En el piso 16 de la Torre de Tlatelolco hay un espacio desnudo, con paredes de cemento pulido y paredes de cristal. Ahí vive el nuevo proyecto de difusión cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, Piso 16: Laboratorio de Iniciativas Culturales UNAM.Julieta Giménez Cacho es la creadora y directora de este proyecto, que nace cuando Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural de UNAM, busca una solución a la cantidad de proyectos que, por no tener un plan de desarrollo concreto y eficiente, no funcionan. El objetivo es “colaborar, contribuir, motivar, a que los jóvenes artistas, gestores culturales, comunicólogos, piensen en su plan de desarrollo”, explica Giménez Cacho.
Hasta el momento sólo se ha llevado a cabo uno de estos ciclos. La convocatoria se hizo el año pasado y el laboratorio comenzó en mayo. Se seleccionaron seis proyectos de los 198 que fueron enviados y a partir de 14 talleres se les ha orientado para volverse económicamente sostenibles y tener un impacto real en la sociedad. Cada uno tiene un mentor especializado que, a través de sesiones semanales, comenta y estudia las mejores alternativas y rutas para que el proyecto tenga éxito.
La estructura del Piso 16: Laboratorio de Iniciativas Culturales UNAM está basada en el Buisness Model Canvas, que es una herramienta para crear modelos de negocio con nueve conceptos principales que ayudaron a Giménez Cacho y las otras dos mujeres que crearon este proyecto, Johan Trujillo y Nicol Figueroa, a definir los diferentes talleres que se iban a impartir. El programa funciona a partir de convocatorias anuales, que invitan a cualquier tipo de proyecto cultural que esté involucrado con la sociedad, interactúe con ella o se dedique al análisis y reflexión sobre la misma. La idea es que a partir de estos proyectos se genere una sociedad más justa, solidaria, exigente y comprometida.Uno de los proyectos seleccionados se llama Centro Cultural Sobre Ruedas, que ya lleva un tiempo en funcionamiento. Consiste en un vagón jalado por bicicletas que se estaciona en diferentes partes de la colonia Cuauhtémoc y da talleres recreativos completamente gratuitos. Los creadores –una pareja de 60 años– entraron a la convocatoria para que los jóvenes que ahora llevan el proyecto puedan hacerlo crecer y volverlo económicamente sustentable.
Parte del programa de Piso 16 consiste en talleres financieros y fiscales, de derechos de autor y propiedad intelectual, y en la siguiente edición planean incluir también un taller de finanzas personales, pues al ser una convocatoria abierta para cualquier persona que tenga una credencial de la Universidad, vigente o no, se percataron que hay algunos de los participantes que, antes de saber cómo manejar las cuentas de un negocio, deben de saber manejar las propias.Otro de los proyectos que se han estado trabajando durante este semestre se llama Habitáculo, creado por estudiantes de la Facultad de Artes, Diseño y Arquitectura. Una de ellas vivió la experiencia –como cientos de mexicanos al año– de tener que dormir afuera de un hospital público porque un familiar está internado y a raíz de eso empezó a idear una pequeña cápsula portátil que sirviera de protección para la gente que se ve obligada a pasar la noche en las calle.
Biolab, otro de los trabajos en revisión en Piso 16, fue creado por un músico y un biólogo que organizan actividades que conjuntan ciencia y arte; un ejemplo son sus composiciones hechas a partir del sonido que hacen las bacterias.“Ha sido súper interesante, pero cada pasito es un reto, porque ha sido necesario analizar cada taller y decidir qué es lo que mejor ha funcionado”, cuenta Giménez Cacho. La siguiente edición tendrá algunos cambios, el principal, que los talleres durarán 10 meses en lugar de seis. La convocatoria estará abierta hasta el 12 de octubre y se seleccionará una decena de proyectos culturales que recibirán las herramientas necesarias para convertirse en agentes de cambio social.
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