Gatopardo #226: Cuidados colectivos
Habitamos una región desigual. La crisis del fentanilo en la frontera, el estigma del VIH en las comunidades mayas, la gordofobia y las pastillas “milagro” para bajar de peso. Todo ello ha dado forma a un paradigma que Gatopardo explora en su nueva edición impresa. Aquí contamos las historias de quienes persiguen el bienestar a través del cuidado colectivo.
La actriz Michelle Rodríguez grabó un video hace unos meses. Había sido atacada por aparecer en la portada de una revista de moda y cientos de mensajes denigrantes la acusaron, debido a su cuerpo, de promocionar la mala salud. Esto provocó un debate de muchas aristas, que iban desde la romantización de la obesidad hasta la gordofobia. “Habito en un cuerpo grande y no me avergüenza. Lo cuido, lo honro, lo respeto y lo disfruto. […] Mi cuerpo no es una batalla, mi cuerpo es una revolución”, manifestó, y el video se hizo viral. Muchas voces se identificaron con su declaración y se sumaron a los discursos de autocuidado y salud desde la aceptación corporal. Su caso es un ejemplo de los prejuicios hacia los cuerpos diversos que no encajan del todo en los cánones de belleza, los cuales, dicho sea de paso, han propiciado un boyante mercado médico y cosmético, cuyos productos rondan los confines del mercado negro. Una enorme oferta de pastillas, inyecciones, supresores de apetito, batidos y cremas reductoras que acechan a quienes están en busca del cuerpo perfecto.
Estos tratamientos “milagro” para bajar de peso han sido tema de análisis. Recientemente, los medios han seguido el furor provocado por fármacos como Ozempic —diseñado para tratar la diabetes tipo 2 y que escasea en farmacias porque se hizo viral en TikTok al anunciarse como un adelgazante espectacular—. Detrás hay una industria que gana muchísimo con procedimientos costosos y peligrosos para bajar de peso. La escritora María Fernanda Ampuero pone el acento en este conflicto en una crónica personal que forma parte de esta edición dedicada a los cuidados colectivos. Hace un recuento de los médicos que toda la vida le recetaron somníferos, laxantes, anfetaminas, sin mencionar jamás los aterradores efectos secundarios cognitivos, psicológicos y orgánicos. Ella y su madre soñaban con ser flacas porque así, dice el mandato social, podrían ser felices, y descubrieron tarde los efectos nocivos. Ampuero hace un conmovedor reclamo a esta práctica médica contra la gordura.
Otro fármaco popular es la metadona, por su capacidad de aliviar los síntomas de abstinencia de las personas con adicciones. La Cofepris suspendió su producción por varios meses, lo que provocó “una tormenta perfecta” en el norte de México. Así lo escriben los periodistas Rafael Cabrera y Daniela Anguiano. El fentanilo, la “amenaza emergente” que ha declarado Estados Unidos, la droga que es cincuenta veces más potente que la heroína y cien más que la morfina —y muchísimo más barata—, pronto conquistó las calles de las ciudades fronterizas del país y le arrebató mercado a la heroína y otros opioides. Ante el gradual aumento de consumo de fentanilo, que ocurre de manera velada desde 2017, según organizaciones civiles, los casos de sobredosis se han vuelto una crisis ignorada por gobernantes, pero que se vive en carne propia entre rescatistas, paramédicos y forenses. El desabasto provisional de metadona puso en jaque a clínicas y dejó a cientos de personas con adicciones expuestas a esta droga. Cabrera y Anguiano fueron a Baja California y se encontraron con una crisis que desnuda la falta de coordinación entre autoridades y un peligroso subregistro de víctimas del fentanilo.
En Argentina, un grupo de científicos, médicos, bioquímicos, biotecnólogos e ingenieros busca frenar un problema de salud desconocido en gran parte del globo, pero que es igual de grave que el cambio climático. El mundo se acostumbró a usar antibióticos de manera indiscriminada, y las consecuencias han sido que estos dejaran de funcionar. Tras la emergencia sanitaria provocada por el covid-19, descubrieron una pandemia dentro de la pandemia: superbacterias resistentes a los antibióticos. Se trata de una de las mayores amenazas a la salud mundial, según la OMS, organismo que además vaticina que estas bacterias matarán a once millones de personas al año para 2050. La reportera Cintia Kemelmajer sigue a este grupo y logra retratar historias humanas de quienes están detrás de un trabajo bélico que implica hacer vigilancia, diseñar protocolos de reconocimiento internacionales y emitir alertas.
De Ecuador tenemos una historia que toca el tema de los derechos humanos de la comunidad LGBT+. Allá la lucha ha sido ardua para que ser gay dejara de considerarse, primero, un delito, lo que ocurrió en 1997, y más tarde, una enfermedad mental. A pesar de los avances jurídicos, proliferan centros que, tras la fachada de ser clínicas de rehabilitación de adicciones, ofrecen el servicio clandestino de conversión sexual. Alexis Serrano Carmona, notable cronista de su país que regresa a estas páginas, cuenta los testimonios de quienes fueron encerrados por sus propias familias, madres, padres, expuestos a un verdadero infierno.
Por último, en busca de historias tocadas por personajes que persiguen el bienestar a través del cuidado colectivo, fuera de los sistemas tradicionales de salud, cerramos con nuestro texto de portada. Jair Avalos López es un joven periodista de Veracruz, becado por Simbiosis (un programa de formación periodística de Gatopardo y Arizona State University). En este reportaje, Avalos López escribe que, para las comunidades mayas, dar positivo en una prueba de VIH no es una sentencia de muerte, pero sí un castigo que se recorre en pantano. Sobre todo para las mujeres. Las inhabilita para ser madres, empleadas, seres humanos, porque allá, en Yucatán, el estigma sigue vivo. Hay un albergue, Oasis de San Juan de Dios, que ha procurado dar cobijo y refugio a quien, por el virus, no encuentra su lugar en el mundo. A finales de 2022, el estado registró 11 146 casos nuevos de VIH, con lo que ocupa el segundo lugar nacional en nuevos diagnósticos.
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