Love Me Not, una película sobre la guerra, el amor y otros sinsentidos
El reconocido director catalán Lluís Miñarro reinterpreta el mito bíblico de Salomé, ya no en Judea, sino en Irak, en medio la guerra contra el terrorismo orquestada por Estados Unidos. Al mismo tiempo, habla de sexo, amor y machismo.
La historia de Salomé es conocida alrededor del mundo. La mujer hermosa que, al menos en la versión de Oscar Wilde, pide al rey Herodes la cabeza de Juan el Bautista, objeto de su amor no correspondido, en una bandeja de plata. Tras su sensual presentación de la danza de los siete velos, el rey accede a los deseos de Salomé, y manda degollar al profeta.
Sin embargo, Lluis Miñarro, director de la película Love Me Not, no estaba tan interesado en respetar la historia original. Su película brilla por su falta de respeto a la a las narrativas conocidas y al mundo contemporáneo.
“Describo la cinta como una serpiente, como Salomé que es tradicionalmente diabólica. Va de un lado a otro y no obedece una linealidad”, dice Miñarro para Gatopardo. “Después, también su otro sentido es entregar al espectador algo que no necesariamente parezca coherente, para que lo use como un juguete más y parta de ahí rumbo a otras simbologías y otros lugares. Es una entrega a la sinrazón”.
Love Me Not reinterpreta la historia de Salomé, específicamente la versión de Wilde, de varias formas y con diferentes fines. El contexto no es Judea sino la Guerra en Irak, y en vez de la realeza los personajes son militares: un general y su familia viven en un campamento de soldados, con amplias referencias a la prisión de Abu Ghraib y sus prácticas de tortura, entre otros crímenes de guerra perpetrados por Estados Unidos. “Me interesaba inscribir el tema de Salomé en la actualidad y hacer una equivalencia entre la mitología, que está presente tanto en la biblia como en la modernidad”, explica Miñarro. “Pude elegir cualquier otra figura con carga erótica importante, pero usé a Salomé por la ambiguedad del personaje. Yo creo que hoy todo es ambiguo”.
A pesar de estar subordinada al contexto bélico, con una salvaje crítica a la violencia ejercida por Estados Unidos alrededor del mundo y a lo largo de la historia (dos de los soldados se llaman Hiroshima y Nagasaki), Love Me Not no habla sólo de guerra. Miñarro construyó una narrativa llena de rupturas sobre el mundo contemporáneo, cuestionando entre otras cosas las supuestas reglas en torno al sexo, el afecto y el amor. Los propios Hiroshima y Nagasaki, que el director describe como una versión moderna de Abbot y Costello o el Gordo y el Flaco, sostienen un entretenido juego homoerótico que explota la contracara de una masculinidad hiperviolenta, algo que Miñarro llama una sensibilidad queer: “Este es mi punto de partida. La sensualidad y sexualidad de dos soldados que son unos machitos, pero están cercanos a la homofilia y están en un espacio que facilita esa tensión, pues la guerra y el ejército tienen casi sólo hombres”.
Love Me Not es una coproducción española-mexicana. Miñarro, nativo de Barcelona, reunió talento en Europa, como las actrices españolas Ingrid García Jonsson, quien interpreta con una mezcla de sensibilidad y atrevimiento a Salomé; y Lola Dueñas, quien hace a su despiadada madre. En el plano mexicano, actores como Fausto Alzati y Luis Alberti le agregan toques cómicos y absurdos a la historia. Con estos nombres y varios más, el elenco consolida una producción internacional, sobre la realidad de un mundo que gira bajo la supremacía de los Estados Unidos, tanto en lo militar y en el terreno del soft power. “El gran imperio conquistador y homogenizador, fue el imperio romano hace miles de años. Después vendrían otros como el de Napoleón en Francia y España con Latinoamérica. Hoy en día, este imperio es Estados Unidos”.
En esta historia todo es tan simbólico, gracioso o confrontativo como el espectador guste, y ahí recae mucho del encanto de Love Me Not, que le da rienda suelta a quien la vea para hacer sus propias interpretaciones. A eso se refiere Miñarro con su “entrega a la sinrazón”, a no dejarse cernir por las reglas de una narrativa convencional, sino aceptar que es posible hablar al mismo tiempo de la brutalidad de la guerra y de los absurdos de la sexualidad. “Pienso que la vida hay que tomarla desde la sensualidad y desde el juego. Nadie es tan trascendente, incluso los grandes dramas hay que relativizarlos, esa mi manera de entender la vida”, dice. Love Me Not no se toma en serio a sí misma, pues cada avalancha de seriedad está aderezada con un aire de despreocupación.
“Todo está apuntado a que la gente se interrogue hasta dónde está lo fijo, hasta dónde llega el macho, hasta dónde la sexualidad se tiene que reproducir de una manera u otra, hasta dónde la guerra es lícita y la biblia nos cuenta o no una fantasía”, explica Miñarro. “Puede que nadie ame a la persona adecuada, pero en el fondo lo que nos une es el amor, la delicadeza y el acercamiento de los unos con los otros, no lo que dice el título”.
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