John Dewar comenzó a hacer whisky en 1898, en Aberfeldy, un pequeño burgo en Perth y Kinross, en el centro de Escocia. Poco después de empezar su propio negocio, Dewar experimentó haciendo una mezcla de whisky de una sola malta con uno de grano. Esta metodología ya se comenzaba a usar en otras destilerías escocesas, pero él la perfeccionó de tal manera que su blend fue el producto al que decidió ponerle su mismo apellido.
Unos años después, sus hijos, John Alexander y Tommy, ya eran parte del negocio. El primero se encargaba de la parte financiera y administrativa y el segundo de llevar la marca a todas partes. Era un máster de la publicidad y la mercadotecnia. Tommy viajaba por todo el Reino Unido y el continente europeo, asistía a bailes, carnavales y ferias, conociendo a la gente más interesante y dispuesta a intentar cosas diferentes. Su gran personalidad lo llevó a lugares recónditos, en los que dio a conocer las mezclas de John Dewar & Sons, Ltd., que para inicios del siglo XX ya estaba conformada y posicionada como una destilería de whisky de prestigio.
Sus mezclas (Dewar’s 12, 15 y 18) son una gran manera de comenzar a entender la bebida espirituosa. Las notas dulces a miel y frutos secos junto con una tenue acidez que hace pensar en un twist de lima, le dan a este whisky una versatilidad agradable, y lo aleja de la categoría de whiskies añejos y ahumados, que pueden llegar a ser un poco intoxicantes.
Una de las razones por las que Dewar’s ha impactado es porque usan un proceso de añejamiento único. Fraser Campbell, reconocido mixólogo y embajador de la marca, explica que “hacemos un proceso muy especial llamado double aging (doble añejamiento), ponemos nuestros destilados originales junto con el whisky de grano, lo mezclamos y después los ponemos en un barril especial de roble por hasta seis meses. Durante ese tiempo se maridan juntos, haciendo un whisky extremadamente suave”, dijo en entrevista a Gatopardo.
Tommy Dewar, con su ingenio y personalidad, llevó la marca a lugares a los que su familia jamás pensó que llegaría. Al retirarse del negocio, comenzó un nuevo y extraño hobby: coleccionar gallinas de concurso. Las llevaba a certámenes a competir y, para festejar los éxitos obtenidos, comenzó a organizar una fiesta llamada Scotch Egg Club, en la que se le hace honor al destilado al que le dedicó la mayor parte de su vida, maridando whisky con varias versiones de los famosos huevos escoceses, plato icónico de la región.
En Escocia, el evento se ha vuelto un festival que sucede año con año, y en este 2018 Dewar’s lo trajo por primera vez a México para demostrar que las mezclas, por extrañas que parezcan, si están bien hechas, pueden trascender el tiempo y el espacio.
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