Tiempo de lectura: 3 minutosLaura Plancarte nació y creció en la Ciudad de México. Se formó como arquitecta en la Universidad Iberoamericana, sin embargo sus intereses siempre fueron más cercanos a las artes plásticas; exploró el performance e hizo instalaciones en museos y espacios culturales. Tiempo después sus amigos le sugirieron ir a estudiar realización de cine a Londres y aunque en principio la idea le pareció arriesgada, principalmente porque no se imaginaba adaptándose a la cultura anglosajona, se marchó en 2009 y obtuvo una beca parcial para cursar un posgrado en The London Film Academy.
“Pensé estaría solamente un año, pero me enamoré del cine y me enamoré de Londres”, dice en entrevista telefónica.
Sus primeros pasos en la industria del cine fueron en roles administrativos, pero un buen día se encontró con unos productores ingleses que creyeron en su proyecto de ópera prima, Tierra caliente (2015), que cuenta la historia de una familia del estado de Guerrero que vive atrapada en medio del fuego cruzado entre las fuerzas del narcotráfico y los militares. Así comenzó su camino como directora de cine documental.
Su segundo filme es Hermanos (2017), la cinta muestra a dos hermanos mexicanos que desean volver a Estados Unidos tras su deportación. Entre los personajes que presenta Plancarte en esa película, está Vanessa, una exreina de belleza del estado de Montana que perdió su casa por falta de dinero, y fue ella quien le presentó a Thaddeus, un nativo americano cheyenne que participó en la Guerra de Irak. Desde el principio le pareció un personaje enigmático y tiempo después él y Nancy, su pareja, se convertirían en los protagonistas de su más reciente documental Non Western, una coproducción entre TV UNAM, LP Films y Montana Film Office.
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El documental se estrenó en Suiza en el festival Visions du Réel 2020 a finales de abril. La premiere en México sucederá como parte del programa en línea de El Aleph, Festival de Arte y Ciencia de la UNAM. La función estará limitada a 500 personas el 22 de mayo a las 22:00 horas y la contraseña se puede obtener registrándose en tv.unam.mx.
«Si realmente queremos ser críticos sobre temas de género, o sobre si las sociedades actuales funcionan o no, se necesita abrir conversaciones reales.»
El filme transcurre en Montana, entre tomas de paisajes montañosos y cielos infinitos, una región de los Estados Unidos conocida como Big Sky. En un inicio lo que buscaba la directora, era hacer una película sobre Thaddeus. “Le planteé que me permitiera explorar el concepto de masculinidad desde su punto de vista y dijo que lo pensaría”, agrega.
Tiempo después la invitó a una ceremonia en su comunidad cheyenne, que sucede en torno a una especie de temazcal, y fue ahí donde conoció a Nancy, con quien él ya llevaba un tiempo saliendo y quería casarse. Al ser una mujer ajena a la tribu, con costumbres e ideologías muy distintas, se debatía entre las normas establecidas por el matrimonio cheyenne y su trabajo académico. Ambos querían casarse, pero las tradiciones de la comunidad implicaban que Nancy aceptara roles que la ponían en conflicto con su personalidad.
A partir de entonces, la directora decidió contar la historia de amor entre estos dos personajes y abordar también los muchos conflictos que pueden surgir entre grupos culturales tan distintos. Plancarte comenzó a seguir los pasos de la pareja sola con su cámara ese 2017, pero después volvió acompañada del fotógrafo y de la sonidista, y filmaron formalmente a partir de 2018 durante un año, en el que hubo cinco periodos de grabación. Durante el último, les mostró el material a sus protagonistas.
“Para mí era muy importante que vieran la película antes de la última edición. Como cineasta si tienes el tiempo de ir a filmar a las personas, debes tener también el tiempo de ver la película con ellos y escuchar lo que les provocó”, dice la directora. Para ella, el reto era retratar las visiones de ambos mundos sin caer en polarizaciones. «Si realmente queremos ser críticos sobre temas de género, o sobre si las sociedades actuales funcionan o no, se necesita abrir conversaciones reales. Por ejemplo, cuando se habla desde un punto de vista liberal se suele idealizar a las culturas indígenas y también tenemos que evitar hacer eso. Hay cosas positivas y negativas en todas las culturas y tenemos que tener la capacidad de comprender esa complejidad».
Durante sus 93 minutos de duración, la cinta recorre los muchos obstáculos que esta pareja enfrenta por las diferencias entre los discursos que cada uno defiende. La película explora los roles de género, identidad y el sentido de pertenencia.