En el nombre del padre
¿A quién se parece Hank Rhon?
Gélido es el viento que sopla sin clemencia sobre Tijuana la noche del 30 de noviembre de 2004. Lo peor no son los cuatro grados centígrados de temperatura ni la lluvia, sino ese aire machacón e incesante que parece infestado por puntas de acero frío. Vestida con un largo abrigo rojo, María Elvia Amaya de Hank enreda una bufanda negra en el cuello de su esposo, a quien la salud está jugando una mala pasada en uno de los días más importantes de su vida. Los estornudos constantes y el dolor en el pecho parecen ir más allá de un simple resfriado. Jorge Hank Rhon se está enfermando de bronquitis justo en la noche que tomará posesión como presidente municipal de Tijuana.
Para su desgracia, la ceremonia solemne se llevará a cabo al aire libre, en la explanada de Palacio Municipal, a un costado del Puente Independencia, donde varios miles de personas aguardan el momento de la toma de posesión. De la coronación. Jorge Hank viste sobrio y formal. Alterando por vez primera sus rituales de invierno, llega recién rasurado al evento y no con la larga barba que tradicionalmente luce en diciembre. Su esposa revisa una vez más el nudo de su corbata, pues hace varios años que su marido no utiliza una. Se cerciora de que el saco le cubra bien el pecho y le pide que no alargue demasiado su exposición al viento. Jorge Hank está serio y pensativo. Toca la tela de su saco, siente la bufanda entre sus dedos y aspira su olor pegándola a su cara. No lleva puesta su ropa, sino la de su padre, el profesor Carlos Hank González, fallecido tres años antes. En las fechas importantes, Jorge Hank utiliza las prendas heredadas que le trasmiten seguridad y aplomo.
En la primera fila de invitados están su madre, Guadalupe Rhon de Hank, y su hermano mayor, Carlos Hank Rhon. Ahí está también su coordinador de campaña, Fernando Castro Trenti, que esa noche será nombrado secretario de Gobierno y que tres años después se transformará en el traidor del hankismo y principal adversario. Si Jorge Hank Rhon pudiera pedir un solo deseo en esa noche helada, sería que su padre el profesor también estuviera ahí.
No sólo es extraño que Jorge Hank Rhon vista un traje de su papá, sino que sea precisamente él quien esté tomando posesión como alcalde de una de las ciudades fronterizas más cruzadas del mundo. ¿Podría creerlo su padre? Se trata del mismo joven que entraba a la casa por la puerta de atrás para evitar saludar a los invitados a las cenas familiares y que decía rechazar la política activa; el mismo a quien el semanario Zeta acusa de ser el autor intelectual del asesinato de su codirector y principal columnista, Héctor el Gato Félix Miranda, el 20 de abril de 1988; el mismo que avergonzó a la familia cuando pisó la cárcel en mayo de 1995, después de ser detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México al regresar de China, acusado de contrabandear pieles exóticas y marfil.
Dos años antes de morir, su padre le escribió una carta que Jorge Hank lee todas las noches. En ella le dice lo orgulloso que se siente de él, al verlo convertido en todo un padre de familia y en empresario de éxito, y le habla de la gran satisfacción de poder servir a los demás desde la función pública. Sin embargo, el profesor muere sin ver que su hijo tome un día la decisión de dedicarse a la política. Hasta hace menos de un año, Jorge Hank Rhon no hacía vida pública y afirmaba que él nunca se dedicaría a la política. Nunca pasó por una brigada juvenil priista ni coqueteó con alguna candidatura, pues él siempre dijo sentirse más feliz entre sus animales que entre la gente.
CONTINUAR LEYENDO¿Cómo ha sucedido esa transformación? ¿Cómo ha operado el milagro? Entre las múltiples carreras políticas que el profesor Carlos Hank González apadrinó, destaca la de Roberto Madrazo Pintado, quien quedó huérfano en 1969, cuando la avioneta en la que viajaba su padre, el ex líder nacional priista Carlos Madrazo, se desplomó extrañamente en Nuevo León. Hank González adopta al huérfano adolescente y encauza su carrera, primero en el Departamento del Distrito Federal y después apoyándolo para una diputación a los veinticuatro años de edad. Más tarde le da todo su respaldo para convertirse en gobernador de Tabasco e intenta impulsarlo sin éxito como candidato presidencial en 1999. En 2004, Roberto Madrazo es presidente nacional del PRI, y es él quien le pide como un favor personal a su compadre y amigo Jorge Hank Rhon que acepte la candidatura a la presidencia municipal de Tijuana. Vicente Fox le ha arrebatado al PRI la presidencia y su influencia está aún vigente. Baja California pertenece al partido del presidente. Sin embargo, una de las enseñanzas de su padre, repetida hasta el final de sus días, es que un verdadero priista es un soldado de su partido que debe estar listo para entrar en batalla cuando se lo piden, aun cuando todos los factores estén en contra.
Los señalamientos de corrupción que han opacado a la última administración panista de Jesús González Reyes, la división en el interior del PAN y el derroche ilimitado de recursos en una campaña operada en la calle por las mareas rojas madracistas, dan vuelta a los pronósticos, y el 1 de agosto de 2004, Jorge Hank gana las elecciones a su tocayo Jorge Ramos por un punto porcentual de diferencia. Tras la impugnación panista en el Tribunal Federal Electoral, su triunfo es confirmado, y esa helada noche del 30 de noviembre, con una terrible bronquitis a cuestas, Jorge Hank Rhon asume la presidencia municipal. Algo se ha alterado en el orden del universo, y aunque el profesor Carlos Hank González no está para atestiguarlo, no es difícil pensar que finalmente se sentiría orgulloso del hijo que tantos disgustos le dio.
EL NIETO DE UN POLÍTICO POBRE
La mayor paradoja en la vida de Carlos Hank González, y acaso el factor que inspiró su más célebre frase —»Un político pobre es un pobre político»—, fue el hecho de haber sido nieto de un líder sin dinero llamado Catarino González. El patriarcal abuelo de Hank González ejercía una enorme influencia sobre su pueblo, tomaba decisiones y mandaba, pero no tenía fortuna. Barba blanca, frente labrada, mirada profunda de hombre de campo. Así nos contempla don Catarino desde la fotografía en blanco y negro que aparece en la obra del periodista José Martínez, Las enseñanzas del Profesor, de editorial Océano. Nos dice Martínez que don Catarino fue regidor de su pueblo, y que su legado para Santiago Tianguistenco, aparte del nieto que inmortalizaría el villorrio, fue un sistema de abastecimiento de agua para la gente y el ganado. Al más puro estilo de los patriarcas bíblicos, don Catarino procreó quince hijos, de los cuales dos fueron sacerdotes.
Carlos Hank González fue, en los hechos, un hijo sin padre, y su figura paterna fue su abuelo. Su padre, Jorge Hank Weber era un inmigrante alemán que llegó a México en tiempos de la Revolución, huyendo de las infernales trincheras de la Primera Guerra Mundial y del desastre inminente del imperio del káiser. El joven huía de una guerra, pero al llegar a México se encontró con otra. Como tantos otros extranjeros, Hank Weber acabó inmerso en la «bola». Poco o casi nada se ha escrito en realidad acerca de este inmigrante alemán que por azares no aclarados de su caprichoso destino conoció a dos de los hermanos González Tenorio, quienes lo invitaron a Santiago Tianguistenco, donde se relacionó con la hija del patriarca, Julia González Tenorio, con quien procreó un hijo, nacido el 28 de agosto de 1927.
Aparte de los ojos claros y una genética disciplina a prueba de fuego, el gran legado que Hank Weber dejó en su inexistente testamento al hijo que apenas conoció fue el impedimento de conquistar su máximo sueño: ser presidente de México.
Hank Weber murió en un accidente de motocicleta en la zona de Río Hondo en el Estado de México. No se tiene certeza sobre la fecha de defunción y ni el propio Carlos Hank González sabía si él tenía dos meses o un año y medio de edad cuando su padre falleció.
La vida de Carlos Hank González da un giro la mañana en que Isidro Fabela, fundador y líder moral del Grupo Atlacomulco, lo escucha pronunciar un discurso en un concurso escolar de oratoria. A Fabela le llama la atención la personalidad y el aplomo de ese campesino adolescente de ojos claros y decide apadrinarlo. Carlos Hank González, que desde muy pequeño tiene despierta la vena de comerciante vendiendo dulces de tejocote en su pueblo, entra en las filas del nacionalismo revolucionario al iniciar el sexenio de Miguel Alemán. A los veintiocho años es presidente municipal de Toluca, y a los treinta, al iniciar el periodo de Adolfo López Mateos, es diputado federal. Gustavo Díaz Ordaz lo nombra director nacional de Conasupo y lo apadrina para ser elegido gobernador del Estado de México en 1969. Para entonces, su camión repartidor y sus dulces de tejocote se han convertido en un negocio próspero.
Pese a no llevarse bien con Luis Echeverría, Hank González concluye su sexenio mexiquense, y en 1976, su íntimo amigo José López Portillo lo nombra regente del Distrito Federal. Miguel de la Madrid es su primer gran enemigo en Los Pinos, y Hank González debe replegarse por primera vez en su vida durante seis años hasta que, en 1988, resucita políticamente cuando Carlos Salinas de Gortari, hijo de su gran amigo Raúl Salinas Lozano, lo nombra secretario de Turismo y más tarde de Agricultura.
El nombre de Carlos Hank González aún sigue generando polémica. Para su biógrafo José Martínez y la politóloga Denise Dresser, Hank González es el modelo perfecto del dinosaurio político, el gran maestro en la escuela de la corrupción y el tráfico de influencias para hacer crecer negocios al amparo del poder con contratos de obra pública. Para el antropólogo Fernando Benítez, biógrafo y confidente del profesor, Carlos Hank González es un ejemplo de superación personal y cultura del esfuerzo, un humilde maestro rural convertido en multimillonario gracias a su trabajo incansable y su habilidad para los negocios. En lo que aduladores y detractores coinciden, es en que Carlos Hank González era esforzado y luchón, un hombre que trabajaba dieciocho horas diarias los siete días de la semana.
Carlos Hank González conoció a su esposa Guadalupe Rhon, natural de Tenango del Valle, cuando ambos eran aplicados estudiantes en la Escuela Normal de Toluca. Se casaron en 1947 y tuvieron seis hijos. Al estilo de los reyes o los viejos patriarcas, el profesor Hank González eligió un destino para cada uno de sus vástagos. Convirtió a su primogénito Carlos Hank Rhon en el heredero que había de recibir sus negocios, lo cual ocurrió cuando Carlos Hank González ganó la gubernatura del Estado de México en 1969. A los veintidós años, Carlos Hank Rhon se convirtió en el director del Grupo Hermes, que controla las empresas Aralmex (autopartes), Babcock de México, Cerrey (calderas y partes), Tabasmi (estructuras de acero) y Famsa (camiones), a las que él agregaría la aerolínea Taesa y el Grupo Financiero Interacciones, valiéndose siempre de los contactos políticos de su padre.
El joven Carlos Hank Rhon es formal, discreto y tiene buenos modales. Su carrera en ascenso se ve coronada con un provechoso matrimonio con Graciela González Moreno, hija del Maseco Roberto González Barrera, zar de la tortilla en México e íntimo amigo de su papá. Pero si bien su carrera empresarial rinde frutos a muy temprana edad, su intento de carrera política es un total fracaso. Carlos Hank Rhon ha querido gobernar el Estado de México, pero ni siquiera ha podido obtener la candidatura de su partido. En 2005, Enrique Peña Nieto se atravesó en su camino y lo dejó fuera de la contienda.
Después de Carlos nació César, pero un dolor de pancita transformado en peritonitis durante unas vacaciones en Acapulco acabó con su vida cuando era un pequeñito de menos de seis meses de edad. Como una forma de conjurar la melancolía, la familia simplemente borra el mal recuerdo, omite al pequeño de sus temas de conversación y a la fecha se ignora adónde fue a parar su cuerpecito que ni siquiera tiene un lugar en la cripta familiar. Luego vinieron las hijas, Ivonne y Marisela. Ambas se dedican actualmente al hogar y viven muy cerca de su madre. El 28 de enero de 1956 nace, en Toluca, Jorge Hank Rhon. Cuando la señora Guadalupe Rhon siente los primeros dolores de parto, hay dos invitados cubanos cenando en la casa de los Hank: Fidel Castro y Camilo Cienfuegos. Al final, en 1958, llegó Cuauhtémoc, el de los ojos más claros y la mente más despierta, el gran confidente de Jorge Hank.
POR LA PUERTA TRASERA
Jorge es el que menos pinta de toda la estirpe para seguir los pasos políticos del padre. Es huraño y raro, un adolescente eternamente rodeado de bestias salvajes que viste chalecos sin camisa y lleva la barba y el pelo largos.
Por la mansión de la calle Cumbres de Acutzingo, en la colonia Lomas Altas, de la ciudad de México, desfilan los jerarcas de la política y el mundo empresarial. Quienes desean una candidatura, un empleo en el gobierno, un contrato de obra pública, una concesión o simplemente una velada inolvidable, acuden a besar la mano del político-empresario más rico del país, el profesor Hank González, quien es, además, célebre por ser un anfitrión espléndido que agasaja a sus invitados a cuerpo de rey.
Cuando el joven Jorge regresa a casa por la noche y se da cuenta de que en la sala hay invitados departiendo con su padre, simplemente rodea el enorme jardín y se dirige a su habitación subiendo por la escalera de caracol que conduce a los cuartos de servicio. Cualquier rodeo es preferible a lo insoportable que le resulta tener que saludar a las amistades de papá. Jorge es el hijo que entra al hogar por la puerta trasera. «Me daba pena, yo no me sentía a gusto entre la gente», dice Jorge Hank Rhon.
Al iniciar la década de los setenta, mientras el recién casado primogénito se dedica a hacer crecer las empresas de su padre, que está entregado en cuerpo y alma a la gubernatura mexiquense, y el benjamín Cuauhtémoc saca dieces en la escuela, Jorge dedica su vida a cabalgar días enteros por los ranchos de la familia estrenando nuevos caballos cada mes. Se ha inscrito en un sistema de educación a distancia en la preparatoria Tepeyac, una escuela donde, según sus propias palabras, jamás, ni por casualidad, se paró. Para sus padres pedagogos eso es más que una vergüenza. A punto de cumplir veinte años de edad, su único ideal es tener un enorme rancho donde pueda vivir rodeado de fauna salvaje y tener muchos hijos.
UN INGENIERO QUE VENDE ANIMALES
Jorge Hank empieza en esa época a intuir cuál será el rumbo profesional que deberá tomar su vida, y ese rumbo no tiene mucho que ver con la carrera de ingeniería industrial que ha entrado a estudiar en la Universidad Anáhuac, o centro vacacional Anáhuac, según lo define con sus palabras. El hijo del profesor decide empezar a dedicarse a la compra y venta de animales y, con el apoyo de su padre, que desea verlo ocupado en algo de provecho, abre su primera tienda de mascotas. «Bueno, ya al momento de entrar a la carrera ya tenía yo una tiendita de animales por ahí, y en aquel entonces pensaba tener un rancho muy grande, vivir en ese rancho y sembrar y criar animales. Eso era todo lo que yo deseaba», dice Hank.
A mediados de los setenta, justo cuando su padre es nombrado regente de la ciudad, va tomando forma el embrión de sus primeras empresas: el Grupo Taos y poco después Promotora Beta, dedicados a la comercialización de especies animales. Empieza con perros, ratas, loros, serpientes, mapaches, pero pronto se da cuenta de que su naciente negocio puede apostar por traer bestias un poco más sofisticadas de lugares lejanos.
Aunque a Jorge no le gusta relacionarse con funcionarios y amigos de su padre, hay un subordinado hankista por el que el joven del pelo largo siente un especial cariño: el jefe de la Policía del Distrito Federal, Arturo el Negro Durazo. «Él era un policía de carrera, de muchos años de carrera, que se sabía la ‘O’ por lo redondo, que sabía lo que estaba pasando en el país, lo que estaba pasando en la ciudad. Era un buen amigo del señor presidente López Portillo, y él fue quien lo puso como encargado de seguridad en el Distrito Federal estando mi señor padre como regente. Un policía típico, que conocía el arrabal, conocía abajo, en medio y arriba y sabía cómo tratar a los buenos y a los malos», diría Hank de su amigo muchos años después. Hank Rhon evoca con nostalgia a Durazo, e incluso llegó a declarar que le hubiera gustado mucho que viviera, pues Tijuana necesita un secretario de seguridad pública con su perfil. ¿Es cierto que el Negro Durazo mandaba cerrar el Periférico para que el hijo de su jefe diera rienda suelta a su pasión por los arrancones? Hank Rhon lo niega, pero el hecho sobrevive como una de las tantas leyendas urbanas de la época en que el Negro Durazo controlaba la capital, antes de ser encarcelado por haber convertido a la policía capitalina en una mafia en la que la corrupción y la alianza con criminales se volvió la norma de vida.
Es en aquella época cuando la Promotora Beta trae a México al animal del zoológico hankista que alcanzaría mayor fama y se convertiría en personaje internacional de cine, seduciendo a miles de niños en todo el mundo, incluso al propio Michael Jackson: la orca Keiko, cuyo costo fue de trescientos cincuenta mil dólares. Más de un testimonio coincide en que la entrada del célebre cetáceo al país no fue exactamente por la puerta de la legalidad. Keiko, como otros tantos animales traídos por Hank y su socio David Ibarra —hijo del secretario de Hacienda David Ibarra Muñoz—, no llegó a territorio nacional con los papeles en regla. Nacida en las heladas aguas de Islandia alrededor de 1976, la ballena fue capturada cuando tenía tres años, siendo aún muy pequeña, pues un cetáceo de esa edad todavía depende de su madre para vivir. Tras su estancia en un acuario en Reykjavík, Keiko llegó a Ontario, Canadá, donde comenzaron a amaestrarla para ser atracción de show. El proceso de compra de la ballena nunca estuvo muy claro, pero Hank se encargó de agilizarlo y de que el Viaducto Miguel Alemán fuera cerrado para que el camión que transportaba a la ballena llegara tan rápido como fuera posible a su nuevo hogar en el parque Reino Aventura. Hank minimiza su papel de padrino de Keiko y, olvidando incluso el apellido de su socio en aquella Promotora Beta, afirma que él simplemente inició las gestiones para traer a la ballena, aunque al final el cetáceo llegó al país en manos de Pablo Fontanet, pues él ya estaba en Tijuana y se había desvinculado del negocio. «Estaba asociado con David, el hijo de aquel secretario de Hacienda… ¿Te acuerdas cómo se llamaba el secretario de Hacienda?, ¿era Vaca? Bueno, el caso es que David era mi socio. Pablo Fontanet estaba en Reino Aventura, y yo soy muy amigo de él, o fui muy amigo de él, y cuando estaba haciendo la alberca para los delfines, le dije: oye, pues si la haces unos cinco o seis metros más grande ya te cabe una ballena, y me dijo va, tú me consigues la ballena, y le dije sí, yo te la consigo, pero se tardó como tres años en terminar, entonces yo le dejé el trámite hecho para que se trajera a la ballena, pero para cuando terminó la alberca yo ya me había venido para Tijuana», afirma Hank.
Fue hasta el verano de 1996 cuando la revista ambientalista Earth Island Journal publicó un reportaje sobre tráfico de especies entre América y Asia y señaló a la Promotora Beta «como estación de paso en un complot internacional para transportar aves desde Indonesia a Singapur, Japón, España y Costa Rica. Las aves, alrededor de 500 por mes, serían luego introducidas a Estados Unidos de contrabando a bordo de yates privados, un negocio que dejaba cerca de dos millones de dólares al mes». El artículo se refiere a una investigación emprendida por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres en torno a la sospechosa importación de cientos de las aves exóticas a través de la empresa de Hank e Ibarra. De acuerdo con el reporte de la convención, cerca de la mitad de los pájaros importados y comerciados por Promotora Beta eran especies protegidas. Si bien el tema despierta la indignación de algunos grupos defensores de la fauna en Estados Unidos, en México el asunto ni siquiera trascendió. Dado que México no había firmado aún tratados internacionales contra el tráfico de especies, la investigación simplemente naufragó. Nunca se le llamó a declarar ni se le abrió causa alguna sobre el tema.
En 1982 llega al poder el presidente Miguel de la Madrid, que emprende una cacería de funcionarios del sexenio anterior. El ex director de Petróleos Mexicanos Jorge Díaz Serrano y Arturo el Negro Durazo pisan la cárcel. El ex regente capitalino Carlos Hank González está en la mira por enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias. Según el periodista José Martínez, Miguel de la Madrid tenía en sus manos todos los elementos para echarle guante al profesor y ponerlo tras las rejas, y si al final se detuvo fue porque tuvo fundados temores de ser víctima de un magnicidio. Hank González no pudo cumplir su sueño de ponerse la banda presidencial, pero su nuevo enemigo en Los Pinos no fue capaz de tocar un solo centavo de su fortuna.
Al iniciar 1984, Jorge Hank ya es padre de dos hijos y está casado con Dolores Inzunza, que espera un tercero. El país sufre una enorme recesión económica. Como las tiendas no van bien, Hank decide concretar su sueño de retirarse a vivir con sus animales a un rancho grande que adquiere en el municipio de San José Iturbide, en Guanajuato, donde se va a dedicar a la cría de toros bravos. «Tenía yo siembra suficiente, era un rancho de tres o cinco mil hectáreas; tenía como siete represitas adentro y una presa grande, y entonces había ganado lechero, tenía cría de caballos, sembraba y empecé a criar toros bravos», dice Hank.
Sólo hay un pequeño inconveniente: su esposa Dolores se niega a ir a vivir al rancho. Los conflictos matrimoniales empiezan en el hogar Hank-Inzunza y se agravan aún más con el nacimiento de Carlos Emilio, el primer hijo de Jorge Hank fuera del matrimonio, producto del fugaz romance con una «amiguita», de quien Hank prefiere no hablar, pues afirma que por respeto a su actual esposa no platica de sus antiguas amantes. Pese a todo, Hank Rhon decide quemar naves: vende sus tiendas de animales e invierte en la compra de ganado decidido a convertirse en un ranchero.
Es entonces cuando su padre lo invita a que lo acompañe a un viaje a Washington DC, so pretexto de visitar a su amigo Antonio Ortiz Mena. Caminando una tarde otoñal de 1984 en las cercanías del Capitolio, Carlos Hank González decide hacerle a su hijo un regalo que cambiaría para siempre el rumbo de su existencia: un viejo hipódromo en la ciudad de Tijuana del que es socio minoritario desde 1973 y que su amigo Fernando González Díaz Lombardo le ha cedido.
González Díaz Lombardo recibió la concesión en 1973, firmada por el entonces director de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz. El hipódromo había sido operado por el ítalo-estadounidense Juan Salvatore Alessio, quien es detenido por el gobierno de Estados Unidos, acusado de evasión fiscal. El hipódromo se incendia en medio de fuertes sospechas de que el siniestro fue provocado por el propio Alessio. El inmueble es reconstruido, y González Díaz Lombardo se queda con la concesión. El profesor Hank González, el actor Mario Moreno Cantinflas y el empresario Max Paul son los socios minoritarios.
Con el tiempo, Hank González empezó a quedarse con el pastel completo. El primero en bajarse del barco y vender sus acciones fue Cantinflas. Posteriormente, Max Paul dijo adiós al negocio. González Díaz Lombardo era un verdadero aficionado a la hípica que se pasaba la vida recorriendo hipódromos del mundo, donde apostaba fortunas, a costa de descuidar y empobrecer el suyo. Hank González, el socio más rico, cubría las deudas de su amigo. A principios de los ochenta, González Díaz Lombardo está tan endeudado que prefiere cederle el hipódromo a su amigo el profesor. Así las cosas, un día de 1984, el profesor Hank González decide lo que hará con ese incómodo negocio que no puede atender. El hipódromo es el regalo perfecto para su hijo Jorge.
UN SEGUNDO NACIMIENTO Y UN GATO MOLESTÓN
«Yo nací dos veces: la primera fue el 28 de enero de 1956 en Toluca, y la segunda fue el 30 de enero de 1985 en Tijuana», afirma Jorge Hank Rhon. Con veintinueve años recién cumplidos llega a Tijuana y es recibido con una gran fiesta de cumpleaños en casa de su prima Nora Valverde. Desde entonces a la fecha, el último fin de semana de enero es de gran fiesta en Tijuana y la regla general es que un artista de renombre, del nivel de Luis Miguel o Juan Gabriel, acompañe al festejado. Aquel 30 de enero, el recién llegado Jorge Hank se pierde en su nueva ciudad.
Hank llega a Tijuana confiado en que no le será difícil dar con el hipódromo, su hipódromo, pero se confunde y llega al Club Campestre. Su suegro, Alberto Inzunza, le presta una casa en la lujosa Isla Coronado, en San Diego, donde viven su mujer y sus hijos. Más tarde, Jorge compraría esa casa, pero pocos meses después decide que es más cómodo vivir en Tijuana y le compra a Olegario Vázquez Raña la antigua mansión del general Hermenegildo Cuenca Díaz en avenida Las Américas.
Jorge Hank empieza a abrirse paso en una ciudad que no conoce. Es el nuevo dueño del hipódromo, pero ni uno de sus miles de empleados lo sabe, al grado de que no lo dejan entrar a las carreras por no traer boleto. Su aspecto desconcierta a sus nuevos subordinados. «Hubo una anécdota muy buena en la que no me dejaban entrar al Turf Club. ¿Trae usted pase?, me preguntan. Pues no. ¿Trae usted boleto? Pues no, y le digo: ¿pues dónde compro el boleto? Y no me quería dejar pasar hasta que me vio uno de los que ya me conocían y de volada le dijo: no, que pase, que pase, él es el jefe. Obviamente traía yo la barba larga y el pelo largo», dice Jorge Hank.
Para ganarse a sus nuevos conciudadanos, Jorge decide celebrar a todo lujo en Tijuana una antigua tradición de Santiago Tianguistenco: el festival del Día de Reyes. Lo celebra por vez primera el 6 de enero de 1986, con camellos, elefantes y caballos reales y miles de regalos para los niños tijuanenses. Su festival del Día de las Madres no se queda atrás. Desde entonces a la fecha, el 6 de enero y el 10 de mayo son días de fiesta en el hipódromo.
Hank empieza a ganar fama de dadivoso y filántropo, al grado de que el conflicto con los trabajadores del hipódromo afiliados al Sindicato Alba Roja, que se declaran en huelga exigiendo mejores condiciones de trabajo, no lo perjudica. Tampoco lo perjudica la desincorporación de parte de los terrenos del hipódromo para crear el lujoso fraccionamiento Puerta de Hierro.
Entre los múltiples amigos que hace en su nueva ciudad destaca un columnista irreverente, soez y alburero, oriundo de Choix, Sinaloa. Se llama Héctor Félix Miranda, pero todos lo conocen como el Gato. Jorge Hank se convierte en huésped habitual de su columna Un Poco de Algo, que publica cada viernes en el semanario Zeta. El Gato Félix es de carrilla pesada. Bautiza a Hank como el Pirrurris. Bromas duras y humor negro, pero en buena onda. El Gato es invitado habitual en las fiestas de Hank, donde como no queriendo la cosa, según las crónicas de la época, se cuelan también los hermanos Arellano Félix, que se dedican al tráfico de drogas, pero que todavía no aparecen en los carteles de la Drug Enforcement Administration (DEA) y se pasean en Tijuana.Los comentarios de el Gato son cada vez más duros e hirientes. Se refiere a Jorge Hank como la Mechuda, o el Hombre de las Nieves, por su supuesta afición a la cocaína. «No me iba a enojar porque me dijera greñudo o porque me dijera el Hombre de las Nieves. Por favor, yo nunca en mi vida he probado una droga ni me interesa probarla. Es más, le dije a Héctor, yo estoy seguro que tú has probado más droga que yo, de la que quieras, pues yo quitando el cigarro y el alcohol, nunca he usado ninguna droga. Entonces si me quieres decir el Hombre de las Nieves, pues adelante, allá tú, ponme como quieras, le dije. Yo no me iba a enojar por eso», dice Jorge Hank.
La noche del 3 de mayo de 1987, cumpleaños de su madre, Jorge Hank está reunido con su equipo de abogados discutiendo el tema de la huelga de los trabajadores del hipódromo. En ese momento recibe una llamada desde Cozumel, Quintana Roo. Su hermano Cuauhtémoc salió a bucear desde la mañana y es hora que no ha regresado. Sus padres están en Europa festejando el cumpleaños de doña Guadalupe. Jorge Hank Rhon vuela de Tijuana a Cancún esa misma noche. Los pronósticos no son alentadores. Un día después se confirma la tragedia: Cuauhtémoc Hank Rhon murió atrapado en una cueva marina. Jorge ha perdido a su amigo, confidente y compañero de juegos. Su vida no volverá a ser igual. Según el periodista Jesús Blancornelas, Hank Rhon pidió por vez primera un favor a el Gato Félix: no burlarse de su dolor y respetar su luto. El Gato lo deja en paz, pero ciertos comentarios de Jorge Hank, alardeando haberlo comprado, lo molestan, y entonces reanuda sus ataques con mayor virulencia.
El miércoles 20 de abril de 1988 amanece lloviendo en Tijuana. Antes de las nueve, el Gato Félix sale de su casa para ir a desayunar a algún café cercano en donde leer los periódicos. Enrique Jiménez Ejival, fundador del sello Static Discos y gurú de la música electrónica en Tijuana, vecino de el Gato en la calle Antares, en Los Olivos, fue la última persona en hablar con el periodista, quien llevaba abierto un colorido paraguas antes de subir a su carro.
Desde el momento en que el periodista sale de su casa es seguido por tres hombres. A dos cuadras de ahí, es emboscado. La primera bala expansiva le destroza el cuello. Casi le desprende la cabeza. La segunda bala lo atravesó de costado. El parabrisas quedó pulverizado y los asientos enrojecidos por la sangre. Una mancha de tinta negra cubre por completo la portada de la edición de Zeta del viernes 22 de abril, en la que se leen dos palabras: «Los sospechosos…».
Para Jesús Blancornelas, codirector del semanario junto con el Gato, el primer sospechoso del asesinato de su socio es el gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, pero el segundo es Jorge Hank Rhon. Todos los caminos conducen al Hipódromo de Agua Caliente, diría un año después Ernesto Ruffo, el primer gobernador panista en la historia de México, cuya Procuraduría de Justicia daría con el asesino material del periodista en 1990, Antonio Vera Palestina, jefe de seguridad del hipódromo, discípulo de Arturo Durazo en el Grupo Jaguar, hombre de toda la confianza del profesor Hank González y compadre de su patrón Jorge Hank Rhon, quien le ha bautizado unos gemelitos. Vera Palestina está purgando una condena de veinticinco años de prisión en Puente Grande, Jalisco, que pronto se cumplirá.
La vida de Jorge Hank Rhon se transforma de golpe. El Gato es un espectro terco e incisivo que está presente todas las semanas por medio de la página negra que el semanario Zeta publica con la siguiente leyenda: «Jorge Hank Rhon: ¿Por qué me asesinó tu guardaespaldas Antonio Vera Palestina?». Hank se ha acostumbrado a vivir con el fantasma a cuestas y se ha resignado a que se lo recordarán mientras viva. Dice dormir con la conciencia muy tranquila, y aunque las evidencias están en contra, quiere pensar que su compadre Vera Palestina es inocente. Hank no desamparó a su guardaespaldas. Todos sus hijos han tenido trabajo en Grupo Caliente y estudios pagados. Su ahijado, el conflictivo Jorge Vera Ayala, fue su jefe de escoltas durante todo su trienio como alcalde. Cuando los veinticinco años de condena de Vera Palestina se cumplan, Hank estará listo para recibirlo con las puertas abiertas.
DEL ESCONDITE AL PODER
Jorge Hank se libra de la investigación judicial, pero no del juicio de la sociedad tijuanense. El incómodo fantasma lo obliga a replegarse entre sus animales y a dejar de hacer vida pública. Su existencia ha cambiado: se ha divorciado de su primera esposa, su hermano Cuauhtémoc ha muerto y la opinión pública le carga un muerto.
Jorge Hank se vuelve a casar. Su nueva esposa es la ex Miss Baja California Minerva Krauss. Y para el clan de los Hank vuelven a soplar buenos tiempos políticos. Carlos Salinas de Gortari, íntimo amigo de la familia, es presidente de la República y llama al profesor Hank González a su gabinete, primero como secretario de Turismo en 1988, lo que coincide con el auge de su desarrollo en Playa Mujeres, y poco después como secretario de Agricultura, de 1990 a 1994, como cabeza del proyecto salinista de reforma al artículo 27 constitucional que acabaría con el ejido. El profesor Hank González vuelve a estar en los cuernos de la luna, mientras que su hijo Carlos Hank Rhon y su suegro Roberto González Barrera incrementan su fortuna. La aerolínea Taesa, las casas de bolsa y el Laredo National Bank son los nuevos negocios de la familia.
Pero con la llegada del presidente Ernesto Zedillo, en 1994, todo vuelve a cambiar. Ernesto Zedillo, al igual que De la Madrid, no quiere a los Hank. Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente y gran amigo del profesor, es arrestado en marzo de 1995, acusado por enriquecimiento ilícito y por el asesinato de su cuñado, José Francisco Ruiz Massieu. En mayo de 1995, la policía detiene a Jorge Hank Rhon en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México al retornar de China, acusado de contrabandear pieles exóticas y marfil. En aquella primavera, Jorge Hank debió interrumpir su viaje por Oriente y regresar a México, pues su padre sería operado de un ojo y quiso estar a su lado para apoyarlo emocionalmente, ya que el profesor no había entrado nunca a un quirófano. El semáforo en rojo de la aduana fue su condena. Al abrir las trece maletas que Jorge Hank y su esposa Minerva traían de China, los agentes se encuentran con la sorpresa: varios abrigos de pieles felinas, una enorme langosta con incrustaciones de piedras preciosas y algunas esculturas de elefantes con colmillos de marfil, entre otros objetos valiosos. La noticia de que su hijo había sido detenido por la Procuraduría General de la República (PGR), la recibe el profesor Hank González cuando está por entrar en el quirófano y su angustia es enorme. Aunque la familia tiene ya algunos años en el ojo del huracán, lo cierto es que nunca antes un Hank había pisado la cárcel. Una fianza de ciento cincuenta mil pesos permite a Jorge Hank abandonar el reclusorio y continuar su defensa desde casa, pero el sabor del mal trago no se le pasa al profesor, pese a que al final su hijo es legalmente absuelto.
Entre los escapularios, amuletos y reliquias que cuelgan de su cuello, Jorge Hank lleva una navaja de oro puro a la que tiene un especial aprecio y que regaló a su padre al salir de la cárcel en aquella primavera de 1995. En el centro del mango están escritas estas palabras: «Perdóname por haberme puesto de pechito. Gracias por ser tu hijo».
Por si fuera poco, en Estados Unidos inicia la Operación Tigre Blanco, que trata de detectar una red de lavado de dinero en las empresas de los Hank en el vecino país. El Departamento de Justicia comienza la investigación en 1997 con apoyo de la Unidad de Crímenes Financieros y Aduanas del Departamento del Tesoro. El nombre de la investigación es inspirado por Blanca, la tigresa siberiana que le fue decomisada a Hank Rhon en San Diego por la Patrulla de Caminos de California en 1991. El escándalo estalla cuando The Washington Post y The Dallas Morning News revelan a la opinión pública los detalles de la investigación, que ha arrojado un pesado informe de más de novecientas páginas. El autor de la filtración, aparentemente, es Donald Schultz, un profesor de la escuela militar a quien los Hank demandan por ochenta y ocho millones de dólares acusándolo de haber invadido su propiedad al revelar un documento aún no validado. También extienden la demanda a los medios de comunicación que publicaron la información, reproducida en México por El Financiero. El fallo de la corte en 1998 desecha la demanda de los Hank, quienes no consiguen ganar los ochenta y ocho millones de dólares que deseaban. Para su fortuna, logran librarse del brazo de la justicia estadounidense, cuando la procuradora Janet Reno declara que el informe publicado aún no había sido autorizado por no contar con las pruebas suficientes para inculpar a los Hank. Según Jorge Hank, Reno pidió disculpas a su padre.
En medio de ese escenario, Jorge Hank Rhon se casa por tercera vez, ahora con María Elvia Amaya, ex esposa del empresario hotelero Alejandro de la Vega y madre de seis hijos, entre ellos el famoso torero Alejandro Amaya, a los que Hank adopta y les da su apellido. Es en esa época cuando construye su nueva casa, ubicada a un costado de las caballerizas del hipódromo.
En el último lustro del milenio, los Hank se repliegan. En 1999 intentan un nuevo asalto a la presidencia, financiando la precampaña de su cachorro Roberto Madrazo, pero el zedillista Francisco Labastida les gana la candidatura del PRI, y al final el panista Vicente Fox acaba con setenta y un años de priismo, beneficiado paradójicamente por el artículo 82 que tanto luchó Hank González por reformar. Los tiempos han cambiado para la familia.
El profesor Carlos Hank González, con una carrera de cincuenta y cuatro años en el priismo, está enfermo de cáncer, y los pronósticos médicos no son favorables. Jorge Hank Rhon se la pasa al lado de su padre los dos últimos años de su vida. Está con él largas temporadas en San Francisco, que es donde se está atendiendo.
«Mi papá vivió su vida como siempre quiso vivirla y él se fue cuando se quiso ir. Ya estaba cansado de luchar contra el cáncer y cuando te bajan las defensas ya no es nada más el cáncer. Él tuvo tres o cuatro embolias de las que se repuso inmediatamente, tuvo infecciones en el riñón, que son muy dolorosas. Realmente cuando él se fue lo hizo con pleno uso de sus facultades», dice Hank Rhon.
Cuando llega la hora final, Jorge Hank debe separarse de su padre que convalece en el rancho de Santiago Tianguistenco y viajar a Tijuana, pues su hija será operada de la quijada. Estando en Tijuana recibe la llamada: su padre agoniza y ya no hay esperanza. Es cuestión de horas. Jorge Hank retorna a Tianguistenco el 10 de agosto y alcanza a hablar por última vez con su padre, que apenas puede moverse. Aunque nunca ha sido muy dado a la lectura, por esos días Jorge Hank se sumerge en el libro El país de las sombras largas, que habla de viejos esquimales que se dejan morir desnudos en el frío cuando sienten que han cumplido su propósito en la vida. «Mi padre se fue como los esquimales, como los indios. Se fue cuando había cumplido el propósito de su vida», recuerda con nostalgia Jorge.
La muerte del profesor Carlos Hank parece un anuncio del fin del PRI mismo. El opositor Vicente Fox gana las elecciones de 2000. ¿Se atrevería a tocar a la familia? Parece sólo cuestión de tiempo. En todo el país se habla de una radical metamorfosis que sepultará al viejo partido para dar nacimiento a otro, con nuevas siglas y estatutos.
EL REGRESO DEL TIGRE BLANCO
El compadre e íntimo amigo Roberto Madrazo, entonces presidente nacional del PRI, ofrece a Jorge Hank la candidatura a la Presidencia Municipal de Tijuana en 2004. Jorge Hank acepta y debuta como político a los cuarenta y ocho años. Nadie en Tijuana ni en el país cree que alguien con su negro expediente pueda siquiera soñar con ganar un cargo público. Se dice que ni siquiera los priistas van a votar por él. Para colmo, el 22 de junio de aquel año, en plena campaña electoral, Francisco Ortiz Franco, editor de semanario Zeta, es acribillado por la espalda delante de sus dos pequeños hijos cuando salía de la Procuraduría de Justicia. Zeta no dudó en señalar como sospechoso al candidato priista Jorge Hank, bajo el argumento de que Ortiz Franco presidía una comisión de la Sociedad Interamericana de Prensa que perseguía la reapertura judicial del caso de el Gato Félix. Después se sabría que el crimen en realidad fue ordenado por los Arellano Félix.
Jorge Hank continúa con su campaña recorriendo las colonias más pobres de Tijuana, a donde lleva fiestas y palabras de aliento. La violencia asociada al tráfico de drogas va en aumento, y Jorge Hank promete seguridad. Brigadas de priistas mexiquenses llamadas «mareas rojas» recorren incansablemente las colonias más pobres. Tijuana es una ciudad de migrantes a donde cada año llegan alrededor de cien mil habitantes. Para la inmensa mayoría de estos inmigrantes, que viven en condiciones de pobreza extrema, temas como el Gato Félix o la Operación Tigre Blanco no significan nada, aunque muchos de ellos cuentan con credencial de elector, pues necesitan un documento para poder encontrar trabajo. Es ahí donde las mareas rojas madracistas hacen su trabajo.
El 1 de agosto de 2004, Jorge Hank Rhon derrotó en las elecciones al panista Jorge Ramos. Esa noche, decenas de miles de camisas rojas toman las calles de Tijuana y se trasladan al hipódromo. Minutos antes de la medianoche, Jorge Hank irrumpe en el palenque que le sirve como búnker de campaña. Viste su inseparable chaleco rojo de cuero y lo acompaña Alberto Murguía. Miles de manos alzadas hacen el signo de los tres dedos, marca de la secta hankista. Los mariachis empiezan a tocar. Hay tacos, tequila, cerveza y euforia. A un kilómetro de ahí, en el Toreo de Tijuana, los panistas no salen de su pasmo. Desde el histórico triunfo de Ernesto Ruffo, el primer goberador del PAN en el país, el partido iba invicto en Tijuana. Hubo rasgado de vestidura azul, llanto e impugnación en el Trife, pero al final los magistrados confirmaron el triunfo hankista.
ALCALDE CON BRONQUITIS
Aquel helado 30 de noviembre de 2004, Hank asume como presidente municipal, pero no se salva de la bronquitis. Jorge lo atribuye a que es la primera vez en la vida en que no lleva barba en invierno. En su primer mes como alcalde, Jorge Hank guarda cama, pero en enero de 2005 comienza a gobernar. Lo de traer al Negro Durazo como jefe de la Policía lo cumple en cierta manera al traer del Estado de México a uno de sus discípulos directos, Ernesto Santillana. La ciudad que hereda Hank es cada vez más violenta y los secuestros son incontrolables.
Aun así, la gente se entrega a su nuevo alcalde. Cada martes, el primer edil abre las puertas de su oficina para recibir a trescientas treinta y tres personas y resolverles sus problemas en el llamado Martes de Puertas Abiertas. Miles de personas se quedan a dormir en Palacio la noche anterior con la esperanza de estar entre las primeras trescientas treinta y tres. La mayoría plantea temas que nada tienen que ver con la competencia municipal: hijos en la cárcel, deportaciones, enfermedades, miseria. Hank intenta ofrecer una solución o al menos una palabra de aliento para todos, una tarjeta firmada para que uno de sus abogados atienda el tema o incluso un poco de dinero en efectivo. Algunas señoras hacen fila una noche entera simplemente por saludarlo. El Martes de Puertas Abiertas incluye una foto con el alcalde y eso es un objeto muy deseado.
Consciente de la crisis de inseguridad, Jorge Hank duplica el número de policías municipales y les aumenta el sueldo hasta convertir a la policía local en la mejor pagada del país. Construye un fraccionamiento, regala casas a los damnificados por las lluvias y crea la Procuraduría Urbana para atender los incontables litigios por tenencia de la tierra. Las fiestas populares se multiplican.
Eugenio Elorduy, un radical panista de vieja guardia, gobierna Baja California. Los panistas deciden aislar a Hank. En las giras presidenciales de Fox lo desairan, le niegan el saludo y lo dejan con la mano tendida. En una ocasión, invitan a Hank a subir al helicóptero presidencial, pero al llegar al hangar le dicen que ya no hay lugar, y Hank debe regresarse solo caminando por la pista, pues a sus escoltas los han dejado afuera.
La animadversión y los desencuentros entre Elorduy y Hank se reflejan en enfrentamientos armados entre policías estatales y municipales. Con la sospecha de que la policía hankista está detrás de los secuestros, la Policía Federal les confisca sus armas. Los agentes municipales salen a trabajar con resorteras a las calles. Es un trienio turbulento.
La Policía Estatal, comandada por el teniente coronel Julián Leyzaola, hostiliza a cada momento a la policía hankista. En al menos cinco ocasiones, los policías estatales intentan detener a los escoltas de Hank, comandados por el joven Jorge Vera, hijo de Vera Palestina y ahijado consentido del alcalde. El joven jefe de escoltas es de mecha corta y no duda en sacar su pistola a la menor provocación. La animadversión y el rechazo social contra el secretario de Seguridad Pública Ernesto Santillana va en aumento. Muchos empresarios huyen a San Diego aterrados por la ola de secuestros y exigen la salida del secretario mexiquense. Hank finalmente cede y pone al frente de la seguridad al tijuanense Luis Javier Algorri. Hank decide lavar su imagen en el exterior y nombra como encargado de relaciones internacionales al empresario Alfonso Bustamante. Los hermanamientos de Tijuana con otras ciudades se multiplican.
GOBERNADOR
Pese a la derrota de su compadre Roberto Madrazo en las elecciones presidenciales de 2006, Jorge Hank decide ir más lejos y competir por la gubernatura de Baja California, por lo que hereda la alcaldía a su amigo Kurt Honold y se va a hacer campaña. Enfrente tiene a José Guadalupe Osuna Millán, ex alcalde tijuanense y ex diputado federal, hijo de jornaleros agrícolas sinaloenses que de joven se ganó la vida trabajando en una maquiladora.
El panismo, operado políticamente por el diputado Francisco Blake Mora coordinador de la campaña de Osuna, aprende la lección de 2004 y se da cuenta de que la única manera de ganar es atacando a Hank con una feroz campaña negra, haciéndolo ver ante la opinión pública como un criminal mafioso para tratar de contrarrestar la imagen mesiánica de alegre filántropo que lleva regalos de Reyes, fiesta y tortillas calientes a las colonias más pobres de la entidad.
A media campaña, el Tribunal Estatal Electoral declara inválida la candidatura de Hank, bajo el argumento de haber violado la llamada popularmente «Ley Antichapulín» un artículo de la Constitución de Baja California que impide a un funcionario de elección popular dejar su cargo para buscar una candidatura. El Tribunal Federal Electoral declara inconstitucional la «Ley Antichapulín» y restituye la candidatura de Hank, que regresa con nuevos bríos.
La ayuda de la líder del sindicato de maestros Elba Esther Gordillo y los operadores del partido que ha formado, el Partido Nueva Alianza (Panal), es oro puro para los panistas bajacalifornianos. También lo es la traición del coordinador de la campaña de Hank, el senador Fernando Castro Trenti, conocido como el Diablo. ¿Pactó Blake con Castro Trenti la derrota hankista?Al final Osuna Millán gana las elecciones. Los priistas impugnan, pero el Trife, que dos veces antes había fallado a favor de Hank, ahora le da la espalda. Derrotado y traicionado, Jorge Hank regresa a vivir entre sus animales. Su aventura política parece haber terminado.
LA VIDA QUE SIEMPRE SOÑÓ
Todas las mañanas, antes de las seis y media, Rodolfo, el viejo caballerango de Jorge Hank Rhon, tiene ensillado el caballo que ha de montar ese día su patrón. Aunque tiene en las caballerizas más de seiscientas opciones para elegir y podría montar un caballo distinto cada día del año, la realidad es que actualmente el menú se reduce a tres ejemplares favoritos: el Cejoe, el Regalo y el Bebito. Rodolfo no es un caballerango improvisado. Lleva más de cuarenta y siete años trabajando para la familia Hank y ha ensillado los caballos de Jorge desde que éste aprendió a montar a los ocho años de edad. Más que un empleado, Rodolfo fue compañero de juegos y correrías del joven Jorge Hank, que pasó su adolescencia cabalgando al pie del Nevado de Toluca. «Rodolfo empezó a trabajar con mi papá hace cuarenta y siete años. Llegó a trabajar de peón al rancho. Era mi compañerito de juegos cuando me iba yo a montar de niño. A Rodolfo me lo traje para acá cuando me vine a Tijuana. Se lo pedí a mi papá y me dijo: pues llévatelo. La verdad es que siempre me ha cuidado mucho», dice Jorge Hank, quien en 1996 sufrió la más grave de las múltiples caídas que ha tenido montando a caballo. Se rompió la clavícula, y desde entonces ha dejado de intentar saltos y acrobacias cuando cabalga.
Rodolfo también se encarga de elegir y ensillar los caballos que elige su patrón cada mañana para sus acompañantes. Ser invitado a montar por el dueño de Grupo Caliente es una especie de rito de iniciación dentro del clan hankista. Las cabalgatas matutinas constituyen uno de sus rituales. Artistas, empresarios y políticos han cruzado por esas caballerizas y han sido ayudados por Rodolfo a la hora de dar sus primeros trotes. El caballerango se encarga de tener todo listo. Si el invitado de su patrón es inexperto, entonces elige un caballo mansito con el que se limitará a caminar. Cuando lo acompaña alguno de sus diecinueve hijos, casi todos consumados jinetes, entonces se vale apostar por caballos más broncos.
La cabalgata diaria de Jorge Hank inicia antes de las siete de la mañana, y tras pasar una hora galopando, desayuna en su restaurante Mujeres Divinas, el antiguo Turf Club, cuyas mesas están a unos metros de la pista del galgódromo. Después de desayunar, Jorge Hank cabalga otros cuarenta y cinco minutos para asegurarse una buena digestión antes de retornar a su casa y meterse una hora al jacuzzi para relajar su pierna lesionada. Poco después de las once de la mañana llega a su oficina, donde recibe gente hasta las tres de la tarde. Manuel Espinoza, un fiel empleado con casi tres décadas a su servicio, es quien se encarga de organizarle la agenda y recibir a la gente en la antesala, ocupada siempre por más de una decena de perros xoloizcuintles que corren entre las escaleras.
En su oficina, donde hay más de treinta animales, entre serpientes, aves exóticas y gatos, Hank recibe peticiones de ayuda o financiamiento. Políticos en busca de bendiciones, empresarios cazando contratos y algún reportero lunático que dice estar escribiendo su biografía ocupan sus audiencias. Jorge Hank suele comer tarde, a las tres cuarenta y cinco, y por regla general en casa. Siempre espera a que sus hijos más pequeños retornen del colegio. A las cinco y media de la tarde regresa a su oficina, donde atiende una o dos citas más, antes de volver a su casa a cenar, acompañado siempre por su tequila mágico con trozos de serpiente de cascabel, testículos de león y alacranes.
Su juguete nuevo es el equipo de futbol, al que logró llevar a Primera División el 21 de mayo de 2011 en medio de una euforia sin precedente en la historia de la ciudad, derrotando dos a uno a Irapuato en la gran final. Cuando Xoloitzcuintles de Tijuana juega en casa, el ritual marca asar un borrego en las caballerizas y compartir tequila con los amigos antes de trasladarse al palco del Estadio Caliente, que en sus nueve primeros partidos en la Primera División registra llenos absolutos. En ocasiones, en lugar de un borrego, devoran un tigre o un oso. El brindis de brazo cruzado con el tequila afrodisiaco es infaltable en esas ceremonias.
Cuando las celebraciones tradicionales del santoral hankista se acercan, la preparación de las fiestas se transforma en otro de los rituales. El cumpleaños de Jorge Hank, el 28 de enero, y el de su esposa María Elvia Amaya, un mes más tarde, no suelen celebrarse de forma austera. Julio Iglesias, Luis Miguel, Juan Gabriel, José José, su querido compadre Emmanuel y Alejandra Guzmán, entre otros muchos artistas, han amenizado en privado las fiestas de los Hank.
Cada vez viaja menos y a veces llega a pasar meses sin salir de sus propiedades. El hipódromo es una suerte de territorio autónomo, incrustado en el corazón urbano de Tijuana que se rige con sus propias reglas: «un puerto seguro para narcotraficantes», reportó el Consulado de Estados Unidos en Tijuana según WikiLeaks. Según el cable filtrado, un ciudadano estadounidense que acudió a hacer un trámite fue ubicado como prófugo de la justicia al verificar su expediente. Los estadounidenses dieron aviso a la Policía Estatal, pero el sujeto salió corriendo del edificio del Consulado y abordó un automóvil Crown Victoria sin placas que se refugió en el hipódromo, a unos metros de la sede diplomática, a donde los policías ya no pudieron entrar. «Es muy extendida la creencia de que Hank fue un alcalde corrupto y que aún está involucrado con el narcotráfico», dice textualmente el cable revelado.
Dentro del perímetro del hipódromo está la oficina de Jorge Hank Rhon, que ha sido también su recámara y la sala de partos donde nacieron dos de sus hijos, llamados Tigre y Lobo. También está ahí su casa, construida en 1996, derrumbada en 2007 y recién estrenada de nuevo en 2008. Entre la casa y la oficina está el zoológico, con más de mil animales entre los que hay tigres blancos, panteras negras e improbables híbridos de tigresa y león.
Dentro del hipódromo está también el principal casino del Grupo Caliente, empresa con presencia en quince países, y están también dos de sus restaurantes con vista a la pista donde corren los galgos. A un costado del galgódromo está el Estadio Caliente de Xoloitzcuintles de Tijuana, el equipo que atrae a cientos de aficionados del sur de California cada quince días. El hipódromo es una especie de parque de diversiones de las apuestas, la extravagancia y el futbol. El gran reino privado repleto de bestias salvajes con el que Hank siempre soñó.
«Cada vez viajo menos. Cuando me voy, aunque sea pocos días, extraño a mis hijos, y cuando me llevo a mis hijos, pues extraño a mis animales y ya me anda por regresar, así que mejor me quedo aquí. Para qué salgo, si aquí lo tengo todo», dice Jorge Hank.
DIEZ DÍAS SIN CABALLOS Y SIN TEQUILA
Algunas veces las circunstancias de la vida han obligado a Jorge Hank a dejar de hacer lo que le gusta, y su rutina de vida dedicada al placer se ha visto alterada, como lo alteró la extraña enfermedad de su esposa, María Elvia Amaya.
En febrero de 2011 en una clínica de Ginebra, Suiza, Jorge Hank aguarda nervioso afuera del quirófano donde su mujer está siendo sometida a una operación de altísimo riesgo: un trasplante de médula ósea.
Ello explica que María Elvia Amaya haya decidido no contender como candidata a la Alcaldía de Tijuana en las elecciones de 2010, pese a que las encuestas la ubicaban como favorita aun sin estar registrada. Los analistas coinciden en que hubiera tenido amplias posibilidades de ganar los comicios. La noticia de la enfermedad conmueve a Tijuana y al país, y en pocas semanas su rostro es portada de una célebre revista nacional de sociedad. Para aquellos que la han llamado Hankita Perón, la historia se redondea con tintes de novela. La ex primera dama de Tijuana logra superar el trance y retorna a la ciudad donde, en un acto de solidaridad, su esposo junto con sus más fieles allegados del Grupo Caliente y algunos diputados priistas, incluida una mujer, rapan sus cabezas para uniformarse con el aspecto que le ha heredado la devastadora quimioterapia. Amaya de Hank reaparece en público el 1 de junio de 2011 para anunciar la visita de Shakira al Estadio Caliente de Tijuana y la canalización de parte de lo recaudado a su fundación Por Ayudar. La señora se recupera favorablemente.
La apacible vida de Jorge Hank sigue sufriendo alteraciones en 2011. Apenas dos semanas después de la gran fiesta del ascenso de Xoloitzcuintes a la Primera División, un contingente de militares irrumpe en su casa la madrugada del 4 de junio. En bóxers y camiseta, Hank Rhon es sometido por los militares. Al menos diez elementos de su escolta están ya esposados en el suelo. Ni siquiera le han dado unos minutos para ponerse un pantalón y, así, a medias vestido, los militares lo arrastran preso rumbo a la sede de la PGR, que yace blindada con tanquetas como en los días de caza mayor. Una supuesta denuncia anónima llevó a los militares hasta su casa, donde encontraron un arsenal hogareño de ochenta y ocho armas, la mitad de ellas de uso exclusivo del Ejército. Al sacarlo esposado de su cama, los militares estaban metiendo a Hank de nuevo en el centro de la polémica y de regreso al ring de la política.
La opinión pública no cree que hubo una «espontánea» denuncia ciudadana ni que hubiera casualmente hombres armados en las inmediaciones de un hotel. Un operativo de ese tamaño sólo puede ser diseñado y ordenado en Los Pinos y en Bucareli. El cuchicheo entre reporteros y la charla de café y cantina ubica una sola mano tras la detención: Francisco Blake Mora, el gran operador antihankista de la elección de 2007, convertido en secretario de Gobernación. Alfredo García Medina, vocero de la Secretaría de Gobernación, me dijo fuera de libreta que en verdad su jefe no había tenido nada que ver con la captura, pero en lo personal me cuesta trabajo creer que en el Palacio de Cobián ignoraran semejante operativo.
Jorge Hank Rhon durmió diez noches en la cárcel. Primero fue llevado a la sede de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), en la ciudad de México, y un día después regresado al helado penal de El Hongo, en Tecate. Durante diez días las calles de Tijuana se llenaron de manifestantes, aficionados a los Xoloitzcuintles, militantes priistas y empleados del Grupo Caliente que exigían la liberación de Jorge Hank.
El arresto de Jorge Hank Rhon tuvo lecturas políticas: ¿era un mensaje del presidente Calderón de que no habría impunidad entre los priistas, el partido mejor posicionado para ganar las elecciones en 2012? Sucedió en medio de la campaña para la gubernatura del Estado de México, el territorio del priista Enrique Peña Nieto, a quien las encuestas favorecen como el próximo presidente de México.
Eruviel Ávila, el candidato a la gubernatura, y el gobernador Enrique Peña Nieto negaron que Hank tuviera algo que ver en la campaña y el priismo mexiquense se apresuró a desmarcarse inmediatamente de él para no poner en riesgo su futuro electoral a pesar de que Hank Rhon había enviado a treinta y tres operadores encabezados por Luis Javier Algorri y Mario Madrigal.
La Iglesia católica, en cambio, de inmediato intercede por Hank Rhon. El arzobispo de Tijuana, Rafael Romo Muñoz, y el obispo de Mexicali, José Isidro Guerrero, envían cartas dirigidas al presidente Calderón en defensa de su íntimo amigo. La mañana del 14 de junio, la juez federal Blanca Elvia Parra Meza dicta acto de libertad a favor Jorge Hank Rhon al considerar que no existían elementos de prueba para iniciarle un proceso penal, ya que la PGR no acreditó la responsabilidad en el delito de portación de armas de fuego agravada. Parra Meza, además, encontró diversas incongruencias en la redada que el Ejército llevo a cabo el 4 de junio en la casa de los Hank, motivo por el cual el empresario del juego resultó absuelto.
Pero la sonrisa no duró demasiado en su rostro, pues apenas se disponía a salir del penal de El Hongo cuando fue reaprehendido, ahora por la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California (PGJEBC) para ser investigado sobre dos de las armas que se encontraron en su residencia, las cuales están relacionadas con dos homicidios cometidos en Tijuana. Uno de esos homicidios es la extraña muerte de su nuera Angélica Muñoz Cervantes, novia de Sergio Hank Krauss. Sin embargo, un juez local negó el arraigo solicitado por la PGJEBC, por considerar que el parte de la Secretaría de la Defensa Nacional no concuerda con los testimoniales de los hechos. Haciendo el signo de los tres dedos, Hank Rhon sale libre y abandona el hotel donde era retenido por agentes ministeriales.
Al día siguiente, Jorge Hank reaparece en un repleto Estadio Caliente que lo ovaciona. La noticia y la foto principal no es el empate dos a dos entre la Selección Mexicana Sub 22 y el Independiente de Medellín, sino la imagen de Hank Rhon y María Elvia Amaya saludando triunfales. Los medios hablan de humillación y ridículo presidencial.
Poco después de la liberación y con la elección mexiquense ya ganada, el gobernador saliente Enrique Peña Nieto se reúne con la mamá de Jorge Hank, viuda del profesor Hank González, y con el primogénito Carlos Hank Rhon para inaugurar la autopista Lerma-Tenango del Valle, construida con capital del Grupo Hermes, propiedad de la familia. Hay abrazos y fanfarrias, y Peña Nieto se desvive en alabanzas al legado del profesor.
MI PADRE ES DIOS
«Mi padre es mi único dios», responde Jorge Hank cuando le pregunto sobre sus creencias religiosas. «Yo soy católico porque soy bautizado y he bautizado a todos mis hijos, aunque actualmente vivo fuera de la Iglesia católica porque, como sabes, estoy casado con mi mujer solamente por lo civil. Pero se contrapone un poquito a lo mejor decirte que yo soy católico, porque mi dios es mi padre, así lo siento yo», dice Hank. Le pregunté eso mismo hace nueve años, sentado frente al mismo escritorio, cuando su padre tenía poco de haber muerto, y su respuesta fue idéntica.
A dos metros de la mesa, desde una pared pintada como la piel de una cebra, nos contempla un retrato del profesor Hank González elaborado por la pintora Sylvia Pardo, la artista oficial del hankismo. Bajo el cuadro hay otras tantas fotos, dibujos, caricaturas. El profesor es omnipresente en su templo. Junto a la pintura de Pardo hay una hilera de retratos con marcos iguales: son los diecinueve hijos de Jorge Hank Rhon, de los cuales seis son adoptivos.
El mayor cumplido que le pueden decir a Jorge Hank es que se parece a su padre; que su voz y sus gestos son idénticos; que papá ha revivido en él: «Mi papá es mi dios, pero es sólo mío, no te lo presto. Yo respeto que cada quien tenga su dios, pero mi único dios es mi padre», dice.De entre todos los regalos que Jorge Hank ha recibido de su padre, los que más aprecia son dos cartas. La primera la escribió el profesor el 28 de enero de 1974, cuando su ingobernable hijo cumplía la mayoría de edad. En ella su padre le da algunos consejos: «Goethe decía que hay, entre todas las profesiones, una superior: la de Hombre. Serlo significa superar la etapa del reino animal al que pertenece nuestra especie y aspirar a la perfección. Pues bien mi querido Jorge, tienes en ti mismo las pinturas para realizar tu obra maestra».
Veinticinco años más tarde, el 26 de febrero de 1999, el padre escribe una nueva carta a su hijo de cuarenta y tres. El viejo profesor ya está enfermo de cáncer y dentro de dos años va a morir. Pese a los disgustos y dolores de cabeza que le ha dado, se siente orgulloso de él:
«Ahora te escribo para decirte gracias por haber convertido al adolescente de hace 25 años en la obra superior: un Hombre. Eres bueno, buen esposo, padre excelente y magnífico hijo. Le doy gracias a la vida por haber regalado, entre tantos bienes el más importante: un Hombre que es un hijo extraordinario. ¡Gracias a la vida! Te abraza tu padre. CHG».
EPÍLOGO
El pasado 30 de octubre, Xoloitzcuintles jugaba su último partido del torneo contra San Luis. A cinco minutos del final, el delantero colombiano Dayro Moreno falla un penal y perdona la vida a los potosinos. Cero a cero es el marcador final, pero ese puntito le basta a los Xolos para salir por vez primera del último lugar de la tabla del descenso. Al medio tiempo, Jorge Hank sale de su palco y se pasea por la zona donde trabajan los reporteros que de inmediato lo abordan. Aunque se le ve siempre en el palco, desde que salió de la cárcel no ha sido fácil entrevistarlo. Ahí, en conferencia de banqueta, un reportero le pregunta si todavía quiere ser gobernador, y entonces Jorge Hank pronuncia las palabras que encienden la alerta: «A mí, mi padre me enseñó a ser un soldado de mi partido y a la trinchera a la que me llame ahí estaré. Respondiendo su pregunta expresa, les digo a mis amigos bajacalifornianos: Yo, Jorge Hank, quiero ser su gobernador».
Su detención a manos del Ejército mexicano, lejos de perjudicarlo, lo posicionó en las preferencias del electorado. La más reciente encuesta de la empresa Focus, publicada por el semanario El Informador en noviembre de 2011, ubicó a Hank Rhon con 47% de las menciones como potencial candidato del PRI a la gubernatura de Baja California, muy por arriba de su principal rival y enemigo en el interior de su partido, el senador Fernando Castro Trenti, quien aparece con 11.9%, pese a la agresiva campaña de medios que paga, haciendo ridículos y evidentes photoshops para aparecer sentado en medio de Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones.
Pese a la buena distancia que lleva, los principales obstáculos para Hank parecen estar dentro del mismo PRI. El senador Castro Trenti es hoy su mayor enemigo. Los hankistas sostienen que Castro Trenti traicionó a Hank y vendió la derrota de 2007 a los panistas. Otro enemigo a tomar en cuenta en el camino de Hank es la profesora Elba Esther Gordillo, quien detesta al cacique tijuanense. Jorge Hank, aliado incondicional de su compadre Roberto Madrazo, declaró la guerra a la maestra Gordillo en Tijuana. Durante su periodo como alcalde, Hank apoyó incondicionalmente a un sindicato disidente de maestros, acérrimos detractores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), encabezados por Héctor Lara Moreno, a quienes favoreció con el contrato colectivo del sistema educativo municipal de Tijuana. La maestra no perdona la afrenta.
Otro obstáculo para el dueño de Caliente es su impedimento para entrar a los Estados Unidos. Está por verse si el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priista postulará para gobernar el estado que mantiene el mayor intercambio comercial con California a un candidato cuya visa para entrar a Estados Unidos le ha sido retirada por sus malos antecedentes.
«Yo voy a apoyar a mi partido en 2012 sea quien sea el candidato y de la manera que sea. Yo voy a estar ahí para apoyar, porque así me educó mi padre. Todo lo que yo pueda hacer por mi partido lo voy a hacer con muchísimo gusto. Si mi partido define que es momento de contender nuevamente lo haré con mucho gusto y si mi partido define que no, también lo haré con mucho gusto y daré todo mi apoyo a quien mi partido designe», dice Hank Rhon.
Durante la serie de cinco entrevistas que he sostenido con él entre el final del verano y el comienzo del otoño han sucedido algunas cosas. La justicia federal desechó la impugnación de la fiscalía y absolvió a Hank de todo cargo en el caso de la tenencia de armas, por lo que legalmente está libre de pecado y puede contender. Pero el 11 de noviembre, una noticia sacude al país entero. Sus efectos tienen una gran contundencia en el hipódromo de Tijuana: el secretario de Gobernación Francisco Blake, al que las encuestas ubicaban como seguro candidato del pan a la gubernatura de Baja California, murió al desplomarse su helicóptero en un absurdo accidente. La gente aguardaba el inminente choque entre Blake y Hank en 2013, pero ahora el PAN deberá buscar un nuevo candidato.
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