeno entrar en acción con una motosierra en mano para demoler las pérgolas de madera que los restauranteros montaron sobre las calles durante la pandemia. Camaleónica, contradictoria, asume como fortaleza su actitud arrogante.

Para los que crecimos en la década de los noventa, Cuevas quizá nos remita a una amalgama del estilo femme fatale, con la intrepidez de Gatúbela de Michelle Pfeiffer y la sofisticación de Anjelica Huston en Los locos Addams, incluidos sus sendos lados caricaturescos.

A unos días de la elección, su cumpleaños 38 (25 de mayo de 1986) podría venir acompañado de un lugar en el Senado por Movimiento Ciudadano (MC). Partido que se ha vuelto la tercera fuerza política en México y aspira a convertirse en fiel de la balanza entre el partido oficialista Morena y el bloque opositor formado por el añejo PRI —venido a menos—, el PAN —histórico rival del tricolor— y un exiguo PRD —en la agonía de la desaparición—. Por otro lado, la agrupación naranja se ha ganado los señalamientos de estar al servicio del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialmente por representar una alternativa que debilita a la oposición.

Con menos de tres años de carrera política, Cuevas abrió fuego directo contra la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum, desde que ésta gobernaba la Ciudad de México. Ahora enfrenta una pendiente donde las encuestas no le dan ni por asomo opciones de ganar un lugar en el Senado, por el que contiende en fórmula con la experimentada política Alejandra Barrales. Sin embargo, ella sigue en la disputa como quien sabe que la meta no es el triunfo inmediato, sino la supervivencia a largo plazo.

“No tendríamos que pensar que Sandra Cuevas, si pierde la elección, se va a desdibujar de la política. Más bien está abriendo terreno como muchas otras candidaturas de MC; no es con miras a ganar esta elección, sino, más bien, está pavimentando un terreno que te lleva al 2027 y después al 2030”, analiza el politólogo Josué Jijón en entrevista con Gatopardo.

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Tras abandonar a la coalición opositora, la llegada de Cuevas a MC se hizo pública mediante una especie de ritual iniciático: dejó a un lado sus zapatillas color nude para calzarse unos tenis de anaranjado chillante, “fosfo, fosfo”, diría la influencer Mariana Rodríguez: candidata al gobierno de Monterrey, que convirtió a ese calzado en el símbolo de identidad de MC durante la campaña de su esposo, Samuel García, al gobierno de Nuevo León en 2020.

La idea de aprovechar el contenido viral ganó fuerza a partir de la elección de 2018, cuando MC se promocionó con la canción “Movimiento Naranja”, interpretada por Yuawi López, un niño de 9 años de raíces indígenas wixárikas. Desde entonces “Na, na, na, na”, y ahora “presidente Máynez, Máynez, Máynez”, vuelven a MC un partido de grandes jingles —con efecto secundario de amnesia sobre las propuestas de sus candidatos— que arropan a sus principales figuras.

A menos de un mes de la elección, por supuesto que Cuevas tendría su sinfonía marketera: “Ya llegó la nueva, Sandra Cuevas”. En menos de dos semanas la canción sumó más de 60 000 reproducciones.

Figuras nada convencionales para la política y con alma de influencers, como Mariana y Samuel, han redituado con creces al partido naranja. Entre tanto espectáculo politiquero, Cuevas halla el ambiente ideal y se siente cómoda, esto a decir de sus colaboradores.

Sandra Cuevas puede ser todo, menos previsible. El 2023 fue turbulento para la entonces alcaldesa de Cuauhtémoc. Luego de un conflicto con un grupo de baile dominical de la Alameda de Santa María la Ribera, donde se ubica el emblemático Kiosco Morisco, Sandra amenazó con dejar la política de manera definitiva una vez que concluyera su mandato. La advertencia no duró más de tres meses y, a mediados de año, Cuevas anunció su intención de acompañar la candidatura al gobierno de la Ciudad de México de Santiago Taboada, aspirante del PAN y su homólogo en la vecina alcaldía Benito Juárez.

La propuesta se extinguió en el otoño de 2023. Cual guerrera surgida de una distopía chilanga, ella no se iba a rendir y buscó por cuenta propia ser candidata al gobierno de la capital mexicana. No ocurrió.

Sandra Cuevas, militante del Partido Movimiento Ciudadano y candidata a senadora, inicia su campaña en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, de cara a la contienda electoral para cargos públicos prevista para el 2 de junio de este año. Fotografía de Gerardo Vieyra/REUTERS.

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A Sandra Cuevas le gusta “vivir bonito”, cuenta uno de sus colaboradores. El concepto atravesó su manera de gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, con ideas como la recuperación de calles para los peatones —a costa de quitarle espacio a negocios—, con su operativo Diamante. No le importó que en el proceso ella y sus colaboradores fueran señalados de abusos de poder o robo.

El colmo fue la eliminación de los tradicionales rótulos de los puestos callejeros y de murales en mercados, acción que en redes sociales fue satirizada con memes del payaso Arcoíris, que le roba el color a Saltadilla en la caricatura Las Chicas Superpoderosas. Desde su visión, se trataron de medidas para preservar el orden de lo que ella considera “estético”.

Si hablamos de ropa, la cartera de la candidata al Senado no tiene fondo. A mediados de agosto de 2023, Reforma exhibió a la alcaldesa con un recuento del precio de 32 de sus atuendos: 10 meses de su sueldo íntegro; es decir, algo inviable para cualquier persona, lo que despertó dudas sobre su lujoso estilo de vida.

Unas semanas después, en una entrevista con Latinus, respondió sobre estas y otras suspicacias venidas de la prensa y sus adversarios políticos sobre los vínculos con la Unión de Tepito, grupo criminal que opera en la alcaldía Cuauhtémoc. Los señalamientos cobraron más fuerza porque su familia se dedica al comercio y durante dos décadas lo hizo en el Barrio Bravo.

—¿Todo lo habido por usted es bien habido? —le pregunta Fernando del Collado, oculto entre las sombras del escenario de su programa en línea Tragaluz.

—Es bien habido —responde Cuevas, vestida con una blusa de seda Carolina Herrera, con estampado floreado en colores lila, verde y marrón, cuyo precio comercial es de más de 12 000 pesos.

—¿No gasta más de lo que gana, doña Sandra?

—No. Eso sí, todo me lo gasto.

—¿Créditos en activo?

—No —responde Cuevas con gesto duro.

—¿Ni en guardarropa y accesorios?

—No —por primera vez muestra una sonrisa abierta. Algo casi impensable en sus fotos, donde aparece generalmente con una mueca alegre, con los dientes resguardados tras sus rojos labios.

—¿Departamentos?

—No tengo —corrige su anterior desliz y vuelve a su sonrisa contenida.

—¿Le gusta el dinero?

—Me gusta mucho el dinero y todo me lo gasto.

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Una tarde de octubre de 2011, con apenas 25 años, frente a una tienda de ropa, Sandra Cuevas, entonces empleada del Servicio de Administración Tributaria y pequeña empresaria de golosinas Dulce Becerrita, compartió en Facebook una fotografía en las calles de Boston. Aparece con las manos a punto de entrar a las bolsas de su blazer oscuro y el cabello espolvoreado con copos de nieve. Detrás de ella está el aparador de un almacén con ropa de la marca Calvin Klein. A sus pies, cinco bolsas de distintas marcas con sus compras de esa tarde, seguramente muchas de ellas prendas, como sus vestidos Carolina Herrera, una de sus marcas favoritas, o sus bolsas Tory Burch. Postal acompañada por la frase: "Vi nevar por primera vez".

Sandra Cuevas vía Facebook, 29 de octubre de 2011.

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Gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación que supera el millón de personas gracias a su población flotante de empleados, puso a Cuevas en el centro de los reflectores. Ella podría decir como Frank Underwood (Kevin Spacey) en House of Cards,: “El poder es mucho como los bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés de la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”. Sin embargo, a Cuevas no le bastó. Desde sus primeros días como alcaldesa se enfrascó en pleitos con el gobierno central de Morena, el cual no le perdonó arrebatarle el poder en la alcaldía donde habita y despacha el presidente López Obrador.

Varios columnistas la señalaron de recibir el apoyo del exalcalde morenista Ricardo Monreal, quien gobernó la localidad ocho años atrás y que, previo a la elección, tuvo diferencias con su partido. Sin embargo, Cuevas ha negado constantemente tener relación profesional con el “doctor Monreal”.

El 22 de mayo de 2024 Cuevas anunció que daría una conferencia para ofrecer detalles “sobre la participación que [Monreal] tuvo en las elecciones de la CDMX en 2021 y en éstas que están en curso”, pero canceló para solidarizarse con las víctimas de la tragedia ocurrida en un mitin de Jorge Álvarez Máynez en Nuevo León.

En el mes previo a la jornada electoral, se habla en la prensa de un rompimiento con Monreal, a quien acusa de violencia verbal y cuya hija Caty contiende por la alcaldía Cuauhtémoc. Los detalles de este distanciamiento se mantienen en reserva.

Desde su primer día como alcaldesa, Cuevas generó animadversión de la cúpula morenista, que la denunció por su fastuosa toma de protesta, para la cual organizó una gran pachanga con alfombra roja y numerosos arreglos florales. Menos de 15 días después, decidió cerrar un deportivo recién remodelado en la colonia Lagunilla, lo que derivó en un juicio que la inhabilitó para ejercer su cargo a menos de un año de haberlo asumido, pero logró combatir la sanción con amparos hasta dejarla sin efecto.

Después, Cuevas tuvo un desencuentro con agentes de la policía de la Ciudad de México, quienes la acusaron de secuestro, agresiones y robo. Tras varias semanas de juicio, los policías desistieron del proceso y aceptaron como reparación una disculpa pública, una multa y que ella acudiera a terapia psicológica por tres meses.

No obstante, el conflicto siguió, generalmente con ataques de Cuevas. Hasta que en enero de 2023, personal del gobierno central ingresó a las instalaciones de la alcaldía tras una denuncia sobre el uso de las oficinas para almacenar propaganda contra la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Vestida de agente de seguridad, con una chamarra con un escudo bordado a la izquierda del pecho y la leyenda “Diamante” en letras doradas en la espalda, una noche de enero de 2022, Sandra Cuevas arengó a una multitud de trabajadores rodeados de policías capitalinos afuera de las instalaciones de la alcaldía. Con el pelo recogido en una coleta y los labios pintados de color chedrón, algo más opaco que su usual rojo brillante, delante de las cámaras de televisión lanzó un mensaje como lideresa de un ejército en pie de lucha:

—Desplegaron un operativo de granaderos en mis oficinas sin ninguna notificación. No se dejen amedrentar, no vamos a entrar en provocaciones. Así que nos vamos a trabajar. Ya saben que a nosotros no nos tiembla nada, ni nos da miedo nadie. ¿Quién nos da miedo?

—¡Nadieee! —responden sus colaboradores.

—¿A qué venimos?

—¡A trabajar!

—¿A quién le vamos a partir su madre?

—¡A Claudia!

También te puede interesar leer: "Instrucciones para llorar cómodamente, según las dicta Shakira".

"Rendí protesta como Alcaldesa de #Cuauhtémoc. ¡Vamos a lograr la mejor alcaldía de la #CDMX! #SandraCuevas". Fotografía de Sandra Cuevas vía Instagram.

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Sandra Cuevas es una mujer propositiva, abierta y, sobre todo, menos conflictiva desde su afiliación a MC, en febrero de 2024. Muy distinta a cuando aspiraba a la candidatura del gobierno capitalino. En el inicio del proceso interno de la oposición, en octubre de 2023, cual si fuera escena de The Warriors (1979) tropicalizada en la Central de Abasto (CEDA), Cuevas llegó con una caravana biker a Iztapalapa, territorio de Clara Brugada, la aspirante de Morena a suceder a Claudia Sheinbaum.

Entre jalones y forcejeos ocurrió un primer choque con supuestos trabajadores de la CEDA, quienes le impidieron la entrada. Los locales le arrebataron a la caravana algunas motocicletas y las subieron a una grúa para llevárselas. Mientras Cuevas, en su versión policíaca, se resistía al despojo. “No me voy a ir, no me voy a ir”, gritó enfundada en su chamarra negra rotulada con su nombre y el símbolo de diamante. “Me están secuestrando”. Al final pudo escapar, con sus aspiraciones al gobierno capitalino abolladas.

Los eventos con el partido naranja son todo lo opuesto. Nada de “Come out to play”. Nueva Cuevas, nuevo outfit: jeans azules, a veces desgarrados, otras completos; una camisa blanca y, de un mes para acá, una camiseta impecablemente blanca o de un naranja brillante. Por supuesto no puede faltar la gorra “fosfo, fosfo”.

Un viernes por la tarde, la exalcaldesa celebró un evento en Miguel Hidalgo donde repartió hot dogs. Su labor durante el encuentro fue preparar los bocadillos y aprovechó para regalar artículos anaranjados: peluches, juguetes y banderas. Luego obsequió naranjas y hasta aprovechó la temática para entregar a sus posibles electores bolsas llenas de chetos sin marca, frituras de harina esponjada de color “fosfo”.

Sandra Cuevas se ha adaptado a su compañera de fórmula, Alejandra Barrales, y a los otros candidatos, —el sonriente Máynez o el aspirante en la capital, Salomón Chertorivski—, aunque sin perder su estilo frontal. Apenas la semana pasada Cuevas propuso reducir el precio del Metro de cinco a cuatro pesos —aunque eso no es facultad de las senadoras—, a la par que criticó a Chertorivski por presumir en su campaña de haberse subido al Metro: “No eres el único candidato que anda en el Metro y que escucha a la gente. No exageres”, escribió en X.

Vaya manera de hacer mancuerna, pues para muchos votantes suena como un tono amenazador, aunque su equipo de trabajo lo percibe como algo normal. “Ella tiene posturas muy firmes. Yo creo que eso es algo que generalmente no sucede en la política. Difícilmente manda a alguien a decirte algo que ella quiere decir, o sea, ella te va a hablar y te va a decir esto”, comenta un colaborador de Cuevas.

Esa actitud también se muestra en su independencia del partido, al que no rinde cuentas en temas de comunicación. Aficionada del control, ella misma opera sus redes sociales y apenas es capaz de delegar tareas. “Es un poco de esta cultura de que si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo. Entonces, si bien sí escucha y sí tiene un equipo, en última instancia ella es quien decide y elige qué es lo que quiere”, relata otro colaborador.

Por ello, de forma repentina, pero quizá no tan sorprendente, el 19 de mayo, después del último debate presidencial, en el que a diferencia del primero no acompañó a su correligionario, la candidata naranja presentó un pronunciamiento para las elecciones de 2027 y 2030.

Después de la megamarcha para apoyar a la candidata presidencial de oposición, Xóchitl Gálvez, Cuevas retomó una vieja idea suya y llamó a la creación de un nuevo partido político inspirado en la marea rosa, el movimiento que surgió para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) y que se ha convertido en una fuerza opositora a la gestión de López Obrador y la candidatura de Claudia Sheinbaum.

Según Cuevas, esa movilización mostró que los partidos de oposición ya están rebasados y hasta condenados a desaparecer, por lo que es momento de crear un nuevo partido aprovechando esa gran convocatoria: un Partido Rosa que se sume a MC. “En el 2030, la propuesta es que esta Marea Rosa con ideales, con principios, debería formar su propio partido político: el Partido Rosa, y debería estar representado por Claudio X. González”, expuso en un video en X en el que aparece vestida de blanco, sin el color de algún partido, promoviendo la figura del empresario antagonista de López Obrador.

A pesar de su defensa de MC, para acompañar al video escribió un mensaje en que incluso se compromete a jugar en el mismo bando que ese nuevo partido, sin los liderazgos políticos: “Estaremos Movimiento Ciudadano y el Partido Rosa como verdaderas alternativas políticas”.

Tal vez inoportuno, pero franco —como suele ser Cuevas—, el mensaje tiene un aire de resignación para la elección del 2 de junio, ya que pone todas las esperanzas en el futuro: la elección de 2030, cuando brote un nuevo personaje del multiverso Sandra Cuevas, vistiendo de cualquier otro color, pero seguramente con los labios rojo brillante.

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Sandra, Cuevas y sus otros yo

Sandra, Cuevas y sus otros yo

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Sandra Cuevas, aspirante a candidata al cargo de alcalde de la Ciudad de México y alcaldesa de Cuauhtémoc, lidera la Operación Diamante, cuyo objetivo es patrullar y despejar los espacios públicos en el municipio de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, México, 5 de septiembre de 2023. Fotografía de Raquel Cunha/REUTERS.
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Tiempo de Lectura: 00 min

De Sandra Cuevas puede decirse que es frontal, polémica y contradictoria; también, interesada en cambiar radicalmente su entorno. Sin embargo, jamás podríamos describirla como un personaje secundario de la política mexicana.

Ataviada con un vestido corto azul marino, luciendo el logo de Michael Kors, y el pelo perfectamente planchado en caída sobre los hombros, Sandra Cuevas participó en algunos operativos para mantener el orden y la limpieza en las calles de la alcaldía Cuauhtémoc, la principal de la capital mexicana. Aquellos atuendos podían alcanzar los 60 000 pesos, unos 3 600 dólares, el equivalente a tres cuartas partes de su sueldo como funcionaria pública.

También se le pudo observar con el cabello recogido y montada en una cuatrimoto, vestida con uniforme negro de agente de policía y un escudo bordado en el pecho, con hilos dorados. No le fue ajeno entrar en acción con una motosierra en mano para demoler las pérgolas de madera que los restauranteros montaron sobre las calles durante la pandemia. Camaleónica, contradictoria, asume como fortaleza su actitud arrogante.

Para los que crecimos en la década de los noventa, Cuevas quizá nos remita a una amalgama del estilo femme fatale, con la intrepidez de Gatúbela de Michelle Pfeiffer y la sofisticación de Anjelica Huston en Los locos Addams, incluidos sus sendos lados caricaturescos.

A unos días de la elección, su cumpleaños 38 (25 de mayo de 1986) podría venir acompañado de un lugar en el Senado por Movimiento Ciudadano (MC). Partido que se ha vuelto la tercera fuerza política en México y aspira a convertirse en fiel de la balanza entre el partido oficialista Morena y el bloque opositor formado por el añejo PRI —venido a menos—, el PAN —histórico rival del tricolor— y un exiguo PRD —en la agonía de la desaparición—. Por otro lado, la agrupación naranja se ha ganado los señalamientos de estar al servicio del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialmente por representar una alternativa que debilita a la oposición.

Con menos de tres años de carrera política, Cuevas abrió fuego directo contra la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum, desde que ésta gobernaba la Ciudad de México. Ahora enfrenta una pendiente donde las encuestas no le dan ni por asomo opciones de ganar un lugar en el Senado, por el que contiende en fórmula con la experimentada política Alejandra Barrales. Sin embargo, ella sigue en la disputa como quien sabe que la meta no es el triunfo inmediato, sino la supervivencia a largo plazo.

“No tendríamos que pensar que Sandra Cuevas, si pierde la elección, se va a desdibujar de la política. Más bien está abriendo terreno como muchas otras candidaturas de MC; no es con miras a ganar esta elección, sino, más bien, está pavimentando un terreno que te lleva al 2027 y después al 2030”, analiza el politólogo Josué Jijón en entrevista con Gatopardo.

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Tras abandonar a la coalición opositora, la llegada de Cuevas a MC se hizo pública mediante una especie de ritual iniciático: dejó a un lado sus zapatillas color nude para calzarse unos tenis de anaranjado chillante, “fosfo, fosfo”, diría la influencer Mariana Rodríguez: candidata al gobierno de Monterrey, que convirtió a ese calzado en el símbolo de identidad de MC durante la campaña de su esposo, Samuel García, al gobierno de Nuevo León en 2020.

La idea de aprovechar el contenido viral ganó fuerza a partir de la elección de 2018, cuando MC se promocionó con la canción “Movimiento Naranja”, interpretada por Yuawi López, un niño de 9 años de raíces indígenas wixárikas. Desde entonces “Na, na, na, na”, y ahora “presidente Máynez, Máynez, Máynez”, vuelven a MC un partido de grandes jingles —con efecto secundario de amnesia sobre las propuestas de sus candidatos— que arropan a sus principales figuras.

A menos de un mes de la elección, por supuesto que Cuevas tendría su sinfonía marketera: “Ya llegó la nueva, Sandra Cuevas”. En menos de dos semanas la canción sumó más de 60 000 reproducciones.

Figuras nada convencionales para la política y con alma de influencers, como Mariana y Samuel, han redituado con creces al partido naranja. Entre tanto espectáculo politiquero, Cuevas halla el ambiente ideal y se siente cómoda, esto a decir de sus colaboradores.

Sandra Cuevas puede ser todo, menos previsible. El 2023 fue turbulento para la entonces alcaldesa de Cuauhtémoc. Luego de un conflicto con un grupo de baile dominical de la Alameda de Santa María la Ribera, donde se ubica el emblemático Kiosco Morisco, Sandra amenazó con dejar la política de manera definitiva una vez que concluyera su mandato. La advertencia no duró más de tres meses y, a mediados de año, Cuevas anunció su intención de acompañar la candidatura al gobierno de la Ciudad de México de Santiago Taboada, aspirante del PAN y su homólogo en la vecina alcaldía Benito Juárez.

La propuesta se extinguió en el otoño de 2023. Cual guerrera surgida de una distopía chilanga, ella no se iba a rendir y buscó por cuenta propia ser candidata al gobierno de la capital mexicana. No ocurrió.

Sandra Cuevas, militante del Partido Movimiento Ciudadano y candidata a senadora, inicia su campaña en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, de cara a la contienda electoral para cargos públicos prevista para el 2 de junio de este año. Fotografía de Gerardo Vieyra/REUTERS.

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A Sandra Cuevas le gusta “vivir bonito”, cuenta uno de sus colaboradores. El concepto atravesó su manera de gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, con ideas como la recuperación de calles para los peatones —a costa de quitarle espacio a negocios—, con su operativo Diamante. No le importó que en el proceso ella y sus colaboradores fueran señalados de abusos de poder o robo.

El colmo fue la eliminación de los tradicionales rótulos de los puestos callejeros y de murales en mercados, acción que en redes sociales fue satirizada con memes del payaso Arcoíris, que le roba el color a Saltadilla en la caricatura Las Chicas Superpoderosas. Desde su visión, se trataron de medidas para preservar el orden de lo que ella considera “estético”.

Si hablamos de ropa, la cartera de la candidata al Senado no tiene fondo. A mediados de agosto de 2023, Reforma exhibió a la alcaldesa con un recuento del precio de 32 de sus atuendos: 10 meses de su sueldo íntegro; es decir, algo inviable para cualquier persona, lo que despertó dudas sobre su lujoso estilo de vida.

Unas semanas después, en una entrevista con Latinus, respondió sobre estas y otras suspicacias venidas de la prensa y sus adversarios políticos sobre los vínculos con la Unión de Tepito, grupo criminal que opera en la alcaldía Cuauhtémoc. Los señalamientos cobraron más fuerza porque su familia se dedica al comercio y durante dos décadas lo hizo en el Barrio Bravo.

—¿Todo lo habido por usted es bien habido? —le pregunta Fernando del Collado, oculto entre las sombras del escenario de su programa en línea Tragaluz.

—Es bien habido —responde Cuevas, vestida con una blusa de seda Carolina Herrera, con estampado floreado en colores lila, verde y marrón, cuyo precio comercial es de más de 12 000 pesos.

—¿No gasta más de lo que gana, doña Sandra?

—No. Eso sí, todo me lo gasto.

—¿Créditos en activo?

—No —responde Cuevas con gesto duro.

—¿Ni en guardarropa y accesorios?

—No —por primera vez muestra una sonrisa abierta. Algo casi impensable en sus fotos, donde aparece generalmente con una mueca alegre, con los dientes resguardados tras sus rojos labios.

—¿Departamentos?

—No tengo —corrige su anterior desliz y vuelve a su sonrisa contenida.

—¿Le gusta el dinero?

—Me gusta mucho el dinero y todo me lo gasto.

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Una tarde de octubre de 2011, con apenas 25 años, frente a una tienda de ropa, Sandra Cuevas, entonces empleada del Servicio de Administración Tributaria y pequeña empresaria de golosinas Dulce Becerrita, compartió en Facebook una fotografía en las calles de Boston. Aparece con las manos a punto de entrar a las bolsas de su blazer oscuro y el cabello espolvoreado con copos de nieve. Detrás de ella está el aparador de un almacén con ropa de la marca Calvin Klein. A sus pies, cinco bolsas de distintas marcas con sus compras de esa tarde, seguramente muchas de ellas prendas, como sus vestidos Carolina Herrera, una de sus marcas favoritas, o sus bolsas Tory Burch. Postal acompañada por la frase: "Vi nevar por primera vez".

Sandra Cuevas vía Facebook, 29 de octubre de 2011.

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Gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación que supera el millón de personas gracias a su población flotante de empleados, puso a Cuevas en el centro de los reflectores. Ella podría decir como Frank Underwood (Kevin Spacey) en House of Cards,: “El poder es mucho como los bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés de la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”. Sin embargo, a Cuevas no le bastó. Desde sus primeros días como alcaldesa se enfrascó en pleitos con el gobierno central de Morena, el cual no le perdonó arrebatarle el poder en la alcaldía donde habita y despacha el presidente López Obrador.

Varios columnistas la señalaron de recibir el apoyo del exalcalde morenista Ricardo Monreal, quien gobernó la localidad ocho años atrás y que, previo a la elección, tuvo diferencias con su partido. Sin embargo, Cuevas ha negado constantemente tener relación profesional con el “doctor Monreal”.

El 22 de mayo de 2024 Cuevas anunció que daría una conferencia para ofrecer detalles “sobre la participación que [Monreal] tuvo en las elecciones de la CDMX en 2021 y en éstas que están en curso”, pero canceló para solidarizarse con las víctimas de la tragedia ocurrida en un mitin de Jorge Álvarez Máynez en Nuevo León.

En el mes previo a la jornada electoral, se habla en la prensa de un rompimiento con Monreal, a quien acusa de violencia verbal y cuya hija Caty contiende por la alcaldía Cuauhtémoc. Los detalles de este distanciamiento se mantienen en reserva.

Desde su primer día como alcaldesa, Cuevas generó animadversión de la cúpula morenista, que la denunció por su fastuosa toma de protesta, para la cual organizó una gran pachanga con alfombra roja y numerosos arreglos florales. Menos de 15 días después, decidió cerrar un deportivo recién remodelado en la colonia Lagunilla, lo que derivó en un juicio que la inhabilitó para ejercer su cargo a menos de un año de haberlo asumido, pero logró combatir la sanción con amparos hasta dejarla sin efecto.

Después, Cuevas tuvo un desencuentro con agentes de la policía de la Ciudad de México, quienes la acusaron de secuestro, agresiones y robo. Tras varias semanas de juicio, los policías desistieron del proceso y aceptaron como reparación una disculpa pública, una multa y que ella acudiera a terapia psicológica por tres meses.

No obstante, el conflicto siguió, generalmente con ataques de Cuevas. Hasta que en enero de 2023, personal del gobierno central ingresó a las instalaciones de la alcaldía tras una denuncia sobre el uso de las oficinas para almacenar propaganda contra la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Vestida de agente de seguridad, con una chamarra con un escudo bordado a la izquierda del pecho y la leyenda “Diamante” en letras doradas en la espalda, una noche de enero de 2022, Sandra Cuevas arengó a una multitud de trabajadores rodeados de policías capitalinos afuera de las instalaciones de la alcaldía. Con el pelo recogido en una coleta y los labios pintados de color chedrón, algo más opaco que su usual rojo brillante, delante de las cámaras de televisión lanzó un mensaje como lideresa de un ejército en pie de lucha:

—Desplegaron un operativo de granaderos en mis oficinas sin ninguna notificación. No se dejen amedrentar, no vamos a entrar en provocaciones. Así que nos vamos a trabajar. Ya saben que a nosotros no nos tiembla nada, ni nos da miedo nadie. ¿Quién nos da miedo?

—¡Nadieee! —responden sus colaboradores.

—¿A qué venimos?

—¡A trabajar!

—¿A quién le vamos a partir su madre?

—¡A Claudia!

También te puede interesar leer: "Instrucciones para llorar cómodamente, según las dicta Shakira".

"Rendí protesta como Alcaldesa de #Cuauhtémoc. ¡Vamos a lograr la mejor alcaldía de la #CDMX! #SandraCuevas". Fotografía de Sandra Cuevas vía Instagram.

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Sandra Cuevas es una mujer propositiva, abierta y, sobre todo, menos conflictiva desde su afiliación a MC, en febrero de 2024. Muy distinta a cuando aspiraba a la candidatura del gobierno capitalino. En el inicio del proceso interno de la oposición, en octubre de 2023, cual si fuera escena de The Warriors (1979) tropicalizada en la Central de Abasto (CEDA), Cuevas llegó con una caravana biker a Iztapalapa, territorio de Clara Brugada, la aspirante de Morena a suceder a Claudia Sheinbaum.

Entre jalones y forcejeos ocurrió un primer choque con supuestos trabajadores de la CEDA, quienes le impidieron la entrada. Los locales le arrebataron a la caravana algunas motocicletas y las subieron a una grúa para llevárselas. Mientras Cuevas, en su versión policíaca, se resistía al despojo. “No me voy a ir, no me voy a ir”, gritó enfundada en su chamarra negra rotulada con su nombre y el símbolo de diamante. “Me están secuestrando”. Al final pudo escapar, con sus aspiraciones al gobierno capitalino abolladas.

Los eventos con el partido naranja son todo lo opuesto. Nada de “Come out to play”. Nueva Cuevas, nuevo outfit: jeans azules, a veces desgarrados, otras completos; una camisa blanca y, de un mes para acá, una camiseta impecablemente blanca o de un naranja brillante. Por supuesto no puede faltar la gorra “fosfo, fosfo”.

Un viernes por la tarde, la exalcaldesa celebró un evento en Miguel Hidalgo donde repartió hot dogs. Su labor durante el encuentro fue preparar los bocadillos y aprovechó para regalar artículos anaranjados: peluches, juguetes y banderas. Luego obsequió naranjas y hasta aprovechó la temática para entregar a sus posibles electores bolsas llenas de chetos sin marca, frituras de harina esponjada de color “fosfo”.

Sandra Cuevas se ha adaptado a su compañera de fórmula, Alejandra Barrales, y a los otros candidatos, —el sonriente Máynez o el aspirante en la capital, Salomón Chertorivski—, aunque sin perder su estilo frontal. Apenas la semana pasada Cuevas propuso reducir el precio del Metro de cinco a cuatro pesos —aunque eso no es facultad de las senadoras—, a la par que criticó a Chertorivski por presumir en su campaña de haberse subido al Metro: “No eres el único candidato que anda en el Metro y que escucha a la gente. No exageres”, escribió en X.

Vaya manera de hacer mancuerna, pues para muchos votantes suena como un tono amenazador, aunque su equipo de trabajo lo percibe como algo normal. “Ella tiene posturas muy firmes. Yo creo que eso es algo que generalmente no sucede en la política. Difícilmente manda a alguien a decirte algo que ella quiere decir, o sea, ella te va a hablar y te va a decir esto”, comenta un colaborador de Cuevas.

Esa actitud también se muestra en su independencia del partido, al que no rinde cuentas en temas de comunicación. Aficionada del control, ella misma opera sus redes sociales y apenas es capaz de delegar tareas. “Es un poco de esta cultura de que si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo. Entonces, si bien sí escucha y sí tiene un equipo, en última instancia ella es quien decide y elige qué es lo que quiere”, relata otro colaborador.

Por ello, de forma repentina, pero quizá no tan sorprendente, el 19 de mayo, después del último debate presidencial, en el que a diferencia del primero no acompañó a su correligionario, la candidata naranja presentó un pronunciamiento para las elecciones de 2027 y 2030.

Después de la megamarcha para apoyar a la candidata presidencial de oposición, Xóchitl Gálvez, Cuevas retomó una vieja idea suya y llamó a la creación de un nuevo partido político inspirado en la marea rosa, el movimiento que surgió para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) y que se ha convertido en una fuerza opositora a la gestión de López Obrador y la candidatura de Claudia Sheinbaum.

Según Cuevas, esa movilización mostró que los partidos de oposición ya están rebasados y hasta condenados a desaparecer, por lo que es momento de crear un nuevo partido aprovechando esa gran convocatoria: un Partido Rosa que se sume a MC. “En el 2030, la propuesta es que esta Marea Rosa con ideales, con principios, debería formar su propio partido político: el Partido Rosa, y debería estar representado por Claudio X. González”, expuso en un video en X en el que aparece vestida de blanco, sin el color de algún partido, promoviendo la figura del empresario antagonista de López Obrador.

A pesar de su defensa de MC, para acompañar al video escribió un mensaje en que incluso se compromete a jugar en el mismo bando que ese nuevo partido, sin los liderazgos políticos: “Estaremos Movimiento Ciudadano y el Partido Rosa como verdaderas alternativas políticas”.

Tal vez inoportuno, pero franco —como suele ser Cuevas—, el mensaje tiene un aire de resignación para la elección del 2 de junio, ya que pone todas las esperanzas en el futuro: la elección de 2030, cuando brote un nuevo personaje del multiverso Sandra Cuevas, vistiendo de cualquier otro color, pero seguramente con los labios rojo brillante.

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De Sandra Cuevas puede decirse que es frontal, polémica y contradictoria; también, interesada en cambiar radicalmente su entorno. Sin embargo, jamás podríamos describirla como un personaje secundario de la política mexicana.

Ataviada con un vestido corto azul marino, luciendo el logo de Michael Kors, y el pelo perfectamente planchado en caída sobre los hombros, Sandra Cuevas participó en algunos operativos para mantener el orden y la limpieza en las calles de la alcaldía Cuauhtémoc, la principal de la capital mexicana. Aquellos atuendos podían alcanzar los 60 000 pesos, unos 3 600 dólares, el equivalente a tres cuartas partes de su sueldo como funcionaria pública.

También se le pudo observar con el cabello recogido y montada en una cuatrimoto, vestida con uniforme negro de agente de policía y un escudo bordado en el pecho, con hilos dorados. No le fue ajeno entrar en acción con una motosierra en mano para demoler las pérgolas de madera que los restauranteros montaron sobre las calles durante la pandemia. Camaleónica, contradictoria, asume como fortaleza su actitud arrogante.

Para los que crecimos en la década de los noventa, Cuevas quizá nos remita a una amalgama del estilo femme fatale, con la intrepidez de Gatúbela de Michelle Pfeiffer y la sofisticación de Anjelica Huston en Los locos Addams, incluidos sus sendos lados caricaturescos.

A unos días de la elección, su cumpleaños 38 (25 de mayo de 1986) podría venir acompañado de un lugar en el Senado por Movimiento Ciudadano (MC). Partido que se ha vuelto la tercera fuerza política en México y aspira a convertirse en fiel de la balanza entre el partido oficialista Morena y el bloque opositor formado por el añejo PRI —venido a menos—, el PAN —histórico rival del tricolor— y un exiguo PRD —en la agonía de la desaparición—. Por otro lado, la agrupación naranja se ha ganado los señalamientos de estar al servicio del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialmente por representar una alternativa que debilita a la oposición.

Con menos de tres años de carrera política, Cuevas abrió fuego directo contra la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum, desde que ésta gobernaba la Ciudad de México. Ahora enfrenta una pendiente donde las encuestas no le dan ni por asomo opciones de ganar un lugar en el Senado, por el que contiende en fórmula con la experimentada política Alejandra Barrales. Sin embargo, ella sigue en la disputa como quien sabe que la meta no es el triunfo inmediato, sino la supervivencia a largo plazo.

“No tendríamos que pensar que Sandra Cuevas, si pierde la elección, se va a desdibujar de la política. Más bien está abriendo terreno como muchas otras candidaturas de MC; no es con miras a ganar esta elección, sino, más bien, está pavimentando un terreno que te lleva al 2027 y después al 2030”, analiza el politólogo Josué Jijón en entrevista con Gatopardo.

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Tras abandonar a la coalición opositora, la llegada de Cuevas a MC se hizo pública mediante una especie de ritual iniciático: dejó a un lado sus zapatillas color nude para calzarse unos tenis de anaranjado chillante, “fosfo, fosfo”, diría la influencer Mariana Rodríguez: candidata al gobierno de Monterrey, que convirtió a ese calzado en el símbolo de identidad de MC durante la campaña de su esposo, Samuel García, al gobierno de Nuevo León en 2020.

La idea de aprovechar el contenido viral ganó fuerza a partir de la elección de 2018, cuando MC se promocionó con la canción “Movimiento Naranja”, interpretada por Yuawi López, un niño de 9 años de raíces indígenas wixárikas. Desde entonces “Na, na, na, na”, y ahora “presidente Máynez, Máynez, Máynez”, vuelven a MC un partido de grandes jingles —con efecto secundario de amnesia sobre las propuestas de sus candidatos— que arropan a sus principales figuras.

A menos de un mes de la elección, por supuesto que Cuevas tendría su sinfonía marketera: “Ya llegó la nueva, Sandra Cuevas”. En menos de dos semanas la canción sumó más de 60 000 reproducciones.

Figuras nada convencionales para la política y con alma de influencers, como Mariana y Samuel, han redituado con creces al partido naranja. Entre tanto espectáculo politiquero, Cuevas halla el ambiente ideal y se siente cómoda, esto a decir de sus colaboradores.

Sandra Cuevas puede ser todo, menos previsible. El 2023 fue turbulento para la entonces alcaldesa de Cuauhtémoc. Luego de un conflicto con un grupo de baile dominical de la Alameda de Santa María la Ribera, donde se ubica el emblemático Kiosco Morisco, Sandra amenazó con dejar la política de manera definitiva una vez que concluyera su mandato. La advertencia no duró más de tres meses y, a mediados de año, Cuevas anunció su intención de acompañar la candidatura al gobierno de la Ciudad de México de Santiago Taboada, aspirante del PAN y su homólogo en la vecina alcaldía Benito Juárez.

La propuesta se extinguió en el otoño de 2023. Cual guerrera surgida de una distopía chilanga, ella no se iba a rendir y buscó por cuenta propia ser candidata al gobierno de la capital mexicana. No ocurrió.

Sandra Cuevas, militante del Partido Movimiento Ciudadano y candidata a senadora, inicia su campaña en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, de cara a la contienda electoral para cargos públicos prevista para el 2 de junio de este año. Fotografía de Gerardo Vieyra/REUTERS.

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A Sandra Cuevas le gusta “vivir bonito”, cuenta uno de sus colaboradores. El concepto atravesó su manera de gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, con ideas como la recuperación de calles para los peatones —a costa de quitarle espacio a negocios—, con su operativo Diamante. No le importó que en el proceso ella y sus colaboradores fueran señalados de abusos de poder o robo.

El colmo fue la eliminación de los tradicionales rótulos de los puestos callejeros y de murales en mercados, acción que en redes sociales fue satirizada con memes del payaso Arcoíris, que le roba el color a Saltadilla en la caricatura Las Chicas Superpoderosas. Desde su visión, se trataron de medidas para preservar el orden de lo que ella considera “estético”.

Si hablamos de ropa, la cartera de la candidata al Senado no tiene fondo. A mediados de agosto de 2023, Reforma exhibió a la alcaldesa con un recuento del precio de 32 de sus atuendos: 10 meses de su sueldo íntegro; es decir, algo inviable para cualquier persona, lo que despertó dudas sobre su lujoso estilo de vida.

Unas semanas después, en una entrevista con Latinus, respondió sobre estas y otras suspicacias venidas de la prensa y sus adversarios políticos sobre los vínculos con la Unión de Tepito, grupo criminal que opera en la alcaldía Cuauhtémoc. Los señalamientos cobraron más fuerza porque su familia se dedica al comercio y durante dos décadas lo hizo en el Barrio Bravo.

—¿Todo lo habido por usted es bien habido? —le pregunta Fernando del Collado, oculto entre las sombras del escenario de su programa en línea Tragaluz.

—Es bien habido —responde Cuevas, vestida con una blusa de seda Carolina Herrera, con estampado floreado en colores lila, verde y marrón, cuyo precio comercial es de más de 12 000 pesos.

—¿No gasta más de lo que gana, doña Sandra?

—No. Eso sí, todo me lo gasto.

—¿Créditos en activo?

—No —responde Cuevas con gesto duro.

—¿Ni en guardarropa y accesorios?

—No —por primera vez muestra una sonrisa abierta. Algo casi impensable en sus fotos, donde aparece generalmente con una mueca alegre, con los dientes resguardados tras sus rojos labios.

—¿Departamentos?

—No tengo —corrige su anterior desliz y vuelve a su sonrisa contenida.

—¿Le gusta el dinero?

—Me gusta mucho el dinero y todo me lo gasto.

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Una tarde de octubre de 2011, con apenas 25 años, frente a una tienda de ropa, Sandra Cuevas, entonces empleada del Servicio de Administración Tributaria y pequeña empresaria de golosinas Dulce Becerrita, compartió en Facebook una fotografía en las calles de Boston. Aparece con las manos a punto de entrar a las bolsas de su blazer oscuro y el cabello espolvoreado con copos de nieve. Detrás de ella está el aparador de un almacén con ropa de la marca Calvin Klein. A sus pies, cinco bolsas de distintas marcas con sus compras de esa tarde, seguramente muchas de ellas prendas, como sus vestidos Carolina Herrera, una de sus marcas favoritas, o sus bolsas Tory Burch. Postal acompañada por la frase: "Vi nevar por primera vez".

Sandra Cuevas vía Facebook, 29 de octubre de 2011.

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Gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación que supera el millón de personas gracias a su población flotante de empleados, puso a Cuevas en el centro de los reflectores. Ella podría decir como Frank Underwood (Kevin Spacey) en House of Cards,: “El poder es mucho como los bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés de la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”. Sin embargo, a Cuevas no le bastó. Desde sus primeros días como alcaldesa se enfrascó en pleitos con el gobierno central de Morena, el cual no le perdonó arrebatarle el poder en la alcaldía donde habita y despacha el presidente López Obrador.

Varios columnistas la señalaron de recibir el apoyo del exalcalde morenista Ricardo Monreal, quien gobernó la localidad ocho años atrás y que, previo a la elección, tuvo diferencias con su partido. Sin embargo, Cuevas ha negado constantemente tener relación profesional con el “doctor Monreal”.

El 22 de mayo de 2024 Cuevas anunció que daría una conferencia para ofrecer detalles “sobre la participación que [Monreal] tuvo en las elecciones de la CDMX en 2021 y en éstas que están en curso”, pero canceló para solidarizarse con las víctimas de la tragedia ocurrida en un mitin de Jorge Álvarez Máynez en Nuevo León.

En el mes previo a la jornada electoral, se habla en la prensa de un rompimiento con Monreal, a quien acusa de violencia verbal y cuya hija Caty contiende por la alcaldía Cuauhtémoc. Los detalles de este distanciamiento se mantienen en reserva.

Desde su primer día como alcaldesa, Cuevas generó animadversión de la cúpula morenista, que la denunció por su fastuosa toma de protesta, para la cual organizó una gran pachanga con alfombra roja y numerosos arreglos florales. Menos de 15 días después, decidió cerrar un deportivo recién remodelado en la colonia Lagunilla, lo que derivó en un juicio que la inhabilitó para ejercer su cargo a menos de un año de haberlo asumido, pero logró combatir la sanción con amparos hasta dejarla sin efecto.

Después, Cuevas tuvo un desencuentro con agentes de la policía de la Ciudad de México, quienes la acusaron de secuestro, agresiones y robo. Tras varias semanas de juicio, los policías desistieron del proceso y aceptaron como reparación una disculpa pública, una multa y que ella acudiera a terapia psicológica por tres meses.

No obstante, el conflicto siguió, generalmente con ataques de Cuevas. Hasta que en enero de 2023, personal del gobierno central ingresó a las instalaciones de la alcaldía tras una denuncia sobre el uso de las oficinas para almacenar propaganda contra la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Vestida de agente de seguridad, con una chamarra con un escudo bordado a la izquierda del pecho y la leyenda “Diamante” en letras doradas en la espalda, una noche de enero de 2022, Sandra Cuevas arengó a una multitud de trabajadores rodeados de policías capitalinos afuera de las instalaciones de la alcaldía. Con el pelo recogido en una coleta y los labios pintados de color chedrón, algo más opaco que su usual rojo brillante, delante de las cámaras de televisión lanzó un mensaje como lideresa de un ejército en pie de lucha:

—Desplegaron un operativo de granaderos en mis oficinas sin ninguna notificación. No se dejen amedrentar, no vamos a entrar en provocaciones. Así que nos vamos a trabajar. Ya saben que a nosotros no nos tiembla nada, ni nos da miedo nadie. ¿Quién nos da miedo?

—¡Nadieee! —responden sus colaboradores.

—¿A qué venimos?

—¡A trabajar!

—¿A quién le vamos a partir su madre?

—¡A Claudia!

También te puede interesar leer: "Instrucciones para llorar cómodamente, según las dicta Shakira".

"Rendí protesta como Alcaldesa de #Cuauhtémoc. ¡Vamos a lograr la mejor alcaldía de la #CDMX! #SandraCuevas". Fotografía de Sandra Cuevas vía Instagram.

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Sandra Cuevas es una mujer propositiva, abierta y, sobre todo, menos conflictiva desde su afiliación a MC, en febrero de 2024. Muy distinta a cuando aspiraba a la candidatura del gobierno capitalino. En el inicio del proceso interno de la oposición, en octubre de 2023, cual si fuera escena de The Warriors (1979) tropicalizada en la Central de Abasto (CEDA), Cuevas llegó con una caravana biker a Iztapalapa, territorio de Clara Brugada, la aspirante de Morena a suceder a Claudia Sheinbaum.

Entre jalones y forcejeos ocurrió un primer choque con supuestos trabajadores de la CEDA, quienes le impidieron la entrada. Los locales le arrebataron a la caravana algunas motocicletas y las subieron a una grúa para llevárselas. Mientras Cuevas, en su versión policíaca, se resistía al despojo. “No me voy a ir, no me voy a ir”, gritó enfundada en su chamarra negra rotulada con su nombre y el símbolo de diamante. “Me están secuestrando”. Al final pudo escapar, con sus aspiraciones al gobierno capitalino abolladas.

Los eventos con el partido naranja son todo lo opuesto. Nada de “Come out to play”. Nueva Cuevas, nuevo outfit: jeans azules, a veces desgarrados, otras completos; una camisa blanca y, de un mes para acá, una camiseta impecablemente blanca o de un naranja brillante. Por supuesto no puede faltar la gorra “fosfo, fosfo”.

Un viernes por la tarde, la exalcaldesa celebró un evento en Miguel Hidalgo donde repartió hot dogs. Su labor durante el encuentro fue preparar los bocadillos y aprovechó para regalar artículos anaranjados: peluches, juguetes y banderas. Luego obsequió naranjas y hasta aprovechó la temática para entregar a sus posibles electores bolsas llenas de chetos sin marca, frituras de harina esponjada de color “fosfo”.

Sandra Cuevas se ha adaptado a su compañera de fórmula, Alejandra Barrales, y a los otros candidatos, —el sonriente Máynez o el aspirante en la capital, Salomón Chertorivski—, aunque sin perder su estilo frontal. Apenas la semana pasada Cuevas propuso reducir el precio del Metro de cinco a cuatro pesos —aunque eso no es facultad de las senadoras—, a la par que criticó a Chertorivski por presumir en su campaña de haberse subido al Metro: “No eres el único candidato que anda en el Metro y que escucha a la gente. No exageres”, escribió en X.

Vaya manera de hacer mancuerna, pues para muchos votantes suena como un tono amenazador, aunque su equipo de trabajo lo percibe como algo normal. “Ella tiene posturas muy firmes. Yo creo que eso es algo que generalmente no sucede en la política. Difícilmente manda a alguien a decirte algo que ella quiere decir, o sea, ella te va a hablar y te va a decir esto”, comenta un colaborador de Cuevas.

Esa actitud también se muestra en su independencia del partido, al que no rinde cuentas en temas de comunicación. Aficionada del control, ella misma opera sus redes sociales y apenas es capaz de delegar tareas. “Es un poco de esta cultura de que si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo. Entonces, si bien sí escucha y sí tiene un equipo, en última instancia ella es quien decide y elige qué es lo que quiere”, relata otro colaborador.

Por ello, de forma repentina, pero quizá no tan sorprendente, el 19 de mayo, después del último debate presidencial, en el que a diferencia del primero no acompañó a su correligionario, la candidata naranja presentó un pronunciamiento para las elecciones de 2027 y 2030.

Después de la megamarcha para apoyar a la candidata presidencial de oposición, Xóchitl Gálvez, Cuevas retomó una vieja idea suya y llamó a la creación de un nuevo partido político inspirado en la marea rosa, el movimiento que surgió para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) y que se ha convertido en una fuerza opositora a la gestión de López Obrador y la candidatura de Claudia Sheinbaum.

Según Cuevas, esa movilización mostró que los partidos de oposición ya están rebasados y hasta condenados a desaparecer, por lo que es momento de crear un nuevo partido aprovechando esa gran convocatoria: un Partido Rosa que se sume a MC. “En el 2030, la propuesta es que esta Marea Rosa con ideales, con principios, debería formar su propio partido político: el Partido Rosa, y debería estar representado por Claudio X. González”, expuso en un video en X en el que aparece vestida de blanco, sin el color de algún partido, promoviendo la figura del empresario antagonista de López Obrador.

A pesar de su defensa de MC, para acompañar al video escribió un mensaje en que incluso se compromete a jugar en el mismo bando que ese nuevo partido, sin los liderazgos políticos: “Estaremos Movimiento Ciudadano y el Partido Rosa como verdaderas alternativas políticas”.

Tal vez inoportuno, pero franco —como suele ser Cuevas—, el mensaje tiene un aire de resignación para la elección del 2 de junio, ya que pone todas las esperanzas en el futuro: la elección de 2030, cuando brote un nuevo personaje del multiverso Sandra Cuevas, vistiendo de cualquier otro color, pero seguramente con los labios rojo brillante.

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Sandra Cuevas, aspirante a candidata al cargo de alcalde de la Ciudad de México y alcaldesa de Cuauhtémoc, lidera la Operación Diamante, cuyo objetivo es patrullar y despejar los espacios públicos en el municipio de Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, México, 5 de septiembre de 2023. Fotografía de Raquel Cunha/REUTERS.

Sandra, Cuevas y sus otros yo

Sandra, Cuevas y sus otros yo

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De Sandra Cuevas puede decirse que es frontal, polémica y contradictoria; también, interesada en cambiar radicalmente su entorno. Sin embargo, jamás podríamos describirla como un personaje secundario de la política mexicana.

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Ataviada con un vestido corto azul marino, luciendo el logo de Michael Kors, y el pelo perfectamente planchado en caída sobre los hombros, Sandra Cuevas participó en algunos operativos para mantener el orden y la limpieza en las calles de la alcaldía Cuauhtémoc, la principal de la capital mexicana. Aquellos atuendos podían alcanzar los 60 000 pesos, unos 3 600 dólares, el equivalente a tres cuartas partes de su sueldo como funcionaria pública.

También se le pudo observar con el cabello recogido y montada en una cuatrimoto, vestida con uniforme negro de agente de policía y un escudo bordado en el pecho, con hilos dorados. No le fue ajeno entrar en acción con una motosierra en mano para demoler las pérgolas de madera que los restauranteros montaron sobre las calles durante la pandemia. Camaleónica, contradictoria, asume como fortaleza su actitud arrogante.

Para los que crecimos en la década de los noventa, Cuevas quizá nos remita a una amalgama del estilo femme fatale, con la intrepidez de Gatúbela de Michelle Pfeiffer y la sofisticación de Anjelica Huston en Los locos Addams, incluidos sus sendos lados caricaturescos.

A unos días de la elección, su cumpleaños 38 (25 de mayo de 1986) podría venir acompañado de un lugar en el Senado por Movimiento Ciudadano (MC). Partido que se ha vuelto la tercera fuerza política en México y aspira a convertirse en fiel de la balanza entre el partido oficialista Morena y el bloque opositor formado por el añejo PRI —venido a menos—, el PAN —histórico rival del tricolor— y un exiguo PRD —en la agonía de la desaparición—. Por otro lado, la agrupación naranja se ha ganado los señalamientos de estar al servicio del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialmente por representar una alternativa que debilita a la oposición.

Con menos de tres años de carrera política, Cuevas abrió fuego directo contra la candidata presidencial oficialista Claudia Sheinbaum, desde que ésta gobernaba la Ciudad de México. Ahora enfrenta una pendiente donde las encuestas no le dan ni por asomo opciones de ganar un lugar en el Senado, por el que contiende en fórmula con la experimentada política Alejandra Barrales. Sin embargo, ella sigue en la disputa como quien sabe que la meta no es el triunfo inmediato, sino la supervivencia a largo plazo.

“No tendríamos que pensar que Sandra Cuevas, si pierde la elección, se va a desdibujar de la política. Más bien está abriendo terreno como muchas otras candidaturas de MC; no es con miras a ganar esta elección, sino, más bien, está pavimentando un terreno que te lleva al 2027 y después al 2030”, analiza el politólogo Josué Jijón en entrevista con Gatopardo.

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Tras abandonar a la coalición opositora, la llegada de Cuevas a MC se hizo pública mediante una especie de ritual iniciático: dejó a un lado sus zapatillas color nude para calzarse unos tenis de anaranjado chillante, “fosfo, fosfo”, diría la influencer Mariana Rodríguez: candidata al gobierno de Monterrey, que convirtió a ese calzado en el símbolo de identidad de MC durante la campaña de su esposo, Samuel García, al gobierno de Nuevo León en 2020.

La idea de aprovechar el contenido viral ganó fuerza a partir de la elección de 2018, cuando MC se promocionó con la canción “Movimiento Naranja”, interpretada por Yuawi López, un niño de 9 años de raíces indígenas wixárikas. Desde entonces “Na, na, na, na”, y ahora “presidente Máynez, Máynez, Máynez”, vuelven a MC un partido de grandes jingles —con efecto secundario de amnesia sobre las propuestas de sus candidatos— que arropan a sus principales figuras.

A menos de un mes de la elección, por supuesto que Cuevas tendría su sinfonía marketera: “Ya llegó la nueva, Sandra Cuevas”. En menos de dos semanas la canción sumó más de 60 000 reproducciones.

Figuras nada convencionales para la política y con alma de influencers, como Mariana y Samuel, han redituado con creces al partido naranja. Entre tanto espectáculo politiquero, Cuevas halla el ambiente ideal y se siente cómoda, esto a decir de sus colaboradores.

Sandra Cuevas puede ser todo, menos previsible. El 2023 fue turbulento para la entonces alcaldesa de Cuauhtémoc. Luego de un conflicto con un grupo de baile dominical de la Alameda de Santa María la Ribera, donde se ubica el emblemático Kiosco Morisco, Sandra amenazó con dejar la política de manera definitiva una vez que concluyera su mandato. La advertencia no duró más de tres meses y, a mediados de año, Cuevas anunció su intención de acompañar la candidatura al gobierno de la Ciudad de México de Santiago Taboada, aspirante del PAN y su homólogo en la vecina alcaldía Benito Juárez.

La propuesta se extinguió en el otoño de 2023. Cual guerrera surgida de una distopía chilanga, ella no se iba a rendir y buscó por cuenta propia ser candidata al gobierno de la capital mexicana. No ocurrió.

Sandra Cuevas, militante del Partido Movimiento Ciudadano y candidata a senadora, inicia su campaña en la Plaza de las Tres Culturas de la Ciudad de México, de cara a la contienda electoral para cargos públicos prevista para el 2 de junio de este año. Fotografía de Gerardo Vieyra/REUTERS.

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A Sandra Cuevas le gusta “vivir bonito”, cuenta uno de sus colaboradores. El concepto atravesó su manera de gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, con ideas como la recuperación de calles para los peatones —a costa de quitarle espacio a negocios—, con su operativo Diamante. No le importó que en el proceso ella y sus colaboradores fueran señalados de abusos de poder o robo.

El colmo fue la eliminación de los tradicionales rótulos de los puestos callejeros y de murales en mercados, acción que en redes sociales fue satirizada con memes del payaso Arcoíris, que le roba el color a Saltadilla en la caricatura Las Chicas Superpoderosas. Desde su visión, se trataron de medidas para preservar el orden de lo que ella considera “estético”.

Si hablamos de ropa, la cartera de la candidata al Senado no tiene fondo. A mediados de agosto de 2023, Reforma exhibió a la alcaldesa con un recuento del precio de 32 de sus atuendos: 10 meses de su sueldo íntegro; es decir, algo inviable para cualquier persona, lo que despertó dudas sobre su lujoso estilo de vida.

Unas semanas después, en una entrevista con Latinus, respondió sobre estas y otras suspicacias venidas de la prensa y sus adversarios políticos sobre los vínculos con la Unión de Tepito, grupo criminal que opera en la alcaldía Cuauhtémoc. Los señalamientos cobraron más fuerza porque su familia se dedica al comercio y durante dos décadas lo hizo en el Barrio Bravo.

—¿Todo lo habido por usted es bien habido? —le pregunta Fernando del Collado, oculto entre las sombras del escenario de su programa en línea Tragaluz.

—Es bien habido —responde Cuevas, vestida con una blusa de seda Carolina Herrera, con estampado floreado en colores lila, verde y marrón, cuyo precio comercial es de más de 12 000 pesos.

—¿No gasta más de lo que gana, doña Sandra?

—No. Eso sí, todo me lo gasto.

—¿Créditos en activo?

—No —responde Cuevas con gesto duro.

—¿Ni en guardarropa y accesorios?

—No —por primera vez muestra una sonrisa abierta. Algo casi impensable en sus fotos, donde aparece generalmente con una mueca alegre, con los dientes resguardados tras sus rojos labios.

—¿Departamentos?

—No tengo —corrige su anterior desliz y vuelve a su sonrisa contenida.

—¿Le gusta el dinero?

—Me gusta mucho el dinero y todo me lo gasto.

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Una tarde de octubre de 2011, con apenas 25 años, frente a una tienda de ropa, Sandra Cuevas, entonces empleada del Servicio de Administración Tributaria y pequeña empresaria de golosinas Dulce Becerrita, compartió en Facebook una fotografía en las calles de Boston. Aparece con las manos a punto de entrar a las bolsas de su blazer oscuro y el cabello espolvoreado con copos de nieve. Detrás de ella está el aparador de un almacén con ropa de la marca Calvin Klein. A sus pies, cinco bolsas de distintas marcas con sus compras de esa tarde, seguramente muchas de ellas prendas, como sus vestidos Carolina Herrera, una de sus marcas favoritas, o sus bolsas Tory Burch. Postal acompañada por la frase: "Vi nevar por primera vez".

Sandra Cuevas vía Facebook, 29 de octubre de 2011.

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Gobernar la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación que supera el millón de personas gracias a su población flotante de empleados, puso a Cuevas en el centro de los reflectores. Ella podría decir como Frank Underwood (Kevin Spacey) en House of Cards,: “El poder es mucho como los bienes raíces, todo es sobre ubicación, ubicación, ubicación. Mientras más cerca estés de la fuente, el valor de tu propiedad será más alto”. Sin embargo, a Cuevas no le bastó. Desde sus primeros días como alcaldesa se enfrascó en pleitos con el gobierno central de Morena, el cual no le perdonó arrebatarle el poder en la alcaldía donde habita y despacha el presidente López Obrador.

Varios columnistas la señalaron de recibir el apoyo del exalcalde morenista Ricardo Monreal, quien gobernó la localidad ocho años atrás y que, previo a la elección, tuvo diferencias con su partido. Sin embargo, Cuevas ha negado constantemente tener relación profesional con el “doctor Monreal”.

El 22 de mayo de 2024 Cuevas anunció que daría una conferencia para ofrecer detalles “sobre la participación que [Monreal] tuvo en las elecciones de la CDMX en 2021 y en éstas que están en curso”, pero canceló para solidarizarse con las víctimas de la tragedia ocurrida en un mitin de Jorge Álvarez Máynez en Nuevo León.

En el mes previo a la jornada electoral, se habla en la prensa de un rompimiento con Monreal, a quien acusa de violencia verbal y cuya hija Caty contiende por la alcaldía Cuauhtémoc. Los detalles de este distanciamiento se mantienen en reserva.

Desde su primer día como alcaldesa, Cuevas generó animadversión de la cúpula morenista, que la denunció por su fastuosa toma de protesta, para la cual organizó una gran pachanga con alfombra roja y numerosos arreglos florales. Menos de 15 días después, decidió cerrar un deportivo recién remodelado en la colonia Lagunilla, lo que derivó en un juicio que la inhabilitó para ejercer su cargo a menos de un año de haberlo asumido, pero logró combatir la sanción con amparos hasta dejarla sin efecto.

Después, Cuevas tuvo un desencuentro con agentes de la policía de la Ciudad de México, quienes la acusaron de secuestro, agresiones y robo. Tras varias semanas de juicio, los policías desistieron del proceso y aceptaron como reparación una disculpa pública, una multa y que ella acudiera a terapia psicológica por tres meses.

No obstante, el conflicto siguió, generalmente con ataques de Cuevas. Hasta que en enero de 2023, personal del gobierno central ingresó a las instalaciones de la alcaldía tras una denuncia sobre el uso de las oficinas para almacenar propaganda contra la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Vestida de agente de seguridad, con una chamarra con un escudo bordado a la izquierda del pecho y la leyenda “Diamante” en letras doradas en la espalda, una noche de enero de 2022, Sandra Cuevas arengó a una multitud de trabajadores rodeados de policías capitalinos afuera de las instalaciones de la alcaldía. Con el pelo recogido en una coleta y los labios pintados de color chedrón, algo más opaco que su usual rojo brillante, delante de las cámaras de televisión lanzó un mensaje como lideresa de un ejército en pie de lucha:

—Desplegaron un operativo de granaderos en mis oficinas sin ninguna notificación. No se dejen amedrentar, no vamos a entrar en provocaciones. Así que nos vamos a trabajar. Ya saben que a nosotros no nos tiembla nada, ni nos da miedo nadie. ¿Quién nos da miedo?

—¡Nadieee! —responden sus colaboradores.

—¿A qué venimos?

—¡A trabajar!

—¿A quién le vamos a partir su madre?

—¡A Claudia!

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"Rendí protesta como Alcaldesa de #Cuauhtémoc. ¡Vamos a lograr la mejor alcaldía de la #CDMX! #SandraCuevas". Fotografía de Sandra Cuevas vía Instagram.

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Sandra Cuevas es una mujer propositiva, abierta y, sobre todo, menos conflictiva desde su afiliación a MC, en febrero de 2024. Muy distinta a cuando aspiraba a la candidatura del gobierno capitalino. En el inicio del proceso interno de la oposición, en octubre de 2023, cual si fuera escena de The Warriors (1979) tropicalizada en la Central de Abasto (CEDA), Cuevas llegó con una caravana biker a Iztapalapa, territorio de Clara Brugada, la aspirante de Morena a suceder a Claudia Sheinbaum.

Entre jalones y forcejeos ocurrió un primer choque con supuestos trabajadores de la CEDA, quienes le impidieron la entrada. Los locales le arrebataron a la caravana algunas motocicletas y las subieron a una grúa para llevárselas. Mientras Cuevas, en su versión policíaca, se resistía al despojo. “No me voy a ir, no me voy a ir”, gritó enfundada en su chamarra negra rotulada con su nombre y el símbolo de diamante. “Me están secuestrando”. Al final pudo escapar, con sus aspiraciones al gobierno capitalino abolladas.

Los eventos con el partido naranja son todo lo opuesto. Nada de “Come out to play”. Nueva Cuevas, nuevo outfit: jeans azules, a veces desgarrados, otras completos; una camisa blanca y, de un mes para acá, una camiseta impecablemente blanca o de un naranja brillante. Por supuesto no puede faltar la gorra “fosfo, fosfo”.

Un viernes por la tarde, la exalcaldesa celebró un evento en Miguel Hidalgo donde repartió hot dogs. Su labor durante el encuentro fue preparar los bocadillos y aprovechó para regalar artículos anaranjados: peluches, juguetes y banderas. Luego obsequió naranjas y hasta aprovechó la temática para entregar a sus posibles electores bolsas llenas de chetos sin marca, frituras de harina esponjada de color “fosfo”.

Sandra Cuevas se ha adaptado a su compañera de fórmula, Alejandra Barrales, y a los otros candidatos, —el sonriente Máynez o el aspirante en la capital, Salomón Chertorivski—, aunque sin perder su estilo frontal. Apenas la semana pasada Cuevas propuso reducir el precio del Metro de cinco a cuatro pesos —aunque eso no es facultad de las senadoras—, a la par que criticó a Chertorivski por presumir en su campaña de haberse subido al Metro: “No eres el único candidato que anda en el Metro y que escucha a la gente. No exageres”, escribió en X.

Vaya manera de hacer mancuerna, pues para muchos votantes suena como un tono amenazador, aunque su equipo de trabajo lo percibe como algo normal. “Ella tiene posturas muy firmes. Yo creo que eso es algo que generalmente no sucede en la política. Difícilmente manda a alguien a decirte algo que ella quiere decir, o sea, ella te va a hablar y te va a decir esto”, comenta un colaborador de Cuevas.

Esa actitud también se muestra en su independencia del partido, al que no rinde cuentas en temas de comunicación. Aficionada del control, ella misma opera sus redes sociales y apenas es capaz de delegar tareas. “Es un poco de esta cultura de que si quieres que las cosas salgan bien, hazlas tú mismo. Entonces, si bien sí escucha y sí tiene un equipo, en última instancia ella es quien decide y elige qué es lo que quiere”, relata otro colaborador.

Por ello, de forma repentina, pero quizá no tan sorprendente, el 19 de mayo, después del último debate presidencial, en el que a diferencia del primero no acompañó a su correligionario, la candidata naranja presentó un pronunciamiento para las elecciones de 2027 y 2030.

Después de la megamarcha para apoyar a la candidata presidencial de oposición, Xóchitl Gálvez, Cuevas retomó una vieja idea suya y llamó a la creación de un nuevo partido político inspirado en la marea rosa, el movimiento que surgió para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) y que se ha convertido en una fuerza opositora a la gestión de López Obrador y la candidatura de Claudia Sheinbaum.

Según Cuevas, esa movilización mostró que los partidos de oposición ya están rebasados y hasta condenados a desaparecer, por lo que es momento de crear un nuevo partido aprovechando esa gran convocatoria: un Partido Rosa que se sume a MC. “En el 2030, la propuesta es que esta Marea Rosa con ideales, con principios, debería formar su propio partido político: el Partido Rosa, y debería estar representado por Claudio X. González”, expuso en un video en X en el que aparece vestida de blanco, sin el color de algún partido, promoviendo la figura del empresario antagonista de López Obrador.

A pesar de su defensa de MC, para acompañar al video escribió un mensaje en que incluso se compromete a jugar en el mismo bando que ese nuevo partido, sin los liderazgos políticos: “Estaremos Movimiento Ciudadano y el Partido Rosa como verdaderas alternativas políticas”.

Tal vez inoportuno, pero franco —como suele ser Cuevas—, el mensaje tiene un aire de resignación para la elección del 2 de junio, ya que pone todas las esperanzas en el futuro: la elección de 2030, cuando brote un nuevo personaje del multiverso Sandra Cuevas, vistiendo de cualquier otro color, pero seguramente con los labios rojo brillante.

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