Historia de una conversión: Vargas Llosa después de todas sus lecturas

Historia de una conversión

Un perfil político del Nobel peruano, que recibió a Gatopardo en Madrid para hablar sobre su libro más reciente: «La llamada de la tribu» (Alfaguara, 2018), donde el nobel da las claves de las lecturas que lo transformaron.

Tiempo de lectura: 21 minutos

Mario Vargas Llosa está de buen humor. Esta tarde de lunes invernal, gélida pero soleada, no para de sonreír. Cuenta, con mucha gracia, una confusión que tuvo hace unos días: pensó que se encontraría con unos amigos en un restaurante del centro de Madrid pero, en realidad, los había citado en su casa.

—Toda la mañana pensé en que no podía olvidar el compromiso —dice entre risas—, llegué temprano al lugar y no vi a nadie. En ese momento me llamaron para decirme que acababan de llegar a mi casa. Todavía no me explico cómo me pudo ocurrir algo así.

Se burla entonces de su edad y de los achaques que sufre ocasionalmente. Luego continúa revisando la agenda de promoción de su nuevo libro, La llamada de la tribu, que será publicado en primavera por Alfaguara. Con una vitalidad asombrosa —en marzo cumple 82 años— el peruano planea el 2018: irá a varios continentes en la gira de lanzamiento. No es una publicación cualquiera, un libro de Vargas Llosa es un acontecimiento mundial. Y más en este caso porque escribe sobre un tema que siempre ha generado debate: sus ideas políticas. Además, dictará conferencias en universidades, tendrá encuentros con estadistas, dará entrevistas para todos los medios imaginables, será invitado de honor en cenas de gala, recibirá homenajes y un largo etcétera de compromisos. Sólo leer ese itinerario agotaría a una persona normal. Pero él acepta con gusto. Y, en medio, siempre encuentra tiempo para escribir.

Mario-Vargas-Llosa-Estudio

—Siempre. Así sea un par de horas, en algún momento libre, en uno de mis cuadernos. Es muy importante no abandonar los textos en los que estoy trabajando. Si dejo de escribir mucho tiempo me cuesta horrores volver a comenzar.

Se dirige hacia su escritorio, en el otro extremo de la biblioteca en la que estamos conversando. Saca de los cajones cuadernos de todos los tamaños y las formas. Algunos son libretas finas con tapas de cuero, otros son cuadernos escolares. Todos, sin excepción, están llenos de principio a fin con una letra estilizada: la caligrafía de un alumno aplicado.

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