Mirar al otro
Conversamos con el cineasta mexicano Michel Franco acerca de su película «A los ojos», que se mueve entre la realidad y la ficción.
El éxito internacional no ha evitado que el cineasta Michel Franco ponga los ojos en historias que suceden en su natal México. Así, de manera paralela a la producción de las multipremiadas Después de Lucía (2012, ganadora del premio «Una cierta mirada en Cannes) y Chronic (2015, Premio a Mejor Guión y nominada a la Palma de Oro del mismo certamen), Franco concibió A los ojos. Esta cinta —co dirigida con Victoria Franco, su hermana— sigue a Mónica, interpretada por Mónica del Cármen, una educadora de calle cuyo hijo, Omar, está perdiendo la vista.
En A los ojos, los hermanos Franco se mueven con destreza entre los planos del documental y la ficción. Su actriz protagónica, convertida en trabajadora social, sirve de confidente a personas que realmente viven en situación de calle y le cuentan sus historias verdaderas, a la vez que la película narra una poderosa historia de ficción matizada con dilemas éticos.
La línea es aún más borrosa con Benjamín, un chico de la calle que se interpreta a sí mismo —y es uno de los protagonistas— en A los ojos.
En Gatopardo conversamos con Michel Franco acerca de esta aventura cinematográfica con la que ya se presentó en varios festivales (Internacional de Cine de Morelia, Independiente de Raindance) y que llega a las salas comerciales mexicanas este fin de semana.
Still de «A los ojos», de Michel y Victoria Franco.Gatopardo: ¿Dónde está la línea entre la ficción y lo documental en la cinta?
Michel Franco: Es difícil de responder porque incluso cuando estábamos ya en la locación, seguíamos explorando lo que Benjamín realmente tenía que expresar y decir, entonces va a bastante profundidad el tema de Benjamín representándose a sí mismo, obviamente todo lo de la calle, de Mónica es completamente real y ella está haciendo trabajo como si fuera educadora de calle. Lo que ayuda a contar la historia tiene parte de ficción pero mucho también de Benjamín.
G: ¿Cómo encontraron a Benjamín?
MF: Fue al primer chico que conocimos el primer día que salimos a la calle. Me contaba que le gustaba mucho la poesía, la literatura. Tuvimos pláticas muy agradables. Después, cuando volvimos a buscarlo a los pocos días, ya no lo encontramos, estuvimos buscándolo, buscando otras alternativas de chicos. Durante un mes estuvo desaparecido porque se fue a viajar sin avisarle a nadie, y en el proceso, en medio, no encontramos a nadie que lo pudiera suplir. Yo no le hablé de hacer una película apenas lo conocí, y me llamó la atención, pero como era el primer día dije “Sigamos buscando un poco”.
G: ¿De dónde surgió la idea de hacerlo tan cercano a la realidad y trabajar con gente de la calle?
MF: Creo que es el único modo en que valdría la pena explorar este tema y hacer esta película. Me parece que hacer esta película con un formato tradicional, y con actores fingiendo que son chicos de la calle sería absurdo y superficial. Incluso, le faltaría el respeto a la propia realidad de estos chicos y a la gente que trabaja con ellos. Había que explorar a profundidad.
G: ¿Cómo fue trabajar con tu hermana, Victoria?
MF: Nos entendemos muy bien por ser hermanos y porque tenemos mucha afinidad en qué vemos en el cine y lo que nos gusta, y había mucha claridad en cuanto a qué perseguíamos, pero claro que a veces dos directores pueden tener alguna diferencia de opinión y eso también enriquece la película. Sobre todo a la hora de editar, ayudó mucho ser dos.
G: Veo que este proceso tomó muchos años.
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MF: Todo fue muy lento, la investigación, después, el proceso de grabación, que aceptaran a mi hermana en la calle, que la conocieran tomó seis meses, luego filmamos alrededor de un año, editamos, fuimos a filmar un poco más. Cuando armas una película sin guión, pues hasta que estás en edición te das cuenta de si cuaja o no. Para eso sirve normalmente un guión, es la red de seguridad que aquí no teníamos.
G: ¿Cómo fue para Mónica del Carmen convertirse en educadora de calle?
MF: Le interesó mucho. Mónica es una actriz que busca retos, cosas diferentes. Le gusta todo lo que habla de nuestro país, y simpatizó con la falta de voz de esta gente y le pareció muy interesante el proceso, el cómo íbamos a hacer la película.
G: ¿Hubo algún momento en el que pensaron que era demasiado riesgoso hacer la película así?
MF: Sí, siempre había el riesgo de que Benjamín nos abandonara, y no había ningún contrato con él ni manera de contenerlo. Él siempre ha gozado de su libertad, y nosotros apostábamos a que le gustara el proceso, y el proceso de rehabilitación que a la par se realizaba, pero no había certeza. En ese sentido sí había un riesgo enorme.
G: ¿A Omar —el niño— cómo lo encontraron?
MF: Omar llegó a través de una persona que me ayuda a hacer castings, pero yo pedí que fuera un niño que no tuviera nada de experiencia, porque los niños actores no me gustan para nada, como que ya saben qué caritas hacer y cómo ser simpáticos y eso otra vez es falso; entonces también encontré que Omar es muy inteligente y muy sensible.
G: ¿Qué sigue para esta cinta?
MF: Hay varios festivales, pero siempre nos ha preocupado mucho más para esta película, a diferencia de otras que se exhiben en el país, porque es una película que habla mucho de México, y más allá de los festivales nos interesa esto, que la gente la vea aquí, que la comenten.
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