Tras la memoria
Melissa Mota
Fotografía de Ritta Trejo
En una de las exposiciones más esperadas, Ai WeiWei explora una historia común entre China y México.
La obra de Ai Weiwei se ha caracterizado por la defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y la justicia social. Por su trabajo, ha sido perseguido y censurado en numerosas ocasiones e incluso ha llegado a pisar hasta la cárcel.
Bajo la curaduría de Cuauhtémoc Medina, el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) presenta la exposición “Restablecer memorias”, donde se presentan dos experiencias que plantean la obligación ética de construir la memoria social: la destrucción del patrimonio cultural de China y el trauma que provocó en la sociedad mexicana la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en 2014. A pesar de la aparente lejanía cultural entre México y China, la exposición habla sobre una historia común de la humanidad: la violencia hacia el pasado y hacia el futuro.
Nacido en Beijing en 1957, el artista pasó su infancia y parte de su adolescencia exiliado en un campo de reeducación en Xinjiang después de que su padre, el poeta Ai Qing, fuera acusado de derechismo por el gobierno comunista. Tras la muerte del líder, Weiwei regresó a la capital, en donde estudió en la Academia de Cine y más tarde se estableció por doce años en Nueva York. En 1993 regresó a China y comenzó a interesarse por las heridas que había provocado la Revolución Cultural que, bajo la idea de que sólo se puede construir un mundo nuevo si se destruye el viejo, arrasó con buena parte del patrimonio cultural.
Esto lo llevó a usar el patrimonio como readymade, siendo uno de los más significativos el Salón ancestral de la familia Wang y el que da la bienvenida al público en esta exposición. La estructura de madera de 12 metros de altura fue construida hace cerca de 400 años durante la dinastía Ming y fungía como templo familiar. Tras la reforma agraria maoísta en los años cincuenta, muchos terratenientes —incluida la familia Wang— fueron despojados y sus propiedades se fraccionaron, quedando muchas en el abandono. En 2014 Weiwei la compró a un mercader de antigüedades e intervino con pintura las tallas de madera restauradas, así como una escalera de madera —única herramienta, ya que la construcción se hace a través del ensamble de las piezas—. Acompañada por una serie de fotografías que muestran el estado en ruinas en el que se encontraba, la pieza se presenta así como un fragmento de la memoria histórica, un recuerdo mutilado que se reconstruye y resignifica en cada una de las sedes en las que se presenta.
Este cuestionamiento sobre la memoria y su aniquilación continúa en la siguiente parte de la exposición dedicada al caso de Ayotzinapa, una investigación que ha realizado desde 2016. “La memoria es como un rompecabezas, no podemos ver la imagen en su totalidad […] desde que comencé este proyecto me pregunté cómo me podía involucrar y por eso me acerqué a las familias, expertos y especialistas en derechos humanos. Fui obteniendo más piezas para poder ver la imagen con más claridad. ¿Por qué quiero hacer eso? Porque quiero encontrar la verdad y los hechos para comprender a la sociedad mexicana y su historia”, menciona Weiwei en entrevista para Gatopardo.
A manera de monumento se pueden apreciar los retratos a gran escala realizados con piezas de LEGO por voluntarios de la facultad de Arquitectura de la unam, tanto de los 43 estudiantes desaparecidos, como de los tres estudiantes que murieron durante la noche del 26 de septiembre de 2014, uno de los sucesos que han marcado la historia reciente de nuestro país. En años anteriores el artista ha representado con la misma técnica imágenes de presos políticos de todo el mundo. Ante la mala calidad de la gran mayoría de las fotografías de los activistas políticos, decidió utilizar estos bloques de plástico a manera de pixeles para renderizar cada imagen en una calidad similar a la original. En el caso de Ayotzinapa, Weiwei se enfrentó con la misma situación, ya que las familias de bajos recursos no cuentan con
fotografías de calidad. La serie se acompaña de una cronología que narra la historia de las desapariciones de México y ahonda en los momentos clave del caso de los 43 estudiantes hasta la actualidad.
Finalmente, se presentan las entrevistas realizadas por el artista a familiares y amigos de los estudiantes desaparecidos, así como a expertos de distintos sectores, las cuales formarán parte del documental que está en proceso de edición y que se titulará Ser. En estas charlas los entrevistados expresan su dolor ante el vacío de la desaparición forzada y la impotencia frente al silencio del Estado; es la voz de los que siguen vivos con el trauma de la ausencia y que siguen luchando por encontrar la verdad. “Podemos ver que la tragedia no es sólo para algunas personas, siempre está relacionada con una condición global. Nadie puede decir que no es su problema”, mencionó el artista a los medios.
Esta mirada hacia un pasado y futuro rotos abre la reflexión, desde diferentes ángulos, sobre un evento que continúa vivo en el país y, en cierta medida, nos sugiere que restablecer memorias es un acto colectivo.
Recomendaciones Gatopardo
Más historias que podrían interesarte.